Por
Pedro Monreal
19 de junio de 2018
El Dr. Carlos García Valdés,
en su intento por ocultar lo innegable y en su empeño por establecer una maniquea
narrativa que poco tiene que ver con la “conceptualización” del modelo
económico y social de Cuba, insiste en tratar de descalificar a quienes pretende
refutar. (1)
Parece que ya no es
suficiente endilgar la etiqueta de “neoliberal” que tradicionalmente el doctor ha
utilizado, sino que ahora se acude al desatino –desde una perspectiva analítica-
de proyectar una sombra de duda respecto a quien el doctor amonesta, sobre la
base de que supuestamente el criticado habría abordado problemas “que no son
los del”. Supongo que el Dr. García Valdés quiso decir “que no son los de él”, pero
parece que se enredó con el teclado.
Cualquier manual básico de investigación
social aclara que la validez de un análisis no depende de que el problema
analizado sea un problema existencial del analista. Eso es parte del “abecé” de
la investigación social y un desliz como ese usualmente indica la carencia de un
entrenamiento adecuado como investigador.
En cualquier caso, no tiene
sentido perder mucho tiempo comentando las manías descalificadoras y las lagunas
de formación profesional del doctor. Es más productivo concentrarnos en el
argumento central que se encuentra en discusión: ¿es el sector privado nacional
crucial para el funcionamiento del agro cubano y para la seguridad alimentaria
del país?
Las estadísticas oficiales
de Cuba validan ese argumento de manera convincente, pero parece que al Dr.
García Valdés las estadísticas “no se le dan”, lo cual sería superable, o
quizás es que el doctor prefiera no encontrar valor en las estadísticas, lo
cual sería probablemente irremediable.
En ese sentido, lo que llama
la atención no es tanto lo que considera el doctor sobre el sector privado
nacional en el modelo económico socialista hacia el que se intenta transitar,
algo que sería simplemente una opinión sobre el futuro, sino el empleo de un
método que distorsiona hechos que han sido registrados y medidos.
Insistir en llamar la
atención sobre lo que no es estadísticamente significativo, mirar hacia otro
lado, o simplemente no mirar hacia ninguna parte, son componentes del
procedimiento utilizado por el Dr. García Valdés para minimizar la escala y la función
del sector privado nacional actual, específicamente en la agricultura. Todo
eso, con independencia de la realidad.
La falsedad como asidero de una pseudo- polémica
El comentario del Dr. García
Valdés critica un texto que publiqué el pasado 21 de mayo bajo el título “Los ´puristas´
de la propiedad y la ´conceptualización´ del modelo cubano” en el que
identifiqué como “puristas” de la propiedad a quienes parecen identificarse con
una tendencia del debate actual en Cuba que absolutiza la centralidad de la
propiedad, relegando otros problemas concretos y urgentes.
Hay dos argumentos,
falsamente atribuidos por el Dr. García Valdés a mis posiciones sobre la
reforma económica en Cuba, en los que no me detendré mucho. Me limito a
invitarlo a que presente las citas contextualizadas que pudieran apoyar las
falsedades que el doctor ha enunciado. En realidad, esa invitación la he hecho
antes.
En primer lugar, no existe
la supuesta “tesis” a la que se refiere el doctor sobre mi posición favorable a
limitar la propiedad socialista al mínimo y que prevalezca la empresa nacional
privada de tipo capitalista. Ese es un burdo embuste, que, a fuerza de ser
repetido, revela la impudicia metodológica del Dr. García Valdés. De hecho, es
el tipo de cosas que arroja dudas acerca de si al doctor le queda claro lo que
es una tesis. Muéstrese una cita concreta sobre esa alegada “tesis” y a partir
de esa cita pudiéramos debatir. En ausencia de ella, a otro con esa historia.
En segundo lugar, afirmar
–como hace el Dr. García Valdés respecto al saneamiento de la empresa estatal-
que mi posición consiste esencialmente en “privatizar” ese tipo de empresa, se
trata de una aseveración frívola que presenta dos problemas. Por una parte,
debería aportar el doctor la cita donde supuestamente he afirmado eso. O sea,
volvemos a hacerle al doctor la amable sugerencia de que cambie el plano de la
fabulación por el de una discusión fundamentada.
Por otra parte, decir que “el
verdadero saneamiento presupone el fortalecimiento de los factores de
eficiencia de la empresa estatal” revela el desconocimiento del doctor respecto
a la realidad sobre la que cree estar aleccionando a otros.
