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lunes, 31 de julio de 2017

La ciencia cubana y el desarrollo

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31 Julio, 2017 

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En la recientemente ocurrida primera sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, uno de los temas relevantes fue el relacionado con la “actividad de ciencia, tecnología e innovación. Por las propias características de Cuba, por su relativamente poca dotación de recursos naturales –aun cuando los pocos que tenemos no son bien utilizados–, por disponer de una fuerza laboral con alto nivel de instrucción y porque las tendencias de nuestra evolución demográfica demuestran plenamente que nuestra población envejece. Por todas esas razones, el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación es decisivo.

Movido por este tema, enumero algunas propuestas para aprovechar más eficientemente los recursos humanos en pos del desarrollo cubano.

Sin buenas escuelas y buenos profesores a todos los niveles, no podremos tener buena ciencia ni buena tecnología ni ser buenos en la innovación. La escuela es lo básico, desde la primaria –y especialmente en esos tres primeros grados– hasta las universidades. Es de lo primero que debemos recuperar. Si hoy tenemos aún una buena planta de científicos es porque gracias a la política educacional de la Revolución Cubana tuvimos buenas escuelas y muy buenos maestros.

Garantizado ese primer peldaño, entonces corresponde obviamente darle más recursos a la actividad de ciencia, tecnología e innovación. Los datos no nos dejan mentir. El volumen de recursos que Cuba destina hoy a esa actividad (como por ciento del PIB) es mucho menor que hace unos años, y mucho menos que lo que el Estado le dedica a mantener un sector para nada eficiente y menos aún estratégico como los “llamados” del comercio y gastronomía estatal (tanto en CUP como CUC). Una parte de esos recursos podría dedicarse a la ciencia, la tecnología y la innovación.

Esta situación de poca asignación de recursos a la ciencia y la tecnología es, en cierta medida, incongruente con lo que demuestran las tendencias internacionales, pues a mayor calificación de la fuerza de trabajo se requieren mayores recursos en I + D + i. Es cierto que hay restricciones, pero también hay un tema de asignación o de asignación no eficaz de los recursos. Nuevamente pongo el ejemplo de los dineros puestos en ese sector del comercio y la gastronomía, los cuales pudieran tener mejor destino. En este caso es un problema de mala asignación. Es decir, se dedican recursos generados por el pueblo a sostener actividades de baja productividad y escaso impacto en la innovación al igual que en el desarrollo futuro de Cuba. Si a esto sumamos que generalmente la gestión de esos recursos incorrectamente asignados es en una buena medida ineficiente, entonces tenemos la peor de todas las combinaciones posibles.

Miremos las exportaciones. Tampoco nuestra estructura de exportaciones de bienes se corresponde con la calificación de nuestra fuerza de trabajo y la cantidad de científicos por habitantes que hay en Cuba. El grueso de nuestras exportaciones de bienes se concentra en bienes de baja y media baja complejidad tecnológica; como azúcar, puros, rones, sinter de níquel, derivados blancos del petróleo. Con excepción de los derivados del petróleo, el resto han sido productos que hemos exportados durante los últimos 200 años y en el caso del níquel desde los años 40 del siglo pasado. Son nuevos productos con un peso significativo en las exportaciones solo los de las empresas del polo biotecnológico. Esta situación cambia si incorporamos los servicios, en este caso por el aporte de los servicios médicos, pero todavía no se ha logrado que esa exportación genere encadenamientos suficientes hacia el resto de la economía nacional.

La Biotecnología sería la excepción en este caso, recibe recursos humanos altamente calificados y genera productos de alto valor agregado. Pero en otros sectores como la industria y la agricultura no hay correspondencia. Es probable que Cuba tenga más ingenieros y científicos agropecuarios por hectárea de tierra en producción que ningún otro país de América Latina, pero nuestros rendimientos y niveles de producción, salvo alguna rara excepción (la papa) distan de los rendimientos de esos países.

Existe también un problema de asignación eficaz de la fuerza de trabajo calificada. Hay investigaciones desarrolladas en la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana que demuestran que la asignación de profesionales universitarios a determinados sectores no está en correspondencia con las potencialidades exportadores de estos. Es decir, sectores con potencialidades exportadoras reciben menos personas con alta calificación que otros que apenas exportan. Es necesario rectificar esto y asignar recursos laborales calificados a los sectores y empresas que más aportan a la exportación.

La industria de la caña de azúcar puede ser otro ejemplo. Hoy tenemos niveles de producción y rendimientos de inicios de siglo XX, pero tenemos una dotación de capital humano como pocos países en el mundo a pesar del desangramiento que ocurrió a partir de 2004.

Lo tercero es una política industrial que incentive la producción de nuevos productos y premie la innovación y la calificación adecuadamente, y agrego, una política industrial inclusiva, que no margine por formas de propiedad. La política industrial cubana debe ser pensada y pensar en Cuba y su economía como un todo. El mejor ejemplo que tengo hoy a la mano esta en los ingenieros en software y los diseñadores, pero hay muchos más. Incluso en el campo de las energías renovables existen personas interesadas en desarrollar proyectos cooperativos y todavía sus propuestas duermen el sueño de los (in)justos.

