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jueves, 17 de diciembre de 2015

Fin de una época de política monetaria

Orlando Delgado, La Jornada

La Reserva Federal de Estados Unidos ha decidido incrementar la tasa de referencia 25 puntos base, elevándola de 0.25 por ciento anual a 0.50. Con ello terminan siete años en los que esa tasa estuvo en su límite mínimo. Al ubicarse en ese nivel la política monetaria convencional, la que actúa moviendo las tasas de referencia y en operaciones de mercado abierto, se encontró en una situación en en la que si la economía no reaccionaba como se esperaba ya no podía reducir más la tasa, de modo que ese banco central carecía de instrumentos convencionales para conseguir sus propósitos macroeconómicos.

Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en agosto de 2007, la Fed decidió utilizar todas las herramientas a su alcance para restablecer el funcionamiento de los mercados financieros. La primera medida fue inyectar liquidez, es decir, comprar instrumentos financieros a diferentes plazos para detener el pánico. Acompañaron a la Fed en esta ación los bancos centrales de Inglaterra, Japón y el Europeo. Pronto fue evidente que se requerían medidas de mayor alcance. La Fed decidió reducir la tasa de interés de referencia para las operaciones financieras, con el fin de que los mercados pudieran recuperar su capacidad de intercambiar instrumentos a tasas normales. Pese a sucesivas reducciones los mercados no reaccionaban, de modo que en un plazo relativamente breve la llevó a su límite inferior de prácticamente cero. Con ello el sistema financiero se colocó en la trampa de la liquidez.

La economía estadunidense estuvo en recesión 18 meses, todo 2008 y el primer semestre de 2009. A partir de entonces empezó una lenta recuperación que no fue capaz de generar empleos en la medida que se requería para reducir la tasa de desempleo. El mandato de la Fed, la menor tasa de inflación consistente con la menor tasa de desempleo posible, la obligó a ocuparse de que la economía recibiese los estímulos monetarios necesarios al alcance de su banco central para que se crearan empleos nuevos que permitieran abatir la tasa de desempleo a niveles compatibles con una economía como la estadunidense. La Fed decidió usar instrumentos de política monetaria no convencional para estimular un crecimiento que permitiera reducir la tasa de desempleo a niveles de 5-6 por ciento.

Empezó entonces la política de relajamiento cuantitativo, consistente en compras de valores financieros, primero de corto plazo y luego de largo plazo, con el fin de que los bancos recuperasen liquidez y pudieran restablecer los flujos crediticios a la economía. Esta política tuvo que ampliarse ante la resistencia de los agentes económicos, de modo que el QE1 se volvió QE2 y se mantuvo un buen tiempo. Esta política monetaria no convencional no fue recibida con beneplácito. En muchas latitudes se le consideró inadecuada. Entre los banqueros centrales ocurrió un fuerte debate sobre su pertinencia. Sin embargo poco a poco importantes bancos centrales se fueron incorporando a esta política de relajamiento cuantitativo: primero fue el Banco de Inglaterra, luego el de Japón y finalmente el reticente Banco Central Europeo.

Esos sucesivos reconocimientos de la pertinencia de medidas no convencionales por banqueros centrales relevantes, sin embargo, no lograron que su aceptación fuera generalizada. En otros bancos centrales la ortodoxia siguió al mando de la política monetaria. Un ejemplo destacado entre los ortodoxos a ultranza es el Banco de México y su gobernador, Agustín Carstens. Para ellos la crisis financiera estallada hace más de ocho años no cuestionó el funcionamiento de la política monetaria y de la manera de concebir las responsabilidades del banco central en una economía. Persisten en la idea de que el banco central debe tener un mandato único: lograr estabilidad de precios. Se niegan a aceptar que la economía estadunidense, en la que ocurrió la crisis inmobiliaria que provocó la más importante complicación económica global en los últimos cincuenta años, se ha recuperado mucho mejor que las europeas o la japonesa.

