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lunes, 29 de enero de 2018

“Cuba y su economía: el 2017 recién concluido y un 2018 que apenas comienza” (I)

Por: José Luis Rodríguez, Cubadebate


Imagen tomada de www.radiorebelde.cu

I
Antes de pasar a una valoración de los resultados económicos obtenidos en el pasado 2017 y las perspectivas para el presente, es de mucha utilidad hacer un alto y examinar el camino recorrido en los años más recientes.
En primer lugar no es posible olvidar que el proceso de actualización del modelo económico y social cubano para asegurar el crecimiento de la economía que garantice el tránsito a un socialismo próspero y sostenible, conlleva aplicar una estrategia a corto plazo, que se sintetizó en los Lineamientos aprobados en el 2011.
En efecto, en ese documento se destacaba la necesidad de emprender “Soluciones a corto plazo, encaminadas a eliminar el déficit de la balanza de pagos, que potencien la generación de ingresos externos y la sustitución de importaciones y a su vez, den respuesta a los problemas de mayor impacto inmediato en la eficiencia económica, la motivación del trabajo y la distribución del ingreso, y creen las necesarias condiciones infraestructurales y productivas que permitan el tránsito a una etapa superior de desarrollo.”[1]
La lógica que presidía este ordenamiento de prioridades estaba dictada –en primer lugar- por la necesidad de reducir los adeudos pendientes de pago para lograr incrementar los flujos de recursos financieros externos y la inversión extranjera directa, única alternativa para elevar —en la cuantía suficiente— el potencial productivo del país, la productividad del trabajo y —sobre esa base— asegurar el crecimiento del nivel de vida de la población.
Sin embargo, no se calibraron adecuadamente las dificultades para enfrentar los cambios que esta estrategia implicaba y —sobre todo— no se logro que se asimilara realmente el costo de estas transformaciones, ni el tiempo que demandaba su ejecución. Tal y como se señalaba en la última Sesión de la ANPP, “…todos los problemas que hemos enfrentado en la Actualización del Modelo son más complejos y más profundos que lo que habíamos pensado inicialmente. Realmente pensamos que esto lo podíamos resolver en un período de tiempo más corto; del VI al VII Congreso nos apuramos en la aplicación de un grupo de políticas sin tener creadas todas las condiciones ni toda la capacitación, y por eso hay un grupo importante de políticas en que los resultados han sido negativos.”[2]
Es así que —al pasar balance de lo logrado en el 2016— se resumía que se habían implementado sólo el 21% de los Lineamientos aprobados en el 2011; se encontraban en proceso de implementación el 77% y no se había iniciado el trabajo con el 2% restante. [3]
Ahora bien, centrándonos en el elemento determinante de las transformaciones, la vida ha demostrado que —al menos en nuestra  experiencia— no es posible eliminar el déficit financiero externo fácilmente, ni a corto plazo. Ese desequilibrio no muestra otra cosa que el carácter estructuralmente dependiente de nuestra economía —fenómeno de larga data—, donde en la actualidad para que crezca un 1% el PIB, se requiere que aumenten alrededor del 2% las importaciones [4], en un contexto donde el sector externo de la economía representa un 46% del PIB. [5]
En efecto, durante los últimos años, el país tuvo que enfrentar la renegociación y pago de las deudas vencidas, que —según analistas extranjeros— alcanzaban más del 27% del total, a lo que se añadían todas las penalizaciones por los impagos que se cargaron durante años. Este proceso se desarrollo exitosamente y ya en el 2016 se había logrado poner en orden —en lo fundamental— su deuda oficial, pero —según estimados del autor— esto ha costado una suma que se encuentra alrededor de 23 000 millones de dólares, que el país ha debido desembolsar sin apoyarse, ni someterse a las condiciones del FMI, el Banco Mundial u otros organismos financieros internacionales y soportando el costo del bloqueo económico de EEUU —que ya alcanzo los 130 179 millones de dólares— lo que resulta más que suficiente para calificar el carácter colosal del esfuerzo realizado.
Lógicamente, esos miles de millones de dólares dedicados a pagar la deuda y lo que nos cuesta el bloqueo norteamericano, no se han podido emplear para invertir en la economía, ni para incrementar el consumo. Pero los pagos que se han hecho y los que se continúan haciendo, son los que han permitido que se inicie un gradual proceso de incremento de la inversión extranjera directa y –en general- de aumento en las inversiones productivas del país.
Por otro lado, los recursos previstos para el pago de la deuda se calcularon a partir de una proyección de crecimiento para el período 2011-2016 que inicialmente se estimó en torno al 4,4%, pero donde entre el 2009 y el 2016, realmente se obtuvo un crecimiento del 2,3%.
Como se explicará más adelante, los factores externos tuvieron un peso decisivo en la evolución de la economía cubana en estos años, a lo que se añadieron errores en la implementación de la política trazada. (Continuará…)
INDICADORES MACROECONÓMICOS FUNDAMENTALES 2009-2016
INDICADORESVARIACIÓN 2009-2016 (%)
-Producto Interno Bruto2,3%
–Agricultura0,9
–Industria manufacturera1,4
–Industria azucarera4,5
–Construcción2,4
-Inversiones2,3
-Salario medio nominal6,1
-Índice de precios al consumidor en CUP2,1
-Salario real4,0
-Productividad del trabajo2,5
Fuente: ONEI “Anuario Estadístico de Cuba 2016” La Habana, 2017.
[1] Ver PCC (2011) “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución” VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, La Habana, 18 de abril del 2011, p. 10.
[2] Ver intervención de Marino Murillo, Jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo en la ANPP, el 21 de diciembre del 2017 en el periódico Granma, diciembre 22 del 2017 p.11.
[3] Ver el “Informe Central al 7º Congreso del Partido Comunista de Cuba, presentado por el Primer Secretario del Comité Central, General de Ejército Raúl Castro Ruz, La Habana, 16 de abril de 2016, Año 58 de la Revolución” en el periódico Juventud Rebelde, Edición Especial, 17 de abril de 2016.
[4] Una comprobación de esa proporcionalidad obligada, se aprecia al examinar el crecimiento alcanzado en el PIB durante el 2015 (4,4%), frente al logrado en el 2014 (1,1%).
[5] Este indicador –conocido como el índice de apertura de la economía- se calcula sumando el valor de las exportaciones e importaciones y dividiéndolo entre el PIB el país.

