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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 14 de junio de 2017

Las honduras del pensamiento económico del Che

Por  -

El profesor cienfueguero Rodrigo Rodríguez Cubela considera al Che como el paradigma de los economistas cubanos. / Foto: Roberto Alfonso Lara
El profesor cienfueguero Rodrigo Rodríguez Cubela considera al Che como el paradigma de los economistas cubanos. / Foto: Roberto Alfonso Lara
Rodrigo espera impaciente en el sofá. Sujeta en las manos una hoja algo improvisada, con los apuntes que le permitirán disertar sobre el pensamiento económico del Che, a propósito del aniversario 89 de su natalicio y el 38 de constituida la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (Anec). Rodrigo Rodríguez Cubela es fundador de esa organización y aún jubilado, ejerce como profesor adjunto de la Universidad de Cienfuegos. Toma una taza de café y ansía el pie forzado para iniciar el diálogo…
¿Cuál era el contexto profesional de la economía cubana al triunfo de la Revolución?
“Existían, en lo fundamental, el Doctor en Ciencias Comerciales y el Contador Público. Incluso, hasta ese momento los profesionales que trabajaban en instituciones de importancia en el país eran extranjeros, la mayoría de América Latina: chilenos, venezolanos, argentinos, bolivianos, ecuatorianos…
“El número de cubanos se encontraba bastante reducido, pues como ocurrió en otros sectores, muchos emigraron a Estados Unidos. De ahí que en medio de la efervescencia revolucionaria, varios compañeros valoraran junto a la máxima dirección la necesidad de abrir una Escuela de Economía. El cienfueguero Carlos Rafael Rodríguez figuró entre los precursores de esta idea”.
¿Y qué papel desempañaba entonces el Che?
“Él comenzó a vincularse a la actividad económica desde 1959, cuando el 26 de noviembre del propio año fue nombrado presidente del Banco Nacional de Cuba. Desde ese instante apoyó la iniciativa de incorporar al perfil de nuestras universidades las licenciaturas en Contabilidad y Finanzas y Economía. Tal hecho se concreta en 1961 en la Universidad de La Habana y luego en los sistemas de enseñanza superior de Santa Clara y Santiago de Cuba.
“Por otro lado, durante su liderazgo en el Banco implementó medidas significativas. Una de las primeras fue evitar la fuga de capitales, independizando a la isla del Fondo Monetario Internacional (FMI). En aquella etapa, el peso cubano tenía un alto valor y era utilizado por la contrarrevolución: las bandas radicadas en el Escambray y otros grupos en el exterior. Ante dicha circunstancia, decidió ir al canje del dinero. Se cambió la moneda nacional existente con el objetivo de concentrar en poder del Estado todas las finanzas”.
El 23 de febrero de 1961, el Comandante Ernesto Che Guevara asumió el cargo de Ministro de Industrias. Aunque en la Sierra Maestra había innovado pequeñas fábricas de armamentismo y logística, su responsabilidad no dejaba espacio a las improvisaciones.
¿Cómo se convirtió en una de las cumbres más elevadas del pensamiento económico cubano?
“Profesores de la Universidad de La Habana y otros con formación en la Unión Soviética lo instruyeron en materias afines: Cálculo matemático, Investigación de operaciones, Programación lineal, Contabilidad, Costo, Finanzas, Economía política del socialismo…Nunca llegó a graduarse, tampoco recibió título alguno, pero su basamento era enorme.
“Al interior de las entidades del Ministerio de Industrias aplicó mecanismos de control que propiciaron la eficiencia en el trabajo. A través de métodos socialistas fomentó la producción y la competencia en el mercado. Llegó a ser considerado el clásico de la dirección en Cuba”.
Sin embargo, sus concepciones no resultaron compartidas por todos. ¿Por qué el dilema entre el Che y Carlos Rafael Rodríguez?
“El debate se originó en 1963. Carlos Rafael buscaba introducir el sistema de cálculo económico empleado en la URSS. Para el Che este modelo entrañaba nocivas consecuencias, porque tenía un fundamento mercantilista, no acorde con los principios de nuestra sociedad. Él preconizaba el sistema de autofinanciamiento, con un fuerte componente en la planificación. Esa disputa perduró varios años y Fidel (Castro) consintió la convergencia de ambas ideas. Luego de la caída del guerrillero en Bolivia, el intelectual cienfueguero Carlos Rafael Rodríguez suscribió las razones del Che”.
Todavía los economistas cubanos lo reconocen en tanto paradigma. Su pensamiento inspiró la fundación de la Anec el 14 de junio de 1979 y se proyecta como brújula en el complejo proceso de transformaciones que vive el país. Sobre esas honduras regresa siempre Rodrigo Rodríguez Cubela para evitar perderse en el camino.
El pensamiento económico del Che