En el mundo real, el
saneamiento empresarial incluye mecanismos mucho más radicales que la bucólica
noción que maneja el doctor sobre los “factores de eficiencia”, pero no estoy
seguro de que el doctor esté al tanto de ello. Pudiera ser el resultado del
perfil “doctrinal” –no analítico- del trabajo que realiza el doctor. Aclaro que
no tengo nada contra los profesionales del adoctrinamiento. Me limito a llamar
la atención de que se trata de algo muy diferente a la investigación
científica.
En Cuba, desde hace rato, el
saneamiento del sector de empresas estatales ha incluido el cierre y
desmantelamiento de unidades (p.ej. centrales azucareros), la entrega de
importantes activos de las empresas estatales al capital privado extranjero
para que este los gestione bajo diversas modalidades (p.ej. minas y hoteles), y
la entrega de cientos de miles de hectáreas de tierras estatales en usufructo a
productores privados nacionales
Pero además de falsedades,
el Dr. García Valdés, incurre en errores conceptuales básicos.
Empleo e inversión: el salto desde la ciencia hacia la
“conversadera”
La creación de conceptos es
parte del proceso de construcción del rigor de cualquier ciencia. Por esa
razón, utilizar conceptos económicos como si se tratase de emitir opiniones
sobre el béisbol o el futbol es un despropósito.
Las nociones del Dr. García
Valdés respecto al empleo son alucinantes. Afirmar, como hace el doctor, que la
destrucción de empleo neto en el sector estatal cubano no puede ser el
“argumento principal” -cuando se aborda el saneamiento del sector de empresas
estatales- porque supuestamente hay otros argumentos “más importantes” que el
empleo, coloca al Dr. García Valdés en el lineup de economistas que esgrimen marcos
teóricos anteriores a Smith y a Ricardo.
Afirmar, además, que el
empleo neto que se destruye en el sector estatal es “empleo malo” no cambia en
un ápice el hecho de que el sector estatal destruye empleo neto y de que otro
sector debe crearlo para evitar que el país entre en una espiral aniquiladora respecto
a la principal fuerza productiva del país.
Ponerle ese tipo de
“etiquetas” al empleo no va a cambiar la estadística del empleo nacional, por
más subterfugios (empleo malo, subempleo) que sugiera el doctor. Noventa mil
empleos netos anuales perdidos en el sector estatal son noventa mil empleos netos
menos, con independencia de las “etiquetas” que utilice el doctor. Es aritmética
elemental con una connotación económica precisa.
Igualmente, resulta insulsa
–en el contexto en que se hace- la afirmación de que el sector estatal crearía
empleo mediante inversiones. Por supuesto que la inversión puede generar empleo
en cualquier sector (estatal, cooperativo y privado), pero precisamente el
problema concreto es que, desde hace rato, la brecha de inversión en Cuba a
nivel macro, abarcando todos los sectores de propiedad, es descomunal. En caso
de que el Dr. García pudiese aportar alguna idea concreta –no simplemente una
perogrullada- acerca de cómo resolver una brecha de inversión de, al menos, 10
mil millones de pesos anuales, se agradecería que nos iluminase sobre los
detalles de tal solución.
Cuando la evidencia es una piedra en el zapato
Hay otros dos argumentos del
Dr. García Valdés –en este caso sobre los datos económicos- que parecen indicar
una deficiente formación en materia de investigación social. La evidencia
desempeña un papel crucial en el análisis basado en el método científico y en
la formación del conocimiento. Entrar en el “jueguito” relativista respecto a la
evidencia al que parece estar invitando en doctor, nada tiene que ver con la
credibilidad analítica.
Para empezar, el Dr. García
Valdés parece que lleva algún tiempo sin saber cómo digerir la cifra que he
citado respecto al 38% de empresas estatales que pudieran dejar de ser rentables
en condiciones de devaluación de la tasa oficial de cambio. La cifra parece
molestarle y quizás no sabe el doctor cómo hacer una discusión sobre el dato. He
aclarado antes ese asunto, pero lo vuelvo a hacer ahora.