Cuba, retos políticos y económicos en un contexto pre-electoral

Por: Arantxa Tirado / CELAG , TeleSur
Cuban President Raul Castro. | Foto: Reuters
Publicado 29 enero 2018 (Hace 2 horas 39 minutos)

A diferencia de lo que se suele publicar en la mayoría de los medios occidentales, en Cuba existen visiones distintas sobre el enfoque económico (y político) que requiere la isla.

Cuba se encamina a un nuevo proceso electoral, a través del que renovará a más de la mitad de sus diputados en la Asamblea Nacional del Poder Popular (Asamblea Nacional) el próximo 11 de marzo. Ellos serán los encargados de nombrar al nuevo presidente cubano y, por tanto, presidente del Consejo de Estado y jefe de Gobierno, que ya no será Raúl Castro. Éste había anunciado desde el VI y VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) la “conveniencia de limitar a dos términos de cinco años el ejercicio de los principales cargos de la nación”.[1] En su caso, el plazo se cumple cuando se constituya la nueva Asamblea Nacional el 19 de abril.
Está por verse si el nuevo presidente será elegido entre los diputados que todavía provienen de la dirigencia histórica (conformada por quienes protagonizaron los primeros años de la Revolución), José Ramón Machado Ventura o Ramiro Valdés, o aquellos cuadros pertenecientes a las generaciones más jóvenes, entre los que destaca el actual vicepresidente Miguel Díaz-Canel. Aunque todo apunta a que la balanza se decante hacia una renovación generacional del liderazgo, las apuestas todavía están abiertas.
Mientras las asambleas municipales eligen a sus candidatos a diputados de la Asamblea Nacional,[2] el conjunto del país enfrenta al reto de la actualización del modelo económico y social del socialismo cubano aplicando los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021[3] aprobados en su versión actualizada en el VII Congreso del PCC de abril de 2016, y por la Asamblea Nacional en julio de ese mismo año. Cabe mencionar, no obstante, que el debate sobre los lineamientos viene de tiempo atrás, pues su primera versión fue aprobada en el VI Congreso de 2011.[4]
Esta implementación se hace en medio de un debate sobre cuál es el rumbo que ha de tomar el país en su línea de perfeccionar el socialismo. A diferencia de lo que se suele publicar en la mayoría de los medios occidentales, en Cuba existen visiones distintas sobre el enfoque económico (y político) que requiere la isla. Visiones que, grosso modo, se podrían resumir en estatistas, economicistas y autogestionarias.[5] Seguramente las tres estarán representadas en la nueva Asamblea Nacional y podrían entrar en pugna.
Asimismo, como su propia dirigencia reconoce, los problemas en la actualización del modelo “han sido más complejos de lo que pensamos”.[6]  Ésta se debe hacer en un contexto económico difícil, con numerosas tensiones, algunas de ellas fruto de factores exógenos (como el bloqueo, el paso del huracán Irma, la sequía o el impacto de los vaivenes económicos internacionales en la isla, en concreto en el sector de los hidrocarburos);[7] y otras, producto de factores endógenos que tienen que ver con las características particulares de la economía cubana.
Desafíos que suponen la conjugación de una política económica más eficiente para el desarrollo del país, que no agrave las desigualdades existentes en la sociedad cubana desde la introducción de medidas de atracción de divisas, iniciadas durante el Período Especial que padeció Cuba después del colapso de la Unión Soviética (de 1989 en adelante). De hecho, poner fin a la doble moneda es uno de los propósitos de la dirigencia cubana en el mediano y largo plazo. En palabras de Raúl Castro el pasado 21 de diciembre de 2017, en su alocución ante la Asamblea Nacional clausurando el X Período Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura: “…la dualidad monetaria y cambiaria (…) favorece la injusta pirámide invertida, donde a mayor responsabilidad se recibe una menor retribución y no todos los ciudadanos aptos se sienten motivados a trabajar legalmente, al tiempo que se desestimula la promoción de cargos superiores de los mejores y más capacitados trabajadores y cuadros, algunos de los cuales emigran al sector no estatal”.[8] La idea de fondo es conseguir, además, que el trabajo se convierta la primera fuente de ingresos de la población.[9]
