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sábado, 23 de enero de 2016

América Latina y el Caribe en 2016: Ajustándose a una realidad más dura


(Versiones en English y Português)
El comienzo de 2016 ha sido difícil, como lo demuestran los recientes estallidos de volatilidad financiera, consecuencia de la incertidumbre acerca de la desaceleración económica en China, la caída de los precios de las materias primas y las divergentes políticas monetarias aplicadas por las economías avanzadas.
La recuperación mundial sigue luchando por afianzarse, en un contexto en que las dificultades de algunas grandes economías de mercados emergentes empañan las perspectivas de crecimiento. En el caso de América Latina y el Caribe, se prevé ahora que en 2016 el crecimiento sea negativo por segundo año consecutivo, la primera vez que algo así ocurre desde la crisis de la deuda de 1982–83, que desencadenó la “década perdida” para la región (véase el cuadro).
La recesión regional, sin embargo, oculta el hecho de que la mayoría de los países continúan creciendo, en forma moderada pero indudable. En particular, la situación específica de cada país la determina la interacción entre los shocks externos y los fundamentos internos de la economía. Mientras que los países con sólidos marcos de política económica han venido ajustándose a los shocks externos en forma suave, aquellos cuyos fundamentos internos son más débiles están experimentando una caída significativa.
SPA.Real GDP LAC.table-rev
El marcado descenso de los precios de las materias primas (que oscila entre 30 por ciento y 50 por ciento en relación a su valor máximo dependiendo del país) ha provocado pérdidas significativas en los ingresos por exportación (estimadas en alrededor de U$S 200.000 millones para las siete economías consideradas). Sin embargo, el tamaño de los shocks de los términos de intercambio en relación con el de esas economías (menos de 1 por ciento del PIB en el caso de Argentina, Brasil y México en 2015/2016) no es suficiente para explicar la gravedad de la contracción sufrida por algunas de ellas. De hecho, nuestra proyección de crecimiento negativo está determinada principalmente por cuatro países (Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela), ya que la caída de los precios de las materias primas, combinada con desequilibrios macroeconómicos y distorsiones microeconómicas, ha dado lugar a fuertes retrocesos de la inversión privada (véase el gráfico).
SPA.Private Invest LAC.chart
En general, para el mediano plazo se prevé que el crecimiento se mantenga débil, lo cual subraya la importancia de resolver los retos internos.
Las perspectivas para la región en su conjunto también esconden importantes diferencias a nivel subregional. Si bien América del Sur se ve fuertemente afectada por la caída de los precios de las materias primas, México, América Central y el Caribe se benefician del fortalecimiento de la economía de Estados Unidos y, en la mayoría de los casos, del abaratamiento del petróleo.
América del Sur
ChileColombia y Perú continúan un proceso de ajuste relativamente ordenado, en donde la combinación de políticas económicas (grandes depreciaciones del tipo de cambio, consolidación fiscal paulatina y políticas monetarias acomodaticias) ha evitado una contracción económica. Las bases para el crecimiento permanecen firmes, entre ellas marcos de políticas sólidos, instituciones creíbles, mercados financieros sólidos y costos favorables de endeudamiento externo. Sin embargo, se prevé que el crecimiento potencial sea menor debido a que la transición hacia fuentes de crecimiento más diversas probablemente llevará tiempo. En Bolivia, el crecimiento también se mantiene fuerte, pero enfrenta riesgos originados en sus crecientes deuda pública y déficit de cuenta corriente.
En Brasil, una combinación de fragilidades macroeconómicas resultantes del lento ajuste interno, el escándalo de amplias proporciones que involucra a funcionarios del gobierno y empresarios, y problemas políticos, ha paralizado la inversión y domina las perspectivas económicas. Tras una fuerte contracción de 3,8 por ciento en 2015, se prevé que el producto retroceda otro 3,5 por ciento en 2016, la mayor contracción total desde 1981–83. El desempleo ha crecido considerablemente, y la inflación se ubica en niveles de dos dígitos. La disfuncionalidad del sistema político sigue demorando la adopción de una estrategia fiscal creíble para colocar la deuda pública en un sendero sostenible, situación que indujo rebajas en las calificaciones crediticias y un aumento de los costos de financiamiento. Aunque las exportaciones comienzan a mostrar signos de fortalecimiento ante la marcada depreciación del real, la resolución de las incertidumbres en el plano político y en el ámbito de las políticas económicas es esencial retronar a tasas de crecimiento positivo.
En Venezuela, las distorsiones de larga data de la política económica y los desequilibrios fiscales ya estaban provocando un efecto pernicioso sobre la economía antes del derrumbe de los precios del petróleo. Esos problemas se agravaron cuando el descenso de los precios del petróleo desencadenó una crisis económica, con una caída del producto estimada en casi 18 por ciento durante 2015 y 2016 (la tercera mayor caída en el mundo). La falta de divisas ha redundado en una escasez de bienes intermedios y un desabastecimiento generalizado de bienes esenciales —incluidos los alimentos— que acarrean consecuencias trágicas. Los precios siguen trepando fuera de control, y prevemos que la inflación aumente a 720 por ciento este año, después de alcanzar una tasa récord mundial en torno a 275 por ciento en 2015.
