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viernes, 8 de junio de 2018

CAPACIDAD REDISTRIBUTIVA: EL TAMAÑO IMPORTA, PERO EL MODELO TAMBIÉN

Hace no mucho, Olga Cantó publicó un excelente artículo en este mismo medio explicando que, como ocurre en todos los ámbitos de la vida, en el de las políticas públicas el tamaño también importa, y mucho. Nuestro objetivo en este post no es responder a aquel post, porque estamos de acuerdo con todo lo que dice. Es más bien dar continuidad a un debate sobre la agenda de la socialdemocracia que dejamos apuntado aquí y que tiene que ver con los modelos de Estados de Bienestar (y su evolución). El texto se divide en dos partes. La primera caracteriza los dos grandes modelos y traza brevemente sus orígenes históricos. En la segunda, analizamos sus efectos en dos áreas: la eficacia contra la pobreza y la justicia intergeneracional.

Como ocurre con la libertad, hablar del Estado de Bienestar así en general es poco informativo porque existen diversos modelos. Pero en lugar de fijarnos en la clasificación canónica de los tres mundos (Esping-Andersen), lo vamos a hacer en dos personajes: Otto von Bismark y William Henry Beveridge. En lo que aquí nos interesa, Bismarck introdujo en Alemania una serie de leyes a lo largo de la década de 1880 que tendrían como resultado el primer sistema completo de lo que hoy conocemos como Seguridad Social. Los sistemas bismarckianos se caracterizan por financiarse con cargo a cotizaciones sociales que, a su vez, se basan en los salarios de los trabajadores. El objetivo del modelo es asegurar así cierto nivel de vida ante determinadas contingencias que nos impiden obtener rentas en el mercado laboral (rompernos una pierna, cumplir la edad de jubilación), que el sistema ajustará en función del que nos procura nuestro sueldo. Este modelo tiene una cara y una cruz. La cara es para aquellos que tienen un buen empleo; la cruz, para quienes los que no lo tienen o, teniéndolo, es muy precario. En efecto, el modelo ‘bismarckiano’ actúa como un espejo, reproduciendo todas las (des)igualdades de los mercados laborales.
El sistema de William H. Beveridge es aún más moderno y tiene su origen en un informe que éste presentó al Parlamento en 1942, donde fijó las bases del Estado de Bienestar británico que se construye tras la Segunda Guerra Mundial. Los sistemas ‘à la Beveridge’ se caracterizan por financiarse con cargo a impuestos, no a contribuciones, por lo que típicamente cubren (de manera potencial) a toda la población. El objetivo no es garantizar cierto nivel de vida acorde con la posición que tuvimos en el mercado de trabajo, sino garantizar un mínimo vital a todo el mundo, y quizá incluso algo más.
Tras esta introducción a la arqueología del bienestar, volvamos a 2018.
Hoy, ningún país desarrollado responde al 100% a esos dos modelos aunque es cierto que países como Alemania, Austria y Francia se parecen más al modelo de Bismarck, otros como Reino Unido e Irlanda encajan mejor en el de Beveridge. Pero entonces, ¿dónde quedan España y los países nórdicos, por ejemplo? ¿No habría sido mejor seguir a Esping-Andersen y dejarse de historia(s)? La Tabla 1 resume las fuentes de financiación de la protección social de una muestra de países europeos.
Tabla 1. Fuentes de financiación de la protección social. Porcentaje sobre el total de recursos
Pueden extraerse dos conclusiones. La primera es que, aun sin ser un caso puro,  España responde razonablemente al modelo ‘bismarckiano’ –más de un 50% de los recursos provienen de contribuciones sociales–. La segunda es que los países nórdicos, aun no siendo tampoco casos puros, responden razonablemente al modelo de Beveridge –los porcentajes son muy similares a los de Reino Unido e Irlanda–. ¿Qué consecuencias tiene esto? El gráfico siguiente muestra la eficacia de los Estados de Bienestar europeos al reducir la pobreza.
Gráfico 1. Impacto de las transferencias sociales en la reducción de pobreza. Total de la población. En porcentaje
El gráfico muestra que en la lucha contra la pobreza sí hay ‘tres mundos’. El primero está conformado por los Islandia, Finlandia, Dinamarca, Noruega e Irlanda, todos ellos con valores superiores al 50%. Esto es escasamente sorprendente porque, como decíamos, el objetivo del modelo de Beveridge es garantizar que nadie se quede (demasiado) atrás, con independencia de su situación laboral. El segundo lo forman Alemania, Bélgica, Francia, Holanda y, en general, la mayoría de países continentales europeos, con valores de entre el 40% y 45%. El tercer grupo está compuesto por Grecia, España, Portugal e Italia, con valores muy inferiores que en ningún caso sobrepasan el 25%.
Como decía Olga Cantó en su artículo, el tamaño importa. El diseño del bienestar francés no es muy distinto del español, pero su mayor tamaño hace que sea más eficaz a la hora de combatir la pobreza. Pero siendo importante, no es todo lo que importa. Irlanda es uno de los países que más pobreza elimina, y su gasto social no es que no sea comparable al danés, es que es (bastante) inferior a la media europea y de la OCDE.
