Como senaló Gordon sucintamente en su crítica: "Las pruebas se acumulan cada trimestre que pasa en el sentido de apoyar mi opinión de que las contribuciones más importantes a la productividad de la revolución digital son pasado, no futuro. La razón por la que las empresas están gastando su dinero en recompra de acciones en lugar de invertir en plantas y equipos es que la actual ola de innovación no está produciendo novedades suficientemente importantes como para obtener la tasa de beneficio requerida ".
La llegada de los teléfonos móviles e Internet no ha logrado generar una mejora sostenida del crecimiento de la productividad. La producción por hora trabajada en los EE.UU. creció a razón del 3 por ciento anual 10 años hasta 1966, después de lo cual la tasa de crecimiento se redujo, cayendo a sólo 1,2 por ciento durante toda la década de 1980.Después de la puesta en marcha de la web global, el promedio móvil se elevó al 2,5 por ciento en los 10 años anteriores a 2005. Pero luego cayó a sólo el 1 por ciento en la década de 2015. El análisis sectorial de las fuentes de crecimiento de la capacidad productiva refuerza este punto. Durante los 10 años anteriores a 2015, inclusive, el crecimiento promedio de la "productividad total de los factores" en los EE.UU. - una forma de medir la innovación - fue sólo del 0,3 por ciento anual. La productividad ha crecido recientemente muy por debajo de un aumento medio del 2,1 por ciento de los últimos 67 años.
Así, de acuerdo con Gordon, el nuevo gran paradigma para mejorar la productividad innovadora que supuestamente ha originado la revolución digital ha tenido lugar ya y el futuro del boom de los robots y la IA no va a suponer nuevos cambios. Por el contrario, lejos de acelerar el crecimiento económico y la productividad, la economía capitalista mundial se está desacelerando como consecuencia del lento crecimiento de la población y la productividad.
Ahora Gordon ha recopilado todas sus ideas y responde a los que han estado en desacuerdo con él en un nuevo libro, The Rise and Fall of American Growth . "Este libro," escribe Gordon en la introducción, "termina por dudar de que el nivel de vida de los jóvenes actuales duplicará el de sus padres, a diferencia del nivel de vida de cada nueva generación de estadounidenses desde finales del siglo XIX ". Gordon predice que la innovación continuará al mismo ritmo de los últimos 40 años. A pesar de la explosión de progreso de la era del Internet desde la década de 1990, la productividad total de los factores - que recoge la contribución de la innovación al crecimiento - creció durante ese período alrededor de un tercio que en las cinco décadas anteriores.
Gordon cree que la fuerza laboral estadounidense seguirá disminuyendo, en la medida que los ‘baby boomers’ envejecen y abandonan el mundo del trabajo y la oferta de trabajo de las mujeres se estabiliza. Y los avances en educación, un importante motor de la productividad que aumentó fuertemente en el siglo XX, contribuirán poco. Por otra parte, la creciente concentración del ingreso significa que cualquiera que sea la tasa de crecimiento, la mayoría de la población apenas compartirá sus frutos. En total, el profesor Gordon argumenta, los ingresos disponibles de la parte inferior del 99% de la población de Estados Unidos, que ha aumentado alrededor del 2% anualmente desde finales del siglo XIX, crecerá en los próximos decenios a una tasa cercana a cero.
Incluso Ben Bernanke, expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, que se encuentra ahora en la Brookings Institution, simpatiza con los argumentos del profesor Gordon: "Las personas que invierten dinero en los mercados están diciendo que la tasa de rendimiento de las inversiones de capital es menor que hace 15 o 30 años"(…) "El pronóstico de Gordon no está exento de cierta realidad del mercado". Otra serie de datos apunta también en esta dirección. El dinamismo empresarial, medido por el papel de las nuevas empresas en la economía, parece estar disminuyendo . La proporción del empleo en las empresas con menos de cinco años se redujo de aproximadamente el 19 por ciento en 1982 al 11 por ciento en 2011.
Es un panorama sombrío el que Gordon pinta para el futuro del capitalismo estadounidense y, por lo tanto, del mundo. Pero, ¿es correcto? El argumento en contra es que la gente está adoptando nuevas tecnologías, incluidas tabletas y teléfonos inteligentes al ritmo más rápido conocido desde el advenimiento de la televisión. Mientras que la televisión podría decirse que resto valor a la productividad de Estados Unidos, los avances tecnológicos actuales están generalmente orientados hacia una mayor eficiencia a un menor coste y por lo tanto aumentarán el crecimiento de la productividad del trabajo (véase el diagrama de Blackrock de la tasa de adopción de nuevas tecnologías disponibles).
