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lunes, 31 de octubre de 2016

Cuba incumplirá objetivo de crecimiento para cierre del año, según ministro

Cuba va a incumplir su objetivo de crecimiento del PIB para el cierre de año, que ya se había rebajado al 1 %, debido a "dificultades financieras coyunturales", indicó hoy su ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, en la inauguración de la Feria Internacional de La Habana (Fihav 2016).


La Habana, 31 oct (EFE).- Cuba va a incumplir su objetivo de crecimiento del PIB para el cierre de año, que ya se había rebajado al 1 %, debido a "dificultades financieras coyunturales", indicó hoy su ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, en la inauguración de la Feria Internacional de La Habana (Fihav 2016).

"Cuba atraviesa limitaciones financieras coyunturales. Esto ha afectado el ritmo de crecimiento del PIB en el primer semestre, que ha sido menor de lo esperado. Y esas limitaciones comprometen las proyecciones para el cierre del año", señaló el ministro en la apertura de la mayor bolsa comercial del Caribe.

Después de crecer 4 % en 2015, el Gobierno cubano pronosticó un aumento del Producto Interno Bruto de 2 % para 2016, objetivo que a mitad de año rebajó al 1 %, una meta que ahora también parece difícil de cumplir.

Según el ministro, esta situación se debe al "endurecimiento del bloqueo" de EE.UU. a la isla y su carácter "extraterritorial" que dificulta hacer negocios con empresas de terceros países; así como a la crisis económica global.

No obstante, a pesar de este escenario, el ministro reafirmó la voluntad de Cuba de "cumplir sus obligaciones de pago con acreedores" y señaló que ha mantenido sus compromisos de reordenamiento de la deuda tras el acuerdo logrado en diciembre de 2015 con los quince países prestamistas del Club de París.

Con ellos, la isla acordó el reordenamiento de su deuda de 11.100 millones de dólares en cesación de pagos desde 1986; de manera que los acreedores condonaron los 8.500 millones de dólares de intereses y la isla se comprometió a pagar los 2.600 millones de dólares adeudados en un periodo de 18 años.

Según Malmierca, la reestructuración de la deuda "abre una nueva era en la relación con los países acreedores" al restablecer la "credibilidad internacional de la economía cubana", además de permitir a la isla el acceso a créditos a mediano y largo plazo.

Al inaugurar la 34 edición de Fihav, "una cita casi obligatoria para hacer negocios con Cuba", Malmierca destacó el papel del capital foráneo como "fuente importante y necesaria" para el desarrollo del país, que requiere una inyección anual de unos 2.500 millones de dólares de inversión extranjera para hacer sostenibles las reformas que buscan actualizar el modelo socialista de la isla.

Por ello, en el marco de la feria, el Gobierno cubano presentará mañana una nueva actualización de su cartera de negocios para el capital extranjero, que crece "tanto en número de negocios como en inversión" e "incorpora sectores no incluidos en ediciones anteriores".

"Bajo ninguna circunstancia Cuba aspira a depender de un solo mercado. Y por tanto la Fihav debe seguir jugando un importante papel para potenciar los vínculos en ese sentido", indicó el ministro en la inauguración de la feria, que cuenta con la participación de delegaciones de 75 países.

Prevista hasta el próximo 4 de noviembre, Fihav 2016 es la mayor edición en cuanto a área expositiva, que se extenderá por 18.400 metros cuadrados, unos 2.000 más que el año pasado, con la presencia de más de 4.500 expositores de todo el mundo. EFE

Abre sus puertas La XXXIV Feria Internacional de La Habana (+ VIDEO)

Fihav 2016 abre sus puertas hoy aquí con la presencia de unos cuatro mil 500 expositores de 75 países y representantes de medio centenar de Cámaras de Comercio

Por Opciones| digital@opciones.cu1 de octubre de 2016

La XXXIV Feria Internacional de La Habana (Fihav 2016) abre sus puertas hoy aquí con la presencia de unos cuatro mil 500 expositores de 75 países y representantes de medio centenar de Cámaras de Comercio.

En esta edición la muestra tiene como principal novedad la realización de un foro de inversiones, que contará con la presentación de una nueva versión de la cartera de negocios de la isla, según los organizadores.

Estos destacaron que el foro constituirá un espacio propicio para que los hombres de negocios foráneos intercambien directamente con empresarios de más de 15 sectores de la economía, incluida la Oficina de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, sobre proyectos comprendidos en la cartera y otros nuevos de interés.

