El marabú tiene amplias perspectivas en Cuba, pues se utiliza en la producción de carbón vegetal y en la generación de electricidad, asi como en la fabricación de muebles. Foto: Bohemia
Cuba prevé contar este año con el primer prototipo de máquina cosechadora de marabú, el cual se fabricará en un polígono industrial de China, según informó una fuente del Ministerio de Agricultura.
Este modelo, diseñado por ingenieros cubanos, se fabricará a partir de la evaluación de tres tecnologías diferentes de cosechadoras de marabú, que han sido probados en terrenos de las provincias de Camaguey y Ciego de Ávila, a más de 400 kilómetrosal al este de La Habana, informó a Prensa Latina el director general de Ingeniería Agropecuaria, José Suárez.
Explicó que luego de las pruebas que se realicen en Cuba con ese prototipo- resultado de la validación de las tres versiones de equipos-, se producirá en la planta de combinadas de Holguín, en la zona oriental, el modelo definitivo de cosechadora de marabú que operará en los campos de esta isla.
De acuerdo con el directivo, han participado en las evaluaciones de esas máquinas especialistas del Instituto de Investigaciones de Ingeniería Agrícola, y de los Grupos Empresarial Azucarero y Agroforestal.
El marabú tiene amplias perspectivas en Cuba, pues se utiliza en la producción de carbón vegetal y en la generación de electricidad.
Suarez definió la ingeniería agrícola como columna vertebral del sector agropecuario, al constituir la sumatoria de varias especialidades, que empiezan en la tierra, como propiedad, y luego en las actividades de suelo, transporte, mecanización y demás eslabones que tienen que ver con el desarrollo de las plantas y los animales.
Se trabaja además en la instalación de un grupo de fábricas de procesamiento y secado de arroz, frijoles y maíz, a fin de extraer a estos cultivos la humedad, y evitar su deterioro y beneficiar su conservación.
El objetivo final es que la industria nacional produzca todo el equipamiento, la maquinaria y las diversas instalaciones que necesita el sector para su desarrollo.
Creado el Viernes, 09 Febrero 2018 08:36 | Onelia Chaveco | ACN FOTO/Modesto GUTIÉRREZ CABO
Cienfuegos, 9 feb (ACN) Tras las últimas lluvias de febrero los cuatro centrales que muelen en la provincia de Cienfuegos ganan estabilidad y mejoría en los indicadores de eficiencia, con lo cual los azucareros pretenden recuperar los volúmenes atrasados en la actual contienda.
Arnaldo Costa Delgado, director de la Empresa Azucarera en este territorio, indicó que para aprovechar el oreo del suelo y el corte se proponen producir como promedio mil 250 toneladas de azúcar diaria y así cumplir con el plan reprogramado para el mes de febrero.
Dijo que el quinto ingenio Cinco de Septiembre, previsto para la presente contienda, podría incorporarse en los próximos días en virtud del comportamiento del tiempo.
Entre las cuatro industrias en plena campaña en la provincia cienfueguera, el central 14 de julio mantiene los mejores indicadores con molida al 102, calidad del azúcar al 99,98, y estimados cañeros al 105 por ciento, según informó a la ACN Alfredo Molina, jefe de sala en esa entidad.
Indicó que el colectivo enfrenta sobre todo las afectaciones con materias extrañas, y garantiza la reparación en tiempo de cualquier equipo al punto que solo han perdido tres horas por roturas en el ingenio.
Aseguró que esta es la zafra 187 de ese ingenio, el único en Cuba que no ha dejado de moler ni una sola contienda desde su surgimiento en 1830.
El hecho de acumular una larga historia dentro de los centrales más integrales del país, también resulta un gran orgullo para los trabajadores de esa industria.
