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domingo, 19 de mayo de 2019

A propósito de un intercambio sobre temas como el socialismo, la historia y el mercado.

Por  Dr. Julio Carranza 

Recientemente circulé por considerarlo de interés un texto del economista Carmelo Mesa Lago. En respuesta recibí del compañero Michael Vázquez unos comentarios advirtiendo sobre el carácter capitalista del pensamiento de Mesa Lago, además de adjuntar el discurso reciente sobre la Reforma Agraria. El discurso ya me lo había leído, es muy interesante, me leo todo lo que considero útil y serio.

Este intercambio de mensajes me permite volver sobre aspectos fundamentales de este debate.

Conozco la historia, de la cual, como todo el mundo, tengo mis propios análisis e interpretaciones y como casi todo el mundo tengo mis propias convicciones y compromisos. Siempre he asumido el debate sin el temor de lo que alguien pueda pensar. Entiendo que el compromiso con la Revolución y con el socialismo se basa en principios fundamentales como la independencia nacional, la justicia social, la democracia y las lecciones de la historia, no tengo compromisos a priori con las diversas políticas en curso que en cada etapa de manera acertada o no se han ido decidiendo (que a diferencia de los principios, las políticas en curso a veces son unas y otras veces diferentes e incluso contrarias).
Respeto pero no comparto el criterio de los que siempre están de acuerdo con cualquier cosa que se decida sea una o la contraria, por ejemplo sea el Sistema de Dirección de la Economía de los años 75/85 (muy apoyado en su época y muy criticado después) o el Proceso de Rectificación 85/90. Una conducta de apoyo incondicional a lo que se decida sea lo que sea es incompatible con la función de un académico que es en lo que he trabajado siempre y eso no cuestiona en nada el compromiso político con la Revolución y sus principios, como se ha demostrado, más bien todo lo contrario, lo refuerza. Sobre ese tema me extendí en el artículo “El Compromiso de la Ciencia y la Ciencia del Compromiso”.

Si los diversos compañeros entendieran la utilidad y la necesidad del debate sería excelente, eso contribuye a un ambiente de discusión sano, respetuoso, honesto y fecundo, si no lo entienden que le vamos a hacer que no sea enfrentar las consecuencias y defender con argumentos y honestidad lo que uno piensa (cómo está vez hizo Pedro en su respuesta al mensaje de Michael -qué por coincidencia hago también mía- y como mil veces hemos hecho durante años, una historia que obviamente no es conocida por todos, pero de la cual sentimos el orgullo de haber sido siempre honestos, serios y consecuentes).

Carmelo Mesa Lago es un crítico histórico de la Revolución con sus propios paradigmas que no son los míos, pero a la vez es es un buen y muy formado economista y sistemático estudioso de la realidad cubana, más de una vez nos ha tocado debatir con él en público en diferentes actividades académicas. La manera de pensar de él y sus propuestas están claras, las mías también y obvio que no son coincidentes en su esencia, aunque hay mucho de lo que dice que es importante y se debe tener en cuenta, a veces es hasta de sentido común, como el texto que reenvíe y que motivo la respuesta citada aquí.

 Si se conoce lo que abiertamente he expresado y publicado por años es obvio en que coincido y en que no con este texto de Mesa Lago, no es necesario estarse aclarando y haciendo declaraciones de principios constantemente cuando estos están más que claros.

No por gusto he escrito extensos textos explicando lo que pienso y he propuesto (lo cual tiene el único propósito de ser honesto y, a riesgo de estar equivocado claro, tratar de contribuir hasta dónde se pueda al curso de lo que uno considera mejor para el país, lo cual es además un derecho de todo revolucionario y de todo ciudadano)

Como he afirmado mil veces desde un ya lejano artículo publicado en 1992, “Cuba: Los retos de la Economía”, el país necesita una reforma económica fundamental, sobre todo después de la desaparición del campo socialista, no para renunciar al socialismo, sino para hacerlo viable. El modelo que caracterizó a la economía cubana durante el periodo previo al derrumbe  (por cierto bastante similar a aquellas experiencias europeas) no es viable en las nuevas, difíciles y prolongadas circunstancias internacionales, es necesaria su transformación para recuperar la eficiencia, el crecimiento y nuevas expectativas de ascenso social y mayor inclusión para las nuevas generaciones, en mi opinión eso es lo revolucionario ahora. 

Creo que finalmente, después de años y años de debate y de evidencias, esa realidad es reconocida en documentos como la Conceptualización y la nueva constitución, sin embargo estos no han conducido aún a los cambios integrales que se necesitan y que están allí concebidos.