Fihav 2016 prevé para este lunes, luego de su inauguración, la celebración del Día de España- tradicionalmente la nación más representada- y de Rusia y Japón, país este último que por primera vez ocupará un pabellón.

También el lanzamiento de la empresa automovilística china Yutong Internacional, la cual presentará ocho modelos que abarcan ámbitos del transporte público urbano, servicio interprovincial y otros muy adecuados a la demanda del mercado cubano.

Descuella en ese grupo, la exhibición de un ómnibus totalmente eléctrico, ecológico, representativo de la tecnología de avanzada en la esfera de ese país asiático, cuyos vehículos de la marca Yutong para la trasportación de pasajeros están presentes de forma masiva en la isla desde hace una década.

En este primer día de Fihav 2016 también tendrá lugar, entre otras actividades, un encuentro empresarial Cuba-Etiopia, en el Salón Ejecutivo del Pabellón Central de Expocuba, sede de la bolsa comercial y mayor recinto expositivo del país, en la capital.

Fihav, que se realiza anualmente y es visitada por más de 150 mil personas, es la bolsa comercial de carácter general más importante de Cuba y el Caribe y una de las mayores de América Latina.

Esta vez cuenta con 25 mil metros cuadrados de exposición, cifra superior a la de ediciones anteriores, y en su Pabellón Central, de cinco mil metros cuadrados y donde presentan sus productos y servicios las empresas cubanas, estarán representadas 355 de todos los sectores del país.

La muestra, que sesionará hasta el 4 de noviembre, comprende además foros empresariales con Venezuela, Rusia, Alemania, y países del Caribe, entre otros.(Tomado de PL)

Cómo la desigualdad encontró una voz política

Michael Spence, a Nobel laureate in economics, is Professor of Economics at NYU’s Stern School of Business, Distinguished Visiting Fellow at the Council on Foreign Relations, Senior Fellow at the Hoover Institution at Stanford University, Academic Board Chairman of the Asia Global Institute in Hong Kong, and Chair of the World Economic Forum Global Agenda Council on New Growth Models. He was the chairman of the independent Commission on Growth and Development, an international body that from 2006-2010 analyzed opportunities for global economic growth, and is the author of The Next Convergence – The Future of Economic Growth in a Multispeed World.

MILÁN – Llevó mucho tiempo que la creciente desigualdad tuviera un impacto en la política, como lo ha hecho repentinamente en los últimos años. Ahora que es una cuestión central, las prioridades económicas nacionales tendrán que cambiar de modo sustancial para crear economías y sociedades más equitativas e inclusivas. Si no lo hacen, la gente podría abrazar alternativas explosivas para sus gobiernos actuales, como los movimientos populistas que hoy se están propagando en muchos países.

Los líderes políticos muchas veces hablan de patrones de crecimiento que distribuyen de manera injusta los beneficios del crecimiento; pero hacen relativamente poco al respecto una vez que están en el poder. Cuando los países se embarcan en el sendero de los patrones de crecimiento no inclusivo, por lo general la consecuencia es una falta de respeto por la experiencia, una desilusión con el sistema político y los valores culturales compartidos y hasta una mayor fragmentación y polarización social.

Reconocer la importancia de cómo se distribuyen los beneficios económicos, por supuesto, no es algo nuevo. En los países en desarrollo, la exclusión económica y la desigualdad extrema nunca fueron propicias para patrones de crecimiento elevado en el largo plazo. En estas condiciones, las políticas pro-crecimiento son políticamente insustentables y, en definitiva, resultan afectadas por distanciamientos políticos, malestar social o, inclusive, violencia.

En Estados Unidos, la creciente desigualdad ha sido una realidad al menos desde los años 1970, cuando la distribución relativamente equitativa de los beneficios económicos de los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial comenzó a volverse sesgada. A fines de los años 1990, cuando las tecnologías digitales comenzaban a automatizar y deintermediar más empleos de rutina, el cambio hacia una mayor desigualdad en materia de riqueza e ingresos avanzó inexorablemente.

La globalización tuvo que ver en esto. En los 20 años anteriores a la crisis financiera de 2008, el empleo en la industria en Estados Unidos declinó vertiginosamente en cada sector excepto en el farmacéutico, inclusive a pesar de que el valor agregado en la industria aumentó. La pérdida neta de empleos se mantuvo aproximadamente en cero sólo porque el empleo en los servicios aumentó.

Por cierto, gran parte del valor agregado en la industria en verdad proviene de los servicios como el diseño de productos, la investigación y desarrollo y el marketing. De modo que, si tenemos en cuenta esta composición de la cadena de valor, la caída de la fabricación -la producción de bienes tangibles- es aún más pronunciada.

