El estímulo no es el dinero, sino lo que pueda hacerse con él
Rogelio Torras Rodríguez y Juan
M. Ferran Oliva[1]
La Habana, Febrero de
2018
La práctica cotidiana reveló al hombre
primitivo la conveniencia de la especialización. Quien tenía habilidad para
fabricar lanzas no era necesariamente un buen cazador. Y viceversa. La vía de
la idoneidad incrementó el rendimiento del trabajo. Los oficios se
multiplicaron y el trueque se convirtió en práctica acostumbrada de la vida
social. Ello ocurrió en la prehistoria.
Las necesidades mutuas no siempre encajaban.
Pero algunos bienes resultaban valiosos para todos. Eran perdurables, podían
atesorarse fácilmente y algunos sentaron cátedra como mercancías de
cambio. La sal, por ejemplo, podía ser
un bien de consumo pero también un medio
de canje pues todos la deseaban y no era perecedera. Se trataba de una mercancía-dinero. Lo mismo ocurrió con las pieles, el ganado, las
piedras raras, determinados objetos y los metales. Por decantación estos
últimos mostraron ser los mejor dotados para la función cambiaria. En su
evolución adoptaron la forma de lingotes,
aros, instrumentos de corte y otros. Finalmente se llegó a los discos de
diferentes tamaños fácilmente transportables e identificados con su valor de
cambio. Era la moneda. Apareció en
Lidia[2] a mediados del siglo VI ANE. Su evolución en los 2.500 años
posteriores ha sido trascendente.
Durante siglos el dinero expresado en metales
preciosos se convirtió en afán de los ambiciosos. Gran Bretaña fue el primer
Estado donde se adoptó el Gold System
en 1816. Años después se extendió a casi
todo el resto del mundo. Rigió con modificaciones hasta la Conferencia de Bretton Woods[3] en 1944, que impuso el dólar norteamericano a través de una tasa fija de $35 por onza de oro. Las
aventuras bélicas estadounidenses lo devaluaron y varios países comenzaron a
redimir los dólares que poseían. En 1971 Washington suspendió unilateralmente la convertibilidad
ante la amenaza de vaciar el oro a Fort Knox. En la actualidad otras divisas
fuertes acompañan al dólar. En base a ellas se tasan las demás monedas a mano pero sin violar los marcos de la
flotación. Todo se desenvuelve en medio de un obligado clima de confianza en el
que impera el dinero fiduciario.
Desde 1976 las divisas sirven de
patrones. Las autoridades
monetarias intervienen en los mercados de divisas para suavizar las
fluctuaciones de corto plazo y mantener los
niveles de precios. Tratan de evitar la hiperinflación que destruye la
confianza en una moneda determinada.
A principios de 1990 menos de la quinta parte de las
150 monedas existentes entonces en el mundo fluctuaban libremente. Hoy lo
continúa haciendo la mayoría. Otros tipos de cambio son fijos en relación con
alguna divisa fuerte como el dólar norteamericano, la libra, el euro, una cesta
de monedas y otras. El yuan chino
amenaza con sumarse a dicho elenco. Los objetivos actuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) se
han centrado en atenuar el derrumbe del sistema de paridades. En 1960 Cuba dejó de pertenecer a dicha
institución y al Banco Mundial. Se
consideró que tales organismos, al igual que el Banco Interamericano de Desarrollo, también abandonado, están en
función de los intereses financieros norteamericanos[4].
La multiplicidad monetaria en
Cuba
La multiplicidad monetaria fue habitual en
Cuba durante siglos. Los indígenas no conocían el dinero y les asombraba la
avidez de los conquistadores por las pepitas
doradas entreveradas en la grava de los ríos. Los marinos llegados con Colón
las recibían y el Almirante recomendaba que siempre diesen a cambio, al menos, uno de esos
sonajeros que en Castilla valen 3 maravedíes[5]. En 1497 se habían establecido el ducado de oro, el real de plata y la blanca de
vellón como patrones monetarios castellanos. El maravedí quedó como unidad de cuenta y fijaba la ratio entre las
variadas monedas. Por razones tácticas se introdujo en 1535 el escudo o corona de menos ley con la intención de evitar la fuga a otros
países de la moneda aurífera local.
El poblamiento de Cuba se inició en 1512. La
geografía convirtió a La Habana en la Llave
del Golfo donde circuló la moneda de Castilla. En el interior prevaleció el
comercio de rescate llevado a cabo
subrepticiamente con ingleses, franceses y holandeses[6].
Como medio de intercambio predominó el
metálico de esas procedencias.
La Real Casa de Moneda de México, creada en
1535, fue la primera ceca de América. Producía la macuquina, una moneda basta acuñada a golpe de martillo. Además de la erosión natural derivada del trasiego, la lima fraudulenta
le arrancaba partículas de polvo metálico. La moneda sangrada mantenía su
expresión facial pero reducía su valor intrínseco. De hecho, se convertía en
fiduciaria. No obstante mantenía un tenor metálico elevado[7]. Este numerario protagonizó la circulación en los primeros años de la Cuba colonial[8].
La Habana
era entonces un enclave militar sin ingresos fiscales suficientes. La Corona
decretó que se le transfirieran desde México los llamados situados con el propósito de financiar la necesaria fortificación.
Cada vez que dichos fondos se recibían se producía una
reacción momentánea canalizada rápidamente. Después afloraba la escasez de
calderilla. Se apelaba entonces al trozado de las piezas o se regresaba al
trueque.
A inicios del siglo XVIII[9] la flota francesa fondeaba en Cuba. Sus tripulantes eran portadores de
un efecto demostración que deslumbró a los provincianos habaneros.
Además, les llenó los bolsillos con
luises galos.
En 1730 se estableció la soberanía del Estado
español en materia de emisión. Regulaba
la ratio entre el oro y la plata. En los años que siguieron Cuba se
convertirla, además, en una verdadera colonia económica sustentada por el
azúcar, el café y la libertad comercial.
Hasta el
siglo XVIII el real o peso de a 8, peso
fuerte, peso duro, o dólar español,
se convirtió en divisa de uso mundial. Los recién
emergidos Estados Unidos de Norteamérica lo mantuvieron durante algún tiempo
debido a su superior contenido metálico. Fue moneda de curso legal hasta que en 1857 se prohibió su uso.
En España, ya en el siglo XIX, bajo un tibio
liberalismo, se crearon instituciones bancarias. A mediados de la centuria se
sustituyó el sistema octal por el decimal. Entraron en juego el duro, la
peseta, los reales y monedas inferiores con aleaciones de cobre. A la circulación con las monedas
anteriores se unió la de monedas inglesas y francesas. En 1874 se concedió el
monopolio de emisión al Banco de España[10]. No obstante circularon todo tipo de monedas, incluso musulmanas y romanas
antiguas. En territorios hispanos eran usuales
los reales, las pesetas y otras fracciones. El peso fuerte era
denominado duro[11].
.
En Cuba, al cesar la dominación española llegó a su cúspide el caos
monetario. Circulaban monedas españolas, francesas, mexicanas[12]. El
círculo vicioso se complicó cuando los
vencedores agregaron el dólar al diapasón monetario en circulación. En 1914 el Gobierno de la época dio los
primeros pasos hacia el dinero nacional. Fueron emitidas las primeras monedas
en 1915 y 1916[13]. En
1934 Cuba estableció la plata como patrón metálico[14].
El dólar continuo circulando simultáneamente. El tándem monetario cesó oficialmente en 1950 al
crearse el Banco Nacional de Cuba que convirtió al peso en moneda de curso legal. No obstante, en esa fecha el dólar
representaba el 87% del numerario en circulación y durante muchos años se
mantuvo la paridad entre ambas monedas. Se usaban indistintamente.
Asimetría de la oferta
La moneda es un medio de intercambio y de
ahorro; además, sirve como unidad de cuenta. Son sus tres funciones básicas.
La demanda
es una necesidad, pero solvente[15].
Puede ser preestablecida, requerir una selección o manifestarse impulsivamente[16]. El detallista conoce la demanda de sus clientes y trata de disponer
del surtido adecuado para satisfacerla. ¡No puede perder ventas! Es lo que ocurre en los mercados de compradores en los que la oferta es mayor que la
demanda y quienes compran imponen las condiciones. A ello y no a la filantropía
se debe el buen trato usual hacia el cliente. El modelo cubano funciona al
revés: es un mercado de vendedores donde una oferta sietemesina se enfrenta
a una demanda pujante. Son las tiendas, almacenes y productores quienes imponen
sus condiciones. Es un mercado asimétrico en el que el cliente nunca tiene la razón.
El mercado
parece no tener sustituto por el momento. Se le achacan defectos y suele
compararse mentalmente con el capitalismo. Pero existió desde la comunidad
primitiva. Puede decirse a su favor que
si bien es un mal amo, puede resultar un buen empleado.
En Cuba,
después de enero de 1959, se redistribuyó el ingreso y se desató el gatillo
alegre salarial. Fueron medidas simpáticas aunque algunas estaban reñidas con
las posibilidades reales. A fines de la década de 1960 la
demanda dio un susto a la deprimida oferta cubana. El dinero perdió su rol
estimulante. En 1962 debutó la restricción de productos alimentarios y de
higiene personal. En 1971 prácticamente todos los productos quedaron
controlados por la libreta de
abastecimientos. Históricamente es el racionamiento más abarcador y longevo conocido: un verdadero Record Guinness.
El aberrado mercado cubano originó un consumo sui generis. La economía
interna quedó encerrada dentro de un compartimiento estanco ajeno a las
condiciones internacionales[17].
La oreja del dogmatismo asomó en forma de fobias hacia el dinero, los estímulos
materiales y el comercio. El administrador de un establecimiento de
distribución dejó de ser comerciante y devino funcionario.
Actuaba también una forma generalizada de
abasto no comercial que pudiera definirse como una deseconomía subterránea. La acción de comprar era sustituido por los verbos conseguir y resolver.
Consistía en la cesión de productos o el préstamo de medios estatales a los
trabajadores o a terceros. Eran gestiones ilegales pero tácitamente autorizadas
para suplir las debilidades del mercado. No existe contabilidad al respecto
pero las cifras debieron ser considerables. Fue una forma de paternalismo
estatal devenido una verdadera excrecencia administrativa.
La clonación del modelo soviético consolidó el
atraso de la oferta respecto a la demanda de la población. El mercado interno asimétrico
tuvo su origen en el Segundo Plan Quinquenal de la URSS (1933-1937) de
intención autárquica. La enorme acumulación en años anteriores condujo a un
salto impresionante realzado por ocurrir en medio de la gran crisis mundial. En
esos 5 años se construyeron en aquel pais 45.000 fábricas pero el aspecto
cualitativo dejó mucho que desear. Fue entonces que cuajó el modelo económico
adoptado después por los demás países incorporados al socialismo de corte
soviético[18], Cuba
entre ellos. El entusiasmo por el
crecimiento extensivo se perpetuó y degeneró en una ineficiencia crónica. La acumulación,
que exigía muchos recursos y no compensaba con resultados, afectó al consumo
personal. Se consolidó el retraso de la
oferta respecto a la demanda c como regularidad. El fenómeno debió ser temporal
pero se convirtió en algo inmanente a lo que se consideraba socialismo[19],
una sociedad que paradójicamente ponía al hombre y no a la ganancia como
objetivo principal. El consumo personal pasó a un rol secundario mientras las
inversiones se convertían en la vedette de la economía. Se aplicó el principio
del sacrificio del consumo actual, en aras de un mayor consumo futuro. Pero el
esperado incremento de la productividad no llegó y el del consumo tampoco. La
centralización desmesurada desvinculó a los productores de los consumidores,
generó burocracia y dio origen a una economía lubricada con esmeril. La
producción soviética alcanzó mundialmente niveles cuantitativos destacados en
muchas ramas, Pero la baja productividad y la falta de competitividad fueron su
Talón de Aquiles[20].
