Por Emily Morris, 13 FEBRERO, 2017, La Pupila Insomne
(Traducción: Juan Alfonso Fernández González)
Aunque Cuba se ha beneficiado económicamente gracias a las mejores relaciones con Estados Unidos, está lejos de depender de su continuación. Si la administración Trump adopta una línea dura, perjudicará a los emprendedores emergentes más que al estado, al tiempo que se reforzará los esfuerzos de Cuba para encontrar nuevos socios en otros lugares, escribe Emily Morris.
El nuevo gobierno de Trump está amenazando con revertir el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba iniciado bajo Obama, pero ¿cuánto daño realmente le causaría a la economía cubana?
El anuncio en diciembre de 2014 de que las relaciones diplomáticas serían restablecidas indudablemente marcó un punto de inflexión para Cuba. Durante el segundo mandato del presidente Obama, una serie de acciones ejecutivas y acuerdos bilaterales aliviaron ciertas sanciones y fortalecieron la cooperación en áreas como la protección ambiental y la seguridad. Puesto que estas medidas han beneficiado económicamente a Cuba, la revocación de las mismas debería ser perjudicial. Pero el panorama real es un poco más complejo.
El efecto más importante del acercamiento fue una afluencia significativa de visitantes internacionales. Aunque las sanciones de Estados Unidos continúan prohibiendo el turismo estadounidense, el número de visitantes de Estados Unidos ha experimentado un auge. Los viajes permanecen restringidos a viajes autorizados ‘con un propósito’, pero el arduo proceso de concesión de licencias ahora sólo implica una simple declaración y el restablecimiento de vuelos directos ha ayudado a satisfacer esta nueva demanda. Entre 2014 y 2016 el número de visitantes estadounidenses según se informa se triplicó hasta llegar a 285,000. Aunque los visitantes de Estados Unidos son apenas la décima parte del total de visitantes, el cambio en la política estadounidense también ha llevado a un inesperado aumento de llegadas desde otros países. Estos turistas de Europa, Canadá al parecer se apresuran para llegar a Cuba antes de que se vea abrumada por una apertura total a los turistas de EE.UU. y a sus negocios.
Como se observa en la figura 1 (arriba), Cuba ha estado disfrutando de un auge turístico desde 2014, con un aumento del 16% en 2015 y del 13% en 2016. Utilizando datos oficiales de ingresos del turismo en 2015 y asumiendo que estos flujos aumentaron en consonancia con las llegadas, esto habría elevado el total ingresos a alrededor de 3.4 mil millones de USD en el año 2016. Los gastos suplementarios proporcionaron un estímulo particularmente fuerte al emergente sector privado – arrendatarios privados (casas particulares), restaurantes (paladares) y taxis, en particular en La Habana, donde muchos precios se han más que duplicado y los innovadores se han visto recompensados. Los proveedores privados (formales e informales)de servicios de construcción y mecánicos se han beneficiado de manera similar.
El aumento del número de visitantes también ha significado un aumento en las remesas, ya que los vínculos familiares establecidos y los nuevos lazos de amistad han hecho entrar regalos y han estimulado la empresa privada, en particular la renovación de viviendas para alquiler. Los flujos de remesas son difíciles de medir – la mayoría todavía se reciben en efectivo, lo que los hace indistinguibles de los ingresos del turismo informal que no están declarados a efectos fiscales – pero los estimados indican que pueden haber crecido en línea con el número de visitantes estadounidenses. Esto sugeriría que equivalen aproximadamente a la misma suma que la cifra oficial de ingresos turísticos.
Si bien los ingresos fiscales del gobierno recibieron un impulso de las empresas privadas registradas que pagan impuestos, la evidencia anecdótica confirma que una gran proporción de la actividad económica adicional no ha sido registrada oficialmente. Por lo tanto, es probable que los principales perdedores de cualquier giro de la política de Trump sean los nuevos empresarios privados y no el Estado cubano.
Esta es una de las razones por las que el PIB cubano se contrajo en 2016 (véase La Figura 2, más abajo) a pesar de las medidas estadounidenses y el consiguiente aumento de visitantes y remesas. El turismo y las remesas, aunque importantes, no dominan la economía cubana. Los ingresos por turismo representan sólo el 15 por ciento de los ingresos por exportaciones y los flujos de remesas un monto similar. El desempeño general de la economía cubana desde 2014 ha sido determinado por otros sectores, los cuales han tenido un mal rendimiento por tres razones: las sanciones estadounidenses, la mayoría de las cuales permanecen vigentes; una reducción del apoyo venezolano; y los esfuerzos de Cuba para mejorar su solvencia.
