Otras Paginas WEB

viernes, 10 de agosto de 2018

¿Compañeros ricos? Los grupos de altos ingresos en el socialismo


Ernel González, Oniel Díaz, José Luis Rodríguez, Juan Carlos Albizu-Campos y Rafael Hernández  intentaron aclarar las numerosas interrogantes de los asistentes.
29 - Marzo 2018
Centro Cultural Fresa y Chocolate
"Reto de los grandes significó para el panel abordar una problemática ante la cual las indagaciones se ven obligadas a seguir caminos tangenciales y hasta tortuosos". Lea aquí la reseña detallada acerca del Último Jueves dedicado a hablar de los grupos de más altos ingresos en Cuba.

Contando “ricos” y “pobres” en Cuba: ¿qué dicen los datos disponibles?

Por Pedro Monreal



Existe una extendida percepción acerca de que la desigualdad social ha aumentado en Cuba. Se discute mucho sobre los “nuevos ricos”, pero muy poco sobre los “nuevos pobres”.

La desigualdad es un concepto relativo. Desde una perspectiva económica, esencialmente compara el nivel de bienestar material de distintos grupos sociales. Por esa razón, no es posible entender adecuadamente la desigualdad si se presta una atención desproporcionada a uno de sus componentes -el aumento de la concentración de la riqueza e ingresos de unos- sin atender a su otro componente clave: la posible amplificación de la pobreza de otros, o si no se atienden los cambios en la distribución del ingreso dentro del propio segmento de quienes no son “ricos”.

Aunque la medición precisa de la desigualdad no es de conocimiento público en Cuba, se dispone de suficiente información parcial para aceptar como válida la posibilidad de que se ha producido un incremento de la desigualdad. Conexamente, se ha hablado bastante en meses recientes sobre la concentración de la riqueza y del ingreso.

No obstante, se menciona mucho menos un tema crucial relacionado con la desigualdad: el probable incremento de la pobreza y los cambios de distribución al interior de ese grupo. Es un fenómeno cuya medición precisa tampoco se divulga en Cuba, pero igualmente existe suficiente evidencia parcial como para considerar que la pobreza ha crecido en el país.

La desigualdad explicada por los “extremos” de la distribución

Cualquier incremento notable de la desigualdad equivale a un cambio en el patrón de distribución de riqueza e ingresos de una nación. Una de las observaciones empíricas más reiteradas es que cuando la desigualdad crece, se produce una modificación del porciento de riqueza e ingresos en manos del 10% más “rico” en relación con la riqueza e ingresos del 40% más “pobre” de la sociedad. He escrito anteriormente sobre el tema en este mismo blog. (1)

Ese es el principio de construcción del índice de Palma, uno de los más utilizados actualmente para medir la desigualdad. El elemento distintivo del enfoque de análisis asociado al uso de ese índice es que la desigualdad es un proceso que modifica la distribución de riqueza y de ingresos, principalmente entre los “extremos” de una sociedad: entre los más “ricos” y los más “pobres”.

Cuando la desigualdad crece, se pasa de un patrón menos polarizado en las proporciones en que se distribuye riqueza e ingresos entre el 10% y el 40% de la población hacia un patrón más polarizado. Es importante precisar que cuando en Cuba se habla sobre el incremento de la desigualdad, en rigor de lo que se estaría hablando sería del posible paso hacia un patrón de distribución más polarizado de la riqueza y del ingreso.

La posibilidad de hacer un análisis razonado sobre la desigualdad exige disponer de datos concretos. En ausencia de ellos, el análisis es reemplazado por una etérea conversación sobre el tema, lo cual parece estar produciéndose con frecuencia en Cuba. En el mejor de los casos, se discuten datos sobre situaciones específicas que no permiten hacer conclusiones más amplias.
El reciente interés en discutir sobre una supuesta “nueva burguesía”, a veces identificada -de manera imprecisa- como “nuevos ricos”, a la que tiende a imputársele ocasionalmente un estatus de “peligrosidad” social y política, parece encajar en ese tipo de polémica nebulosa. También se observa frecuentemente el intento de establecer una identidad –en mi opinión incorrecta- entre los términos “nuevos ricos” y “trabajador por cuenta propia”.

Pudiera pensarse que “nuevos ricos” debería ser un término más abarcador que “nueva burguesía”, pues, además de los burgueses que emplean fuerza de trabajo, también incluiría personas que se han enriquecido por otras vías, como, por ejemplo, insertarse en nichos de mercado como el arte, el deporte y las empresas extranjeras, en ocasiones, a partir de la materialización de habilidades especiales. También he expresado mis consideraciones sobre ese tema en un texto previo. (2)

Por supuesto que en Cuba existen “nuevo ricos”, como también hay “nuevos pobres”. De hecho, cabría hacer una discusión acerca de cuán “nuevos” son algunos de esos “ricos” y “pobres”. El problema es que el tema de la desigualdad no puede ser abordado de manera abstracta ni unilateral, especialmente cuando su discusión se relaciona con el posible diseño de políticas públicas que pudieran afectar la vida de los ciudadanos: derechos constitucionales, impuestos, salarios, pensiones, programas sociales, prohibiciones y limitaciones para el ejercicio de la actividad económica.

Un análisis sobre la desigualdad en Cuba debe incluir “ricos” y “pobres”. También debe incluir las contradicciones del mercado y las distorsiones del plan, así como los problemas del funcionamiento concreto de la propiedad privada y de la propiedad social, sin idealizar ninguna de ellas.

El problema de las premisas utilizadas

La suposición que parece estar predominando últimamente en el debate respecto al papel central de los “nuevos ricos” en el incremento de la desigualdad –una suposición que no ha sido validada con suficientes datos- pudiera ser el resultado de la adopción de dos premisas.