Lo cuarto es lograr que desde todos los territorios se generen y promuevan iniciativas a escala local para aprovechar mejor la fuerza de trabajo calificada que existe. Creo que deben existir políticas territoriales que complementen a las políticas nacionales.

Este es un asunto que tiene expresiones diversas y soluciones específicas también a escala de cada localidad. Tener un ingeniero en minas en un territorio con riqueza minera, que ejerce como profesor de marxismo en una escuela de Medicina, no parece ser la solución optima. Reitero que no conozco de estrategias territoriales para lograr un uso más efectivo de esa fuerza de trabajo que disponen hoy. Quizás existan, pero yo no tengo conocimiento de ellas. Nos pasamos horas debatiendo el tema de los servicios, o el del pan o el de la papa, es entendible, son temas cotidianos que golpean duramente al pueblo, es lo inmediato. Pero pocas veces leo en la prensa nacional sobre debates en los territorios sobre la utilización eficaz de la fuerza de trabajo calificado de la cual disponen.

Pero para lograr esas políticas los gobiernos locales deben tener mayores posibilidades de hacer y practicar iniciativas propias.

Obviamente todo esto pasa por una política salarial adecuada, que premie la calificación y sobre todo los resultados asociados a la calificación, y ahí hay aún mucho por hacer. Pero no puede ser que los ingenieros que producen bienes de primera generación tecnológica y generan más de 100 millones en exportaciones, ganen entre 10 y 20 veces menos que sus pares en países de niveles de PIB parecidos a los de Cuba, o mucho menos que el chofer de un carro botero.

Esta política salarial vigente, que aún no se ha logrado cambiar, es contraria a la visión de país que se ha asumido, pero advierto que lograr cambios radicales en ella puede producir tensiones fiscales muy fuertes debido a la distorsión cambiaria. De todas formas, lo peor es seguir demorando las soluciones o hacerlas depender de un crecimiento de la productividad que puede seguir demorando un tiempo considerable.

También creo que se debe modificar radicalmente la concepción de planificación de la fuerza de trabajo. Tal cual se hace, corresponde a otro momento de la realidad económica de nuestro país sobrepasado hace años. De hecho, pienso que una de las tareas del presente que no deben demorarse mucho es hacer una profunda revisión de los mecanismos de planificación y asignación de recién graduados, así como de las plazas en las carreras universitarias.

En una economía tan sujeta a cambios de corto plazo en un mundo tan dinámico sumergido en una cuarta revolución tecnológica, resulta muy difícil pensar que los mecanismos que actualmente se utilizan para planificar la formación de fuerza de trabajo calificado puedan ser realmente efectivos. No propongo dejar de hacer un ejercicio estratégico al respecto cada año, todo lo contrario, ocurre que el que hacemos hoy aparentemente no es el que hace falta.

Ocurre en el sector de la educación, donde también tenemos muchos profesores ejerciendo en cargos burocráticos, como cuadros, especialistas en recursos humanos, etcétera. Sin embargo, se necesita de profesores a casi todos los niveles educacionales.

¿Es viable la supresión de “la libreta” de abastecimiento en Cuba?: el punto de partida

Por Pedro Monreal . El Estado como tal.