Hasta noviembre del 2017, los consejos de las administraciones municipales y provinciales habían aprobado el empleo de más de 429 millones de pesos, provenientes de la Contribución Territorial para el Desarrollo Local, pero el destino de esos recursos en los territorios todavía no es totalmente consecuente con el propósito fundamental de este tributo
Los datos no son de una provincia o de un municipio en particular. Los datos son del país y resultan elocuentes en su tendencia. Hasta noviembre del 2017, los consejos de las administraciones municipales y provinciales (CAM y CAP) habían aprobado el empleo de más de 429 millones de pesos, provenientes de la Contribución Territorial para el Desarrollo Local (CTDL). De esa cifra, el 29,2 % fue destinado a acciones de reparación y mantenimiento, equivalente a un monto que supera los 125,6 millones de pesos.
Para proyectos de desarrollo local, en cambio, fueron suscritos poco más de 5,1 millones de pesos, apenas el 1,2 % del total aprobado. Sin contar que La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín e Isla de la Juventud no reflejan, al menos en ese periodo, según la información enviada al Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), el empleo de recursos en algún programa de esta naturaleza.
Y no es que esta desproporción sea del todo cuestionable, porque en el gran saco de las reparaciones están las escuelas, los círculos infantiles, los consultorios y hospitales, los cines que no lo habían sido en años, los parques que siempre la gente agradece… Incluso en el rosario de acciones pudieron quedar resueltos vetustos planteamientos de la población, los mismos que de otra manera hubiesen continuado pospuestos entre lo urgente y lo necesario.
El desequilibrio es, cuando menos, llamativo, si tomamos en cuenta el propósito fundamental de la Contribución, sin que el análisis pretenda juzgar, superficialmente, lo acertado o no de los acuerdos aprobados en los territorios. De cualquier manera, las decisiones que los antecedieron fueron adoptadas, como parte de su facultad, por los CAM, justo en la base, donde las entidades –ubicadas allí– generan los ingresos y donde deben estar clarísimas las prioridades.
Pero en esas reparaciones, y de los usos en general, hay de todo como en botica. Lo hecho en determinados lugares, por ejemplo, pudo tener el respaldo, en buena ley, de otras partidas presupuestarias, si la planificación a ese nivel hubiese jugado bien su función; y lejos de colgarse del «1 %», no pocos mantenimientos hubiesen incrementado los niveles de gastos de algunas empresas que optaron por preservar mayores márgenes de utilidad.
En Artemisa y Sancti Spíritus, si bien las cifras no son muy relevantes, sí lo es el uso que allí decidieron darle a una parte de estos ingresos: pago a músicos contratados para las actividades del verano, así como de deudas asociadas a la cuenta de las festividades.
Por ello, a la hora de orientar a las administraciones sobre el mejor manejo de la Contribución, los funcionarios del MFP insisten en su empleo en programas de impacto para el territorio, que logren multiplicar los ingresos y que estos se reviertan en mejoras económicas y/o sociales para la población, porque ese es el camino, en definitiva, hacia el desarrollo.
«Pintar una bodega o reparar un restaurante debe estar incluido quizá entre los gastos de mantenimiento de las empresas de gastronomía, reconoce Meisi Bolaños Weiss, viceministra del MFP, y el dinero de la Contribución debe ir entonces a proyectos más sostenibles, como la producción local de materiales, por ejemplo.
«Hay que velar porque no se asuman con estos recursos gastos que le corresponden al sistema empresarial. Hay que dar respuesta a necesidades acumuladas, a planteamientos, pero no se puede obviar la responsabilidad con la continuidad y sostenibilidad de los programas».
LO HECHO…
De acuerdo con la Ley No. 125, del Presupuesto del Estado para el 2018, la contribución territorial para el desarrollo local prevé disponer de 612 millones de pesos en los disímiles territorios del país, lo que representa un crecimiento respecto a lo concebido en el año que recién concluyó, en el cual se planificaron 480 millones de pesos.
Este incremento responde fundamentalmente, en opinión de Loida Obregón González, directora de Atención de Órganos Locales del Poder Popular, del MFP, al seguimiento ofrecido a cada uno de los establecimientos que están obligados a aportar dicho tributo.