Los economistas han venido registrando estas tendencias desde hace un tiempo. El economista del Instituto de Tecnología de Massachusetts David Autor y sus colegas han documentado meticulosamente el impacto en los empleos de rutina de la globalización y las tecnologías digitales que insumen una menor mano de obra. Más recientemente, el éxito editorial internacional del economista francés Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, amplió drásticamente nuestra conciencia de la desigualdad en la riqueza y describió las posibles fuerzas subyacentes que la impulsan. Raj Chetty y Emmanuel Saez, dos economistas jóvenes, brillantes y galardonados, han enriquecido la discusión con una nueva investigación. Y yo, por mi parte, he escrito sobre algunos de los cambios económicos estructurales asociados con estos problemas.

Con el tiempo, los periodistas también se ocuparon de estas tendencias y ahora resultaría difícil encontrar a alguien que no haya oído hablar del "1%" -una abreviatura para referirse a aquellos que están en la parte superior de la escala global de riqueza e ingresos-. Mucha gente hoy se preocupa por una sociedad bifurcada: una clase próspera de elites globales en la parte superior y una clase estresada que abarca a todos los demás. Aun así, a pesar de estas tendencias prolongadas, el status quo político y de políticas se mantuvo prácticamente indiscutido hasta 2008.

Para entender por qué a la política le llevó tanto tiempo ocuparse de las realidades económicas, deberíamos analizar los incentivos y la ideología. Con respecto a los incentivos, a los políticos no se les ofreció una razón lo suficientemente buena para abordar los patrones de distribución desigual. Estados Unidos tiene límites de financiamiento de campañas relativamente débiles, de modo que las corporaciones y los individuos adinerados -ninguno de los cuales por lo general prioriza la redistribución de los ingresos- han aportado un porcentaje desproporcionado a los fondos de financiación de campaña de los políticos. 

En términos de ideología, mucha gente simplemente sospecha de un gobierno expansivo. Reconocen la desigualdad como un problema, y en principio respaldan las políticas de gobierno que ofrecen una educación y servicios de atención médica de alta calidad, pero no confían en los políticos o los burócratas. A su entender, los gobiernos son ineficientes e interesados, en el mejor de los casos; y dictatoriales y opresivos, en el peor. 

Todo esto comenzó a cambiar con el surgimiento de las tecnologías digitales e Internet, pero especialmente con la llegada de las redes sociales. Como demostró el presidente norteamericano, Barack Obama, en el ciclo electoral de 2008 -seguido por Bernie Sanders y Donald Trump en el ciclo actual-, ahora es posible financiar una campaña muy costosa sin "mucho dinero".

En consecuencia, existe una creciente desconexión entre los fondos copiosos y los incentivos políticos; y si bien el dinero sigue siendo una parte del proceso político, la influencia en sí misma ya no pertenece exclusivamente a las corporaciones y a los individuos adinerados. Las plataformas de redes sociales ahora permiten que grandes grupos de personas se movilicen de maneras que recuerdan los movimientos políticos masivos de otras épocas. Estas plataformas pueden haber reducido el costo de la organización política y, como resultado de ello, la dependencia general de los candidatos del dinero, a la vez que ofrecen un canal de recaudación de fondos alternativo y eficiente.

Esta nueva realidad está aquí para quedarse y, más allá de quién gane las elecciones en Estados Unidos este año, cualquiera que no se sienta feliz con la alta desigualdad tendrá voz, la capacidad de financiarla y el poder de afectar la toma de decisiones políticas. Lo mismo sucederá con otros grupos que se ocupan de cuestiones similares, como la sustentabilidad ambiental, que no ha sido un foco importante en la actual campaña presidencial de Estados Unidos (los tres debates entre los candidatos no incluyeron ninguna discusión sobre el cambio climático, por ejemplo), pero que, con certeza, lo será en el futuro.

Todo sea dicho, la tecnología digital está alterando las estructuras económicas y reequilibrando las relaciones de poder en las democracias del mundo -inclusive en instituciones que alguna vez se creían dominadas por el dinero y la riqueza.

Un electorado importante y de reciente influencia debería ser bienvenido. Pero no puede ser un sustituto de un liderazgo sabio, mientras que su existencia no garantiza políticas prudentes. Mientras se siguen reequilibrando las prioridades políticas, tendremos que diseñar soluciones creativas para solucionar nuestros problemas más difíciles, y para impedir una mala gestión populista. Es de esperar que éste sea el curso que transitamos hoy.