La eliminación de la libreta de abastecimiento parece haber sido un tema discutido durante un reciente evento dedicado a la economía cubana. No se trata de un tema nuevo. Vale recordar que la posible supresión de “la libreta” fue el asunto que provocó la mayor cantidad de intervenciones de los participantes en el debate de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, en 2010 y 2011. Ver “Raúl Castro: Libreta de abastecimiento no se quitará de golpe”, Juventud Rebelde, 16 de abril de 2011, http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2011-04-16/raul-castro-libreta-de-abastecimiento-no-se-quitara-de-golpe/)
La información detallada sobre lo debatido en la edición 27 de la Reunión Anual de la Asociación de Estudios de la Economía Cubana (Association for the Study of the Cuban Economy, ASCE), efectuada en Miami entre el 27 y el 29 de julio, todavía no está disponible, pero la prensa ha reportado las opiniones expresadas por varios especialistas. Ver “Economistas aseguran que libreta cubana de abastecimiento ‘es un fósil’”, 29 de julio de 2017 http://cuba.eurodermspa.info/latest-news/economistas-aseguran-que-libreta-cubana-de-abastecimiento-es-un-fosil/
Los criterios se resumieron en tres puntos: “la libreta” es un mecanismo “obsoleto”, es un subsidio resultante de la existencia de salarios estatales inadecuados, y no será suprimida en el corto plazo, principalmente porque sería una acción impopular.
La discusión no se limita al plano económico ni se restringe a los foros académicos. Es un problema político relevante. Fue un tema abordado en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (abril de 2011), donde se caracterizó como “una de las principales medidas que se aplicarán con el objetivo de erradicar las profundas distorsiones existentes en el funcionamiento de la economía y la sociedad en su conjunto”, aclarándose que una medida de ese tipo no puede hacerse de golpe, sin crearse previamente una serie de condiciones. Ver “Raúl Castro: Libreta de abastecimiento no se quitará de golpe”, Juventud Rebelde, 16 de abril de 2011, http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2011-04-16/raul-castro-libreta-de-abastecimiento-no-se-quitara-de-golpe/
Seis años después, “la libreta” sigue vigente, ofreciendo una canasta familiar normada que beneficia a la totalidad de los hogares cubanos mediante el aseguramiento de un conjunto de alimentos básicos a precios altamente subsidiados. A pesar de sus conocidas insuficiencias, “la libreta” continúa siendo un mecanismo crucial para la vida de millones de cubanos y funciona como un factor de estabilidad social y política del país, lo que a su vez le confiere una función positiva en la seguridad nacional.
Sin embargo, dos preguntas son pertinentes:
¿Representa “la libreta” de acceso universal el mecanismo más efectivo para la utilización de los casi 4 mil millones de pesos que el presupuesto nacional destina anualmente al subsidio de los precios de la canasta de alimentos normados?
¿Pudiera mejorarse la alimentación de las familias necesitadas con la misma cantidad de recursos que hoy se destinan a ese subsidio?
Abordar el tema desde una perspectiva económica estrecha pudiera convertir cualquier propuesta de “solución” en una caja de Pandora, con potenciales consecuencias imprevistas y desastrosas. Esto es algo que parece ser ampliamente reconocido. El problema entonces radica en poder avanzar hacia los detalles de propuestas que, abarcando múltiples dimensiones, permitiesen avanzar hacia una posible solución.
No obstante, antes de llegar a esa fase de la discusión es imprescindible tratar de identificar, con la mayor precisión posible, cuál es el punto de partida. A riesgo de omitir involuntariamente algunos aspectos, las principales circunstancias que deberían tomarse en cuenta para comenzar a pensar en una posible transformación pudieran ser las siguientes: los hogares cubanos, la nutrición, y el presupuesto nacional.
Los hogares cubanos
En Cuba existen 3,853,236 hogares que constituyen la unidad alrededor de la cual se estructura el subsidio de precios que reciben los ciudadanos mediante “la libreta”. No existe una coincidencia exacta entre esta cifra de hogares que proviene de un ejercicio censal y la cantidad de “núcleos” que cuentan con una “libreta”, que provienen de un proceso administrativo, pero se asume que la diferencia no es significativa.
Como no se dispone de información precisa acerca de los “núcleos”, se adopta entonces aquí la cifra de hogares. Ver ONEI, “Proyección de Hogares según edad del jefe y tamaño del hogar.  Cuba y provincias, 2015- 2030 (ejercicio  experimental)” http://www.one.cu/publicaciones/cepde/proyeccion_hogares_cubanos_2015_2030/0_PROYECCION_HOGARES_PUBLICACION.pdf
Esos hogares reflejan familias cubanas que han experimentado cambios y que los continuarán teniendo. Entre ellos:
  • El aumento relativo de la llamada “jefatura femenina” en los hogares, con un salto desde el 22,8% registrado en 1981 hasta el 44,9% de 2012.
  • Apenas en uno de cada tres hogares hay un niño/a menor de 15 años.
  • En cuatro de cada diez hogares vive un adulto mayor.
  • El 17,7% de los hogares tiene un jefe mayor de 70 años de edad. Esa proporción crecerá a un 25,5% para 2030, y los hogares a cargo de personas entre 15 y 54 años disminuirán.
  • Los hogares son relativamente poco numerosos. El 88,1% de los hogares cubanos tienen entre uno y cuatro miembros.
  • Para 2030 aumentarán los hogares de uno y de dos miembros, y se reducirán los otros.
Ver “¿Cuánto ha cambiado la familia cubana?”, Juventud Rebelde, 19 de febrero de 2017, http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2017-02-19/cuanto-ha-cambiado-la-familia-cubana/
La nutrición
El objetivo directo de la “libreta” es contribuir a asegurar un nivel adecuado de nutrición a la población. La “libreta” no garantiza completamente ese nivel nutricional, el cual requiere efectuar gastos adicionales por parte de las familias y de otros mecanismos del estado (por ejemplo, subsidios adicionales para la alimentación de determinados grupos sociales), pero “la libreta” impide que exista un problema de desnutrición crónica en el país, tal y como ha sido reconocido reiteradamente por organismos como la FAO y la UNICEF.