El fin de una época de política monetaria llegó. La Fed demoró el incremento de la tasa de referencia porque su economía no lograba reducir el nivel de desempleo a los límites establecidos. Hace unos meses volvió a detener ese incremento ante las dificultades chinas y de otros países emergentes. Finalmente lo ha hecho. ¿Qué hará ahora el Banco de México: seguirá la decisión de la Fed y aumentará un poco la tasa de interés o mantedrá un tiempo más los nivele actuales?

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La concentración de la riqueza es el problema

Julián López 

Fernando Luengo 


Mientras que la mayoría de la población ha sufrido un continuo deterioro de sus condiciones de vida –caída de los salarios, prolongación de las jornadas laborales, destrucción de empleo, reducción del gasto social público y aumento de los impuestos indirectos- una minoría se ha enriquecido, conquistando nuevos privilegios. Como resultado de ello, la desigualdad se ha disparado en los últimos años.
Abundan los estudios al respecto. Entre otros, los realizados por instituciones tan conservadoras como el Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Uno de los más interesantes es el que cada año realiza el Credit Suisse, que lleva por título Global Wealth Report y que se centra en la distribución y la concentración de la riqueza a escala nacional e internacional.
La concentración de la riqueza es notablemente superior a la del ingreso; de ahí el interés de poner el acento en la primera. Un indicador habitualmente empleado para medir la desigualdad es el Índice de Gini, que puede tomar valores comprendidos entre 0, mayor equidad, y 1, mayor inequidad. En España, este indicador alcanza el valor de 0,35, según Eurostat, si se centra en la renta, y asciende hasta el 0,67 si considera el patrimonio neto de los individuos, siguiendo los datos que ofrece el Credit Suisse
Con la crisis, el proceso concentrador se ha intensificado en la economía española. Así, el 10% más rico ha pasado de acumular el 52% de toda la riqueza en 2007 al 55,6% en 2014. Si tenemos en cuenta al 1% de los adultos con mayor patrimonio neto, los datos son aún más contundentes: del 22,6% en 2007 ha pasado a disponer del 27% del patrimonio neto total en 2014. Parece claro, por tanto, que no sólo se han distribuido de manera desigual los costes de la crisis económica, sino que ésta ha sido una oportunidad de las elites – sin duda bien aprovechada- para enriquecerse.
Esta histórica concentración de riqueza representa un pesado fardo para superar la crisis. Va de la mano de una creciente capacidad de las minorías privilegiadas para hacer valer sus intereses en las instituciones y en la política. Nada nuevo en el horizonte. De hecho, son los lobbies empresariales y las grandes corporaciones las que han determinado, en buena medida, la agenda del proyecto europeo. Pero en estos años de turbulencia hemos asistido a un incontenible avance de la concentración de la riqueza en las capas más poderosas de la población, derribando todos los diques de contención. Los rescates concedidos con dinero de todos a los grandes bancos (principales responsables de la crisis), los beneficios fiscales de los que disfrutan las grandes empresas y fortunas, así como el bloqueo de las iniciativas encaminadas a la reestructuración de la deuda son sólo algunos significativos ejemplos de la influencia política que los grandes propietarios atesoran.
No es ningún secreto que los intereses de esa minoría de millonarios y multimillonarios están estrechamente vinculados a la industria financiera (cuya desbordante expansión está en el origen de la crisis). El propio Global Wealth Report así lo reconoce:
Mientras que la base de la pirámide de riqueza está ocupada por población procedente de diferentes países en periodos vitales distintos, los individuos poseedores de un patrimonio neto millonario y multimillonario están fuertemente concentrados en ciertas regiones y países, y tienden a compartir estilos de vida similares, participando en los mismos mercados mundiales de bienes de lujo, incluso aunque residan en distintos continentes. La cartera de activos de estos individuos tiende además a asemejarse, centrándose en activos financieros y, particularmente, participaciones accionariales de compañías públicas negociadas en mercados internacionales” (GWR, 2014, P.26).
Es más, como señala el mismo informe, existe una profunda imbricación entre la creciente desigualdad patrimonial en los últimos años y la posesión de activos financieros:
Aunque existen razones por las cuales la desigualdad de riqueza podría estar siguiendo un camino secular ascendente, las variaciones en años consecutivos están fuertemente vinculadas a la importancia relativa de los activos financieros en la cartera de los hogares (...). Hay fuertes motivos para pensar que el aumento de la desigualdad desde 2008 está fundamentalmente relacionado con el aumento de los precios de las acciones y el tamaño de los activos financieros en Estados Unidos y otros países con altos niveles de riqueza” (GWR, 2014, p.12).
Sólo en este contexto cabe entender las políticas aplicadas desde el BCE– tanto la reducción de los tipos de interés como la flexibilización cuantitativa- , que persiguen, antes que nada, el saneamiento de los balances bancarios y alimentar la economía basada en la deuda.
La consideración de estos mismos intereses es esencial para analizar el sesgo de las denominadas reformas estructurales que se han impuesto en la periferia europea y que tienen en la desregulación del mercado laboral uno de sus elementos centrales. Su impacto sobre el empleo ha sido mínimo, pero sí han conseguido lo que, sin duda, era su objetivo fundamental: debilitar el poder de negociación de los trabajadores y de las organizaciones sindicales. De esta manera, se ha consolidado un mecanismo de acumulación de capital sustentado en la intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo.
Por todo ello, para salir de la crisis es imprescindible introducir en la agenda política la reducción de la concentración de la riqueza. Sólo así será posible recuperar la política para la ciudadanía, impulsar un ambicioso programa de transformaciones estructurales y, en definitiva, llevar a cabo políticas económicas permeables a los intereses de las mayorías sociales.
Reducir los privilegios de las elites pasa, entre otras cosas, por: a) introducir una fiscalidad progresiva sobre la renta, los beneficios, los patrimonios y las grandes fortunas; b) llevar a cabo una reforma laboral que empodere a los trabajadores y asegure la negociación colectiva; c) aplicar una profunda transformación del sistema financiero que regule los mercados opacos, prohíba los productos especulativos de alto riesgo e introduzca un cortafuegos legal entre las actividades de banca comercial y de inversión, creando además una potente y eficaz banca pública; d) avanzar hacia una progresiva desconcentración y desmonopolización de los sectores estratégicos de la economía; e) promover una regulación de las retribuciones de los altos ejecutivos y de las prácticas corporativas que alimentan las actuales disparidades de ingreso; y e) impulsar una reestructuración de la deuda en la que los acreedores y los grandes accionistas asuman su responsabilidad.
Este es el camino que será necesario recorrer para aliviar la concentración de renta y riqueza, si queremos crear las condiciones para surja otra economía, más solidaria, más equitativa y, por esa razón, más eficiente. No será fácil, ni será rápido, pero este es el cambio que necesitamos.

