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Proyecciones macroeconómicas de una Cuba sin Venezuela

POR DR. PAVEL VIDAL ALEJANDRO 
20 DE FEBRERO DE 2014 

Desde inicios de la década pasada la economía cubana ha venido incrementando sistemáticamente sus relaciones con Venezuela. Actualmente el comercio de bienes representa el 40% del intercambio total de la isla, muy por encima del segundo lugar ocupado por China con 12,5%. En este porcentaje pesa sobre todo la importación de petróleo venezolano; en 2011 la factura llegó a US$2.759 millones. La importación del crudo venezolano cubre el 60% de la demanda nacional y además permite la reexportación de una parte del mismo. Solo el 50% del pago de las importaciones de crudo venezolano se efectúa dentro de los primeros 90 días, el restante 50% se acumula en una deuda a pagarse en 25 años con un tipo de interés del 1% anual. 

Por el lado de las exportaciones cubanas la relación entre los dos países también ha crecido significativa mediante la comercialización de servicios profesionales, en particular mediante los servicios médicos. 

Un aproximado de 40.000 profesionales cubanos, 30.000 en sanidad, se encuentran radicados temporalmente en Venezuela para provisionar dichos servicios. En 2011 se puede estimar a través de los datos del anuario de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de Cuba (ONEI) un valor de US$5.400 millones por exportaciones asociadas a este concepto. Las relaciones entre las dos naciones también incluyen agregados como la inversión y el crédito, factores que son más difíciles de cuantificar y de los cuales solo existe información dispersa. 

Tras la enfermedad y posterior muerte del presidente Hugo Chavez los riesgos de sufrir las consecuencias del colapso de la relaciones se pusieron sobre el tapete. Muchas han sido las hipótesis que se han esgrimido sobre las consecuencias que puede tener sobre la economía cubana un cambio de gobierno en Venezuela. Parece existir un consenso en concluir que las consecuencias serían fatales. Pero, realmente, ¿cuán fatales podrían ser esas consecuencias medidas en términos macroeconómicos? ¿Cuánto depende realmente Cuba de Venezuela? ¿Es mayor o menor que la dependencia que existía con la extinta Unión Soviética (URSS)? 

Los problemas económicos actuales en Venezuela y las inestabilidades y tensiones políticas bajo el gobierno de Nicolás Maduro, vuelven a colocar en primera línea el tema de la vulnerabilidad de la economía cubana en relación a sus vínculos con Venezuela. A continuación se presentan algunas estimaciones y análisis con el objetivo de contribuir al debate relacionado con dichas interrogantes.1 

1. APROXIMACIÓN A LA TRAYECTORIA DE DEPENDENCIA 

No es posible medir el verdadero valor y significado para la economía cubana de las relaciones con Venezuela, únicamente podemos aproximar el tamaño relativo y su evolución en el tiempo a partir de algún indicador con el que guarde una relación estrecha. Para ello empleamos como variable proxy el valor del intercambio comercial entre los dos países (suma del valor de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios), llevado a precios constantes de 1997 y expresado como proporción del PIB. Estaríamos suponiendo que la trayectoria del intercambio comercial aproxima la evolución en el tiempo de los vínculos económicos y financieros entre las dos naciones. 

Para poder predecir los efectos del “shock venezolano” en la economía cubana tenemos que buscar información histórica. Cuba ya tuvo un tipo de relación similar en el pasado con la Unión Soviética y sufrió un shock similar en los años 90. La ocurrencia anterior de dicho evento es lo que permite construir una proyección de lo que sucedería tras un rompimiento de los vínculos con Venezuela. Es importante precisar que, la información histórica disponible sobre lo sucedido en la macroeconomía cubana tras la desaparición de la URSS se utiliza, pero se atempera y acomoda a los datos presentes y a las relaciones macroeconómicas actuales. 

Primero que todo, construimos la serie histórica que aproxima la dependencia de Cuba a un “país aliado” con el cual se tienen relaciones económicas especiales, es decir, no basada en criterios puramente de mercado sino en una alianza entre gobiernos y las empresas estatales de cada país, lo cual involucra subsidios, precios alejados de los internacionales, facilidades crediticias, trueque de mercancías o servicios, proyectos inversionistas apoyados y financiados oficialmente, etc. Durante el período estimado, esto ha sucedido con dos naciones, primero con la extinta URSS y ahora con Venezuela. 