    ESQUEMA GENERAL DE POLÍTICA MONETARIA EN EL NUEVO ESCENARIO DE LA ECONOMÍA CUBANA (I)

    Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Económicas.


    Autor: MsC. Carlos Lage Codorníu, Banco Central de Cuba.

    Tutor: Dr. Carlos Pérez Soto, Ministerio de Economía y Planificación.
     Cotutora: Dr. Olga Pérez Soto, Profesora Titular, Universidad de La Habana.



    INTRODUCCIÓN
      
    Uno de los principales retos de la construcción del socialismo en Cuba radica en articular un sistema monetario que genere el ambiente y los incentivos idóneos para el desarrollo productivo. Aunque la literatura reconoce que los fenómenos monetarios no determinan el comportamiento de las variables reales en el largo plazo, la disfuncionalidad del sistema monetario puede “ahogar” el normal desenvolvimiento de la esfera real de la economía, agudizando sus contradicciones.

    Por ello, dentro del proceso de actualización del modelo económico cubano se ha enfatizado en el reordenamiento del entorno monetario, entendido como el conjunto de medidas dirigidas a establecer una coherencia en el sistema de precios, desarrollar mercados que trasmitan señales e incentivos positivos, contar con variables económicas con fundamento real, dar validez a la tasa de interés como costo del dinero en la economía, promover el uso efectivo de instrumentos indirectos y colocar, a través del restablecimiento de sus funciones, a la moneda nacional como centro de gravedad del sistema monetario cubano.

    Dicho conjunto de transformaciones sobrepasan, pero no contradicen el objetivo de eliminar la dualidad monetaria y cambiaria. La unificación de monedas y tipos de cambio constituye un paso trascendental y necesario, pero no suficiente. En la definición de muchos de estos fenómenos han abundado Hidalgo, Tabares, & Doimeadiós (2002), Vidal (2007), Hidalgo (2008), Pérez C. (2011), y otros autores.

      
    En consecuencia, la actualización del modelo económico cubano promoverá la transición paulatina hacia un nuevo escenario marcado por la unificación monetaria y cambiaria, una menor segmentación de mercados, la flexibilización de los controles de precios, una mayor autonomía empresarial, así como el desarrollo del sistema de pagos y los mercados financieros.

    En este nuevo escenario las herramientas analíticas y de política que actualmente utiliza el Banco Central de Cuba (BCC) serán insuficientes y se necesitará del desarrollo de otras más abarcadoras e integrales.

    Los principales antecedentes en el estudio de la forma en que el BCC conduce la política monetaria son las tesis de doctorado de Vidal (2007) y Pérez (2011). Ambos trabajos centran su análisis en el sector de la población, dado que es el segmento donde operan mecanismos de oferta y demanda y donde, por tanto, tienen un efecto más claro los análisis e instrumentos de política.

    Sin embargo, aun cuando no se manifiestan a partir de indicadores tradicionales, los desequilibrios monetarios en el sector estatal pueden generar potenciales presiones inflacionarias, deteriorar la convertibilidad de la moneda nacional y afectar el desenvolvimiento del sistema de pagos. Las implicaciones de esta visión segmentada de la política monetaria ha sido discutida en varias investigaciones precedentes (Hidalgo, Tabares, & Doimeadiós (2002), Pérez C. (2011), Hidalgo (2015), Hidalgo & León (2015), entre otros).

    En la medida en que se transite hacia el nuevo escenario de la economía, los desequilibrios monetarios en el sector estatal tendrán un efecto más visible, a la vez que serán mayores las relaciones entre segmentos.



