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miércoles, 28 de diciembre de 2016

Los economistas, el abrelatas y los taxistas.

Por Desiderio Navarro, La Pupila Insomne

En la tarde y noche del pasado día 20 de diciembre, circulé una nueva entrega de Meditar, consistente en el artículo “La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales”, del sociólogo húngaro József Böröcz, en una traducción mía del inglés, acompañada de una breve nota inicial. Ya a la mañana siguiente, supe que ambas habían sido reproducidas por Iroel Sánchez en su blog La pupila insomne (https://lapupilainsomne.wordpress.com/2016/12/21/meditar-la-reaccion-como-progreso-los-economistas-como-intelectuales-de-jozsef-borocz-por-desiderio-navarro/). Y, dos días después, sobre la base de esa reproducción, ya el economista cubano Pedro Monreal publicaba en Cuba Posible un artículo titulado “Los economistas, sus detractores y el abrelatas” (https://cubaposible.com/los-economistas-detractores-abrelatas/) y consagrado a debatir con supuestos detractores de los economistas en general, y de los cubanos en particular, a propósito de los textos reproducidos en La pupila insomne.

Pedro Monreal dedica todo un extenso párrafo inicial a contar un gastado chiste sobre economistas, lo que en este contexto sólo tiene una función retórica: la de captatio benevolentiae, ganarse la disposición favorable del lector, pues en ningún momento en mi nota inicial o en el texto de Böröcz los economistas son “material de inspiración” para ningún comentario humorístico. Por otra parte, ese chiste sobre el supuesto abrelatas imaginario y, por ende, ineficaz, inoperante, de los economistas en modo alguno puede ser mencionado “a propósito de” el contenido del texto de Böröcz, puesto que precisamente a él le interesa el papel influyente de ellos como “agentes clave” de la reforma y la transición, “actores sociales involucrados profundamente en la política”. Si hemos de hablar en los limitados términos del chiste, diríamos que Böröcz reconoce que los economistas húngaros tenían un abrelatas real, no supuesto, pero a él lo que le interesa es cómo ellos van cambiando de ideas o de discurso —y tratando de que también los otros cambien— sobre cómo se debe distribuir el contenido de la lata.

Llamarle reiteradamente “prólogo” a lo que no es más que una brevísima nota informativa inicial —lo que se solía llamar un chapeau—, un solo párrafo de tres oraciones y 17 líneas en total, es ya un tendencioso abuso del lenguaje, destinado a magnificar mi texto de manera que se justifique el reproche por el no cumplimiento de tareas de prólogo y la extensión triple de su artículo, que se dedica a impugnar una serie de afirmaciones que no figuran en mi nota.

Según Monreal, “Böröcz no está bien informado respecto a los debates auto-reflexivos sobre la naturaleza de las ideas económicas”, “ilustra que se puede ser sociólogo y no estar informado acerca de las discusiones que sobre la naturaleza de las ciencias económicas vienen ocurriendo desde la primera mitad del siglo XIX”. Por ende, los autores en que él se basa en lo que respecta a la historia de la problemática (cf. su nota 4) —en particular, Philip Mirowski, autor de Más calor que luz: La economía como física social (1989)— también estarían “en cueros” sobre esos debates, y por eso sostienen que “La economía, a lo largo de su historia, se ha descrito a sí misma, efectivamente, como la ciencia desapasionada, transparente, de la ‘sociedad-como-naturaleza’”. Monreal, al afirmar que “Quienes hayan cursado la asignatura ‘Historia del pensamiento económico’ en cualquier universidad cubana entienden el asunto sin mayores complicaciones”, está abriendo la posibilidad de un nuevo turismo académico estadounidense a través del cual personalidades como el propio Philip Mirowski, Presidente precisamente de la Sociedad estadounidense de Historia de la Economía, y los miembros de ésta, vendrían a aprender Historia del Pensamiento Económico en cualquier universidad cubana. Más de una vez me ha tocado oír de cubanos descalificaciones absolutas y recomendaciones implícitas o explícitas parecidas: a fines de los 80, en un evento internacional de Criterios, un conocido intérprete cubano de entonces aseveró que Fredric Jameson, conferenciante del evento, no sabía inglés y debía venir a la Escuela de Letras de La Habana a aprender esa lengua, refiriéndose, sí, al mundialmente célebre filósofo y teórico estadounidense del arte y la cultura, doctorado en Yale, profesor en Harvard y Duke, Premio Lowell de la Asociación de Lengua Moderna.

Monreal insiste enfáticamente: “En modo alguno los argumentos de Böröcz tienen validez universal. Es decir, no se está hablando de los economistas en general sino exclusivamente de los economistas húngaros de la ‘transición’”; “(...) el resto del texto es interesante, aunque de ninguna manera debe ser asumido como un argumento generalizable a toda la ciencia económica”; “(…) ni la lectura de un texto como el de Böröcz es directamente relevante para el debate económico y político en Cuba”. Ahora bien, en ningún momento, ni yo ni Böröcz afirmamos que los argumentos de este último tuvieran validez universal, ni, mucho menos, que “debieran” ser asumidos como argumentos generalizables a toda la ciencia económica. Y ninguno de los dos mencionamos a Cuba o a los economistas cubanos como elementos abarcables por alguna generalización extraeuropea. El propio Böröcz se encarga de dejarlo bien claro, haciendo superflua cualquier insistencia de Monreal en ese sentido:

“El propósito de este capítulo es investigar, en gran medida in abstracto, la postura epistémica del grupo de productores de conocimiento comúnmente —aunque imprecisamente— conocidos como los economistas de la reforma húngara.”

“mis objetivos son correspondientemente modestos: después de definir de manera más cuidadosa mi objeto de estudio —los economistas de la reforma húngara— con la ayuda de las obras de Carl Schmitt y Mannheim, delineo la posición epistémica de los mismos”.

Así pues, el llamado de Monreal a no hacer una lectura indebida sólo puede ser una advertencia para lectores poco atentos a la letra y el espíritu del texto de Böröcz.

Sin fundamento textual alguno, Monreal ve en mi breve nota ideas e intenciones generalizadoras, mientras hace caso omiso de que la misma va dirigida precisamente contra “una serie de generalizaciones homogeneizantes que no reflejaban las grandes diferencias entre esos procesos [de desmantelamiento y transición] en los distintos países de la región” euroriental, entre ellas la generalización relativa al “papel de la intelectualidad literaria y artística como factor iniciador y hasta lidereante de esos procesos”, un lugar común que se estableció entre nosotros desde la Primavera de Praga del 68, y tal vez desde antes con Lukács y el Círculo Petöfi en Hungría.

Monreal afirma que he “dejado ‘en el aire’ —al menos en este prólogo— la determinación de la responsabilidad relativa a ‘la extrema escasez y superficialidad de la información ofrecida entre nosotros sobre los procesos de desintegración del socialismo y transición al capitalismo en la Europa del Este’”. Lamentablemente, Monreal cuestiona a otros por lo que él mismo no cumple. Él sí se permite dejar “en el aire” la cuestión central de la aplicación de la Economía Política marxista en los análisis concretos de la mayoría de los economistas cubanos y también se permite recurrir a la brevedad de su artículo para justificar la ausencia de su evaluación y de la determinación de la responsabilidad por las eventuales deficiencias de dicha aplicación “en la concreta”:

"La mayoría de los economistas cubanos que hoy expresan sus criterios públicamente, han sido educados en una tradición de Economía Política marxista… (…) La aplicación de esa base de conocimientos a los análisis concretos es “harina de otro costal” y su evaluación rebasa las posibilidades que ofrece un breve artículo como este."

Ahora bien, cuando en un verdadero prólogo de 24 páginas —no en una nota de 17 líneas— he abordado las análogas extrema escasez y superficialidad —entre muchas otras deficiencias— de la información ofrecida entre nosotros, por ejemplo, sobre los procesos del pensamiento teórico-literario, estético y teórico-cultural de la Rusia soviética y postsoviética, no he vacilado en señalar por sus nombres a las personas e instituciones cubanas responsables de las mismas, independientemente de su nivel político. Ahí está “Criterios y la (no)recepción cubana del pensamiento cultural ruso”, prólogo a mi antología El pensamiento cultural ruso en Criterios (2009).