La primera premisa asume que el incremento de la desigualdad en Cuba se asocia a la extensión de la actividad económica privada, algo que ha ocurrido teniendo como particularidad el no reconocimiento legal de la empresa privada. Desde ese ángulo, ser “rico” en Cuba parecería ser un asunto individual y no empresarial. Un falso espejismo, sin duda. Explicable a partir del distorsionado marco legal en el que forzosamente debe operar el sector privado nacional.

Esa actividad privada facilitaría un proceso mediante el cual la “nueva burguesía” habría experimentado un incremento de ingresos (flujos) que les habría permitido acrecentar rápidamente su riqueza (inventario de activos). Es el tipo de premisa que pudiera reflejar observaciones directas de casos de la realidad. Se corresponde más con la constatación “vivencial” de una correlación que con su medición precisa o con una explicación de causalidad. Considero que es una premisa aceptable.

La segunda premisa utilizada parece ser la consideración de que el incremento de la desigualdad se debería, fundamentalmente, a que el mayor nivel de ingresos y de riqueza de esa “nueva burguesía” -o de los “nuevos ricos”- tendría el peso suficiente para modificar el patrón nacional de distribución de riquezas e ingresos del país. Según ese enfoque, habría mayor desigualdad principalmente porque han surgido los “nuevos ricos”.
Esta segunda premisa aborda una conjeturada relación de causa- efecto. Aquí, a diferencia de la primera premisa que constata un hecho observable (el enriquecimiento relativo de un grupo social), esta segunda premisa enuncia, pero no explica razonadamente, la posible relación de causalidad entre el surgimiento de los “nuevos ricos” y el incremento de la desigualdad.

No puede hacerlo por dos razones: no existe una medición que confirme la modificación del patrón de distribución en Cuba, y no se proporciona una explicación específica del mecanismo que pudiera haber producido tal modificación.

Dos preguntas vienen al caso:
  • ¿Cómo han podido medir -quienes sostienen la supuesta existencia de una relación de causa y efecto entre la “nueva burguesía” y el aumento de la desigualdad- el peso, presumiblemente mayor, que habría tenido el enriquecimiento de la “nueva burguesía” en comparación con otros factores?
  • ¿Es plausible considerar, como explicación alternativa, que, habiendo sido un factor de desigualdad, el enriquecimiento de la “nueva burguesía” hubiera sido quizás una causa relativamente menos importante de desigualdad que la extensión de la pobreza o que las modificaciones de la distribución dentro del grupo social de los “pobres”?
Un aspecto que debe ser retenido es que una modificación importante de ese patrón de distribución no ocurre de cualquier manera. Se necesita que exista una determinada “masa crítica” del valor redistribuido entre grupos sociales. Implicaría una transferencia relativamente grande de riqueza e ingresos desde un grupo social hacia otro, o al interior de esos grupos. Es importante insistir en que es una discusión que no puede hacerse en ausencia de datos.

Contando “ricos”

Llegados a este punto, conviene hacer precisiones acerca del carácter relativo de ser “rico” y de ser “pobre” en Cuba. En este caso, se toma como referencia el ingreso y no la riqueza, principalmente atendiendo a la disponibilidad de datos. (3)

¿Cuál debe ser el nivel de ingreso para que se considere que un ciudadano cubano es “rico”?

No conozco una definición oficial. De hecho, los documentos oficiales generalmente evitan la utilización del término. Lo que se sabe es que, para aplicar la mayor tasa de impuestos a los ingresos personales (una tasa marginal de 50%), el sistema impositivo cubano establece un mínimo de ingresos anuales superior a 50 mil pesos cubanos (CUP). El sistema tributario cubano utiliza una escala progresiva aplicada a la base imponible y por tanto no grava todo el ingreso al 50% cuando se sobrepasa la cifra de 50 mil CUP, sino que aplica tasas diferenciadas por tramos de ingresos. (4)

Pudiera inferirse entonces que los ingresos anuales superiores a los 50 mil CUP anuales ubicarían en la categoría de “rico” a una persona en Cuba. Es una inferencia que se hace en el marco de este texto. No es una norma oficial. Ese nivel equivale a 4166 CUP mensuales, aproximadamente 166 USD. Obviamente, se trataría de un grupo cuantitativamente muy heterogéneo pues pudieran existir notables diferencias de ingresos al interior de esa categoría de “ricos”.

Usualmente se compara ese nivel con el salario medio nacional (740 CUP en 2016), lo que significaría que ser “rico” equivaldría a tener un ingreso mensual 5,6 veces superior al salario promedio.

Sin embargo, si se compara la cifra de 4166 CUP con los 2220 CUP (3 salarios medios nacionales) que han sido estimados como los gastos de consumo mensual promedio de una familia de tres personas, ser “rico” en Cuba significaría no llegar a duplicar el gasto promedio de una familia estándar. La proporción entre “línea de riqueza” y consumo promedio familiar es de apenas 1,87. (5)

De nuevo, se trata de un grupo muy heterogéneo en cuanto a niveles de ingresos, pero el hecho de clasificar como “rico” en Cuba no parecería tener que sobrepasar un umbral particularmente oneroso. No es usual que, en otros países, el umbral para ser considerado como “rico” sea un múltiplo tan bajo del consumo familiar promedio. La posibilidad de obtener ingresos que dupliquen el consumo promedio de una familia serviría para clasificar como “clase media alta”, pero no más que eso. Esto hace que, en Cuba, la concepción de “rico” sea discutible para una parte de los ciudadanos que se supone que deberían incluirse en esa categoría.

¿Cuántos ricos hay en Cuba?

La información disponible no permite hacer un cálculo preciso, pero existe información fragmentada que posibilita formarse una idea parcial sobre el tema. En principio, existen varias categorías de contribuyentes que tendrían probabilidades relativamente mayores de ser clasificados como “ricos”, principalmente aquellos que tienen la obligación de presentar una declaración jurada y liquidar el impuesto sobre ingresos personales. Entre estos estarían los trabajadores por cuenta propia que ejercen su actividad dentro del Régimen General de Tributación, los artistas, creadores y personal de apoyo del sector de la cultura, los comunicadores sociales y diseñadores de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales y las personas que laboran en sucursales extranjeras y reciben gratificaciones. Se calcula que existen 185 mil 542 personas naturales obligadas a presentar declaración jurada en Cuba (186 mil en cifras redondas). (6)

Se conoce que, aproximadamente, solo un tercio de los trabajadores por cuenta propia debe presentar una declaración jurada. El resto –usualmente vinculado a actividades menos remunerativas- se acoge al llamado “régimen simplificado” mediante el cual abonan cada mes sus impuestos mediante una cuota consolidada.