Primero, la fuente original de
la cifra no es ninguno de mis trabajos. El dato aparece en un estudio de las
Doctoras Vilma Hidalgo de los Santos y Yaima Doimeadiós Reyes, que fuera publicado en 2016 en una prestigiosa revista
académica. El estudio hace referencia a un análisis anterior, efectuado por
esas mismas autoras, sobre la vulnerabilidad financiera en una muestra de
empresas en La Habana, efectuada de 2011, que indicó que el 38% de las empresas
de empresas de la muestra pasaría a tener resultados contables negativos una
vez que se ajuste el tipo de cambio. (2)
Si el Dr. García Valdés
considera que tal cifra está “sobredimensionada” entonces debería discutirlo
con las autoras del estudio. Ya que el doctor ha emitido un tajante juicio
sobre el supuesto “sobredimensionamiento” del dato, espero con interés la cifra
sobre la “dimensión” correcta que el doctor maneja.
Supongo que el doctor tenga
alguna referencia cuantitativa concreta para poder sustentar lo que ha afirmado
pues todo juicio acerca de un “sobredimensionamiento” requiere aportar cifras
sobre las “dimensiones” que se discuten, pero quizás tal juicio no haya sido
otra cosa que un mero fogonazo doctrinal del doctor. Uno más.
También debería aclarar el
doctor en qué se apoya –exactamente- para alegar que “la mayoría de los
economistas” coinciden con sus apreciaciones acerca de que se trata de un dato
“sobredimensionado”. Tal
parecería que el doctor se proyecta como portavoz de algún gremio de
economistas que no ha sido precisado.
Esto es interesante porque,
de hecho, no conozco ningún economista que haya refutado esa cifra del estudio citado
por las doctoras Hidalgo y Doimeadiós, pero espero que el doctor nos explique
ese punto sobre “la mayoría de los economistas”.
La construcción chapucera de una doctrina “negacionista”
Cuando se adentra en el tema
del peso del sector privado en la agricultura, el Dr. García Valdés ofrece una “clase
magistral” de lo que no debe hacer un economista con los datos.
Aquí el doctor arranca con
una de sus acostumbradas invenciones, haciendo referencia a algo que ha salido
de su imaginación pues no se encuentra en nada de lo que he escrito: una
supuesta “superioridad de la propiedad privada”.
Utiliza el doctor palabras
gruesas para calificar las consecuencias de su invención. Dice que he utilizado
un argumento “mezquino”.
En realidad, simplemente he
apuntado algunas estadísticas oficiales para indicar un juicio que es
irrefutable: el sector privado nacional es el predominante en el conjunto de la
producción de alimentos agrícolas de origen nacional.
Ya sé que es el reflejo de una
realidad que no le conviene al Dr. García Valdés, pero ese es su problema.
Con mucho gusto repito los
datos oficiales (3):
- En
Cuba, el 78,7% de la superficie agrícola es propiedad de todo el pueblo,
representada por el Estado, pero el sector estatal solamente produce el
15,1% de las viandas y hortalizas, mientras que el sector privado produce
el 75,5%. (Nota: esta última cifra correspondía a 2016. Los datos
actualizados para 2017 ubican el dato en 79%).
- La
producción nacional de algo tan importante como la comida la controla,
desde hace rato, la actividad privada, y una buena parte de ello ocurre en
1 millón 200 mil hectáreas de tierras “estatales” entregadas en usufructo
al sector privado.
- Como
se sabe, la tierra es un medio de producción fundamental, pero actualmente
el 25% de las tierras “estatales” han sido entregadas a 151 mil
productores privados que controlan la producción de esa tierra, en
condiciones de usufructo.
- La
superficie cultivada en las empresas estatales es apenas el 19% de la
superficie cultivada del país.
Nunca he dicho que lo
anterior exprese la superioridad –ni en abstracto, ni en general- de la
propiedad privada. Lo que he dicho es que si en Cuba existe hoy producción
agrícola es porque el sector privado se ocupa de ello. Eso es lo que expresan
los datos. Están ahí, por más que disgusten al Dr. García Valdés.
El Dr. García Valdés trata
de “desmontar” el argumento sobre el peso de los productores privados
nacionales en el agro cubano, aparentando que acude a la evidencia. En ese
sentido, ha aportado cifras sobre 7 producciones específicas en las que el peso
productivo mayor no las tuvo el sector privado: papas, huevos, carne bovina,
carne de cerdo, cítricos, sal y azúcar. Son fuentes de alimentación
importantes, sin duda.
Esos casos expresan una
realidad. Sin embargo, las 7 cifras se utilizan de manera superficial. Ninguna
de ellas por separado, ni tomadas de conjunto, es suficiente –como se jacta el
doctor- para hacer “volar en pedazos” el argumento que he anotado antes: el
sector privado nacional es el predominante en el conjunto de la producción de
alimentos agrícolas de origen nacional.