En Argentina, el nuevo gobierno ha iniciado una importante transición para corregir desequilibrios macroeconómicos y distorsiones microeconómicas. Se han tomado medidas significativas para avanzar en esa transición mediante el levantamiento de restricciones al mercado cambiario, la eliminación de varias restricciones al comercio internacional, y el anuncio de las principales directrices del marco macroeconómico y la supresión parcial de los subsidios a la energía. Este nuevo enfoque ha mejorado las perspectivas de crecimiento para el mediano plazo, pero es probable que el ajuste genere una leve recesión en 2016.
En Ecuador, las rigideces macroeconómicas impiden un ajuste más suave a la caída de los precios del petróleo. En vista del continuado descenso de esos precios y la apreciación del tipo de cambio real, prevemos una recesión durante el año en curso. Este pronóstico también refleja las medidas de consolidación fiscal correspondientes a 2015 y 2016, las ajustadas condiciones financieras y el régimen de dolarización que excluye la posibilidad de una respuesta de política monetaria.
México, América Central y el Caribe
Se prevé que México siga recuperándose a un ritmo moderado, gracias a la vigorosa demanda interna privada y los efectos de contagio de la fortaleza económica de Estados Unidos. La depreciación del peso y el abaratamiento de los precios de la electricidad debieran estimular la producción de manufacturas y las exportaciones. La reciente caída de los precios del petróleo tendrá este año solo un efecto limitado en las finanzas públicas, dado que ese riesgo ya cuenta con la debida cobertura para 2016. Sin embargo, si el shock de precios del petróleo se torna persistente, elevaría el esfuerzo de la consolidación fiscal en el mediano plazo.
América Central y la República Dominicana se han beneficiado de la caída de los precios del petróleo, un crecimiento más vigoroso en Estados Unidos y el incremento de las remesas, pero el reciente debilitamiento de los precios mundiales del café y del banano podría reducir ese impulso. Si bien los países del Caribe que dependen del turismo también se benefician de los bajos precios de la energía y la recuperación de Estados Unidos, la caída de los precios del petróleo, el oro y la alúmina han empeorado las perspectivas para los países del Caribe dependientes de las materias primas.
¿Qué podría fallar?
El aumento de las tasas de interés de Estados Unidos, llevado a cabo en diciembre pasado, tuvo un impacto limitado en los precios de los activos de Estados Unidos y América Latina, lo cual confirma que en gran medida los mercados ya habían incorporada esa decisión en los precios. Los riesgos restantes se relacionan con el sendero de tasas de interés previsto, donde la incertidumbre o revisiones repentinas podrían elevar la prima por plazo, situación que a su vez tendría efectos sustanciales en las tasas de interés a largo plazo de la región.
La región sigue siendo particularmente vulnerable a una desaceleración mayor que la prevista en China —uno de los más importantes socios comercial para la región—y a nuevas caídas de los precios de las materias primas.
En la propia región, un mayor deterioro de la situación de Brasil podría provocar un cambio repentino en la valoración de los activos regionales, así como una menor demanda de exportaciones entre los socios comerciales integrantes del Mercosur.
La recuperación de la inversión podría demorarse debido al alto nivel de apalancamiento que registran las empresas de la región. Ante la perspectiva de que el crecimiento de mediano plazo permanezca bajo, las empresas quizá deban ajustar sus balances, lo cual debilitaría las perspectivas para la inversión privada.
Prioridades de políticas
Las fuertes depreciaciones han creado tensiones incluso para los bancos centrales de la región que tienen un régimen de metas de inflación bien establecido. Al tiempo que la depreciación de la moneda interna aumentó la inflación, los bancos centrales debieron moderar el ajuste y mantuvieron las condiciones monetarias suficientemente relajadas para estimular la débil demanda interna. Pero el continuo deterioro de los precios internacionales de las materias primas ha provocado una inédita persistencia de la depreciación, haciendo que la inflación permanezca por encima de las metas de los bancos centrales durante un largo tiempo, excepto en México. Si bien mediante un claro proceso de comunicación se ha logrado mantener las expectativas de inflación adecuadamente ancladas, los bancos centrales respondieron a los últimos repuntes en las expectativas de inflación elevando levemente las tasas. En vista de los déficits en cuenta corriente existentes en toda la región, probablemente será necesario continuar con el ajuste del sector externo, lo que pondrá mayor presión sobre los tipos de cambio y dificultará la tarea de los bancos centrales de la región, particularmente ante la falta de presiones de demanda agregada.
En un contexto mundial que, según se proyecta, seguirá débil, prevemos que la región crezca a paso lento durante un período prolongado. El año 2016 será un momento para que las autoridades de la región actúen con cautela: es necesario permitir que el ajuste continúe y preservar los márgenes de maniobra de política económica. Las perspectivas regionales solo comenzarán a lucir más prometedoras cuando los desafíos internos que sufren las economías que actualmente se están contrayendo se hayan resuelto.