Tanto o más que la posible lectura generalizante del texto de Böröcz, a Monreal le preocupa “la selección del título (“Meditar: La reacción como progreso: Los economistas como intelectuales”) —que no queda claro si fue escogido por Navarro o por el blog en que se ha publicado—” por la presencia inicial en ella de la palabra “Meditar”. En contradicción con su preocupación por la clara determinación de las responsabilidades, cuando se refiere a quién pudo escoger el título, ofrece una alternativa: o fue la persona de Desiderio Navarro o fue un impersonal blog, tras el cual, paradójicamente, no está la persona de un bloguero responsable con su nombre propio (Iroel Sánchez).

No se puede culpar a Monreal por no saber de la existencia de Meditar y sus envíos electrónicos desde hace 12 años y creer que la palabra Meditar fue escogida expresamente para la ocasión del texto sobre economistas. Y es que, gracias al prolongado y estricto silenciamiento mediático, buena parte del medio cultural nacional no conoce siquiera de la existencia de Criterios desde hace 45 años, de su revista, sus libros, su e-zine Denken…, sus actividades, sus reconocimientos internacionales, etc.

Si Monreal revisara algunas traducciones mías de artículos extranjeros publicados en los últimos meses en La pupila insomne, advertiría que los títulos de los artículos y el nombre del autor también están precedidos por la palabra Meditar (y hasta por la acompañante foto de la “obra” centrada en la palabra “MEDITAR” que realizaron jóvenes artistas plásticos cubanos en 1988). Y es que sencillamente ese blog, y Desde la ceiba, han reproducido traducciones que he publicado en Meditar: “El capitalismo del puntaje pequeño” de Andrzej Szahaj, “Americano cien por ciento” de Ralph Linton, "Hacia una sociedad universal de los consumidores: Cultura McWorld contra democracia", de Benjamin Barber… Y lo han hecho con mi permiso de traductor y editor o no, pero siempre han mencionado la fuente.

Con sus envíos electrónicos no periódicos, Meditar ha tratado de paliar algunas de las innumerables lagunas informativas locales relativas a temas y autores importantes, lagunas que persisten desde hace décadas o que son recientes: desde “La mera alternativa: Stalinismo o democracia socialista”de György Lukács, y “Rosa Luxemburgo y la democracia socialista” de Michael Löwy, hasta “¿Qué nos quedó del marxismo en las investigaciones literarias?” de Henryk Markiewicz, “La responsabilidad del artista postsoviético” de Evguenii Fiks, “Las teorías de la circulación de las élites en los países postcomunistas” de L. B. Mezvrishvili, y “Democracia y capitalismo. El papel de las antiguas élites en la transformación postcomunista" de Georges Mink y Jean Charles Szurek, etc.

A Monreal le preocupa que el título con la palabra Meditar “no permite precisar a qué tipo de meditación se está invitando al lector cubano”: "si a meditar sobre” tal cosa relativa a un asunto abordado en el texto, “o si se está invitando a meditar sobre” tal otra, o si “quizás se trata de meditar acerca de” una tercera. Lo cierto es que, más allá de anunciarle al lector el tema de un artículo como en este caso —lo que pocas veces hago en Meditar, y jamás en Criterios ni en Denken—, no le “preciso” sobre qué debiera meditar cuando lee un texto de Criterios: invito a meditar, pero no a un “tipo preciso de meditación". Por esa segunda vía se termina siendo un “policía de la lectura y del sentido”.

Sin embargo, como alternativa, Monreal invita a meditar no sobre el artículo mismo, sino sobre su propia réplica —con una retadora pregunta de ¿por qué razón?— a la afirmación de que el conocimiento que el artículo ofrece de determinados hechos históricos debería motivar una determinada actitud de los economistas cubanos hacia su propia práctica crítico-social: “¿por qué razón lo ocurrido en Hungría hace más de un cuarto de siglo debería funcionar como algo embarazoso para el ejercicio de la crítica social por parte de los economistas cubanos de hoy?” Ahora bien, ¿dónde en mi nota, o en el artículo de Böröcz, se realiza esa afirmación que habría motivado esa réplica de Monreal?:

Seguidamente, Monreal pregunta:

“¿Cuál es exactamente el componente de pensamiento “reaccionario” que presumiblemente existiría en algunos economistas cubanos y que pudiera justificar —supuestamente con fines educativos— el reciclaje de textos sobre viejos procesos de transformación social que poco tienen que ver con la realidad actual de Cuba?”

Aquí funciona el supuesto de que la publicación por vez primera (llamada despectivamente el “reciclaje”) en Cuba de textos sobre procesos históricos foráneos de hace 25 o más años que se considera que tienen poco que ver con la realidad actual cubana sólo puede y debe ser justificada —y legitimada con fines educativos— con la existencia en la realidad cubana de algún fenómeno idéntico o análogo a algún fenómeno de esos procesos. Estamos ante el mismo criterio censor que en los tristemente célebres 70 condenaba la publicación de textos de Marcuse y Althusser y que, luego de haber liquidado a Pensamiento Crítico, lograría que por mucho tiempo no se publicaran en Cuba textos teóricos de “Occidente” o del “campo socialista”, excepto aquellos —casi exclusivamente soviéticos— cuya publicación podía ser justificada —y legitimada con fines educativos— con la existencia en la realidad cubana de algún fenómeno que se considerara que “tenía mucho que ver” con algún fenómeno —casi exclusivamente positivo— de esos países.

En la última sección de su artículo, “Un fantasma recorre Cuba… ¿los economistas?”, Monreal se entrega de lleno a una defensa de los economistas cubanos frente a un ataque que en ninguna parte de los dos textos se ha producido, lo que permite identificar su artículo como un “golpe preventivo” que se adelanta a lo que él vislumbra como posibles lecturas y usos indeseables del texto de Böröcz:

“Aquí fijo mi posición: ni la Cuba actual es la Hungría de la ‘transición’, ni el pensamiento de los economistas cubanos se asemeja al de los economistas húngaros de aquella época, ni la lectura de un texto como el de Böröcz es directamente relevante para el debate económico y político en Cuba. Invitarnos a leer un texto como el de Böröcz es pasable como sugerencia para ganar cultura general, del mismo modo que también lo es leer la obra de Santo Tomas de Aquino sobre la teoría del ‘justo precio’ en los albores de la ciencia económica en la Edad Media.”

Una vez más, Monreal fija su posición negando afirmaciones que ni yo ni Böröcz hemos hecho sobre Cuba y Hungría, los economistas cubanos y los húngaros, el artículo de Böröcz y el debate (a este nada profesional recurso polémico se lo describe en otras culturas como inventar un blanco fácil para después batirlo triunfalmente). Si tan evidente es, para él, que en el artículo “no se está hablando de los economistas en general sino exclusivamente de los economistas húngaros de la ‘transición’” —lo cual, como vimos, el propio Böröcz se encarga de dejar bien claro desde el primer párrafo—, y que la lectura de un texto como el de Böröcz no es "directamente relevante para el debate económico y político en Cuba", ¿por qué se desgasta en escribir este artículo más lleno de irritación que de respeto al texto ajeno? ¿A qué le teme? ¿A que los demás lectores cubanos sean peores lectores que él, menos atentos al texto, menos inteligentes ante la semántica del mismo, y comiencen a establecer por su cuenta analogías, paralelismos y generalizaciones indeseables?