El gráfico 1 muestra la evolución aproximada de la dependencia al “país aliado”, a partir del peso del intercambio comercial dentro del PIB, llevado a precios constantes. En los años 1980-1993 se calcula este porcentaje utilizando el intercambio con la extinta URSS y en los años 2001-2012 se emplea el intercambio comercial con Venezuela, que son los años en que la mayoría de los autores reconocen la presencia de vínculos especiales entre estas naciones y Cuba (dentro del período que estamos empleando para la estimación). En los años 1994-2000 la serie histórica toma valor cero pues Cuba no contó con relaciones económicas de la misma naturaleza con país alguno.2 

1 Otras aproximaciones al tema pueden encontrarse en Hernández-Catá, Ernesto “How Large is Venezuelan Assistance to Cuba”, 2013, http://ascecuba.org/blog/post/How-Large-is-Venezuelan-Assistance-to-Cuba.aspx y Mesa Lago, Carmelo “El posible impacto de la muerte e Chávez en la economía cubana”, 2013, (http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/el-posible-impacto-de-la-muerte-de-chavez-en-la-economia-cubana-283444) 

2 Se toma el año 1993 como el fin de relaciones especiales con la URSS siguiendo los criterios del investigador y ex ministro de Economía y Planificación José Luis Rodríguez, especialista en este tema y autor del libro Notas sobre la Economía Cubana, Ruth Casa Editorial, La Habana, 2010. Se toma el año 2001 como el comienzo de los vínculos especiales con Venezuela pues en esa fecha comienzan a ponerse en práctica los primeros acuerdos oficiales con este país



Se observa en el gráfico que la dependencia del PIB cubano en los años ochenta a la URSS fue más alta que la dependencia a Venezuela desde los años dos mil. El dato de mayor dependencia para este período es el propio 1980 en el cual el intercambio comercial con la URSS llegó al 39,3% del PIB; desde entonces presentó una tendencia decreciente hasta que se precipitó a partir de 1991. 

Antes de la debacle, en 1990, las relaciones comerciales con la URSS representaban el 28,2% del PIB mientras que actualmente con Venezuela (específicamente en 2012) el porcentaje es de 18,3%, es decir, 10 puntos menos. Este primer indicador nos sugiere que, en principio, un rompimiento de los vínculos con Venezuela debería tener un impacto negativo significativo sobre la economía cubana, pero menor que el experimentado en los años noventa tras la desaparición de la URSS. 

2. LA SIMULACIÓN DEL “SHOCK VENEZOLANO” SOBRE EL PIB 

A continuación se desarrolla con mayor amplitud el escenario de enfriamiento de los vínculos entre Cuba y Venezuela. Se elaboran las proyecciones partiendo del año 2013 cuando ocurrieron las elecciones en Venezuela tras la muerte de Chávez, no obstante, es válido el análisis también para tener una idea de lo que podría suceder en los próximos años si tiene lugar un shock de esta naturaleza. Más que los valores específicos de los impactos, que no son posibles predecir sin un alto grado de error, lo más interesante es tener una impresión aproximada de la vulnerabilidad de la economía cubana ante tal escenario. 

Para ello, se estimó un modelo econométrico con un grupo de variables macroeconómicas que guardan una relación significativa con el Producto Interno Bruto (PIB). Se empleó un modelo econométrico de Vectores Autorregresivos (VAR) con datos anuales desde 1980 del PIB, las exportaciones de bienes y servicios, la formación bruta de capital fijo (inversión) y el gasto fiscal, todos a precios constantes de 1997. Además se incluye la evolución de los términos de intercambio (precios de exportaciones / precio de importaciones). Se comprobó que el modelo cumplía con los supuestos econométricos clásicos y que las funciones impulso respuesta arrojaba valores significativos y con los signos esperados. 

