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sábado, 6 de febrero de 2016

China responde a Obama que ningún país puede escribir las reglas del comercio

EFE 
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Getty.
China rechazó hoy las afirmaciones del presidente estadounidense Barack Obama, quien afirmó que la firma del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, en inglés) permite a EE.UU. y no a China "escribir las reglas del camino".
Las normas del comercio internacional en el siglo XXI "no serán decididas por ningún país de forma unilateral", afirmó un portavoz del Ministerio de Exteriores, Lu Kang, quien aseguró que China jamás ha sugerido que quiera fijar esas reglas.
"Siempre hemos mantenido que la Organización Mundial del Comercio (OMC) debería tener el liderazgo" en el establecimiento de esas normas, añadió Lu en una conferencia de prensa.
El portavoz respondió así a una pregunta sobre la afirmación de Obama, quien en un comunicado afirmó que "el TPP permite que sea EE.UU. y no países como China quienes escriban las reglas del camino en el siglo XXI, lo que es especialmente importante en una región tan dinámica como la de Asia-Pacífico".
El TPP fue rubricado en la ciudad neozelandesa de Auckland por ministros y representantes de Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Perú, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam.
Este acuerdo, apoyado activamente por Estados Unidos, ha sido considerado como un contrapeso a la influencia económica de China en la región, y otros países como Colombia, Indonesia y Filipinas han manifestado su interés en unirse a él.
El Ministerio chino de Comercio dijo ayer, tras la firma, que Pekín está estudiando el acuerdo, y confió en que los diferentes mecanismos para liberalizar el comercio en la región Asia-Pacífico "se complementen entre sí".

¿Quién odia la reforma sanitaria?

Lo último que deberían hacer los progresistas es rechazar los avances logrados


Ted Cruz ha vivido una situación instructiva en Iowa, aunque no vaya a aprender nada del episodio. Un votante le contó a Cruz la historia de su cuñado, un peluquero que nunca había podido permitirse un seguro sanitario. Finalmente consiguió uno gracias a la reforma sanitaria del Gobierno de Obama… y descubrió que era demasiado tarde. Tenía un cáncer terminal y no fue posible hacer nada.

El votante preguntó cómo iba el candidato a sustituir una ley que podría haber salvado a su cuñado si hubiese entrado en vigor antes. Ni que decir tiene que todo lo que escuchó fue la charla habitual sobre las normas gubernamentales y las repetidas afirmaciones falsas de que Obamacare ha destruido “millones de puestos de empleo” y provocado que “se disparen” los precios de las primas de seguros.

Para que conste, desde que la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible entró plenamente en vigor, el crecimiento del empleo ha sido el mejor que se ha registrado desde la década de 1990 y los costes sanitarios han ido aumentando mucho más despacio que antes.

De modo que Cruz tiene un problema con la verdad. Pero ¿qué más podemos aprender de este encuentro? Que la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible ya está haciendo muchísimo bien. Llegó demasiado tarde para salvar la vida de un hombre, pero sin duda salvará la de muchos otros. ¿Por qué entonces oímos no solo a los conservadores, sino también a muchos progresistas, poner por los suelos el mayor logro político del presidente Obama?

En parte, la respuesta es que Bernie Sanders ha decidido convertir las nuevas críticas hacia la reforma, y la insistencia en que sea el Estado el que sirva de único intermediario entre los usuarios y los proveedores sanitarios, en elementos fundamentales de su campaña presidencial. Así que algunos defensores de Sanders han empezado a atacar Obamacare diciendo que es un sistema fallido.

Vimos algo similar allá por 2008, cuando algunos seguidores de Obama se convirtieron de forma pasajera en enemigos encarnizados del requisito de que todo el mundo contratase un seguro —la llamada obligación individual— que Hillary Clinton defendía, pero al que Obama se oponía. (Una vez en el cargo, Obama admitió que, de hecho, ella tenía razón, e incluyó dicha obligación en su propuesta).

Pero la verdad es que Sanders no ha hecho más que amplificar las críticas hacia la reforma sanitaria que ya circulaban entre la izquierda. Y aunque algunas de esas críticas están justificadas, otras no.

Empecemos con las críticas buenas, relacionadas con la cobertura y los costes. El número de estadounidenses sin seguro ha caído en picado, especialmente en los Estados que se han esforzado para que la ley funcione. Pero millones de ciudadanos siguen sin cobertura y, en algunos casos, las elevadas franquicias hacen que esta sea menos útil de lo que debería.

Este problema no es inherente a un sistema de responsabilidad individual: otros países con sistemas similares a Obamacare, como Holanda y Suiza, gozan de una cobertura casi universal aun cuando dependen de aseguradoras privadas. Pero no parece probable que Obamacare, tal como está diseñada en la actualidad, permita llegar a eso, quizá porque su financiación sea un tanto escasa.