Estudiante del master de Economía Internacional y desarrollo y miembro del equipo de EKO TV

Profesor de economía aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, miembro de econoNuestra, del círculo Energía, Ecología y Economía y del Consejo Ciudadano Autonómico de Podemos
Fuente:
www.sinpermiso.info, 13 de diciembre 2015

El deshielo entre EEUU y Cuba avanza con interrogantes

LA HABANA, 17 dic 2015 (IPS) – Si bien la normalización de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba avanza a buen paso y las banderas de uno y otro país flamean orgullosas desde julio pasado en La Habana y Washington respectivamente, el año transcurrido desde el anunciado deshielo deja aún muchas interrogantes. 

Un grupo de mujeres aguardan su turno para comprar los alimentos que se venden de manera racionada a la población en un establecimiento estatal en La Habana, Cuba, el 21 de noviembre 2015
Un grupo de mujeres aguardan su turno para comprar los alimentos que se venden de manera racionada a la población en un establecimiento estatal en La Habana, Cuba, el 21 de noviembre 2015
Foto: Jorge Luis Baños
LA HABANA, 17 dic 2015 (IPS) - Si bien la normalización de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba avanza a buen paso y las banderas de uno y otro país flamean orgullosas desde julio pasado en La Habana y Washington respectivamente, el año transcurrido desde el anunciado deshielo deja aún muchas interrogantes.
“Mejor ni me pregunte, porque para mí nada cambió¨, dijo algo enojado a IPS un hombre de mediana edad que esperaba ser atendido en una barbería. En un mercado agrícola cercano, una mujer preguntaba en tono fuerte, para que todos escucharan, por qué una libra (casi medio kilo) de tomates cuesta 25 pesos (casi un dólar).
Estas personas sienten que no tienen mucho que celebrar este 17 de diciembre, cuando se cumpla el primer aniversario del día en que los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y de Estados Unidos, Barack Obama, sorprendieron al mundo con su decisión de restablecer las relaciones diplomáticas rotas en enero de 1961.
Quienes se ilusionaron con la idea de que sus vidas cotidianas comenzarían a mejorar tras más de medio siglo de hostilidades, concluyen el año con salarios estatales insuficientes para hacer frente al precio de los alimentos que completan la canasta básica subsidiada.
Citado por la estatal prensa cubana, Marino Murillo, ministro de Economía y Planificación y vicepresidente del Consejo de Ministros, admitió durante una reciente sesión de la Asamblea provincial del Poder Popular (gobierno) de La Habana que los indicadores globales de la economía en la capital mejoraron, pero aún no se reflejan en la vida cotidiana de los habaneros.
Por ahora, el deshielo cubano-estadounidense ha tenido su impacto positivo en el turismo, con su derrame hacia los emergentes emprendimientos privados como el alquiler de habitaciones y restaurantes, opción que eligen muchos visitantes interesados en conocer mejor a la sociedad cubana.
“Más allá de algunos titulares grandilocuentes, falta casi todo por hacer”: Salvador Salazar.
De acuerdo a datos oficiales, durante el primer semestre de 2015 visitaron Cuba 1.923.326 personas, mientras en similar período de 2014 llegaron 1.660.110. Es frecuente escuchar a turistas latinoamericanos comentar que quisieron venir a Cuba antes de que comience “la invasión de turistas estadounidenses”.
Los ciudadanos de Estados Unidos solo pueden viajar a Cuba amparados en licencias para viajes periodísticos, religiosos, culturales, programas educativos o el intercambio de conocimientos, entre otros motivos. Especialistas en el tema calculan que este año terminará con unos 145.000 visitantes estadounidenses, 50.000 más que en 2014.
La prohibición de viajar a Cuba con fines turísticos y el embargo que Washington mantiene contra este país desde 1962 figuran entre los asuntos pendientes a resolver en el proceso de normalización de vínculos, que propició durante el año la visita a La Habana del secretario de Estado, John Kerry, otros dos miembros del gabinete de Obama y tres gobernadores.
Cronología de un deshielo:
20 de abril: El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, realiza una visita Cuba, la primera de su tipo desde el 17 de diciembre.
29 de mayo: Estados Unidos retira a Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo.
20 de julio: Cuba inaugura su embajada en Washington.
14 de agosto: El secretario de Estado, John Kerry, inaugura la embajada de Estados Unidos en La Habana.
26 de septiembre: El gobernador del estado norteamericano de Arkansas, Asa Hutchinson, inicia una visita a Cuba al frente de una delegación comercial.
6 de octubre: La secretaria de Comercio de Estados Unidos, Penny Pritzker, llega a La Habana al frente de una delegación de altos ejecutivos de los departamentos de Comercio, Tesoro y Estado.
Octubre: El Secretario Adjunto para la Seguridad Nacional Alejandro Mayorkas, el cubano-estadounidense de más alto rango en la Administración de Obama, viajó a Cuba del 27 al 30 de octubre para reunirse con altos funcionarios del gobierno cubano.
11 de noviembre: El Secretario de Agricultura de Estados Unidos, Thomas Vilsack, inicia una visita de trabajo a Cuba.
30 de noviembre: El gobernador de Texas, Greg Abbott, inicia una visita de tres días a Cuba.
“Más allá de algunos titulares grandilocuentes, falta casi todo por hacer”, comentó a IPS el periodista y académico cubano, Salvador Salazar, quien cursa un doctorado en la Universidad Autónoma de México. En su opinión, solo se han dado los primeros pasos hacia “lo que debe ser una relación civilizada en la que se hable y no se grite, se discuta y no se agreda”.
Sara Stephens, directora ejecutiva del estadounidense Centro para la Democracia en las Américas, coincide en que “después de las relaciones hostiles y peligrosas” mantenidas durante 55 años, los gobiernos de ambos países aprendieron a tratarse mutuamente con dignidad y respeto.
El año que viene “tiene que ser para cimentar ese progreso y utilizar la diplomacia para crear beneficios duraderos para ambos países, que hagan que las transformaciones que estamos viendo sean irreversibles y los cambios profundos que queremos sean inevitables”, dijo a IPS en declaraciones por correo electrónico.
Una comisión binacional creada tras la oficialización de las relaciones diplomáticas y la reapertura de embajadas, definió en septiembre los temas para comenzar las conversaciones encargadas de desbrozar el camino hacia la normalización, entre los cuales figuran comunicaciones, tráfico de drogas, salud, aviación civil y seguridad marítima.
Derechos humanos, trata de personas y reclamos de compensación de ambas partes han contemplado también las agendas tratadas por delegaciones de ambos países. El listado incluye la migración, asunto que desde hace años sienta periódicamente a la mesa de conversaciones a delegaciones de las dos naciones para revisar convenios suscritos en 1994 y 1995.
El análisis de esos acuerdos, encargados de propiciar una emigración “segura, legal y ordenada”, no está ajeno a tensiones, ante la infructuosa demanda del gobierno cubano de que cesen la Ley de Ajuste cubano y otras regulaciones que, según entiende, incentivan los viajes clandestinos.
Washington ha reiterado que no cambiará su política migratoria hacia Cuba. El aniversario del deshielo sorprende a unos 5.000 emigrados cubanos varados en puntos fronterizos de Costa Rica sin aparente salida para sus intenciones de llegar hasta Estados Unidos a través de una ruta irregular por Centroamérica y México.
John Gronbeck-Tedesco, profesor asociado y coordinador de Estudios Americanos del estadounidense Ramapo College de Nueva Jersey, cree que la administración Obama está haciendo su parte para despejar el camino hacia la reconciliación y las pláticas sostenidas hasta el momento han calmado la “retórica anti-normalización”.
Dos estudiantes de la enseñanza primaria caminan próximo a un grupo de turistas extranjeros en una céntrica Plaza del centro histórico de La Habana Vieja, La Habana, Cuba.
Dos estudiantes de la enseñanza primaria caminan próximo a un grupo de
turistas extranjeros en una céntrica Plaza del centro histórico de La
Habana Vieja, La Habana, Cuba.