Estamos aquí ante una actitud hacia los procesos sociales y la producción intelectual en otros países y en el pasado que es diametralmente opuesta a la de Pensamiento Crítico en los años 1967-1971, tal como la recuerda Fernando Martínez Heredia en una entrevista realizada por Julio César Guanche y titulada “El poder debe estar siempre al servicio del proyecto...”:

“Nos era imprescindible comprender al capitalismo de los años 60, sus rasgos nuevos y su continuidad, y a las formas de protesta que surgían en países desarrollados. Nos era preciso conocer la verdad acerca de los procesos soviéticos, desde la revolución bolchevique hasta nuestros días —incluidos los países de su campo europeo que en variada medida se relacionaban con Cuba—, de la Revolución china y de China Popular, de Viet Nam y Corea. Conocer el pensamiento marxista y el revolucionario en general, y el pensamiento opuesto.”

Por esas mismas razones, Criterios ha publicado, no la obra de Tomás de Aquino que Monreal presenta como igualmente importante para nosotros por meras consideraciones de cultura general, sino “La corrupción” del húngaro Elemér Hankiss, “La modernidad del postcomunismo” del rumano Ovidiu Ţichindeleanu, “Europa del Este en transición: ¿Circulación o reproducción de las élites?” del belga Jacques Coenen-Huther, “Burocracia: un término y concepto en el discurso socialista sobre el poder del estado (antes de 1941)” del croata Darko Suvin, “Stalinismo y socialismo” de la serbia Zagorka Golubović, y “Capitalismo con adjetivos, o Abordajes críticos de los nuevos capitalismos de la periferia de Europa” del ucraniano Yuriy Dergunov, entre otros.

En los años 70, el entonces popular humorista Carballido Rey me decía que llegaría un momento en que no podría escribir más los guiones del gustado programa de ficción humorística Detrás de la fachada, pues cada vez que presentaba con algún rasgo mínimamente negativo a un personaje de tal o cual profesión u ocupación se buscaba mil problemas a todos los niveles. En un episodio había presentado, de paso, a unos taxistas que en una base de taxi jugaban dominó y demoraban en atender las llamadas telefónicas; a la mañana siguiente a la transmisión nocturna del episodio, en el ICRT ya lo esperaba, entre otras no menos irritadas, una llamada del entonces Ministro de Transporte para transmitirle su protesta y la de todo el gremio de taxistas de Cuba por la imagen que había dado de ellos. En la Cuba de los 70 y en la que hoy desea Monreal, tampoco habría mucha cabida para ficciones o informaciones sobre economistas con "problemas" --ideológicos, políticos, éticos, etc.--, aunque fueran húngaros y de un cuarto de siglo atrás.

Los Naranjos, 27 diciembre 2016

El crecimiento económico en Cuba: ¿fallo de lanzamiento?

diciembre 28, 2016



Un vehículo espacial solamente podrá ser colocado en órbita si cuenta con la energía suficiente para rebasar determinado nivel de velocidad. Según los especialistas, poner un objeto en una órbita baja (360 kilómetros sobre la Tierra) necesita un nivel de energía equivalente a 3,29 x 107 Joules por cada kilogramo de peso del artefacto[1]. Si se intentase proyectarlo al espacio con una energía menor, se produciría un “fallo de lanzamiento”.

Los símiles entre la Economía y otras ciencias deben ser tomados con reserva, pero pudieran ser útiles para ilustrar las interrelaciones de algunos procesos económicos, como por ejemplo, que la promoción del desarrollo no es indiferente al ritmo de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

La “actualización” no ha sido capaz de producir el nivel de crecimiento económico que se necesita para colocar a Cuba en la senda del desarrollo. Los recientes datos oficiales de decrecimiento del PIB en -0,9 por ciento en 2016, y el pronóstico de crecimiento de 2 por ciento para 2017 [2], indican que cuando finalice el séptimo año de la “actualización” (2017), la tasa de crecimiento promedio anual del PIB solamente habría sido de 2,15 por ciento y que el crecimiento no habría alcanzado el 5 por ciento en ningún año de esa etapa.

La reciente encuesta de economistas “Cuba 2017” ha ubicado el eventual crecimiento para 2017 en un nivel promedio de 0,53 por ciento, una cifra menor que el estimado oficial. El 70 por ciento de los economistas encuestados situó el posible nivel de crecimiento del PIB para ese año en una franja de debilidad económica entre el -1 y el +2 por ciento. Por otra parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta para 2017 un crecimiento de 0,9 por ciento, inferior al estimado oficial del gobierno cubano.[3] Es decir, parecen existir probabilidades de la prolongación de una tendencia de bajo dinamismo de la economía.

El crecimiento económico de la “actualización” estaría así por debajo del nivel de incremento del PIB de entre 5 y 7 porciento que se ha reconocido oficialmente como necesario para poder avanzar hacia el desarrollo nacional. Pudiéramos estar en presencia, entonces, de un típico caso de “fallo de lanzamiento” del desarrollo. Siete años (2011-2017) es un plazo, más que razonable, para juzgar si una estrategia económica se encuentra encarrilada o si no lo está.

La valoración de las perspectivas del desarrollo nacional no puede basarse en el examen de una “visión” construida principalmente sobre aspiraciones. Por el contrario, el examen de la marcha del proceso de desarrollo en Cuba y de las políticas económicas que la acompañan debe partir de un análisis concreto de las condiciones actuales. Ninguna “visión” puede pretender sustituir el lugar central que le corresponde al análisis social concreto en la evaluación del desarrollo.


EL DESPEGUE HACIA EL DESARROLLO: LA IMPORTANCIA DE LOS DATOS DE PARTIDA

¿Cuáles son esas condiciones actuales que deberían recibir una atención especial por parte de los analistas? En principio, serían varias, pero conviene hacer énfasis en la cuestión del crecimiento económico.

Dos breves comentarios se imponen antes de seguir abordando el tema. En primer lugar, que en el marco del proceso de desarrollo, el crecimiento económico no debe ser asumido como un fin, sino como un medio. En segundo lugar, que el crecimiento en sí mismo no es suficiente como medio de desarrollo. Muchas otras condiciones deben establecerse simultáneamente, incluyendo, por ejemplo, el establecimiento de estructuras socio-económicas y de instituciones políticas y estatales que garanticen una distribución lo más equitativa posible de los beneficios del crecimiento, y que sean capaces de asegurar la inclusión social y la justicia social.

No obstante, el crecimiento económico es importante pues expresaría la disponibilidad del excedente económico que serviría para ampliar el consumo de los hogares y para sostener la inversión que se necesita para transformar la base productiva del país. A mayor crecimiento económico, mayores son las posibilidades de mejorar el bienestar material de las personas, de sustentar los servicios públicos como la educación y la salud, de regenerar la infraestructura (puertos, comunicaciones, acueductos, etc.) y de ampliar y modernizar los medios de producción del país (fábricas, hoteles, maquinaria, etc.).

El insuficiente crecimiento del PIB desde 2011 y las bajas probabilidades de que esa tendencia cambie pronto es, por tanto, el primer dato crucial que debe ser tenido en cuenta en cualquier análisis sobre las posibilidades que pudiera ofrecerle la “actualización” al proceso de desarrollo nacional.

¿ALGUIEN DIJO “TIGRE” DEL CARIBE?

Usualmente, las conversaciones acerca del desarrollo en Cuba hacen referencia a experiencias como las de China y Vietnam, algo que probablemente pudiese tener utilidad para al análisis, pero también convendría no soslayar la experiencia de nuestros vecinos caribeños, particularmente cuando se toma en cuenta que en ocasiones se hacen referencias a Cuba como un potencial “tigre” económico del Caribe.

En ese sentido, un análisis comparado de datos sobre la realidad actual debería comenzar especialmente por aquellos países que en el Caribe han logrado niveles de PIB per cápita elevados –muchos más altos que los de China y Vietnam- como serían los casos de Barbados, y de Antigua y Barbuda.

