Por Pedro
Monreal
13 de
diciembre de 2018
Los
obstáculos al crecimiento económico en Cuba pueden ser abordados desde
distintos ángulos, siendo uno de ellos el enfoque que toma en cuenta cuatro
principales componentes macroeconómicos: consumo de gobierno, consumo de
hogares, inversión y exportaciones netas.
He
mencionado el crecimiento en primer lugar para fijar, desde el inicio, la
centralidad del mismo en el proceso de desarrollo nacional, un tema que a veces
parecería abordarse de manera ambigua en algunos discursos sobre la actual
reforma del modelo económico cubano.
Naturalmente,
el crecimiento no basta por sí solo para alcanzar el desarrollo pues este tiene
otros importantes componentes, incluyendo los no económicos. Sin embargo, no
debería existir confusión alguna respecto a que sin tasas de crecimiento
sostenidas del Producto Interno Bruto (PIB) en un rango del 5 a 7% anuales, el
país no se moverá hacia el desarrollo.
Lo anterior
no expresa solamente un criterio individual. Es lo que pudiera entenderse
también como una posición oficial que ha sido mencionada de manera reiterada
por dirigentes estatales y del Partido Comunista de Cuba (PCC).
El tema
particular que brevemente abordamos aquí es la visible incapacidad del actual
modelo económico para lograr que la inversión funcione como un sólido pilar del
proceso de crecimiento y de desarrollo, lo cual lleva a considerar al menos
tres preguntas:
- ¿Es
razonable asumir que el peso relativo de la inversión en el PIB, que
parece haberse estabilizado en un bajo nivel que es incompatible con el
desarrollo, se “auto-corregirá”, o es que se necesitaría algún tipo de
acción planificada “fuerte” de la cual todavía no se estaría hablando?
- ¿Qué se
supone que debería hacer el próximo plan nacional de la economía 2019 en
relación con las magnitudes relativas y absolutas de la inversión?
- ¿Existe
alguna incompatibilidad entre el actual patrón sectorial de la inversión y
el proceso de desarrollo nacional?
Obviamente,
no se intenta responder aquí estas preguntas. El propósito de esta nota es mucho
más modesto: tratar de estimular una reflexión acerca de si las interrogantes
que actualmente se hacen de manera pública sobre la inversión nacional son las
preguntas correctas.
Los temas
que parecen estar ocupando hoy la atención oficial son los relativos al
cumplimiento de los cronogramas del proceso inversionista y la recuperación del
monto de la inversión a partir del rendimiento de los proyectos ejecutados.
Sin duda son
dos cuestiones relevantes, pero ¿son estas más importantes que las tres preguntas
anteriormente enunciadas?
¿Un “techo
de vuelo” de 16%?
Dos muy
calificadas economistas cubanas – Vilma Hidalgo de los Santos y Yordanka
Cribeiro Díaz- realizaron un ejercicio de modelación en el que se expone
que para alcanzar un crecimiento económico anual del 6% se necesita una tasa de
inversión de 27,5% del PIB. (1)
No conozco
otro trabajo publicado por especialistas donde se cuestione ese planteamiento
ni tampoco he identificado refutación alguna del mismo por parte de
funcionarios cubanos.
El estimado
del 27,5% del PIB está expresado en cálculos basados en las series de Cuentas
Nacionales a precios constantes de 1997, lo cual equivaldría aproximadamente a
18,2% del PIB para el caso de cálculos a precios corrientes. (2)
Aplicando ese último porciento al valor del PIB de 2017 a precios corrientes
(96851 millones de pesos), el monto aproximado de la inversión que sería
necesaria se eleva a 17627 millones de pesos.
Tomando en
cuenta que el monto de inversión real en 2017 fue de 9936 millones de pesos, entonces
la brecha de inversión en 2017 habría sido de unos 7690 millones de pesos, a
precios corrientes. (3)
Expresado
con otra medida: la brecha de inversión para ese año equivaldría al 11,9% del
PIB (a precios constantes de 1997). (4)
¿Es
plausible asumir que el modelo económico actual –incluyendo las recientes
modificaciones- tendría la capacidad para cerrar una brecha de inversión tan
grande?