Obviamente, dice, poder disponer de estos recursos significa una oportunidad para los municipios, pero no deben asumirse cual barita mágica. La contribución territorial viene a calzar el Presupuesto, el cual debe ejecutarse sin fisuras. Vale decir que los 612 millones de pesos previstos por concepto de contribución territorial representan, apenas, el 1,7 % de los recursos que destina el Presupuesto al desarrollo de la actividad social en el país.
Una mala desagregación o planificación del Presupuesto en los territorios trae consigo desbalances que luego hay que solucionar, en algunos casos, con esta recaudación adicional.
No obstante, la propia Ley del Presupuesto reitera que «la contribución debe respaldar, en primer orden, gastos imprescindibles que no pueden ser cubiertos dentro del balance presupuestario». Pero no es lo mismo actuar de «apagafuegos financieros», que responder a una planificación anticipada.
En los municipios, insiste Loida Obregón, es preciso seguir incentivando el empleo de la contribución en el logro de un desarrollo sostenible en el tiempo, de modo que lo invertido genere ingresos para el propio territorio.
Reconoce que todavía algunas autoridades tienen dudas sobre el destino que le pueden dar a esos recursos. Entonces subraya que es facultad del municipio decidir, pero después tiene que haber un control efectivo, que permita confirmar, en el terreno, el uso final de lo que fue aprobado.
LA MIRADA DE LOS TERRITORIOS
Si algo está limitando hoy el empleo eficiente de la contribución territorial es la ausencia, en opinión de Julio César García García, jefe de la Administración Provincial de Mayabeque, de planes de desarrollo local bien concebidos, donde estén definidas las prioridades y sustentadas por estudios de factibilidad.
En Mayabeque, explica, en casi la mitad de los casos, la contribución ha respondido a los propósitos para los cuales fue aprobada, pero en otros, por la inmediatez de las decisiones, no se logró ser totalmente eficiente. Ya para el 2018, asegura, se ha estructurado un plan con los posibles usos de esta recaudación, que los sitúa en mejores condiciones desde el punto de vista de la planificación.
Se han intencionado las propuestas, sostiene, hacia actividades productivas que permitan la generación de nuevos servicios y ventas, de modo que el ciclo de empleo genere crecimientos. «Pensamos en minindustrias en las actividades alimentarias y de materiales de la construcción, así como potenciar aquellos proyectos científicos que puedan incidir en la productividad».
Pero existe, a su juicio, otra limitación, tan dañina como la ausencia de proyectos, y es la falta de visión de los gobiernos locales de cómo incrementar los ingresos en sus territorios y atraer inversiones que generen empleos, ventas y, más temprano que tarde, permitan ampliar los aportes del 1 %.
Todavía no he visto, acota, que un municipio haya analizado, pormenorizadamente, el aporte de cada uno de los establecimientos que tiene enclavados allí, o se haya detenido en las causas de por qué no contribuye alguna entidad obligada a hacerlo.
Según Elizabeth Lavastida García, directora provincial de Finanzas, en el 2017 de destinaron más de 17 millones a labores de reparación y mantenimiento de hospitales, centros deportivos y de cultura, escuelas, obras hidráulicas… Sin embargo, también hubo que emplear alrededor de cuatro millones de pesos para cubrir gastos corrientes (pago de salarios), debido a una mala planificación y desagregación presupuestaria.
Justamente eso es lo que no se pueden permitir los territorios, porque así, cómo hablar de desarrollo.
TOCAR LA SENSIBILIDAD
Todo lo que en materia de salud y educación ha sido posible hacer con la
contribución ha disparado, literalmente, la satisfacción de la población.
En Mayabeque, por ejemplo, María Dailis Guerra Moré, directora provincial de Educación, resalta el beneficio de estos aportes en 23 instituciones educativas durante el 2017, ya fuera desde el punto de vista constructivo o en el aumento de las capacidades de los círculos infantiles. En la mayoría de las ocasiones, la contribución y el presupuesto se complementaron para ampliar el alcance.