Otro de los elementos críticos es poder satisfacer la creciente demanda de consumo de los cubanos y cubanas,[10] tanto de aquellos que tienen acceso a mayores ingresos por contar con familiares en el exterior, ser cuentapropistas o pertenecer a alguna de las nuevas cooperativas no agropecuarias creadas. Pero también existe el reto de garantizar dicho consumo a los sectores más vulnerables de la sociedad cubana, que son los pensionistas y trabajadores estatales, cuyos ingresos son muy inferiores a los que pueden recibir los cubanos con acceso al turismo o las divisas. Equilibrar las disparidades y armonizar la convivencia de las nuevas fórmulas económicas no estatales con las estatales, forma parte del centro de las preocupaciones del Gobierno cubano.
La implicación de los jóvenes en la vida política cubana, la generación conocida como la del Período Especial, [11] es otro de los retos de la actual dirigencia. Proporcionar horizontes vitales atractivos a estos jóvenes, bombardeados cada vez más por los estilos de vida del capitalismo, para garantizar que se queden en la isla y no emigren, parece un elemento importante para la continuación del socialismo cubano. De hecho, las agencias de inteligencia estadounidenses son muy conscientes de la importancia de seducir a estos sectores para usarlos como caballo de Troya con los que provocar un cambio de sistema desde adentro. Por eso, llevan años tratando de atraerlos con distintos programas financiados por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Uno de ellos fue el conocido como ZunZuneo.[12] El reciente anuncio del Departamento de Estado de crear un Grupo de Trabajo de Internet para Cuba se encuentra en esa misma línea.[13]
De telón de fondo, sin duda, planea el deterioro de las relaciones bilaterales entre EE. UU. y Cuba con la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EE. UU. Con la reversión de lo avanzado desde diciembre de 2014, las posibilidades económicas que se abrían con la “normalización” de relaciones entre ambos países, en términos de comerciar con empresas estadounidenses ahorrando costos y duración de transporte, o en términos de atraer turismo estadounidense, se han frustrado para la parte cubana. Pero también para buena parte del establishment económico estadounidense interesado en comerciar con la isla.[14]
No obstante este revés, que seguramente perjudica más a EE. UU. que a Cuba, la isla sigue apostando por la diversificación de sus vínculos económicos internacionales, e incrementó su número de visitantes en 11,9 % en 2017.[15] Además de proseguir en su labor de atraer inversión extranjera en proyectos clave como la Zona Especial de Desarrollo Mariel,[16] pues aquélla está destinada a jugar “un papel fundamental en el desarrollo económico del país”, según los establecido en el Plan de la Economía 2018.[17] En lo que tiene que ver con América Latina y el Caribe,  al asedio al principal aliado político (y segundo socio comercial, detrás de China[18]) de la República de Cuba, la Venezuela bolivariana, pone a Cuba en una situación vulnerable, a pesar de lo cual Raúl Castro ratificó “la cooperación con el Gobierno y el pueblo venezolanos, aun bajo las circunstancias más adversas”.[19]
El socialismo cubano enfrenta, en definitiva, el reto de adaptarse al entorno geopolítico de un sistema internacional muy distinto al que le dio surgimiento durante los años de bipolaridad de la Guerra Fría. Una labor en la que las nuevas generaciones nacidas ya bajo la Revolución van a tener un papel determinante, todavía bajo la atenta mirada de la dirigencia histórica. A partir del 19 de abril sabremos si la página que se escribe será de continuidad o de ruptura.
** Publicado originalmente en CELAG 
Referencias:


La amenaza mundial que representa la retorcida lógica imperialista

Alberto Rabilotta, Alai

En abril del 2017, a unos tres meses de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, escribí un artículo titulado “Un ‘auto-golpe’ que nos pone al borde del abismo”, en el cual señalaba que para paliar su extrema debilidad, el no poder disponer de los funcionarios para llenar los puestos claves de la maquinaria del Estado y así garantizar la aplicación y el seguimiento de las políticas de su gobierno, Trump tuvo que aliarse con los militares y los financieros de Wall Street, o sea con quienes detentan la mayor cuota de poder real en Estados Unidos.

La Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) dada a conocer a mediados de diciembre del 2017 y la Estrategia de Defensa Nacional (EDN), publicada un mes más tarde, es el primer parto de esa alianza, o mejor dicho (y recordando la historia del imperio romano) el precio que un Emperador generalmente paga cuando pide la protección de la Guardia Pretoriana y pacta una alianza con los oligarcas en un vano intento de salvar el imperio de una decadencia irreversible y de la ira del pueblo.

Lo sucedido era previsible desde el momento en que Trump, un “maverick” (iconoclasta) en materia política, logró ganar las elecciones luchando contra el poderoso Partido Demócrata y también contra la mayor parte de la maquinaria del Partido Republicano, su propio partido. El sistema bipartidista estadounidense fue creado y funciona para mantener el Estado bajo el control de los intereses capitalistas dominantes, lo que explica que ambos partidos cooptan y forman la burocracia que dirigirá el aparato e instituciones del Estado, que formulará y aplicará las directivas políticas para hacer avanzar los intereses dominantes.

Trump ganó las elecciones pero no tenía –y hasta perdió el acceso a- esa casta de funcionarios experimentados del Partido Republicano. El resultado estuvo a la vista en los fracasos de los sucesivos nombramientos y cambios de personal, en la cacofonía que se produjo en materia de política interior y exterior, y finalmente en los nombramientos para los puestos claves del poder con militares, financieros de Wall Street y Republicanos que representan tendencias contrarias a las esbozadas por Trump en sus promesas políticas durante la campaña electoral.

El equipo de Trump, incluyendo a miembros de su familia, está ahora dominado por quienes quieren a toda costa restablecer el “mundo unipolar”, ese poder mundial supremo que el imperialismo estadounidense alcanzó con el planificado derrumbe de la Unión Soviética, amenazado ahora por la “potencias revisionistas”.

¿Qué nos dice la EDN?

Las intenciones de Washington manifestadas en la ESN se vuelven mucho más claras en la reciente EDN, y confirman que el imperialismo de la globalización neoliberal, ese “orden internacional” basado en la aplicación de las leyes y de las políticas estadounidenses y la negación de soberanía nacional para el resto de países, está perdiendo terreno tan rápidamente como para que Washington se ponga –literalmente- en pie de guerra, y de luz verde para modernizar “las fuerzas nucleares” así como nuevas armas que aseguren el máximo de letalidad en caso de confrontación militar.

Una lectura de las 11 páginas de la EDN –la parte pública- no convence ni fundamenta las “amenazas” provenientes de armamentos militares o cuasi militares de parte de Rusia y China. Lo que hay son tergiversaciones realmente infantiles, como atribuirle a Rusia actos (invasiones de países vecinos) fraguados por Estados Unidos con sus aliados, y situaciones políticas que pueden ser resueltas mediante la negociación y acuerdos verificables, así como pueden ser resueltas las “amenazas” que según la SDN representan Corea del Norte e Irán.