No es
posible ofrecer una respuesta concluyente, pero las estadísticas oficiales no
permiten ser optimistas.
La trayectoria
de la inversión desde 2005 indica claramente la existencia de una especie de
techo de la tasa de inversión que parece ubicarse en un 16%. En realidad,
solamente en tres ocasiones la tasa de inversión se ha aproximado al 16%, pero
sin alcanzar tal cifra (2008, 2016 y 2017). En el Gráfico 1 la brecha se
representa con el área de color naranja.
Mucho se
habla acerca de la inversión extranjera, pero es necesario poner en perspectiva
la cifra de 2500 millones anuales que frecuentemente se menciona como meta.
Asumiendo que no se tratase simplemente de inversión “comprometida”, sino de
inversión extranjera efectivamente realizada cada año, que es la que
verdaderamente interesa a los efectos de las cuentas nacionales, ello
representaría algo menos de la tercera parte de la brecha de inversión total
estimada en 2017.
¿De dónde
provendrían los recursos para “cerrar” los restantes dos tercios de la brecha,
en condiciones de restricciones financieras internacionales y dada la
manifiesta decisión estatal de no incrementar el endeudamiento externo?
Para decirlo
claramente, se necesitaría dar un “salto” de inversión algo mayor al 10% del
PIB. Es el tipo de reto de política económica que normalmente no se resuelve
sin una modificación relativamente radical del modelo económico.
Hasta donde
conozco, todavía no ha sido proporcionada oficialmente una respuesta convincente
de manera pública acerca de cómo se planificaría el tipo de “salto” que sería
necesario.
En principio, la fuente principal pudiera ser un incremento notable del crecimiento económico que permitiese acrecentar el potencial de ahorro nacional que estuviese disponible para invertir, pero ese es el tipo de posible solución que no basta con enunciar de manera general porque en esa materia lo que realmente importan son los detalles.
Las
magnitudes relativas y absolutas de la inversión: ¿serán informadas en el plan
2019?
Las
magnitudes relativas y absolutas de la inversión para el próximo año son cifras
que todavía no se conocen. Esperemos que el anuncio del plan 2019 arroje alguna
luz sobre el tema.
El problema
es que sin detalles sobre esas magnitudes –y su reflejo en el Presupuesto
Nacional- no sería posible aspirar a dotar de credibilidad el plan 2019, desde
una perspectiva de su posible funcionamiento como punto de partida para la
dinamización progresiva del crecimiento económico nacional.
La razón no
es difícil de entender pues, aunque no abordemos aquí las complejas relaciones
de causalidad que existen entre inversión y PIB, es un hecho que el patrón de
relación que se ha observado en Cuba en los últimos doce años para los que se
dispone de estadísticas completas (2005- 2017), entre el crecimiento anual de
la inversión y el incremento del PIB indica una clara correspondencia positiva
entre ambos indicadores, como se ilustra en el Gráfico 2.
El gráfico presenta en forma de columnas el monto absoluto (en millones de pesos) de cuatro componentes del PIB : formacion bruta de capital (inversión), consumo del gobierno, consumo de hogares y exportaciones netas. Se ha representado, en una forma de linea de color rojo, las tasas de crecimiento del PIB.
Se destacan
tres observaciones simples del gráfico:
- La
marcada tendencia hacia la reducción del crecimiento económico que tuvo
lugar en la segunda mitad de la década pasada y la tendencia posterior
hacia la “estabilización” del crecimiento en niveles que –con la uúnica
excepción de 2015- no han logrado superar el 3%.
