Por Jose Luis Rodriguez
24/02/2014
La cumbre de la CELAC celebrada en La
Habana ha traído a un primer plano las potencialidades de los vínculos
comerciales, financieros y de integración económica entre Cuba y diferentes
países de América Latina y el Caribe.
Esto resulta particularmente
relevante para el proceso de transformaciones que tiene lugar en nuestro país y
también en el esfuerzo por mejorar nuestra inserción en el sistema de
relaciones económicas internacionales.
La inmersión en este tema requiere un
análisis previo, teniendo en cuenta que las condiciones de la economía cubana
muestran un elevado nivel de dependencia de sus vínculos con el exterior.
En efecto, la relación entre las
transacciones comerciales externas y el PIB a precios corrientes alcanzó un
nivel del 26,5% en 2012, cifra algo superior a la de 2000, cuando registró
23,1%, mientras que el coeficiente de importaciones se mantuvo en 18,8%, en un
entorno similar al del período señalado, lo cual indica un crecimiento mayor de
las exportaciones.
Por otro lado, cuando se añade el
valor de las exportaciones de servicios, que pasan a ser preponderantes a
partir de 2005, puede estimarse que la dependencia del sector externo se
elevaría a 38,6%.
De un modo más sintético puede
decirse que la estructura de la economía cubana actual precisa que para generar
un crecimiento de 1% en el PIB se produzca un incremento de 1,55% en las
importaciones (ver el interesante análisis de Nancy Quiñones titulado Déficit
externo de Cuba en el período 1990-2010, incluido en la revista Cuba
Investigación Económica, Nos. 1 y 2 de enero-diciembre de 2011), lo cual supone
contar con elevadas capacidades de crédito para lograrlo, factor que se
convierte en una limitante estructural que es preciso superar en el más breve
plazo posible.
Es en este contexto que resultan de
una importancia estratégica los esfuerzos que se vienen realizando para lograr
un gradual equilibrio financiero externo mediante la promoción de exportaciones
y la sustitución de importaciones.
En esa dirección se aprecian algunos
resultados, si se toma en cuenta que en los últimos años el intercambio
comercial externo del país sufrió una importante transformación, ya que se
logró transitar de una balanza comercial de bienes y servicios deficitaria
hasta 2008, a una superavitaria que se estima alcanzó 4,2% del PIB en 2012.
Este resultado se ha conseguido -no
obstante- a partir de una severa restricción de importaciones y de un
incremento en exportaciones de bajo valor agregado. En efecto, aún el 72,5% de
la estructura de los productos que se exportan consiste en mercancías de baja
integración tecnológica; el 6,2% de media-baja; el 7,2% de media-alta y el
13,6% de alta composición tecnológica.
De igual modo, la estructura de las
importaciones refleja una reducción de 34% en la compra de bienes de consumo,
mientras que la proporción de los bienes de capital en el total importado bajó
de 13,1% en 2008 a 8,1% en 2012.
En el caso de las exportaciones, la
expansión de los servicios de fuerza de trabajo altamente calificada ha
contribuido a incrementar las posibilidades de obtener mayores ingresos
utilizando el acervo de capital humano creado tras el triunfo de la Revolución.
En todos estos ámbitos el papel que
han venido desempeñando varios países latinoamericanos merece una valoración
particular.
De acuerdo con la información
disponible, en la orientación geográfica del comercio exterior cubano de bienes
resaltan como principales receptores de nuestras exportaciones Venezuela,
Países Bajos, Canadá, China y España. En cuanto a las importaciones, los
principales suministradores de Cuba son Venezuela, China, España, Brasil y
Estados Unidos.
En ambos casos se muestra un
elevado nivel de concentración en un grupo reducido de países, fenómeno que ha
sido característico en el comercio exterior cubano a lo largo de su historia.
Por su parte, la composición
mercantil de los intercambios con otros países refleja una estructura que ha
tenido pocos cambios de significación en los últimos años, si se exceptúa el
caso de los medicamentos.
De este modo, la exportación de
mercancías en 2012 se concentró en el mineral de níquel, el 19% del total,
seguido por las medicinas y productos farmacéuticos, el 10%; el azúcar (8,2%) y
el tabaco (4%). No obstante, el Anuario Estadístico de Cuba de 2012 no detalla
otros productos exportados que representan el 67,7% del valor total, entre los
que deben estar incluidas mercancías como combustibles y diversas manufacturas.