Por otro lado, aunque el control de los costes tiene incluso mejor aspecto de lo que esperaban los defensores de la reforma, la asistencia sanitaria estadounidense sigue siendo más cara que la de cualquier otro país.

Así que sí, Obamacare tiene algunos problemas reales. La pregunta es cómo afrontar esos problemas de un modo políticamente viable.

Gran parte de lo que le oigo decir a la izquierda no son quejas porque la reforma se quede corta, sino muestras de indignación porque las aseguradoras privadas tengan siquiera que intervenir. La idea parece ser que cualquier interés por ganar dinero empaña todo el proyecto.

Esta es, sin embargo, una crítica muy mala. Sí, Obamacare ha mantenido los seguros privados, sobre todo para evitar grandes cambios políticamente arriesgados a los estadounidenses que ya tenían un buen seguro, pero también para ganarse el apoyo, o al menos la aquiescencia, del sector de los seguros. Pero el hecho de que algunas aseguradoras estén ganando dinero gracias a la reforma (y sus beneficios tampoco son, por cierto, tan elevados) no es motivo para oponerse a ella. Lo importante es ayudar a quienes carecen de seguro, no castigar ni demonizar a las aseguradoras.

Y hablando de demonizar: un aspecto desagradable y feo de este debate es la tendencia de algunos seguidores de Sanders, y a veces de su propia campaña, a insinuar que cualquiera que cuestione las propuestas del senador debe de ser la herramienta corrupta de ocultos intereses creados.

Hace poco, Kenneth Thorpe, un respetado experto en política sanitaria y defensor de la reforma desde hace mucho tiempo, trató de cuantificar el plan de Sanders y llegó a la conclusión de que costaría bastante más de lo que se afirma en su campaña. Puede tener razón o no, aunque la mayoría de los expertos en temas sanitarios que conozco han llegado a conclusiones similares.

Pero el director político de la campaña atacó de inmediato la integridad de Thorpe: “Proviene de un caballero que trabajó para [la aseguradora] Blue Cross Blue Shield. Es exactamente lo que cabría esperar que pensase alguien que ha trabajado para BCBS”. Madre mía.

Y seamos claros: esta clase de cosas puede hacer daño de verdad. Lo cierto es que, independientemente de a quién nominen los demócratas, las elecciones generales van a ser sobre todo un referéndum sobre si preservamos o no los avances reales aunque incompletos que hemos conseguido en materia de sanidad, reforma financiera y medio ambiente. Lo último que deberían hacer los progresistas es menospreciar esos avances y poner en entredicho los motivos de la gente que, en el fondo, está de su parte.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía.
© The New York Times Company, 2016.
Traducción de News Clips.

¿Así que usted está interesado en visitar Cuba antes de que pierda su 'encanto'?




Foto: EFE

Desde que el presidente Obama ampliara las autorizaciones de viaje a Cuba, hace poco más de un año, los viajes de estadounidenses hacia la isla se incrementaron en más de un 77%. Muchos de los operadores de viaje autorizados han diseñado una variedad de tours que destacan la riqueza cultural de la Isla, su gente y su historia. Con el aumento de los viajes, es común escuchar las experiencias de amigos, colegas y vecinos que han visitado Cuba y que están ansiosos de compartir sus vivencias. También es muy habitual escuchar la repetida frase: "Yo deseo (o deseaba) ir antes de que Cuba perdiera el encanto". Esta perspectiva ignora la posibilidad concreta que muchas de las cualidades que hacen de Cuba un destino tan especial puedan ser mantenidas e incluso incrementadas a través de un desarrollo sostenible.

Esta frase implica que eventualmente Cuba perderá eso especial que tiene. Esta convicción puede deberse en parte al hecho de que, a medida que más estadounidenses visiten la isla, y más aun cuando se elimine por fin la prohibición de viajes, las fotos de un viaje a Cuba publicadas en Facebook serán tan comunes como los viajes a otros destinos en el Caribe. El atractivo de visitar la isla que estaba prohibida eventualmente desaparecerá y, junto a éste, el atractivo de la isla como un destino de viajes de aventura. Pero ésta es sólo parte de la historia.

