Esta semana ha comenzado la reunión semestral del FMI y el Banco Mundial en Nueva York. Es una oportunidad para que los estrategas económicos del mundo hagan balance del estado de las principales economías del mundo. Y las noticias no son buenas. A comienzos de este mes, la OCDE, que se ocupa de las 30 principales economías del mundo, informó en su ‘interim economic forecast’ que el crecimiento del PIB mundial (incluyendo India y China) se estancaría en torno al 3% en 2016, con sólo una modesta mejora prevista para 2017. En general, la OCDE cree que la economía mundial "se mantuvo en una fase de bajo crecimiento con un decepcionante bajo crecimiento que afectará a las expectativas y tendrá como consecuencia un debilitamiento del comercio, la inversión, la productividad y los salarios". Catherine Mann, economista jefa de la OCDE, dijo: "Se necesita actuar para sacar a la economía mundial de la trampa del bajo crecimiento". "La espiral no es ascendente, sino descendente. Con caída del comercio, baja productividad, y reducción del crecimiento global".
En cuanto al comercio mundial, antes de la reunión del FMI este fin de semana, sus economistas publicaron un capítulo de sus próximas Perspectivas de la economía mundial en el que argumentan que una de las características del bajo crecimiento (depresión) actual ha sido la caída sin precedentes del crecimiento del comercio mundial. "Desde 2012, el crecimiento del volumen del comercio mundial de bienes y servicios ha sido menos de la mitad que en las tres décadas anteriores. Apenas se ha mantenido a la par con el PIB mundial y la desaceleración ha sido generalizada”. Los economistas del FMI calculan que este débil crecimiento del comercio es sobre todo un síntoma de la lenta recuperación económica. "De hecho, hasta tres cuartas partes del déficit de crecimiento real del comercio desde 2012, en comparación con 2003-07, puede atribuirse a un crecimiento económico global más débil, en particular de una inversión moderada".
La UNCTAD, la organización de la ONU que sigue las economías de los llamados países en desarrollo, publicó un informe en el que llegó a la conclusión de que el mundo está a punto de "entrar en una tercera fase de la crisis financiera". Las campanas de alarma han estado sonando durante la explosión de los niveles de deuda de las empresas en las economías emergentes, que ahora supera los 25 billones de dólares. "No se pueden descartar espirales deflacionarias dañinas". Según la UNCTAD, muchos países "en desarrollo" no están desarrollándose. No hay inversión en los sectores productivos. Muchos países han aumentado la distancia con los países ricos en relación con la década de 1980, a pesar de la "apertura" de sus economías a los flujos de capital multinacionales. Mientras que la participación de los beneficios en el PIB en las economías emergentes se ha elevado a un máximo histórico del 36% del PIB desde el 30% en 1980, la inversión privada ha caído al 17%, desde el 21%. En otras palabras, la mayor parte de los beneficios obtenidos han salido del país o se han invertido en sectores no productivos como el inmobiliario o la especulación financiera.
Además, como las tasas de interés mundiales han caído, la deuda corporativa en los mercados emergentes ha aumentado del 57% al 104% del PIB desde finales de 2008, lo que representa un riesgo real de colapso financiero si se produce una nueva recesión global o si las tasas de interés aumentan bruscamente y las monedas nacionales se hunden frente al dólar o el euro.
La débil inversión es la mayor preocupación de todos estos organismos internacionales. Y también ha sido causa del mensaje de alarma de los estrategas económicos del sector privado como los consultores de gestión McKinsey,. En un nuevo informe, llamado Turbulence ahead: Renewing consensus amidst greater volatility, McKinsey explica por qué el comercio y el crecimiento mundial se han desacelerado a niveles tan bajos desde el final de la Gran Recesión en 2009. "El impacto de la crisis financiera mundial de 2008 provocó la primera caída registrada del PIB mundial y dado que la resaca se ha mantenido, muchos países luchan con recuperaciones inesperadamente débiles". Y no va a mejorar según McKinsey: "lo más preocupante es que las perspectivas de crecimiento a largo plazo son alarmantes. La proyección del crecimiento del PIB anual de 2014 a 2064 se reduce a la mitad, cayendo a un 2,1 por ciento a nivel mundial y un 1,9 por ciento para los países desarrollados".