Plan de caja
La desigualdad entre la oferta y la demanda
promovió el Plan de Caja presidido por
el Banco Nacional de Cuba y secundado
por organismos vinculados al tema. Entre todos elaboraban un régimen mensual de
oferta tomando en cuenta las disponibilidades para conformarla, y el circulante
monetario en poder de la población. Fue un método deliciosamente administrativo
que se limitó al equilibrio monetario en el entorno de 1974.
Pero el
consumo es un fin y la circulación monetaria un medio.
No basta que el fondo de compras total de la población se corresponda con el
volumen global de la oferta. Ello tiene un sentido financiero que es utilizado
a modo de alarma. Adicionalmente se requiere que exista una correspondencia
estructural entre la oferta y la demanda. Muchos de los renglones deseados no
se encuentran. En tales casos surge una insatisfacción
evidente de la demanda y no mengua el circulante monetario. Si el comprador
emplea el importe no utilizado en otras mercancías o servicios disponibles se
registra una insatisfacción solapada de
la demanda. El desvío se convierte en una válvula de escape, pero el
consumidor queda frustrado. Cuando se produce una insatisfacción solapada no se enciende la luz roja preventiva. Si
la insatisfacción es evidente y el
dinero destinado a ese propósito es ingresado en una cuenta de ahorro, la
alarma tampoco funciona pues no aumenta el circulante, sólo la liquidez. En
ambos casos se afecta el consumo.
El control bancario del circulante monetario
logró mantener apagada la alarma contra
el crecimiento desmesurado del efectivo circulante. Se propiciaron planes
mercantiles operativos que asimilaron globalmente los fondos de compras de la
población. Solían apelar a renglones convertidores susceptibles de venderse a precios muy superiores a su valor.
En tales casos se acudió a los vilipendiados mecanismos del mercado. En
ocasiones el ahorro popular se incrementó artificialmente asimilando
insatisfacciones evidentes de la demanda. Fue un mal crónico que afectó a
muchas necesidades cotidianas de la población[21].
Se ha atenuado pero aún persiste.
El control bancario del circulante fue un
reconocimiento tácito de la existencia del mercado.
E pure si muove, pareciera decir en medio del rechazo oficial. Sin embargo ejerció su
regulación de forma sesgada pues tomó en cuenta sólo el lado financiero. Le
faltó esencia. Entre 1975 y 1993 los
derivados del tabaco y las bebidas, todos de pobre presentación y dudosa
calidad en aquellos tiempos, sirvieron al propósito de nivelar la liquidez. También
se apeló a la gastronomía que convirtió en pasatiempo nacional el discado
telefónico para separar una mesa en un restaurant. Otros productos considerados
como suntuarios, superfluos o algo parecido, actuaron también como recaudadores
de circulante. La distribución planificada no fue satisfactoria. Su única
ventaja fueron los precios subsidiados. No obstante, en ocasiones el presunto
derecho no podía satisfacerse debido a la carencia de la mercancía. Un
retruécano satírico popular retrata tal situación: Hay pero no te toca. Te toca
pero no hay.
Inconsistencia estructural de la oferta
La incongruencia entre los deseos puntuales de
compra y la oferta se convirtió en un mal endémico del consumo personal a
partir de 1962. Como ente deforme surgió la
inconsistencia estructural de la oferta.
Una encueste realizada entre los años 1986 al 1988 la ponderó. Sólo alrededor
del 10% de los 1.537 renglones del modestísimo modelo de oferta diseñado
tuvieron una presencia estable en el mercado durante los años analizados: eran
los que siempre estaban a la venta. Otros, que representaron alrededor de la
tercera parte, aparecieron y desaparecieron de las tiendas de manera
intermitente. La mayor parte de los productos –algo más de la mitad– calificó
como oferta nula: nunca tuvieron presencia en esos años[22].
Con anterioridad a los años analizados el escenario fue peor. Acontecimientos
posteriores mejoraron la situación estructural de la oferta pero su
inconsistencia se mantiene[23].
No existen estadísticas similares de los
servicios pero seguramente arrojarían resultados peores. Representaban
alrededor del 11% de los gastos de consumo de la población. Este sector fue
afectado por la nacionalización masiva efectuada en 1968 –la llamada Ofensiva Revolucionaria. Era el caso de
las barberías, peluquerías, cafeterías, talleres de reparación, etc.,
La desfallecida red comercial
El censo de 1953 registró más de 60.000
tiendas minoristas y 46.000 establecimientos de prestación de servicios. En
1959 se mantenía dicha red en la que sobresalía la bodega como establecimiento emblemático. Disponía de un área para
víveres y otra como bar, esta última la más rentable. Vendía víveres a crédito,
con fondos del propietario, y ello acarreaba no pocas bancarrotas. Emigrantes
chinos comenzaron a penetrar el giro y llegaron a poseer una parte de ese
mercado. Sus locales eran sobrios, su vida frugal y no disponían de bar. Vendían de contado y a
muy bajos precios. En la década de 1950 irrumpieron en el sector los
establecimientos self service y se
fortalecieron los ya existentes cadenas de tiendas por departamentos.
Abundaban también los menestrales dedicados a servicios personales
y domésticos. Todo este andamiaje minorista se mantuvo en leve descenso hasta
1968, fecha en la cual fue desmantelado abruptamente con la Ofensiva Revolucionaria.
La emblemática bodega se convirtió en centro
de distribución del racionamiento afectada por un proceso de descapitalización.
Aún parecen las instalaciones de un tiro
al blanco de feria, sólo que menos divertidos. Los neo bodegueros devenidos
funcionarios se limitan a administrar la libreta y son trasladados
frecuentemente para aminorar las posibilidades de corrupción. Cartuchos y
papelería de envase se han convertido en piezas de museo.
Tiendas del oro y la plata
Terminando la década de los ochenta se llevó a
cabo una singular transacción que en cierto modo inició el comercio
minorista en divisas. El Estado promovió una gigantesca recaudación de objetos
valiosos comprados a los particulares a través de las llamadas Casas del Oro y la Plata. Su propósito
era acopiar estos bienes y convertirlos en escurridizas divisas libremente
convertibles. En tales establecimientos
se comercializaban principalmente metales preciosos pero también cristalería
fina, piezas de mármol, lámparas clásicas, etc. El pago a los ciudadanos que se
desprendían de tales objetos, algunos con valor sentimental, se hacía mediante
cupones, a precios muy bajos, según expertos. El tóken
era utilizable en los limitados establecimientos de la propia cadena del Oro y la Plata que vendían, a precios
altos, artículos ausentes del comercio normal durante décadas:
electrodomésticos, ropa y calzado, alimentos, bisutería, etc. Fue un
acercamiento a un tipo de mercado que se había esfumado muchos años atrás. Se
practicó también un trueque de vehículos antiguos por modernos automóviles
soviéticos. Los clásicos eran
retocados y exportados a Europa. Ante la disyuntiva entre el anillo de la
abuela y el televisor asiático en colores, solía imponerse el deseo por este
último. Este trueque constituyó algo así como un tránsito entre la austeridad
de un cuasi mercado y un nuevo modelo que cristalizaría posteriormente en las
cadenas de tiendas en divisas. Parece que el volumen de operaciones no fue despreciable[24].
Dime como comes y te diré quién eres.
El coeficiente
de Engel[25] revela
la proporción de gastos en alimentos efectuados por las familias. Evidencia que
a medida que aumenta la disponibilidad monetaria doméstica, disminuye la proporción
dedicada a la comida dentro del hogar. Se
trata de una regularidad universal. Este tipo de análisis se difundió y
actualmente se realiza en muchos países mediante estadística continua o
encuestas. No incluye el gasto suntuario en restaurantes.
Los compradores jerarquizan las necesidades. A
medida que aumentan sus ingresos amplían su gasto en ellas. Cuando se alcanzan
niveles suficientes comienzan una sustitución por productos más caros. Hay
límites físicos que establecen puntos de saturación. Una persona puede ir
mejorando la calidad de los alimentos pero sólo es capaz de ingerir una
cantidad dada de ellos.
Algunos rubros del consumo parecen infinitos.
Los gastos en vivienda, por ejemplo. Siempre es posible mejorarla, ampliarla,
añadirle una piscina, adquirir una o más para el veraneo, etc. Es una situación
frecuente en consumos suntuarios. Una vez satisfecha la necesidad de techo, la
casa puede convertirse en un egreso rumboso.
Otros bienes y servicios se obtienen a partir de lo que resta del presupuesto
después de adquirir los comestibles.
La llamada Ley
de Engel –más bien una regularidad- sirve para expresa el bienestar
material de un país o grupo social: Primero
vivir, después filosofar, expresaban en el mundo antiguo[26].
Actualmente los países opulentos gastan entre
un 8% y un 15% del presupuesto familiar en alimentos dentro del hogar. Los más
pobres registran un gasto superior al 31% y algunos llegan a más de un 60%. Un
Estado que dedique solamente el 15% de sus gastos hogareños en comida le queda
un amplio margen para otros consumos y el ahorro (que se convierte en
acumulación). Todo lo contrario ocurre cuando es necesario dedicar a los
requerimientos primarios el grueso del nuevo valor creado[27].
En 1952 la población cubana gastaba un 37% de
su presupuesto familiar en gastos de alimentos en el hogar. Entre 1975 y 1990
la proporción rondó el 20%; eran años en los que primó el racionamiento a
precios subsidiados en medio de un mercado atípico que convivía con la escasez,
la pobre calidad y la inconsistencia estructural de la oferta.
En 1993 registró un 34%, pero este año fue el
último de la circulación monetaria única. A partir de esa fecha apareció la
dualidad y al egreso normal en pesos corrientes se añadió el de las ventas en
CUC que incluyen una buena participación de los alimentos. La sumatoria de las
operaciones en ambas monedas debe representar mucho más del 34% consignado para el peso común.
Se
trata de una proporción alarmante, similar a la de los países más pobres.
En un mercado
de vendedores, como el cubano, los propósitos de compra de la población
deben amoldarse a las limitaciones del mercado y en no pocas ocasiones a la
comodidad y conveniencia de los vendedores cuya preeminencia les permite dictar
las reglas del juego.
Pudiera formularse una función en la que el
PIB per cápita se correlacionara con el porciento de gastos en alimentos dentro
del hogar. Un despeje permitiría otra visión en la que dicho porciento se
convirtiese en variable independiente; entonces la ecuación arrojaría el
correspondiente nivel del PIB y, por tanto, el grado de desarrollo económico
del país. Un nivel de un 30% o más de demanda de comestibles no cocinados
evidenciaría un país pobre. Sería el caso de Cuba, aún sin incorporar las
ventas en CUC. Cuando se consume más de la mitad del ingreso nacional, apenas
queda para la reposición simple. Es el caso de Cuba: Dime como comes y te diré quién eres.
El regreso del dolar
El Periodo Especial decretado en agosto de 1990 obligó a impensadas
medidas de supervivencia; probablemente indeseadas. El
Estado esquivó medidas de choque.
Renunció a los despidos masivos y con ello perpetuó el endémico desempleo escondido que lanza dinero a
la circulación sin contrapartida productiva. .