Pero adoptar un modelo u otro no tiene implicaciones sólo en términos de lo eficaz que sea un Estado de Bienestar en lograr uno de sus objetivos esenciales –erradicar o, al menos, mitigar la pobreza–, sino también en términos de justicia intergeneracional.
Es precisamente en esos términos donde la fractura se ha hecho más latente en la mayoría de países europeos. Por un lado, como hemos visto arriba, los recursos necesarios para financiar el Estado de Bienestar ahora provienen en mayor medida de la parte impositiva que de la contributiva. Es decir, se han hecho más beveridgianos por el lado de los ingresos. ¿Cuál es el problema? Pues que de alguna forma se produce una descompensación de objetivos entre los ingresos –recursos– y los gastos –transferencias–. En un sistema con un claro sesgo bismarckiano (sí, como el español), una buena parte de las transferencias monetarias que realiza el Estado las reciben aquéllos que durante su vida laboral ya han tenido más suerte. Pero la otra parte de la población que no logra esa estabilidad, y que cada vez parece más numerosa, se queda fuera. Es ahí donde quizá deba entrar, en la práctica, la concepción teórica del modelo de Beveridge para evitar que nadie se quede atrás.
Para ver las consecuencias de tener un sistema poco asistencial nos puede ayudar el segundo gráfico. Aquí hemos representado las diferencias relativas en las tasas de riesgo de pobreza por grupos de edad y países entre 2007 y 2016. Están ordenadas de mayor a menor incremento sobre el grupo de menor edad para facilitar su visualización. Hay dos cosas que destacar.
Gráfico 2. Diferencia en las tasas de riesgo de pobreza entre 2007 y 2016 después de transferencias sociales por grupo de edad. En porcentaje.
Lo primero que podemos ver es que existe un patrón común en todos los países hacia un incremento del riesgo de pobreza de los jóvenes (barra más clara) y un descenso de la de los mayores (barra más oscura) durante la última década. Ya, pero es que esos años son los de la crisis. Sí y no. La crisis es una de las causas, seguro, pero no la única. Si miramos el conjunto de países de la OCDE, el riesgo de pobreza desde los años 80 del siglo pasado ha virado de los mayores a los jóvenes.
La segunda apreciación, aunque menos directa, es que los países en los que las transferencias provenientes del Estado de Bienestar son más contributivas han sufrido un incremento mayor de la tasa de riesgo de pobreza de los jóvenes. En un contexto de caída de rentas y desempleo como el que ha supuesto la crisis, tener una pensión contributiva ha servido como seguro de vida y de estabilidad; lo contrario a tener un empleo y ser joven. El caso español es el ejemplo perfecto para ilustrar esto: la tasa de pobreza de los jóvenes ha aumentado un 80%, mientras la de los mayores se reducía a la mitad. El corolario es sencillo: protegemos mucho a algunos y desprotegemos mucho a otros. Tendremos que buscar un equilibrio.
De cualquier forma, nuestra intención con estos datos no es fomentar ningún conflicto intergeneracional. Es una muy buena noticia que tengamos un Estado de Bienestar que proteja de forma tan efectiva a nuestros mayores; sólo queremos que proteja igual de bien a la población más joven. Al mismo tiempo, defender un aumento de las pensiones (que, por lo que hemos visto, no son los más vulnerables en la actualidad) porque muchos pensionistas “han sostenido a familias enteras con su pensión y han evitado más pobreza”, aunque tenga algo de cierto, no debería suponer un argumento válido para ningún político. Ni la razón de ser ni el objetivo de las pensiones es proteger a familias enteras. Además, esa afirmación evita abordar el problema real, que implica mayores recursos y la creación de nuevos instrumentos contra la pobreza. Las carencias de todo tipo que sufren, y han sufrido, muchos niños durante los últimos años pueden tener repercusiones importantes para su desarrollo personal, psicológico y profesional a largo plazo. Y eso es algo que exige una intervención rápida y efectiva por parte de los poderes públicos.
Vamos concluyendo. En un informe publicado en octubre de 2017 y titulado Preventing Ageing Unequally, la OCDE afirmaba que en sus países el sistema de pensiones reproduce, en promedio, dos terceras partes de la desigualdad salarial. En España, esa transmisión es casi perfecta –se transmite un 95%– por dos motivos. Primero, por el estrecho vínculo entre cotizaciones y prestaciones. Segundo, porque España –dice la OCDE– no tiene un sistema de garantía de ingresos mínimos (safety net) fuerte y con capacidad para redistribuir, al contrario de lo que ocurre en muchos países de la OCDE. A diferencia de las pensiones, las rentas mínimas sí redistribuyen rentas desde la parte superior a la inferior de la distribución, con el objetivo de garantizar una calidad de vida mínima. Si queremos un Estado de Bienestar que proteja a todo el mundo, y no sólo a quienes han tenido la suerte de tener una carrera laboral larga y estable, necesitamos una última red que aporte la seguridad que algunos no encuentran ni en el mercado laboral ni en unos estados de Bienestar que funcionan como una empresa pública de seguros (y donde si no has pagado la prima/cotización, no hay protección). Pero de eso os hablaremos otro día.
Autores


