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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

lunes, 16 de mayo de 2016

Llegó la hora: A pagar impuestos

István Ojeda Bello • 16 de mayo, 2016



LAS TUNAS. Neny siente que cada mes firma una especie de tratado de paz con el Estado pagándole el 10 por ciento de lo que gana por sus ventas. “Al menos así lo veo”, dice mientras el olor a dulces recién horneados nos acaricia el rostro.

Ella no estuvo dispuesta a revelar el ingrediente secreto de sus pasteles, mas sí a decir que la ausencia de vías legítimas y al mismo tiempo asequibles de adquirir las materias primas, conduce a que los cuentapropistas subdeclaren. Además de esa sensación de armisticio, no siente que nada cambie en su entorno gracias a sus erogaciones regulares al fisco.

En lo concerniente al pago de impuestos de los contribuyentes cubanos, entre la obligación o necesidad la balanza sigue estando inclinada a favor de la primera. Algunas acciones para elevar la cultura tributaria necesitarán más tiempo para florecer, como es la estrategia trazada al efecto por el Ministerio de Educación.

El 30 de abril es el día

Mientras tanto William sigue sintiéndose analfabeto en asuntos de impuestos. “Todo se lo dejo a mi gestor”, explica quien por casi 40 años ejerció como chofer-mecánico de maquinarias agrícolas. Él completa su pensión actual de jubilado con lo que obtiene conduciendo un coche tirado por un caballo. Desde este año sus finanzas respiran un poquito mejor porque una modificación a la Ley Tributaria vigente incluyó a los cocheros en el régimen simplificado de tributación que los exime de hacer una declaración jurada antes del 30 de abril, día que marca cada año el cierre de la etapa de pago de impuestos en Cuba.

Otros como la dulcera Neny y 196 mil 56 cubanos más sí están obligados a declarar sus ingresos personales antes de la mencionada fecha pues siguen bajo el régimen de tributación general. Y según Arelys Pérez, directora de Atención al Contribuyente de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT), hay progresos hacia una mayor cultura tributaria entre estos, pues fueron menos los retrasados en completar voluntariamente ese trámite con respecto al momento análogo de 2015.

Además los cuentapropistas como promedio declararon ingresos mayores; dato que, dijo, indicaría más sinceridad en sus registros fiscales. Sabe que la economía nacional no creció tanto de un año a otro como para asociar la elevación de los ingresos anuales (en unos tres mil pesos) a un despegue inusitado de sus negocios.

Sin embargo, de nuevo en este 2016 continuaron siendo infructuosas las exhortaciones oficiales para que todos los contribuyentes, individuales o empresariales, completaran sus declaraciones juradas ante las dependencias de la ONAT previo a la fecha establecida. Al menos 40 mil personas tendrán que pagar multas por concepto de mora en el pago de sus impuestos y tres de cada 10 empresas o sociedades mercantiles se verán precisadas a una acción similar por la misma causa.

Aporte que no se ve ¿no se quiere?

Salvo en alguna que otra venta esporádica de ambientaciones al Fondo Cubano de Bienes Culturales, José, pintor paisajista, no escucha mucho la palabra impuesto. “Cuando el Fondo nos paga ya ellos mismos hacen el descuento”, explica. “Pero a menudo demoran los pagos. Llega la hora de hacer la declaración jurada y no tenemos el dinero. Es como si le pidieran a uno comerse un puerco hoy pero matarlo mañana”, señala.

Se repite una y otra vez que la contribución directa de la gente y en especial de sector no estatal, al presupuesto de Estado por concepto de pago de sus impuestos regresa transformada en más obras sociales o servicios públicos. Entonces, ¿por qué el ciudadano medio y en especial los emprendedores de negocios privados siguen pensando que sus dineros van en una sola dirección?

Ayuda el hecho de que recién en 2015 fue que seis de cada 100 pesos depositados en las arcas públicas lo hicieron por concepto de los impuestos a los ingresos de las personas naturales. Es la cuantía más alta desde 1996 cuando este gravamen apareció junto a la Ley Tributaria de 1994; pero mucho menor frente a otras fuentes de ingresos como los provenientes de los impuestos pagados por las empresas sobre sus utilidades o sobre la circulación y ventas, estos dos en su conjunto, por ejemplo, aportaron el 40 por ciento de los 46 mil 973 millones de pesos que entraron al erario público en el año fiscal 2014.

La economista Saira Pons Pérez ve todavía lejos el momento en el cual, si no pagamos impuestos, algo comenzará a ir muy mal en el tesoro públicos. Y no solo porque las empresas estatales sean quienes cargan el peso fundamental de la producción de bienes y servicios, sino porque “la estructura de los ingresos al presupuesto, tiene un sesgo a favor de los aportes no tributarios, como lo es la renta empresarial que le corresponde al Estado en su condición de propietario, así como otros ingresos extraordinarios por diferenciales de precios”.

Al analizar las modificaciones hechas en 2013 a la Ley Tributaria puesta en vigor en 2012, la investigadora del Centro Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana opina que “los cambios en el régimen tributario para los cuentapropistas, parecen responder, con un carácter más de mediano y largo plazo, a la visión de una economía donde el sector no estatal sí alcance un peso significativo en la actividad económica y la generación de empleos”.

En su artículo “Hacia una nueva fiscalidad en Cuba” Pons Pérez advierte que todavía, tenemos una economía “hecha a mano” donde hay un exceso de operaciones cuasi fiscales tales como gastos, subsidios e impuestos realizados implícitamente a través “de precios distorsionados, políticas crediticias preferenciales, cadenas de impagos y otras operaciones” que, sin provenir de impuesto alguno, sí impactan en los dineros del presupuesto. Tampoco, refiere, se ha avanzado lo suficiente en la “institucionalidad tributaria, tanto del lado del contribuyente como de la administración”.

Otro escollo, dice, es que “falta encontrar un balance adecuado, desde la política tributaria, entre dos objetivos que resultan contradictorios a corto plazo: por un lado, una recaudación eficiente, con adecuados niveles de costo en relación con los ingresos, y por otro, promover el crecimiento del sector cuentapropista y elevar su cultura tributaria y sus niveles de cumplimiento. El análisis de las principales figuras impositivas demuestran que hoy se prioriza el primero de estos objetivos sobre el segundo”.

Las instituciones del sistema tributario son como el ano en un cuerpo mayor que es el Estado; nadie quiere hablar de ellas, pero de que funcionen apropiadamente depende todo lo demás, dice en uno de sus shows el comediante John Oliver. En Cuba la mayor parte de la población nacida después de 1959 puede llegar a creer que la gratuidad de servicios básicos como la educación o la salud son naturales y las propias fuentes financieras que la soportan alimentan esa percepción. Pero los cambios en la economía que están dándole más participación al sector no estatal en los surtidores de las finanzas públicas aconsejan preocuparnos por esa parte “trasera”.

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