Cuba tiene dos monedas y una cantidad alucinante de tipos de cambio. Por tanto, no fue una sorpresa que hace cuatro años, cuando el Presidente Raúl Castro se propuso unificar el sistema monetario para 2016, diera pocos detalles sobre cómo lo lograría. Bien entrado 2015, sigue sin ser claro. Ni tampoco hay una fecha fija. Los cubanos llaman al desconocido momento de la verdad el Día Cero.
La principal dificultad no es en sí unificar las dos monedas. Estas son el peso cubano, el cual usa la mayoría de la gente, y el peso convertible (CUC), el cual vale aproximadamente un dólar y es un sustituto del dólar usado por aquellos en actividades turísticas, por las personas que envían remesas y en el sector privado. Sería relativamente fácil para el cubano promedio eliminar el CUC y realizar todas las operaciones en pesos. Ya se pueden comprar muchos productos con cualquiera de las monedas. El tipo de cambio para el peso es de 24 por CUC, un nivel que ha cambiado poco desde que el CUC fue creado en 1994.
Para la economía en general, sin embargo, lo que parece un ejercicio de contabilidad relativamente sencillo pudiera tener consecuencias devastadoras, porque hay un tipo de cambio paralelo, mayormente oculto al público, que es usado en su contabilidad por las empresas estatales y las empresas conjuntas estadounidenses. Es un peso por CUC o dólar.
El tipo de cambio enormemente sobrevaluado ha existido desde los años 80, cuando Cuba era subsidiada por la Unión Soviética. Crea enormes distorsiones en la economía, permitiendo que los importadores compren productos con valor de un dólar por un peso, drenando en el proceso las preciosas divisas externas del país. Reducir el tipo de cambio sobrevaluado al más barato sería el equivalente a una devaluación del 96 por ciento. Esto pudiera llevar a la bancarrota a muchas empresas estatales, cuyos costos han sido contabilizados al tipo de cambio sobrevaluado.
Temen repercusiones
Augusto de la Torre, el economista en jefe para Latinoamérica del Banco Mundial, dijo que no conoce a ningún país que haya iniciado una unificación con tipos de cambio tan diversos, y que pudiera ser “suicida” unirlos en un gran acontecimiento a 24 por 1.
Vilma Hidalgo, vicerrectora de la Universidad de La Habana, exhorta a la cautela. Dijo que muchos segmentos de la economía, como los exportadores y las empresas que pasan apuros para competir contra las importaciones subsidiadas, se beneficiarían de la devaluación, pero que otros pudieran resultar devastados.
Por tanto, Cuba, típicamente, está pisando con cuidad o. El Gobierno ha iniciado con los hoteles y las industrias azucarera y biotecnológica. Aunque sus nuevos tipos de cambio están lejos de ser uniformes, el más común es 10 a 1, lo cual algunos piensan podría ser el tipo de cambio meta para la unificación. Sin embargo, aun cuando la economía en general se fusionara a ese tipo de cambio, aún representaría una devaluación del 90 por ciento para la mayoría.
Típicamente, un país que se embarcara en una modificación tal recibiría ayuda financiera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Debido a su historia de enemistad con Estados Unidos, Cuba no tiene esa opción. Hidalgo espera que la reconciliación estimule lo suficiente a los flujos comercial y financiero para apoyar al nuevo tipo de cambio.
Mientras tanto, la unificación gradual seguirá siendo el principio guía, lo cual significa que las distorsiones persistirán. Espere muchos días cero.