Profesor de Filosofía del Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto y en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Madrid....


Economista

Licenciado y doctorando en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, y máster en International trade, Finance and...

Cuba y la UE escriben una nueva página en sus relaciones

La Habana y Bruselas firmaron, en diciembre de 2016, el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, lo cual permitió la eliminación de la posición común, que durante dos décadas dificultó los vínculos cubano-europeos.



Federica Mogherini, alta representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, se da la mano con Rodrigo Malmierca , ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba, en un encuentro en La Habana en enero de este año.

Foto: Jorge Luis Baños/ IPS

LA HABANA, 7 jun 2018 (IPS) – Cuba y la Unión Europea (UE) avanzan en sus relaciones políticas y de cooperación, en una nueva etapa que podría llevar a esta nación caribeña a repensar su ingreso al Acuerdo de Cotonou, eje de la colaboración entre Bruselas y la Asociación de países de África, Caribe, Pacífico (ACP).

En entrevista con IPS, el embajador de la UE ante La Habana, Alberto Navarro, dijo que este país puede solicitar su incorporación a esa asociación y beneficiarse de sus ventajas comerciales. “Hay tiempo todavía para que Cuba lo piense. El nuevo convenio debe estar en vigor para febrero 2020, que es cuando termina el actual”, señaló.

Sin embargo, especialistas cubanos desestiman que el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre La Habana y el bloque comunitario, vigente desde noviembre de 2017, abra el paso per se a la perspectiva de una adhesión de Cuba a ese convenio, ni está entre las prioridades bilaterales locales.

El Acuerdo de Cotonou, suscrito en esa ciudad de Benín en 2000, enmarca el intercambio comercial y de asistencia al desarrollo, en especial en la reducción de la pobreza, entre la UE y 79 Estados de la ACP. El acuerdo reemplazó a la Convención de Lomé, vigente entre 1975 y 2000 entre Bruselas y antiguas colonias anglófonas y francófonas en el Sur en desarrollo.

