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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

viernes, 7 de agosto de 2015

Keiser Report en español: El engaño de la burbuja inmobiliaria (E788)

Inversionista vaticina un gran colapso financiero para el año 2016

Publicado: 8 ago 2015 00:43 GMT



El inversionista y cofundador británico de la empresa Grantham, Mayo, Van Otterloo & Co., Jeremy Grantham, augura que en el año 2016 los mercados financieros se enfrentarán a una fuerte crisis que puede provocar una serie de bancarrotas en diferentes países.

Jeremy Grantham ha asegurado a 'Financial Times' que en 2015 los mercados de valores continuarán creciendo, atrayendo cada vez a más inversores, lo que al fin de cuentas contribuirá a la formación de una burbuja financiera que estallará el próximo año.

El inversionista opina que esto ocurrirá por una sobreevaluación de los activos financieros y explotaría en el momento de la celebración de las elecciones presidenciales en EE.UU.

"Tendremos mucha suerte si el sistema financiero mundial puede soportar esta crisis y solo vemos el colapso de los mercados de valores, pero en el caso de su destrucción llegaríamos una serie de bancarrotas de diferentes países", ha comentado Grantham.

EE.UU. es el obstáculo en el camino

Por Joseph E. Stiglitz, a Nobel laureate in economics and University Professor at Columbia University, was Chairman of President Bill Clinton’s Council of Economic Advisers and served as Senior Vice President and Chief Economist of the World Bank.

NUEVA YORK – Recientemente se llevó a cabo la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo en la capital de Etiopía, Addis Abeba. La conferencia se celebró en un momento en que los países en desarrollo y los mercados emergentes han demostrado su capacidad de absorber grandes cantidades de dinero de manera productiva. De hecho, las tareas que estos países están emprendiendo – realización de inversiones en infraestructura (carreteras, electricidad, puertos, y mucho más), construcción ciudades que un día van a llegar a ser el hogar de miles de millones de personas y desplazamiento hacia una economía verde – son realmente enormes.

Al mismo tiempo, no escasea el dinero que está esperando ser puesto a un uso productivo. Hace apenas unos años, Ben Bernanke, el presidente de la Junta de la Reserva Federal de Estados Unidos, habló de un exceso de ahorro mundial. Y, no obstante, los proyectos de inversión con alta rentabilidad social padecían por escases de fondos. Eso sigue siendo cierto hoy en día. El problema, en aquel entonces al igual que ahora, fue y es que los mercados financieros del mundo en vez de cumplir con su objetivo de realizar una intermediación eficiente entre el ahorro y las oportunidades de inversión, asignan mal el capital y crean riesgo.

Hay otra ironía más. La mayoría de los proyectos de inversión que necesita el mundo emergente son de largo plazo, al igual que lo son gran parte de los ahorros disponibles – es decir, los millones de millones en ahorros que se encuentran en cuentas de jubilación, fondos de pensiones y fondos soberanos. Pero nuestros cada vez más miopes mercados financieros se interponen entre los dos.

Mucho ha cambiado en los 13 años que transcurrieron desde la Primera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo International que se celebró en Monterrey, México, en el año 2002. En aquel entonces, el G-7 dominaba la formulación de políticas económicas a nivel mundial; hoy en día, China es la economía más grande del mundo (en términos de paridad del poder adquisitivo), con un nivel de ahorro que supera en alrededor de un 50% al nivel de EE.UU. En el año 2002, se pensaba que las instituciones financieras occidentales eran magos en la gestión del riesgo y la asignación de capital; hoy en día, vemos que son magos en la manipulación de los mercados y otras prácticas engañosas.

Atrás han quedado los llamamientos que instan a los países desarrollados a que cumplan con su compromiso de dar al menos un 0,7% de su ingreso nacional bruto (INB) en ayuda al desarrollo. Unos cuantos países del norte de Europa – Dinamarca, Luxemburgo, Noruega, Suecia y, sorprendente, el Reino Unido – en medio de su austeridad auto-infligida – cumplieron su promesas en el año 2014. Sin embargo, Estados Unidos (país que dio 0,19% de su INB en el año 2014) se queda muy, muy lejos.

Hoy en día, los países en desarrollo y los mercados emergentes dicen a EE.UU. y a los otros países: Si no van a cumplir sus promesas, al menos, no sean un estorbo en el camino y déjennos construir una arquitectura internacional para una economía mundial que también beneficie a los pobres. No es sorprendente que las hegemonías existentes, encabezadas por EE.UU., estén haciendo todo lo posible por frustrar tales esfuerzos. Cuando China propuso crear el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras para ayudar a reciclar algunos de los excesos de ahorro mundial dirigiéndolos hacia lugares donde el financiamiento es muy necesario, EE.UU. trató de torpedear el esfuerzo. La administración del presidente Barack Obama sufrió una dolorosa (y muy vergonzosa) derrota.

