(Versiones en English, Português)
Por Alejandro Werner
La actividad económica de América Latina sigue recuperándose. Tras el repunte de la demanda interna de 2017, liderado principalmente por el consumo, la inversión al fin empieza a tomar fuerza. A nivel general, se espera que la región crezca un 1,6% en 2018 y un 2,6% en 2019: un crecimiento mayor que el 1,3% en 2017, pero menor que el de nuestras proyecciones de abril.
El impulso del crecimiento, no obstante, está más diferenciado que lo que se proyectaba en abril. Si bien el crecimiento se está acelerando en algunos países, la recuperación se ha tornado más difícil para algunas de las economías más grandes, ya que las vulnerabilidades específicas de algunos países amplificaron las presiones del mercado a nivel mundial.
Fuerzas externas opuestas
El crecimiento de Estados Unidos mantiene su ritmo sólido, lo que beneficia las economías de la región que tienen vínculos estrechos con ese país. Del mismo modo, el aumento de los precios de las materias primas apoya los países exportadores de la región.
Sin embargo, las condiciones de demanda mundial y financiamiento se complicaron. El aumento de la demanda mundial no es en todos los países tan alto como se esperaba, lo que acentuó los riesgos a la baja para la demanda externa de la región. Al mismo tiempo, si bien siguen siendo acomodaticias, las condiciones mundiales de financiamiento se están endureciendo gradualmente. Las presiones del mercado financiero han sido especialmente pronunciadas en países con fundamentos económicos más débiles, o en países en los que hay incertidumbre en materia de política y en torno a las políticas. El aumento de los conflictos y las tensiones en relación con el comercio mundial está incrementando los riesgos a la baja para las perspectivas actuales, lo que incluye el posible impacto sobre la incertidumbre y la inversión.
Fuerzas internas variadas
Algunos países exportadores de materias primas están disfrutando una recuperación en términos de confianza de las empresas y de los consumidores, lo que impulsa la demanda interna. En otros países, la incertidumbre interna disminuyó o desapareció con el final del ciclo electoral.
De cualquier modo, se prevé que la demanda interna se debilitará en algunas economías grandes, debido a la incertidumbre relacionada con las próximas elecciones o a las políticas de consolidación a corto plazo. Al mismo tiempo, es probable que el apoyo de la política monetaria se reduzca a futuro, ya que muchos bancos centrales de la región suspendieron su ciclo expansivo de política monetaria.
Políticas para sostener la recuperación
La diferenciación reciente de las presiones de mercado resalta la importancia de las políticas tendientes a fortalecer las variables fundamentales internas. Dado que es necesario mejorar los balances fiscales durante varios años para lograr la sostenibilidad, este es el momento de reconstruir las reservas fiscales de manera gradual, pero sostenida. El aumento del crecimiento mundial y de los precios de las materias primas ofrece por un tiempo una oportunidad, ya que la consolidación fiscal reduciría el crecimiento a corto plazo.
Al mismo tiempo, a fin de garantizar que el crecimiento sea inclusivo y sostenible, es preciso prestar atención a la calidad de la consolidación fiscal y de las políticas estructurales, lo que incluye priorizar el gasto en educación y resolver los cuellos de botella en materia de infraestructura.
América del Sur
Se proyecta que, tras un comienzo de año sólido, el crecimiento de Argentina pasará a ser negativo en el segundo y el tercer trimestre de 2018. Si bien una sequía redujo los rendimientos agrícolas, la presión sobre el tipo de cambio de mayo y junio afectó la inflación y la confianza de los inversionistas y creó la necesidad de un endurecimiento de las políticas monetaria y fiscal. Se prevé que el crecimiento de 2018 se desacelerará y se ubicará en un 0,4%, con una recuperación gradual en 2019 y 2020, a partir del aumento de la confianza como consecuencia del programa de estabilización respaldado por el FMI, la reducción del costo de capital, la menor inflación y la sólida demanda de exportaciones de los socios comerciales.
En el caso de Brasil, se espera que el crecimiento económico avance a ritmo moderado, impulsado por el consumo privado y la inversión. El crecimiento del PIB de 2018 se corrigió a la baja, a 1,8%, a causa del endurecimiento de las condiciones mundiales y de la huelga de camioneros reciente. El resultado incierto de las elecciones generales de 2018 podría afectar más el crecimiento. La inflación llegó a niveles inéditamente bajos y se proyecta que aumentará hacia el punto medio de la meta de inflación en 2019, a medida que se vaya cerrando la brecha del producto. El banco central terminó con su ciclo de expansión de la política monetaria en mayo, luego de que el real se depreciara aproximadamente 13% desde comienzo de año. Las iniciativas tendientes a aprobar una muy necesaria reforma del sistema de pensiones—que es clave para la consolidación fiscal— perdieron fuerza, frente a las elecciones de 2018.
