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jueves, 14 de diciembre de 2017

Propuestas para redimensionar el sistema de seguridad social en Cuba

Por: Carmelo Mesa-Lago. |Cuba Posible

Foto: Raquel Pérez

Presentación de Cuba Posible

El tema concerniente a la seguridad social y el sistema de pensiones en Cuba constituye uno de los asuntos más apremiantes (y menos tratados) de cara el futuro de la nación. Con una población altamente envejecida, el tema alcanza una relevancia conectada directamente a la estabilidad y a la seguridad nacional en el corto, mediano y largo plazos. La Isla cuenta con uno de los principales especialistas en esta área, que ha estado involucrado en la realización de las principales reformas a los sistemas de pensiones en varios países de América Latina y en otros puntos del planeta: Carmelo Mesa-Lago. Estas son sus propuestas para transformar y hacer sustentable el sistema de pensiones nacional.

Preámbulo

El sistema de pensiones de seguridad social en Cuba se desarrolló hasta alcanzar, a finales de los años 80, un lugar cimero en América Latina y el Caribe y, también, entre los países socialistas. Sin embargo, la severa crisis del decenio de los 90 (“Período Especial”) le asestó un fuerte golpe. El proceso de envejecimiento de la población, el más profundo y acelerado de la región, las reformas estructurales, y la nueva crisis económica en 2017, han creado dificultades adicionales.

Retos ineludibles:

Los principales retos que se enfrentan son la insostenibilidad financiera del sistema a largo plazo, y pensiones que, ajustadas a la inflación, cayeron a la mitad entre 1989 y 2016, debido a las siguientes causas:

1. La cobertura de la fuerza de trabajo en pensiones de seguridad social debe ser una de las más altas en América Latina, junto con las de Chile, Costa Rica y Uruguay. Desafortunadamente, el gobierno nunca ha publicado estadísticas de cobertura de la fuerza laboral, ni tampoco de las personas en edad de retiro. Debido a las reformas estructurales, ha crecido el número de trabajadores por cuenta propia (que en 2017 constituyen el 13 por ciento de la fuerza de trabajo). Según este grupo aumenta, se hace más difícil cubrirlo por la seguridad social, ya que no tiene empleador.

2. A pesar de un aumento de cinco años en las edades de retiro pautado por la reforma de 2008 (ahora 60 años la mujer y 65 años el hombre), estas son de las más bajas en América Latina—otros países mucho menos desarrollados que Cuba tienen edades similares (como Honduras), y una edad más alta en la mujer (como Perú)—, mientras que la esperanza de vida al tiempo de la jubilación se sitúa entre las dos más altas de la región (las mujeres 23,64 años y los hombres 17,33 años); todo lo cual aumenta el costo de las pensiones.

3. El déficit anual de pensiones (sufragado por el Estado) respecto al gasto total de pensiones aumentó sostenidamente hasta alcanzar un récord de 43,8 por ciento en 2013; la elevación en cinco años en las edades de retiro en un período de siete años indujo una caída de dicho déficit a 23,3 por ciento en 2015. Esto se revertirá en el mediano y largo plazo por las razones dadas.

4. En 2015 había 1,7 millones de jubilados y pensionados y para 2030 se proyecta que las personas de 60 años y más serán 3,3 millones. Por otra parte, la fuerza laboral comenzó a caer en 2015. Como resultado, la relación jubilado-pensionado por un trabajador activo que era 3,6 en 1989, mermó a 2,9 en 2015 a pesar de la reforma; aunque no hay una proyección oficial para 2030, la relación oscilaría entre 1,3 y 1,6, o sea, menos de dos activos por un pasivo, al menos que haya otra reforma.

5. Tras más de cuatro décadas de incremento del gasto social, el gobierno reconoció que esto era insostenible y que debería ajustarse a la capacidad económica fiscal del país. A esto ha seguido una reducción del gasto social, incluyendo el de pensiones. La reforma de 2008 redujo dicho gasto desde un cénit de 7,6 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2010, a 6,5 por ciento en 2015. No obstante, este es aún alto y volverá a crecer en el futuro.

6. No se ha hecho un estudio actuarial del sistema en más de medio siglo. En 1999 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hizo una proyección “preliminar” (no una valuación actuarial) del costo de las pensiones para 1997-2020, y de la cotización salarial necesaria para balancear el sistema en ese período. Para 2015 estimó un déficit de 942 millones de pesos y una cotización de 18,1 por ciento sobre la nómina salarial; las cifras actuales en ese año fueron 1.313 millones de pesos y 12 por ciento sobre el salario pagado por los empleadores, o sea, un gasto 39 por ciento superior y una cotización 6 puntos porcentuales menor, de manera que se agravó la situación aún con la reforma de 2008. Para 2020 la OIT proyectó un déficit de 1.351 millones de pesos y una cotización de 19,8 por ciento, el primero será mucho mayor y la cotización casi 8 puntos porcentuales menor, salvo que se haga otra reforma del sistema.

7. Cuba tiene un sistema de reparto puro, o sea, el gobierno recauda las cotizaciones de los empleadores y unas pocas de los trabajadores, y estas van para los gastos generales del Estado; por otra parte, el gobierno paga las pensiones con cargo al presupuesto nacional. No hay siquiera un fondo para contingencias.