Lo que realmente explica la EDN –en las 11 páginas de la versión pública y probablemente aún más en la parte secreta del documento-, es la amenaza bien real al “orden internacional” de la globalización neoliberal que representa la cooperación entre China y Rusia en el continente euroasiático, lo que explica que sea el motivo importante de un tercio de los párrafos del documento, comenzando por el segundo, donde se explicita que “estamos enfrentando un creciente desorden global, caracterizado por el declive en el largamente aplicado orden internacional basado en reglas – creando (así) el ámbito de seguridad más complejo y volátil que hayamos experimentando en memoria reciente. La rivalidad inter-estatal, no el terrorismo, es ahora nuestra preocupación principal en cuanto a la seguridad nacional de EEUU”.

Esta “rivalidad inter-estatal” (en realidad “la re-emergencia de una rivalidad estratégica de largo plazo”, sin duda en referencia a la que existió durante la Guerra Fría) proviene de las potencias “revisionistas”, y no combatirla “resultará en una disminución de la influencia global de EEUU, el debilitamiento de la cohesión entre los aliados y socios, y una reducción del acceso a los mercados que contribuirá al declive de nuestra prosperidad y niveles de vida”.

En el octavo párrafo se lee que la EDN “reconoce un ámbito de seguridad global crecientemente complejo, caracterizado por desafíos flagrantes al orden internacional libre y abierto y la re-emergencia a largo plazo de rivalidad estratégica entre naciones”, y en el siguiente se afirma que “el desafío central a la prosperidad y seguridad de EEUU es la re-emergencia de la rivalidad estratégica a largo plazo por quienes la Estrategia de Seguridad Nacional clasifica como potencias revisionistas. Es cada vez más claro que China y Rusia quieren modelar un mundo consistente con su molde autoritario – ganando autoridad de veto sobre las decisiones económicas, diplomáticas y de seguridad de otras naciones”, y en el párrafo siguiente, focalizado en la acelerada modernización en China con su supuesta política “económica predatoria para coaccionar países vecinos a reorganizar la región Indo-Pacifico a su beneficio”, la EDN afirma que China quiere alcanzar una “hegemonía regional a corto plazo (destinada) a desplazar a EEUU para alcanzar predominio global en el futuro”.

Con Rusia, en el párrafo siguiente, la EDN afirma que Moscú busca autoridad de veto sobre otras naciones en su periferia en términos de sus gobiernos, de sus decisiones económicas y diplomáticas, para destrozar la OTAN y cambiar a su favor las estructuras económicas y de seguridad en Europa y el Oriente Medio.

En suma (párrafo siguiente de la EDN), el otro cambio “del ámbito estratégico es el resistente pero debilitado orden internacional de la pos-segunda Guerra Mundial”, cuando EEUU y sus aliados “construyeron un orden internacional libre y abierto”: “China y Rusia están ahora minando el orden internacional desde el interior del sistema mediante la explotación de sus beneficios mientras simultáneamente reducen sus principios y reglas de funcionamiento”.

Y para colmo de hipocresía la EDN afirma que Rusia y China, y los ‘países canallas’, “están compitiendo en todas las dimensiones del poder. Han aumentado esfuerzos para conflictos casi armados mediante la expansión de la coerción en nuevos frentes, violando los principios de soberanía, explotando la ambigüedad y borrando deliberadamente las líneas entre los objetivos civiles y militares”.

Más adelante la EDN –para justificar los astronómicos presupuestos- afirma sin ambigüedad que “los desafíos a la ventaja militar de EEUU representan otro giro del ámbito de la seguridad global. Por décadas Estados Unidos ha gozado de una superioridad incontestada o dominante en todos los terrenos de operación. Podíamos generalmente desplegar nuestras fuerzas donde queríamos, ensamblarlas donde deseáramos y operar como quisiéramos. Hoy día, cada terreno es contestado –el aéreo, el terrestre, los mares, el espacio y el ciberespacio”.

Más claro imposible sobre lo que causa la necesidad de EEUU de crear el pánico (en este caso miedo compulsivo que hace cometer estupideces) para lanzarse en una aventura extremadamente peligrosa para la humanidad, porque la EDN anticipa que usará de todos los medios para volver a ser la potencia suprema: “Una rivalidad estratégica de largo alcance requiere la integración sin fisuras de múltiples elementos de poder nacional –diplomáticos, informativos, económicos, de inteligencia, de policías y de militares. Más que ninguna otra nación, EEUU puede expandir el espacio competitivo, tomar la iniciativa para desafiar a nuestros rivales cuando poseemos las ventajas y a ellos les faltan fuerzas. Una fuerza más letal, robustas alianzas y asociaciones, la innovación tecnología estadounidense, y una cultura de desempeño generará decisivas y sustentadas ventajas militares para EEUU”.