Algunos sostienen, en contra de Gordon, que los estadísticos no son capaces de medir correctamente la producción, en parte por no incluir los servicios gratuitos, como las búsquedas en internet, que generan una gran plusvalía no medida. Pero como Martin Wolf, del Financial Times, señaló recientemente "no es del todo evidente por qué los estadísticos supuestamente han perdido de pronto su capacidad para medir el impacto de las nuevas tecnologías en la década del 2000. Una vez más, la mayoría de las nuevas tecnologías (en el pasado) también han generado una gran plusvalía no medida. Basta pensar en el impacto de la luz eléctrica en la capacidad de estudiar".
Sin embargo, contra Gordon se yerguen toda una miríada de tecno-optimistas y economistas que creen que el mundo está al borde de una explosión de la productividad impulsada por los robots, la inteligencia artificial, la genética, y una serie de nuevas ‘tecnologías de punta’ – que modificarán los empleos y las funciones tradicionales hasta hacerlos desaparecer y reemplazarlos por robots y algoritmos. Los optimistas argumentan que, desde los tiempos de Thomas Malthus, las eras de escasas expectativas como la nuestra han inspirado todo tipo de augurios pesimistas que acabaron siendo falsos cuando las economías volvieron a crecer un par de años después.
La principal oposición a Gordon es la del profesor Joel Mokyr, que trabaja con Gordon en la Universidad Northwestern. Lo que el profesor Gordon no tiene en cuenta, sostiene el profesor Morky, es que la revolución de las tecnologías de la información y otros desarrollos recientes han producido herramientas y técnicas increíbles, desde máquinas de secuenciación de genes a computadoras que analizan montañas de datos a una velocidad alucinante. Todo ello crea nuevas y enormes oportunidades para la innovación, desde la salud hasta la tecnología de materiales y más allá. "Las herramientas disponibles para la ciencia han ido mejorando a una velocidad deslumbrante,( ...) No estoy seguro cómo, pero el mundo de la tecnología en unos 30 a 40 años será muy diferente del de hoy ".
Cada día hay una nueva historia en los medios sobre cómo las personas y sus capacidades son, o pronto serán, sustituidas por máquinas y programas de computación que aprenden por sí mismos. En el Foro Económico Mundial de este año, la reunión anual de la élite mundial de banqueros, políticos, grandes empresarios y militares, en Davos, Suiza, el tema principal fue la ‘cuarta revolución industrial’. Los avances en la robótica y la inteligencia artificial tendrían un efecto transformador similar que la energía de vapor, la electricidad y la computación ubicua alcanzado en los siglos anteriores.
En Davos, Sebastian Thrun, el inventor de los coches auto-conducidos de Google y profesor honorario de la Universidad Tecnológica de Delft, informó a esa élite que "casi todas las industrias establecidas no se está moviendo lo suficientemente rápido" para adaptar sus negocios a este cambio. Sugirió que los coches auto-conducidos harían redundantes a millones de taxistas y que los aviones que funcionan exclusivamente con el piloto automático eliminarían la necesidad de miles de pilotos humanos. Sin embargo, no se preocupe, ya que Thrun se mostró optimista porque estos trabajos redundantes serían reemplazados rápidamente con otros nuevos. "Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, siempre hemos creado nuevos puestos de trabajo", dijo.
Como lo resumió uno de los observadores más prominentes de la nueva 'revolución industrial’, Erik Brynjolfsson, profesor del Instituto de Tecnología de Massachusetts y co-autor de The Second Machine Age, "nos estamos dirigiendo hacia un mundo en el que habrá mucho más riqueza y mucho menos trabajo". Pero continuó, "creo que el mayor cambio inmediato será que la gente... [no permanecerá] en una profesión o un trabajo durante toda su vida ... Eso no debería ser algo negativo, y sería triste que nosotros si lo convirtiéramos en algo negativo ".
Este optimismo contrasta con el propio libro del FEM presentado en Davos, y que argumenta que una mayor automatización y aplicación de la IA en los lugares de trabajo dará lugar a la pérdida de 7.1 millones de empleos en los próximos cinco años en las 15 principales economías, al tiempo que ayudará a crear solo 2 millones de nuevos puestos de trabajo durante el mismo período. En el sector financiero, los ordenadores capaces de pensar, aprender y comprar y vender pueden hacer que incluso nuestros súper rápidos y ultra complejos algoritmos de inversión parezcan arcaicos – y hacer incluso innecesarios, posiblemente, a los gestores humanos de los fondos de inversión. Se podría decir que no será una perdida irremediable. Pero la IA y los robots destruirían millones de empleos en los sectores productivos y por mucho menos dinero. Esta es la perspectiva de lo que aguarda a los trabajadores en un capitalismo dirigido por robots.