La inflación había desaparecido de la escena cubana desde que se
arrinconaron las relaciones de mercado. En ese entorno los desequilibrios
monetarios se reflejaban en la acumulación de liquidez, no en los precios. No
obstante se crearon islotes comerciales con productos de valor inflado para
amortiguar el exceso de circulante. Fue una reminiscencia de las relaciones
entre oferta y demanda, cuyos reductos fueron llamados impúdicamente mercados paralelos. Con ellos se mantuvo
latente dicho mecanismo. La cultura tributaria se esfumó. Un Estado que posee
la casi totalidad de los medios de producción no requiere impuestos. Todo el
valor creado va a parar a sus arcas y basta distribuirlo. Lo que se dedica al gasto de gobierno y a la
acumulación reduce lo consignado a los salarios. Tal situación puede provocar
el espejismo de que no se pagan impuestos pero todo sale del nuevo valor
creado.
El dólar norteamericano regresó a hurtadillas a la economía cubana en la
década de los 90. Estaba ausente desde antes de 1959 cuando convivía a la par con el peso cubano de la época. Este
último fue desplazado de la circulación mediante el cambio de moneda efectuado
espectacularmente en 1961.
En 1989 se había iniciado la propagación interna de divisas de manera
informal. Fueron sus vectores el turismo
extranjero y los visitantes cubanos de
fuera. Ambos, de una forma u otra,
compraban para los residentes gratas mercancías ofertadas por las pocas tiendas en
divisas usualmente ubicadas en hoteles.
El peso cubano se depreció al discurrir en paralelo con la moneda
estadounidense. Esta dolarización factual y parcial tropezó con la prohibición de
tenencia de divisas. Era penada severamente como infracción convencional
establecida por razones políticas ajenas a normas éticas. Eclosionó entonces el mercado negro
monetario. En 1989 comenzó a cambiarse el dólar
norteamericana por 5 pesos cubanos. En 1990 la cotización espuria había subido
a 7 pesos, a 45 en 1992, a 100 a fines
de 1993 y en un momento del año siguiente se elevó hasta 150. Posteriormente la
tasa se redujo hasta estabilizarse alrededor de 22 a 26.
El año 1993 fue
particularmente difícil. Colapsó la capacidad importadora y decayó la
producción agropecuaria. Resurgieron los apagones eléctricos, empeoró la
oferta, creció la indisciplina laboral, se expandió el mercadeo subterráneo,
hubo una epidemia de neuritis y se produjo la Tormenta del Siglo. Resultaba imprescindible captar divisas
extranjeras. En agosto de 1993 se eliminó la prohibición de poseerlas y los cubanos del
exterior comenzaron a remesar dinero a la isla. La medida
fue complementada con la creación de tiendas recuperadoras de
divisas.
Una divisa de andar por casa
Para el Estado el nuevo comercio
tuvo la misión de captar divisas. El propósito que se persigue
al despenalizar la tenencia de divisa, entre otros, es el de evitar un gran
trabajo policiaco,… que no constituya delito, como es hoy, tener divisas
convertibles en su poder;... el propósito es recaudar divisas para el país[28]. Esa fue la intención y no la de mejorar la oferta. Para los consumidores fue otra
la percepción. Aparecieron productos ausentes, resurgió la calidad y la buena presentación. Se recuperó
la práctica de las bolsas.
En las shopping, como se llamaba popularmente a los establecimientos en
divisas, se rescataron valores comerciales perdidos. Los precios que aplicaban
equivalían a un solapado impuesto al
valor agregado (IVA). Simplemente se multiplicaba el costo de adquisición
por un coeficiente mínimo de 1.8, que en
muchos casos ha sido mayor. La población no tenía otra alternativa de compra
para determinados productos como los de higiene personal, el aceite, la ferretería y la línea blanca.
Lamentablemente, a medida que transcurrieron los años se produjo un proceso
involutivo y estos establecimientos, cada vez más, se parecieron a los
tradicionales que sólo vendían en pesos cubanos.
La moneda extranjera generalizada fue el dólar norteamericano a la que
el argot popular denominó fula. Ya despenalizada la posesión de divisas, se emitió el peso convertible –Cuban Universal Currency o CUC– como
moneda nacional equiparada al dólar norteamericano[29]. Era como una divisa de andar por casa. También recibió la gracia del
bautismo popular, en este caso algo peyorativo: le llamaron chavito. Junto con el dólar tuvo acceso
a productos y servicios que al humilde peso le estaban vedados. De este modo se
produjo una múltiple circulación monetaria: pesos, CUC y dólares
estadounidenses.
La adopción del CUC se basó en
la caja de conversión (currency board)
que implica no emitir más moneda que la amparada por activos externos. Especialistas
opinan que en el entorno de 2003 ó 2004 se rompió la equivalencia. No se
ofrecen estadísticas al respecto. A veces el silencio es elocuente. In God We Trust -en Dios confiamos- es el lema de Estados
Unidos que aparece en todas las denominaciones de su dólar. Con la aparición de
la divisa cubana se impuso la confianza en dicha moneda. In CUC we trust. Sin embargo no deja de ser un gran token pues:
sólo tiene valor dentro de la Isla.
Durante años los ingresos de
la población habían estado desvinculados de la dinámica exterior. Funcionaban
tan sólo las operaciones en pesos cubanos. La demanda de divisas aumentó en la
misma medida en que se acrecentó la oferta, pero las posibilidades de compra de
dólares eran limitadas: en 1999 el salario promedio en moneda corriente era de
223 pesos y la pensión promedio de 104 pesos. Los profesionales ganaban entre
250 y 450 pesos. Cambiados por CUC arrojan cifras irrisorias[30]. Las posibilidades de consumo pasaron a depender del acceso a las
divisas, que no siempre fueron legítimos.
Muchas familias recibían la
visita de parientes de fuera. Junto a
su foto con el auto del año, los cubanazos
traían cargas de baratijas. Así se despertaron ansias de consumo exótico en
personas acostumbradas a la frugalidad del racionamiento. Regresó la pasión por
la moda y por artículos triviales –por la pacotilla– como fuera calificada
despectivamente. Pero no todo eran fruslerías y en el elenco de deseos de los
cubanos del patio figuraron artículos
verdaderamente necesarios que no asomaban al mercado desde mucho tiempo atrás.
Los más jóvenes ni siquiera los habían conocido.
La situación tomó vuelo con
los crecientes ingresos en divisas generadas por el despertar del turismo internacional y las actividades que
le están vinculadas, entre ellas las inicialmente criticadas propinas, los
taxis, el alquiler de habitáculos, las ventas de productos y servicios
personales honorables y non sanctos. También influyeron
los pagos en divisas efectuados limitadamente por algunas empresas foráneas
asentadas en el país. Algunas personas lograban ahorros en las dietas que recibían para actividades
oficiales en el exterior.
Durante la década de 1980 se habían promovido sociedades mercantiles
estatales. Funcionaban con divisas y asumían la forma jurídica de empresas privadas. Hasta cierto punto
quedaban al margen de la economía centralizada y de la deuda externa estatal.
Podían importar y comerciar entre sí en el territorio nacional. Algunas fueron
autorizadas a disponer de cierta magnitud de divisas. Estas corporaciones y otras
creadas posteriormente, tuvieron un papel destacado en la implantación de las
cadenas de tiendas en divisas[31].
No existe un registro puntual de los ingresos foráneos
percibidos por la población cubana. El método de encuestas arroja resultados dudosos. Muchas personas no
son proclives a informar intimidades pecuniarias. Sin
embargo es posible estimarlos. En el año 2010 se evaluaban en cerca de 2.300 millones CUC [32].
La
moneda convertible experimenta una normal recirculación interna al realizarse
transacciones entre los particulares a partir de poseedores primarios. Ello no
incrementa su volumen pero amplia su radio de acción a amplios sectores de la
población.
Sayōnara dólar
Ilustración 1 Ventas a la población en tiendas CUC. Se dispone de estimados confiables hasta el año 2010. En lo adelante pueden asumirse extrapolaciones de la tendencia. Una lineal arrojaría unos 2,500 millones en 2017.
El año 2003
el Departamento del Tesoro de Estados Unidos aplicó una multa de US$ 100
millones a la Unión de Bancos Suizos que durante años había realizado
operaciones con Cuba empleando dinero norteamericano. Otras medidas monetarias
entorpecieron el comercio cubano en
dicha divisa. La respuesta del Gobierno de Cuba fue prohibir la circulación del
dólar estadounidense en la Isla. Al mismo tiempo se gravaron en un 10% las
operaciones de canje en esa moneda. En lo sucesivo se utilizaría solamente el
CUC. Fue el campeón designado para la liza contra la dolarización. En
consecuencia se dispuso que los
cobros y pagos entre empresas cubanas que se realizaban en dólares fuesen
ejecutados en pesos convertibles[33].
Las demás monedas se cotizaban contra el CUC según el
movimiento internacional.
De forma obligatoria quedaron en circulación el peso
convertible (CUC) y el peso normal (cup). Se recuperaba la soberanía monetaria
con dos hermanastros de diferente padre. El humilde peso continuó operando en muchas
funciones, particularmente en el pago de salarios. No tenía acceso a las
tiendas de nuevo corte ni a otros servicios reservados al CUC. Este había
ganado confianza en sus 9 años de callada circulación a la par con del dólar. El fula hizo mutis y el chavito
se adueñó de la escena de manera oficial. La desdolarización fue un acto de
legítima defensa.
Con la
dualidad monetaria una parte de las tiendas continuó operando en pesos cubanos
comunes, mientras otra lo hizo en pesos convertibles. Se inició el contrapunteo
entre el CUC y su pariente pobre el cup.
Las
ventas en las cadenas de tiendas se iniciaron en 1994 con 298 millones en
divisas (dólares y CUC) y once años más tarde se acercaban a 1.500 millones
CUC. Según la tendencia mostrada en la Ilustración 1, dichas operaciones, medidas convencionalmente en CUC, pueden alcanzar unos 2.400
millones en 2017[34].
Asumiendo que su precio equivalga al doble de su costo de adquisición (es
superior en muchos casos) éste ascendería a poco más de 1.000 CUC. Puede que
menos debido a la probable pérdida de valor de esta divisa interna respecto al
dólar.
A principios del 2005 se delegó al Banco
Central de Cuba el control de las monedas extranjeras. Una Resolución[35]
le confirió un mecanismo cerrado y
centralizado desde la base hasta la superestructura en los procesos comerciales
y financieros de las empresas cubanas. Se retiraba la autonomía monetaria
en las empresas que la disfrutaban. El Banco otorgaría marcos
de divisas para operar en dependencia de las existencias a nivel nacional. Cada organismo recibiría una asignación[36]. En lo sucesivo la
entidad otorgaría marcos de para operar en dependencia de las
existencias a nivel nacional.
La necesaria
medida afectó a las cadenas minoristas que operaban en CUC. Sus operaciones
eran de estricto contado y aplicaban un
IVA invisible, Los
márgenes comerciales –siempre en
divisas- hubieran colmado las aspiraciones de un fenicio.
El Periodo Especial
El Periodo
Especial decretado en agosto de 1990
obligó a impensadas medidas de supervivencia. Fueron parcas y probablemente
indeseadas por la dirigencia.