Los datos más recientes de la FAO ubican la cifra media calórica de Cuba entre las más elevadas de América Latina, próxima a los niveles de naciones como Brasil, Argentina, y México, y con una tendencia creciente. Ver FAO http://www.fao.org/​fileadmin/​templates/​ess/​documents/​food_security_statistics/​FoodConsumptionNutrients_es.xls
A diferencia del énfasis en el dato calórico de los análisis utilizados hasta los años noventa, los análisis alimentarios contemporáneos tienen más en cuenta el equilibrio nutricional. Como se conoce, el cierre de comedores obreros y la disminución de los alimentos básicos subsidiados de “la libreta” han reducido la participación del Estado en la cobertura de la ingestión calórica de la población y esto ha afectado a los hogares de bajos ingresos que dependen en mayor medida de los subsidios de precios proporcionados por el Estado. Esta situación se refleja en desigualdades nutricionales.
Sin embargo, existen estudios que –sin ser concluyentes pues se basan en un número pequeño de observaciones- presentan resultados interesantes que deberían ser profundizados mediante análisis suplementarios, y que serían cruciales para poder informar adecuadamente la toma de decisiones en un tema como la posible modificación del sistema de “la libreta”. En ese sentido, los resultados más llamativos son:
  • A pesar de que se observaron discrepancias notables entre la cifra promedio de ingestión calórica (3 533 kcal en 2014-2016) y las cifras de familias de bajos ingresos (inferiores a 1500 kcal), sin embargo, en lo relativo a las proporciones de los macronutrientes, la composición alimentaria de las familias estudiadas es variada y está bien equilibrada. Esas proporciones se ubican dentro de los parámetros aceptables de macronutrientes recomendados internacionalmente (entre un 10-30 % de proteínas, un 45-65 % de glúcidos y entre un 20-35 % de lípidos).
  • Se observó que una familia estudiada, con un poder de compra alimentario menor que otra, tenía un consumo energético mayor, y que, a pesar de existir una menor variabilidad de platos cocinados, no se registró un gran desequilibrio en las proporciones de macronutrientes.
  • Se observó “un aporte de glúcidos elevado, un aporte de lípidos más débil y un aporte proteínico en el nivel inferior de lo aceptable. Entre los glúcidos figura el azúcar, producto muy consumido en una isla productora, y los hidratos de carbono, que dan una mayor sensación de saciedad. Aunque estas cifras de equilibrio son importantes, hay que anotar que dejan una parte de incertidumbre en un equilibrio nutricional real como los que presentamos, ya que pueden diferir en una situación de fuerte déficit calórico, como es el caso de las familias estudiadas”.
Un dato interesante, relacionado con el punto anterior (cambios en la familia) es que la necesidad nutricional de hogares crecientemente expuestos al envejecimiento demográfico tiende a ser diferente al tipo de nutrición que necesita el hogar promedio para el cual fue originalmente diseñada “la libreta”.
Ver Margalida Mulet Pascual, “Alimentación y análisis nutricional en La Habana bajo el prisma de la etnocontabilidad : el caso comparativo de las familias Vázquez y López”, Cahiers des Amériques latines, No. 84, 2017 : Cuba : les temporalités et tensions du changement. https://cal.revues.org/4547#entries
 El presupuesto nacional
El plan del presupuesto nacional para 2017 incluye gastos en subsidios por 3 mil 740 millones de pesos para cubrir la diferencia del precio minorista de los productos de la canasta de alimentos normados. Esto equivale a un promedio de 970,6 pesos anuales por hogar. Ver, “Servicios sociales concentran mayor parte del Presupuesto del Estado”, Cubadebate, 17 de febrero de 2017 http://mesaredonda.cubadebate.cu/mesa-redonda/2017/02/17/servicios-sociales-concentran-mayor-parte-del-presupuesto-del-estado/
Está fuera de discusión el hecho de que no todos los hogares cubanos pueden ser catalogados como hogares con familias “necesitadas” (ese es el término formal que se utiliza para caracterizar a las familias que reciben otro tipo de subsidios en Cuba). Es decir, que la posible supresión de “la libreta” para los hogares que no clasificasen como familias “necesitadas” pudiera tener tres efectos posibles:
  • Reducción de los recursos totales del presupuesto que se dedican al subsidio, con posible destino a otros gastos o para reducir el déficit, a la vez que se pudiera mantener el actual nivel promedio de subsidio de 970,6 pesos anuales para los hogares con familias “necesitadas”.
  • Multiplicar el efecto social del gasto del subsidio, manteniendo su nivel total en el gasto presupuestario y aumentando la asignación para el subsidio de cada familia “necesitada”. Por ejemplo, si en vez de subsidiar a los más de los 3 millones 853 mil hogares actuales, se pasara a subsidiar 3 millones de hogares, el subsidio para cada hogar pudiera incrementarse en 28,5%. Si se subsidiasen 2,5 millones de hogares, el subsidio para cada hogar se incrementaría en 54%, y si se subsidiasen 2 millones de hogares, el subsidio para cada hogar aumentaría en un 92,6%. Permitiría colocar los recursos escasos con los que cuenta el país en los puntos donde verdaderamente se necesitan y donde el gasto estatal tendría un efecto social más positivo, incluyendo la atenuación de las desigualdades sociales por la vía de una redistribución presupuestaria más sagaz.
  • Combinación de una reducción del gasto total en subsidios con un incremento del subsidio para cada hogar con familia “necesitada”.
Obviamente, la posibilidad de lo anterior depende de la factibilidad de poder establecer un criterio de elegibilidad bien fundamentado que permita reducir el número de hogares que se beneficiarían de “la libreta”, sin que ello cause un malestar social extendido.
Sobre este punto volveremos en los próximos días.