Las políticas existentes adoptadas por los gobiernos no han funcionado: "la inversión privada y pública permanecen insensibles a este crédito barato. Incluso la muy esperada política de flexibilización cuantitativa ha hecho poco para cambiar esta situación". El crecimiento de la inversión ha disminuido significativamente desde el año 2008. Se derrumbó por completo en la Unión Europea, disminuyendo en 330.000 millones de dólares. A pesar de que la inversión bruta en los EE.UU. ha aumentado, la inversión neta como porcentaje del PIB se ha reducido a la mitad desde 2007. Las empresas han invertido en activos de más corta duración, pero no han conseguido compensarlo aumentando la inversión bruta. Sin la inversión dirigida por el Estado en China, las cifras globales serían aún peores. "China ha apuntalado la inversión global, y constituye el 79 por ciento del aumento de la inversión desde el año 2008. Sin embargo, esto no va a durar: se espera que el crecimiento anual de la inversión en China caiga desde un 10,4 por ciento entre 2008 y 2015 al 4,5 por ciento entre 2015 y 2030".
De hecho, los datos más recientes de EE UU -hasta mediados de 2016- muestran que la inversión fija de Estados Unidos se ha paralizado.
He tratado la causa de este pobre historial de inversión en varias notas. En mi opinión, no se debe a "la falta de demanda de los consumidores" que impide a las empresas mayores inversiones. El crecimiento del gasto de los consumidores ha sido relativamente robusto desde el año 2009. De hecho, cuando se excluye el gasto de los consumidores, el resto de la economía de Estados Unidos ya está en territorio negativo.
La mala o incluso negativa inversión tampoco es debida a la "incertidumbre" o la regulación etc. Sólo se debe a la rentabilidad. He citado un número creciente de estudios que lo confirman. Por ejemplo, los economistas convencionales Kothari, Lewellen y Warner escribieron un artículo titulado "El comportamiento de la inversión empresarial".
Los autores encuentran una estrecha correlación causal entre el movimiento de la inversión empresarial en Estados Unidos y la rentabilidad empresarial. Los tres autores del documento deducen que "el crecimiento de la inversión es altamente predecible, hasta un 1 ½ años de antelación, utilizando las ganancias pasadas y los rendimientos de las acciones, pero tiene poca relación con las tasas de interés, los márgenes de crédito, o la volatilidad de las acciones. De hecho, los beneficios y los rendimientos de las acciones anegan el poder predictivo de otras variables propuestas en la literatura". Y que "los beneficios muestran un patrón de ciclo empresarial claro y una clara correlación con la inversión".
Los datos muestran que la inversión crece rápidamente después de altas ganancias y retornos consistentes de las acciones en prácticamente cualquier modelo de inversión empresarial, pero puede tomar hasta un año y medio para ajustarse plenamente. Esta era exactamente la conclusión a la que llegué en mi propio estudio y de forma conjunta con G Carchedi.
Y en un informe reciente, los economistas de JP Morgan señalan que los ratios capital-producción están por encima de su promedio histórico y que la productividad del capital ha mostrado la tendencia más débil en la última década. En términos marxistas, la composición orgánica del capital va en aumento y los rendimientos del capital social están disminuyendo. Las últimas cifras oficiales de capital social hasta 2015 en los EE UU están ya disponibles, así que en una futura nota voy a actualizar la evolución de la tasa de beneficio de EE UU a la Marx.