Existe consenso acerca de que el PIB no es una medida precisa ni suficiente de la riqueza nacional. También se acepta que el crecimiento del PIB no es sinónimo automático de bienestar y de desarrollo. Sin embargo, determinadas formas de medir el PIB –como es el caso del PIB per cápita- son útiles para expresar el potencial productivo de un país, su capacidad para generar riqueza material por cada habitante. Obviamente, se trata de un promedio que no toma en cuenta la manera desigual en que el PIB es distribuido entre los habitantes de un país, pero aun así, el PIB per cápita es un indicador que es útil para medir –de forma aproximada y a mediano y largo plazo- el efecto de la transformación económica en las posibilidades de aumentar el bienestar de la sociedad.

Existen dos cifras que valdría la pena tomar en consideración: las veces que el PIB per cápita de esos países (Barbados y Antigua y Barbuda) es mayor que el de Cuba, y el tiempo que le tomaría a Cuba alcanzar el nivel de PIB per cápita de esos dos vecinos caribeños.

En 2015, el PIB per cápita de Barbados, con 15,903.4 USD, era dos veces y media mayor que el de Cuba (6,458.9 USD), mientras que el de Antigua y Barbuda (13,863 USD) era 2 veces mayor, a pesar de que Barbados y Antigua y Barbuda tienen escalas muy pequeñas y cuentan con menores recursos humanos y materiales que Cuba.[4]


No se trata de que esos dos pequeños vecinos caribeños sean países desarrollados. No lo son. De hecho, tienen grandes vulnerabilidades económicas, sociales y medio-ambientales, y desde hace algún tiempo presentan dificultades para crecer económicamente. Debe tomarse nota, sin embargo, que, medidos por otro conocido indicador –el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas-, tanto Barbados (con el lugar 57 en el ranking del índice) como Antigua y Barbuda (con el lugar 58) tienen una mejor calificación que Cuba (con el lugar 67).[5]

De lo que se trata es que la existencia de países del área con niveles relativamente elevados de PIB per cápita, indica una trayectoria posible de crecimiento económico que plausiblemente pudiera ser repetida por Cuba. No se refiere a intentar replicar el modelo económico de esos países, sino a que existe la posibilidad en el Caribe de intentar avanzar hasta niveles similares en cuanto a la capacidad para crear riqueza por cada habitante. Es decir, para Cuba no debería ser inverosímil tratar de alcanzar los niveles de PIB per cápita de Barbados y de Antigua y Barbuda.

¿CARRERA CONTRA RELOJ?

Las discusiones sobre la estrategia de desarrollo de la “actualización” a veces parecen proyectar la imagen de que el tiempo no es una variable crítica para el proceso de desarrollo. Sin embargo, el tiempo es un componente crucial. No es cuestión de que sea posible forzar la marcha del desarrollo, sino que es problemático asumir que puede resolverse con mayores plazos lo que no es capaz de conseguirse mediante acciones más audaces en el marco de la estrategia de desarrollo.

La selección entre distintas variantes de ritmos de crecimiento del PIB per cápita puede decidir si generaciones enteras participan, o si se quedan fuera, de los beneficios del proceso de desarrollo.

Para no complicar mucho los cálculos, con la tasa de 2,15 por ciento de crecimiento promedio anual del PIB registrada hasta ahora por la “actualización”, le tomaría aproximadamente 33 años a Cuba poder duplicar su PIB, algo que lograría hacer en 2048, y que inclusive sería insuficiente para alcanzar los niveles actuales de PIB per cápita de Antigua y Barbuda, y mucho menos los de Barbados.[6]

Expresado de otro modo, si se mantienen las bajas tasas de crecimiento actuales, una parte considerable de los cubanos hoy mayores de 50 años, que representan el 34 por ciento de la población, no lograrían llegar al momento en que se alcanzarían en Cuba los niveles de PIB per cápita que ya habrían tenido desde un tercio de siglo antes Barbados y Antigua y Barbuda. Prácticamente nadie del grupo de personas que hoy son mayores de 65 años (14 por ciento de la población) alcanzaría a ver duplicado su PIB per cápita, si no logra superarse la baja tendencia actual de crecimiento económico del país.[7]

De manera alternativa, mayores tasas de crecimiento económico pudieran modificar radicalmente la posibilidad de incluir esa tercera parte de la población actual del país en los beneficios del proceso de desarrollo, algo que sería un hecho de naturaleza política y no un simple detalle técnico. Con una tasa del 5 por ciento de crecimiento económico anual, el plazo necesario para duplicar el PIB per cápita se reduciría considerablemente a 14 años (para el 2029), mientras que con una tasa de crecimiento promedio del 7 por ciento, el plazo se acorta aún mucho más a 10 años (para el 2025).

Este breve artículo no discute la manera en que pudieran materializarse esas diferentes trayectorias de crecimiento. El punto central sobre el que se ha deseado llamar la atención es la propia importancia de las tasas de crecimiento del PIB per cápita del país.


¿Cuál de las trayectorias sería preferible? Pudiera preguntársele a la gente, pero seguramente la línea roja (la tendencia actual) no entraría en las preferencias de muchos cubanos, con independencia de lo que pudieran pensar o aconsejar quienes postulan hoy una transformación pausada del modelo económico y social del país.

NOTAS:

[1] Reth, Allain. “Space Shuttle Launch: Equator vs. Mountains”, Wired, 7-7-2011, https://www.wired.com/2011/07/space-shuttle-launch-equator-vs-mountains/

[2] Datos informados por el Ministro de Economía y Planificación durante el octavo período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, 27 de diciembre de 2016. Ver, Oscar Figueredo Reinaldo y José Raúl Concepción. “Tras tenso 2016, Cuba aspira a crecer un dos por ciento en 2017”. Cubadebate. 27 de diciembre de 2016. http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/12/27/tras-tenso-2016-cuba-aspira-a-crecer-un-dos-por-ciento-en-2017/#.WGOV62dSNaQ

[3] Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2016”. Sección “Cuba”. 14 de diciembre de 2016. http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/40825/15/1601260BP_Cuba_es.pdf

[4] Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “CEPALSTAT Base de Datos”, http://interwp.cepal.org/sisgen/ConsultaIntegrada.asp?IdAplicacion=6&idTema=131&idIndicador=2206&idioma=e

[5] United Nations Development Program (UNDP). “Human Development Report 2015: Work for Human Development”, http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2015_statistical_annex.pdf

[6] Se ha empezado a contar desde 2015, la última fecha para la que se dispone de datos comparables de PIB per cápita para los tres países (Cuba, Barbados, y Antigua y Barbuda). Para facilitar el ejercicio, se ha asumido que los niveles de PIB per cápita de Barbados y de Antigua y Barbuda se mantendrían constantes en el tiempo. La simplificación del cálculo también incluye considerar como iguales las tasas de crecimiento del PIB total y del PIB per cápita de Cuba.

[7] ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2015. Tabla 3.2 Población residente por sexo, edades y relación de masculinidad, año 2015, http://www.one.cu/aec2015/03%20Poblacion.pdf

La globalización ha muerto


Álvaro García Linera, La Jornada

El desenfreno por un inminente mundo sin fronteras, la algarabía por la constante jibarización de los estados-nacionales en nombre de la libertad de empresa y la cuasi religiosa certidumbre de que la sociedad mundial terminaría de cohesionarse como un único espacio económico, financiero y cultural integrado, acaban de derrumbarse ante el enmudecido estupor de las élites globalófilas del planeta.

La renuncia de Gran Bretaña a continuar en la Unión Europea –el proyecto más importante de unificación estatal de los cien años recientes– y la victoria electoral de Trump –que enarboló las banderas de un regreso al proteccionismo económico, anunció la renuncia a tratados de libre comercio y prometió la construcción de mesopotámicas murallas fronterizas–, han aniquilado la mayor y más exitosa ilusión liberal de nuestros tiempos. Y que todo esto provenga de las dos naciones que hace 35 años atrás, enfundadas en sus corazas de guerra, anunciaran el advenimiento del libre comercio y la globalización como la inevitable redención de la humanidad, habla de un mundo que se ha invertido o, peor aún, que ha agotado las ilusiones que lo mantuvieron despierto durante un siglo.