Además de las variables macroeconómicas consideradas, se añadió la serie histórica que aproxima la dependencia de Cuba a un “país aliado”. Una vez estimado el modelo se construyeron predicciones a mediano plazo (hasta 2018) para dos escenarios hipotéticos donde se reducen gradualmente las relaciones con Venezuela. El supuesto de reducción gradual se sustentaría en la dependencia que también presenta Venezuela de la importación de los servicios profesionales cubanos, en particular, los servicios de los médicos cubanos en las regiones y comunidades menos favorecidas del país andino, de los cuales no podría desprenderse súbitamente un eventual gobierno no chavista. El desmantelamiento paulatino de los vínculos con Venezuela podría tomarse como un escenario medio a partir del cual se tiene también una idea de lo que podría suceder si ello ocurriese de manera más o menos acelerada. 

Así, el modelo econométrico permite estimar la relación que la variable proxy de dependencia al país aliado tiene con los principales agregados macroeconómicos. A partir de esta información se construyen las predicciones para un escenario en el que los vínculos con el país aliado (en este caso, Venezuela) se contraen gradualmente. 

En el escenario 1 se supone que dicha dependencia (aproximada por el intercambio comercial), se reduce gradualmente a partir de 2013 a una tasa de 0,3, que es lo habitual en la metodología econométrica de construcción de variables de intervención de tipo cambio transitorio. Es decir, cada año la variable tiene un valor que representa el 70% del año previo. En el gráfico 2 se muestra esta trayectoria asumida en el escenario 1 para los vínculos con Venezuela hasta 2018. 


Suponiendo el comienzo del shock en 2013, el modelo proyecta una desaceleración inicial del PIB ese mismo año, que se convierte en recesión al año siguiente, y de la cual no logra salirse completamente hasta el 2018. El año de mayor caída del PIB ocurriría dos años después de que comienzan a perderse las relaciones ventajosas con Venezuela, 2015 para el período que estamos proyectando. A partir de 2016 la recesión se hace menor, hasta que en 2018 se obtiene un discreto crecimiento positivo. En los cuatro años de crecimiento negativo se acumularía una caída de 4% del PIB. 

Cuba sin Venezuela 

Suponiendo el comienzo del shock en 2013, el modelo proyecta una desaceleración inicial del PIB ese mismo año, que se convierte en recesión al año siguiente, y de la cual no logra salirse completamente hasta el 2018. 

En realidad, esta es una trayectoria de reducción de los vínculos más suave que la que ocurrió tras la desaparición de la URSS. De ocurrir una caída más brusca de los vínculos, evidentemente la recesión sería más profunda. Por ejemplo, con el modelo se simuló un escenario 2 más extremo en el cual los vínculos con Venezuela desaparecen siguiendo el mismo patrón que con la URSS, lo cual seguiría siendo gradual pero con mayor celeridad. El resultado sería una contracción de alrededor del 7,7% en el PIB, también como acumulado de cuatro años de recesión. 


Escenario 2: Reducción de los vínculos al mismo ritmo que cayeron con la URSS 

En ambos casos se trataría de un decrecimiento de la economía mucho menor que el acontecido tras la desaparición de la URSS, donde se acumuló un -35% entre 1990-1993. Lo anterior se explica, principalmente, por la menor dependencia del PIB actual al intercambio con Venezuela, aunque también hay otras explicaciones que comentamos más adelante. En resumen, la proyección del PIB cubano tras un desmantelamiento paulatino de los vínculos con Venezuela apunta a una recesión, no tan marcada como en los años noventa, pero igual de extendida en el tiempo, y que obviamente generaría grandes tensiones para la economía, los ciudadanos y el propio gobierno. 

El agregado que evidencia en la proyección una mayor vulnerabilidad de mediano plazo a los vínculos con Venezuela es la inversión... 

3. EL INEVITABLE AJUSTE MACROECONÓMICO 

La proyección del modelo también suministra trayectorias temporales 2013-2018 para el resto de los agregados macroeconómicos considerados en la estimación, las cuales se interrelacionan con la proyección que ya mostramos para el PIB. Ello brinda un panorama más amplio de los efectos macroeconómicos que ocasionaría una reducción gradual de los vínculos con Venezuela. En el gráfico 4 se muestran dichas proyecciones para el escenario 1, las cuales las mostramos calculando para cada año el valor que alcanzarían en relación al valor que presentaron en 2012, es decir, se expresan como índices con base igual a 1 en el año 2012. 