Asimismo ocurrió en el área de salud, donde, a juicio de su director provincial, Luis Armando Wong Corrales, se pudieron reparar, gracias a esta unión de los recursos, 56 consultorios del médico de la familia, de los 32 planificados.
Y la obra de mayor impacto: la reparación capital del Hospital Aleida Fernández, tenía el respaldo presupuestario de 500 000 pesos inicialmente. Con la contribución y otras fuentes de ingresos asignadas desde el Ministerio de Salud, la inversión ronda los seis millones de pesos.
Estos son, claro está, los buenos ejemplos. Pero en pos del avance, toca mirar con profundidad hacia las fisuras, que aún son considerables, para sacar definitivamente del letargo al desarrollo local.
El desarrollo de la producción de envases y embalajes en el país resulta impostergable para dar respuesta a las necesidades crecientes de estos surtidos
Cuando en el 2014 Granma indagó sobre la producción de envases y embalajes en el país, había cifras que obligaban a leerlas más de una vez, sobre todo aquellas relacionadas con las importaciones.
Se decía, por ejemplo, que para la compra en mercados foráneos de envases flexibles, o sea, los estuches en los cuales se colocan las pastas largas, el café, el yogur, los jabones… se proyectaban más de 22 millones de dólares y otros diez para la adquisición de etiquetas.
En el 2018, las cifras continúan sugiriendo relecturas. Por tales «nailitos» el país erogó, en el año que recién concluyó, más de 42 millones de dólares, y en las etiquetas los montos casi rozan los 11 millones.
Similar a aquel momento, las latas de aluminio para bebidas, los envases de vidrio, las cajas de cartón corrugado, así como las bolsas de alta y baja densidad, las tapas metálicas… conforman un grupo de diez surtidos, cuyos valores de importación casi concentraron el 80 % de los más de 266 millones de dólares invertidos por este concepto en el 2017.
En las inversiones que permitirán suprimir o acortar las compras en mercados foráneos de latas de aluminio, envases de vidrio y flexibles (películas), por solo citar aquellos productos que agrupan los mayores montos de importaciones, ya se trabajaba en el 2014. Y todavía hoy se continúa laborando en los mismos proyectos, un poco más adelantados.
Cierto es que se han incorporado otros, e incluso algunos comenzaron, terminaron y ya dan sus frutos, como la planta destinada a la fabricación de bandejas para huevos, que permitió satisfacer en el 2017 la demanda de la agricultura y no se proyectan importaciones para el 2018.
También en el trabajo de cuatro años atrás se reconocía que la inejecución de los planes inversionistas, debido a demoras en la elaboración de los estudios de factibilidad y la no identificación de fuentes financieras o socios externos para materializar los proyectos, figuraba como la principal limitación en aras de desarrollar la industria nacional.
En el informe del balance de trabajo del 2017, la dirección de envases y embalajes del Ministerio de Industrias (Mindus) incorporó un párrafo con palabras casi idénticas, o lo que es lo mismo, con problemas casi idénticos.
No obstante, si bien este análisis explicita cuánto queda pendiente en pos de satisfacer una demanda cada vez mayor, no obvia, en modo alguno, la tendencia creciente que en los últimos años ha mantenido, como regla general, la producción de Envases en el país, tras la aprobación, en marzo del 2013, de la política para el desarrollo de esta esfera.
Según Yamilín González Milián, subdirectora de Envases y embalajes del Mindus, los niveles productivos de la industria nacional en el 2017 crecieron un 26 % respecto al año anterior, y las inversiones, en el orden de los 42,4 millones de pesos, también se incrementaron.
Fue posible, además, la creación del Centro de Envases y Embalajes, unidad empresarial de base que estará dedicada a la evaluación de las materias primas y a seguir e incorporar, según nuestras posibilidades, las tendencias más novedosas en el mundo.