    Por tanto, el objetivo explícito de la actualización del modelo económico de colocar a la moneda nacional en el centro de la planificación y hacer valer sus funciones, implica para el BCC la necesidad de formular un esquema general de política monetaria que amplíe el marco de análisis hacia la economía en su conjunto.

    Ello, sin embargo, no se puede alcanzar a partir de una copia mecánica e intuitiva de los manuales convencionales, sino que se necesita congeniar: i) los desarrollos y conceptos aceptados por la teoría convencional; ii) la necesidad de actualizar la política monetaria desde la teoría marxista y los imperativos de la construcción socialista; y iii) la interpretación del entorno monetario cubano actual, su posible evolución, el marco institucional en que se desarrolla y sus implicaciones de política.


    Problema científico

    ¿Cuál debe ser el esquema de política monetaria en el nuevo escenario de la economía cubana?

    Objetivo general

    Diseñar un esquema de política monetaria que integre, desde una visión única, el análisis por segmentos (estatal y de la población) en el nuevo escenario de la economía cubana.

    Objetivos específicos

    1.    Sistematizar los fundamentos que, desde la crítica de la economía política y la economía convencional, definen el diseño de la política monetaria.

    2.    Caracterizar los principales elementos del entorno macroeconómico e institucional necesarios para el diseño de la política monetaria en Cuba.


    3.    Determinar los objetivos, reglas de política y herramientas que componen el esquema general de política monetaria en Cuba.

    Los objetivos específicos se abordan en los tres capítulos que estructuran la tesis. El objetivo específico uno (capítulo uno) proporciona el marco teórico de la investigación. El objetivo específico dos (capítulo dos) provee el análisis del marco institucional de la política monetaria en Cuba. El objetivo específico tres (capítulo tres) aporta el resultado de investigación.

    Hipótesis

    El esquema general de política monetaria, al conjugar el análisis de la estabilidad monetaria para toda la economía con el enfoque particular hacia el sector de la población, permite dotar al banco central de las herramientas necesarias para la gestión del equilibrio monetario en el escenario que plantea la actualización del modelo económico cubano.

    Tal hipótesis será verificada fundamentalmente mediante el análisis macroeconómico, así como el método de investigación de la economía política marxista y su sistema categorial. Se realiza una extensa revisión, consulta y utilización de bibliografía, tanto desde la teoría marxista clásica y contemporánea como de la teoría convencional (antes y después de la crisis de 20081). También se incluye la bibliografía producida por investigadores cubanos.

    La disponibilidad de estadísticas en el sector estatal es escasa, a la vez que son muy poco transparentes los mecanismos de trasmisión en este segmento. Es por ello que, aunque se apela a métodos econométricos para apoyar la fundamentación del esquema de política propuesto, se presentan en los anexos.

    1 Crisis que se desató con el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos en 2006, cuyas repercusiones afectaron gravemente desde 2008 al sistema financiero y la economía mundial.

      

    Como novedad científica de la investigación resalta la proposición de un esquema de política monetaria para toda la economía, cuestión que no es abordada por las dos investigaciones precedentes que estudian el diseño de la política monetaria en Cuba (Vidal (2007) y Pérez C. (2011)).

    Adicionalmente, se propone utilizar este esquema en el tránsito paulatino hacia un escenario monetario diferente, marcado por las transformaciones asociadas a la actualización del modelo económico cubano (unificación monetaria y cambiaria, menor segmentación de mercados, flexibilización de los controles de precios, mayor autonomía empresarial, desarrollo del sistema financiero, etc.).

    El BCC no cuenta en la actualidad con un esquema de política monetaria para la economía en su conjunto. En función de ello, el aporte práctico fundamental consiste en la formalización teórica de acciones, políticas y estrategias llevadas a cabo o que podrían implementarse por el BCC.

    El autor ha trabajado durante los últimos seis años como especialista de la Dirección de Política Monetaria de esta institución, por lo que la tesis refleja las experiencias y conocimientos adquiridos en este período.