Es difícil encontrar simultáneamente para esas categorías los datos públicos del número de contribuyentes y de los niveles de ingresos. Solamente he podido localizar dos datos parciales para los trabajadores por cuenta propia. En 2016, presentaron la declaración jurada de ingresos 144 370 trabajadores por cuenta propia, quienes “declararon ingresos brutos por 5 100 millones de pesos en moneda nacional, superior en 1 275 millones de pesos a lo refrendado en el ejercicio fiscal precedente”. En 2017, “Respecto al sector del trabajo por cuenta propia, de un potencial de 141 mil 301 contribuyentes presentaron 134 mil 444, para un 95%, superior al año anterior, cuya presentación fue del 93%. Se declararon Ingresos Brutos por 6 mil 287 millones de pesos, para un promedio de 46 mil 763 pesos por contribuyente. En el año anterior se declaró 5 mil 100 millones pesos, por lo que se declararon mil 187 millones de pesos más en el 2017”. Lo anterior significa un incremento de ingresos per cápita, entre 2016 y 2017, en el segmento de trabajadores por cuenta propia que presentan la declaración jurada para el pago de impuestos (35 326 CUP per cápita en 2016 y 46 763 CUP en 2017). (7)

Otras cifras más abarcadoras, relativas al total de las declaraciones juradas de ingresos personales en 2017 (no solamente la de los trabajadores por cuenta propia) revelaron un “ingreso promedio de 65 mil 178 pesos por contribuyente, 17 mil pesos más que en el 2016”. (8) Son cifras que indican una clara tendencia hacia el enriquecimiento promedio de ese segmento de la sociedad cubana.

El otro grupo numeroso correspondería a los campesinos individuales, pero no se dispone de una información similar a la anterior. Se conoce que la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) tenía 380 mil 682 asociados en 2016. Es probable que no todas esas personas alcancen ingresos anuales superiores a 50 mil CUP. (9)

Asumiendo el supuesto grueso de que todos los ciudadanos que declaran ingresos mediante declaración jurada (186 mil) y todos los campesinos (380 mil) fuesen “ricos” (ingresos superiores a 50 mil CUP anuales), la cifra total sería de 566 mil personas, en cifras redondas. Queda claro que solamente se trata de ofrecer aquí una cifra aproximada de los “ricos” que operan dentro de la legalidad.

Si esa cifra se multiplica por el tamaño promedio de un hogar en Cuba (2,9 personas), el total de ciudadanos viviendo en hogares “ricos” seria de 1millón 641 mil personas. Ello representaría aproximadamente el 14,6% de la población total del país. Pudiera ser una cantidad elevada, pero vale recordar que aquí se ha utilizado la “línea de riqueza” de 50 mil CUP, la cual no es particularmente alta.

No es, en modo alguno, una cifra precisa, pero ofrece una cuantificación aproximada a partir de la cual pudiera hacerse posteriormente un refinamiento del dato.

Ser o no ser “pobre” en Cuba

¿Cuál debe ser el nivel de ingreso para que se considere que un ciudadano cubano es “pobre”?

La respuesta corta pudiera ser: vivir en un núcleo familiar donde ingresen menos de 2220 CUP mensuales.

Es decir, serían pobres los ciudadanos en cuyos hogares “entren” menos de tres salarios medios mensuales.

No intento hacer aquí un análisis detallado sobre esa “línea” de pobreza que provisionalmente sugiero adoptar. Invito a los interesados a que revisen los trabajos que las colegas Anicia García y Betsy Anaya han venido realizando desde hace años sobre el tema de los gastos básicos de las familias cubanas.

La definición de pobreza es un tema complejo desde el punto de vista teórico y metodológico. Definir quién es pobre y quién no lo es, mediante la adopción de una “línea de pobreza” es, sin duda, un criterio limitado pues la pobreza tiene muchas dimensiones que rebasan ampliamente una determinada cuantificación de las carencias materiales. Sin embargo, ninguna política pública contra la pobreza opera sin una cuantificación de la pobreza.

En años recientes se ha producido un debate entre especialistas acerca de dos diferentes enfoques para establecer una “línea de pobreza”. De una parte, el enfoque tradicional que consiste en establecer un monto monetario determinado que serviría como rasero para diferenciar quien es “pobre” respecto a quien no lo es. Es la base que se utiliza para construir el llamado “indicador nacional de pobreza”, usualmente denominado “índice de recuento de la pobreza” (poverty headcount ratio).

De otra parte, ha comenzado a utilizarse –principalmente en Europa- un enfoque alternativo que, en vez de utilizar un rasero monetario con un valor absoluto, emplea una “línea de pobreza” que se calcula como un por ciento del ingreso medio nacional disponible (en el caso de Europa es el 60%). Una de las modificaciones que tal enfoque introduce es que el indicador de pobreza estaría referido al nivel de ingreso disponible por adulto, en vez de estar referido al ingreso per cápita del hogar.  (Pudiera consultarse la metodología de EUROSTAT http://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?title=Income_poverty_statistics#At-risk-of-poverty_rate_and_threshold)

La pobreza es un concepto relativo al menos por tres razones: a) se define socialmente, es decir, los estándares mínimos que se utilizan para definir el umbral de pobreza se aplican de manera distinta en diferentes lugares y épocas, 2) se trata de un concepto socialmente “construido”, en el sentido de que siempre se refiere a normas sociales, expectativas, y comportamientos que son aceptados en un marco social específico, y 3) siempre expresa una comparación de los ingresos del “pobre” respecto a otra magnitud, sean los ingresos de otros grupos sociales o un estimado del gasto necesario para vivir.