- La notable
variabilidad anual del crecimiento de cada uno de los cuatro componentes
del crecimiento del PIB y las diferencias observables entre las dinámicas
de los cuatro indicadores. En general, el principal apoyo del crecimiento
–sobre todo a partir de 2010- ha sido el consumo de hogares. Ese ha sido
también el componente relativamente más estable. Con la excepción de 2008,
el consumo de hogares no ha decrecido anualmente. El consumo del gobierno
no ha registrado, desde 2010, incrementos notables y se ha ubicado en
varias ocasiones en la zona de decrecimiento. Las exportaciones netas han
sido, por amplio margen, el componente de mayor variabilidad y desde 2013
prácticamente han contribuido muy poco al crecimiento del PIB.
- La
inversión ha sido igualmente un componente que exhibe variaciones, pero a
diferencia de las exportaciones netas, la inversión muestra una
regularidad hacia el crecimiento anual, solamente con tres excepciones
(2009, 2010 y 2014), aunque el único decrecimiento importante de la
inversión fue el que tuvo lugar en 2009. De hecho, la inversión es,
después del consumo de hogares, el componente que menos decrecimientos ha
tenido. En dos momentos recientes -2015 y 2016- en los que se registraron
decrecimientos anuales de las exportaciones netas y prácticamente no se
produjo ninguna variación del consumo del gobierno, el crecimiento de la
inversión complementó de manera decisiva el crecimiento del consumo de
hogares para hacer posible el crecimiento del PIB.
Este último
punto es importante porque en condiciones de contracción de las exportaciones
netas –como parece que pudiera ocurrir en 2019- la inversión pudiera ser el
único factor con suficiente capacidad de variación rápida que pudiera compensar
una reducción de las importaciones netas. El Gráfico 3 permite visualizar lo
que pudiera ser un límite importante del crecimiento en los próximos años, en
caso de que no lograse asegurarse un crecimiento anual de la inversión en un
contexto de eventuales reducciones de las exportaciones netas.
FUENTE: ONEI, ANUARIO ESTADÍSTICO DE CUBA. VARIOS AÑOS (2010. 2013 Y 2017). “TABLA 5.3 – OFERTA Y DEMANDA GLOBAL – A PRECIOS CONSTANTES”.
Pueden
observarse claramente, de nuevo, dos características anteriormente enunciadas:
en el largo plazo el crecimiento del PIB se ha apoyado principalmente en el
incremento del consumo de hogares, y en años recientes el crecimiento de la
inversión ha compensado la reducción del nivel de las exportaciones netas.
Estas dos
observaciones que se refieren a los montos absolutos han tenido un efecto
interesante en la medición relativa de ambos indicadores. Por una parte, el
consumo de hogares ha dado un “salto” de aproximadamente 8 puntos porcentuales
del PIB, desde el 50,4% que tuvo en 2008 hasta el 58,6% registrado en 2017, habiendo
crecido su peso en el PIB de manera constante desde 2012.
Por otra
parte, la inversión también ha crecido, pero el incremento de su participación
en el PIB ha sido mucho menor, con un “salto” limitado a un 3,3% en relación
con el nivel más bajo del período (12,3% en 2010). Adicionalmente, el peso
porcentual de la inversión en el PIB no ha estado creciendo en fechas
recientes, manteniéndose por debajo de 16%.
Gráfico 4
Fuente: ONEI, Anuario Estadístico de Cuba. Varios años
(2010. 2013 y 2017). “Tabla 5.3 – Oferta y Demanda Global – A precios
constantes”.
La consideración del peso relativo de esos indicadores pudiera tener utilidad para discutir los límites del proceso de crecimiento en los marcos del modelo actual.
Es
problemático asumir que la brecha de inversión comience a “cerrarse”, tal y
como se requiere para incrementar la tasa de crecimiento, si no se reduce el
peso relativo que hoy tiene el consumo de hogares.
Para que no
existan dudas, lo anterior no se refiere a una reducción absoluta del monto del
consumo de hogares sino al eventual proceso de reducción de su peso relativo en
el PIB.