La globalización como meta-relato, esto es, como horizonte político ideológico capaz de encauzar las esperanzas colectivas hacia un único destino que permitiera realizar todas las posibles expectativas de bienestar, ha estallado en mil pedazos. Y hoy no existe en su lugar nada mundial que articule esas expectativas comunes. Lo que se tiene es un repliegue atemorizado al interior de las fronteras y el retorno a un tipo de tribalismo político, alimentado por la ira xenofóbica, ante un mundo que ya no es el mundo de nadie.

La medida geopolítica del capitalismoQuien inició el estudio de la dimensión geográfica del capitalismo fue Karl Marx. Su debate con el economista Friedrich List sobre el capitalismo nacional, en 1847, y sus reflexiones sobre el impacto del descubrimiento de las minas de oro de California en el comercio transpacífico con Asia, lo ubican como el primero y más acucioso investigador de los procesos de globalización económica del régimen capitalista. De hecho, su aporte no radica en la comprensión del carácter mundializado del comercio que comienza con la invasión europea a América, sino en la naturaleza planetariamente expansiva de la propia producción capitalista.

Las categorías de subsunción formal y subsunción real del proceso de trabajo al capital con las que Marx devela el automovimiento infinito del modo de producción capitalista, suponen la creciente subsunción de la fuerza de trabajo, el intelecto social y la tierra, a la lógica de la acumulación empresarial; es decir, la supeditación de las condiciones de existencia de todo el planeta a la valorización del capital. De ahí que en los primeros 350 años de su existencia, la medida geopolítica del capitalismo haya avanzado de las ciudades-Estado a la dimensión continental y haya pasado, en los pasados 150 años, a la medida geopolítica planetaria.

La globalización económica (material) es pues inherente al capitalismo. Su inicio se puede fechar 500 años atrás, a partir del cual habrá de tupirse, de manera fragmentada y contradictoria, aún mucho más.

Si seguimos los esquemas de Giovanni Arrighi, en su propuesta de ciclos sistémicos de acumulación capitalista a la cabeza de un Estado hegemónico: Génova (siglos XV-XVI), Países Bajos (siglo XVIII), Inglaterra (siglo XIX) y Estados Unidos (siglo XX), cada uno de estos hegemones vino acompañado de un nuevo tupimiento de la globalización (primero comercial, luego productiva, tecnológica, cognitiva y, finalmente, medio ambiental) y de una expansión territorial de las relaciones capitalistas. Sin embargo, lo que sí constituye un acontecimiento reciente al interior de esta globalización económica es su construcción como proyecto político-ideológico, esperanza o sentido común; es decir, como horizonte de época capaz de unificar las creencias políticas y expectativas morales de hombres y mujeres pertenecientes a todas las naciones del mundo.

El fin de la historia La globalización como relato o ideología de época no tiene más de 35 años. Fue iniciada por los presidentes Ronald Reagan y Margaret Thatcher, liquidando el Estado de bienestar, privatizando las empresas estatales, anulando la fuerza sindical obrera y sustituyendo el proteccionismo del mercado interno por el libre mercado, elementos que habían caracterizado las relaciones económicas desde la crisis de 1929.

Cierto, fue un retorno amplificado a las reglas del liberalismo económico del siglo XIX, incluida la conexión en tiempo real de los mercados, el crecimiento del comercio en relación con el producto interno bruto (PIB) mundial y la importancia de los mercados financieros, que ya estuvieron presentes en ese entonces. Sin embargo, lo que sí diferenció esta fase del ciclo sistémico de la que prevaleció en el siglo XIX fue la ilusión colectiva de la globalización, su función ideológica legitimadora y su encumbramiento como supuesto destino natural y final de la humanidad.

Y aquellos que se afiliaron emotivamente a esa creencia del libre mercado como salvación final no fueron simplemente los gobernantes y partidos políticos conservadores, sino también los medios de comunicación, los centros universitarios, comentaristas y líderes sociales. El derrumbe de la Unión Soviética y el proceso de lo que Antonio Gramsci llamó transformismo ideológico de ex socialistas devenidos furibundos neoliberales, cerró el círculo de la victoria definitiva del neoliberalismo globalizador.

¡Claro! Si ante los ojos del mundo la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), que era considerada hasta entonces el referente alternativo al capitalismo de libre empresa, abdica de la pelea y se rinde ante la furia del libre mercado –y encima los combatientes por un mundo distinto, públicamente y de hinojos, abjuran de sus anteriores convicciones para proclamar la superioridad de la globalización frente al socialismo de Estado–, nos encontramos ante la constitución de una narrativa perfecta del destino natural e irreversible del mundo: el triunfo planetario de la libre empresa.

El enunciado del fin de la historia hegeliano con el que Francis Fukuyama caracterizó el espíritu del mundo, tenía todos los ingredientes de una ideología de época, de una profecía bíblica: su formulación como proyecto universal, su enfrentamiento contra otro proyecto universal demonizado (el comunismo), la victoria heroica (fin de la guerra fría) y la reconversión de los infieles.

La historia había llegado a su meta: la globalización neoliberal. Y, a partir de ese momento, sin adversarios antagónicos a enfrentar, la cuestión ya no era luchar por un mundo nuevo, sino simplemente ajustar, administrar y perfeccionar el mundo actual, pues no había alternativa frente a él. Por ello, ninguna lucha valía la pena estratégicamente, pues todo lo que se intentara hacer por cambiar de mundo terminaría finalmente rendido ante el destino inamovible de la humanidad, que era la globalización. Surgió entonces un conformismo pasivo que se apoderó de todas las sociedades, no sólo de las élites políticas y empresariales, sino también de amplios sectores sociales que se adhirieron moralmente a la narrativa dominante.


La historia sin fin ni destinoHoy, cuando aún retumban los últimos petardos de la larga fiesta del fin de la historia, resulta que quien salió vencedor, la globalización neoliberal, ha fallecido dejando al mundo sin final ni horizonte victorioso; es decir, sin horizonte alguno. Donald Trump no es el verdugo de la ideología triunfalista de la libre empresa, sino el forense al que le toca oficializar un deceso clandestino.

Los primeros traspiés de la ideología de la globalización se hacen sentir a inicios de siglo XXI en América Latina, cuando obreros, plebeyos urbanos y rebeldes indígenas desoyen el mandato del fin de la lucha de clases y se coligan para tomar el poder del Estado. Combinando mayorías parlamentarias con acción de masas, los gobiernos progresistas y revolucionarios implementan una variedad de opciones posneoliberales, mostrando que el libre mercado es una perversión económica susceptible de ser remplazada por modos de gestión económica mucho más eficientes para reducir la pobreza, generar igualdad e impulsar crecimiento económico.

Con ello, el fin de la historia comienza a mostrarse como una singular estafa planetaria y de nuevo la rueda de la historia –con sus inagotables contradicciones y opciones abiertas– se pone en marcha. Posteriormente, en 2009, en Estados Unidos, el hasta entonces vilipendiado Estado, que había sido objeto de escarnio por ser considerado una traba a la libre empresa, es jalado de la manga por Barack Obama para estatizar parcialmente la banca y sacar de la quiebra a los banqueros privados. El eficienticismo empresarial, columna vertebral del desmantelamiento estatal neoliberal, queda así reducido a polvo frente a su incompetencia para administrar los ahorros de los ciudadanos.

Luego viene la ralentización de la economía mundial, pero en particular del comercio de exportaciones. Durante los 20 años recientes, éste crece al doble del producto interno bruto (PIB) anual mundial, pero a partir de 2012 apenas alcanza a igualar el crecimiento de este último, y ya en 2015 es incluso menor, con lo que la liberalización de los mercados ya no se constituye más en el motor de la economía planetaria ni en la prueba de la irresistibilidad de la utopía neoliberal.

Por último, los votantes ingleses y estadounideneses inclinan la balanza electoral en favor de un repliegue a estados proteccionistas –si es posible amurallados–, además de visibilizar un malestar ya planetario contra la devastación de las economías obreras y de clase media, ocasionado por el libre mercado planetario.