Esa dimensión relativa de la pobreza se expresa, en el caso de Cuba, mediante la existencia de una serie de características que la diferencian de la noción de pobreza que se utiliza en otros lugares, particularmente debido a la existencia en Cuba de amplios programas sociales de acceso universal sin costo directo para el beneficiario –por ejemplo, educación y salud- y de subsidios universales a parte de la alimentación. Son políticas públicas que limitan el impacto de la pobreza y de la desigualdad, aunque –por sí mismas- no evitan ambos procesos.

La pobreza es también un concepto “relacional”. Expresa un sistema de relaciones sociales entre el “pobre” y otros grupos de la sociedad. La pobreza no es un accidente. “Algo” tuvo que ocurrir en la sociedad para que determinadas personas fuesen colocadas en ese “lugar” y no en otro.

¿Cuántos pobres hay en Cuba?

Es difícil ofrecer una respuesta exacta. Por una parte, no hay datos precisos que permitan determinarlo. Por la otra, la utilización de enfoques alternativos pudiera conducir a cuantificaciones distintas del número de pobres.
Un intento de aproximación debiera comenzar por la valoración del grupo donde pudiera ubicarse el mayor número de pobres del país: los trabajadores del sector estatal.

Una hipótesis preliminar pudiera ser la siguiente: tiene probabilidades relativamente altas de ser “pobre” el 41,7% de la fuerza de trabajo estatal de Cuba (1 343 800 trabajadores) que, en 2016, laboraba en actividades con un salario promedio inferior al salario medio nacional. Asumiendo que un núcleo promedio familiar cubano está compuesto por 2,9 personas, eso daría un total de 3 897 020 personas que vivirían en hogares “pobres”. (Ver nota # 15 relativa a los supuestos adoptados y al procedimiento de cálculo utilizado)

Aclaro que, en modo alguno, esas cifras representan el número relativo y absoluto de personas en hogares de trabajadores “pobres” en Cuba. Las cifras simplemente indican que ese perfil salarial incrementa las probabilidades de que un trabajador y su familia pudieran clasificar como “pobres”. Indica el tamaño de una probable “zona” de pobreza, no es una cuantificación precisa.

Pudieran agregarse otros dos grupos relativamente grandes: los pensionados (1 676 988 personas) que reciben una pensión media que en 2016 fue apenas el 37% del salario medio, y los 179 796 beneficiarios de la asistencia social, quienes –por definición- clasificarían como “pobres”. (10)

Sumadas las tres categorías serían 5 753 804 personas. Equivaldría aproximadamente al 51% de la población del país.

De nuevo, no debe asumirse esa cifra como un “conteo” preciso de “pobres” en Cuba, sino solamente como una cuantificación aproximada de ciudadanos ubicados en grupos sociales donde el riesgo de ser “pobre” es relativamente elevado.

Pudieran existir otras variantes para hacer ese cálculo grueso en condiciones en las que no se dispone de datos suficientes, y sería muy positivo que esas posibles variantes alternativas de estimación preliminar fuesen presentadas en el debate. Lo óptimo sería, naturalmente, que los especialistas e instituciones que tuviesen los datos apropiados, pudieran aportar una estimación precisa. Ello nos ahorraría las imprecisiones actuales que se derivan de la carencia de datos.

La posible implicación analítica es que el estudio sobre la pobreza en Cuba debería prestar especial atención a esos tres grupos sociales. Muy probablemente llegase a contabilizarse –de conjunto- más pobres en esos tres grupos que en cualquier otra parte de la sociedad cubana actual.

En términos gruesos, pudiera adoptarse como una hipótesis preliminar –apoyada en cálculos no precisos- que, aproximadamente, el 14,6% de la población total de Cuba tendría probabilidades de ser contada como “rica” y el 51% como “pobre”.

Debido a la imprecisión de los datos y el carácter aproximado del procedimiento de cálculo, parece ser más adecuado identificar los porcientos de “ricos” y de “pobres” en forma de intervalos, adoptando las cifras mencionadas anteriormente como los posibles niveles máximos.  De esa manera, pudieran ser “ricos” entre el 10% y el 15% de los ciudadanos, en tanto la pobreza pudiera abarcar entre el 40% y el 51% de la población.

En el caso del nivel de pobreza estimado habría que considerar la posible presencia en Cuba de un fenómeno bastante extendido en el mundo: la “elevación” temporal de un grupo de “pobres” por encima de “la línea de pobreza”, cuyas probabilidades de volver a “descender” a la categoría de “pobres” es relativamente alta. Usualmente se explica por la inestabilidad de las fuentes de ingresos. Es un factor que normalmente explica la conveniencia de adoptar intervalos en la cuantificación de la pobreza, para poder dar cuenta de esa variabilidad.

En cualquier caso, los intervalos antes mencionados son simplemente datos que sirven para tenerlos como referencias posibles. Esa cuantificación aproximada no tiene otras pretensiones.

¿Y las remesas familiares?

El cálculo anterior necesita ser examinado incorporando un importante factor que hasta este momento no ha sido tomado en cuenta: las remesas familiares.
Como se sabe, es un monto muy difícil de estimar. Una de las fuentes citadas con mayor frecuencia ha estimado el monto de las remesas recibidas en 2017 en 3 575,3 millones de USD.  Para ofrecer una comparación, esa cifra –en caso de que fuese precisa- equivaldría a 89 382,5 millones de CUP, es decir, 2,7 veces superior al monto total de la “remuneración de trabajadores” registradas en las cuentas nacionales de Cuba (33 054 millones de CUP, en 2017). (11)

Durante años ha existido un debate acerca de la cuantificación de las remesas cubanas, pero esa es una discusión que no se aborda en este texto.