En el caso de las importaciones,
estas son cubiertas en gran medida por la factura de combustibles, cuyo peso se
incrementó del 29,8% del total comprado en el exterior en 2009 al 46,9% en
2012. Por su parte, los alimentos se redujeron del 16,8 al 11,9% en el mismo
período, pero la suma de ambas partidas pasó del 46,6 al 58,8%, poniendo de
manifiesto la elevada dependencia externa de estos insumos fundamentales.
Aunque no existe una
estadística detallada para el comercio de servicios, su exportación pasó a
ocupar el primer lugar en los ingresos comerciales del país en los últimos
años. En efecto, cifras estimadas por el
SELA reflejan que la exportación de servicios cubanos pasó de 7.819
millones de dólares en 2009 a 11.704 en 2012, para un crecimiento del 49,7% en
tres años.
El superávit en la cuenta de
servicios permitió así compensar el desbalance en el comercio de bienes y
arrojar -adicionalmente- un saldo positivo que alcanzó 1.236 millones en 2013,
a pesar de las dificultades afrontadas el pasado año, lo cual produjo una
transformación de gran importancia en el papel del comercio exterior para el desarrollo
del país.
En la exportación de servicios
se incluyeron desde los años 90´ los ingresos provenientes del turismo, que se
elevaron de 2.082 millones de dólares en 2009 a 2.613 millones en 2012, para un
incremento de 25,5%. El resto de estos ingresos proviene de la exportación de
servicios de fuerza de trabajo calificada que -en la esfera de los servicios
médicos fundamentalmente- se han desarrollado de manera ascendente desde 2005.
En este contexto, es necesario
subrayar que, en el avance logrado en los últimos años, América Latina ha
desempeñado un importante papel para el comercio exterior cubano. Sin embargo,
el crecimiento de los vínculos comerciales de Cuba con la región se vio
limitado históricamente por un grupo de factores adversos, entre los que
resalta el impacto del bloqueo económico de los Estados Unidos, que consiguió
aislar a la isla de la región durante décadas.
Adicionalmente, la estructura
económica propia del subdesarrollo en buena parte de los países
latinoamericanos y caribeños no resultaba funcional para Cuba, a lo que se
añadía el nivel de integración de la economía cubana con los miembros del CAME
hasta finales de los 80´. El peso de América Latina y el Caribe en el comercio
exterior cubano sólo llegaba al 7,1% del total en 1989.
Con la desaparición del
socialismo en Europa comenzó un nuevo proceso de acercamiento comercial entre
Cuba y la región, aunque se vio limitado por la crisis económica que
caracterizó a los primeros años del Período Especial en la última década del
pasado siglo. No obstante, ya en 2000 el intercambio comercial de Cuba con
América Latina y el Caribe representaba el 31,5% del total.
Esta situación registraría una
modificación sustancial con el advenimiento del gobierno de Hugo Chávez en
Venezuela a partir de 1999, circunstancia que merece un análisis más detallado.
Las relaciones económicas de Cuba con
América Latina y el Caribe han registrado una transformación muy favorable en
los últimos diez años. Para nuestro país, el intercambio comercial de bienes
con la región, que en 2003 representaba el 33,4% del total, pasó al 62,1% en
2012. En ese contexto, las exportaciones regionales se elevaron del 21,7 al
28,6%, mientras que las importaciones subieron del 31,3 al 48,8%.
En 2012 Venezuela y Brasil se
encontraban entre los principales destinos de las ventas de productos cubanos
en el exterior, pues representaban el 46,4% del total exportado, y a ambas
naciones se sumaban México y Argentina entre los suministradores más
importantes, cubriendo el 53,1% de las importaciones.
También el comercio de servicios
creció, ya que el turismo latinoamericano -contando solamente los países
emisores más significativos- aumentó del 8 al 10,4% de la suma de visitantes.
En este caso, el mayor peso lo registra Argentina -cuyo turismo creció casi 86%
en cinco años-, que acumuló en 2013 un 3,2% del total, seguida por México con
el 3%.
No obstante, la transformación de
mayor envergadura se ha alcanzado en la exportación de servicios de fuerza de
trabajo calificada -particularmente servicios médicos-, en los que la región ha
sido el principal receptor.