Pero mientras tanto, permítanme referirme al trabajo de un economista de la Reserva Federal de Cleveland, que encontró que "un análisis de correlación simple muestra que la correlación entre la evolución de los beneficios empresariales y la paralela de la producción industrial es del 54 por ciento; pero la correlación sube al 66 por ciento si utilizo los datos del trimestre previo para la producción industrial. Del mismo modo, la correlación entre la evolución de los beneficios empresariales y la evolución paralela de la inversión privada interna bruta es del 57 por ciento, pero la correlación sube al 68 por ciento utilizando los datos del trimestre previo de la inversión. Más formalmente, una prueba de causalidad de Granger indica que la variación trimestral de los beneficios conduce a una variación trimestral de la producción con una diferencia de un trimestre, pero la evolución de los beneficios es independiente de los cambios en la producción. Una relación similar se aplica a la variación trimestral entre beneficios e inversiones. 6 Por lo tanto, las empresas parecen ajustar su producción e inversión tras experimentar una caída en sus ganancias".
De acuerdo con Dubravko Lakos-Bujas de JP Morgan, desde 1900 ha habido 27 casos de dos trimestres consecutivos de caída de los beneficios empresariales, similares a lo que tenemos ahora. Lakos-Bujas escribe:"La disminución de los beneficios empresariales, medido por acciones EPS de EE.UU. han sido seguida de cerca por, o coincidió con, una recesión 81% de las veces desde 1900".
Los economistas de Deutsche Bank también han llegado a conclusiones similares. Citan cuatro indicadores que aparecieron antes de las recesiones en 1990, 2001 y 2008. Y están las cuatro en rojo actualmente. En primer lugar, ya hay una recesión de beneficios en los Estados Unidos. Han ido disminuyendo desde que alcanzaron su punto máximo en el segundo trimestre de 2014. En segundo lugar, el Índice de Condiciones del Mercado de Trabajo de la Reserva Federal, un rastreador de múltiples indicadores, pasó a ser negativo en agosto. Un situación por debajo de cero fue seguido por una recesión en cinco ocasiones en los últimos 40 años. En tercer lugar, el crecimiento de la tasa capital-gasto se ha vuelto negativa, un 2% más que el año pasado. Y en cuarto lugar, las tasas de morosidad de las empresas están aumentando.
Sólo un año (1986) en los últimos 60, los márgenes empresariales estadounidenses declinaron sin que esto provocara una recesión. También fue el único período en 40 años en el que no hubo una recesión a pesar de que el crecimiento de la tasa capital-gasto disminuyó. Así que por lo general, la inversión sigue la evolución de los beneficios. Y las últimas cifras de Estados Unidos lo demuestran.
Mientras se desarrollan las reuniones del FMI y el Banco Mundial, la economía global se mantiene en un estado débil. Los economistas del FMI están pidiendo una acción coordinada mundial para "contrarrestar la desaceleración renovada". En un nuevo documento afirman que solo políticas correctas pueden "acabar con la preocupación generalizada de que los políticos poco pueden hacer cuando se enfrentan a un círculo vicioso de (muy) bajo crecimiento, (muy) baja inflación, tasas de interés cercanas a cero, y altos niveles de deuda". Su sugerencia es adoptar medidas de política fiscal (gasto público e inversión); a aplicar "reformas estructurales" en los mercados de trabajo y fortalecer los bancos y los sistemas financieros.
Aparte de la cuestión de si alguna de estas políticas funcionará, no hay ninguna señal de que los gobiernos de las principales economías estén dispuestos a coordinar globalmente ninguna acción política. La inversión pública para compensar la debilidad de la inversión privada está cayendo en la mayoría de los países para tratar de "equilibrar el presupuesto" y reducir la deuda pública. Las reformas estructurales (es decir, la privatización y el recorte de los derechos laborales) se enfrentan a una oposición seria de los trabajadores. Y ahora hay nuevas señales de que los bancos están otra vez con problemas (Deutsche Bank; los bancos italianos, etc.).
El crecimiento del PIB real per cápita se está desacelerando, tanto en las economías capitalistas avanzadas como en las llamadas emergentes, mientras que el gran monstruo de la expansión global, China, también se está desacelerando. Ahora bien, si la economía de Estados Unidos reduce aun más su ritmo de caracol, será muy difícil evitar una nueva crisis mundial. Los indicadores están empezando a ponerse rojos. Por lo tanto, como dice McKinsey, nos espera una turbulencia global.
es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
https://thenextrecession.wordpress.com/2016/09/29/global-turbulence-ahead/
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