En Chile, el crecimiento de 2018 se corrigió al alza, de 3,4% a 3,8%, gracias a la sólida recuperación de la confianza de las empresas y los consumidores, que, de acuerdo con las expectativas, compensaría en gran medida el freno que representa el aumento de los precios del petróleo. La inflación seguirá convergiendo gradualmente hacia la meta del 3%, estimulada por el sólido impulso del crecimiento y por el incremento de los precios del petróleo.
En Colombia, el crecimiento se acelera a medida que mejoran ligeramente el consumo privado y las exportaciones, gracias al aumento de la demanda externa y los precios del petróleo, y también al ciclo de expansión monetaria en curso. Es probable que la inversión privada aumente en lo que queda del año, gracias a la reforma tributaria y a la recuperación del precio del petróleo. Las perspectivas de crecimiento a mediano plazo son favorables, a partir la ampliación del programa de inversión en infraestructura.
En Perú, la economía se recupera tras un 2017 difícil. A partir del precio elevado de las materias primas y el estímulo fiscal y monetario anticíclico, se espera que el crecimiento en 2018 llegue a 3,7%. El crecimiento superaría el 4% en 2019–20, gracias a la demanda interna del sector privado, incluso durante la consolidación fiscal gradual. Se proyecta que la inflación aumentará gradualmente y llegará al centro de la banda meta del banco central para fines de 2018.
Venezuela sigue sumida en una crisis económica y social profunda. De acuerdo con las proyecciones, el PIB real se reducirá aproximadamente 18% en 2018 —el tercer año consecutivo de caídas de dos dígitos del PIB real— a causa de la reducción significativa de la producción de petróleo y las distorsiones generalizadas a nivel micro, que se suman a los grandes desequilibrios macroeconómicos. Prevemos que el gobierno seguirá registrando grandes déficits fiscales, financiados exclusivamente con la expansión de la base monetaria, lo cual seguirá alimentando la aceleración de la inflación a medida que la demanda de dinero siga desplomándose. Proyectamos que la inflación se disparará a 1.000.000% para fines de 2018, lo que indicaría que la situación de Venezuela es similar a la de Alemania en 1923 o Zimbabwe a fines de la década de 2000. El colapso de la actividad económica, la hiperinflación y el deterioro cada vez más grande de la oferta de bienes públicos (salud, electricidad, agua, transporte y seguridad), junto con la escasez de alimentos a precios subsidiados, generaron grandes flujos migratorios, que intensificarán los efectos de contagio a países vecinos.
México, América Central y el Caribe
Las perspectivas de México siguen viéndose afectadas por la prolongada incertidumbre en relación con el vínculo comercial con Estados Unidos, producto de la falta de acuerdo en la renegociación del TLCAN. El crecimiento del PIB en 2018 se aceleraría de todos modos respecto del año pasado, gracias al aumento del crecimiento en Estados Unidos y al desempeño del primer trimestre, mejor que el esperado. No obstante, el ritmo de crecimiento de 2019 se corrigió a la baja, a 2,7%, para reflejar el impacto de la incertidumbre mencionada antes sobre la inversión y, en menor medida, el consumo privado. La inflación seguiría disminuyendo en 2018, ya que el banco central mantiene una política monetaria restrictiva. Será fundamental que el nuevo gobierno muestre un compromiso claro con la responsabilidad fiscal y con la reducción sostenida del coeficiente de deuda pública para preservar la estabilidad macroeconómica y financiera.
En América Central y la República Dominicana, el crecimiento robusto de Estados Unidos y el mayor nivel de remesas vinculado con la incertidumbre acerca de sus políticas migratorias a futuro siguen respaldando un desempeño de crecimiento sólido en 2018. De cualquier modo, la incertidumbre política en Nicaragua y las interrupciones transitorias del sector de la construcción en Panamá debilitan la demanda interna, lo que llevó a una leve corrección a la baja del crecimiento regional de 2018, que sería del 4%.
Las perspectivas económicas del Caribe en general están mejorando, respaldadas por el aumento del crecimiento de Estados Unidos. La reconstrucción tras los devastadores huracanes de 2017 se ha demorado bastante en los países que dependen del turismo, pero se espera que repunte en 2019. El aumento de los precios de las materias primas debe generar un crecimiento moderado para los exportadores de esos productos en 2018 y 2019.