“En cualquier caso, no se conoce ninguna disposición expresa del gobierno cubano de adherirse a la Convención de Cotonou, un asunto que, repito, parece estar fuera de agenda por el momento, a la vez que no parece existir tampoco una propuesta oficial concreta por parte de la UE”, opinó a IPS el investigador y experto en el tema Eduardo Perera.


Alberto Navarro, embajador de La Unión Europea ante La Habana, durante una entrevista exclusiva con IPS en la delegación del bloque europeo en la capital de Cuba.

Foto: Cortesía de la UE/Cuba

Reconoció que esa asociación traería a la isla varias ventajas, entre otras, negociar con la UE como parte del Caribe, cuyos Estados insistieron particularmente en la incorporación cubana al proceso original a fines de la década de los 90, frustrado por presiones adversas de algunos Estados miembros de la UE.

Cuba retiró su solicitud de ingreso en esa época, tras la amenaza de algunos países miembros de la UE de aplicar la cláusula democrática. En 1996, el gobierno español del derechista José María Aznar (1996-2004) logró imponer la llamada posición común, que condicionaba la cooperación a cambios políticos que La Habana rechazó.

Entre los inconvenientes, Perera mencionó que la forma de organización de este convenio a través de los llamados Acuerdos de Asociación Económica, esquemas de libre comercio que “entrañan complejidades y desventajas para las economías ACP debido a las asimetrías entre sus mercados y los de la UE”.

“Queremos acompañar, en la medida en que así lo desee el pueblo y gobierno cubano, sin ningún tipo de interferencia y siempre desde la base del respeto mutuo, su marcha para una mejora de las condiciones de vida y su plan para avanzar en los objetivos de desarrollo sostenible”: Alberto Navarro.

El embajador Navarro insistió en que Cuba “ha comenzado a hablar de una posible liberalización comercial o de cooperación y sin dudas la UE estaría encantada de apoyar”. Pero “lo ideal sería que entrara en el Acuerdo de Cotonou, porque ahí lo tiene todo”, incluido el acceso al Fondo Europeo de Desarrollo (FED)”, indicó.

Perera, especialista en las relaciones cubano-europeas, consideró ventajoso que a diferencia de los acuerdos bilaterales, el convenio de Cotonou “dispone de un protocolo financiero cuya ejecución puede mejorar las condiciones de acceso”. El FED es el instrumento de financiación de la UE con los países de ACP.

La Habana y Bruselas firmaron en diciembre de 2016 el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, lo cual permitió la eliminación de la posición común, que durante dos décadas dificultó los vínculos cubano-europeos.

La primera reunión del Consejo Conjunto UE-Cuba, celebrada el 15 de mayo en Bruselas, dio luz verde a la agenda de trabajo de los próximos meses, que incluye el inicio de cinco diálogos políticos sobre áreas de interés mutuo: la no proliferación de las armas de destrucción masiva y el control de las armas convencionales.

Abarcan además la solución a las medidas coercitivas unilaterales, la aplicación de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible y los derechos humanos. Se realizarán de manera alterna en La Habana o Bruselas entre octubre de 2018 y marzo de 2019. “Hemos acordado fechas y sitios, pero aún no las modalidades”, dijo Navarro.


Un hombre fotografía un modelo a escala de un generador de energía eólica durante la inauguración de las Ferias Energías Renovables, en La Habana, en enero de este año. El desarrollo de energías limpias en el país caribeño es uno de los sectores de cooperación de la Unión Europea con Cuba.

Foto: Jorge Luis Baños/ IPS

“Queremos acompañar, en la medida en que así lo desee el pueblo y gobierno cubano, sin ningún tipo de interferencia y siempre desde la base del respeto mutuo, su marcha para una mejora de las condiciones de vida y su plan para avanzar en los objetivos de desarrollo sostenible”: Alberto Navarro.