¿Cómo se consigue el cambio?

Aunque el idealismo está muy bien, no es una virtud a menos que se acompañe de realismo


El presidente de EE UU, Barak Obama, durante una intervención en Detroit. Daniel Mears AP

Todavía hay bastantes expertos decididos a fingir que los dos grandes partidos de Estados Unidos son simétricos; igual de reacios a afrontar la realidad, igual de obligados a adoptar posturas extremas por los grupos de presión y rabiosamente partidistas. Por supuesto, son tonterías. Planned Parenthood no es lo mismo que los hermanos Koch, como tampoco Bernie Sanders es el equivalente moral de Ted Cruz. Y sigue sin haber un homólogo demócrata de Donald Trump.

Es más, cuando los expertos que se autodenominan centristas hablan con concreción de las políticas que quieren, tienen que dar mil vueltas para no admitir que lo que describen son, básicamente, las posiciones de un tipo llamado Barack Obama. Aun así, existen ciertas corrientes de la vida política que sí discurren por ambos partidos. Y una de ellas es la persistente y falsa ilusión de que una mayoría oculta de votantes estadounidenses respalda las políticas radicales o se le puede convencer para que lo haga, siempre que la persona adecuada las defienda con el fervor suficiente.

Lo vemos en la derecha, entre los conservadores más extremistas, que insisten en que solo la cobardía de los dirigentes republicanos ha impedido la revocación de todos los programas progresistas instaurados desde hace dos generaciones. De hecho, también vemos otra variante de esta tendencia entre los republicanos refinados, los del club de campo, que siguen imaginando que representan a la corriente mayoritaria del partido aun cuando los sondeos demuestran que casi dos tercios de los probables votantes de las primarias apoyan a Trump, Cruz o Ben Carson.

Por otra parte, para la izquierda siempre existe un contingente de votantes idealistas deseosos de creer que un líder lo bastante altruista podría apelar a lo mejor de la naturaleza estadounidense y persuadir a la ciudadanía de que apoye una reforma radical de nuestras instituciones. En 2008, ese contingente se congregó en torno a Obama; ahora respalda a Sanders, quien ha adoptado una postura tan purista que, el otro día, criticó a Planned Parenthood (que ha apoyado a Hillary Cinton) por formar parte de “la clase dirigente”.

Pero como descubrió el propio Obama nada más asumir el cargo, la retórica transformativa no es el camino hacia el cambio. Lo cual no significa que él sea un fracaso. Al contrario, ha sido un presidente de lo más trascendente, y ha hecho más por sacar adelante los programas progresistas que cualquier otro desde Lyndon B. Johnson.