Y si de ordenamiento se trata, vale resaltar la aprobación de la Resolución No. 94 del 2017, del Mindus, Reglamento Técnico de Envases y Embalajes, cuya letra y espíritu unifica los modos de hacer y utilizar estas producciones en el país.
PASITO A PASITO…, PERO SE ANDA
Los principios de la política de envases, suscritos en el 2013, potencian, desde una visión integral, la fabricación de surtidos con destino a las actividades exportadoras y agroalimentarias, la venta de materiales de la construcción, así como la sustitución progresiva de las importaciones. Esas directrices, desde entonces, no han variado.
Pautaron lo hecho en el año anterior y trazan los rumbos de este 2018.
De acuerdo con Yamilín González, la oferta de envases en el 2017 (incorpora producción nacional e importaciones) superó los 620 millones de pesos, y para este año, pese a las restricciones financieras, se prevén unos 721 millones.
Los números, dice, también muestran incrementos en el aprovechamiento de las capacidades productivas, fundamentalmente en los envases de papel, cartón y plásticos. En ese sentido, la industria nacional proyecta una fabricación, en este 2018, de 448 millones de pesos, lo que permitirá satisfacer el 62 % de la demanda solvente (o sea, la que maneja el plan, pues la real sabemos que dista sobremanera de estos índices).
En pos de acercar cada vez más las proyecciones al comportamiento real de la industria, los planes del 2018 también se sustentaron, al decir de Juana Iris Herrera Fuentes, especialista de la Dirección de envases y embalajes del Mindus, en un balance de frutas frescas y vegetales a procesar en el país.
Tras los análisis, subraya, fue posible asegurar, con envases de pequeño formato, el 82 % de la producción terminada prevista, mientras que el resto, equivalente a unas 18 000 toneladas, deberá ser vendido a granel a la población, alternativa que requiere, en cada lugar, de acciones que garanticen la llegada oportuna del producto.
De todas formas, la zafra de tomate, por ejemplo, se ha comportado por debajo a lo concebido.
Este 2018 también pondrá énfasis, en sus palabras, en la reutilización de envases plásticos, de acero y vidrio, práctica que deberá considerar los procedimientos pertinentes. De los pronósticos se derivan unos 113 millones de recipientes de vidrio y 15 millones de sacos de polipropileno, si bien resulta estratégico continuar identificando posibilidades de reutilización.
Y como al inicio de cada año, o de cada nueva etapa, es casi obligatorio fijarse retos, Yamilín González vuelve sobre lo impostergable: identificar y potenciar las inversiones y negocios conjuntos que respalden tecnológica y financieramente el desarrollo de la industria nacional.
Dentro de ese gran grupo, ya sabemos dónde estará el hincapié: proyectos de empresas mixtas que tributen a la fabricación de latas de aluminio, envases flexibles y de vidrio, los mismos que arrastramos desde hace años y que no logramos, esfuerzos a un lado, materializar.
LA HOJALATA DEJA SU HUELLA
Los mayores incrementos de la producción nacional para el 2018 se reportan en los envases de hojalata, aunque todavía no se logran satisfacer todos los pedidos.
En las sesiones de diciembre último de la Asamblea Nacional del Poder Popular, este fue uno de los temas analizados con amplitud, teniendo en cuenta la demanda siempre creciente, sobre todo de los sectores alimentario y agrícola, y la imposibilidad de la industria de solventar las necesidades.
Para este año, explica Nelly Toirac Castaño, directora general de la empresa Envases y Recipientes Metálicos (Envametal), las cifras demandadas ascienden a 64 millones de envases de hojalata.
Con todas las esperanzas fijadas en la inversión que se lleva a cabo en el taller de producción Luis Melián, perteneciente a la fábrica Envases Occidente (Envocc), el plan prevé la producción de 50 millones, cifra, que si bien no cubre el pedido total, duplica lo hecho en el 2017.