En el entorno de 1999 se insinuó una tendencia
regresiva. La nave del cambio recogió velas. Incluso
retrocedió. La marcha atrás asomó la oreja en el año 2003. Brotó un redivivo
afán centralizador. Las desigualdades sociales, que siempre existieron
agazapadas, se incrementaron velozmente. Causaron alarma. Se puede reducir
la diferencia comprimiendo la riqueza o
eliminando la pobreza. Cortar la cabeza de quienes sobresalen es ineficaz. Es
lo que hacia el mitológico y absurdo Procustes[37].
No tiene sentido la distribución equitativa de la miseria. El principio de
distribución socialista puede
conllevar que algunos reciban ingresos muy superiores a los demás. La
experiencia china es un buen ejemplo. Durante los años del auge, se estima que
unos 12
millones de personas acumularon fortunas multimillonarias. Ello representa algo
menos del 1% de la población de aquella nación. En sentido contrario vale
señalar que 300 millones de chinos escaparon de la pobreza absoluta en que
vivían y la clase media creció en unos 100 millones[38]. ¡Bien
vale Paris una misa!
La dilución del modelo soviético causó un vacío.
Tras romperse su encanto diversos países intentan diseñar lo que ha dado en
llamarse Socialismo del Siglo XXI. Marx y Engels pensaron en una etapa
intermedia anterior al comunismo. Pero aún así debe mostrar una superioridad
sobre el capitalismo. La evolución de los modos de producción origina
incrementos de la productividad social. Ocurrió en el esclavismo respecto a la
comunidad primitiva y posteriormente se multiplicó en el feudalismo y el
capitalismo. El socialismo no puede ser una excepción y debe superar al régimen
sustituido. De aplicar un silogismo se llegaría a la conclusión de que el
socialismo aún no ha existido. Es una desiderata por diseñar. El modelo
soviético ha ido a engrosas el elenco de los socialismos utópicos que
criticó. El término se aplica
convencionalmente a los gobiernos que sitúan al ser humano
como objetivo de su acción. El modelo cubano sigue este propósito pero en
materia de eficiencia deja mucho que desear. Es su Talón de Aquiles.
En Cuba cesaron los milagros a crédito y ha de
demostrarse que los principios caben dentro de un marco económico. Hay fatiga
política. Se intenta combatirla mediante una intensa propaganda. La propia emigración económica encierra un
reproche. Las críticas no son siempre justas y muchos consideran los avances
sociales reinantes como caídos del cielo. Todo
apunta a la falta de perspectivas como la gran culpable de
esta contradictoria combinación de debilidades y fortalezas. El ser humano
piensa según vive. Cambiar su actitud requiere transformar su calidad de
consumo.
A partir de 2008 la crisis emergió agudizada
por la situación externa. Se agudizó el
declive de la época de oro del comercio minorista en divisas y se afectó aún más el consumo personal. En tal
fecha disminuyeron drásticamente los términos de intercambio como consecuencia,
principalmente, del aumento de los precios del petróleo y los alimentos
importados. A ello se sumó la caída de los precios del níquel y, por si fuera
poco, la catástrofe natural provocada por tres huracanes.
Ya con anterioridad el Estado había apelado al
consumo social intentando fortalecerlo. En su conjunto representa el 20% del
total y sólo la mitad puede considerarse como efectivo. El resto corresponde a
gastos administrativos del Estado. El 80% del consumo es personal y se realiza
a través del mercado, o del seudo mercado de la distribución normada. Acotando
y redondeando cifras se tiene que el ciudadano dedica al gasto administrativo
un 10% del fondo de consumo, otro 10% le llega a través de servicios sociales
pagados y el 80% restante corre por via mercantil.
El consumo constituye la materialización del
propósito de intercambio del dinero. En tal sentido puede ser mucho más importante que la perentoria necesidad de
conseguir divisas. El surtido insuficiente e inestable es una debilidad
endémica en el comercio minorista cubano.
Se reproduce en las tiendas antes privilegiadas que operaban en divisas. Roto el encanto, el cliente continua sufriendo la
frustración de buscar una mercancía determinada y no hallarla.
La mejora del surtido no requiere inversiones
en área o nuevos establecimientos para aumentar las ventas. Basta en invertir en stocks recuperables de inmediato. Según criterios de expertos
un surtido adecuado y estable puede promover aproximadamente un 20% de incremento en las transacciones. De otorgársele al consumo personal la
importancia que tiene se lograría un efecto probablemente superior al de las
inversiones. Ello, por una parte, daría sentido a la política del estímulo
material que no consiste simplemente en propiciar mayores ingresos salariales:
requiere además que estos puedan canalizarse en un consumo sano. Adicionalmente
se liquidaría de raíz una de las mayores fuentes de delito existentes.
La economía cubana actual
Después de 1959 Cuba marcó ejemplos de
desarrollo social, soberanía y solidaridad, pero su economía no corrió a la
par. Tras la desaparición del campo socialista la nación logró transformar su
modelo económico exterior. Actualmente cubre el 70% de sus
ingresos con exportaciones invisibles. Es incuestionable cuidarlas.
También incrementó su extracción de petróleo y
ha logrado acuerdos favorables sobre su deuda externa. Queda sin resolver la eficiencia que requerirá
motivaciones que el mercado asimétrico entorpece. También se demandarán
suficientes inversiones extranjeras. La ineficacia productiva obliga a
importaciones que pudieran ser resueltas internamente. Entre 2011 y 2014 las importaciones
cubanas de mercancías y productos se movieron en un entorno de 14.000 millones
de pesos. Grosso modo un 40% se dedica a la importación de combustibles y un 11%
a alimentos, o materias primas para producirlos.
Cuba no vivió del azúcar sino de la diferencia
entre sus costos de producción y los precios de venta de dicho producto. En forma
similar algunas exportaciones invisibles
absorben desembolsos externos. Pero a diferencia de los bienes materiales, otras
constituyen entradas netas y no faltan aquellas con ventajas en los márgenes
comerciales. Siguiendo esa tónica, los servicios en la balanza de pagos
pudieran clasificarse en:
§ Ganancias en invisibles (ingresos menos costos).
§ Entradas netas de divisas: remesas, propinas y determinados servicios a turistas.
§ Exportación de bienes a precios detallistas; compras in situ de productos cubanos por parte de los turistas.
El turismo es el más dinámico de los invisibles. Actualmente el número de visitantes se mueve en el entorno de 5 millones anuales con tendencia al alza. Una gran parte de ellos compran paquetes todo incluido que implican egresos: pago a las empresas de aviación, comisiones a turoperadores y el componente importado de su consumo. No faltan quienes vienen directamente y, salvo el viaje, pagan en efectivo toda la estancia. Los excursionistas llegados en cruceros limitan su permanencia a 1 ó 2 días. Otras modalidades en desarrollo son la náutica y la aviación particular.
Cualquiera que sea la modalidad todos incurren
en gastos
de bolsillo no contabilizados oficialmente. Se trata del pago de suvenires, taxis, renta de autos, transportes, propinas, prestaciones
personales, bares, etc.
Las ventas
de productos cubanos equivalen a exportaciones, pero a precios minoristas. Es el caso del tabaco, las bebidas, artesanía
y otros productos industriales. Con los márgenes al uso en las tiendas pueden
venderse en el doble y más.
Algunos de
estos gastos son entradas netas. Una propina constituye un ingreso sin
costos. Lo mismo ocurre con los servicios personales. Sus efectos son similares
al de las remesas. Se trata de ingresos puros.
En las
modalidades de visitantes pueden estimarse gastos
de bolsillo de $280 por persona durante su periodo de estancia de 8 días
como promedio[39].
Estadísticas autorizadas[40] indican que el promedio de
gastos de cada excursionista en cruceros en cada una de las escalas del destino
Caribe se mueven entre $222 y $300. Viajan y se alojan en el propio barco pero
tienen gastos de bolsillo elevados. En cada puerto los esperan toda suerte de
promotores.
La sumatoria de estos gastos de bolsillo, tomando 5 millones de turistas, pueden ascender
a más de $1.000 millones. ¡Nada despreciable!
Las
remesas conforman el 60% ó 70% de los ingresos en
divisas de la población cubana. Los Cuban
American se
estiman en más de 1.6 millones. Los radicados en otras latitudes redondean la
cifra en unos 2 millones y quizás más[41]. La cantidad promedio recibida en cada envío fue de unos $150 con una
frecuencia de 6 u 8 veces por año[42]. La cantidad puntual no se conoce pues no todos siguen la via oficial. Estimados
confiables los sitúan en más de $3.000 millones en el año 2017[43]. Las
remesas no tienen costo (salvo comisiones relativamente insignificantes). Junto con las propinas,
regalos y similares son los campeones en la Olimpiada de la admisión neta de
divisas.
La información sobre la exportación de servicios es escasa. Por lo general se limita a las
noticias que ofrece la prensa destacando casos puntuales del trabajo de los
llamados internacionalistas.
Originalmente fueron servicios médicos, pero el diapasón se aumentó a la pedagogía, la cultura, el deporte y otras
temáticas. La salud ha continuado siendo la vedette.
Los acuerdos existentes con los Estados contratantes son variados. Los gastos
de estancia, viajes y otros suelen correr por cuenta del receptor. Los
especialistas devengan un salario. Gastan en el lugar de estancia pero también
reservan ahorros para emplear en Cuba: son un equivalente de las remesas.
Algunas cifras de origen no cubano resultan impactantes: Las ganancias derivadas de servicios médicos
en el exterior representaron en 2006 el 28% de las exportaciones totales de la
isla, lo que implica que fueron mayores que los ingresos obtenidos en la exportación
níquel y el turismo[44]. La
exportación de servicios médicos es hoy (2007) el negocio más próspero en el
horizonte económico de Cuba[45].
La exportación de invisibles se ha convertido
en piedra angular de la balanza de pagos cubana. No es prudente turbarla.
Inversión extranjera
Un grupo de técnicos creado ad hoc llegó a la
conclusión de que un crecimiento del 5% al 7% del PIB requería una tasa bruta
de acumulación de un 25% a un 30%. Algo muy superior a lo que el país es capaz
de ahorrar. En términos monetarios ello hubiera significado de US$ 2.000 a US$
2.500 millones anuales a partir de 2014 ó 2015 y quizás más después[46].
No ha sido así. El aporte externo es la
solución a las escasas posibilidades internas de inversión; el consumo apenas
deja espacio para ello. La nueva Ley 118 de 2014 mejoró la legislación anterior
en tal sentido. La inversión extranjera está aún en fase de desiderata pero es
conditio sine qua non del desarrollo económico cubano. En 2016 el Jefe de Estado manifestó su
insatisfacción por el incumplimiento de las aspiraciones en tal sentido[47].
Subrayó la necesidad de superar la
mentalidad obsoleta llena de prejuicios contra la inversión extranjera.
Algunos cubanos residentes en el exterior
invierten en Cuba. Se trata generalmente de pequeños negocios de tipo familiar.
Se calcula que la tercera parte de las remesas –pudieran ser unos $1.000
millones– se destinan a la compra de patrimonio en la Isla. En algunos casos a
su nombre, en otros al de familiares. Pueden ser residencias, reconstrucciones,
fincas, restaurantes, equipos de la línea blanca, computación, etc. La
sumatoria de todas estas pequeñas inversiones puede tener adquirir un
peso importante.
Una amenaza a las inversiones extranjeras es
la actual ineficiencia. No toda depende de la falta de capital, de la
obsolescencia o del bloqueo. La incentivación del factor humano juega un rol
importante. Las deseadas inversiones no tendrán el efecto esperado si no se
motiva a los productores.