No se trata sólo de la pérdida de millones de puestos de trabajo como consecuencia de los robots y la IA: hay quién defiende que se trata de una amenaza a la existencia misma de la humanidad. Ray Kurzweil, inventor y futurista estadounidense, ha pronosticado que en el año 2045 el desarrollo de las tecnologías de la computación llegarán a un punto en el que la IA superará la capacidad del ser humano para comprender y controlar. Stephen Hawking ha argumentado que "el desarrollo de una inteligencia artificial autónoma podría significar el fin de la raza humana". Y Elon Musk, fundador de SpaceX y Tesla Motors , cree que la inteligencia artificial es "potencialmente más peligrosos que las armas nucleares". La "mayor amenaza existencial" para la humanidad, piensa, es una máquina súper-inteligente tipo Terminator que un día podría dominar a la humanidad.
Por otra parte, mientras que los ordenadores son más rápidos, más inteligentes y carecen de los sesgos del comportamiento humanos, también tienen sus propias debilidades. Puede ocurrir un desastre rápidamente. Por ejemplo, Knight Capital, una firma de comercio bursátil de alta frecuencia, se desplomó en 2012 , cuando sus equipos escaparon fuera de control, perdiendo en la práctica 10 millones de dólares en 45 minutos de frenéticas operaciones bursátiles. Como Gavekal, una sociedad de intermediación de inversiones, señaló con acritud en su momento: "A veces, todo lo que los ordenadores hacen es sustituir la estupidez humana por la estupidez de las máquinas. Y, gracias a la velocidad y la orientación preprogramada, la estupidez de las máquinas puede devorar los mercados mucho más rápidamente que cualquier pánico humano”. Los algoritmos basados en técnicas de inteligencia artificial pueden ser la próxima generación de las finanzas cuantitativas, pero incluso los expertos de la industria advierten que se pueden descontrolar cuando tengan que hacer frente a la caótica realidad de los mercados. "Estas cosas en manos de las personas equivocadas puede ser muy peligrosas", dice Tom Doris, director de Otas Technologies. Por ejemplo, los coches auto-conducidos sufrieron el doble de accidentes que los conducidos por humanos en 2013, según un estudio de la Universidad de Michigan . La mayoría de ellos fueron rasponazos pequeños, y los conductores humanos tuvieron la culpa en todos los casos, pero este es un claro ejemplo de cómo pueden ocurrir accidentes cuando el hombre se encuentra con la máquina - ya sea en la carretera o en los mercados.
Pero ¿podrán los robots realmente reemplazar a los humanos dentro de 30 años? Muchos lo dudan. Escenarios como el de Kurzweil son extrapolaciones a partir de la ley de Moore, según la cual el número de transistores en los ordenadores se duplica cada dos años, posibilitando cada vez mayor potencia de cálculo a un coste cada vez menor. Pero Gordon Moore, de quién toma su nombre la ley de Moore, ha reconocido que su generalización es cada vez menos fiable porque hay un límite físico a la cantidad de transistores que pueden caber en un circuito integrado. En cualquier caso, la ley de Moore es una medida de la potencia de cálculo, no de inteligencia. Un robot de limpieza, el Roomba, limpiará el suelo de forma rápida y barata y cada vez mejor, pero nunca va a reservar unas vacaciones para él con mi tarjeta de crédito.
Luciano Floridi de la Universidad de Oxford está de acuerdo en que las máquinas pueden hacer cosas increíbles, a menudo mejor que los humanos. Por ejemplo, el ordenador Deep Blue de IBM jugó y venció al Gran Maestro Garry Kasparov al ajedrez en 1997. En 2011, otra máquina de IBM, Watson, ganó un torneo del concurso de televisión Jeopardy,superando a dos jugadores humanos, uno de los cuales había salido triunfador en 74 torneos seguidos. Deep Blue y Watson son versiones de la "máquina de Turing", un modelo matemático ideado por Alan Turing , que establece los límites de lo que un ordenador puede hacer. Una máquina de Turing no tiene entendimiento, no es consciente, no tiene intuiciones - en resumen, nada de lo que reconoceríamos como vida mental.Carece incluso de la inteligencia de un ratón.