Gráfico 4. Cuba: Pronósticos macroeconómicos ante una reducción de los lazos con Venezuela. Escenario 1 

Se aprecia en el gráfico que, excepto las exportaciones reales, el resto de los indicadores presentarían una tendencia negativa, evidenciando así su dependencia a las relaciones especiales con Venezuela. El agregado que evidencia en la proyección una mayor vulnerabilidad de mediano plazo a los vínculos con Venezuela es la inversión; en el corto plazo (2013) no sufriría de inmediato una contracción, pero para el 2018 habría acumulado una disminución del 25%, lo cual es coherente con la cantidad de proyectos actuales de inversión en la Isla que cuentan con el apoyo financiero directo o indirecto de las empresas estatales y el gobierno venezolano. Le siguen, en segundo lugar, los términos de intercambio, los cuales caerían un 20% hasta el 2018, lo cual sabemos que se expresaría principalmente en el aumento de los precios de la importación de petróleo y en una reducción de los precios en la exportación de servicios profesionales. 

Es muy probable que el gobierno cubano pueda reubicar una parte de la exportación de servicios médicos hacia otros destinos geográficos, como lo ha venido haciendo principalmente hacia Brasil. En la medida que suponemos un desmantelamiento gradual de los vínculos con Venezuela, una sustitución paulatina de mercados se convierte en una estrategia más factible. Esa posibilidad, más la tendencia positiva que han sostenido las exportaciones totales en los últimos años, explican la proyección de una desaceleración pero no una disminución de las exportaciones reales en el período 2013-2018. Esta es una diferencia crucial con la situación previa a la crisis de los años noventa donde las exportaciones reales llevaban una década en promedio estancadas. La proyección de las exportaciones reales, de hecho, ayudan también a explicar el pronóstico que veíamos de una recesión en el PIB pero no tan marcada como en los años noventa. 

Lo anterior no quiere decir que el país no se enfrentará a unas restricciones de divisas más difíciles, pues si bien el modelo proyecta un incremento de 14% a mediano plazo para las exportaciones a precios constantes, también proyecta una caída del 20% en los términos de intercambio, es decir, en términos corrientes las exportaciones estarían aportando una menor cantidad relativa de divisas. Ello implica que tendrá que ocurrir un ajuste considerable en los gastos de importación. 

En el gráfico 5 se presenta la proyección de los agregados macroeconómicos en el escenario 2. Las conclusiones son similares pero a partir de un empeoramiento más agudo en los indicadores. 


Gráfico 5. Cuba: Pronósticos macroeconómicos ante una reducción de los lazos con Venezuela. Escenario 2 

Ante el “shock venezolano” las autoridades deberán decidir cómo realizar el ineludible ajuste, en el cual será un factor decisivo la estrategia que siga la política fiscal. Ambos escenarios muestran la evolución proyectada del gasto fiscal en términos reales. En los dos casos se proyecta una resistencia inicial de los gastos, en correspondencia con las estrategias de política fiscal expansivas que han seguido las autoridades económicas cubanas como respuesta inmediata a episodios pasados de crisis. Sin embargo, las proyecciones apuntan a la necesidad de efectuar un ajuste posterior de los gastos, que en términos reales acumularían una contracción del 10% para el 2018 en el escenario 1 y 15% en el escenario 2 (ver gráficos 4 y 5). 

4. COMENTARIOS FINALES 

En resumen, las proyecciones elaboradas sugieren una contracción de entre 4% y 7,7% en el PIB cubano durante cuatro años consecutivos como resultado de simular un desmantelamiento gradual de los vínculos con Venezuela. Tendría lugar un agudo shock en la macroeconomía cubana, la cual se vería afectada por una drástica caída de las inversiones y de los términos de intercambio. Se acrecentarían las restricciones de divisas lo cual llevaría a un inevitable ajuste de importaciones y de los gastos fiscales. 

Las consecuencias serían muy negativas pero menores que las ocurridas en los años noventa tras la desaparición de la URSS. Sin embargo, faltaría valorar si el país está en condiciones de soportar una nueva recesión y un nuevo ajuste de los gastos, sin haberse recuperado completamente del shock de los años noventa y en momentos en que se avanza en un proceso de reformas que todavía no da frutos. 