Dada la
estabilidad relativa del peso porcentual del consumo de gobierno en los últimos
cinco años (con niveles entre 23% y 25% del PIB) y de la acelerada contracción
del peso de las exportaciones netas, las cuales fueron desde casi el 9% al 2,6%
en apenas cinco años, no es razonable asumir que un posible “salto” en el peso
relativo de la inversión (que debería ir desde 15.6% actual al 27,5%) no se
refleje en una reducción simultánea del peso relativo del consumo de hogares en
el PIB.
No queda
claro cómo se produciría tal proceso. Precisamente se supone que el plan de
2019 deba informar acerca de ese tipo de dinámica.
El actual
patrón sectorial de la inversión: ¿Es eficaz para el proceso de desarrollo
nacional?
La
información divulgada hasta el momento parece indicar que no debería pensarse
que en un contexto de tensiones financieras –incluyendo las derivadas del
reforzamiento del bloqueo de EE.UU- y dada la decisión de no incrementar el
endeudamiento externo, la inversión pudiera funcionar en 2019 como un factor
importante para el crecimiento. Es muy difícil modificar significativamente
esas circunstancias en el corto plazo.
No obstante,
debería considerarse en el plan anual de 2019 la manera en que opera la
inversión actual y la previsible en ese año como parte del proceso de más largo
plazo de modificación de la estructura económica del país.
Uno de los
pocos aspectos conocidos hasta ahora de la preparación del plan se refiere al
objetivo de potenciar la utilización de las reservas internas, incluyendo el
uso de las capacidades de la industria nacional para sustituir importaciones.
Es un
objetivo racional, pero su materialización es mucho más complicada de lo que
parece estar comunicándose. Por lo menos hay dos grandes obstáculos que
deberían ser considerados y explicados en el plan de 2019:
- ¿De
qué manera, exactamente, pudiera abordarse realistamente un amplio
programa de sustitución de importaciones en 2019 con una tasa de cambio
oficial como la actual que, precisamente, entorpece la sustitución de
importaciones? Este es un tema que ya hemos abordado en varias ocasiones.
- ¿De
qué manera, exactamente, pudieran reactivarse sin un monto considerable de
inversión una industria nacional y un sector agropecuario que, en no pocas
actividades, cuentan con un alto nivel de descapitalización y de
obsolescencia a lo que habría que agregar una infraestructura
insuficientemente desarrollada para poder aprovechar las capacidades
nacionales?
En relación
con esta última pregunta pudiera tener utilidad revisar algunos datos relativos
al actual patrón de inversión sectorial.
Una
dificultad primaria para poder entender el eventual impacto de la inversión en
la renovación de un sector agropecuario e industrial descapitalizado, radica en
el excesivo peso relativo que tiene la inversión inmobiliaria en Cuba, que al
concentrar el 31,8% de la inversión total del país, es –por muy amplio margen-
el principal receptor de inversiones. (5)
Gráfico 5
Fuente: ONEI, Anuario Estadístico de Cuba. 2017.
“Tabla 12.10 – Estructura de las inversiones por clase de actividad económica”.
¿Cómo
pudiera aspirarse a producir alimentos nacionales baratos con un sector
agropecuario que apenas recibe el 5% de la inversión total?
No he podido
localizar datos abiertos sobre el nivel de utilización de capacidades de la
industria, ni sobre su nivel de descapitalización y obsolescencia, pero tampoco
he encontrado evidencia de que la industria nacional –incluyendo la azucarera-
no necesitaría un nivel elevado de inversión para poder funcionar
adecuadamente. Es difícil pensar que la industria nacional pueda
recapitalizarse para lanzarse “en grande” a sustituir importaciones cuando
apenas recibe el 8% de la inversión nacional total.
La
desproporción que existe entre la inversión inmobiliaria y la inversión en
actividades de infraestructura básica es igualmente notable.
Gráfico 6
Fuente: ONEI, Anuario Estadístico de Cuba. 2017.
“Tabla 12.10 – Estructura de las inversiones por clase de actividad económica”.