Por qué los recortes de impuestos para los ricos no resuelven nada

Joseph E. Stiglitz, recipient of the Nobel Memorial Prize in Economic Sciences in 2001 and the John Bates Clark Medal in 1979, is University Professor at Columbia University, Co-Chair of the High-Level Expert Group on the Measurement of Economic Performance and Social Progress at the OECD, and Chief Economist of the Roosevelt Institute. A former senior vice president and chief economist of the World Bank and chair of the US president’s Council of Economic Advisers under Bill Clinton, in 2000 he founded the Initiative for Policy Dialogue, a think tank on international development based at Columbia University. His most recent book is The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe.

NUEVA YORK – Si bien los plutócratas de derecha de Estados Unidos pueden estar en desacuerdo sobre la forma como clasificar los principales problemas del país – por ejemplo, la desigualdad, el crecimiento lento, la baja productividad, la adicción a los opioides, las escuelas pobres y el deterioro de la infraestructura – la solución que ellos ofrecen siempre es la misma: bajar los impuestos y desregular, para “incentivar” a los inversores y “liberar” la economía. El presidente Donald Trump confía en este paquete para hacer que EE.UU. sea grandioso otra vez.

Eso no ocurrirá, porque ese paquete nunca logró los antedichos cometidos. Cuando el presidente Ronald Reagan intentó aplicarlo en los años ochenta, él aseveró que los ingresos fiscales aumentarían. En cambio, el crecimiento se desaceleró, los ingresos tributarios disminuyeron y los trabajadores sufrieron. Los grandes ganadores en términos relativos fueron las corporaciones y los ricos, quienes se beneficiaron de tasas de impuestos drásticamente reducidas.

A Trump aún le queda pendiente la tarea de promover una propuesta específica de impuestos. Pero, a diferencia de lo que ocurre con el abordaje de su administración con respecto a la legislación de salud, la falta de transparencia en el caso de los impuestos no le será de ayuda. Si bien muchas de las 32 millones de personas que se proyecta perderán su seguro de saludbajo la actual propuesta, todavía no saben lo que se viene, eso no es cierto en el caso de las empresas que se verán perjudicadas por la reforma tributaria de Trump.

En este punto se encuentra el dilema de Trump. Su reforma tributaria debe ser neutral respecto a los ingresos. Ese es un imperativo político: sería muy inconsciente que mientras las corporaciones estén sentadas cómodamente sobre colchones de millones de millones de dólares en efectivo, los estadounidenses promedio sufran – y sería aún más inconsciente si se disminuyen los impuestos para el sector financiero, que es el sector que condujo a la crisis del año 2008 y nunca pagó por el daño económico que causó. Además, los procedimientos del Senado dictan que para aprobar la reforma fiscal por mayoría simple, en lugar de hacerlo mediante una mayoría calificada de tres quintos, se necesita derrotar las prácticas dilatorias a las que casi con certeza recurrirá la oposición demócrata; consecuentemente, es necesario que la reforma tenga un efecto neutro sobre el presupuesto durante diez años.

Este requisito significa que los ingresos fiscales medios de las empresas deben seguir siendo los mismos, lo que implica que habrá ganadores y perdedores: algunos pagarán menos que ahora y otros pagarán más. Uno podría escaparse de este esquema en el caso del impuesto sobre la renta personal, porque incluso si los perdedores se dan cuenta de ello, dichos perdedores no están lo suficientemente organizados. Por el contrario, incluso las pequeñas empresas en Estados Unidos cabildean en el Congreso.

La mayoría de los economistas estaría de acuerdo en que la actual estructura tributaria de Estados Unidos es ineficiente e injusta. Algunas empresas pagan una tasa mucho más alta que otras. Quizás las empresas innovadoras que crean empleos deberían ser recompensadas, en parte, mediante un recorte de impuestos. Sin embargo, el único discurso o argumento para obtener exenciones fiscales parece ser la efectividad de las exhortaciones que presentan los grupos de cabildeo.

Uno de los problemas más importantes se refiere a la tributación de los ingresos obtenidos en el extranjero por las empresas estadounidenses. Los demócratas creen que, debido a que las corporaciones estadounidenses dondequiera que operen se benefician del imperio de la ley y el poder de Estados Unidos con el objetivo de cerciorarse que no sean maltratadas (a menudo bajo las garantías de un tratado), deben pagar por estas y otras ventajas. Pero, no existe un sentido de equidad y reciprocidad, y mucho menos de lealtad nacional, que esté profundamente arraigado en muchas corporaciones estadounidenses, mismas que responden amenazando con trasladar sus sedes al extranjero.

Los republicanos, en parte por lo delicada que es esta amenaza, abogan por un sistema fiscal territorial, como el que se utiliza en la mayoría de los países: los impuestos deben imponerse a la actividad económica sólo en el país donde se produce. La preocupación es que, después de imponer una tasa única sobre las ganancias no gravadas que las empresas estadounidenses mantienen en el extranjero, la introducción de un sistema territorial podría generar una pérdida fiscal.

Para compensar esto, Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, propuso agregar un impuesto sobre las importaciones netas (importaciones menos exportaciones). Debido a que las importaciones netas conducen a la destrucción de puestos de trabajo, se las debe disuadir. Paralelamente, mientras las importaciones netas de Estados Unidos sean tan altas como hasta ahora, el impuesto generaría enormes ingresos.

