Soy economista y tengo la oportunidad de poder leer diariamente los artículos que aparecen en los diversos blogs y revistas digitales cubanos. (1) Con mucha frecuencia traen análisis de la realidad económica del país y críticas sobre su evolución y sus resultados desde el punto de vista de la teoría económica. En ellos resurge con frecuencia que como conclusión del análisis se señalen aspectos contradictorios tanto en el propio sistema vigente como entre decisiones de política económica, revelados por el análisis lógico a partir de consideraciones teóricas económicas. El resultado final es el desconcierto ante esas situaciones consideradas irracionales en virtud del análisis realizado, por lo cual su vigencia y la ausencia de medidas para corregirlas, aparecen como el inmovilismo de quienes deben de tomar en el Gobierno las decisiones consideradas pertinentes. La conclusión implícita evidente de dichos artículos es que los Dirigentes o no ven, o no quieren ver, o simplemente niegan de hecho la existencia de esos problemas detectados.
La cuestión de fondo que se deriva de esta observación es a nuestro parecer una contradicción entre la visión crítica de economistas profesionales y la visión de las mismas problemáticas por parte de quienes dirigen el país. Como no hay razón para suponer a priori más inteligencia y dedicación de unos con respecto a los otros, de los críticos y de los implícitamente criticados, surge la tesis de que a lo mejor la cuestión de fondo radica en dos formas diferentes de abordar el análisis de la realidad objetiva. (2)
¿En qué consiste esa realidad? Es un proceso esencialmente transformador de todos los aspectos de la sociedad que se desenvuelve en el tiempo, que en el caso de Cuba se inició hace ya sesenta años y que en su avance se dirige hacia un futuro aún desconocido, imaginado pero desconocido en cuanto a la real funcionalidad de lo que resulte. A nuestro entender, la pista que propongo seguir para dilucidar este asunto nos la dio Marx cuando estableció su tesis de que “la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales. ¨ Desde esta óptica el objetivo del proceso revolucionario es nada menos que la transformación de lo que se entiende y practica como comportamiento de los seres humanos en esa sociedad en donde transcurre un proceso revolucionario, problemática más amplia y vasta que la económica. (3)
Primeramente, hay que aceptar que la problemática económica, definida estructuralmente por las relaciones sociales de producción vigentes y su concatenación en un sistema de intercambio y transformación de productos para terminar en el consumo de las personas y en la acumulación de medios de producción para expandir la producción social, es solo una de las múltiples facetas de la realidad que interactúan en la sociedad. En Cuba, en esas relaciones sociales de producción están implícitas las fórmulas para la distribución de lo producido, qué, cuánto y para quienes, así como cuánto de consumo social gratuito en educación, en salud, en entretención, actividades culturales y en deporte, y cuánto para consumo individual según los ingresos de cada uno. Pero ya ese patrón distributivo del consumo conlleva una manera de hacerlo según concepciones ideológicas de justicia e igualdad en la sociedad que determinaran también mediante la planificación de la utilización de los principales medios de producción en manos del Estado, la solución de la problemática de que, como y cuanto producir para que se corresponda con el patrón ideológico del consumo en esa sociedad, que a su vez conlleva determinados criterios de justicia social. Economía e ideología se interrelacionan inexorablemente.
Inexorablemente también la manera de vivir va grabando en la conciencia de la gente nuevas ideas, nuevos conceptos, nuevos criterios éticos y morales que conjuntamente con la herencia material e intelectual de las generaciones pasadas van conformando la cultura dominante en una sociedad, sustrato real de la ideología que profesa la gente. Es una fuerza real y objetiva que con su inercia se manifiesta espontáneamente en una sociedad. Y por ello, como lo dice la frase, “el presente entre en escena con la máscara del pasado”.
Todos esto factores hacen que quienes tienen los cargos de dirección en un gobierno deban actuar políticamente siguiendo el viejo principio de que la política es el arte de lograr lo posible, del cual ni siquiera escapa el logro de lo aparentemente imposible, porque en esos casos ya estaba latente en la realidad que se pretendía transformar. Cuba vivió esa experiencia con Fidel quien logró convencer a los cubanos que lo aparentemente imposible era posible y así sucedió. Pero ese fue Fidel y nadie más. Después de Fidel la política no puede rebasar lo que es considerado posible y eso lo determina la cultura y las ideas dominantes en el pueblo cubano. No darse cuenta de ello sería cometer un grave error. (4)
Si se está de acuerdo con lo dicho hasta aquí, ¿es posible considerar correcta una crítica puramente económica que no contempla las contradicciones que generaría su implementación con las eventuales restricciones ideológicas y culturales existentes en ese momento en la sociedad? Veamos algún caso concreto.