Hoy, la globalización ya no representa más el paraíso deseado en el cual se depositan las esperanzas populares ni la realización del bienestar familiar anhelado. Los mismos países y bases sociales que la enarbolaron décadas atrás, se han convertido en sus mayores detractores. Nos encontramos ante la muerte de una de las mayores estafas ideológicas de los siglos recientes.

Sin embargo, ninguna frustración social queda impune. Existe un costo moral que, en este momento, no alumbra alternativas inmediatas sino que –es el camino tortuoso de las cosas– las cierra, al menos temporalmente. Y es que a la muerte de la globalización como ilusión colectiva no se le contrapone la emergencia de una opción capaz de cautivar y encauzar la voluntad deseante y la esperanza movilizadora de los pueblos golpeados.

La globalización, como ideología política, triunfó sobre la derrota de la alternativa del socialismo de Estado; esto es, de la estatización de los medios de producción, el partido único y la economía planificada desde arriba. La caída del muro de Berlín, en 1989, escenifica esta capitulación. Entonces, en el imaginario planetario quedó una sola ruta, un solo destino mundial. Lo que ahora está pasando es que ese único destino triunfante también fallece. Es decir, la humanidad se queda sin destino, sin rumbo, sin certidumbre. Pero no es el fin de la historia –como pregonaban los neoliberales–, sino el fin del fin de la historia. Es la nada de la historia.

Lo que hoy queda en los países capitalistas es una inercia sin convicción que no seduce, un manojo decrépito de ilusiones marchitas y, en la pluma de los escribanos fosilizados, la añoranza de una globalización fallida que no alumbra más los destinos.

Entonces, con el socialismo de Estado derrotado y el neoliberalismo fallecido por suicidio, el mundo se queda sin horizonte, sin futuro, sin esperanza movilizadora. Es un tiempo de incertidumbre absoluta en el que, como bien intuía William Shakespeare, todo lo sólido se desvanece en el aire. Pero también por ello es un tiempo más fértil, porque no se tienen certezas heredadas a las cuales asirse para ordenar el mundo. Esas certezas hay que construirlas con las partículas caóticas de esta nube cósmica que deja tras suyo la muerte de las narrativas pasadas.

¿Cuál será el nuevo futuro movilizador de las pasiones sociales? Imposible saberlo. Todos los futuros son posibles a partir de la nada heredada. Lo común, lo comunitario, lo comunista es una de esas posibilidades que está anidada en la acción concreta de los seres humanos y en su imprescindible relación metabólica con la naturaleza.

En cualquier caso, no existe sociedad humana capaz de desprenderse de la esperanza. No existe ser humano que pueda prescindir de un horizonte, y hoy estamos compelidos a construir uno. Eso es lo común de los humanos y ese común es el que puede llevarnos a diseñar un nuevo destino distinto de este emergente capitalismo errático que acaba de perder la fe en sí mismo.

Es imprescindible hacer sostenible la economía

Dictamen de las comisiones de Asuntos Económicos y Asuntos Constitucionales y Jurídicos sobre el informe del Proyecto de Ley del Presupuesto 2017, leído por Armando Manuel Utrera Caballero, vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento


28 de diciembre de 2016 00:12:33

Las comisiones de Asuntos Económicos y Asuntos Constitucionales y Jurídicos, luego de escuchar y debatir las informaciones de los Ministerios de Economía y Planificación y de Finanzas y Precios, así como del estudio del proyecto de Ley del Presupuesto del Estado para el año 2017, emiten el Dictamen siguiente:

El proyecto que se presenta, expresa los avances programados en el proceso de perfeccionamiento del Sistema de Administración Financiera del Estado en correspondencia con el pronunciamiento de esta Asamblea Nacional, el mismo está compatibilizado con los niveles de actividad planteados en el Plan de la economía y garantiza la sostenibilidad de las políticas públicas que se aplican en la actualización del modelo económico. Se planifica a partir del incremento de la eficiencia empresarial, en el uso de los inventarios como fuentes del plan y su mayor control y gestión.

En cuanto a los ingresos tributarios, se reducen los aportes por concepto de impuesto de la utilización de la Fuerza de Trabajo en el que se aplicará el 5 % sobre el salario devengado, con el objetivo de disminuir la carga fiscal en el sector empresarial.

Los gobiernos locales podrán disponer del 50 % de los aportes por la contribución territorial para el desarrollo local por encima del presupuesto notificado, para financiar gastos del desarrollo económico y social del territorio. Se faculta a los Consejos de la Administración Provincial a captar hasta el 10 % de los ingresos adicionales que se obtengan por este tributo, en los municipios que se determinen, con el propósito de beneficiar a los que reciben menores ingresos por este concepto.

Las empresas estatales priorizan los recursos necesarios para su desarrollo y la creación de reservas autorizadas a partir de la retención de hasta el 50 % de la utilidad después de impuestos. No se aprobarán niveles superiores de retención, por la necesidad de mantener los ingresos al presupuesto.

Se refuerzan y se amplían las acciones conjuntas para el enfrentamiento a los que contravienen la ley, evadiendo el pago de multas y de impuestos, con el objetivo de combatir la impunidad.

El ingreso que se capta por el Impuesto sobre la Venta de materiales de la construcción para subsidiar a personas naturales que así lo requieran, con el propósito de ejecutar acciones constructivas en sus viviendas, se cede a los presupuestos provinciales, posibilitando mayor inmediatez en la disposición de los recursos, lo que requerirá mayor exigencia en la gestión y el control del proceso por los gobiernos locales.

Los gastos corrientes de la actividad presupuestada se planifican en niveles similares al ejecutado en el 2016, sustentando las conquistas alcanzadas en los servicios sociales, fundamentalmente en Salud, Educación y Asistencia Social, que representan el 51 % de estos. Crecen los gastos por las prestaciones de la Seguridad Social en correspondencia con el incremento de las personas en edad de jubilación. Los ingresos financian el 86 % de los gastos de este presupuesto.

Los financiamientos al sector empresarial aumentan, en especial los subsidios que respaldan exportaciones y sustitución de importaciones. El presupuesto considera el financiamiento de las inversiones materiales previstas en el Plan de la Economía, entre las que se encuentran el programa de viviendas y obras de infraestructura y desarrollo, que incluye la continuidad de la recuperación de los daños causados por el huracán Matthew.

Asimismo, se planifican reservas en niveles similares al año precedente.

El presupuesto en análisis, proyecta ingresos netos por 52 357 millones de pesos, creciendo un 3 % con respecto al estimado del 2016.

Los ingresos tributarios se proponen crecer un 4,5 %, constituyendo la fuente principal de los ingresos al presupuesto.

Los gastos del presupuesto se proyectan en 63 811 millones de pesos, para un crecimiento del 11 %.

Los ingresos y gastos corrientes se equilibran, excepto los gastos destinados a los subsidios de producciones que sustituyen importaciones y generan exportaciones, que en condiciones de dualidad monetaria y cambiaria, no se considera desfavorable por estar respaldado productivamente y que constituyen ahorros netos de divisas al país.

Como resultado del balance de ingresos y gastos, el déficit fiscal proyectado de 11 453 millones 900 000 pesos, representa el 12 % del PIB a precios corrientes. A este déficit se le agregan 2 739 millones 100 000 pesos, fundamentalmente por amortización de la deuda pública con vencimiento en el 2017, que genera una demanda financiera máxima de 14 193 millones de pesos.

Para lograr un equilibrio monetario financiero en el segmento de la población en un rango adecuado, es imprescindible evitar pagos sin respaldos productivos reales y sostener una adecuada relación con la disponibilidad de bienes y servicios destinados al consumo.

Deberá prestarse por todos los niveles de dirección, una atención especial a las reservas de eficiencia que potencialmente contienen el Plan y el Presupuesto, entre las que se encuentran:

- Fomentar las producciones de bienes y servicios con destino a la exportación, gestionar eficientemente su cobro y avanzar en la sustitución de importaciones, elementos claves para incrementar la disponibilidad de divisas del país.

