Por JON HILSENRATH
Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de EE.UU. (Photo by Chip Somodevilla/Getty Images) Published Credit: Chip Somodevilla/Getty Images Chip Somodevilla/Getty Images
Una ola de turbulencia financiera internacional podría dilatar los planes de la Reserva Federal de Estados Unidos para subir las tasas de interés a corto plazo en los próximos meses, pero sólo si logra descarrilar a la economía estadounidense.
La Fed indicó después de su reunión de mediados de mes que prevé empezar a elevar las tasas en 2015 luego de mantenerlas en cerca de cero durante casi siete años. Varios funcionarios de la entidad han señalado desde entonces que septiembre podría ser el momento adecuado para hacerlo.
Sin embargo, podrían esperar más si el dólar sube y la economía de EE.UU. pierde bríos, si una mayor incertidumbre afecta a las familias y las empresas, o si se produce una mayor inestabilidad en los mercados financieros como consecuencia de los recientes sacudones en Grecia, China y Puerto Rico.
“El crecimiento global es realmente importante. Todos estamos conectados a través de los mercados financieros, a través de mercados de divisas”, aseguró la semana pasada el gobernador de la Fed Jerome Powell en una entrevista con The Wall Street Journal. “Si se debilita el crecimiento global, o sigue siendo débil, e ingresamos en una tendencia así, entonces sí, eso será un importante viento en contra para la economía de Estados Unidos”.
El giro más reciente en la crisis griega coincide con otros problemas financieros en otros países. Las acciones se han tambaleado en China, provocando recortes de tasas de interés por parte del banco central el sábado y reducciones en los requisitos de reservas bancarias. En tanto, el gobierno de Puerto Rico está buscando obtener concesiones de sus acreedores para evitar una crisis de efectivo.
En los días inmediatamente posteriores a cualquier shock financiero, funcionarios de la Fed monitorean de cerca mercados y bancos en busca de señales de problemas financieros que se estén agravando. Las reacciones iniciales de los mercados el lunes fueron pronunciadas pero no parecieron desordenadas. El Promedio Industrial Dow Jones cayó 1,95%, un movimiento modesto comparado con la caída de 4,4% que registró el día siguiente al colapso del banco de inversión Lehman Brothers en septiembre de 2008. El dólar registró pocos cambios frente al euro, y los retornos de los bonos del Tesoro de EE.UU. a 10 años subieron tras una caída inicial, una señal de que los inversionistas no estaban abalanzándose sobre activos considerados como un refugio seguro.
Donald Kohn, ex vicepresidente de la Fed que trabajó de cerca con el entonces presidente Ben Bernanke durante la crisis financiera de 2008, manifestó el lunes que es difícil saber cómo responderá la Fed a la crisis griega tan poco tiempo después de que fracasaran las conversaciones entre el gobierno de Atenas y sus acreedores. Un referéndum programado para el domingo podría encaminar a Grecia hacia un acuerdo con los acreedores o hacia una salida de la zona euro.
Debido a que no es probable que la Fed comience a elevar las tasas de interés antes de septiembre “tienen tiempo para decidir”, subrayó Kohn en una entrevista. Ahora, sostuvo, la Fed probablemente esté monitoreando los acontecimientos. “Lo importante es mantenerse al tanto de la situación”, dijo.
La presidenta de la Fed, Janet Yellen, y el presidente de la Fed de Nueva York, William Dudley, estuvieron en Basilea, Suiza, el último fin de semana para la reunión anual del Banco Internacional de Pagos, y han mantenido un contacto cercano con el Banco Central Europeo sobre las últimas novedades.
Funcionarios de la Fed han indicado que comenzarán a subir su tasa de interés a corto plazo de referencia desde su nivel actual cercano a cero luego de que observen más mejoras en el empleo y adquieran más confianza en que la inflación estadounidense está subiendo hacia su meta de 2% tras permanecer por debajo de ese nivel durante más de tres años.
Los sucesos en otros países podrían malograr esas metas de varias formas. Un dólar más fuerte —impulsado por inversionistas que compran activos estadounidenses considerados un refugio seguro— podría reducir el precio de los bienes importados y, por ende, la inflación, a la vez que perjudicaría las exportaciones, el crecimiento y el empleo en EE.UU. La volatilidad bursátil podría limitar la inversión de las empresas y el consumo. Un crecimiento global más lento podría desacelerar la expansión estadounidense.
Las proyecciones de la Fed divulgadas en 17 de junio mostraron que el banco central estaba divididos respecto de sus expectativas para las tasas para 2015: cinco integrantes preveían un aumento de tasas, cinco pronosticaban dos incrementos, otros cinco consideraron que habría tres aumentos, y dos no querían elevar las tasas este año. El núcleo del comité de políticas de la Fed estaba particularmente dividido entre una o dos alzas.
En los mercados de futuros, los inversionistas cambiaron sus expectativas sólo levemente ante la perspectiva de que la Fed retrase un aumento de las tasas de interés de EE.UU. Los retornos de los bonos del Tesoro a dos años cayeron a 0,65% desde 0,71% la semana pasada.