Sin embargo, sus logros han dependido en todo momento de la aceptación de medidas a medias, porque son mejores que nada: una reforma sanitaria tras la cual gran parte del sistema sigue siendo privado; una reforma financiera que limita mucho los abusos de Wall Street sin destruir por completo su poder; subidas de impuestos a los ricos, pero ningún plan de gran envergadura contra la desigualdad.

Existe una especie de pequeña controversia entre los demócratas sobre quién puede afirmar que es el verdadero heredero de Obama, si Sanders o Clinton. Pero la respuesta es evidente: Sanders es el heredero del candidato Obama, pero Clinton es la heredera del presidente Obama. (De hecho, la reforma sanitaria que se aprobó era, en esencia, una propuesta de ella, no de él).

¿Podría Obama haber sido más transformador? Tal vez podría haberse arriesgado más, pero lo cierto es que salió elegido en las circunstancias más favorables posibles —una crisis financiera que desprestigió por completo a su predecesor— y, aun así, se enfrentó a una oposición devastadora desde el primer día.

Y la pregunta que deberían plantearse los defensores de Sanders es si alguna vez ha funcionado esa teoría suya sobre el cambio. Incluso Roosevelt, que capeó el temporal de la Gran Depresión y obtuvo una mayoría aplastante, tuvo que ser pragmático desde un punto de vista político y trabajar no solo con los grupos de presión, sino también con los racistas sureños.

Recuerden, además, que las instituciones que Roosevelt creó eran añadidos, no sustitutos: la Seguridad Social no reemplazó las pensiones privadas, a diferencia de la propuesta de Sanders de sustituir los seguros privados por la atención privada con financiación pública. Ah, y al principio la Seguridad Social solo cubría a la mitad de los trabajadores, y en consecuencia excluía en gran medida a los afroamericanos.

Para que quede claro: no pretendo decir que alguien como Sanders sea inelegible, aunque es evidente que los operarios republicanos preferirían enfrentarse a él que a Clinton; saben que el apoyo del que ahora goza Sanders no significa nada porque todavía no se ha enfrentado nunca a su máquina de ataque. Pero aunque se convirtiera en presidente, acabaría topándose con las mismas realidades inexorables que han atado de manos a Obama.

La cuestión es que, aunque el idealismo está muy bien y es esencial —hay que soñar con un mundo mejor—, no es una virtud a menos que vaya acompañado de un realismo pragmático en cuanto a los medios con los que lograr esos fines. Eso es así, incluso cuando, como hizo Roosevelt, uno capee un maremoto político que acaba llevándole a la presidencia. Y es todavía más cierto para cualquier demócrata actual, que tendrá suerte si su partido controla siquiera una cámara del Congreso en algún momento de esta década.

Lo siento, pero no tiene nada de noble ver que los valores caen derrotados porque uno ha preferido los sueños felices a la dura reflexión sobre los medios y los fines. No hay que dejar que el idealismo se convierta en una complacencia destructiva.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía 2008. ©The New York Times Company, 2016. Traducción de News Clips.

Los emigrados que regresan a Cuba

Mientras la migración cubana hacia los EEUU alcanza cifras récord, también crece el número de emigrados que regresan a Cuba. Mauricio Estrada es uno de los miles de cubanos que han decidido volver a residir en la isla, tras pasar 14 años en España. Junto con su hermano abrió un restaurante español, 'Toros y Tapas', en La Habana.

Mauricio abrió un restaurante español en La Habana.
LA HABANA.- Mauricio es técnico medio en economía y graduado de la escuela de hostelería del Hotel Sevilla de La Habana pero en Cuba no había podido ejercer su profesión. En el 2003 su hermano, que ya vivía en España le propone salir. “Yo trabajaba como taxista de forma ilegal, arriesgándome a meterme en problemas, así que decidí que lo mejor era irme”. Y en España “encontré lo que buscaba, oportunidades de trabajo y de desarrollarme profesionalmente. En aquellos tiempos no había crisis y había mucho trabajo de hostelería. Dejabas uno y a la semana estaba trabajando en otra parte”.
"En España yo trabajé siempre para otro, una de las razones que me hizo regresar a Cuba fue la de tener un negocio propio con mi hermano, tener algo mío".
Recuerda que le “fue engorroso acostumbrarme al sistema de buscar trabajo. En Cuba nunca había existido eso de salir puerta por puerta entregando tu currículo. Me daba un poco de corte hasta que me di cuenta de que era normal y que si no lo hacía me moriría de hambre. Así que recorrí bares, restaurantes, dejando mis datos y esperaba que me llamaran. Es lo que está haciendo la gente ahora aquí con el trabajo por cuenta propia, por mi puerta pasan todos los días jóvenes buscando trabajo. Eso antes era impensable”.