Obviamente, la alimentación
del ciudadano cubano no es garantizada por la producción nacional y mucho menos
por la producción privada nacional, que es una parte de la producción total
nacional. Aunque el balance general indica el predominio del sector privado,
algunos tipos de alimentos tienen su principal fuente en el sector estatal y
cooperativo, por ejemplo, en los 7 casos indicados por el doctor, y seguramente
en otros casos más. Adicionalmente, el sector estatal es un factor importante
para la producción privada (suministro de semillas, maquinaria, fertilizantes,
pesticidas y servicios), un punto sobre el que he escrito antes y acerca del
cual el Dr. García Valdés no nos descubre algo nuevo.
Por otra parte, las
importaciones aportan una porción significativa de los alimentos, sobre todo en
varios renglones importantes. Naturalmente, una parte considerable de esas
importaciones pudieran ser sustituidas por producción nacional de manera
competitiva, que es a lo que oficialmente se aspira en Cuba, de modo que, si en
el corto plazo, una parte de esas importaciones aparecen hoy como una “solución”
para la alimentación, sin embargo, en el mediano y largo plazo, la sustitución
de esas importaciones con producción nacional sería precisamente parte de la
solución duradera de la seguridad alimentaria del país.
Contrario a la afirmación
infundada que hace el Dr. García Valdés, tampoco he expuesto tesis alguna
acerca “del sector privado alimentando a todos los cubanos”. Esa frase no la he
escrito yo, sencillamente se la ha inventado el Dr. García Valdés.
Repito que lo que he hecho
es tomar la estadística oficial para afirmar que el sector privado nacional
aporta una parte mayoritaria del volumen de la producción nacional de alimentos,
específicamente el 79% de las viandas y hortalizas.
Si se saca de las fuentes de
alimentos la producción aportada por el sector privado nacional, “la cuenta” adecuada
de calorías y de proteínas que necesita el ciudadano cubano no saldría por
ninguna parte, a pesar de los 7 renglones y de las importaciones mencionadas
por el doctor.
En el caso de la producción
nacional de la papa, el Doctor García Valdés llega al extremo de hacer uno de
los cálculos más extraños que he visto. Contrario a toda evidencia
proporcionada por las propias tablas estadísticas que utiliza, el doctor ha
afirmado que “la principal vianda del cubano” es la papa. Eso no es cierto: la
papa no es, a pesar de su etiqueta como “reina de las viandas”, la principal
vianda producida en Cuba.
Muy por el contrario, en
2017 la papa apenas representó el 5% del tonelaje de viandas producidas
nacionalmente. De hecho, el conjunto del resto de los tubérculos y raíces
supera en más de 12 veces el tonelaje de las papas. En 2016, último año para el
que existen estadísticas detalladas sobre otras viandas, las toneladas de
boniato superaron en más de 6 veces las toneladas de papas producidas
nacionalmente, en tanto el tonelaje de malanga fue 2,3 superior al de las
papas. (4)
Sin duda, la papa es un
producto alimenticio muy valioso y apreciado por los consumidores cubanos, pero
en términos de su volumen productivo nacional es un producto marginal: apenas
el 5% de las viandas, y solo el 2,7% de la categoría “viandas y hortalizas”.
Tratar de apoyar el
“desmontaje” de la contribución del sector privado apoyado en el dato de una producción
(las papas) donde el peso del sector privado es minoritario, pero tomando como
base un producto marginal, es un “método” muy extraño, para decirlo
amablemente.
Ninguna de las cifras
mencionadas por el Dr. García Valdés “desmiente” que el sector privado sea
fundamental en la dieta del cubano. Por el contrario, lo que indican las cifras
es la confirmación de que el sector privado hace una contribución sustantiva.
Aproximadamente 8 de cada 10
libras de viandas y hortalizas producidas en tierras cubanas son el resultado
del trabajo del sector privado nacional.
¿Pudieran alimentarse adecuadamente
los cubanos en ausencia del 79% del volumen de viandas y hortalizas producidas
nacionalmente por el sector privado?
¿Por qué razón es política
de Estado en Cuba la entrega de tierra en usufructo a los productores privados?
¿Es acaso para resolver alguna otra cosa que no sea la alimentación de los
ciudadanos?