Tipos de interés negativos o finanzas que andan de cabeza

Por Juan Torres López

Versión ampliada del artículo con el mismo título publicado en Noticias Obreras, número 1.588 de octubre de 2016

Desde hace tiempo, algunos bancos centrales vienen aplicando tipos de interés negativos a los depósitos que en ellos realizan los bancos privados. Y eso mismo ha ocurrido con títulos de deuda pública que diversos países (entre ellos España) han emitido últimamente. Incluso algunos bancos comienzan a cobrar a sus clientes en lugar de retribuirles por sus depósitos, hasta el punto de que muchas personas que tienen grandes sumas de dinero en países como Japón o Alemania han empezado a comprar masivamente cajas de caudales para mantener sus fortunas en metálico.

El significado de los tipos de interés negativos es bastante claro: los prestamistas, en lugar de recibir una retribución por prestar a alguien, han de pagar por hacerlo. Y los depositantes, en lugar de ganar dinero cuando dejan sus fondos en una entidad, deben pagar también por mantener su dinero depositado en el banco. El mundo financiero al revés de lo que siempre habíamos conocido.

Se trata sin duda de una anomalía y puede parecer un sin sentido pero, en realidad, es hasta cierto punto normal que algo así ocurra cuando las economías y las finanzas se encuentran desde hace tiempo en una situación tan irregular, y casi al límite, como la actual.

La primera razón que explica que el precio del dinero sea negativo es su abundancia, la impresionante expansión de los medios de pago y de los depósitos bancarios que se ha producido en los últimos años.

Para hacerse una idea del incremento reciente de la masa monetaria puede bastar un solo ejemplo. En Estados Unidos, la llamada base monetaria (el efectivo en manos del público más los depósitos de los bancos en la Reserva Federal) aumentó en 821.585 millones de dólares en los 63 años que fueron de 1945 a 2008. Sin embargo, de principios de este último año a finales de 2015 aumentó en 3,1 billones de dólares. Es decir, que en 7 años creció unas 3,7 veces más que en 63. Cuesta trabajo hacerse una idea, ni siquiera aproximada, de lo que verdaderamente representa para la economía un crecimiento tan grande y generado en tan poco tiempo como el de estos últimos años (en solo los seis primeros meses de 2008 en Estados Unidos se creó más base monetaria -950.000 millones de dólares- que en los 50 años anteriores -840.000 millones).

Esa creación gigantesca de dinero se ha producido cuando los bancos centrales han inyectado billones de dólares en los bancos privados con la intención de tapar el agujero patrimonial que ellos mismos se produjeron al acumular la ingente cantidad de basura financiera que dio lugar a la crisis. La inyección se ha producido o bien a base de préstamos billonarios prácticamente regalados o de compras masivas de sus títulos para “reciclar” esa basura. Los bancos centrales se han ido quedando así con la porquería acumulada por la banca privada a precio sobrevalorado (gracias a que previamente les habían permitido mantenerlos en sus balances valorados a su precio de adquisición y no al mucho más bajo de mercado) y “a cambio” los bancos recibían billones de dólares. Eso es lo que se ha traducido en la subida impresionante de los depósitos de los bancos privados en los bancos centrales que multiplica como la espuma la base monetaria.

Teóricamente, esas inyecciones deberían servir, según la explicación oficial de las autoridades, para que los bancos concedieran más créditos. Una explicación simplista y falsa, por no decir que sencillamente estúpida: la economía mundial (no solo la de Estados Unidos) hubiera reventado si toda esa cantidad de billones (4,7 veces más que la que había a finales de 2006) se hubiera diseminado por la economía de verdad y tan rápidamente como se creó. Los precios se hubieran disparado, cuando lo que ocurrió fue todo lo contrario, que la mayoría de las economías entró en deflación. Lo que buscaban era pura y simplemente rescatar a la banca cuando podrían haber rescatado a la gente con mucho menos dinero.

Lo cierto (y esa es la segunda explicación de los tipos negativos) es que la crisis reciente y la desigualdad de los últimos decenios ha debilitado en grado sumo las alternativas de inversión productiva. Aunque ha habido un cierto incremento del crédito, ni éste ha sido todo el que se corresponde con el aumento de la base monetaria que acabo de señalar, ni el suficiente para reactivar la economía. En Europa, la situación es particularmente curiosa al respecto porque las economías que más ahorran (Alemania y Holanda) apenas invierten y son las que generan así la abundancia de fondos ociosos: es decir, ellas mismas provocan los tipos bajos de los que luego se quejan.