Pero ahí está el problema: el dinero debe venir del bolsillo de alguien. Los precios de importación subirán. Los consumidores de ropa barata de China estarán en peor situación. Para el equipo de Trump, esto es un daño colateral, el precio inevitable que se debe pagar para dar plutócratas estadounidenses más dinero. Sin embargo, minoristas como Walmart, no sólo sus clientes, también forman parte del daño colateral. Walmart lo sabe y no dejará que eso pase.

Otras reformas tributarias corporativas podrían tener sentido; pero, las mismas también implican ganadores y perdedores. Y, mientras los perdedores sean numerosos y estén lo suficientemente organizados, es probable que tengan el poder de detener la reforma.

Un presidente políticamente astuto que entendiera profundamente la economía y la política de la reforma tributaria de las corporaciones podría posiblemente empujar a que el Congreso apruebe un paquete de reformas que tuviera sentido. Trump no es ese líder. Si se llega a aprobar alguna reforma de impuestos corporativos, será una mezcolanza negociada detrás de puertas cerradas. Lo más probable es un recorte simbólico de impuestos a lo largo de todos los tipos de impuestos: los perdedores serán las generaciones futuras, por la presión del cabildeo de los magnates avaros de hoy en día, los más codiciosos entre ellos incluyen a los que consiguieron sus fortunas mediante actividades ruines, como los juegos de azar.

Lo inmundo es que todo esto se recubrirá con la capa de dulce que es la vetusta afirmación sobre que las tasas de impuestos más bajas irán a estimular el crecimiento. Simplemente no hay base teórica o empírica que respalde esto, especialmente en países como Estados Unidos, donde la mayoría de las inversiones (al margen) se financian con deuda y los intereses son deducibles de los impuestos. El retorno marginal y el costo marginal se reducen proporcionalmente, dejando prácticamente la inversión sin alteraciones. De hecho, una mirada más cercana, teniendo en cuenta la depreciación acelerada y los efectos sobre la distribución del riesgo, muestra que la reducción de la tasa impositiva probablemente reduzcala inversión.

Los países pequeños son la única excepción, porque pueden perseguir políticas de atraer a quienes trabajan en países vecinos, dichas políticas se dirigen a la caza furtiva de corporaciones establecidas en países vecinos atrayéndolas a su país. Pero el crecimiento global permanece prácticamente inalterado – los efectos distributivos, en los hechos, impiden un poco dicho crecimiento – ya que uno gana a costa de que otro pierde. (Y, esto supone que el otro no responda y estimule una competencia para ver quien cae al fondo).

En un país con tantos problemas – en especial el problema que plantea la desigualdad – los recortes de impuestos para las corporaciones ricas no resolverán ninguno de dichos problemas. Esta es una lección para todos los países que contemplan las exenciones fiscales para las corporaciones – incluso para aquellos países que no tienen la mala suerte de estar liderados por un plutócrata inexperto y cobarde.

Traducción del inglés por Rocío L. Barrientos. Project Syndicate

Cuba: 723 844 salidas al extranjero en 2016

Hoy la ciudadanía cubana no migra de manera masiva: viaja de manera creciente

René Tamayo 

Personas que viven en Cuba realizaron 723 844 salidas a otros países durante el año 2016. Unas viajaron por primera vez; otras, ya están acostumbradas... Unas realizaron una sola salida; otras, varias.

La información sobre los viajes al extranjero (salidas) está disponible en el capítulo Turismo del Anuario Estadístico de Cuba del pasado año, cuyas sesiones de publicación comenzaron a concretarse por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información semanas atrás (en www.onei.cu).

En definición metodológica de la Onei, «Viaje al extranjero (Salidas)», refiere el «número de salidas al extranjero, el desplazamiento que toda persona efectúa de su país de residencia habitual hacia otro país, por cualquier motivo que no sea el de ejercer una actividad remunerada en el país visitado».

No lo podemos afirmar con rotundidad (no encontramos muchas publicaciones al respecto y otros avisos están muy dispersos), pero según nuestra búsqueda de datos sobre el comportamiento de los viajes al extranjero de quienes han residido aquí de 1901 a la fecha, el 2016 podría ser el primer año en la historia de la República en que se consuman tantas salidas per cápita según la población residente por año (ver Tabla-1).

A nivel regional, tomando como base Centroamérica y el Caribe, observamos que el número de salidas al extranjero de la ciudadanía cubana cada vez se parece más al comportamiento de este indicador en el resto de los países vecinos. Sirva de comparación República Dominicana, un país económicamente e idiosincráticamente muy parecido a nosotros, aunque sea más pequeño en territorio y población (ver Tabla-2).

En comparación con 2013, cuando entraron en vigor las modificaciones a la Ley Migratoria (14 de enero de aquel año), el número de salidas al extranjero por parte de personas residentes en el archipiélago se duplicó en 2016.

Como sugerimos al inicio, el número de viajes realizados no es idéntico al número de personas naturales que lo hacen, pues un mismo ciudadano o ciudadana lo puede repetir una o varias veces. Sin embargo, informaba el ingeniero Ernesto Soberón Guzmán, director de Asuntos Consulares del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), en ocasión del programa televisivo Mesa Redonda del 15 de junio pasado, que entre 2013 y 2016 más de 670 000 ciudadanos cubanos viajaron al exterior, y el 78 por ciento lo hizo por primera vez. (a)

Menos emigración, más viajes

Hablar sobre salidas al extranjero lleva a una pregunta ineludible, ¿cuántos se «quedaron»?... Y tenemos que asumirla.