¿Es
racional aspirar al desarrollo en un país como Cuba, que tiene serios problemas
de viviendas, de gestión de aguas y de transporte público, si la inversión en
esos sectores se mantiene a niveles que apenas superan el 10% del gasto total
de inversión?
Finalmente,
la discordancia entre la inversión inmobiliaria y la inversión en servicios
sociales y en el desarrollo científico técnico resulta difícil de entender.
¿Puede
Cuba aspirar a mantener en el largo plazo sus excelentes indicadores de salud
dedicándole el 2% de la inversión nacional a las actividades de salud pública y
asistencia social? Es decir, quince veces menos de lo que se destina a la
inversión inmobiliaria.
¿Es
razonable planificar solamente el 1% de la inversión total en educación en un
mundo donde la calificación es cada vez mas importante?
¿Es
compatible con la actualización del modelo cubano y con el propio proceso de
desarrollo una inversión inferior al 1% en ciencia e innovación tecnológica?
Gráfico 7
Fuente: ONEI, Anuario Estadístico de Cuba. 2017.
“Tabla 12.10 – Estructura de las inversiones por clase de actividad económica”.
Conclusiones
La
presentación de un plan anual de la economía nacional es un evento político, no
técnico, que puede hacerse de distintas maneras. Una posible opción pudiera
consistir en utilizar una narrativa general que contraste las aspiraciones con
las limitaciones que impone la realidad, pero eso no sería suficiente para
entender los procesos que permitirían materializar las propuestas contenidas en
el plan.
Ningún
funcionario tiene la posibilidad de asegurar de antemano el cumplimiento de un
plan, pero, en cambio, el funcionario sí dispone de un margen de maniobra
amplio para comunicar públicamente el plan con efectividad.
¿De qué
manera el plan pudiera convertirse en un mecanismo atractivo de comunicación
que fuese políticamente movilizador –un plan de todos- si su presentación se
limitase a ser demasiado general y si lo que se comunica pudiera crear una
sensación de que “eso ya lo he escuchado antes”?
Un plan
anual no debe restringirse a los eventos previstos en un año, sino que debe
incluir la posible función de esos eventos en el proceso mayor de reforma del
modelo y en ese sentido, la inversión es un componente fundamental.
La inversión
es el mecanismo que permite modificar la estructura de la economía nacional y
con ello las relaciones sociales. Es precisamente el cambio de estructura
–material y social- el eje central de la reforma del modelo que permitiría hacer
avanzar a Cuba hacia el desarrollo.
La inversión
en una infraestructura moderna hará posible mejorar directamente la producción.
La inversión en educación es lo que permite contar con la fuerza laboral
calificada que demanda la gestión de un nivel superior de complejidad
productiva. La inversión en la producción agropecuaria es imprescindible para
que la asimilación de la ciencia y la tecnología puedan asegurar una producción
abundante y barata de alimentos nacionales. La inversión industrial es lo que garantiza
la base material de la sustitución de importaciones. La inversión para expandir
las capacidades de ciencia e innovación tecnológica es lo que garantiza la
sostenibilidad económica y medioambiental del desarrollo.
No creo que
exagero cuando digo que explicarle al ciudadano cubano el proceso de inversión
pudiera ser una forma efectiva de construir apoyo a la reforma del modelo.
El ciudadano
común entiende bien que el crecimiento de la inversión y del PIB no
proporcionan por sí mismos garantía alguna de bienestar y estabilidad
económica, pero igualmente entiende –por una cuestión de sentido común- de que
en ausencia de esos factores ninguna promesa de desarrollo es creíble.
Las personas
entienden más claramente el “esfuerzo” que hace un gobierno para mejorar sus
vidas cuando se les presenta un plan que, sin entrar en complejidades técnicas,
identifique “números” claves y plazos concretos. Informar que en un período
determinado de tiempo la inversión en el sector de la construcción pasará a ser
del “X” % del PIB al “2X” % del PIB tiende a concederle mayor credibilidad a un
plan que incluya la construcción de viviendas, que cuando simplemente se
enuncia que se “trabajará” o que se hará un “esfuerzo” para construir
viviendas.