    A su vez, a partir del análisis de la economía política marxista la investigación discute el contenido de las categorías mercantiles y las implicaciones para los procesos de construcción socialista. Ello permite ponderar la importancia de las relaciones monetario-mercantiles y realizar una caracterización del entorno monetario que sitúa a la incapacidad de la moneda nacional para cumplir sus funciones como uno de los principales lastres que “estrangula” el mecanismo económico cubano.


      
    En más detalles, los tres capítulos de la tesis abordan los siguientes tópicos. En el capítulo uno se definen los principales elementos que, desde el punto de vista de la crítica de la economía política y la teoría económica, deben tenerse en cuenta para el diseño de la política monetaria en Cuba.

    Dos elementos resultan novedosos: la discusión de los temas monetarios desde la economía política marxista y la sistematización del debate generado a raíz de la crisis de 2008 sobre el diseño e instrumentación de la política monetaria.

    En el capítulo dos se analiza el entorno monetario y la institucionalidad de la política monetaria en Cuba, con el objetivo de definir sus principales deficiencias y plantear los ejes fundamentales en los cuales debe basarse el nuevo escenario monetario.

    La descripción del entorno monetario se centrará en el estudio de por qué el dinero no cumple a cabalidad sus funciones en la economía cubana. El análisis del marco institucional se dirigirá al sistema financiero, el esquema actual de política y otras particularidades del entorno monetario.

    El capítulo tres integra los elementos que, a partir de la revisión de la teoría y la experiencia internacional en el capítulo uno, se consideran más apropiados para el diseño de un esquema general de política monetaria, en función de las particularidades del entorno monetario definidas en el capítulo dos.

    Para ello se fundamenta la elección de los objetivos finales e intermedios, se presenta una metodología de programación monetaria, y se revisa la batería actual de instrumentos de política del BCC y su potencial desarrollo.

    1. FUNDAMENTOS PARA EL DISEÑO DE LA POLÍTICA

    MONETARIA: DEBATE TEÓRICO Y EXPERIENCIA INTERNACIONAL


    1.   FUNDAMENTOS PARA EL DISEÑO DE LA POLÍTICA MONETARIA: DEBATE TEÓRICO Y EXPERIENCIA INTERNACIONAL





    Este capítulo persigue sistematizar un grupo de regularidades sobre el diseño de la política monetaria que pueda ser útil al propósito de elaborar una propuesta para Cuba. Para ello se ha seguido una línea expositiva que discute, de lo general a lo particular y en tres diferentes planos de análisis, i) los objetivos últimos de la política monetaria, ii) el diseño de la estrategia de política y iii) las herramientas que permiten instrumentar dicha estrategia.

    En función de este ordenamiento metodológico, en el primer epígrafe se esbozan algunos fundamentos que debe seguir la política monetaria en los procesos de construcción socialista. La base para este análisis parte, naturalmente, de la crítica de la economía política marxista y su visión de los fenómenos monetarios. En el segundo epígrafe se resume el debate y la experiencia internacional en cuanto a la elección de las estrategias de política monetaria, mientras que en el tercer epígrafe se describen las principales reglas y herramientas de política con que cuentan los bancos centrales, así como los criterios a tener en cuenta para su utilización. En el cuarto epígrafe se muestra un grupo de reflexiones que sintetizan las principales conclusiones de los tres apartados anteriores.

    1.1.  La política monetaria y la teoría marxista del valor

    Los bancos centrales han alcanzado un amplio desarrollo instrumental, teórico e institucional, basado en el protagonismo de la política monetaria durante los últimos 40 años en la gestión de los equilibrios macroeconómicos. Sin embargo, a la hora de analizar cómo utilizar estas herramientas en los marcos de un proceso de construcción socialista, no se deben soslayar las diferencias teóricas existentes entre la economía política marxista y el cuerpo de pensamiento que sostiene la conducción de la política monetaria en la actualidad.

    La comprensión de los fenómenos monetarios desde la visión marxista descansa en los postulados de su teoría del valor. En base a ello, hay dos cuestiones que es preciso situar en contexto: i) la interpretación marxista de categorías monetarias como el dinero, los precios y la inflación monetaria2 y ii) el papel de la política monetaria en la construcción socialista en base al rol que se le otorga en este proceso al dinero y las relaciones monetario-mercantiles.