La tercera razón que hace que una anomalía como los tipos negativos se mantengan es el predominio de la especulación. En principio y en condiciones normales, a ningún inversor le debería interesar colocar sus fondos a tipos negativos. Pero pueden interesar como apuesta cuando la hacen inversores especulativos tan poderosos que ellos mismos pueden generar tendencias alcistas de las que se aprovechan casi instantáneamente.

Además, con las finanzas patas arriba como están, con la gran incertidumbre dominante y con la ausencia de alternativas productivas rentables, tener el dinero sin utilizar también tiene un coste, de modo que los tipos negativos se explican también porque los inversores siempre preferirán perder un poco que perder más. Sobre todo, como acabo de decir, si se encuentran en medio de una dinámica especulativa permanente.

Por otro lado, las consecuencias de que los tipos de interés sean negativos no son exactamente tan positivas como en principio podría parecer.

Pensar que gracias a que los tipos estén más bajos los sujetos económicos que invierten en actividad real van a demandar más crédito me parece bastante ingenuo porque su demanda de crédito no depende solo de que el crédito sea barato. Solo aumenta cuando hay posibilidades de rentabilizarla y eso sigue muy complicado en la situación tan débil en la que, como he dicho, se encuentra la economía productiva.

Por el contrario, y por las mismas razones, los tipos de interés negativos son un incentivo para que siga aumentando el endeudamiento que tanto dicen querer controlar: el privado con el que se llevan a cabo las operaciones especulativas de todo tipo (las verdaderamente rentables cuando la desigualdad ha debilitado los mercados de bienes y servicios) y el de los gobiernos. Así que, al final, los tipos negativos no hacen sino aumentar la deuda que es el gran negocio de la banca y lo que los banqueros tratan de que crezca, sobre todo, cuando la banca internacional está totalmente quebrada desde hace tiempo y no es sino un zombi al que mantienen artificialmente los gobiernos y los grandes organismos internacionales por todos los medios posibles que tienen a su alcance. Y que son muchos gracias al extraordinario poder político y mediático que han acumulado.

Pero, desde otro punto de vista, los tipos negativos suponen un grave inconveniente para los bancos (aunque aumente su negocio, como acabo de señalar). Para poder mantener sus márgenes y beneficios deben recurrir a otros mecanismos que traen también consecuencias negativas, como la subida de las comisiones, las operaciones de maquillaje para ocultar nuevas pérdidas patrimoniales y los recortes de personal o de sucursales para reducir gastos que, a la postre, terminan limitando su propio éxito comercial. Y si llega a generalizarse que los bancos cobren a los clientes por sus depósitos (como ya está pasando en algunos de ellos) será inevitable que se produzcan retiradas de fondos que darán lugar a que la insolvencia bancaria (que ya es un hecho) se haga indisimulable y patente ante todo el mundo. Y es por eso que los bancos y los economistas que viven de ellos estén promoviendo cada día con más fuerza que se acabe con el dinero metálico, que es el que sus clientes pueden retirar materialmente de sus cuentas y llevarse a sus cajas de caudales.

Otro efecto negativo que tienen los tipos negativos es que cuando el coste de la financiación es menor los inversores lógicamente pueden optar por productos más arriesgados, pues el coste financiero más bajo les compensa la mayor probabilidad de pérdida por el riesgo. Y eso es lo que hace que de la mano de tipos de interés negativos la economía financiera mundial en su conjunto se esté haciendo todavía más volátil y peligrosa.

La pregunta obligada ante todo esto es evidente: si la existencia de tipos de interés negativos tiene estos riesgos o perjuicios ¿por qué los bancos centrales los mantienen así y no los suben cuanto antes?

No es fácil responder en unas pocas líneas a esa pregunta fundamental pero apuntaré algunas hipótesis que a mi juicio pueden explicar la situación.

En primer lugar, porque a los bancos centrales no les queda más remedio que inyectar medios de pago para que las economías no se vengan abajo estrepitosamente. Es verdad que tratar de empujar la economía solo inyectando dinero en los depósitos de los bancos privados en el banco central es casi tan inútil como tratar de empujar un carro con una cuerda (como se ha comprobado en Japón, en donde no se consigue salir de la recesión a pesar de la masiva inyección monetaria). Pero es el único medio que tienen a su alcance cuando:

a) no quieren recurrir a la política fiscal que es más expansiva porque tendrían que renunciar a sus dogmas ideológicos sobre la estabilidad presupuestaria y asumir su efecto redistributivo más evidente para la población.

b) las economías no tienen fuerzas endógenas suficientes para ponerse en marcha con vigor debido (ya lo he señalado) al debilitamiento progresivo de la economía productiva en perjuicio de la basada en la especulación financiera.

c) se niegan, sobre todo, a que la economía se recupere incrementando la masa salarial.