La deuda externa
La deuda externa es un acuciante problema. En
2013 ascendía a más de US$ 12.000 millones de dólares. Sumando otros adeudos
llegaría a unos US$ 19.000 millones, es decir alrededor de un 30% del PIB. Un
25% tenía vencimiento a corto plazo lo que entorpecía las maniobras financieras[48].
La situación se complicó con el Periodo
Especial. A partir de 2015 se llevaron a cabo varias acciones bilaterales para
ordenarla[49].
China pospuso (varias veces) una deuda
de US$ 1.500 millones. En mayo de 2016 se firmó un acuerdo para
reordenar el compromiso con España que con anterioridad había condonado US$
1.710 millones en intereses. En junio del propio año el Senado Uruguayo
conmutaba la deuda de Cuba atendiendo a los servicios prestados por los médicos
cubanos en dicho país. La deuda con Rusia también se reordenó y fueron
aplicadas conmutaciones. En junio se reestructuró la deuda a mediano y a largo
plazo con el Club de Paris que agrupa
varios acreedores y fueron firmados 4 convenios reguladores. En julio 12 se
reguló la deuda con Italia. Lo mismo se hizo con Suecia y Dinamarca. En 2016
Cuba pagaría US$ 5.299 millones en el conjunto de dicha restructuración[50].
Hubo algunas dificultades con la deuda a corto plazo, pero fueron resueltas. El
Presidente Raúl Castro aseguró[51] el cumplimiento estricto de las
obligaciones contraídas como resultado del reordenamiento de la deuda externa
cubana.
Sensibilidad del cambio
El
mundo monetario cubano se escinde en dos segmentos. Están incomunicados taxativamente por una muralla
jurídica.
En el
área empresarial el peso (cup) se iguala al dólar norteamericano. Fue un
intento de proteger
la moneda nacional frente a la irremediable admisión de las divisas. El resultado fue la aceptación contable de tal equivalencia artificiosa. Es una
aberración que deforma los
resultados de las empresas y de la macroeconomía. Impide valoraciones objetivas
en los estudios de factibilidad y de gestión, así como en los resultados de las
cuentas nacionales. Es un serio inconveniente que resulta imprescindible erradicar lo antes
posible.
En el
segmento de las personas naturales se cambia 1 CUC por 25 pesos, antes fue algo
más. La tasa real es gelatinosa. En distintos momentos se movió entre 20 y 30. Entre 1995 e inicios de 2002 funcionó un régimen de flotación, pero en esta
última fecha se adoptó la tasa fija de 25 x 1 que aún perdura.
La segmentación y su multiplicidad de tasas de
cambio constituyen una enredada madeja. No debe cortarse de golpe. Un cambio
abrupto afectaría al sistema en su conjunto: subsidios, impuestos, créditos,
control bancario, asignación de recursos, poder de compra, comercio exterior,
turismo, ingresos en divisas, etc.. Es necesaria una descompresión, un tiempo
para ajustar actividades.
Con su 70% de participación en la balanza de
pagos, los invisibles constituyen la gallina de los huevos de oro del
comercio exterior. Es necesario
prever las afectaciones que la eliminación de la dualidad monetaria pudiera
infligirles.
En el segmento poblacional
De acuerdo con encuestas[52],
en 2003 el 66% de los hogares cubanos ingresaban divisas por alguna vía[53].
No todos colectaban grandes cantidades. En el propio año, el 87% de los
receptores recibían entre 2 y 15 dólares mensuales[54].
Son cifras pasadas. En la actualidad la
cantidad de receptores ha de ser superior. Han aumentado las vías y volúmenes
de ingreso y no sería abultado pensar que los receptores de CUC sobrepasen ampliamente
el 80%. Valga pensar en el aumento exponencial de los autónomos y la exacción bajo cuerda generalizada en todas las
esferas. Es habitual que la aceleración o logro de una gestión dependa del pago
de una gabela o de un precio adulterado, una multa le llaman. Son formas de la corrupción de bajo nivel. La práctica
es común, inclusive, en los iconos políticos como la medicina. Médicos,
enfermeros y el personal del ramo admiten, casi exigen, la dádiva aceleradora
de sus servicios. Independientemente de factores éticos, son realidades que
afronta la economía de la población. En resumen cabe afirmar que los
segmentos en cuestión abarcan
prácticamente toda la población. Existe entre ellos una gran diferenciación en
los ingresos. Para los que menos reciben el proceso de reducción de la tasa
seria particularmente traumático.
Gran parte de la recepción de divisas se
produce a través de las remesas. ¿se verían afectadas por una tasa menor? El ingreso por tal concepto se estima en
alrededor de US$ 3.000 millones, constituyen ingresos netos: no tiene costo. La respuesta de los
remitentes es desconocida. No sería extraño una contracción.
Muchos establecimientos que operaban solamente
en CUC han abierto posibilidades al peso corriente. Simplemente multiplican por
25 el precio en divisas. En el supuesto de una rebaja, la demanda se dispararía
sin contrapartida. De hecho la
unificación ha sido realizada, sólo que continua empleando dos monedas en
lugar de una.
La población padece un mercado de
vendedores en el que la
oferta va siempre a la zaga de la demanda. Esta situación dura más de medio
siglo. Además de erosionar la motivación
del dinero, es fuente de corrupción e ineficiencia. Surgen a su sombra la Inflación, la reventa,
el mercado negro y el favoritismo. También provoca el almacenaje preventivo de
productos que no llegan a consumirse. La represión no es
remedio; al igual que el perfume barato carece de fijador y su efecto
desaparece rápidamente.
En el segmento empresarial
Cuando se proceda a la unificación
desaparecerá el CUC. Quedará el peso actuando como unidad de cuenta y necesariamente
dignificado con la condición de convertible. Sin embargo, esta última cualidad
no podrá hacerse válida en las empresas que deberán continuar sometidas a la
asignación centralizada de divisas. La escasez obliga.
Los cambios en la tasa de cambio del sector
empresarial implicaran distintas reacciones. Pueden ejemplificarse mediante
escenarios.
Productos para el consumo interno:
Este escenario asume un producto que tiene un
costo de 70 pesos internos y $30. Según la metodología actual contabiliza un
total de 100 pesos. Con la unificación y de adoptarse una tasa de cambio de 5 p
por $1 en el sector empresarial, los $30 se convertirían en 150 p y el costo
total se elevaría a 220 p. El aumento de costos trasvasado a la población se
convertiría en inflación. Se ha tomado como ejemplo una tasa de cambio
discreta. Cuanto mayor fuera, peor sería el efecto encarecedor inducido.
Producciones para la exportación
Un ejemplo adecuado para este contexto pudiera
ser el de un central que tenga un costo
actual de 200 pesos la tonelada de azúcar. Se supone que su componente
importado incluyendo el de la caña es de un 30% (amortización, lubricantes,
reactivos, etc.). Si la tasa de cambio fuese de 5 pesos por $1, dicho
componente actualmente de 60 pesos se transformaría en 300 pesos. El costo
interno de la tonelada seria 440 pesos. Pero al valorarlo en dólares para la
exportación –a 5 p por $1– la tonelada
reduciría su costo a $88. La mejoría real se produciría si aumentase la demanda
y fuese posible satisfacerla. Esto no siempre ocurre y en tal caso la ventaja
no pasaría de ser contable solamente.
En el turismo
La modificación de la tasa de cambio en la
empresa turística reduciría los costos y el precio de venta de los paquetes turísticos. La cuantificación
de resultados puede ejemplificarse con el supuesto de un paquete todo incluido
que se venda en US$ 1.200 en un país extranjero. Debe cubrir el viaje en avión
y las comisiones a los operadores. Se
supondrá que sean US$ 400 a los que se sumarán 600 pesos en importes internos.
Antes de la unificación el costo se contabilizaría en 1.000 pesos. La
aplicación de una tasa de 5 pesos por US$ 1 convertiría el costo total en 2.600
pesos para la contabilidad interna. Una vez convertido a divisas (a 5 pesos por
US$ 1) serian US$ 520. Este resultado permitiría rebajar considerablemente el
precio del paquete y hacerlo más competitivo. Ello corresponde a la esfera
empresarial.
Pero el turismo incide también en el comercio
minorista interno. Como se ha indicado, los visitantes, cualquiera que sea su
modalidad, incurren en gastos de bolsillo. Se
trata de exportaciones a precios minoristas, lo que multiplica su efecto.
Pero algunos son ingresos netos de
divisas (propinas, servicios personales, etc.). Ello se realiza en la
esfera del comercio en el que rigen tasas de cambio diferentes a las
empresariales. Si tras la unificación se reduce la tasa de 25 pesos por US$ 1,
el dinero se encarecerá y los turistas gastarán menos. La afectación será mayor
en el caso de los que llegan directamente pues puede limitar su número. El
monto de los gastos de bolsillo significa unos US$ 1,000 millones con tendencia
creciente. Constituyen un verdadero filón que no debe afectarse.
Productores privados
Los autónomos confrontan situaciones similares
a las expuestas. Pudieran resultar favorecidos si se aceptase que operaran con
las tasas de CADECA. En estos casos habrá que establecer normas que obliguen a estos
productores privados a someterse a las mismas reglas del juego que los
estatales.
Para el inversionista extranjero
La inversión extranjera llevada a la
contabilidad interna significaría más pesos por cada $1, según la tasa
adoptada. Ello incrementaría el monto del socio foráneo y equivaldría a una
proporción superior en el reparto de utilidades. Si el socio potencial aporta
valores de 30 dentro de un total de 100,
y la tasa fuese de 5 pesos por $1, su participación se convertiría en 150 pesos.
En tal caso hipotético el total
invertido pasaría a 220 pesos y su participación se elevaría a un 68%.
Cuando cese la actual aberración de equiparar
el peso con el dólar se beneficiará la exportación, la inversión extranjera, la
venta de paquetes turísticos, la localización de empresas quebradas, etc. Como
contrapartida la nueva tasación incorporará inflación que finalmente irá a
parar a la población. Es su aspecto negativo pero no único. Pueden afectarse en
uno u otro sentido las finanzas empresariales, los acreedores y deudores y el
fisco. Esta anomalía también se extiende a las Cuentas Nacionales.
Para el PIB
En la simulación del cálculo del PIB per
cápita se parte de un total hipotético de $10.000. Su componente en divisas es
de 49%, tal cual era en el año 2013[55].
Nada indica que esta proporción haya cambiado. De manera que con una tasa de 5
pesos por $1, el PIB hipotético se convertiría en 29.600 pesos tras la
unificación.
A los efectos de las comparaciones
internacionales habría que reducir el nuevo cálculo a dólares de acuerdo con
las tasas establecidas.
Según datos de ONU, en el año 2014 Cuba
ocupaba el lugar 37 entre 51 países de América Latina y el Caribe en lo que
respecta al PIB per cápita. Con una tasa de 5 pesos por $1, el
per cápita de $7274 en dicho año se reduciría a $5.920 y bajaría al lugar 41 ó
42. Uno de los últimos.
Choque de trenes
Las ex-tiendas en divisas son el punto de confluencia
entre las esferas empresarial y personal. En ellas se contraponen las dos tasas
de cambio antitéticas de manera casi insultante. Históricamente en las empresas
se pretendió no menoscabar el valor del producto equiparando la moneda cubana
con la extranjera. En el comercio minorista se persiguió la captación de
divisas. Para salvar la incongruencia, entre ambas se tendió un muro que las
incomunica.