Eso es más
efectivo que cuando la comunicación del plan se queda en una alusión
superficial a grandes “líneas”.
A
continuación, se identifican varias preguntas relativas a la inversión que
considero que deberían ser abordadas en la presentación del plan de 2019, el
cual insisto no debería limitarse a ser presentado como una “pieza suelta” con
un enfoque “balancista” de corto plazo sino como parte de un proceso de más
largo plazo, con un enfoque de desarrollo:
- ¿Cuál
es el peso estimado de la formación bruta de capital en el PIB en el plan
2019?
- ¿Cuándo
se estima que pudiera sobrepasarse la tasa de inversión del 16%?
- ¿Pudiera
alcanzarse una tasa de inversión de 20% hacia el año 2024?
- ¿Cuáles
serían los estimados de montos inversión total, clasificados por sus
distintas fuentes?
- ¿Cuándo
se espera que el crecimiento del PIB pueda registrar de manera estable
tasas anuales de 4%?
- ¿Cuándo
se espera que el crecimiento del PIB pueda registrar de manera estable
tasas anuales de 6%?
- ¿Cuál
es el peso relativo de la inversión -en relación con la inversión total-
que debe planificarse en 2019, 2020, 2021, 2022 y 2023 para las
actividades agropecuarias e industriales, con el propósito de apoyar
materialmente la sustitución de importaciones?
- ¿Cuál
es el peso relativo de la inversión -en relación con la inversión total-
que debe planificarse en 2019, 2020, 2021, 2022 y 2023 para las
actividades de infraestructura?
- ¿Cuál
es el peso relativo de la inversión -en relación con la inversión total-
que debe planificarse en 2019, 2020, 2021, 2022 y 2023 para la construcción
de viviendas?
- ¿Cuál
es el peso relativo de la inversión -en relación con la inversión total-
que debe planificarse en 2019, 2020, 2021, 2022 y 2023 para la educación,
la salud y asistencia social, y las actividades de ciencia e innovación
tecnológica?
El plan debe
comunicar el proceso de desarrollo y los datos sobre inversión son idóneos para
facilitar esa comunicación. Se trata de una oportunidad que debe ser
políticamente aprovechada.
Notas
1 Vilma
Hidalgo de los Santos y Yordanka Cribeiro Díaz. “Estrategia de crecimiento y
equilibrio macroeconómico en Cuba”. Economía y Desarrollo.
Vol.153, supl.1 La Habana, 2015. http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0252-85842015000100003
2 Es una
aproximación gruesa calculada mediante una simple “regla de tres” para los
datos de las tasas formación bruta de capital a precios corrientes y a precios
constantes de 2017.
3 ONEI,
Anuario Estadístico de Cuba 2017. “Tabla 5.3 – Oferta y Demanda Global – A
precios constantes”. http://www.one.cu/aec2017/05%20Cuentas%20Nacionales.pdf
4 Ibid.
5 En rigor,
la estadística oficial se refiere a un indicador llamado “Servicio empresarial,
actividades inmobiliarias y de alquiler”. El nomenclador de actividades
económicas que utiliza la Oficina Nacional de Estadísticas e Información de
Cuba (ONEI) define los servicios empresariales e inmobiliarios como “las
actividades de informática; de arquitectura, ingeniería y otras actividades
técnicas; otras actividades empresariales; de inmobiliarias y el alquiler de
maquinarias, equipos, etc. En esta sección el término “alquiler” incluye el
arrendamiento a largo plazo. La maquinaria y el equipo pueden ser alquiladas
con o sin mantenimiento”. ONEI. Nomenclador de Actividades Económicas
(NAE). Ver sección “L”. http://www.one.cu/ryc/nocambian/nae/Seccion%20L.pdf