Lo digo con toda
responsabilidad y mirando a los datos oficiales. En ausencia de la actividad
del sector privado en el agro, los cubanos no se alimentarían suficientemente.
Vuelvo a la cifra del 79% del volumen de viandas y hortalizas.
Si eso no logra entenderse, o
si esa realidad se escamotea para dar paso a alguna elucubración doctrinal, cualquier
conversación sobre la agricultura cubana y sobre el sector privado nacional se
convierte en un ejercicio de levitación intelectual, despegado de la realidad.
El subsidio: ¿otro dato difícil para los “negacionistas”?
Otra cuestión importante es
la enorme escala del subsidio que el presupuesto nacional otorga a las empresas
estatales que operan en el agro cubano.
La cifra más reciente del
monto del subsidio total (no solo para el agro) era de 14
465 millones de pesos, identificados en el presupuesto de 2017 como
transferencias a la “actividad empresarial” estatal para subsidiar la
exportación y la sustitución de importaciones. (5)
Ese monto de subsidios equivale
a casi la cuarta parte del gasto presupuestario del país.
Se trata de una generosidad
presupuestaria descomunal pues representa un monto mucho mayor que el
presupuesto de salud pública y asistencia social (10 206,2 millones) y que el
de educación (8 278,4 millones).
Aunque no existe información
precisa sobre el detalle de la utilización de los 14 465 millones de pesos
previstos para esos subsidios, se conoce que –cuando menos- el destino de dos
tercios de ese monto (9 657,4 millones de pesos) se dirige hacia el agro.
La composición de esos subsidios es la siguiente:
-
Azúcar crudo: 3 575,5
millones de pesos
-
Carne de cerdo: 2 765,9
millones de pesos
-
Arroz: 1 497,2 millones de
pesos
-
Frijol: 947,6 millones de pesos
-
Leche fresca: 871,2 millones
de pesos
Esto significa que existe
una elevada concentración de los subsidios en dos sectores del agro cubano:
agricultura y azúcar.
El subsidio se emplea tanto
en producciones en las que el sector estatal tiene un peso elevado, como son los
casos del azúcar y de la carne de cerdo, mencionadas por el doctor, y también en
situaciones en las que el aporte estatal es ínfimo, como es el caso de los
frijoles. Aquí se produce una circunstancia interesante.
En 2016, las empresas estatales
solamente produjeron el 4,6% del volumen de la producción nacional de frijoles
(6 345 toneladas, de un total nacional de 136 570 toneladas). En 2017 se
registró un aumento significativo de la producción de frijoles en el sector
estatal, elevando la participación de ese sector al 12,2% (16 128 toneladas, de
un total de 132 200 toneladas). (6)
Un cálculo grueso, tomando
como referencia la cifra de subsidios de 947,6 millones de pesos dedicada a la
producción de frijol, pudiera indicar que el presupuesto nacional habría
dedicado aproximadamente casi mil millones de pesos a subsidiar apenas el 12%
de la producción total de frijoles en 2017.
Expresado de otra manera, cada
tonelada de frijol producida por las empresas estatales en 2017 habría incluido
un subsidio cercano a los 60 mil pesos (58 754 pesos/tonelada).
El “score” parece ser el
siguiente: cada libra de frijol producida por las empresas estatales pudiera haber
implicado un subsidio de 26,7 pesos en 2017, mientras que cada libra de frijol
producida por el sector privado parecería haber recibido “cero subsidio” directo
del presupuesto.
Los datos pudieran ser no
exactos, pero ofrecen una idea aproximada de la situación.
¿Existe alguna duda respecto
al tipo de producción que -en este caso específico- es más favorable para la
“salud” del presupuesto socialista cubano?
¿Cuál es la lógica de
emplear los escasos recursos del presupuesto del Estado para subsidiar el 12,2%
de los frijoles producidos nacionalmente –a razón de 26,7 pesos de subsidio por
libra- cuando se sabe que el 75,1% % de los frijoles es producido por
agricultores privados que no necesitan subsidios?
Dos precisiones importantes.
Con este ejemplo no se intenta hacer una generalización sino simplemente
ilustrar un punto: el “apetito” presupuestario de la producción agrícola
estatal en rubros importantes que no necesitan subsidios cuando se producen por
los productores privados.