Es evidente que en estos momentos hay una flagrante contradicción entre una decisión política ya oficialmente tomada, la creación en Cuba de un sector económico productivo privado con vigencia de la actuación de las fuerzas del mercado, y las recientes reglamentaciones oficiales destinadas a controlar más, regular más e impedir el desarrollo espontaneo de las actividades productivas privadas individuales y cooperativas, así como una manifestación de inquietud ante la posibilidad del desarrollo empresarial individual. Lo sucedido es no solamente compatible si no que muy probablemente ha sido determinado por las numerosas protestas de ciudadanos por las compras de los empresarios que atentan contra la disponibilidad de mercancías para la población, tanto en las tiendas de víveres como en los centros de venta de materiales de construcción en donde se abastecen las cooperativas privadas de constructores. Pero más aún, en una sociedad en la cual durante al menos cuarenta años se vivió sobre la base de una distribución igualitaria de alimentos y bienes de consumo, la existencia de una gradual proliferación de empresarios privados que ya manifiestan tener niveles de ingresos monetarios sustancialmente superiores a la gran mayoría de los trabajadores asalariados, produce inquietud en una población ya culturalmente habituada a niveles de vida con diferencias ya socialmente aceptadas y en donde se suele confundir el derecho a tener las mismas oportunidades con el derecho de tener los mismo resultados.
¿Qué hacer? ¿Aplicar las soluciones que recomienda el análisis económico puro y que todos se ajusten a sus resultados, aunque resulten violatorios de criterios de justicia y de derechos en la mente de la población cubana? Parecería un tratamiento sino de “shock económico”, al menos de “shock ideológico”. Y por lo demás, aplicado a quienes han elegido a esos gobernantes que deberían tomar esas medidas.
Quizás y con el ánimo de encontrar un entendimiento entre economistas y dirigentes, los primeros deberían imaginarse lo que significa asumir el rol de los segundos y dar la cara por las medidas tomadas. En ese espíritu habrá que buscar soluciones que compatibilicen la crítica puramente económica con lo tolerable por la población cubana. No se debe olvidar lo que decían los romanos, que “vox populi vox Dei”.
Empresarios privados nacionales y población compiten por recursos disponibles que no alcanzan para los dos. ¿Qué hacer mientras no se logre resolver ese desequilibrio? Especulemos desde otro ángulo sobre cómo encontrarle una solución.
Presentado este problema a Perogrullo, muy probablemente diría “Si no hay suficientes recursos en el interior de Cuba traigámoslo desde fuera de Cuba”, ante lo cual los que todo lo saben dirían” ¿Y con que divisas?” Y Perogrullo les contestaría “Ese no es su problema si no de quienes los quieren importar”. Efectivamente, que consigan las divisas exportando lo que puedan y buscando fondos en divisas en el interior y en el exterior de Cuba como puedan. Ya existe un mercado no oficial en donde se cambian día a día pesos cup y pesos cuc por dólares y euros y nada les impide además a los empresarios privados cubanos buscar como puedan recursos en el exterior. Es su problema, no el del Gobierno que tiene el suyo. Pero seguramente alguien desde ese Gobierno dirá “¿Y sin el control que posibilita el monopolio estatal del comercio exterior?”, en adición a la vigencia del comportamiento de la Aduana que no permite que un particular importe algo “con fines comerciales. Ante lo cual y a nombre de todos los cubanos, se les puede contestar “¿Para qué quieren involucrarse?” Más bien deberían desearles lo mejor en su empeño por que va a ser lo mejor para todos y no van a competir con la población. Porque hay que decirlo, también en el Gobierno hay quienes son prisioneros del pasado y exclamaran que el capital privado extranjero (y el de los cubanos de Miami) va a ayudar a que el capitalismo nuevamente invada Cuba. Pero ¿no se ha llegado a la conclusión de que las inversiones, nacionales y extranjeras, son necesarias para el desarrollo del país y ya hay una ley y una política gubernamental con relación al capital que provenga del exterior? Y finalmente el argumento supremo en contra: ¡eso sería sin control! Y entonces resulta válida la pregunta ¿es que socialismo implica control de todo como un medio necesario para lograrlo, o establecer un nuevo humanismo en Cuba?
Como resultado del análisis de este caso particular la visión de la problemática general que interesa discutir se ha complicado. No solamente hay un problema metodológico en el análisis de los economistas que se puede denominar como de unilateralidad al considerar solamente la problemática económica aislada de otras que le atañen, sino que está también presente como parte del problema la inercia cultural que tiende a rechazar por la población los nuevo que atenta en contra de costumbres y lo que ya son tradiciones del pasado. Y también existe en el seno del Gobierno una mentalidad también ajustada a lo vigente, a su vez resultado de medidas tomadas a raíz de pasadas coyunturas ya superadas y que no han sido revisadas en cuanto a su significación y necesidad hoy en días.