- Impulsar los programas de desarrollo local para resolver necesidades territoriales. 
Perfeccionar el uso y control de los inventarios, aspecto en el que se denotan deficiencias en su gestión con una tendencia creciente a su acumulación.

- Controlar el consumo de los combustibles para garantizar su utilización en respaldo de los niveles de actividad de la economía.

- Avanzar en la concreción de los proyectos de inversión vinculados a los programas de desarrollo económico del país y agilizar el uso eficiente de las ofertas de financiamiento externo.

- Ejercer el control sistemático de la ejecución del plan de inversiones con el propósito de evitar inmovilizaciones de recursos por este concepto.

- Aplicar los resultados de la ciencia y la técnica en función del desarrollo.

Se precisa continuar trabajando en el perfeccionamiento y cambio de la matriz energética y uso de la energía renovable.

Ambas comisiones consideran que, aun cuando el proyecto de Presupuesto del Estado que se presenta a esta Asamblea Nacional, materializa una evolución en la aplicación de los instrumentos y control de las finanzas públicas, se debe continuar trabajando en su perfeccionamiento y consolidación.

Los recursos presupuestarios asociados a la atención de los planteamientos de la población, requieren un monitoreo diferenciado, velando por su ejecución e impacto en su nivel de satisfacción, lo que deberá convertirse en una prioridad.

Los resultados que se planifican para el año, no se lograrán de forma espontánea, requieren de un esfuerzo de todos los actores de la economía, para lo cual están creadas las condiciones, siendo necesario potenciar al máximo las reservas internas existentes, aspectos no siempre logrados en la ejecución del Plan y el Presupuesto.

En un escenario complejo como el presente, solo en el socialismo, es posible destinar cuantiosos recursos para sostener una política social inclusiva, consolidar las conquistas alcanzadas y avanzar en la conformación del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030.

Para disfrutar de los beneficios de la salud, la educación, la cultura, el deporte, la seguridad social, el incremento de los ingresos personales y la satisfacción de necesidades, es imprescindible hacer sostenible la economía mediante el incremento de los ingresos, la eficiencia, el ahorro y un mayor control.

Por todo lo antes expuesto recomendamos:

Que los ministerios de la Agricultura y de la Industria Alimentaria, de conjunto con sus Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial, informen a la Comisión de Asuntos Económicos, el resultado de su gestión en la producción de alimentos que permita sustituir importaciones e incrementar la oferta a la población y a la economía a partir del respaldo al programa alimentario asegurado en el Presupuesto y en el Plan de la Economía.

Que el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y el Ministerio de Transporte, que concentran las inversiones materiales que financia el Presupuesto, informen a la Comisión de Asuntos Económicos, los resultados de estos programas. El resto de las comisiones permanentes, exigirán que los organismos correspondientes rindan información acerca de los avances en la preparación y ejecución de los proyectos de inversión vinculados a los programas de desarrollo económico del país.

Que las comisiones permanentes de la Asamblea Nacional fiscalicen y controlen cómo los órganos, organismos y entidades cumplen los compromisos para el 2017, con el uso eficiente de los recursos materiales y financieros que se respaldan en el Plan y Presupuesto, de los cuales informarán de su gestión al finalizar cada trimestre, entre los que destacan: el cumplimiento de los ingresos por exportaciones, las producciones con destino a la sustitución de importaciones, el control y uso racional de los portadores energéticos, la gestión de inventarios, así como la ejecución eficiente de las inversiones.

Que el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera y los organismos participantes, revisen y adecuen los procedimientos establecidos para la tramitación efectiva de los procesos de inversión, en especial la inversión extranjera, informando su resultado a la Comisión de Asuntos Económicos en las actividades previas al próximo Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional.

Que el Ministerio de Comercio Interior conduzca un proceso de evaluación de la eficacia en la gestión de los inventarios, de lo cual informará a la Comisión de Asuntos Económicos en las actividades previas al próximo Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional.

Que los organismos globales de la economía, de conjunto con los Consejos de la Administración Provinciales correspondientes, continúen dando especial atención a las acciones que se realizan para propiciar el completamiento y estabilidad de los recursos humanos en las direcciones globales de esos territorios.

Teniendo en cuenta todo lo anteriormente expresado, la Comisión de Asuntos Económicos, con la participación del resto de las comisiones permanentes de trabajo de la Asamblea Nacional ejecutará la fiscalización, control y el análisis permanente de la Ley del Presupuesto del Estado para el año 2017.

Finalmente, las comisiones de Asuntos Económicos y Asuntos Constitucionales y Jurídicos proponen a la Asamblea Nacional aprobar la Ley del Presupuesto del Estado para el año 2017 que se ha puesto a nuestra consideración.


Comisiones de Asuntos Económicos y de Asuntos Constitucionales y Jurídicos.
27 de diciembre del 2016.