Según informaba Soberón Guzmán, de los más de 670 000 ciudadanos cubanos que viajaron al exterior entre 2013 y 2016, «solo un nueve por ciento emigró, o sea, no regresó al país dentro del período de los 24 meses» fijados en las modificaciones a la Ley Migratoria entradas en vigor el 14 de enero de 2013.

El Director de Asuntos Consulares del Minrex también se aproximaba a la respuesta de la pregunta que nos hacemos, de otra manera, al afirmar que hoy «los ciudadanos cubanos no migran de manera masiva sino que viajan de manera creciente».

Desde 2004, y en «términos estrictamente demográficos, Cuba ha venido atravesando» por lo que «se conoce como crecimiento nulo o población estabilizada, lo que quiere decir que las variaciones entre un año y otro en el total de habitantes resultan muy reducidas», afirman desde años atrás los expertos del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (Cepde), institución adscripta a la Onei, en la publicación Estudios y datos de la población cubana. Cuba y sus territorios (www.onei.cu).

En esta situación es determinante la baja natalidad, las defunciones (que cada vez son más altas debido al incremento en la esperanza de vida al nacer —el segmento poblacional mayor de 80 años de edad, que es el que más fallece, crece continuamente), la baja inmigración y la alta emigración (ver infografía: Cuando las suman restan).

Aunque los adversarios la utilicen en sus campañas propagandísticas para denigrar políticamente a la Revolución, la emigración cubana, ocurra de forma regular, ordenada y segura (estadísticas que no están incluidas en el concepto Viaje al extranjero-Salida que estamos utilizando aquí) o se produzca por vía irregular, es —según consenso— mayoritariamente económica (inmensamente mayoritaria). Ha sido aupada y beneficiada por la Ley de Ajuste Cubano de EE. UU. contra la Isla y especialmente por la política de pies secos-pies mojados, anulada el pasado 12 de enero por el entonces presidente Barack Obama.

El estatus privilegiado y políticamente (mal) intencionado que se le ha dado a la migración cubana ha sido, a la vez, sustentado por el bloqueo económico, comercial y financiero, que ya dura casi 60 años y ha impedido con creces el desarrollo económico de Cuba y la satisfacción de las necesidades materiales de la población, siempre en crecimiento.

Mucho se habla de insuficiencias, ineficiencias y errores de política económica y en el hacer cotidiano en el ámbito de la producción y los servicios; y las hay, y no son pocas, todo lo contrario; sin embargo, a fuerza de ser objetivos —para no hablar de justos—, la principal causa de las vastas limitaciones materiales de la población cubana está en el bloqueo.
Estadísticas son estadísticas

En la opinión de este redactor, la emigración cubana, con sus olas y crisis, que han afectado incluso a terceras naciones, ha representando históricamente la campaña subversiva y propagandística más efectiva del enemigo en nuestra contra.

Las estadísticas migratorias han sido, al mismo tiempo, perjudicadas por las medidas defensivas a que se vio obligada históricamente la Revolución para enfrentar la subversión por parte de los poderes hegemónicos mundiales y para evitar o minimizar el desangramiento deliberado de nuestros trabajadores y el robo de talentos en las esferas económica, científica, social, cultural, deportiva...

Un ejemplo de lo anterior era la declaración de emigrantes definitivos a los nativos que salían al extranjero y permanecían allí por más de 11 meses sin presentar justificación avalada ante las autoridades cubanas a cargo, a pesar de que en su fuero interno estas personas no querían perder sus deberes y derechos con la nación que «los parió y crió», casi siempre con entrega, esmero y sacrificio.

Las modificaciones a la Ley migratoria que entraron en vigor el 14 de enero de 2013 y que fueron una respuesta al nuevo contexto histórico y a la cada vez más estrecha relación entre la nación y su emigración, variaron las circunstancias. Ahora usted puede estar dos años en el extranjero y mantiene todos sus deberes y derechos en la República. Aunque para algunos especialistas o corrientes de opinión el plazo debería ser mayor, o no existir, los beneficios de esta medida se vieron pronto.

En la publicación Estudios y datos de la población cubana. Cuba y sus territorios, de 2014, los expertos del Cepde daban cuenta del nuevo panorama migratorio, que comprendía, además, la flexibilización de los trámites y requisitos para los residentes permanentes en el exterior que deseaban regresar a la Isla como «reasentados», una tendencia que aumenta por día.

«Pareciera —escribían los especialistas— que se ratifica un cambio en la dinámica demográfica del país. En el 2014 se repite la tendencia del año anterior y nuevamente se registra un crecimiento poblacional imprevisto. La explicación viene dada por el cambio en la legislación respecto a las entradas y salidas legales al país implementadas en enero de ese año, que en síntesis contemplan menos limitaciones para las personas que quieran inmigrar para residir permanentemente en Cuba y sobre todo la flexibilización de realizar viajes al exterior sin ningún tipo de permiso oficial y sin necesidad de retornar en un término de dos años».