En las tiendas rigen precios de país opulento en contraste con
ingresos de pueblo
paupérrimo. La tasa aplicada en las empresas resulta evidentemente sobrevalorada. El encuentro final ente ambas valías
será difícil. Su acercamiento no depende de decisiones burocráticas sino de la
marcha de la economía. Un tour de force pudiera significar un choque de trenes. La entelequia monetaria requiere un
proceso de descompresión antes de salir a la superficie.
Recientemente las tiendas en divisas se han
abierto a ambas monedas empleando el mecanismo de multiplicar por 25 su valía
oficial en CUC. En buena medida se
produjo en ellas la unificación monetaria. Dicha tasa evidencia la
incapacidad de la oferta: sólo se regula
parcialmente con precios muy elevados.
La fijación del precio minorista se rige por
criterios discordantes. Supóngase un producto cuyo costo puesto en la tienda es
$1. Al aplicarle un coeficiente 2 se fija se precio de venta en 2 CUC. En pesos
corrientes, a razón de 25, se convierte en 50 pesos. En condiciones normales la
reposición del artículo requeriría 5 pesos, asumiendo que la tasa establecida
sea de 5 por $1. Siguiendo la pauta de fijar el precio de venta a partir de un
coeficiente 2 el producto se vendería al público en 10 pesos. En este escenario,
puramente ilustrativo, el comprador ilusionado correría a la tienda más
cercana. Su felicidad sería efímera. Al llegar encontraría una multitud. La demanda se habría disparado ante la
rebaja en el precio. Depreciar a menos de 24 la actual tasa conduciría a una
explosión de la demanda que la oferta es incapaz de resistir.
La tasa de CADECA es dudosa. Hace años contuvo
la desaforada cotización del dólar en el mercado negro. En 1995 se
estableció una tasa fija 24 para la
compra ó 25 para la venta por $1. Desde entonces han variado las
condicionantes. Hay nuevas fuentes de ingresos de divisas cuya cotización externa
ha variado; los CUC seguramente han sido sobreemitidos. Pero la tasa no ha
variado. Lo prudente será dejar al mercado cambiario la solución. Una tasa fluctuante dirá las proporciones en
base a la oferta y demanda monetarias. Es lo que procede. No anula pero atenúa
las insoslayables medidas de choque.
Un cambio desmedido en la tasa de CADECA
pudiera resultar un revulsivo. Se afectarían, sobre todo, los gastos de
bolsillo de los 5 millones de turistas. También varios millones de residentes
se verían aquejados en alguna medida. Según se expresó anteriormente los
receptores de CUC abarcan casi toda la población; con seguridad sobrepasan
ampliamente el 80%, unos en grande, otros en
pequeñas dosis.
La TV presenta
frecuentemente entrevistas callejeras a consumidores. En ellas suele hablarse
de precios adecuados. Se trata de una
interpretación eufemística de la insuficiencia de los ingresos. Parecería que
todo puede resolverse con tasas de cambio burocráticas. Es un espejismo
monetario.
En las empresas es otra la situación. Las divisas son un factor limitado. Dependen
de la balanza de pagos y su control es insoslayable. Abrir a los productores la
posibilidad de comprar con los nuevos pesos cubanos crearía un trauma monetario
imposible de asimilar.
Durante algún
tiempo habrá que mantener la segmentación en un área de personas jurídicas y
otra de personas naturales. En la primera deberá fijarse –de dedo– una tasa mínima. Detectará la ineficiencia
empresarial y beneficiará la economía externa y las inversiones. Como efecto
negativo infiltrará inflación hacia el mercado de la población. La segunda debe regirse por las leyes del
mercado.
El poder de compra del peso ha caído en
picada. ¿Periclita el interés por el trabajo? Algún cínico pudiera decir: el Gobierno aparenta que me paga, yo simulo
que trabajo. El mercado asimétrico es un buen punto de apoyo para la palanca de
la desidia.
A fines de 2013 el Consejo de Ministros
oficializó la fiebre de la unificación monetaria mediante un acuerdo. Se
aseguró que no habría terapia de choque. La situación es compleja y peligrosa.
Pudiera pensarse en la desesperada medida de desanudar la madeja cortando el nudo gordiano. Sería una solución del
mejor estilo neoliberal. Habría que
devaluar el peso en la esfera empresarial y evaluarlo en la de la población. Una acción impacientada abriría una Caja de
Pandora que quizás no dejaría ni la esperanza en el fondo. Las medidas de
choque[56]
resultarían traumáticas. En Cuba se han evitado desde 1959. Es un principio de
la Revolución.
Los perceptores de moneda la convierten en
demanda. El estimulo de lo que pueden hacer con el dinero es lo que puede obtenerse con él. Solo el
Harpagón de Moliere se complacería con la simple acumulación de monedas. Unificar implica hacer coincidir las
tasas de cambio. Pero ello requiere un proceso a largo plazo. Natura non facit saltus.
La tasa de
cambio impuesta es imprescindible en la
esfera empresarial. Deberá ponerse a
dedo y en la menor cota posible. Por baja que sea estimulará la
exportación, atraerá inversiones y, sobre todo, permitirá la valoración de la
gestión y de las inversiones. Dará al
dinero su función de unidad de cuenta. Como contrapartida, provocará
inflación interna. Asimismo tendrá efectos
en los mecanismos fiscales, en el presupuesto, en la capacidad de pago de las
empresas, en su cierre y en otras vertientes, hasta llegar al PIB.
La unificación
La existencia de dos numerarios no es insólita.
La historia de Cuba registra la constancia de la simultaneidad pecuniaria. La
actual dualidad se diferencia de las anteriores por tratarse de dos dineros de
un mismo emisor. Anteriormente se compartió la circulación con monedas de
diversos países.
La
unificación aflora como punta de un iceberg, pero su esencia es de mercado. Un primer paso será la selección de
una sola moneda. La elegida deberá ser
convertible. El cup es el
heredero reconocido[57], pero actualmente es minusválido. Habrá que conferirle convertibilidad para que asuma su función de moneda
nacional. El CUC es convertible
pero sólo internamente. Cualquiera que sea la alternativa
que se adopte los resultados serán similares. La conversión en uno o en otro
numerario se logra multiplicando o dividiendo, según sea el caso. Quizás la
decisión de continuar con el peso corriente (agregándole convertibilidad) se
deba a que no evidencia palmariamente el bajo per cápita de los ingresos del
pais.
La solvencia de la moneda es la piedra de
toque del intercambio comercial entre países. La designación del peso como
peculio nacional implica otorgársela. Será diferente aunque se llame del mismo
modo. Tendrá una equivalencia dada por su poder de convertirse en otros
dineros. En caso contrario continuaría actuando como un vulgar token de uso
interno, como hasta ahora. Sería una regresión injustificable.
La convertibilidad otorgada al peso redivivo y
único sería efectiva en la esfera de CADECA. Se cotizaría según la pauta fijada
por el mercado cambiario. Los turistas harían uso de esta alternativa para sus
gastos de bolsillo y podrían recuperar sus sobrantes al partir. Por supuesto, en
la esfera empresarial deberá aplicarse otra fórmula.
El plantel minorista actual
El mercado minorista cubano está integrado por
las tiendas estatales en las que se efectúa la distribución normada y se venden
algunos renglones. Se compone de bodegas,
tiendas de vestuario, ferretería y otros giros. Por lo general sus
instalaciones están descapitalizadas y el trato al cliente deja que desear.
Quienes las atienden son funcionarios antes que comerciantes. Aplican precios
normados. Todo en cup Algunos llevan a
cabo operaciones ilegales.
El mercado
agropecuario responde a la cadena
productor-intermediario-transportista-detallista. En él operan las leyes de la
competencia, en ocasiones con precios topados por el Estado. Su oferta es
insuficiente y la tendencia es inflacionista. En algunos casos los mediadores son
organismos de acopio estatales, en otros son particulares. De manera oficial o
no recibe pesos y CUC indistintamente.
La red
de tiendas en divisas (CIMEX, TRD Caribe, Habaguanex y otras) se dedica a
productos industriales, entre ellos los alimentos en conserva. Durante mucho
tiempo operaron sólo en CUC pues fueron creadas como instrumento recaudador de
divisas. Como efecto colateral aportaron la renovación discreta del mustio mercado
minorista. Actualmente operan en ambas monedas. La conversión se efectuó
multiplicando por 25 el importe normal en CUC. Su oferta es importada o
comprada a entidades locales. Sus instalaciones y servicios son los mejores
dentro de la mediocridad existente. Durante algún tiempo su oferta fue
relativamente aceptable y variada sin llegar a la habitual en otros países. A
inicios de 2018 adolecen de un surtido escaso e intermitente. Ello da origen a la acción de los
revendedores y disgusta a los consumidores.
La red de farmacias
y ópticas operada por empresas comerciales es supervisada por el Ministerio
de Salud Pública. Abundan los medicamentos en falta y son deficientes los
servicios de óptica y ortodoncia. La escasez de la oferta origina corrupción en
cualquier pais.
La gastronomía
es mayormente manejada por particulares. Algunos establecimientos son los
proverbiales paladares, otros son cooperativas de nuevo sello desprendidas de
la esfera estatal. Emplean indistintamente pesos y CUC. Operan bajo el
principio costo-beneficio.
Los servicios
a la población no alcanzan aún el lugar que tuvieron antes de 1968. Se
recuperan lentamente y no ofrecen la variedad necesaria. En buena medida están
afectados por la falta de materiales y piezas. Utilizan ambas monedas.
El transporte
urbano e interprovincial es operado por el Estado y complementado por taxis
y vehículos autónomos. Ambos resultan escandalosamente insuficientes. Emplean
pesos aunque los particulares y algunas entidades admiten CUC[58].
Una situación aparte es la de la hotelería y sus servicios, y comercio orientado hacia el turismo. Manejan CUC o divisas. Actualmente dan acceso a
clientes nacionales. Las entidades estatales o mixtas cuentan con 65.000
habitaciones, los particulares con 17.000 habitáculos[59].
Otra modalidad singular es la de unos pocos
establecimientos «Cash and
Carry», que venden y cobran al por mayor.
Teóricamente están dirigidos a los autónomos pero todos acceden a ellos.
Quedarían por
reseñar algunos comerciantes y prestatarios de servicios que trabajan puerta a puerta. Pueden ser legales o no, pero encajan dentro
de alguna de las categorías señaladas. Además están los revendedores nacidos de la insuficiencia de la oferta; ilegales,
por supuesto.
Un submundo
aparte es el de la corrupción
administrativa de bajo perfil. Sus actores aceptan regalías que propician
la prestación de un servicio público o la rapidez en su ejecución. El mundo de
la salud no escapa y se manifiesta en la discreta pero abundante aceptación de
dádivas por el personal médico. También por el mercado negro de medicamentos.
No son actividades legales pero forman parte del presupuesto de gastos
familiar.
El nuevo modelo minorista
El nuevo modelo minorista ha de estar basado
en tres pilares: un mercado de productos
industriales, otro agropecuario y un tercero de servicios (gastronomía,
oficios, transporte y alojamiento de particulares). El primero actuará como motor de arranque del resto. De una forma
u otra todos recibirán el influjo derivado de la activación del mercado de
productos industriales. A partir de él, como efecto dominó, seguirán el sector
agropecuario y los demás. El consumo personal abarca miles de ítems que no son
elaborados en Cuba.
La agricultura es la gran suministradora de
alimentos. Una parte de ellos va al mercado turístico de hoteles y restaurantes.