El restaurante de Mauricio se llama 'Toros y Tapas'.
El restaurante de Mauricio se llama 'Toros y Tapas'.
El primer choque en España fue con el ritmo de la hostelería. “El trabajo que en Cuba lo hacen 2 ó 3 en España lo hace 1. Los salarios no son iguales pero el trabajo allá es muy movido, muy movido. Yo aquí hablo sobre eso con los chavales que trabajan conmigo pero les cuesta coger el ritmo. Yo me he adaptado al punto de que no hay cosa que me moleste más que tener un cocinero que me arrastre lo pies, eso lo aprendí allí”.

Mauricio agradece a España por el bagaje que le dio. “De allí traigo todo el conocimiento, todo lo aprendido. Ideas innovadoras tanto a nivel empresarial como profesional. Y todo lo aprendí por las buenas, cuando me preguntaban siempre decía que sabía hacerlo todo y después me metía en Internet por las noches para ver cómo se hacia ese plato. Encontraba una receta para 4 personas y al día siguiente la preparaba para 60 comensales”.

El regreso

Recuerda que “estaba trabajando de segundo en la cocina de un hotel en Ibiza cuando me llama mi hermano para decirme que había pasado por Cuba y visto una casa muy buena para montar un restaurante. Y me pregunta si estoy dispuesto a volver para llevar el negocio, le dije que me diera una semana para pensarlo, llevaba 14 años allí y el paso era difícil pero finalmente le respondí que sí”.
"Yo he trabajado por toda España y me nutrí de las recetas regionales. En mi restaurante servimos callos a la madrileña que solo se venden en Cuba en dos sitios".
Eligieron Cuba “porque la cocina que yo había aprendido es la que hace todo el mundo en España, en cambio en Cuba la hacen muy poca gente. Yo he trabajado por toda España y me nutrí de las recetas regionales. En mi restaurante servimos callos a la madrileña que solo se venden en Cuba en dos sitios, cabeza de jabalí somos los únicos que la ofrecemos, igual que la carrillada”. Aunque trata de adaptarse a los productos que más abundan en la isla, “la carta incluye mariscos, pescado, cochinillo, conejo pero todo preparado de manera diferente a como está acostumbrado el cubano”.

El negocio marcha mejor de lo que esperaban, “teníamos pronosticado unos meses de pérdida, como en todo negocio que se inicia, pero hasta ahora nunca hemos tenido pérdidas. Vamos creciendo poco a poco, no hay tanta gente con dinero y cada vez hay más restaurantes”. Sin embargo, a pesar de todo reconoce que en Cuba “con menos dinero haces más que afuera. En Madrid no hubiera podido tener un restaurante como este en una zona así, Miramar es como Velázquez o el barrio Salamanca”.
Mauricio es técnico medio en economía y graduado de la escuela de hostelería del Hotel Sevilla de La Habana.
“Te acostumbras a vivir otra vez aquí aunque te molesta que te falten algunas cosas”, dice y lo primero que menciona es Internet, “eso de tenerlo en el móvil y poder consultarlo todo. También extraño a los colegas, como extrañé a los colegas de aquí cuando me fui a España y ahora cuando regreso encuentro que unos están casados otros se han ido. Vuelves a partir de cero otra vez”.

Dice Mauricio a Público que “repatriarse no es un trámite complejo, vas al consulado, llenas unos formularios y tienes que venir aquí. Eso sí debes tener alguien que te acepte en su vivienda mientras compras otra, en mi caso fue mi madre. Te dan además la posibilidad de traer un contenedor con los bienes que has adquirido durante tu vida fuera de Cuba”.

Pero los sentimientos son más complejos que los trámites legales. “Regresar se siente extraño, por más que uno lleve muchos años fuera de su país, apenas unos meses después de regresar parece que no te hubieras ido nunca de aquí. Es un sentimiento raro, es volver a estar en tu país y, aunque te molesten algunas cosas, no dejas de sentirte que estás otra vez en casa”.