    1.1.1. Comprensión marxista de las categorías monetarias

    En la actividad cotidiana es común observar que las mercancías se intercambian como equivalentes, el dinero circula y el capital se acumula. Es como si estos elementos motorizaran automáticamente la reproducción económica, sin ninguna intervención de los hombres. La teoría marxista del valor es una crítica a este fetichismo y al ocultamiento de las relaciones sociales que viabilizan la acumulación del capital y la distribución de la ganancia (Katz, 2000).


    2  La inflación monetaria o de demanda no es la única fuente de crecimiento de los precios. La teoría convencional estudia además las expectativas y los shocks de oferta. Otras escuelas de pensamiento han mostrado cómo la estructura productiva y distributiva en mercados emergentes también genera presiones inflacionarias. Los bancos centrales se encargan específicamente de la inflación monetaria y, dada la preponderancia del sector financiero, de la inflación de expectativas.


      
    La teoría monetaria convencional no es una teoría del valor, sino de la manifestación de los fenómenos monetarios en la esfera de la circulación. Como cuerpo de pensamiento es capaz de dar respuesta a muchas interrogantes complejas y, en la práctica, ha logrado un amplio desarrollo instrumental. Sin embargo, al moverse en un distinto plano de análisis no puede arrojar luces sobre el rol del dinero y en especial del capital en el patrón de acumulación.

    Desde la perspectiva marxista la mercancía, el dinero y el capital no son simples instrumentos técnicos del proceso económico, sino expresiones de relaciones de producción capitalistas. La mercancía y el dinero constituyen dos modalidades de un mismo proceso de intercambio, que requiere el desdoblamiento de la forma mercantil del producto en su forma monetaria, para que el trabajo abstracto contenido en las diferentes mercancías pueda valuarse a través de un mismo equivalente general. Es precisamente la centralidad del valor en la teoría marxista lo que explica las fundamentales diferencias respecto a la visión convencional.

    En primer lugar, Marx se separa de las concepciones neoclásicas sobre las funciones del dinero. Entiende el signo monetario como una relación social producto del desarrollo de la producción mercantil, dividendo su análisis en funciones esenciales (medida del valor3 y medio de circulación4) y derivadas de su desarrollo histórico (medio de atesoramiento, medio de pago y dinero mundial). La economía convencional analiza sus funciones (medio de cambio, unidad de cuenta y depósito de valor) desde una perspectiva ahistórica y universal.


    3 Antes de que se produzca el cambio, deben ser determinadas sus proporciones en función de las magnitudes del valor de las mercancías. De ahí que toda transacción mercantil comience por establecer la magnitud de sus valores. La función original del dinero es la de medida del valor.

    4 El productor primero cambia su mercancía por dinero, y después, este dinero lo cambia por otra mercancía que necesita como consumidor. El dinero actúa no como simple intermediario sino también como eslabón de enlace entre un gran número de productores.

      

    Marx asume que la primera y principal función del dinero es la de medida del valor, mientras que la de medio de circulación permite reproducir la circulación de mercancías y conecta el trabajo desplegado individualmente por los productores. La economía convencional, en cambio, le llama unidad de cuenta a la primera en un nivel inferior de importancia y asociada a una relación aritmética de equiparación de unas mercancías con otras, mientras considera que la función de medio de cambio resuelve el problema de la “doble coincidencia de intereses” en la circulación y evita costos mayores en las transacciones.

    En segundo lugar, Marx destaca explícitamente que su teoría incluye una ley de formación de los precios basada en el valor. Los precios de los bienes surgen del trabajo abstracto invertido en su producción y no de una sumatoria de “costos diversos” (del trabajo, del capital, del financiamiento, de los insumos).

    Al interior de cada sector, la ley del valor explica la formación de los precios a partir del establecimiento de una magnitud social dominante (y referencial de las magnitudes individuales), que se establece en torno a la productividad de las empresas que predominan en la oferta de la rama. Este nivel de productividad premia y castiga respectivamente a las empresas que economizan o derrochan trabajo social.

    A escala de toda la economía, la ley del valor explica el sentido de la redistribución de la plusvalía que (como tendencia) se dirige hacia los sectores de mayor composición orgánica. De esta manera, se forma una ganancia media que asegura la remuneración a cada empresario en proporción a su capital adelantado5 (Katz, 2000).