Me limito a señalar tres factores que deberían ser considerados en cuanto a la conexión entre las remesas y el tema de la riqueza y de la pobreza en Cuba:
  • Existe evidencia parcial que indica que la agregación de las remesas a la economía familiar refleja un patrón de distribución desigual, que incluye varias dimensiones de desigualdad, siendo tres de ellas potencialmente importantes: distribución por lugar de residencia, género, y color de piel.
  • Las remesas pudieran haber desempeñado un papel en el enriquecimiento absoluto y relativo de un segmento de la población –grupo de los “nuevos ricos”-, probablemente más acentuado en su función de inversión que de consumo (sin minimizar esta última).
  • Las remesas pudieran haber funcionado como uno de los principales factores compensadores de los niveles de pobreza derivados del insuficiente nivel de ingresos que proviene de la distribución de los ingresos internos. Se trata de transferencias que pudieran aumentar el ingreso disponible de las familias que las reciben y que tendrían la capacidad de “elevar” por encima de “la línea de pobreza” a un número de familias. En otros casos, aun manteniéndose la clasificación de “pobre”, pudieran ayudar a reducir la brecha que existe entre los ingresos y el nivel de gastos de consumo familiar promedio.
Sin embargo, no es posible tratar de cuantificar con precisión estos tres puntos. Además del problema antes mencionado acerca de la estimación del monto absoluto de las remesas, tampoco se dispone de datos sobre la distribución de remesas que fuesen confiables y generalizables, a la vez.

Existen pocos estudios de casos sobre el tema. En mi opinión, el más interesante es el realizado por la Dra. Blanca Munster, del Centro de Investigaciones de Economía Internacional (CIEM), publicado por CLACSO en 2014. Se trata de una investigación basada en un número reducido de familias, en una localidad determinada. Sus conclusiones no son directamente generalizables para describir procesos a nivel nacional, pero se incluyen algunos elementos que pudieran ayudar a comprender el proceso más amplio. Algunos elementos para considerar son los siguientes (12):
  • El valor promedio mensual del monto de las remesas fue de 111 pesos cubanos convertibles (CUC) en el caso estudiado.
  • Los montos de las remesas son bajos y apenas cubren las necesidades alimentarias, por lo que el hogar receptor no tiene muchas opciones para diversificar su uso”.
  • El estudio en el Consejo Popular de Santa Fe reveló la vulnerabilidad económica que caracteriza en general a los hogares pobres receptores de remesas, en especial los hogares de jefatura femenina. La excesiva dependencia de las remesas de los hogares pobres provoca que, en caso de disminuir o cesar los envíos, estos se sitúen en la escala de bajos ingresos, con mayor afectación para los hogares de jefatura femenina, que se sitúan en las escalas de menores ingresos”.
  • Las remesas actúan como sustituto del ingreso con que las mujeres no cuentan o que resulta insuficiente para satisfacer sus necesidades básicas.”
  • Las mujeres viven situaciones de empoderamiento y desempoderamiento en los hogares pobres receptores de remesas. Contar con recibir y gestionar las remesas no supone decidir sobre su uso; las que reciben las remesas no siempre tienen capacidad de decisión sobre su empleo, que con frecuencia está principalmente definido por quien las envía”.
El punto que deseo retener ahora es el relativo al posible impacto de las remesas en cuanto a su potencial para “elevar” por encima de “la línea de pobreza” a una parte de los ciudadanos cuyos ingresos “internos” los coloca por debajo de esa línea. Si ello ocurriese de manera significativa, entonces habría que ajustar el estimado del intervalo de pobreza anteriormente apuntado (entre el 40% y el 51% de la población).

Como en muchos otros aspectos abordados en este texto, no es posible cuantificar con precisión ese impacto, a nivel de un promedio nacional. Adopto entonces el supuesto –congruente con el dato empírico del estudio de caso antes mencionado- de que no se trataría de un impacto significativo, en cuanto a “elevar” pobres por encima de “la línea de pobreza”.
Por esa razón, luego de considerar el posible impacto de las remesas, se mantiene el intervalo de pobreza previamente identificado, que incluiría entre el 40% y el 51% de la población.



Nota: Cálculos del autor.

Vale reiterar que se trata de una estimación muy aproximada cuyo objetivo solamente es poder hacerse una idea muy elemental sobre la posible cuantificación de la pobreza en Cuba. Es, naturalmente, un intervalo discutible.
Como he comentado más arriba, sería conveniente tratar de “balancear” el debate actual sobre desigualdad en Cuba abordando los procesos que pudieran estar ocurriendo en el “lado pobre” de la sociedad.

La singularidad cubana del peso relativo de los salarios en el PIB

Existe una regularidad bastante estable que suele acompañar las tendencias hacia el incremento de la desigualdad en otros países: la reducción de la participación del peso relativo de los salarios en el valor del Producto Interno Bruto (PIB). No es simplemente una cuestión teórica. Es una evidencia apoyada en números estudios empíricos sobre el incremento de la desigualdad en muchas partes de mundo.

La relación entre ambas variables se explicaría porque la mayoría de la población -trabajadores asalariados en activo o en paro- recibirían una parte decreciente del valor del PIB, o como se dice habitualmente, les tocaría una parte menor del “pastel” económico. Es una situación que permite identificar con claridad un grupo social de “perdedores” en el marco de tendencias hacia el aumento de la desigualdad: los trabajadores asalariados.

Ese reducido peso relativo de los salarios en el PIB se vería acompañado, paralelamente, por un incremento del peso relativo de los ingresos de otros grupos sociales en el valor total del PIB. Sería un caso nítido de concentración del ingreso nacional en un grupo social (“ricos”), a expensas de otro grupo social (trabajadores asalariados).

El primer problema al que debe enfrentarse quien asuma que la concentración del ingreso en Cuba pudiera explicarse porque los “ricos” han logrado apropiarse de una parte creciente del ingreso nacional, es que la estadística oficial indica que ha ocurrido exactamente lo contrario: el peso relativo del ingreso de los asalariados en el PIB cubano ha crecido, no se ha reducido.