Floridi explica que en 1950 Turing propuso el siguiente experimento. Imagine un juez humano que hace preguntas por escrito a dos interlocutores en otra habitación. Uno de ellos es un ser humano, el otro una máquina. Si el 70 por ciento de las veces, el juez no puede distinguir la diferencia entre la respuesta de la máquina y la del ser humano, entonces se puede afirmar que la máquina ha pasado la prueba. Turing creía que las computadoras serían capaces de pasar la prueba hacía el año 2000. Estaba equivocado. Eric Schmidt, el ex presidente ejecutivo de Google, cree que la prueba de Turing se pasará en 2018. Hasta ahora no ha habido ningún progreso. Los programas de ordenador todavía tratan de engañar a los jueces mediante el uso de trucos desarrollados en la década de 1960.Por ejemplo, en la edición 2015 del Premio Loebner , un concurso anual del test de Turing, un juez preguntó: "El coche no podía caber en el espacio de estacionamiento porque era demasiado pequeño. ¿Qué era demasiado pequeño?". El software que ganó el premio de consolación de ese año respondió: "No soy una enciclopedia andante, como sabes".
¿Cuál es mi posición en este debate?: ¿estamos entrando en una nueva revolución industrial como a principios del siglo XIX que le dará al capitalismo un nuevo aliento para el desarrollo de las fuerzas productivas, incluso si esto significa la pérdida de millones de puestos de trabajo y el aumento de la desigualdad de los ingresos y la riqueza? ¿O son las nuevas 'tecnologías de punta' sólo un espejismo, porque influirán poco a la hora de aumentar el crecimiento económico y la productividad, como sostiene Gordon? Creo que ambas cosas a la vez, dependiendo de la época y de las erupciones cíclicas que caracterizan el modo de producción capitalista.
Siento gran simpatía por las opiniones de Gordon, pero con reservas sobre el calendario.No estoy tan seguro de que el capitalismo emergente no pueda proporcionar un nuevo período de desarrollo capitalista, si al final esta larga depresión no da lugar a la sustitución del modo de producción capitalista mediante la acción política de unos rejuvenecidos movimientos obreros. Además, no es en absoluto seguro que el capitalismo maduro no pueda todavía desarrollar y explotar nuevas tecnologías, incluso si no ha sido capaz hasta ahora, en áreas como la robótica, la inteligencia artificial, la impresión 3D y la nanotecnología. De hecho, hay quienes sostienen que la tecnología de los Estados Unidos en el desarrollo de petróleo y el gas de esquisto desplazará el equilibrio del poder económico de la energía de vuelta hacia América del Norte y las economías capitalistas maduras y lejos del Oriente Medio y Asia.
En la tercera sección del libro de Gordon, analiza por qué el crecimiento de la productividad se disparó en un momento muy especial en la década de 1930. Gordon reconoce que la Gran Depresión fue un período de innovación que "contribuyó directamente al gran salto" en la década de 1940. Gordon también apunta a la "enorme presión para aprender mediante la práctica que se produjo durante la economía de alta presión de la Segunda Guerra Mundial". La Segunda Guerra Mundial dio a América su primer avión de reacción (el Bell P-59), la penicilina producida en masa y la energía nuclear. Tal vez aún más importante, fábricas como los astilleros de Henry Kaiser enseñaron a directivos y trabajadores la forma de acelerar radicalmente la producción.Algo similar podría suceder cuando termine esta larga depresión, como ocurrirá inevitablemente.
Además, el capitalismo podría conseguir un importante impulso gracias a la explotación de los cientos de millones de personas que se incorporan al mercado de trabajo en Asia, América del Sur y Oriente Medio. Esta sería una forma clásica de compensar la tasa decreciente de ganancias en las economías capitalistas desarrolladas. Mientras que la fuerza de trabajo industrial en las economías capitalistas desarrolladas se ha reducido a menos de 150 millones de trabajadores, en la medida que la mano de obra improductiva ha aumentado considerablemente; en las llamadas economías emergentes la mano de obra industrial ha alcanzado los 500 millones, después de haber superado a la fuerza de trabajo industrial de los países imperialistas en la década de 1980. Además, hay un gran ejército de reserva de mano de obra compuesta de desempleados, subempleados o inactivos adultos de otros 2.300 millones de personas en el mundo que también podrían ser explotadas para obtener nueva plusvalía .
Así que capitalismo global puede sobrevivir incluso si no está “en forma” por el momento. O tal vez esa fuerza de trabajo potencial no será “adecuadamente explotada” por el modo de producción capitalista y Gordon está en lo cierto. La tasa de ganancias mundial (no solo la tasa de ganancias de las economías desarrolladas del G-7) ha dejado de crecer desde finales de 1990 y no se ha recuperado hasta el nivel de la edad de oro del capitalismo en la década de 1960, a pesar de la masiva fuerza de trabajo global potencial. Parece que los factores contra-actuantes de la inversión extranjera en el mundo emergente, en combinación con las nuevas tecnologías, no han sido suficientes para empujar hacia arriba la tasa de ganancias mundial en la última década, hasta ahora. Todavía estamos en una fase descendente del ciclo capitalista global.