El proceso inversionista, ascendente a 240 000 euros, consiste, por un lado, en el montaje de un paletizador que incrementará las capacidades productivas, y por otro, en la capacitación del personal que intervendrá en su operación y en el resto de las líneas.
De cumplirse los cronogramas previstos, sostiene Toirac Castaño, los resultados podrán percibirse a partir de abril, fecha que, a juzgar por los especialistas, supone una alta tensión para la industria si de alcanzar los planes se trata.
Según Sergio Medero Santana, director de Envocc, «el paletizador instalado hoy es mecánico manual, requiere dos operarios y paletiza 160 envases por minuto. El nuevo es semiautomático, necesita un operario y asimila 400 envases por minuto». El aumento productivo, más bien el salto con pértiga, es evidente.
No obstante, las cifras alcanzadas en enero, incluso sin esta inversión, le mitigan un poco el estrés que entraña el desafío productivo del 2018. «Con la nueva maquinaria proyectamos la fabricación de 4,7 millones de envases mensuales; sin embargo, con las condiciones actuales logramos hacer 3,7 millones, todo un récord».
Pero unido al ímpetu de los obreros, que a partir de abril estarán distribuidos en tres turnos de trabajo de ocho horas, es preciso contar, en opinión de Nelly Toirac, «con una estabilidad financiera que permita el pago a los principales proveedores de materias primas en el exterior», asunto que en el 2017 incidió en el incumplimiento de los niveles planificados.
«También hay que trabajar con las empresas nacionales para garantizar los aseguramientos, los cuales igualmente han fallado. Este es un tema de seguimiento diario por los directivos, para prever los contratiempos y anticiparse en las soluciones, porque lo que se deja de producir no se recupera».
Y su criterio lo comparte, absolutamente, Daymel Pérez González, director del taller Luis Melián, quien asegura que «este compromiso productivo implica mayor responsabilidad, trabajar con una cobertura superior al trimestre, aumentar la supervisión y el control, reducir los índices de mermas… Tengamos en cuenta que cerca del 98 % de nuestras producciones es encargo estatal».
LA CALIDAD, UNA CONSTANTE
En el taller Luis Melián funcionan actualmente dos líneas productoras de envases cilíndricos, distribuidos en ocho tipos de formatos. Ya en el 2008 y el 2012 se realizaron inversiones, enfocadas en mejorar la tecnología, aumentar los niveles productivos y favorecer la calidad, con la incorporación de la soldadura eléctrica.
De hecho, solo existe en Cuba un taller, el Armando Mirabal, que aún mantiene la soldadura plomo-estaño, y ya está previsto un proyecto de empresa mixta que permitirá modificar la tecnología y fabricar envases para pinturas, los cuales no se hacen hoy en el país.
Pero la calidad no anda solo de la mano de la tecnología, sino también de los operarios, ya acostumbrados a detectar las fallas, porque a los mecánicos Julio Alonso y Raúl Hernández, con 25 y 38 años de experiencia, respectivamente, no hay detalle que se les escape. Ni tampoco a Lázaro Mario García, técnico en control de la calidad, que cada media hora revisa las dimensiones de las latas, la altura, los fondos, la conformación…
«En verdad hay que andar pegado a las máquinas. Si se hacen 400 envases por minuto y te tardas dos en descubrir un desperfecto, cuántos recipientes
desaprovechas», lo dice y sale para la línea, «porque periodista, ya llevamos un rato hablando».
Publicado: 9 feb 2018 13:08 GMT | Última actualización: 9 feb 2018 13:09 GMT
Con su apertura económica, Cuba ha emprendido un largo camino de cambios, permite viajar a sus ciudadanos al exterior, crear negocios privados y trabajar por cuenta propia empleando al máximo la creatividad del pueblo cubano. Sin embargo, ¿cómo asimilan los mismos isleños estos cambios y el ritmo con el que se van implantando? Aliana y Semión viajaron a la nación caribeña para verlo con sus propios ojos y preguntar a la población que es lo que más anhelan cambiar en sus vidas.