La “remuneración de trabajadores” – uno de los indicadores de cuentas nacionales- representaba el 33% del PIB en 2011, pero en 2016 esa cifra se había elevado al 36%. (13)

Es un dato que obliga a hacer una discusión cuidadosa. Las proporciones indicadas no significan que los ingresos de los “nuevos ricos” no hayan aumentado en términos absolutos. Repito que, aunque no se haya divulgado la medición detallada de ese fenómeno, los datos parciales hacen plausible asumir que ello habría ocurrido.

Lo que no es aceptable asumir es la tesis de que ese tipo de enriquecimiento hubiera significado una modificación del patrón de distribución del ingreso nacional entre “nuevos ricos”, como un grupo social compacto, y los trabajadores asalariados, como otro gran grupo social. La estadística oficial no parece apoyar esa tesis.

Naturalmente, cabría hacer una discusión acerca de si la estadística oficial es adecuada, pero ese es un tema que no abordamos aquí.

Salarios y pensiones estatales: la evaporación del “medio” y el escalofriante encogimiento de las pensiones

Los datos macroeconómicos indican que no se ha “comprimido” la proporción del ingreso nacional que va a los trabajadores asalariados, pero se asume que tanto la pobreza como la desigualdad han aumentado, aunque no se divulgue públicamente la medición precisa de estas.

Cabría pensar entonces que -además de la polarización de una parte de los ingresos en el segmento de los más “ricos”, como parecen indicar los datos parciales de la ONAT- también pudiera haberse producido una modificación del patrón de distribución de ingresos a otros dos niveles: a) dentro del grupo de los trabajadores asalariados activos, y b) entre los asalariados y los pensionados.

A continuación, se presentan dos gráficos que ilustran las diferencias que existían entre los salarios promedios de los diferentes sectores de la economía en 2013 y 2016. Las columnas representan el cociente entre los salarios medios sectoriales y el salario promedio nacional, mientras que el área sombreada en color naranja identifica el porciento que representa el número de trabajadores de cada sector en el total de empleados estatales del país. (14)

Como los datos de salarios se refieren a las entidades estatales y mixtas, mientras que los datos de empleo se refieren al número de ocupados sin distinción de la forma de propiedad y de gestión, ha debido efectuarse un ajuste con el propósito de hacer relativamente compatibles las dos series de datos. (15)

En cada gráfico se ha indicado en columnas de color azul el “espacio medio” de los niveles de salarios, definidos como aquellos salarios sectoriales que se ubican en el rango de cocientes de 0,95 a 1,05, es decir, con una variación de más/ menos 5% respecto al salario promedio nacional.

Las columnas se han ordenado en el gráfico de izquierda a derecha, en sentido descendente del cociente de salarios.

Un punto a tener en cuenta es que incluso el salario medio sectorial más alto (1246 CUP en la industria azucarera en 2016) es muy inferior a la cifra de gasto de consumo estimada para una familia (2220 CUP). Obviamente, existen trabajadores individuales con ingresos mucho más elevados (salarios + estímulos), pero desde la perspectiva de los salarios medios sectoriales no parece tener sentido hacer referencia en Cuba a trabajadores “ricos”. En todo caso, se trataría de trabajadores “menos pobres”.



Fuente: ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2015. Tabla 7.3 – Ocupados por clase de actividad económica y tabla 7.4 – Salario medio mensual en las entidades estatales y mixtas por clase de actividad económica http://www.one.cu/aec2015/00%20Anuario%20Estadistico%202015.pdf




Fuente: ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2016. Tabla 7.3 – Ocupados por clase de actividad económica y tabla 7.4 – Salario medio mensual en las entidades estatales y mixtas por clase de actividad económica http://www.one.cu/aec2016/07%20Empleo%20y%20Salarios.pdf

En la comparación de ambos gráficos hay varias observaciones que deben ser destacadas:
  • Tendencia hacia la reducción del “espacio medio” de los salarios de las actividades (niveles de más/menos 5% del salario promedio nacional), indicado por la disminución de las columnas de color azul en 2016.
  • Reducción del porciento de los trabajadores en sectores ubicados en el “espacio medio” salarial. En 2013 eran el 33,6% de la fuerza de trabajo estatal, pero en 2016 la participación se redujo a 10,4%.
  • Mayor diferencia entre los salarios medios sectoriales en 2016, en comparación con los de 2013. La representación de las columnas en el gráfico de 2013 es más “plana”, mientras que las columnas del gráfico de 2016 son más “escalonadas”, con un incremento de la diferencia entre los salarios sectoriales más altos y los más bajos.
  • Tendencia hacia una polarización de los salarios medios sectoriales, con un ensanchamiento de los “extremos” en 2016. En ese año, comparado con 2013, una mayor proporción de los trabajadores se ubicó en sectores con salarios más alejados –por “arriba” y por “debajo”- del salario promedio nacional.
  • Incremento moderado del segmento de trabajadores potencialmente más “pobres”. Los trabajadores ubicados en sectores con salarios promedios inferiores a los del “espacio medio” eran el 36,7% de la fuerza de trabajo estatal en 2013, pero ese porciento había aumentado hasta un nivel de 41,7% en 2016.
  • Incremento notable del segmento de trabajadores potencialmente “menos pobres”. Los trabajadores ubicados en sectores con salarios promedios superiores a los del “espacio medio” eran el 29,7% de la fuerza de trabajo estatal en 2013, pero ese porciento había aumentado hasta un nivel de 47,9% en 2016.
  • Se produjo una interesante “permuta”. Por una parte, tuvo lugar una significativa contracción relativa del salario de los trabajadores de la educación, el sector que es el segundo empleador del país. De tener un salario sectorial medio 10% superior al salario promedio nacional en 2013, la educación pasó a tener en 2016 un salario sectorial que era 28% inferior al salario promedio nacional. Por otra parte, se registró un incremento moderado del salario del sector de la salud. De tener en 2013 un salario sectorial medio aproximadamente 7% inferior al salario promedio nacional, el sector de la salud –tercer empleador del país- pasó a tener en 2016 un salario un 10% superior al salario promedio nacional.
  • El desfondamiento relativo del salario medio de la actividad de educación –donde trabajaban más de medio millón de personas en 2016- indica una alta probabilidad de que se haya producido una reducción de la participación relativa de los trabajadores de la educación en la distribución del ingreso nacional.
¿Qué ha ocurrido con el ingreso de los pensionados?