A pesar de los cambios desde 2014, las exportaciones de bienes de Cuba y la capacidad de atraer inversiones extranjeras siguen siendo asfixiadas por las sanciones de Estados Unidos, la mayoría de las cuales permanecen trabadas en la ley estadounidense. El margen para flexibilizar las restricciones mediante orden ejecutiva era limitado, con sólo excepciones menores (como las exportaciones agrícolas de los Estados Unidos). Las propuestas para la derogación total no pudieron obtener el apoyo de la mayoría en el Congreso. Además de bloquear las relaciones económicas de Estados Unidos-Cuba, esto actúa como un factor disuasivo importante para el comercio e inversiones entre Cuba y otros socios.
Las dificultades económicas de Venezuela, por su parte, han afectado gravemente la economía cubana en los últimos dos años. En el 2014 alrededor de la mitad de los ingresos de exportación de Cuba se produjo a través del intercambio de servicios profesionales (principalmente médicos) por el petróleo venezolano, pero esta oferta ha disminuido al igual que el turismo ha aumentado. Aunque Cuba ha comenzado a importar petróleo de otros proveedores, la disminución de los ingresos y los trastornos económicos causados por entregas reducidas no se compensan con el ingreso de divisas y los beneficios fiscales del boom turístico.
La tercera causa de crecimiento débil es la determinación del gobierno de restablecer el acceso a las finanzas internacionales resolviendo disputas de larga data con los acreedores. La conclusión exitosa de un acuerdo con el Club de París de los acreedores oficiales a finales de 2015 llevó a acuerdos bilaterales con sus miembros en 2016. Debido a que la legislación de los Estados Unidos dicta que los datos económicos cubanos deben usarse para focalizar mejor las sanciones, Cuba todavía considera esa información como sensible para la seguridad, por lo que los datos sobre las transacciones de cuentas de capital son extremadamente escasos. Pero las declaraciones oficiales sugieren que restaurar la credibilidad con los acreedores ha tenido un costo significativo.
Por lo tanto, si la administración Trump restableciera las restricciones a los visitantes estadounidenses y reactivara las viejas hostilidades, la economía cubana sufriría sin duda, pero los efectos macroeconómicos no serían catastróficos. El restablecimiento de las restricciones a los viajes de los estadounidenses afectaría de manera más aguda a aquellos que han disfrutado del mayor beneficio -los restauradores privados, los dueños de pensiones y taxistas de La Habana- en lugar que el estado cubano.
Por otra parte, el entusiasmo de los visitantes de EE.UU. por los viajar a Cuba, una vez ‘galvanizado’, será difícil de revertir. Es improbable que cualquier decreto presidencial interrumpa por completo las nuevas redes de amistad y cooperación en muchos campos, desde los vínculos culturales y académicos hasta las nuevas relaciones comerciales y de inversión que involucran a los residentes estadounidenses en las pequeñas empresas emergentes de Cuba. Además, el impacto negativo de la disminución de los beneficios de Venezuela ya se ha absorbido en gran medida y se ha logrado una resolución de las deudas del Club de París, haciendo que la economía sea un poco menos vulnerable a una inversión del acercamiento de Estados Unidos de lo que habría sido hace un año.
Sin embargo, en el gobierno cubano y entre los emprendedores de La Habana hay una preocupación palpable por los riesgos que plantea la nueva administración estadounidense, sobre todo teniendo en cuenta la postura pro-sanciones de algunos altos cargos designados. El gobierno cubano ha reiterado su voluntad de continuar las discusiones sobre la base del ‘respeto mutuo’, pero las primeras indicaciones de la Casa Blanca sugieren que las conversaciones probablemente se estancarán.
Para protegerse contra los efectos económicos negativos, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba intensificará sus esfuerzos ya activos para establecer lazos con otros socios. Además de completar los acuerdos del Club de París, Cuba ha firmado recientemente un acuerdo de cooperación con la Unión Europea y ha avanzado hacia su incorporación a la Corporación Andina de Fomento (Banco de desarrollo de América Latina), así como seguir fortaleciendo los lazos con Rusia, China y otros socios en todos los continentes. A nivel interno, las reformas económicas de Cuba pretenden aumentar la apertura al comercio internacional y la inversión, y cualquier intento de los Estados Unidos de ‘aislar’ a Cuba es probable que provoque una mayor integración internacional. Paradójicamente, los costos a corto plazo que tales esfuerzos podrían imponer a la economía cubana podrían ser más que compensados por los beneficios a largo plazo de un impulso más amplio hacia nuevas conexiones globales.
Notes:
• The views expressed here are of the authors and do not reflect the position of the Centre or of the LSE.
• Featured-image credit: cropped version of image by Roberto Rizzato (CC BY-NC 2.0)
• Body-text photo credit: Angelo Domini (CC BY-NC-ND 2.0)
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Emily Morris – University College London, Institute of the Americas
Dr Emily Morris is an Associate Fellow of UCL Institute of the Americas. She has held research and teaching positions at various UK universities, as well as spending thirteen years at the Economist Intelligence Unit, where she specialised in Latin America.
Dr Emily Morris is an Associate Fellow of UCL Institute of the Americas. She has held research and teaching positions at various UK universities, as well as spending thirteen years at the Economist Intelligence Unit, where she specialised in Latin America.