En los noventa los asalariados y pensionados estatales soportaron y pagaron el ajuste de la crisis a través de un impuesto inflacionario. El presupuesto en aquel entonces mantuvo los subsidios y los gastos en educación y salud, apoyó las empresas públicas que se encontraban al borde de la quiebra para así evitar un incremento desproporcionado del desempleo. Como resultado, el déficit fiscal superó el 30% del PIB y la inflación trepó a tres dígitos. A través del impuesto inflacionario más del 90% de la población activa que trabajaba para el Estado pagó el déficit fiscal y evitó un ajuste asimétrico que recayera sobre los cientos de miles de desempleados y de familias que habrían saltado a la miseria. 

El problema hoy en día es que, veinte años después, los ingresos reales del sector estatal no han logrado recuperarse, el poder adquisitivo de los salarios estatales es apenas un 27% del existente en 1989. El Estado con dificultades puede actualmente cumplir con los servicios de la deuda externa, y los bancos apenas salen de una crisis de liquidez que comenzó en 2008. El presupuesto de los servicios sociales se ha tenido que contraer y el país no tiene acceso a un prestamista internacional de última instancia. Por tanto, se abre la interrogante: ¿Cómo se pagará el costo de una nueva crisis económica? 

Un elemento a favor de las autoridades cubanas es haber comenzado un proceso de reforma que podría acelerarse y justificarse su profundización en un entorno económico extremo. Pero tal vez lo más difícil en un escenario como este sería el manejo político de una nueva crisis. Debe tomarse en consideración que sería un hecho similar que se repetiría por segunda vez en apenas veinte años, que el contexto socio-político cubano ha variado sustancialmente, en especial por el aumento de las estratificación social y que existe un cambio en las claves del liderazgo político. Es indudable que el acumulado de problemas no resueltos pesaría enormemente y complicaría el manejo político de la crisis. 

PAVEL VIDAL ALEJANDRO (VILLA CLARA, 1975). 
© 2014 Cuba Study Group, Inc.
ISBN 978-0-9819174-8-1

Doctor en Ciencias Económicas desde 2008. Actualmente es profesor de la Pontifica Universidad Javeriana Cali, Colombia. Previamente trabajó como investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC) de la Universidad de La Habana (2006-2012) y como especialista en el Banco Central de Cuba en la Dirección de Política Monetaria (1999-2006). De 2010 a 2013 ha sido investigador invitado en la Universidad de Columbia, en la Universidad de Harvard, en la Universidad Complutense de Madrid y en el Institute of Developing Economies (Japan External Trade Organization).

¿Puede la COP21 de París evitar la catástrofe climática?



Asbjørn Wahl, Sin Permiso

La semana pasada comenzó en París la 21ª Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21). Desde la Conferencia de Río en 1992, el objetivo de estas cumbres ha sido llegar a un acuerdo sobre las políticas que puedan detener el calentamiento global y evitar una catástrofe climática. El objetivo concreto ha sido limitar el calentamiento global a 2 grados centígrados como máximo (mejor 1,5 grados). La emisión de CO2 en la atmósfera es el principal impulsor del proceso de calentamiento global, y el uso de combustibles fósiles es la fuente más importante de CO2. Por lo tanto, la reducción en el uso de combustibles fósiles y la transición a las energías renovables están en el centro del problema del cambio climático. Sin embargo, después de más de 20 años de cumbres del clima, las emisiones de CO2 no se han reducido. Más bien se han incrementado en más de un 60% (desde1992 hasta 2014). Esto ilustra más que nada el fracaso del proceso de la COP hasta ahora.

Un calentamiento global de 2 grados centígrados ya va a crear enormes problemas en términos de condiciones climáticas extremas (sequías, inundaciones, tormentas, etc.). El incremento medio de la temperatura global está a punto de superar 1.0 grados centígrados desde la época preindustrial, y hemos visto los efectos devastadores de los huracanes (Haiyan en Filipinas, con 6.340 víctimas mortales, y Sandy en Nueva York, entre los más recientes). Un aumento de la temperatura superior a 2 grados centígrados - hasta 3, 4 o incluso 6 – implicarían, por lo tanto, una catástrofe climática de dimensiones desconocidas, cuyas consecuencias apenas somos capaces de imaginar. Estamos, en otras palabras, ante una emergencia planetaria. Así que la pregunta es: ¿la Cumbre de París podrá llegar a un acuerdo sobre las medidas imprescindibles para evitar la catástrofe?