La tendencia hacia el empobrecimiento relativo de los pensionados y su posible “contribución” negativa a la desigualdad ni siquiera necesita ser comparada con la dinámica de los “nuevos ricos”. La situación de los pensionados ha empeorado, de manera notable y acelerada, inclusive cuando se compara con otro segmento social en el que probablemente hay muchos “pobres”: los trabajadores asalariados.

El siguiente gráfico ilustra claramente la situación.



Fuente: ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2016. Tabla 7.4 – Salario medio mensual en las entidades estatales y mixtas por clase de actividad económica y Tabla 7.14 – Cantidad de beneficiarios de la seguridad social vigentes, pensión media y altas concedidas. http://www.one.cu/aec2016/07%20Empleo%20y%20Salarios.pdf

Con los pocos datos disponibles públicamente, el segmento de los pensionados –que eran aproximadamente 1 millón 700 mil ciudadanos- parece ser, por amplio margen, el grupo social que más rápidamente se ha empobrecido en Cuba en años recientes.

Si para poder satisfacer el promedio de los gastos de consumo de una familia harían falta ingresar 3 salarios medios (740 CUP), se necesitarían, en cambio, casi 10 pensiones medias (276,94 CUP).

Conclusiones preliminares
  • La posibilidad de sostener un debate de calidad sobre la desigualdad social en Cuba y sus temas afines –concentración y centralización de la riqueza, pobreza, y polarización social- es directamente proporcional a la calidad de los datos públicamente disponibles.
  • Esa posibilidad se encuentra seriamente limitada en la actualidad, lo cual restringe el posible aporte de los ciudadanos a la valoración participativa del diseño de importantes políticas económicas y sociales que pudieran impactar sus vidas, en un momento en que oficialmente se convoca al debate sobre el tema.
  • La ausencia de suficiente evidencia tiende a reemplazar el debate razonado por elucubraciones intelectuales, arengas políticas y fárragos doctrinarios.
  • La vía para resolver la carencia de datos confiables –hasta que quienes los posean se decidan a diseminarlos- no debería consistir en esquivar el plano del análisis y aumentar la cadencia retórica del debate, sino en encontrar opciones para apoyar la discusión en una base mínima de evidencias que, inclusive siendo estimaciones gruesas, pudiera encarrilar un debate actual que parece estarse extraviando por los vericuetos de la “nueva riqueza”.
  • Parecen existir suficientes indicios acerca de que probablemente sea más importante y urgente discutir el impacto que sobre la desigualdad cubana pudiera estar teniendo el empobrecimiento absoluto y relativo de segmentos de los trabajadores estatales y de los pensionados, que ponerse a discutir acerca de si un deportista o un músico “concentran” o “acumulan” riqueza.
  • Para poder hacer un debate de calidad sobre la desigualdad en Cuba convendría fijarse con mayor atención en los procesos de penuria material que parecen involucrar a algo más de la mitad de la población. Comparado con eso, lo que tengan o dejen de tener los “nuevos ricos” pudiera ser un problema de segundo orden. También hay que ocuparse de ese tema, sin duda, pero la discusión sobre la pobreza debe tener preeminencia.