    5 Este proceso (concebido en torno a los precios de producción) es un análisis teórico y explicativo de la dinámica observable en los precios de mercado, que oscilan según los movimientos de la


      

    En tercer lugar, la teoría marxista del valor permite una reinterpretación de la inflación monetaria. Marx define que la cantidad de dinero necesaria para asegurar la circulación de mercancías ( ) debe equivaler a la suma de los precios de todas las mercancías ( ), divididas por el promedio de ciclos de la circulación de una unidad monetaria ( ). Matemáticamente quedaría expresado como sigue:
    =
    (1.1)







    Con la formulación de esta ley (a la que llama ley general de la circulación), Marx invierte la hipótesis cuantitativista de Hume6, al determinar que: “…dada la suma de valor de las mercancías y dado el ritmo medio de su metamorfosis, la cantidad de dinero o de material dinero circulante depende de su propio valor” (Marx, 1973).

    Marx ve en el oro o los metales subsidiarios: “…una mercancía especial que tiene su propio valor intrínseco: tiene valor porque tiene trabajo.” (Marx, 1989). En época del dinero metálico, el precio se incrementaba únicamente por una menor productividad en la producción de mercancías o una mayor productividad en la producción de oro. Por ello, según la ley general de la circulación, son los precios (como forma monetaria del valor) los que determinan la cantidad de dinero.

    Sin embargo, con la aparición del papel moneda (cuyo valor no está asociado al trabajo sino a su función de equivalente universal) surge una doble causalidad. A la vez que los precios determinan la cantidad de dinero según la ley general de la circulación, el Estado tiene la posibilidad de hacer crecer los precios por un aumento del volumen de papel moneda (no asociado a cambios de productividad).

    oferta y la demanda. Cuando existen limitaciones a la movilidad del capital y aparecen los precios de monopolio cambian muchos aspectos de este proceso, pero no se altera el principio de formación de los precios en base al valor.

    6 David Hume, uno de los primeros cuantitativistas, consideraba que los precios de las mercancías en un país están determinados por la cantidad de dinero que se encuentra en él.


     En función de ello, Marx enuncia la ley de la cantidad de papel moneda necesaria en la circulación, con la que establece la responsabilidad del Estado de hacer corresponder la emisión de billetes con la cantidad de oro que en su ausencia circularía. En otras palabras, el Estado debe garantizar que los movimientos del dinero, tanto en su función de medio de circulación como medida de valor7, se correspondan con lo que de ello demande el proceso de producción.

    Con el desarrollo del capitalismo, el peligro de que el Estado emita directamente cantidades de papel moneda que no se corresponden con las necesidades de la circulación es superado por los riesgos de una expansión desmedida del crédito y el sector financiero. El crédito infla la demanda presente a cuenta de los ingresos futuros, incrementando los riesgos de superproducción en el mediano plazo. En correspondencia, la responsabilidad del Estado en cumplir la ley de la cantidad de papel moneda necesaria no se reduce únicamente a la emisión monetaria directa, sino también a las acciones de política que limitan el crecimiento del crédito8.

    En base a este enfoque teórico se puede redefinir la inflación monetaria como el proceso de depreciación de la moneda cuando el Estado no garantiza la ley específica de su respaldo en la circulación, provocando un incremento nominal de los precios sin que se haya producido un aumento en el valor. La inflación monetaria muestra un desequilibrio entre la producción y la circulación y un aparente divorcio entre los valores y los precios (Rodríguez J. d., 2006).

    7 Si en sus funciones esenciales (medida del valor y medio de circulación) los desequilibrios monetarios se expresan en el precio de las mercancías, en sus funciones históricas se expresan en la tasa de interés (medio de atesoramiento y de pago) y el tipo de cambio (dinero mundial). Ello sería coherente con el desplazamiento de la política monetaria a otros objetivos e instrumentos.