Foto: Jorge Luis Baños
El estudioso no percibe aún un clima favorable al levantamiento del embargo, que solo puede ser decidido por el Congreso legislativo, “especialmente” por ser 2016 un año electoral. Según La Habana, el bloqueo impide su desarrollo y ha provocado daños a su economía por 121.192 millones de dólares en cinco décadas de aplicación.
“Creo que antes de que el Congreso tome cartas en el asunto, será necesario tratar con más claridad el tema de las deudas pendientes de pago a liquidar”, agregó el analista, en referencia al tema de las compensaciones que las dos partes ya comenzaron a discutir en una sesión “informativa” el 8 de este mes en La Habana.
“EEUU tiene un precio por las propiedades e inversiones perdidas (nacionalizadas) debido a la Revolución, y Cuba tiene un número en mente con respecto a los daños económicos causados por el embargo”, opinó Gronbeck-Tedesco, quien no aportó cifras al respecto.
En una entrevista de prensa divulgada el lunes 14, Obama reiteró su interés de visitar Cuba, aunque solo si puede “hablar con todo el mundo”. El gobernante aseguró que en sus conversaciones con Castro ha dejado claro que “continuaríamos contactando con aquellos que quieren ampliar el alcance de la libertad de expresión dentro de Cuba”.
Los dos mandatarios han hablado por teléfono al menos en dos ocasiones y se entrevistaron por primera vez el 11 de abril, durante la VII Cumbre de las Américas en Panamá. Sostuvieron una segunda conversación el 29 de septiembre, en Nueva York, en el primer encuentro presidencial de ambos países desde el triunfo de la Revolución cubana en 1959.
*Con aportes de Ivet González