Notas

1 “La desigualdad medida con otra “vara”: el índice de Palma”, El Estado como tal, 26 de abril de 2017, https://elestadocomotal.com/2017/04/26/la-desigualdad-medida-con-otra-vara-el-indice-de-palma/ ; “El mercado, lo privado, y la desigualdad: del relato al dato”, El Estado como tal, 14 de junio de 2017, https://elestadocomotal.com/2017/06/14/el-mercado-lo-privado-y-la-desigualdad-del-relato-al-dato/ ; “La concentración de la riqueza y los ingresos en Cuba: ¿tertulia o análisis?”, El Estado como tal, 6 de marzo de 2018, https://elestadocomotal.com/2018/03/06/la-concentracion-de-la-riqueza-y-los-ingresos-en-cuba-tertulia-o-analisis/
2 “La riqueza de las naciones y la riqueza del hijo del vecino: ¿embrollo constitucional en Cuba?”, El Estado como tal, 23 de julio de 2018, https://elestadocomotal.com/2018/07/23/la-riqueza-de-las-naciones-y-la-riqueza-del-hijo-del-vecino-embrollo-constitucional-en-cuba/
3 Los datos disponibles públicamente sobre la distribución de ingresos en Cuba son muy limitados, pero por lo menos algunos datos “sustitutos” pueden obtenerse de manera parcial. Los datos sobre la distribución de la riqueza son muchos más difíciles de encontrar.
4 Articulo 26 de la Ley 113 “Del Sistema Tributario” de Cuba (2012)
5 Estimado realizado por las doctoras Anicia García y Betsy Anaya, de la Universidad de La Habana.  “Gastos básicos de las familias cubanas urbanas dependientes de salarios y pensiones: dinámica reciente”, ponencia presentada en el Seminario Científico Anual del Centro de Estudios de Economía Cubana (CEEC), 15-16 de marzo 2018 (en proceso de publicación). El texto presenta una versión actualizada de estudios realizados anteriormente. Ver, “Gastos básicos de familias cubanas pensionadas y salario-dependientes” revista Temas, n. 79: 89-94, julio-septiembre de 2014, http://www.temas.cult.cu/sites/default/files/articulos_academicos_en_pdf/Descargar%20art%C3%ADculo%20en_343.pdf
6 “Tienen la obligación de presentar Declaración Jurada y liquidar el impuesto sobre Ingresos Personales los trabajadores por cuenta propia que ejercen su actividad dentro del Régimen General de Tributación, los artistas, creadores y personal de apoyo del sector de la cultura, los comunicadores sociales y diseñadores de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales y las personas que laboran en sucursales extranjeras y reciben gratificaciones”. Ver, Ledys Camacho Casado, “El aporte fiscal a buen recaudo”, Opciones, 13 de enero de 2017, http://www.opciones.cu/cuba/2017-01-13/el-aporte-fiscal-a-buen-recaudo/ ; Hilia Tamayo Batista, “Conozca más sobre la Declaración Jurada y el pago de impuestos en Cuba”, Radio Rebelde (sitio web), 12 de enero de 2018, http://www.radiorebelde.cu/noticia/conozca-mas-sobre-declaracion-jurada-pago-impuestos-cuba-20180112/
7 Declaraciones de Yamilé Pérez Díaz, jefa de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) de Cuba. Ver, Ledys Camacho Casado, op.cit., y declaraciones de Miguel Méndez Concepción, Director de Gestión de Recaudación de la ONAT, en Hilia Tamayo Batista, op. cit.
8 Ver, “Declaración y pago de tributos en Cuba a debate”, Cubainformación, 10 de enero de 2018, http://www.cubainformacion.tv/index.php/economia/77735-declaracion-y-pago-de-tributos-en-cuba-a-debate
9 Ver, “Organización campesina de Cuba promueve nexos a nivel mundial”, Radio Cadena Agramonte, 14 de mayo de 2016,   http://www.cadenagramonte.cu/articulos/ver/60407:organizacion-campesina-de-cuba-promueve-nexos-a-nivel-mundial
10 En ambos casos –pensionados y beneficiarios de la asistencia social- solamente se suman las personas pues se están contabilizando como casos individuales. No se multiplican por el tamaño promedio de una familia. Se sabe que algunos pensionados pudieran disponer de fuentes adicionales de ingresos “internos”, principalmente mediante el trabajo por cuenta propia, así como ingresos “externos” por la vía de las remesas. Sin embargo, dada la imposibilidad de contar con los datos necesarios, se ha asumido que –como promedio- ello no “elevaría” a los pensionados por encima de la “línea de pobreza”. La definición oficial (ONEI) de beneficiarios de la asistencia social es la siguiente:  personas miembros de núcleos familiares que reciben protección   a   través   de   prestaciones   económicas, especies   y/o   servicios, porque   sus   necesidades esenciales no estén aseguradas o que, por sus condiciones de vida o salud, requieren de la misma. Ver, http://www.one.cu/aec2016/07%20Empleo%20y%20Salarios.pdf
11 Emilio Morales, “Remesas a Cuba se diversifican y calientan los canales de pago”, The Havana Consulting Group, 3 de marzo de 2018, http://www.thehavanaconsultinggroup.com/es-es/Articles/Article/63?AspxAutoDetectCookieSupport=1
12 Blanca Munster, Remesas y pobreza desde una perspectiva de género. El caso del consejo popular de Santa Fe (Cuba). Buenos Aires, CLACSO, 2014. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20141114032345/Remesas.pdf
13 Remuneración de trabajadores:  Equivale a los sueldos y salarios devengados por los trabajadores, las dietas y gastos en viaje de trabajo, y la contribución a la seguridad social. Ver, ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2016. Tabla 5.18 – Relaciones entre los principales agregados de Cuentas Nacionales -Precios corrientes- http://www.one.cu/aec2016/05%20Cuentas%20Nacionales.pdf
14 La tabla 7.3 del Anuario Estadístico Nacional de Cuba de 2015 incluía 17 actividades (sectores) en tanto que la misma tabla de la edición 2016 incluía 18 actividades (la pesca fue separada de la actividad de agricultura, ganadería y silvicultura).
15 Los ajustes intentan corregir las cifras de empleados totales por sector (que incluye todas las formas de propiedad) para obtener un estimado de los trabajadores estatales. Se ha eliminado totalmente de los gráficos la actividad de agricultura, ganadería y silvicultura, asumiendo que la gran mayoría de los trabajadores de esa actividad no son empleados estatales. Se descontaron porcientos en el número total de empleados de cuatro actividades en las que se asume que una parte significativa de los empleados son trabajadores privados: a) “Comercio, reparación de efectos personales”, b) “Hoteles y restaurantes”, c) “Transporte, almacenamiento y comunicaciones”, y d) “Servicios comunales, sociales y personales”. En el caso de los datos para 2013 se asumió que el 30% de los empleados de esos sectores eran trabajadores privados, y para el caso de 2014 la cifra fue de 40%. Esos porcientos fueron descontados del número de empleados totales de cada una de esas actividades en las series de ambos años y se obtuvo así un estimado de los trabajadores estatales de esas actividades. La multiplicación del número de trabajadores estatales ubicados en sectores con salarios inferiores al salario medio nacional por la cifra de 2,9 (tamaño promedio de una familia cubana) asume una composición familiar que tiene como única fuente de ingreso un salario estatal y no considera a los pensionados como parte de esos núcleos, pues estos se contabilizan aparte. Quizás no sea necesario aclararlo, pero de todos modos lo hago: Estos gráficos no reemplazan, de ninguna manera, los clásicos gráficos de distribución del ingreso (utilizando quintiles o deciles de población y hogares). Dada la falta de los datos necesarios para construir gráficos de distribución del ingreso, lo que se ha hecho en este texto es visualizar la manera en que los distintos niveles de salarios sectoriales se asocian con el tamaño del empleo relativo de esos sectores. El gráfico no permite explicar una distribución del ingreso, pero facilita la identificación de áreas donde el empobrecimiento relativo pudiera estar impactando un número grande de trabajadores y donde, por tanto, cabría esperar un probable efecto en el patrón de distribución del ingreso nacional. El caso señalado sobre el sector de la educación sería un ejemplo de lo anterior.