8. Debido a que las pensiones no se han ajustado a la inflación, su valor real promedio se redujo en 50 por ciento desde 1989 y no cubre siquiera las necesidades alimenticias básicas, por lo que los jubilados y pensionados se encuentran entre los grupos más pobres de la población; sin embargo, esto ha ayudado al gobierno a aliviar la escalada en el gasto de las pensiones. La tasa de inflación proyectada para 2017 (de 12 por ciento) reducirá el monto de las pensiones reales y con los escasos recursos fiscales disponibles será difícil mantenerlas al deprimido nivel actual.

9. No es posible determinar el cálculo del salario base, la cotización y el monto de las pensiones, sin antes hacer un estudio para determinar el déficit actuarial del sistema: contrastar el valor presente de todas las obligaciones futuras (gastos de pensiones en curso de pago y las que generen los actuales asegurados activos) con los ingresos futuros (por cotizaciones sobre los salarios o ingresos).

10. Bajo las condiciones económicas actuales es virtualmente imposible acometer las reformas necesarias que demanda el sistema. Las reformas estructurales que se iniciaron en 2007 son fundamentales para el progreso económico de Cuba y sustentar al costo de la seguridad social, pero se han estancado e incluso retrocedido algunas de ellas en 2016-17.

Medidas para resolver los problemas:

1. Es esencial promulgar una nueva Ley de seguridad social y tomar otras medidas, de las cuales se dan ejemplos.

2. Publicar estadísticas de la cobertura de la fuerza de trabajo (desglosando a los trabajadores por cuenta propia) y de los adultos en edad de retiro, necesarias para realizar un cálculo preciso de cobertura; permitir que Cuba figure en las estadísticas mundiales y hacer comparaciones con otros países.

3. Publicar las cifras de los trabajadores asalariados que cotizan para pensiones un 5 por ciento del salario (y de los aportes sobre ingresos de los cuentapropistas), así como el monto aportado por ambos grupos.

4. Aumentar las edades de retiro. Lo ideal sería unificarla en 65 años para ambos sexos y según asciende la esperanza de vida al tiempo de retiro subirla gradualmente -en unos 20 años, no en siete años como hizo bruscamente la reforma de 2008 debido a la presión en el salto del gasto y del déficit.

5. Es urgente hacer una valuación actuarial después de medio siglo, preferiblemente por la OIT (de la cual Cuba es miembro), para determinar con certeza las reformas necesarias en cuanto a la edad del retiro, el salario base de imposición, la cotización del trabajador y el empleador, la tasa de reemplazo (porcentaje que se aplica al salario base para fijar la pensión), el monto de la pensión y poder equilibrar el sistema a largo plazo. Sería un craso error fijar dichos parámetros sin tener una base sólida y proyecciones basadas en los datos actuales.

6. La referida valuación proyectaría el déficit actuarial del sistema: contrastando el valor presente de todas las obligaciones futuras (gastos de pensiones en curso de pago y las que generen los actuales asegurados activos) con los ingresos futuros (por cotizaciones sobre los salarios).

7. Habría que crear un fondo de reserva de pensiones nutrido por las cotizaciones de empleadores y, eventualmente, de todos los trabajadores. El capital de dicho fondo sería invertido en valores y proyectos productivos, lo cual generaría un interés o dividendo anual que iría a dicho fondo, engrosándolo. El rendimiento del capital del fondo, siempre que sea bien administrado, contribuye mucho más a las pensiones que las cotizaciones.

8. Cuba no tiene una bolsa de valores en que se transen acciones nacionales e incluso extranjeras, como en China y Vietnam, por lo cual la inversión del fondo sería toda en deuda estatal, algo que se ha probado resulta en dependencia del Estado que fija los intereses usualmente bajos, o sea, habría un subsidio de los trabajadores a los gastos generales del gobierno. Para que esto funcione habría que acelerar las reformas como en los dos países asiáticos antes mencionados y crear una bolsa de valores, algo que en el presente parece ilusorio.

9. En las circunstancias actuales, incrementar la edad de retiro o implantar la cotización a todos los trabajadores, a la par que se mantienen las bajísimas pensiones, causaría mucho daño a la población, aunque se reduciría el déficit fiscal generado por las pensiones. Por ello, es esencial profundizar y acelerar el proceso de reformas estructurales.

10. La futura Ley debería de incluir una cláusula haciendo obligatoria el ajuste anual de las pensiones al índice de precios al consumidor, para que no pierdan su poder adquisitivo. Sin embargo, esto habría que hacerlo también con los salarios, de otra forma se crearía una brecha en ascenso entre ambos.

En resumen, los problemas de las pensiones de seguridad social en Cuba se agravarán a menos que se aceleren las reformas estructurales y estas generen resultados económicos tangibles, lo cual sería la base, a su vez, para una reforma del sistema de pensiones. En el ínterin, el gobierno debería negociar con la OIT una valuación actuarial que siente las bases necesarias. La OIT tiene un sistema de simulación probado en muchos países en que se pueden cambiar las variables del sistema mismo (por ejemplo, edad de retiro, cotización, salario base, tasa de reemplazo) y combinarlos con variables económicas (como crecimiento del PIB, salario, inflación, tasa de interés, etc.) a fin de proyectar el equilibrio en un período largo. También ayudaría que el gobierno publique estadísticas de todos los trabajadores cubiertos (incluyendo a los cuentapropistas), cuántos de ellos están pagando cotizaciones y el monto de estas, a fin de tener la información necesaria.

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