    8   Marx ajusta la ley general de la circulación al incluir el papel del crédito. La cantidad de dinero será igual a la suma de los precios de las mercancías ( ), menos el valor de las que se venden a crédito ( ), más los pagos de las letras de cambio con plazo vencido ( ), menos los pagos que se compensan recíprocamente ( ), y todo ello dividido entre la velocidad de rotación del dinero ( ):

    = ∑  −  + (    −  )


      
    La interpretación de la inflación monetaria como expresión de los desequilibrios entre las esferas de la circulación y la producción, supone también una reinterpretación de sus costos más allá de problemas “transaccionales”9. Desde esta perspectiva, los costos de la inflación monetaria estarían asociados a la disfuncionalidad de la ley del valor cuando el Estado incumple su compromiso de garantizar la emisión del circulante.

    La desconexión entre la emisión monetaria y las necesidades de la circulación afecta la función del valor como medida del trabajo y el consumo, dando señales distorsionadas para la toma de decisiones macro y microeconómicas. A su vez, tiene efectos distributivos al ajustarse los salarios nominal (por una medida errónea del trabajo) y realmente (por una disminución de los salarios reales). Por otro lado, se deterioraría la función de los precios como patrones de referencia de productividad internacional. Por último, la variación de los precios no debida a cambios en la productividad favorece la puja distributiva entre el trabajo y el capital a favor de este último, así como la trasformación del dinero en capital.

    1.1.2. La política monetaria en la construcción del socialismo

    Un terreno de discusión no menos importante acerca de la ley del valor está referido a la forma en que se transforma o extingue durante la construcción socialista. El debate entre quienes postulan su perdurabilidad o su progresiva desaparición ha pasado a segundo plano desde la implosión del “bloque soviético”, pero esta controversia no es accesoria ni prescindible (Katz, 2000).

    9  Mishkin (2007) defiende que la inflación afecta el rol del dinero como medio de intercambio al actuar como un impuesto sobre las tenencias en efectivo, lleva a una sobreinversión en el sector financiero, provoca incertidumbre sobre los precios relativos y futuros, provoca (cuando es imprevista) redistribuciones de riqueza y dificulta la planificación financiera. Dada su concepción del dinero, la teoría convencional no identifica los costos de inflación generados por la no correspondencia entre valores y precios.



    Desde finales de los 60´s los economistas marxistas han aceptado la necesidad de las relaciones monetario-mercantiles en los procesos de construcción socialista, dada la permanencia de la división social del trabajo, el insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas y la imposibilidad de lograr una expresión directa del carácter social del trabajo10 (Rodríguez J. L., 2015).

    En el socialismo, incluso en los sectores donde no existe propiedad privada, el trabajo no puede medirse directamente en unidades de tiempo ni en la cantidad de unidades producidas. La comparación entre sí de estos trabajos diferentes hace necesario acudir a un denominador común que permita expresar indirectamente dicha comparación en iguales unidades de medida. Este factor común es el valor, que se expresa en el precio a través de las relaciones monetario-mercantiles.

    Por otra parte, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en la fase socialista no es suficiente para garantizar a todos los ciudadanos la satisfacción de sus crecientes necesidades materiales y espirituales. En ello reside la base de la existencia de la distribución con arreglo al trabajo. Estos mecanismos de distribución se establecen también en base a la ley del valor (Pérez C. , 2011).

    Más allá de utilizar el dinero como medida del valor, del trabajo y del consumo, la construcción socialista no puede eliminar las relaciones de producción e intercambio mercantil, en tanto no desaparecen su base y su causa. En este período continúa la división social del trabajo y el aislamiento de los productores, y el producto del trabajo sigue teniendo forma mercantil con el despliegue de todas sus contradicciones (Mandel, 1975).

    10 El primer debate amplio se dio en la Unión Soviética en los años 20 del siglo pasado, alrededor de las ideas de Preobazhenski. En los debates en torno a la reforma económica en la URSS (1958 a 1965) se profundiza en cómo es posible que exista el mercado si no hay un predominio de la propiedad privada. En Cuba, la polémica de principios de los 60, donde participaron Ernest Mandel, Charles Bettelheim, Carlos R. Rodríguez y Ernesto Guevara, abordó estas cuestiones.