Al anunciar en Bruselas la realización de estos diálogos, la alta representante de Relaciones Exteriores y Seguridad de la UE, Federica Mogherini, explicó que se acordó institucionalizar el diálogo sobre derechos humanos, “como un pilar clave de nuestra relación. Nos basaremos en nuestras consultas informales, iniciadas en 2015 en esta área”.

Al respecto, el embajador Navarro amplió que se discuten tres aspectos “fundamentales”, elevar el nivel de los jefes de las delegaciones, la presencia de los estados miembros de la UE y las modalidades de participación de la sociedad civil, “algo complicado en Cuba donde hay una tolerada y otra que no”.

El diplomático descartó que la diferencia de enfoques en el tema de los derechos humanos y frente a Venezuela, puedan poner en riesgo las relaciones mutuas. “No tenemos las mismas posturas, pero eso no impide que sigamos hablando de todo y tener excelentes relaciones”, aseguró.

“Nos centramos con Cuba en las cosas en que tenemos la misma línea, apoyo a Naciones Unidas, al desarrollo sostenible, energías renovables, el apoyo al sistema multilateral y a la integración regional en América Latina, buscar los puntos de encuentros más que los de desencuentro”, agregó.

En la actualidad, la UE es el primer socio comercial de Cuba, el primer inversor y su principal socio de desarrollo. Se espera por ello que el Acuerdo base aporte nuevas oportunidades para más inversión y mayor intercambio comercial, que en 2017 superó los 2.500 millones de euros (2.850 millones de dólares).

Como parte del apoyo europeo al proceso cubano de reformas económicas y sociales y contribución a su desarrollo sostenible, en la primera reunión del Consejo Conjunto UE-Cuba se firmó un nuevo programa de cooperación en energías renovables, por un valor de 18 millones de euros (20,5 millones de dólares).

Con ese financiamiento, la UE contribuye a los planes cubanos de elevar sostenidamente el uso de portadores renovables de energía. También se financiará un proyecto de 21 millones de euros (23,9 millones de dólares) sobre seguridad alimentaria y agricultura sostenible, otro de los programas gubernamentales priorizados.

“Queremos acompañar, en la medida en que así lo desee el pueblo y gobierno cubano, sin ningún tipo de interferencia y siempre desde la base del respeto mutuo, su marcha para una mejora de las condiciones de vida y su plan para avanzar en los objetivos de desarrollo sostenible”, indicó Navarro.

“Cuando decimos acompañar lo hacemos con asistencia técnica, proyectos, financiación”, remarcó el embajador, para quien “hay muchos puntos de coincidencia con Cuba para avanzar en una cooperación y diálogo político reforzado”. No obstante, ese camino no está exento de riesgos, sobre todo externos.

En ese sentido, admitió que el retroceso en las relaciones de Cuba con Estados Unidos, bajo la presidencia del republicado Donald Trump, impone nuevos desafíos al reacercamiento de los 28 con La Habana. “El embargo sigue vigente y complica en muchas ocasiones las operaciones comerciales y de inversión”, comentó.

La crisis de la globalización: ¿una guerra inevitable?

La falsa ilusión de la globalización tal y como la concibió hace veinte años gente muy insensata es insostenible

James K. Galbraith, CTXT

En su libro más reciente, Kari Polanyi Levitt señala que la palabra “globalización” no aparece en los diccionarios de lengua inglesa Oxford Shorter English anteriores a 1994 ni en los programas correctores ortográficos de la época. Surgió de la nada en ese momento por una razón: para arrojar cierta luz de benigna inevitabilidad sobre el proyecto de hegemonía occidental que se ofrecía como futuro tras la disolución de la URSS.

Hoy, mientras escribo en el 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx, este proyecto no ha estado a la altura, y quizá se tambalee y esté a punto de sufrir su propia disolución. Hay tres motivos principales: uno es China; el segundo es Rusia; y el tercero, y más importante, es la mala gestión financiera de Estados Unidos y Europa.