EE.UU. también está bloqueando camino del mundo hacia un estado de derecho internacional para la deuda y las finanzas. Si los mercados de bonos, por ejemplo, van a funcionar bien, se debe encontrar una manera ordenada para resolver los casos de insolvencia soberana. Sin embargo, hoy en día, no existe tal manera. Ucrania, Grecia y Argentina son ejemplos del fracaso de los acuerdos internacionales existentes. La gran mayoría de países ha pedido la creación de un marco para la reestructuración de las deudas soberanas. EE.UU. continúa constituyéndose en el principal obstáculo para ello.

La inversión privada es también importante. Pero las nuevas disposiciones sobre inversión incluidas en los acuerdos comerciales que el gobierno de Obama está negociando en ambos océanos implican que cualquier inversión extranjera directa viene acompañada por una marcada reducción en la capacidad de los gobiernos para regular el medio ambiente, la salud, las condiciones de trabajo e incluso la economía.

La posición de Estados Unidos en relación con el tema más debatido en la conferencia de Addis Abeba fue particularmente decepcionante. A medida que los países en desarrollo y los mercados emergentes abren sus puertas a las multinacionales, se hace cada vez más importante que puedan imponer impuestos a estos gigantes, gravando las ganancias generadas mediante la actividad empresarial que se produce dentro de sus fronteras. Apple, Google y General Electric han demostrado ser genios para evitar impuestos que excedan lo que ellos emplean para la creación de productos innovadores.

Todos los países – tanto los desarrollados como los en desarrollo – han estado perdiendo miles de millones de dólares en ingresos fiscales. El año pasado, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación dio a conocer información sobre las decisiones fiscales de Luxemburgo que expusieron la magnitud de la evitación y evasión fiscal. Si bien un país rico como EE.UU. pudiese soportar el comportamiento descrito en las denominadas Fugas de información de Luxemburgo o “Luxembourg Leaks”, un país pobre no puede hacerlo.

Fui miembro de una comisión internacional, la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional, cuya labor es examinar maneras que reformen el sistema tributario actual. En un informe presentado a la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, acordamos por unanimidad que el sistema actual está averiado, y que algunos pequeños ajustes no lo repararán. Hemos propuesto una alternativa – similar a la manera en la que las corporaciones son gravadas dentro de EE.UU., con ganancias asignadas a cada Estado sobre la base de la actividad económica que ocurre dentro de las fronteras estatales.

EE.UU. y otros países avanzados han estado presionando para que se realicen cambios mucho más pequeños, mismos que irían a ser recomendados por la OCDE, que es el club de los países desarrollados. En otras palabras, los países de los que provienen los políticamente poderosos evasores y evitadores de impuestos son los países que se supone tienen que diseñar un sistema para reducir la evasión fiscal. Nuestra Comisión explica por qué las reformas de la OCDE fueron, en el mejor de los casos, pequeños ajustes a un sistema fundamentalmente defectuoso y son simplemente inadecuadas.

Los países en desarrollo y los mercados emergentes, encabezados por la India, argumentaron que el foro adecuado para debatir tales temas mundiales era un grupo ya establecido en las Naciones Unidas, el Comité de Expertos sobre Cooperación Internacional en Cuestiones de Tributación, y que era necesario elevar el nivel de su situación jurídica y financiamiento. EE.UU. se opuso de manera tenaz: quería mantener las cosas como en el pasado, que la gobernanza mundial sea lleva a cabo por y para los países desarrollados.

Las nuevas realidades geopolíticas exigen nuevas formas de gobernanza mundial, en las que la voz de los países emergentes y en desarrollo resuene más alto y con mayor peso. EE.UU. impuso su parecer en Addis Abeba; sin embargo, también mostró que se encuentra en el lado equivocado, una postura que será juzgada por la historia.

Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.


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Hundimiento de materias primas y desaceleración China revive la crisis de 2008



Aunque se han intentado minimizar los efectos de la crisis griega y el debilitamiento de la economía china, un dato relevante y que esta vez amenaza con devastar a los países emergentes es la acentuada caía en el precio de los productos básicos. El petróleo se ha desplomado desde los 110 dólares el barril hace un año a ¡45 dólares el barril!. Dieciocho de los 22 componentes del índice de materias primas de Bloomberg (ver imagen) han disminuido más de un 20 por ciento en los últimos meses. Esta caída solo es comparable a la registrada en octubre de 2008, cuando la profundización de las turbulencias financieras envió a los mercados globales a una situación de la cual aún no se recuperan. 