Ocho claves para la economía mundial en 2017

28 diciembre 2016 Gonzalo Toca

Creíamos que 2016 iba a ser un año con convulsiones pero no desde luego revolucionario, que es lo que ha terminado siendo gracias a la emergencia de figuras como Donald Trump y  fenómenos como el Brexit. Esas revoluciones se extenderán a 2017.
Si las previsiones sobre las grandes tendencias económicas son un ejercicio difícil en contextos tranquilos, lo cierto es que transformaciones políticas profundas como las de ahora las convierten en un deporte de alto riesgo. A pesar de todo, sabemos algunas cosas.
Sabemos que Trump cumplirá parte de su programa electoral y que eso ya supondrá un cambio importante en la dinámica de las relaciones comerciales internacionales, que los países avanzados necesitan seguir estimulando sus economías para consolidar la recuperación, que los bancos centrales han empezado a comprender que sus políticas pierden fuelle, que los emergentes se verán afectados por ello, que China tiene que seguir decelerándose para garantizar su transición a otro modelo productivo, que la economía mundial, en principio, crecerá menos de lo esperado, que el proyecto europeo está en peligro y sus relaciones con Londres también, que los grandes acuerdos globales resultarán muchísimo más difíciles y que en 2017 la transparencia de los paraísos fiscales dará un paso decisivo. No son pocas claves.
Periódico chino con la imagen del presidente electo de EE UU, Donald Trump, cubierto parcialmente por un billete de 100 yuanes. Greg Baker/AFP/Getty Images
El ascenso del proteccionismo. El proteccionismo había perdido desde hace décadas prestigio intelectual y apoyo entre los líderes políticos y la población de los países desarrollados hasta el punto de que la globalización y la emergencia de bloques comerciales cada vez más gigantescos parecían irreversibles. Este año ha destrozado aquel consenso y el que viene subrayará la tendencia.
No en vano Donald Trump ha empezado a hacer valer sus promesas electorales con grandes anuncios como la defunción del Tratado Transpacífico y otros más pequeños como la llegada de los esperados impuestos sobre las importaciones o la presión desde el Twitter del Presidente electo contra la deslocalización de algunas factorías. También hay que tener en cuenta la probable reacción de China ante el previsible castigo a sus productos en Estados Unidos, la posible reducción en los intercambios comerciales entre Londres y la UE por culpa de la elevación de las tasas aduaneras tras el Brexit y la aparición de fracturas y amenazas de revisión en el tratado de libre comercio de Norteamérica (NAFTA) por la tensión de las relaciones entre EE UU y México.
Nuevos estímulos en las economías avanzadas. La distancia entre lo que producen y lo que podrían producir al máximo de su rendimiento los Estados más modernos sigue siendo considerable según el FMI, sus salarios apenas suben y la inflación es relativamente baja. En estas circunstancias, parece previsible que las grandes economías recurrirán a los estímulos el año que viene para animar el crecimiento y reducir el desempleo. Como sus altísimas tasas de endeudamiento no les van a permitir lanzar grandes planes de gasto o recortes de impuestos, lo más probable es que la mayoría apueste por mantener bajos los tipos de interés.
Hay que tener muy presente que Estados Unidos, casi con certeza, va a convertirse en una formidable excepción. Donald Trump ha prometido modernizar sustancialmente el armamento y la Defensa, lanzar un programa muy ambicioso de renovación de infraestructuras (ha anunciado un billón de dólares de gasto pero lo más probable es que se quede en la mitad, que ya es una cantidad fabulosa) y aplicar drásticos recortes de impuestos (hablamos de reducir la recaudación en nueve billones de dólares durante la próxima década). Al mismo tiempo, la Reserva Federal prevé aumentar los tipos de interés  tres veces  a lo largo de 2017.
Banderas se reflejan en el edificio del Banco Central Europeo. Frankfurt, Alemania. Hannelore Foerster/Getty Images
Los grandes bancos centrales tendrán que aceptar sus límites… y algunos emergentes asumirán las consecuencias. Los cuatro grandes bancos centrales de las economías avanzadas –Estados Unidos, Unión Europea, Reino Unido y Japón– han triplicado sus balances en los últimos años hasta los 18.000 millones de euros, sobre todo, con programas heterodoxos que han mantenido bajos los tipos de interés a corto plazo con la intención de salvaguardar la frágil recuperación de sus economías. Aunque la estrategia ha conseguido sus objetivos con nota, lo cierto es que su eficacia lleva tiempo disminuyendo a gran velocidad.
Así las cosas, la Reserva Federal de EE UU ha pisado el acelerador en 2016 para volver cuanto antes a la normalidad (les preocupa que se creen burbujas si convergen una economía pujante y unos tipos demasiado bajos). Esta normalización va a seguir dañando las finanzas de los países emergentes que más se beneficiaron de la fugas de capitales de Occidente (en un contexto de dólar por los suelos, los inversores empezaron a apostar por las economías que ofrecieran más rentabilidad en mitad de la crisis). Más claro: los Estados emergentes, que estén muy expuestos a la inversión de la tendencia y dependan en exceso de unas materias primas que se recuperan con lentitud, sufrirán las consecuencias de, por ejemplo, las subidas de los tipos por parte de la Reserva Federal en 2017. En este sentido merece la pena prestar una atención especial a África subsahariana.
Aceleración de la economía mundial. Las principales instituciones internacionales coinciden en que la economía global acelerará, aunque algo menos de lo esperado, su recuperación en 2017. Los grandes motores son la salida de la recesión de países emergentes como Argentina y Brasil (la primera lo hará con fuerza después de una profunda contracción y Brasil sólo ligeramente), la evidente estabilización de algunas de las economías desarrolladas que peor lo habían pasado durante la crisis (tres ejemplos: EspañaGrecia e Irlanda), unos tipos de interés mundiales que seguirán relativamente bajos incluso si suben en algunos países como Estados Unidos y unos precios de la energía que mantendrán el crudo en niveles inferiores a 2006.
Al mismo tiempo, es de esperar el incremento de las exportaciones de materias primas en los países emergentes, que responderán a una demanda global algo más vigorosa, el ligero aumento del precio de esas materias primas gracias al nuevo consumo y a decisiones políticas como la de la OPEP con respecto a los combustibles fósiles y, por fin, una ralentización pacífica del crecimiento chino, que seguirá incrementándose a pesar de todo un 6% anualmente a medio plazo.
Un inversor en la Bolsa de Pekín, noviembre 2016. Wang Zhao/AFP/Getty Images
Enfriamiento de China. Pekín posee recursos para facilitar un aterrizaje suave de la economía mientras lleva a cabo las reformas y los está empleando para mitigar su impacto, pero eso no significa que no sea un aterrizaje o que éste no vaya a afectar al resto del mundo.
Es obvio que el ritmo de crecimiento seguirá descendiendo debido a una demanda global que se recupera pero que no es claramente la de los viejos tiempos (recordemos que China tiene que ajustar más el exceso de su capacidad productiva a una demanda menor y que la competitividad de sus exportaciones se debilita), que la deuda privada –especialmente la de las entidades financieras tanto si son empresas controladas por el Estado, bancos comerciales o firmas de inversión– sigue siendo gigantesca y que la transición hacia un modelo basado más en los servicios, el consumo y la industria ligera que en la inversión masiva en infraestructuras, la industria pesada o las exportaciones arroja en todos los países donde se implanta cifras de crecimiento del PIB menores que durante la fase de industrialización masiva.
La primera ministra británica, Theresa May, en una conferencia de prensa en Bruselas, octubre de 2016. Jack Taylor/Getty Images
Incertidumbre sobre el Brexit y el futuro UE. La economía mundial no vive, ni mucho menos, en el vacío y las circunstancias políticas pueden cambiar totalmente su tendencia. Un ejemplo es la incertidumbre sobre la consolidación de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que debería adquirir carta de naturaleza cuando la primera ministra británica, Theresa May, la solicite formalmente después de que se la avale la Cámara de los Comunes a finales en marzo.
La primera duda es si algunos de los parlamentarios conservadores, que se alinearon con el ex primer ministro británico David Cameron y no están de acuerdo con el Brexit, apoyarán como parece la decisión de ruptura del Gobierno de May. La segunda es cómo quedará el dibujo final de la hoja de ruta de dos años que ha anunciado la premier británica para formalizar el divorcio con Bruselas (no está claro qué quiere hacer Londres y tampoco hasta qué punto la UE se va a decantar por una separación amistosa o beligerante). La tercera, por supuesto, es qué efecto tendrá la eventual salida en el ascenso de los movimientos contrarios al proyecto comunitario y en el euroescepticismo en países cardinales para el futuro de la UE como Holanda, Alemania o Francia. Todo ello se traduce a corto plazo en volatilidad, que es el reflejo de la incertidumbre en los mercados, pero las consecuencias económicas pueden ser mucho mayores dependiendo de cómo se despejen las incógnitas.
El año de la discordia. Todo parece apuntar a que la integración de las políticas de Donald Trump y su estilo de liderazgo en el denso tejido de las regulaciones e instituciones internacionales no va a ser sencillo… y que eso significa que los consensos ante los desafíos acuciantes van a resultar mucho más complejos y, en ocasiones, hasta van a sufrir una revisión.
Debemos recordar que buena parte de las medidas cruciales que se tomaron para salir de la crisis y evitar una recaída se produjeron como el resultado de acuerdos y consensos planetarios. Aquí ya no sólo hablamos del clásico proteccionismo de Trump, que ha supuesto la defunción de los dos mayores pactos comerciales de la historia de la humanidad (el Tratado Transpacífico y, antes de nacer, el tratado entre la UE y EE UU), sino de otro tipo de posibles decisiones con graves consecuencias económicas.
Destacan entre ellas la retirada estadounidense del histórico acuerdo de París sobre el cambio climático, la reducción de la independencia de la Reserva Federal, la derogación de las regulaciones que han limitado las actividades especulativas de los grandes bancos de Wall Street tras la crisis y las nuevas dificultades para que Bruselas y Washington colaboren en la solución de desafíos globales de todo tipo justo ahora que la economía mundial encara una frágil recuperación y en el mismo momento en el que el la formalización del Brexit en 2017 puede desestabilizar un proyecto europeo asediado con el populismo.
© Yabresse
Empieza el asedio (de verdad) contra los paraísos fiscales. Se pone en marcha en 2017 un estricto protocolo internacional llamado CRS (Common Reporting Standard), que exige que las entidades financieras, incluidas las gestoras de activos y las aseguradoras, compartan los datos fiscales de sus clientes automáticamente con las agencias tributarias de los Estados donde residen. La primera oleada de esta norma afectará a 54 regiones y países en 2017 (entre los que se encuentran las Islas Caimán, las Islas Vírgenes, Bermudas, Liechtenstein o Gibraltar) y a otras 47 jurisdicciones en 2018. Las únicas excepciones son Bahréin, Nauru y Vanuatu, aunque es cierto que Estados Unidos tiene que asimilar su propio sistema de intercambio de información (FATCA) al CRS y que, hasta ahora, no lo ha hecho.