Sobre NuestrAmérica la SDN dice poco (en el documento publicado, pero quizás mucho más en el secreto) y de manera sibilina, como “mantener un balance de poder favorable” y “las ventajas” de que dispone en el Hemisferio Occidental, señalando que un “hemisferio estable, pacífico, que reduce las amenazas de seguridad de EEUU le reporta a éste último “inmensos beneficios”, a pesar de lo cual Washington utilizará todos los medios a su alcance para “profundizar las relaciones con los países de la región que contribuyen con capacidades militares a los compartidos desafíos de la seguridad regional y global”

En síntesis, suficiente como para confirmar que seguirán y hasta se agravarán las nefastas políticas de Washington hacia NuestrAmérica, con el objetivo de que todo el Hemisferio quede bajo la globalización y responda a las órdenes de EEUU. Y tampoco habrá cambios en la política que Washington y sus aliados aplican en África, Continente en el cual EEUU actuará para “limitar la maligna influencia de poderes no africanos”, es decir de China, Rusia y otros países que busquen mantener relaciones económicas, políticas y diplomáticas fuera de marco de la globalización que está bajo control de EEUU.

El delirio de los “imperios ilimitados”

La SDN señala la preparación para una confrontación en todos los frentes con Rusia y China, dos potencias nucleares, y detrás del abandono formal de la “lucha contra el terrorismo” como la prioridad militar de EEUU lo que hay que ver es el retorno del fomento del terrorismo dirigido contra Rusia, China y demás países “revisionistas” que anden sueltos por el mundo.

Para este drástico cambio estratégico se necesitan enemigos externos (y dentro de poco habrá que fabricar los internos), misión que cumplen la EDN y la ESN, lo que de paso justificará las decenas o cientos de miles de millones de dólares que deberán agregarse al ya gigantesco presupuesto militar, para mantener o readquirir la supremacía en armas, mejorar o crear tecnologías de uso militar, por separado o en colaboración con las empresas privadas, ampliar los medios de transporte y las formas de organización no convencionales, etcétera.

Lo que emerge claramente del documento del Pentágono, escribe el analista Bill van Auken es una visión del imperialismo estadounidense asediado por todos lados y en peligro mortal de perder su dominación global, lo que refleja el pensamiento dentro de la camarilla de militares retirados o en actividad que dominan la política exterior de Trump y que durante 16 años llevaron a cabo las interminables guerras en el Oriente Medio y Asia Central, que fracasaron en ampliar los intereses estratégicos de EEUU y crearon una serie de debacles que desgastaron las fuerzas militares de EEUU.

Francis Boyle, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Illinois, ve en la EDN la continuación y escalada de la estrategia estadounidense de “Imperialismo Ilimitado” (denominación del académico y experto en relaciones internacionales Hans Morgenthau para los imperialismos que siempre buscan la expansión), y para ello “el Pentágono está planeando para luchar y ‘ganar’ la Tercera Guerra Mundial contra Rusia y/o China así como para controlar, dominar, aterrorizar e intimidar el resto del mundo bajo uno u otro pretexto”(4)

¿Quiénes son los primeros (y seguramente los únicos) ganadores de este criminal aventurerismo? Sin la menor duda el poderoso complejo militar-industrial que la EDN amplía considerablemente –por escrito- para incluir las empresas del Silicon Valley y de otras ramas de la economía, y cuyos accionistas se beneficiarán desde ahora con el aumento de las acciones bursátiles, así como los financieros de Wall Street que financiarán o especularán en qué y dónde se gastarán las sumas astronómicas que recibirá el Pentágono para su extensa lista de pedidos.

Por supuesto no hay y tampoco habrá la menor discusión en los medios de desinformación y en el Congreso de Washington sobre lo que realmente sucederá al financiar este “imperialismo ilimitado”, porque lo que gane el presupuesto del Pentágono lo perderán los programas sociales y el pueblo, y otros pueblos si aceptan –como exige la SDN- compartir los gastos.

Como diría Mafalda (que a veces convoco para explicarme lo inexplicable), “¡lo ilimitado en Washington son los delirios de grandeza!”