En segundo lugar, recurren a los tipos negativos porque la concentración cada vez mayor de la renta en grupos que solo gastan en consumo una parte muy pequeña de lo que ganan ha debilitado la actividad económica dedicada a producir bienes y servicios y eso se traduce en una deflación (precios a la baja) que tratan de evitar aumentando la masa monetaria. Algo que, sin embargo, apenas van a lograr porque para que subieran los precios el dinero creado por los bancos tendría que ir a la economía y no quedarse en los depósitos o los balances de los bancos privados, tal y como señalé antes.

En tercer lugar, porque, como ya he dicho, gracias a esa masiva creación de dinero aumenta la deuda que es el negocio de la banca, de modo que se permite así que los banqueros sigan ganando cifras fabulosas de dinero a pesar de que sus negocios están materialmente quebrados. Un portentoso juego de manos que los bancos centrales y los banqueros perpetran ante nuestros ojos sin que apenas nadie se dé cuenta del engaño.

Finalmente, hay que tener en cuenta las condiciones en las que se mueven la economía mundial y las finanzas en particular en los últimos años y, sobre todo, tras la crisis. Entre otras, la hipertrofia de la circulación monetaria que ha descompensado cada vez más la relación entre la economía real y las finanzas; la espiral de una deuda extraordinariamente peligrosa y que se ha convertido en un fin en sí mismo porque es el gran negocio de la banca; la especulación generalizada a base de operaciones realizadas en milisegundos; y la desigualdad creciente que debilita la producción de riqueza, el comercio y el negocio productivo. Todas esas condiciones han sido muy exitosas desde el punto de vista de reforzar la ganancia y el poder de los grupos económicos más poderosos, de las elites de todo el planeta pero han dado al traste con el “orden” económico que hasta ahora podía explicar y ayudar a gobernar la “sabiduría” económica convencional dominante. Desde hace un tiempo, y sobre todo tras la crisis como acabo de decir, no tienen ya una guía de acción que les asegure que van a poder gobernar la nave de la macroeconomía sin nuevos y cada vez mayores sobresaltos. Como dijo en su día el expresidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, la crisis no solo colapsó la economía sino “nuestra estructura mental”. Ahora, como reconoció hace unos días la actual presidenta de ese organismo, Janet Yellen, la macroeconomía presenta rasgos completamente nuevos antes los cuales sirven de muy poco los instrumentos de expansión y estabilización hasta ahora utilizados. Van a la deriva porque ni saben el efecto de lo que hacen ni lo que tendrían que hacer para salir de dónde nos han llevado sus políticas erróneas anteriores y la codicia de la banca.

En definitiva, los tipos de interés son una anomalía. Desde luego que sí pero no solo eso: son una expresión más del desorden que crea el capitalismo de nuestra época.

Lo que no sabemos es por cuánto tiempo se podrá mantener tanta sinrazón solo a base de concentrar el poder, de exprimir el trabajo ajeno y de aumentar el endeudamiento. Los tipos de interés no pueden ser negativos toda la vida y la deuda no puede seguir creciendo sin explotar así que lo que queda por ver es quién y cómo le pone el cascabel al gato.