El objetivo de la cumbre de París es negociar un acuerdo global sobre el cambio climático. Después de las reuniones preparatorias parece que se alcanzará un acuerdo en París, y que este acuerdo se presentará como una gran victoria. Un acuerdo es importante, pero el problema, al día de hoy, es que su contenido no será suficiente para evitar un calentamiento climático de dimensiones catastróficas. La debilidad más importante del acuerdo parece ser que no será jurídicamente vinculante. Será un acuerdo basado en compromisos voluntarios (las llamadas Contribuciones Previstas Determinadas Nacionalmente -INDCs) de los países sobre la cantidad que están dispuestos a reducir sus emisiones. Por ahora, la mayoría de los países han presentado sus promesas, y, en resumen, los recortes no son suficientes para mantener el calentamiento global por debajo del umbral de los 2 grados centígrados. Un escenario de 3 o más grados es más probable. Con dicho acuerdo, vamos a enfrentarnos a un cambio climático irreversible, incluidas pérdidas masivas de empleos y una crisis de desarrollo destructivo.

La principal razón de este fracaso del proceso del COP es, entre otras cosas, que nos enfrentamos a unos intereses económicos y políticos muy poderosos vinculados a la industria de los combustibles fósiles. Así como una ofensiva política neoliberal. De las 10 empresas más grandes y poderosas del mundo, 7 son compañías petroleras, y estas empresas están utilizando todo su poder para bloquear políticas que puedan perjudicar sus intereses económicos. Están apoyadas por un ejército de políticos neoliberales de diferentes tipos. Nuestra lucha para evitar un cambio climático devastador está estrechamente vinculada a la lucha por el tipo de sociedad que queremos. El movimiento sindical tendrá que desempeñar un papel decisivo en esta lucha, debido a su posición estratégica en la sociedad. Aún no ha asumido la responsabilidad que le corresponde en este proceso, pero cada vez más sindicatos se están sumando a la campaña contra el cambio climático. Iniciativas como los Sindicatos por la Democracia Energética (TUED) y la Red Global Climate Jobs representan avances importantes, y la Confederación Sindical Internacional (CSI) ha impulsado de manera significativa más actividades y más presión desde abajo.

La crisis climática se puede prevenir. Tenemos todo el conocimiento y la tecnología que necesitamos para hacerlo. Lo que nos falta es poder social, político y económico suficiente para llevar a cabo las medidas necesarias para detener el calentamiento global. Pero este compromiso político no vendrá de las élites económicas y políticas que nos gobiernan y que controlan las grandes compañías petroleras y las grandes finanzas. Sólo la presión masiva desde abajo, con una amplia coalición de sindicatos, con otros movimientos sociales y ambientalistas puede salvarnos de la catástrofe climática.

Para ello, tenemos que ir más allá de lo que ahora nos están preparando durante COP21 en París. La movilización masiva de 400.000 personas contra el cambio climático en Nueva York el 21 de septiembre del año pasado, y las impresionantes movilizaciones en todo el mundo de ayer y antes de ayer, son alentadoras. Es la forma de presión por debajo, de las fuerzas populares, no sólo en París, sino en todo el planeta, lo que decidirá cuanto más allá de la posición actual podemos conseguir en París. Tras la clausura de COP21 tendremos que reforzar nuestra movilización a favor de recortes más ambiciosos de las emisiones de CO2 : por un futuro sin cambios climáticos devastadores.

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Tres razones por las que el precio del petróleo no se moverá de los 40 dólares

RT

Para financiar la seguridad nacional

La banca cubana revisa la actividad crediticia destinada a los productores agropecuarios estatales y no estatales.