     Sin embargo, el funcionamiento de las relaciones monetario-mercantiles no garantiza, por sí solo, la correcta medición del producto del trabajo. Las experiencias conocidas de procesos de construcción socialista revelan que el establecimiento formal de estas relaciones no es condición suficiente para que los intercambios operen en base a la ley del valor.

    Si en la economía se realizan actos de compra y venta pero, en última instancia, son las regulaciones administrativas las que determinan la toma de decisiones microeconómicas y la asignación de recursos; si las categorías mercantiles carecen de contenido, no es posible regular la producción social en base al tiempo de trabajo necesario. La existencia de categorías sin contenido económico real brinda el espacio propicio para el ejercicio de una política voluntarista, en detrimento de la conducción y planificación científica de la economía.

    Solo si el signo monetario es capaz de cumplir a cabalidad sus funciones (especialmente la de medida de valor) se puede generar el ambiente propicio para una mayor eficiencia en la toma de decisiones macro y microeconómicas, el cumplimiento de la ley de distribución correspondiente a esta etapa y la realización económica de la propiedad socialista. En la construcción socialista, por tanto, las relaciones mercantiles no han perdido vigencia (Pérez C. , 2011).

    El proyecto socialista requiere abolir las relaciones mercantiles capitalistas, pero no suprimir la forma mercado. Esta se conserva aunque sin adoptar el carácter generalizado y prioritario que tiene en su forma capitalista. Es la sociedad en su conjunto la que determina, mediante sus diversas formas de democracia, no solo la naturaleza y el alcance de la planificación, sino también el carácter y los límites del mercado, así como las relaciones mutuas entre ambos (Vázquez, 1991).

      
    Si aceptamos que el socialismo no puede prescindir del mercado en la actual etapa, en tanto que tampoco debe perder sus rasgos esenciales de sociedad más solidaria, el dilema contemporáneo que se nos plantea es de límites y de compatibilidad entre la acción de la ley del valor y la regulación consciente de los procesos económicos y sociales propios de una sociedad socialista (González Gutiérrez, 2003).

    El equilibrio entre planificación y mercado es clave, en tanto determina los incentivos que operan en el mecanismo económico y su relación con el desarrollo de las fuerzas productivas. Por ello, aun cuando el dinero y las relaciones mercantiles son un reflejo pasivo de los procesos de creación de valor en la esfera productiva, su disfuncionalidad puede comprometer la capacidad del modelo económico para generar un crecimiento material que se corresponda con los objetivos de desarrollo.

    En base al examen de la teoría marxista del valor desarrollado en este epígrafe, es posible definir algunos fundamentos de la política monetaria en los procesos de construcción socialista.

    En primer lugar, en la construcción socialista las relaciones monetario-mercantiles deben contribuir al cumplimiento de la ley valor y, con ello, a una medición objetiva del producto social del trabajo. En este escenario y bajo la circulación del papel moneda, el principal indicador de los desequilibrios monetarios es la inflación. Se reafirma entonces que el objetivo de política monetaria es controlar la inflación de demanda mediante el control de los procesos de creación de dinero. Ello supone la posibilidad de utilizar el amplio instrumental convencional desarrollado por la teoría convencional en base a los sustentos conceptuales marxistas, que reflejan la esencia de las categorías mercantiles.


    En segundo lugar, este análisis nos permite concluir que la inflación es un fenómeno provocado por disímiles causas. La inflación monetaria o de demanda sería la manifestación de un desbalance entre la cantidad de dinero y las necesidades de la circulación, alterando el cumplimiento de las funciones del dinero como medida del valor y medio de circulación y, con ello, el desarrollo de las relaciones monetario-mercantiles en base a la ley del valor.

    Finalmente, el análisis de la ley del valor en la construcción socialista resalta la importancia de la funcionalidad del entorno monetario y su capacidad para articular el sistema de incentivos económicos. La contribución de las relaciones monetario-mercantiles al mecanismo económico socialista se garantiza solo en la medida en que: i) sean reales y no formales y ii) se gestione coherentemente su relación contradictoria con la planificación.

    La inoperancia del sistema monetario, ya sea por la incapacidad del dinero para cumplir sus funciones o por errores en el diseño y conducción de la política monetaria, puede “estrangular” el funcionamiento del mecanismo económico.

    Continuará