Para entender este nuevo capítulo de la crisis que sigue mostrando las fauces más oscuras de ese "modelo económico" que se instauró a fines de los años 70 hay que detectar algunos derroteros. En primer lugar, la maquinaria financiera que se apoderó de la economía global y desató la espiral de burbujas en el sector de las materias primas y el mercado inmobiliario. Este auge especulativo que impulsó la "eficiencia en costos" generó el traslado de las grandes empresas a China, con lo cual china no tardó en convertirse en el primer productor mundial, gracias a su "mano de obra barata".

El impacto de China

China se convirtió así en un motor del crecimiento que compraba materias primas a los países emergentes y al mismo tiempo productos terminados a los países desarrollados. Su fuerte impulso de más de dos décadas de crecimiento ininterrumpido y siempre creciente hizo pensar en una máquina insaciable. Justamente el tipo de máquina que gusta los mercados financieros para construir sus castillos en el aire por la vía de los derivados. Pero todo eso no era más que especulación avalada en la idea del crecimiento continuo y perpetuo.

China no solo se convirtió en el principal demandante de cobre y hierro, sino también de petróleo. Sus tasas de crecimiento del 10 por ciento anual estimulaban la inversión en China y el consumo en los países occidentales. Ya en la década de 1990 China superó a los mayores productores de acero del mundo, Japón y Estados Unidos. Ahora, veinte años más tarde, la producción de acero en China se ha multiplicado por ocho veces. Sin embargo, desde al año 2010 China ha entrado en el letargo reduciendo su velocidad de crecimiento en forma continua. En los últimos dos años la actividad de la construcción en China se ha estancado y en los últimos 6-12 meses se hizo negativa. Esto ha llevado al precio del cobre a una caída del 40 por ciento y al hierro a una caída del 60 por ciento desde 2011. El petróleo ha caído en un 60 por ciento en últimos 12 meses.

La caída de los productos básicos aún no toca fondo y demuestra la debilidad económica global, especialmente de Europa y Estados Unidos, que tras siete años de crisis siguen entrampados y en estado de coma. La abultada inyección de dinero por parte de los bancos centrales nunca estimuló la economía. Sólo sirvió para crear más burbujas y hacer florecer los mercados de renta variable que juegan a la especulación como si la economía fuera un gran casino. Y esto es lo que se conoce como "libre mercado".

Ahora el tsunami comienza a golpear con fuerza a los países emergentes con la caida en el precio de los commodities. Si entendemos que la burbuja china está en pleno desarrollo y que la actividad en la construcción puede tardar 4-5 años en recuperarse, los precios seguirán a la baja por más tiempo. La desaceleración China puede continuar a lo largo de la década y estabilizar el crecimiento en torno al 5 por ciento. Pero este crecimiento será menos intensivo en recursos, lo que arrastrará a los precios a un descenso aún mayor.

Si bien Europa y Estados Unidos podrán crecer a una tasa del 1 y 2 por ciento esta débil fuerza no logrará compensar la desaceleración China. Ahora les toca a los países emergentes mirar de frente a la crisis. Lejos de terminar, la crisis iniciada en 2008 entra en nueva etapa.

La Deuda Mundial en un Gráfico

Por Gustavo Rivero 7/8/2015


Hace dos semanas publiqué La Economía Mundial en un Gráfico. Hoy os muestro una infografía similar de Visual Capitalist que detalla el reparto de los $ 60 billones (doce ceros) que hay de deuda pública mundial en un solo gráfico.

También pone de relieve la relación Deuda-PIB de cada país por colores. Los datos son del FMI y sólo cubren la deuda gubernamental. Excluye la deuda de hogares y empresas. Todas las cifras están en USD.


Estados Unidos supone el 23,3% de la economía mundial, pero el 29,1% de la deuda mundial (relación Deuda-PIB del 103,4%).

Japón representa sólo el 6,18% de la producción económica total, y el 19,99% de la deuda global.

China, la segunda mayor economía del mundo (y la más grande según algunas mediciones), representa el 13,9% de la producción, pero sólo tienen el 6,25% de la deuda mundial (relación Deuda-PIB del 39,4%).

Siete de los 15 países con mayor deuda total son europeos. Juntos, con exclusión de Rusia, el continente europeo tiene más del 26% de la deuda total del mundo.

La combinación de la deuda de Estados Unidos, Japón y Europa juntos constituye el 75% de la deuda total mundial.
Gráfico bonus:

Os dejamos también un mapa con el nivel riesgo de impago de su deuda (CDS) por país


Gustavo Rivero