Los préstamos del Banco de Crédito y Comercio (Bandec) tienen su destino en cinco producciones agropecuarias fundamentales: granos, tabaco, caña de azúcar, carne y leche.
Los préstamos del Banco de Crédito y Comercio (Bandec) tienen su destino en cinco producciones agropecuarias fundamentales: granos, tabaco, caña de azúcar, carne y leche.
Foto: Archivo IPS-Cuba
La banca cubana ratificó su objetivo de afianzar o ampliar ofertas al sector agropecuario, donde se concentra el sector no estatal de la economía con que mejor ha negociado hasta el momento. Las principales instituciones bancarias promueven tasas de interés atractivas y otras opciones para expandir la actividad crediticia y respaldar la producción de alimentos en el país, definida por el gobierno como un asunto de seguridad nacional.
El Banco de Crédito y Comercio (Bandec) se ha propuesto expandir sus nexos con los productores agropecuarios, tanto de cooperativas como campesinos privados, de acuerdo con declaraciones recientes hechas por sus directivos a medios de prensa del país. La banca agropecuaria del Bandec, institución que lidera el financiamiento del sector agropecuario, cuenta con unos 52.000 clientes entre entidades estatales, formas cooperativas, propietarios privados de tierras y productores con tierras estatales en usufructo.
El director de Banca Agropecuaria del Bandec, Manuel Tejeda Díaz, informó a los diarios Juventud Rebelde, Granma y otros medios de prensa que sus créditos benefician a las producciones de granos, carne y leche, tres líneas de alimentos que los agricultores priorizan actualmente y las autoridades respaldan con mejores precios a los productores y gastos en recursos técnicos.
La actividad crediticia de este banco también tiene un destino tradicional en dos producciones presentes en la lista cubana de exportaciones: tabaco y caña de azúcar.
Los préstamos para sostener esos cinco rubros ocupan el 81 por ciento de la cartera agropecuaria total del Bandec.
Con más de 200 sucursales a lo largo de Cuba, el Bandec aplica tasas de interés del 5 por ciento anual a los créditos para capital de trabajo, y del 7 por ciento en los préstamos para inversiones. En ambos casos prevé la posibilidad de bonificaciones del 2 por ciento, como respuesta al incremento de precios de algunos insumos, incluido el combustible.
Los productores agrícolas estatales y no estatales suelen acudir a la oferta crediticia de la banca cubana.
Los productores agrícolas estatales y no estatales suelen acudir a la oferta crediticia de la banca cubana.
Este banco ofrece tasas de interés aún más bajas, del 3 por ciento, a los productores que han recibido tierras en usufructo, una política promovida por el país desde el año 2008 para emplear terrenos estatales que permanecían ociosos. Después de los dos primeros años de la contratación de esas tierras, el banco aplica las tasas previstas para el resto del sector campesino y cooperativo, aunque si el cliente firma el crédito inicial para cinco años, el Bandec mantiene la tasa de interés del 3 por ciento.
Mientras el Bandec se muestra tradicionalmente más reacio para informar el monto total de sus préstamos a productores agropecuarios, otro banco con participación activa en el financiamiento de campesinos y cooperativas agrarias, el Banco Popular de Ahorro (BPA) informó que hasta octubre dispuso una línea de 1.429 millones de pesos con ese objetivo, suma que representa el 23 por ciento de su cartera total.
Como indicador de la expansión de esa actividad, la directora de Banca Corporativa del BPA, Martha Gómez, informó a la prensa que en 2014 el financiamiento de las producciones agropecuarias solo movilizó 506 millones de pesos cubanos en un año. La comparación con el monto ejecutado hasta octubre pasado indica un crecimiento de 280 por ciento, dijo Gómez.
Entre los principales clientes del BPA en el sector agropecuario se encuentran la empresa Cítricos Victoria de Girón, la Empresa Agroindustrial Ceballos, la Empresa para la Protección de la Flora y la Fauna, y el Grupo Empresarial Logístico de la Agricultura (Gelma), además de varias empresas ganaderas.
Estos bancos han comenzado a desarrollar nuevas alternativas para acercar sus servicios a los clientes, como la apertura de otras sucursales, y facilitar tarjetas magnéticas asociadas a las cuentas corrientes, para el pago en los mercados de insumos.
Clientes desde hace décadas, las cooperativas y campesinos han reaccionado tradicionalmente con mayor interés que el sector privado emergente no agropecuario ante las ofertas crediticias de la banca cubana (2015).