Tampoco estoy diciendo que
el sector privado es más eficiente que el estatal. Sencillamente llamo la
atención sobre una curiosa combinación que puede observarse, incluso cuando no
se dispone de datos completos: la baja contribución de las empresas estatales
en algunas producciones importantes del agro, a pesar de que esas empresas
consumen grandes subsidios estatales.
¿Expresa el “negacionismo” un caso de ineptitud aritmética
y estadística, o indica algo más profundo?
Lo que he expresado en mis
textos anteriores es que el punto de partida de la reforma económica en Cuba
debe considerar el peso predominante del sector privado en la producción
agropecuaria nacional, especialmente en su componente agrícola.
Mirar hacia casos
específicos, relativizando el hecho de que ocho de cada 10 libras de viandas y
hortalizas producidas en Cuba se originan en el sector privado es no entender
la realidad actual, pero, sobre todo, equivale a desconocer que el sector
privado es un importante mecanismo para la transformación de un modelo que
puede seguir siendo socialista a la vez que se aprovecha el despliegue de
fuerzas productivas que puede aportar el sector privado nacional. La
posibilidad de ese aprovechamiento no es una conjetura “modélica” sino una
realidad del presente.
Llamar la atención sobre la
importancia de que el 79% de la producción nacional de viandas y hortalizas sea
producida por el sector privado no representa “defender la propiedad privada
sobre la base de cuatro datos”, como ironiza el Dr. García Valdés. Es
simplemente apreciar la realidad tal y como es. Es preferible disponer de
“cuatro datos” sobre la realidad que acudir a cuatro quimeras dogmáticas.
Quien persiste en desconocer
los datos de la realidad del sector privado en la agricultura es, además de ser
un “purista de la propiedad”, un “negacionista” de la realidad.
Tratar de relativizar el
asunto es sermonear en abstracto. Por supuesto que los productores privados
nacionales ponen calorías y proteínas en la mesa. Quien no desee verlo es
porque no desea hacerlo o porque no sabe contar, pero no por falta de
evidencia.
¿De qué manera pudiera
hacerse el “análisis holístico” del que se vanagloria el doctor mientras se
mantiene la cabeza metida en la arena? En esas condiciones, eso de “análisis
holístico” es una de las frases más huecas que se han lanzado en este debate.
El Dr. García Valdés, con
lenguaje tremendista, hace una apelación a que me atenga a “la honestidad y la
vergüenza académicas”. Ya tomé nota.
De mi parte, le hago al
doctor una amable apelación a que trate de resolver las carencias que exhibe en
metodología de investigación, en aritmética y en estadística.
No me queda claro qué parte
del 79% no entendió el Dr. García Valdés, pero humildemente y con mucho gusto
se lo pudiera tratar de explicar de nuevo.
Notas
2 Para disipar cualquier
duda, el texto más reciente puede consultarse aquí: Vilma Hidalgo de los Santos
y Yaima Doimeadiós Reyes. “Sostenibilidad fiscal. Prioridad en la agenda de
transformaciones del modelo económico cubano”. Investigación Económica. Volume
75, Issue 298, October–December 2016, Pages 155-184. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-16672016000400155&lng=es&nrm=iso#fn5 El análisis de la muestra de empresas efectuado en 2011 puede ser
consultado en: Hidalgo V, Doimeadiós Y. Fiscalidad, equilibrio externo e
interno en la economía cubana: avances y desafíos. Revista Economía y Desarrollo. 2012 julio-diciembre; 148(2):48-77.
5 “El costo de un
Presupuesto humanista”, Granma, 2 febrero 2017, http://www.granma.cu/cuba/2017-02-02/el-costo-de-un-presupuesto-humanista-02-02-2017-20-02-34 Nota: la cifra de 14 465 millones
de pesos no incluye otros tipos de subsidios como, por ejemplo, el que permite
reducir los precios de los productos distribuidos de manera “normada”, mediante
“la libreta” de abastecimientos. El subsidio de “la libreta” se contabiliza de
manera separada en el presupuesto nacional. El presupuesto nacional para 2017
incluyó gastos en subsidios por 3 mil 740 millones de pesos para cubrir la
diferencia del precio minorista de los productos de la canasta de alimentos
normados. Esto equivale a un promedio de 970,6 pesos anuales por hogar. Ver,
“Servicios sociales concentran mayor parte del Presupuesto del Estado”,
Cubadebate, 17 de febrero de 2017 http://mesaredonda.cubadebate.cu/mesa-redonda/2017/02/17/servicios-sociales-concentran-mayor-parte-del-presupuesto-del-estado/