La gran idea de la década de 1990 era que un orden mundial liberal, abierto y unificado, dominado por los bancos, podría llevar democracia y prosperidad al Este. Esta idea, ciertamente, se había puesto a prueba en el hemisferio sur desde comienzos de la década de 1980 y la experiencia se denominó la “Década Perdida”. Sin embargo, en el Este era novedoso –además de ser, hasta cierto punto, algo en lo que se confiaba fielmente en los vertiginosos momentos en que se producía la desaparición de un socialismo mediocre en Europa.

La ilusión no duró mucho tiempo. En Rusia se vio frustrada por los tanques de Yeltsin en 1993 y después por la descarada corrupción de su reelección en 1996. Entretanto, la promesa de la prosperidad se desvaneció en una orgía de privatizaciones, alzamientos de bienes, sustracción de salarios y pensiones y desastres demográficos. A finales de la década de 1990, el engaño había quedado totalmente al descubierto, había que tomar medidas correctivas y el coqueteo ruso con la democracia “occidental” llegó a su fin.

China, entretanto, escogió un camino distinto: un kadarismo de dimensiones épicas. Recordemos al primer ministro húngaro que instalaron los soviéticos tras la derrota de la revolución de 1956, que entonces declaró: “Si no estáis contra nosotros, estáis con nosotros” y encontró el modo de lograr una liberalización social y cultural y una economía basada en el consumo sin llevar a cabo una reforma política. Elevémoslo a una escala exponencial y tenemos a China. Una prudencia crucial impidió, a mediados de la década de 1990, la liberalización de los controles del capital, de modo que en 1997 China se libró de la crisis financiera asiática. Posteriormente, el crecimiento chino de la década de 2000 provocó un boom mundial de los productos básicos que hizo posible el verano sudamericano y que llevó cierto grado de democracia social sostenible a dicho continente por primera vez.

Cimientos vacíos

En Occidente, George W. Bush y Dick Cheney demostraron la obsolescencia y futilidad del poder militar moderno en Afganistán e Iraq. Al mismo tiempo, tras la ampliación de la OTAN y Kosovo, agotaron lo poco que quedaba de respeto en el Este –así como entre una parte importante de la opinión europea– por la idea de que los valores occidentales eran un principio rector en vez de un eslogan vacío. La globalización se convirtió en sinónimo de la aceptación de que un país, que funcionaba por su propio interés y sin tener en cuenta a nadie más, establecería los términos por los que se gobernaba el mundo, lanzando su fuerza militar incluso mucho después de que se hiciera evidente, a ojos de cualquier observador imparcial, hasta qué punto los beneficios eran inferiores a los costes.

Así, al final de la era Bush, la gran crisis mostró al mundo entero los cimientos vacíos de las finanzas de Occidente. En la década posterior, la consecuencia derivada de las doctrinas económicas reaccionarias y de unos legisladores obstinados e incompetentes ha sido hacer trizas el gran proyecto constructivo de la era neoliberal, concretamente la Unión Europea. De este modo, una década después de que Wall Street siguiera el camino de la URSS –aunque fue rescatado y apuntalado, a diferencia de los soviéticos, manteniéndolo en modo zombi bajo la administración de Obama–, tenemos un mundo envejecido, una potencia hegemónica cansada y una alianza tambaleante que provoca peleas y que, de repente, se sorprende al comprobar que en realidad no puede ganar una guerra nuclear.

En Siria, Rusia ha puesto fin al proyecto de cambio de régimen, cuyos efectos se extenderán a Ucrania, el Cáucaso y finalmente al corazón de Europa. En África y Asia occidental, China está al frente de la ingeniería de desarrollo. Estos fenómenos carecen de contenido ideológico; no tienen nada que ver con Marx, Lenin o incluso el socialismo –únicamente con la consolidación de una política de interés nacional no dominada por Estados Unidos–. En Sudamérica, por el momento, los regímenes neofascistas enfocados hacia EE.UU. van en aumento, pero no pueden durar mucho. Y cuando los oprimidos se rebelan de nuevo, los líderes de esos países tendrán que cuestionarse quién interfiere en sus asuntos políticos y quién no.