La otra parte va al mercado de la población y como materia prima para la
industria. Es insuficiente. El modelo productivo agrícola se ha transformado y
descansa en su mayor parte en la esfera de los particulares que representan el
81% del total. En ella tienen un peso importante las cooperativas. El sector está
empantanado en un círculo vicioso de ineficiencia. Inciden diversos factores como el proverbial bloqueo,
pero un elemento de peso es la falta de motivación de los productores. Algunos
se han enriquecido. Nno tienen muchas opciones en que gastar su dinero y no se
ha roto el cordón umbilical que los ata a la administración estatal.
Las farmacias y ópticas no disfrutan de un
amplio margen comercial, algunos productos incluso son subsidiados. Se trata de
un problema social que escapa al presente análisis y deberá ser objeto de
estudios casuísticos.
El gasto en alimentos para el hogar constituye
el rubro de más peso en el consumo personal. Representa más de la mitad del
presupuesto hogareño. Una parte se
lleva a cabo en el mercado agropecuario y otra en la red de tiendas (antes en
CUC solamente). Es difícil cuantificar la participación de ambos pues en la red
se venden otros productos industriales.
Sin divisas no hay pais
Sin
azúcar no hay país fue una consigna ya caduca. La
actual pudiera ser sin divisas no hay país. Su disponibilidad depende de la balanza de pagos que en sus 2/3
partes obedece a las exportaciones invisibles.
La distribución centralizada de las divisas es
un mal necesario dictado por la escasez. La disponibilidad varía de año en año
según precios, coyuntura y otras circunstancias. Grosso modo, el 40% de los
ingresos en divisas se destina a combustible. Alrededor de la tercera parte
amortiza la deuda externa y un 12% se dedica a alimentos. El 15% restante es
otorgado centralmente a las distintas necesidades de importación. Entre sus
destinos se halla la asignación para compras destinadas a las cadenas de
tiendas (originalmente en divisas).
Desde 2005 se retiró la autonomía monetaria de
las cadenas y se trasladó al Banco la otorgación de marcos en base a las
disponibilidades de divisas. Los mecanismos centralizados de asignación no
pueden abandonarse por el momento, pero
impiden la reposición simple de la cadena minorista. Cada día se ve más
afectado su surtido. El propio incremento del turismo genera más demanda debido
a sus gastos de bolsillo y a la mayor necesidad de insumos por parte de quienes
lo sirven.
Devolver
equilibrio al mercado es tan importante como realizar inversiones. El verdadero
problema de la dualidad no es tanto monetario como de mercado. Debe darse a los recursos dedicados a la
oferta en las redes la importancia que merecen.
Los combustibles son imprescindibles[60].
Asimismo resulta vital honrar la deuda externa, después de las renegociaciones
positivas llevadas a cabo. Luego de garantizar ambos destinos, ha de
priorizarse el volumen dedicado a la oferta.
Las ventas actuales en las cadenas
anteriormente exclusivas en CUC ascienden a algo menos de US$ 2.500 millones
anuales, expresados convencionalmente en
dólares. Bastarían apenas unos US$ 1.000 millones para reabastecerlas de
inmediato suponiendo que el convertidor de precios fuese 2. Probablemente es
superior y lo que tiene un costo de $1 se vende a más del doble. Parte está ya incluido en la importación de
alimentos que anda por US$ 1.500 millones anuales. Por lo tanto sería
posiblemente algo menos de dicha cantidad.
Es importante que la asignación sea mensual
para facilitar la reposición. Siguiendo con el ejemplo, serian unos US$ 83
millones cada mes. Se trata de restablecer de inmediato el costo de las
mercancías vendidas[61].
La apertura del mercado minorista debe superar
viejas limitaciones y prejuicios.
Inclusive algunas de carácter suntuario que hasta ahora han sido
impensables. No se han ofertado o lo han hecho con limitaciones administrativas
pero están en la mente de muchos consumidores. El elenco seria infinito. Puede
hablarse de más de 20.000 ítems. Recuérdese que en los años 1986 al 1988 la
encuesta llevada a cabo para medir la inconsistencia
estructural de la oferta se refería solamente a 1.537 renglones. No incluía automóviles, motos, equipos
sofisticados, muebles y otros. El
mecanismo de los precios limará su demanda.
La política económica actual aspira a
recuperar el campesinado y al
resurgimiento de los servicios y producciones menores. Ambos sectores actúan
como productores y también como consumidores; toda la población lo es. Han
recibido un impulso pero aún no se recuperan adecuadamente. A mediados de 2017
hay todavía 894.000 Ha de tierras ociosas[62]. Paradójicamente la importación de alimentos es uno de los capítulos
que más divisas absorbe. Muchos pudieran producirse localmente.
La recuperación de los prestatarios de
servicios es limitada. La gastronomía popular absorbe la mayoría de estos trabajadores por cuenta propia. Al igual
que el resto de la población padecen las insuficiencias del mercado como
consumidores. En su faceta de productores chocan con el inconveniente de que
sólo pueden adquirir limitadamente, y de empresas estatales, los insumos y
medios que necesitan: materiales, herramientas, vehículos, enseres, etc.
La apertura o normalización del mercado para
estos consumidores-productores se materializaría en el aumento de la
productividad agrícola. Ello equivaldría a reducción de importaciones y menores
costos y precios. Otro tanto puede pensarse respecto a los autónomos (gastronomía,
transporte particular, alojamiento y servicios de toda índole). Quedarían
minoradas las posibilidades de la reventa y del mercado negro. Incluso pudiera
beneficiarse el área estatal de precios subvencionados ante eventuales rebajas
en costos de producción. Se eliminarían o reducirían algunas, de las
posibilidades de lucrar con servicios públicos; no todas, por supuesto.
La asignación de divisas dirigidas a
garantizar la oferta del mercado minorista tendría, como se ha dicho, un efecto superior al brindado por las
inversiones. Por otra parte, una nueva planta significa tecnología, medios
básicos nuevos y, en general, activos materiales. Pero debe ser operada por
seres humanos. Es preciso estimularlos. En caso contrario, el efecto
inversionista será precario o nulo.
Propuesta
Los elementos expuestos evidencian un problema
dual: es monetario para las empresas y de
mercado para la población.
La segmentación establece condiciones
diferentes para ambos. Son necesarias. En las empresas resulta recomendable
aplicar, a dedo, una tasa fija. Para
la población ha de regir una fluctuante. La igualación entre ambas se logrará cuando la propia marcha de la
economía las equipare. Entonces cesará la segmentación y habrá culminado la
unificación.
En consecuencia los pasos a seguir serian los
siguientes:
1.
Definir la moneda única y otorgarle convertibilidad.
2.
Mantener la segmentación entre empresas y población.
3.
Establecer una tasa fija para las empresas. Idealmente 5 pesos por US$ 1.
4.
Establecer una tasa fluctuante para el cambio de divisas por pesos
nuevos. Sólo para la población y los turistas.
5.
Asegurar una asignación de divisas para sustituir las ventas realizadas
en las cadenas de tiendas. Aplicarla mensualmente.
Actualmente urge la modificación en las
empresas. La tasa equivalente actual anula la función
del dinero como unidad de medida. La escasez de
divisas obliga a continuar el procedimiento distributivo. El sector de los
negocios estatales y particulares no
deberá acogerse a la convertibilidad del nuevo peso convertible pues originaria
una demanda de divisas incontrolable. Es aconsejable comenzar con un cambio
mínimo. Sus resultados positivos serian tan relevantes como los obtenibles con
una tasa mayor. La nueva tasa desvalorando el peso acarreará costos contables
mayores. De manera directa o indirecta se traducirían en inflación a la población
que ya afronta una espiral en tal sentido. Sería su aspecto negativo.
En lo
tocante a la población, el llamado problema monetario no es pecuniario sino de
mercado. Se supone que el dinero cumpla su papel de
medio de intercambio. Suele atribuirse a los ingresos personales la virtud de
actuar como estimulo. Ello conduce a la loca carrera entre los salarios y la
producción. No pueden incrementarse aquellos porque esta última no lo permite.
La solución es obvia. Otórguesele al
consumo personal la importancia que tiene y el efecto pudiera resultar superior
al de las inversiones. Por una parte daría sentido a la política del
estímulo material que no consiste simplemente en propiciar mayores ingresos
salariales: requiere además que estos puedan canalizarse en un consumo sano y
suficiente en surtido y calidad.
El área no estatal se ha contraído
ultdimamente. Es conveniente flexibilizarla.
El tipo de cambio aplicado en CADECA se fijó
en 1995. Probablemente es obsoleto. Resulta recomendable la adopción de la tasa fluctuante en base al mercado del dinero. Se
movería de acuerdo con la oferta y la demanda de la nueva moneda. Las
eventuales afectaciones no serian traumáticas, si las hubiere. El peso redivivo y convertible representará el poder de la futura moneda
cubana en convertirse en otros dineros. Es la pauta indispensable en la
economía internacional a la que insoslayablemente debe Cuba integrarse.
Cabe pensar en acciones complementarias. Puede gestionarse la sociedad con firmas foráneas
especializadas en ventas al detalle[63].
Tal reunión aportarían know how,
mejores precios y capital. Habría que garantizar la reposición mensual de los
costos de las mercancías vendidas.
La difusión de
tiendas mayoristas tipo Cash and Carry es otra vía. Estarían
dirigidas exclusivamente a personas jurídicas.
Absorberían
parte de las actuales asignaciones de insumos y algún medio básico.
El exceso de circulante en manos de la
población puede amortiguarse mediante intereses atractivos, quizás bonos del
Estado. No son las únicas vias. Es un tema que escapa al presente análisis aunque lo toca tangencialmente.
La eliminación de la
dualidad es un campo minado. La solución ha de ser gradual. El acto final no depende de una decisión
administrativa que implicaría una terapia de choque. El aumento de la productividad del trabajo es la única solución a la
unificación de ambas tasas. A ello debe contribuir la recuperación del mercado
de compradores. Se perdió hace medio siglo y es preciso recuperarlo para que el
dinero vuelva a ser un estimulo suficiente. Es necesario restituir a la
demanda el poder de comprar una ilusión[64].
Para finalizar, valga repetir tercamente que el incentivo no es el dinero sino lo que
pueda hacerse con él. En el mercado se realiza en su función de
intercambio. Ese es el eslabón débil en la actual cadena de los mecanismos
estimulantes. Esta anómala situación existe desde hace medio siglo. En la Valhala criolla
los héroes posiblemente se pregunten si tanto tiempo no resulta excesivo.
fin
Notas y referencias
[1] El presente trabajo sintetiza
un ensayo en vías de edición, de los mismos autores, titulado Engañoso Caballero
es Don Dinero.
[2] El Reino de Lidia estaba ubicado en la Península de Anatolia.
Destacaba como potencia comercial y aurífera.
En el 135 ANE se convirtió en una provincia romana. Más tarde fue
independiente. Actualmente ocupa dos provincias turcas.
[3] Bretton Woods, New Hampshire, Estados Unidos. Complejo hotelero escenario
de la conferencia homónima en junio de 1944.
[4] Rodríguez Llompart, Héctor. Che
Comunista y Economista. Embajada de Cuba en España. 2010.
[5] Cita recogida de las clases de Historia Económica de Cuba impartidas
por el Dr. Julio Le Riverand, quien, probablemente la tomó del Diario del Gran
Almirante. Eran ofrecidas en la Facultad de Economía de la Universidad de La
Habana, en el curso inicial de dicha carrera. Década de 1960 a 1965.
[6] Torres Cuevas, Eduardo. Taller Perspectiva Histórica de la
problemática etno-racial en Cuba y en el resto del Caribe (Alma Mater 1999).