Cuba frente al reto del crecimiento y la equidad

 Por Pau Solanilla. EsGlobal

Un calle de La Habana, Cuba. Adalberto Roque/AFP/Getty Images
Un calle de La Habana, Cuba. Adalberto Roque/AFP/Getty Images
La mirada hacia la isla y su potencial futuro tiene que ser amplia, global y estratégica.
Cuba está de moda y vuelve a centrar la atención del mundo político y económico internacional, sobre todo gracias al proceso de deshielo de las relaciones entre EE UU y la isla. Tras los históricos encuentros entre Raúl Castro y Barack Obama, el simbólico viaje del presidente estadounidense a Cuba el 21 de marzo de 2016, o el concierto de los míticos e incombustibles Rolling Stones en La Habana, el país inauguró una nueva etapa en las relaciones bilaterales entre los otrora enemigos, así como de las relaciones de Cuba con el resto del mundo. El país está en ebullición, y el interés por la perla del Caribese ha multiplicado en los últimos meses. Encontrar hoy cama en un hotel de la isla, ya sea para hacer turismo o para organizar viajes de exploración de negocios, es una misión cada vez más difícil.
¿Qué tiene este pequeño país caribeño que genera recurrentemente tanto interés? Más allá de su historia reciente y de la demostrada resiliencia frente al vecino norteamericano, que hace correr ríos de tinta y agita pasiones a favor y en contra, Cuba está inmersa en un importante proceso de cambio. Por un lado, tiene que acometer el relevo generacional de su dirigencia por motivos biológicos. Los líderes de la Revolución van a dar paso a una nueva generación, que previsiblemente dará paso a una dirección más colegiada que continúe con la tarea de mantener los principios fundamentales del sistema, y quizás, la apertura de nuevos espacios y formas políticas más plurales. Por otro lado, nadie discute en la isla la necesidad de modernizar y actualizar las bases económicas del país, aunque genera un gran debate interno el cuándo y cómo. Un amplio debate que se estructura en torno a los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021, y del que el propio Presidente del país Raúl Castro proclamó ante la Asamblea Nacional el 8 de julio de 2016 la importancia e irreversibilidad de ese proceso: “proseguiremos la actualización de nuestro modelo económico al ritmo que definamos soberanamente, forjando el consenso y la unidad de los cubanos en la construcción del socialismo”. Ya se pueden percibir importantes cambios en los últimos años que están generando nuevas dinámicas internas y externas, aunque no exentas de tensiones y contradicciones, pero Cuba sigue siendo Cuba, y las formas y los tiempos cubanos son los que son.
La isla siempre ha sido un enclave económico de una relevancia inversamente proporcional a su tamaño. Ya en la época colonial, en los siglos XVIII y XIX, Cuba era considerada la “llave del nuevo mundo” y la principal abastecedora de azúcar para el mercado global de la época. El monopolio comercial español era disputado por otras potencias como la inglesa, y posteriormente Estados Unidos. La pérdida en 1898 de las últimas posesiones coloniales españolas de ultramar, y especialmente Cuba, causó un profundo shock en la sociedad española de la época, y está considerado como uno le los periodos más negros de la historia contemporánea de España. Cuba sigue siendo hoy objeto de deseo de propios y extraños, a pesar de que el mercado cubano es relativamente pequeño –algo más de once millones de habitantes–, con una población de bajos ingresos y un crecimiento económico bajo. Según los datos oficiales, 2014 cerró con un crecimiento real del PIB de 1%, con un descenso del 4,2% de la exportación de bienes y servicios y la reducción de ingresos en las exportaciones tradicionales como el azúcar o la exportación de los productos derivados del petróleo, destinados principalmente a los países del ALBA. Aunque los datos de 2015 mostraron, según el Ministerio de Economía, un crecimiento del PIB de un 4%, las previsiones para 2016 anunciaban un crecimiento del 2% que fue rebajado posteriormente por el propio Gobierno cubano al 1%. Una desaceleración provocada principalmente por un contexto económico internacional volátil, y por la crisis de su gran socio comercial, Venezuela, proveedor de crudo a precio reducido y principal cliente de servicios profesionales.
A pesar de la coyuntura económica de la isla y la imperiosa necesidad de modernizar su economía, la mirada hacia la Cuba de hoy y sus posibilidades de futuro debe ser amplia, global y estratégica. El pequeño país caribeño podría convertirse en pocos años en una historia de éxito y generar un círculo virtuoso de crecimiento y desarrollo si consigue transitar de manera adecuada por el camino de las actualizaciones económicas, según el léxico institucional local. Esa actualización requiere derribar algunos muros, esto es, introducir criterios de eficacia y eficiencia en sus empresas, dar incentivos, autonomía y capacidad de iniciativa en la gestión a los cuadros de sus organismos e instituciones, y remover parte del enorme aparato burocrático estatal que retrasa y desalienta tanto la inversión como el desarrollo del sector de los emprendedores.