La otra razón por la cual algunos desean "visitar a Cuba antes de que pierda su encanto" es porque piensan que ese encanto de casas semiderruidas, ron y cigarros baratos, coches antiguos y precios bajos no sobrevivirán el proceso de reforma económica. Algunos temen que a medida que Cuba atraiga inversiones extranjeras y continúe reformando su economía, el desarrollo y crecimiento económico cambiarán profundamente eso que la diferencia de manera tan clara. Aunque es posible que la mayoría de la gente que mantiene esta posición tenga la mejor de las intenciones y pretenda preservar la cultura y herencia única de Cuba, lo que se encuentra implícito en esta postura incluye dos premisas tristes y condescendientes: primero, que el crecimiento económico, desarrollo y prosperidad para el pueblo cubano serían de alguna manera algo no deseado y que afectaría el atractivo de Cuba como país turístico; y segundo, que Cuba ignoraría la necesidad de preservar su propia cultura y tradiciones.

Esta noción de que el desarrollo económico traería la ruina merece más consideración. Después de todo, podemos estar de acuerdo en que las casas derruidas que muchos encuentran encantadoras son los hogares de una o más familias cuya seguridad y bienestar no debería ser comprometido por el fin de su encanto. Los coches antiguos en las carreteras cubanas son hermosos y un testamento del ingenio de los mecánicos cubanos, pero son también el resultados de políticas económicas erradas y del embargo impuesto por los Estados Unidos, el cual también tiene su buena parte de culpa. Y los precios bajos, con ron y cigarros tan baratos, son más el reflejo de los salarios mensuales, con un promedio de veinte dólares, que de un mercado inundado de mercaderías baratas.

El desarrollo económico y el aumento de la calidad de vida para los cubanos en la isla no significan la eliminación del atractivo de Cuba.

El proceso de reformas económicas en Cuba ha creado más de medio millón de emprendedores, muchos de los cuales se encuentran en el sector de servicios relacionado con el turismo. Aquellos turistas que reservan su alojamiento con Airbnb se garantizan una experiencia mucho más auténtica, y pueden hacerlo gracias a la apertura económica que tanto temen. Las mejores comidas que los turistas comerán son las servidas en los paladares, restaurantes privados operados por emprendedores locales. Por lo tanto, mientras que muchos temen que el desarrollo económico pueda arruinar una auténtica experiencia, sin saberlo están disfrutando de sus resultados. Podemos imaginar qué será posible cuando se permita a los emprendedores cubanos ser propietarios u operadores de hoteles, franquicias y empresas de tours.

Cuba, más que nadie, tiene interés en preservar su cultura única y tradiciones. Dado que el turismo es una de las principales industrias del país, mantener el atractivo de Cuba como destino en el Caribe seguiría siendo una prioridad económica. Además, Cuba es ya líder en conservación. Es la sede de nueve sitios designados por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad, y ha protegido aproximadamente el 20% de su territorio y aguas. Los esfuerzos de la Oficina del Historiador de La Habana para preservar y revitalizar la Vieja Habana son un ejemplo de cómo la preservación puede efectuarse en coordinación con y en apoyo del desarrollo económico. El Capítulo XV de la Ley de Inversiones Extranjeras de Cuba establece que la inversión extranjera debe respetar y contribuir al desarrollo sostenible, esfuerzos de conservación del medio ambiente y el uso responsable de los recursos naturales. Los inversores extranjeros deberán priorizar estos esfuerzos de conservación, preservación y protección del medio ambiente.

Cuando las compañías estadounidenses evalúan las oportunidades que ofrece Cuba, deben comprender el complicado legado de las inversiones de Estados Unidos en la isla y buscar oportunidades de jugar un papel constructivo en el país. Esto no sólo ayudará a proteger e incrementar la reputación de sus marcas comerciales, sino que, dado el aumento del escrutinio por parte de reguladores, activistas y de los medios de comunicación, también contribuirá a proteger sus inversiones. Después de años de estancamiento económico y de la continuación de las sanciones de los Estados Unidos, existen múltiples oportunidades para que los inversores extranjeros puedan tener un rol constructivo en Cuba. El entender las prioridades de Cuba y aprovechar la experiencia de la empresa, su conocimiento y recursos, permitirán contribuir y construir sobre los esfuerzos actuales de conservación y preservación en Cuba. Esto proveerá un beneficio social para el pueblo cubano, así como un beneficio económico al garantizar que el atractivo de Cuba como un destino ideal no sea solamente preservado, sino también incrementado.

El desarrollo económico y el aumento de la calidad de vida para los cubanos en la isla no significan la eliminación del atractivo de Cuba. Otros países han encontrado la forma de armonizar estos dos. Costa Rica ha construido una industria de turismo exitosa invirtiendo en la preservación del ambiente. Cuba no solo parte con la ventaja de esta perspectiva, sino también experiencia en preservación histórica, inversiones culturales y protección ambiental. En vez de temer que la inversión extranjera y el desarrollo económico puedan afectar el encanto de Cuba, los escépticos deberán entender cómo, si se hace de manera correcta, el desarrollo sostenible puede hacer de Cuba un destino más próspero y atractivo.

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