Declaraciones publicadas en la sección Dossier de La Jiribilla 2001 (sitio
auspiciado por el periódico Juventud Rebelde. IE-800X600).
[7] Le Riverand, Julio. Historia Económica de Cuba. Escuela de Comercio
Exterior del Minrex. La Habana 1963. Pág. 183..
[8] Le Riverand Julio. Historia Económica de Cuba. Edición Revolucionaria
Instituto Cubano del Libro. Cuarta edición 1974. Pág. 123 en adelante.
[9] En una de las sinusoides relaciones entre Francia y España
[10] Datos tomados de Historia numismática de España. Wikipedia
[11] Como caso testimonial puede citarse el papel moneda de la República en
Armas.
[12] Le Riverand, Julio. Historia Económica de Cuba.
Obra citada. Pag. 608
[13] Cuba: emisiones de monedas y billetes 1915-1980. Banco Nacional de Cuba.
[15] Demanda solvente es una redundancia. El deseo sólo es demanda cuando
tiene respaldo monetario.
[16] Es preestablecida cuando el consumidor tiene una idea clara de lo que
desea. Se trata de bienes muy concretos, como una marca o tipo de mercancía que
no exigen recorrer el mercado. Suelen adquirirse en el vecindario, en pequeñas
tiendas tipo convenience goods, algo parecido a los puntos de
venta o Cupets cubanos. Si se trata de calzado, electrodomésticos y otros
productos que exigen selección será necesario ir de compras –go shopping– y
visitar varios establecimientos hasta dar con lo deseado. La demanda impulsiva surge
de improviso cuando el comprador se enfrenta casualmente a un artículo que
llama su atención sin que tuviese en mente adquirirlo.
[17] Ferran Oliva, Juan M. Informe
sobre el consumo de la población,
ICIODI Diciembre de 1993. Pág. 53
[18] Podkolzin A. Ensayo de Historia de la Economía de la URSS. Pág. 179-188. E. Progreso. Moscú
[19] Krutikov, F. Fundamentos Teóricos de la determinación de las
proporciones del mercado. Folleto Univ. Habana F 3118 año 1967. Pág. 15-16.
[20] La Organización de Naciones Unidas calificó al socialismo soviético
como Economía Centralmente Planificada. Los otros eran economías de mercado. En
términos menos eufemísticos eran denominados, respectivamente, comunismo y
capitalismo.
[21] Ferran Oliva, Juan M. Informe sobre el consumo de la población,
Instituto Cubano de Investigación y Orientación de la Demanda Interna ( ICIODI) Diciembre de 1993. Pág. 54 y 55
[22] Ferran Oliva, Juan M. Informe sobre el consumo de la población, ICIODI
Diciembre de 1993. Inconsistencia Estructural de la Oferta.
[23] La encuesta se refería solamente a productos de consumo cotidiano, elemental. No incluía servicios. Los listados se
enmarcaban dentro de 6 grandes grupos, divididos en 61 subgrupos que en total
sumaban 1.537 renglones. Su grado de desagregación permitía suficiente
representatividad. No incluía productos impensables en el mercado cubano de
aquellos tiempos como automóviles, motos,
muebles y otros.
[24]: ¡Ojalá viviéramos en los tiempos de las tiendas del oro! Pero había cientos de millones de dólares en
oro, y las tiendas del oro ayudaron a recaudar para la economía del país
importantes recursos. Hoy no hay mucho oro, pero hay divisas convertibles, y
habrá cada vez más divisas. Castro Ruz, Fidel. Discurso
del 26 de Julio de 1993.XL Aniversario del Asalto a los Cuarteles Moncada y CM
de Céspedes
[25] En 1857 el estadígrafo Ernst Engel (1821-1896), director de la Oficina
de Estadísticas de Prusia, efectuó estudios sobre los presupuestos de gastos de
consumo en 200 familias de distintos
ingresos en Sajonia. Formuló la ley que lleva su nombre que es más bien una
regularidad. H.LePlay (1806-1872)
introdujo las técnicas y cuestionarios para las encuestas de
presupuestos de gastos.
[26] Primum vivere deinde philosophari. Siglos más tarde Marx y Engels afirmaban: el
hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes
de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc. Marx, Carlos y Engels,
Federico. La Ideología Alemana. 1844. .
[27] Ferran, Juan M. Informe Consumo
Población. ICIODI. DICIEMBRE 1993 Pág. 15. Material elaborado a partir de las
siguientes fuentes: Estudio sobre el presupuesto familiar, Banco Nacional de
Cuba 1953. Anuarios y boletines del CEE y BNC en distintos años. Estudios del
ICIODI.
[28] Castro Ruz, Fidel. Discurso del 26 de Julio de 1993.XL Aniversario del
Asalto a los Cuarteles Moncada y CM de Céspedes
[29] Resolución no. 357 del BNC
[31] Cuba al Servicio del Extranjero –Cubalse- surgió en 1962 con numerosas
funciones dirigidas a extranjeros residentes. A fines de 1998 era un holding
con 20 subsidiarias. Su cadena de tiendas ocupaba el segundo lugar en ventas de
ese segmento. A fines de los años 70 se había creado la Corporación de
Importación y Exportación CIMEX en Panamá con acciones del Estado cubano. Su
objetivo era facilitar operaciones con el mundo comercial capitalista. Después
se trasladó a La Habana. Una de sus primeras operaciones fue la de las llamadas tiendas del oro. Esta
corporación se convirtió en líder de la actividad minorista comercial en
divisas. Por la misma época el Ministerio de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias creó su entidad comercializadora minorista denominada Corporación
TRD Caribe. Poco después, en Habana Vieja operaba Habaguanex, que dedicaba sus
ingresos al remozamiento de dicho barrio emblemático. No eran las únicas.
Funcionaron también otras cadenas
dirigidas al turismo aunque nada impedía que cubanos residentes compraran en
ellas. Y viceversa. En 1995 se instituyó la firma Casas de Cambio SA (CADECA)
especializada en el canje monetario.
[32] Los ingresos en divisas de la población pueden estimarse sumando las
compras y erogaciones no comerciales, ambas conocidas y constitutivas de la
mayor parte del gasto. Añadiendo estimados del ahorro, de las incidencias en la
masa de circulante monetario y de las salidas hacía las casas de canje y el
extranjero, se llega a un estimado confiable. Es una aplicación de la ecuación
de la circulación monetaria. El estimado desde 1994 hasta 2010 se inició con
463 millones CUC y creció aceleradamente. En el 2010 se evaluaban en cerca de
2.300 millones. Nacionalmente en esa fecha se registraba un total de 204 CUC
per cápita anual con diferencias notables entre provincias. La Habana y
Matanzas (Varadero) eran punteras.
[33] Resolución 65 del Banco Central de Cuba
[34] Fuente: ventas en las cadenas de CIMEX, Cubalse, TRD Caibe, Habaguanex y otras hasta 2005. La cifra de
2017 es un estimado de los autores.
[35] Resolución 92 del Banco Central de Cuba
[36] Pérez Villanueva, Omar Everleny. Estrategia Economica: Medio Siglo de
Socialismo. En Cincuenta Años de la Economia Cubana. Editora Ciencias Sociales.
La Habana 2010. Pág. 19 y 20
[37] Procusto o Procustes . Personaje de la mitología griega. Ofrecía
posada a los viajeros y los invitaba a echarse en su lecho. Si el cuerpo de la
victima sobresalía serraba el sobrante. Si era de menor longitud que la cama,
lo estiraba.
[38] Vázquez Díaz, Julio A. China ¿otro socialismo? (LX aniversario). Editorial de Ciencias
Sociales. La Habana 2010. Pág. 100.
[39] Estimados en varios análisis de
factibilidad. JMFO.
[40] Se trata de estadísticas de
Cruise Lines International Association (CLIA) citadas por José Luis
Perello. A su vez citado por Rafael Betancourt en La Importancia del turismo en la Balanza de
Pagos de Cuba. Cubadebate.
Noviembre 24 de 2016. Internet.
[41] Migrants. Developemen Research
Center on Migration, Globalization and Poverty. Global Migration Database
Version. http//www.migrationdr.ocrg/.
[42] The Cuban Condition: Migration,
Remittances, and its Diaspora. Una primera versión se
presentoo por Manuel Orozco en la
confeerencia El Caribe en su Insercion Internacional. De febrero 3 y 4 del.
2009. Patrocinada por CIPR/CIAPA, San
Jose, Costa Rica. El survey abarco 500
cubanois, 300 en EEUU y 200 en Cuba, durante diciembre de 2008 y enero de 2009.
Como referencia toma un surver similar hecho en 2005.
[44] Embajada
de la India en La Habana: «Annual Commercial & Economic Report - 2006», 13
de abril de 2007,
www.indembassyhavana.cu/Page/Annual%20Commercial%20report1.doc. Citada
por Feisnsilver,
[46] Fueron las cifras ofrecidas por Marino Murillo. En su intervención en
la Asamblea Nacional del Poder Popular. 29 de Marzo del 2014. La Habana,
[47] Asamblea Nacional del Poder Popular. Discurso Resumen del Jefe de
Estado, Diciembre de 2016. Raul Castro
Ruz.
[48] Rodríguez, José Luis. Dr. Conferencia Transformaciones Recientes de la
Economia Cubana. Sociedad Economica de Amigos del Pais. Julio 7 de 2013.
[49] Cubadebate de
julio 24 de 2017
[50] Gámez Torres, Nora. El Nuevo Herald. Miami
[51] Asamblea Nacional del Poder Popular. Sesion final de 2016..
[53] el 19% a través de remesas, el resto eran percepciones directas;
propinas, estímulos, ventas, alquileres, captaciones legales o ilegales.
[54] Según investigación mundial sobre las
remesas del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) para 2002, órgano
autónomo administrado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Considera 1.138 millones de dólares lo que recibe Cuba.
[55] Rodríguez, José Luis. Transformaciones recientes de la economía
cubana. Conferencia en la Sociedad Económica de Amigos del Pais. Julio de 2013.
[56] El termino shock policy fue acuñado por Milton Friedman
(1912-2006), promotor del monetarismo.
[57] En
2005 Fidel Castro
dio categoría al peso: …el cup tenía todo
el porvenir. Iría equiparando progresivamente su valor en relación con el CUC.
En el futuro se podría contar con una sola moneda. Intervención de Fidel Castro el 31 de marzo
de 2005 en la Asamblea del Poder Popular. Diario Granma, abril 1 de 2005.
[58] La única solución al caso urbano seria el ferrocarril subterráneo, o
metro. En otros países es utilizado aún en ciudades de 300.000 habitantes.
[59] Cifras publicadas en Internet.
[60] A pesar de que el pais extrae la mitad de su consumo en sus propios
yacimientos.
[61] Cuando se aplique este procedimiento por primera vez, deberá tomarse
un estimado de ventas que no incluya el actual desabastecimiento.
[62] Según el Noticiero de TV de agosto 16 del 2017, hay aún 894.000 ha de
tierra ociosas. Han sido entregadas 1.900.000 ha a quienes las han solicitado
para trabajarlas..
[63] Puede citarse a
la francesa Carrefour, la alemana Schwarz Gruppe, las españolas Corte Inglés y
Mercadona y la norteamericana Wal Mart Stores. No son las únicas, por supuesto.
[64] Es un verso de Carilda Oliver Labra.
P.D Esto es un resumen de un libro en preparación Engañoso Caballero es Don Dinero