Hacia la normalidad migratoria

Al contrario de 2013-2014, cuando el crecimiento poblacional mostró términos relativamente altos para lo que iba de siglo y el saldo migratorio externo (inmigrantes menos emigrantes) concluyó en números positivos por primera vez desde el año 2000 (fueron más «los que vinieron» a vivir aquí que «los que se fueron» a residir permanentemente en otro país), en 2015 y 2016 la situación retornó a la «regla» verificada desde 2004: una dinámica demográfica —al decir del Cepde— «con crecimientos cercanos a cero y con tendencia al decrecimiento» poblacional.

En criterio de muchos observadores —opinión que comparto—, el incremento de la emigración en el último bienio (o el retorno al saldo migratorio de signo negativo que había sido invertido en 2013-2014) fue una consecuencia del restablecimiento de las relaciones entre Washington y La Habana.

El inicio del proceso de normalización de los vínculos bilaterales hizo temer a quienes tenían la intención o disposición a emigrar (y al mismo tiempo no perder sus deberes y derechos en la Isla, utilizando el atajo de regresar antes de los 24 meses, y luego volver a su nación anfitriona), que se le pusiera fin a la «política de pies secos-pies mojados».

Adoptada por el presidente Bill Clinton en 1995, la medida ejecutiva fijaba que los migrantes ilegales interceptados en el mar serían devueltos a Cuba, y que los que llegaran a suelo estadounidense, fuera la vía que fuese, serían aceptados. Como se «sospechaba», «pies secos-pies mojados» fue anulada por el presidente Barack Obama el 12 de enero de 2017.

Aunque permanece la Ley de Ajuste, la cual solo puede ser revocada por el Congreso estadounidense, el fin de esta política de EE. UU. hacia Cuba hace prever —siempre según el juicio de este periodista— que nuestra emigración tienda a la normalidad; o sea, disminuya.

Decir que nuestra emigración se parecerá a los países vecinos (Centroamérica y el Caribe, que son nuestra comparación natural, lógica, veraz), es incorrecto. Para nuestros coterráneos regionales, emigrar hacia Estados Unidos —aunque les sea casi imposible regularizar su estancia allí— constituye una cuestión de sobrevivencia personal y familiar.

Los motivos de nuestros vecinos no son los nuestros. La emigración es un proceso normal, natural, más en el contexto de una civilización humana globalizada, y hacerlo en Cuba constituye una decisión personal o familiar, no la única opción.

No puede negarse, sin embargo, que «realizar el viaje» y tener éxito en otro país (algo que es frecuente para las personas nacidas y criadas en la Isla —muy saludables e instruidas, además) incrementa bastante la capacidad económica y confort material de quien lo hace y también el de su familia en el terruño, a través de las remesas en dinero y especies que reciben y hasta por algún que otro «negocito» particular que inicien de conjunto aquí.

A pesar de las muchas garantías que tienen los cubanos, las circunstancias económicas son también un acicate para que un sector de la población decida emigrar. Sin embargo (y al que le parezca teque, que le parezca: lo asumo, pero la verdad es la verdad), la principal causa de nuestras vastas limitaciones materiales es el bloqueo. Lo demás son «daños colaterales», los que, por supuesto, restringen y golpean bastante, por lo que también deberíamos evitarlos a toda costa.

Notas: (a) De ida y de regreso: Miradas a la migración en Cuba, por Oscar Figueredo Reinaldo, Aynel Martínez Hernández y Cinthya García Casañas, en www.cubadebate.cu, 15 de junio de 2017.


Cuando las sumas restan

Comportamiento descendente en el crecimiento de la población cubana debido a la disminución de la natalidad, al incremento de la mortalidad como consecuencia del envejecimiento poblacional, al bajo saldo de la inmigración y al aumento de la emigración. El pico de crecimiento entre 2013 y 2014 respondió a un saldo positivo migratorio, cuando vinieron «a quedarse» más personas que las «que se fueron». Los gráficos fueron extraídos de la publicación Anuario Demográfico de Cuba 2016 (en www.onei.cu).



Términos demográficos (Onei):

Tasa bruta de natalidad: Representa la frecuencia con que ocurren los nacimientos en una población. Se calcula dividiendo el número de nacimientos ocurridos en un área para un período de tiempo determinado, por lo general un año, entre la población media de esa misma área.

Tasa bruta de mortalidad: Mide la frecuencia relativa de las muertes de una población dada en un intervalo de tiempo específico, generalmente un año civil. Se calcula dividiendo el número de muertes ocurridas en dicho período entre la población media.

Crecimiento natural: Es la diferencia algebraica entre el número de nacimientos y defunciones que se producen en una población durante un período determinado. Si los nacimientos superan a las defunciones, este crecimiento es positivo, y si ocurre lo contrario es negativo.

Tasa de saldo migratorio: Es la relación por cociente entre la diferencia del número de inmigrantes y emigrantes de un área de migración dada, con respecto a su población media, durante un intervalo de migración.

Crecimiento de la población: Es el incremento algebraico (positivo o negativo) del número de personas que la integran, en un período determinado. Este crecimiento es consecuencia de las entradas (nacimientos e inmigraciones) y de las salidas (defunciones y emigraciones) que tienen lugar en la población.