Guerra o depresión

De modo que sí, crisis de globalización. Una crisis con una posibilidad razonable de acabar mal, bien en una catastrófica guerra o –más probablemente– en una Gran Depresión en Occidente, junto con una consolidación de estrategias de desarrollo nacional en el continente euroasiático. Al fin y al cabo, China realmente no necesita a Estados Unidos. Y, al fin y al cabo, Rusia, puede forjar las alianzas que necesita con sus vecinos geográficos cercanos, incluidas algunas zonas de lo que alguna vez se consideró Europa “occidental”. Estos procesos, a menos que se vean interrumpidos por una guerra o revueltas internas, probablemente se opondrán a una ruptura procedente del exterior.

Para Occidente todo esto plantea una cuestión profunda y difícil. Si has dilapidado la reputación de poseer valores superiores, si has degradado la democracia a favor de las finanzas, si has mostrado desprecio por las estructuras del derecho internacional de posguerra y, al mismo tiempo, has demostrado que Mao no iba desencaminado cuando acuñó el logrado “tigre de papel”; después de hacer todo eso, ¿cómo restituyes tu reputación y posición en el mundo?

Un poco de humildad, de reconocer que la falsa ilusión de la “globalización” tal y como la concibió hace veinte años gente muy insensata es insostenible, y que la creación de un programa de reconstrucción nacional y regional centrado en los problemas más urgentes –sociales y los derivados del cambio climático– podría ser la forma correcta de empezar.
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Este artículo se publicó en inglés en Social Europe. Jaque al Neoliberalismo
Traducción: Paloma Farré.

A buen paso proyecciones de la agricultura en Las Tunas

Publicado por: Yenima Díaz Velázquez 8 junio, 2018 


La empresa avícola mejora su estructura para aumentar la producción de huevos.

Las Tunas.- El cumplimiento de todos los programas del encargo estatal, aun cuando muchos de ellos no garantizan el abastecimiento de la población, es el principal resultado que exhibe la delegación de la Agricultura de la provincia de Las Tunas, al finalizar el quinto mes del año.

Omar Pérez López, principal dirigente del sector, dijo que se mejora la infraestructura de la Empresa Avícola para incrementar las producciones de huevos durante el próximo año y crear las condiciones, de modo que en el 2019 el territorio se autoabastezca, con unos 80 millones de posturas.

En un encuentro con los delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular, Pérez López puntualizó que marchan bien los programas de las carnes vacuna y porcina, el arroz y el frijol, así como el maíz para alimento animal, que fue el único renglón priorizado que se incumplió el pasado calendario.

Añadió que Las Tunas debe llegar a las 13 mil 500 toneladas de carbón vegetal para consolidarse como la provincia más productora del país, y que los apicultores locales se esfuerzan para superar el récord de 514 toneladas de miel, obtenidas en 2016, teniendo en cuenta el comportamiento favorable del clima para esa actividad.

Sobre el tabaco, el delegado de la Agricultura explicó que se intenta cumplir el plan en medio de las situaciones climáticas que han afectado pues las lluvias de enero dañaron unas 200 hectáreas, que luego se volvieron a sembrar, y se trabaja para recuperar hasta la última hoja por lo mucho que ese rubro exportable le aporta al país.

Otras prioridades del sector son el enfrentamiento a los puntos ilegales de venta de productos agropecuarios, la recuperación de infraestructuras y viales de las comunidades rurales, un reparto más equitativo en los ocho municipios y la consolidación de los 31 polos productivos establecidos en el territorio.

En ese sentido, puso de ejemplo las 300 hectáreas de marabú que se desbrozaron en el municipio de Jobabo, un programa emergente de siembra de boniatos y los avances en Jesús Menéndez, donde se impulsa la siembra desde que la presa Juan Sáez recuperó su volumen de agua.

Por último, Pérez López se refirió al mercado El Mambí, el cual debe vender más de cien toneladas de productos por jornada, y a la planta procesadora de granos que asimilará diariamente 60 toneladas de maíz o frijol y que se proyecta esté lista en el mes de diciembre del actual 2018.

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