La actual estructura productiva cubana se caracteriza por una insuficiencia crónica en muchos sectores económicos, como la producción agropecuaria y agroindustrial, que hace que la isla tenga que importar el 70% de los productos que consume, lo que equivale a unos 2.000 millones de dólares anuales. La baja producción y ausencia de incentivos para los productores agrarios, que tienen que entregar sus productos al Estado a precios preestablecidos, hace poco eficiente el sistema de producción y distribución. La industria azucarera, apenas genera hoy el 0,7% del PIB, cuando en la década de los 50 generaba el 25% del PIB. Por su parte, la industria manufacturera no ha conseguido despegar de un 14,4% del PIB, y otros sectores intensivos en mano de obra y generadores de servicios auxiliares como la construcción apenas contribuyen con un 4,9% del PIB, cuando el país cuenta con un déficit crónico de infraestructuras y viviendas.
Turistas caminan cerca de un póster con los rostros de Raúl Castro y Barack Obama. Yamil Lage/AFP/Getty Images
Turistas caminan cerca de un póster con los rostros de Raúl Castro y Barack Obama. Yamil Lage/AFP/Getty Images
Pero a pesar de todos esos desequilibrios, Cuba tiene unos activos nada despreciables que la hacen única en la región y que pueden constituir una de las pistas de despegue de su economía para los próximos años. Además del sector turístico, verdadera locomotora económica del país, con 3,5 millones de turistas en 2015, los sectores de salud y educación generan respectivamente un 17,1% y 8,3 % del PIB, lo que constituye unas sólidas bases en el terreno del desarrollo humano y sitúa a Cuba en la cuarta posición en América Latina en el Índice de Desarrollo Humano tras Chile, Argentina y Uruguay.
Además, el país tiene un extraordinario potencial en el terreno del capital humano, en el que el ingenio y la creatividad de los cubanos puede predecir un brillante provenir si es capaz de desplegar una estrategia integral en el desarrollo y exportación de servicios profesionales. Entre ellos destacan nuevos nichos de mercado como el outsourcing, que gracias a la digitalización de la economía global, generaría no solo empleo cualificado, sino más ingresos para los trabajadores y para el Estado, el verdadero Talón de Aquiles de la economía cubana. La isla está en disposición de atraer el interés de los inversores extranjeros gracias a un mercado industrial y de consumo casi virgen, una posición geoestratégica envidiable y una población altamente cualificada y formada.
Muchos consideran, sin embargo, que ese proceso no es posible si no se produce un cambio de régimen. No es previsible que el sistema de economía planificada socialista colapse en el corto plazo a pesar de sus problemas, o se abra de forma inmediata a un sistema de mercado libre como conocemos en otras latitudes. El éxito de su nueva transición dependerá en gran medida de su capacidad de generar un círculo virtuoso de crecimiento que genere prosperidad para el pueblo cubano, removiendo las obsoletas bases de un sistema económico de otros tiempos. El país podría transitar hacia un modelo económico actualizado sin renunciar a sus principios fundamentales, esto es, la igualdad y la redistribución de la riqueza, modernizando sus empresas públicas y permitiendo que se libere todo el caudal de creatividad que radica en la isla. Para ello, tiene que modernizar el amplio sector cooperativo del país, permitir y potenciar la emergencia de las pequeñas y medianas empresas y los cuentapropistas con facilidades e instrumentos financieros para su desarrollo.
Hasta la fecha, Cuba tenía restringidos los mecanismos de financiación internacional, pero se ha abierto una nueva ventana de oportunidad con la negociación con el Club de París para la reestructuración de su deuda externa en la que los acreedores aceptaron condonar los intereses acumulados por un valor total de 8.500 millones de dólares. Todo ello, y la colaboración con instituciones financieras como CAF, Banco de Desarrollo de América Latina, de la que Cuba entrará a formar parte en breve, así como otras instituciones y fondos dispuestos a apoyar el desarrollo económico y social de la isla, pueden permitir al país financiar parte de su modernización y desarrollo económico. Y es que uno de los destinos ineludibles del país caribeño será su incorporación en las instituciones financieras internacionales a medida que se normalicen sus relaciones con EE UU y poder atacar otro de sus grandes retos, la eliminación del actual sistema cambiario que distorsiona su economía.
Las autoridades cubanas han optado por una opción gradual manteniendo la esencia socialista en el modelo económico, pero abriéndose a la inversión extranjera en todos los sectores con excepción de los servicios de salud y educación a la población y de las instituciones de las Fuerzas Armadas. La aprobación de la Ley 118 “Ley para la inversión extranjera” y la publicación de la Cartera de oportunidades de inversión extranjera, promocionada por el Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX) permite a los inversores entrar en el país en tres formatos diferentes: la empresa mixta, el Contrato de asociación económica internacional, o la Empresa de capital totalmente extranjero, cada una de ellas con interesantes condiciones y concesiones.
Cuba tiene que aprovechar su momentum. De la habilidad de conciliar las dinámicas externas e internas dependerá el éxito de su futuro político, económico y social. Los cubanos quieren y necesitan cambios, pero no quieren un Big Bang que los lleve por un camino de incertidumbre, penurias y conflicto.