La problemática de la política económica en Cuba se ha complicado desde el punto de vista metodológico. El problema económico “puro” tiene en realidad más facetas. En última instancia es pasar de lo conocido a lo nuevo por conocer y en ese tránsito el error es posible. “Errare humanum est”. Pero el error es rectificable y lo hecho puede deshacerse o modificarse. Esperar no errar es vano y la experiencia revolucionaria cubana lo atestigua. Se ha errado y lo dijo Fidel cuando el Primer Congresos del partido Comunista de Cuba en diciembre de 1975. Los cubanos quisieron hacer el socialismo a su manera durante los primeros años y hubo que rectificar. Hoy en día, 43 años después, nuevamente hay que rectificar. Pero así y todo se mantuvo el socialismo con sus defectos y se ha llegado hasta hoy. La gran diferencia en este caso es que ya se sabe que no hay un solo socialismo si no que cada país debe hacerlo a su manera y según sus posibilidades y Cuba con algo más de 11 millones de habitantes en una isla de 110.000 kilómetros cuadrados en medio del Caribe, a 90 millas de los EE.UU., es muy diferente de un Vietnam con casi 92 millones de habitantes en unos 332.000 kilómetros cuadrados de superficie, de una Corea del Norte de 25 millones de habitantes en 120.000 kilómetros cuadrados pegada a una China con 1370 millones de habitantes y una extensión de 9,6 millones de kilómetros cuadrados, y cada país con su propia historia y su propia cultura.
Volviendo a la cuestión metodológica que nos preocupa, hay que empezar reconociendo que el simple análisis económico de un problema que en virtud de la lógica empleada es aparentemente tan implacable como las matemáticas, en el sentido de que 2 más 2 son 4 y no otra cantidad, la explicación exclusivamente económica debe inevitablemente vincularse con todas las consecuencias que tendría en el ámbito social la solución recomendada por los economistas. Dicho de otra manera, la solución del problema a partir exclusivamente de la teoría económica provocaría reacciones significativas que afectarían otros aspectos de la vida social.
Quizás Fidel también nos dejó un método general para resolver estas situaciones cuando en el momento preliminar a la presentación de una propuesta que iba a provocar un cambio sustancial en la sociedad cubana del momento, decía que habíamos estado casados con la mentira y que al descubrirlo tal parecía que se derrumbaba el mundo conocido. Pero en aquellos días el pasado era el capitalismo dependiente y lo que se proponía conllevaba sustituirlo por otra solución. Hoy en cambio, el pasado es nuestra propia historia del proceso revolucionario lo que implica reconocer públicamente los errores cometidos y las soluciones que en su momento fueron oportunas pero que ya hoy en día son incongruentes con la nueva realidad. No se pueden” barrer bajo la alfombra” los errores y la persistencia de medidas ya innecesarias. Hay que tener el valor de reconocer tanto lo bien hecho como lo mal hecho. Infalible únicamente es el Papa, según la doctrina católica.
Para terminar, tal pareciera que lo que consideramos inicialmente como una insuficiencia metodológica para analizar la realidad económica del país, el no considerar integralmente sus consecuencias, tiene al menos un mérito que se puede denominar “efecto dominó”, toda vez que el movimiento unilateral de la “ficha económica” inevitablemente se transmite a “otras fichas” de la realidad social del país, por lo cual deben necesariamente considerarse todos los movimientos de todas las fichas implicadas al considerar una eventual medida económica y entonces determinar si lo propuesto es políticamente posible. En ese sentido y si se la sitúa en su contexto global, la crítica económica pura es bienvenida para ser analizada.
10 de noviembre de 2018
Notas
1 Lo que es lamentable es que sean muy infrecuentes en los medios de prensa oficiales.
2 Quedan fuera de esta problemática las medidas chapuceras, para calificarlas de alguna manera, de quienes y a raíz del poder de decisión que se les ha concedido, deciden por su cuenta sobre temas que afectan a todos. Un ejemplo es la medida tomada por alguien, por la cual fueron cerrados las pequeñas tiendas (contenedores), quien sabe por qué motivo, privando a miles de personas de un servicio comercial ventajoso al cual estaban acostumbrados. En estos casos la opinión de los consumidores, el pueblo, no tiene ninguna significación. Pero casos como este nos llevarían a discutir otro tema, que se podría titular como el de la “democracia económica”.
3 Los pueblos primitivos fueron humanos a su manera, como lo fueron los esclavistas romanos, los siervos y los señores en el medioevo europeo, los capitalistas y los proletarios en el capitalismo, y los cubanos a lo largo del proceso socialista que emprendieron.
4 No existe en Cuba una oposición política organizada pero eso no significa que no hay un estado de opinión política en la población a tener muy en cuenta, que conjuga la demanda de cambios que mejoren sus condiciones de vida con la mantención de normas de vida social a las cuales están ya acostumbrados.