En el ámbito de las relaciones
financieras, América Latina ha tenido una presencia de cierta significación en
cuanto a la inversión extranjera directa del país.
En este sentido, el 6% de los
negocios en operaciones en 2010 correspondía a Venezuela, mientras que a México
y Jamaica correspondía el 2% en cada caso, y la mayor participación se
concentraba en los sectores de turismo y energía. Adicionalmente, hasta esa
fecha se habían firmado 21 Acuerdos de Protección Recíproca de Inversiones
(APRI) con países latinoamericanos y caribeños.
A partir de la década de 1970, Cuba
también recibió financiamiento de países latinoamericanos, que sirvió para
costear la importación de insumos y bienes destinados a la población.
Superadas las mayores tensiones del
Período Especial, los compromisos de pago asumidos se han retomado para cumplir
con las obligaciones pactadas y, como parte de ese proceso, la deuda externa ha
venido siendo renegociada de forma gradual. De tal modo, recientemente se logró
la condonación del 70% de la deuda con México, calculada en unos 487 millones
de dólares.
Otros países que han otorgado
importantes créditos en la región son Argentina, Brasil y Venezuela, y con
ellos se han emprendido negociaciones que también permiten saldar adeudos y
avanzar hacia una relación estable en el futuro inmediato.
En el contexto latinoamericano
revisten particular importancia los vínculos económicos en el caso de
Venezuela, donde las relaciones económicas con Cuba han tenido características
diferentes, en tanto que se han inspirado en los principios de solidaridad que
dieron lugar al surgimiento del ALBA en diciembre de 2004.
Es así que los servicios de fuerza de
trabajo calificada que Cuba venía brindando de forma gratuita a Venezuela desde
1999, fueron considerados a partir de 2004 como bienes transables, de manera
que pudieran servir para compensar fundamentalmente la compra de petróleo en el
país sudamericano.
Se acordaron tarifas favorables por
parte de Cuba, y Venezuela otorgó facilidades para la liquidación de la factura
petrolera que han beneficiado a ambos países. Valga apuntar que tales
facilidades no son exclusivas para la isla, pues benefician a todos los
signatarios de los acuerdos de Petrocaribe.
Sin embargo, la propaganda de derecha
se empeña en mostrar esta relación basada en principios que trascienden una
transacción meramente comercial, bien como un subsidio venezolano a Cuba o como
una intromisión cubana en los servicios de salud de Venezuela, cuando lo cierto
es que se reportan significativos beneficios para ambas naciones.
La ampliación de las relaciones de
intercambio en todos los terrenos entre Cuba y Venezuela llevó a que nuestras
exportaciones de bienes se incrementaran de 191,6 millones de dólares en 2003 a
2.484 millones en 2012, para un crecimiento medio anual de 33%, concentrando el
44,5% del total vendido por Cuba en el exterior.
Por su parte, las importaciones
venezolanas se elevaron de 684,1 a 6.078 millones, para un incremento anual del
27,4%, hasta alcanzar el 44% del total.
Según estimaciones, la suma de las
exportaciones de servicios -excluyendo el turismo- alcanzó en 2012 más de 9.090
millones de dólares, de los cuales más del 80% corresponderían a Venezuela.
Otros países de la región, como Ecuador y principalmente Brasil, han ido
ocupando un lugar más importante en el caso de los servicios de salud.
Adicionalmente, importantes procesos
inversionistas cubanos han tenido participación de Venezuela y Brasil. Un
ejemplo del primer caso es la refinería de petróleo de Cienfuegos, que fue
modernizada y que es operada desde 2008 por la empresa mixta Cuvenpetrol,
procesando unos 65 mil barriles diarios de petróleo.
Por otro lado, la participación
brasileña permitió financiar aproximadamente el 85% del nuevo puerto del Mariel
-cuya primera fase se inauguró en enero último-, capaz de asimilar barcos de
gran porte y procesar un millón de contenedores por año, lo que crea una
capacidad portuaria de impacto regional.
Hoy puede afirmarse que estamos en
presencia de una nueva fase de la inserción de Cuba en la economía
latinoamericana, que no es ajena a los avances políticos de la región visibles
en la propia creación de la CELAC en 2011.
No obstante, nuevas potencialidades
están por explotar en esa dirección con el desarrollo de esquemas económicos
más eficientes en el contexto del ALBA y otros proyectos de integración que
están aún por desarrollarse.