El argumento de que la hostilidad y la agresión actual los impide no lo comparto, claro que esa situación obliga a pensar con mayor cuidado pero nunca a una parálisis de los cambios necesarios, más necesarios ahora, ya en un artículo reciente expresé mi criterio de que además de todos los argumentos previos, la reforma integral es hoy un problema de seguridad nacional. Eso lo incluye todo, el tema de la reforma monetaria, de la reforma empresarial, de las formas de propiedad, de la relación planificación mercado, de las políticas sociales, etc, etc, etc, en otros textos muchos compañeros nos hemos extendido en consideraciones específicas sobre todos esos temas y sus complejas interrelaciones.

Por razones que bien se conocen, la hostilidad del imperialismo sobre Cuba es estructural y permanente, es un dato de la realidad de la cual hay que defenderse y a la vez no dejar de avanzar en el sentido necesario, el mejor favor que se le podría hacer a esa política hostil es admitir que paralice las transformaciones, qué hay riesgos!, por supuesto, en estos procesos no hay caminos sin riesgos “es necesario escalar la montaña por senderos escabrosos”. Por cierto cuando la política del anterior Presidente de EEUU era diferente sin dejar de ser imperial, los mismos que critican y frenan los cambios hoy los criticaban y frenaban entonces con las razones de los peligros de aquella política de “buena vencidad” de Obama, ahora igualmente los critican y los frenan por los peligros de la política de máxima agresividad de Trump.

O sea, en realidad lo qué hay detrás de esas posiciones es una concepción del mundo, del socialismo y de la historia que al menos yo no comparto y en mil textos (como otros compañeros con los que coincido) tratamos de explicar por qué (razón por la cual han venido muchas agresiones personales con abundantes golpes bajos, por ahí andan las evidencias).

Creo que es necesario mirar de manera más analítica, humilde y abierta las experiencias de China y Vietnam, claro que también veremos problemas y efectos no deseados de la profunda reforma que han realizado, pero han avanzado impresionantemente en la ruta del crecimiento y el desarrollo, han sacado a millones de la pobreza, le han dado nuevos espacios de trabajo y prosperidad a sus nuevas generaciones, han aumentado su influencia internacional y han renovado la idea de un futuro no lejano para el socialismo, incluso han adelantado en una concepción nueva sobre el socialismo mismo (próspero y viable como suele decirse actualmente en Cuba). También debemos mirar siempre con mayor objetividad la situación actual del país y las insuficiencias que sufre hoy la población cubana y  que no solo son consecuencias, aunque también, de las actuales agresiones. 

No me he detenido en esta respuesta a repetir argumentos que hemos expresado, escrito y publicado durante más de 25 años, incluido un texto fundamental (no para enseñar nada, quizás simplemente para que quede claro cómo pensamos) que obviamente no es conocido por todos ni tendría que serlo, es un libro llamado “Cuba: la reestructuración de la economía, una propuesta para el debate” publicado en Cuba por la Editorial de Ciencias Sociales en 1995 y con ediciones ampliadas en España, Chile, Venezuela y dos ediciones en inglés en Inglaterra.

El libro fue escrito por tres autores y buenos amigos de vida y de pensamiento (Pedro Monreal, Luis Gutiérrez Urdaneta y yo), bastante polémica y otras consecuencias nos costó en su momento, pero ahí está de manera diáfana y detallada la esencia de lo que pensamos, lo que ha venido después son desarrollos mayores y actualizados de aquel pensamiento original, de aquella propuesta, tomando en consideración las cambiantes circunstancias durante los últimos 25 años. No digo que sea un texto importante, solo digo que expresa de manera seria lo que pensamos y proponemos, de modo que no hay espacio para sorprenderse cuando proponemos y argumentamos e insistimos hoy sobre la necesidad de esos cambios (económicos, jurídicos y sociales) ahora es quizás menos difícil que entonces, en aquel momento no existía la Conceptualización y la nueva constitución.

Ya en aquella propuesta (insisto publicada como libro en Cuba hace casi 25 años) hablábamos de la necesidad de diversificar las formas de propiedad y de gestión y reconocer al mercado como una relación social de producción que no se puede eliminar o reducir a su mínima expresión por decreto, si le cierras la puerta de la economía formal se te cuela por la ventana como mercado negro y te lo altera todo de la peor manera, dispara la inflación reprimida, fomenta la corrupción, etc, etc, acaso no hemos vivido eso ya?! y por lo que observo me temo que lo podríamos volver a vivir, ya no sé si esta vez como tragedia o como comedia o quizás como las dos cosas. Creo que eso sería en gran medida evitable, depende de lo hayamos aprendido y de lo que se haga, si la respuesta es la parálisis y “atrincherarse” -en el peor sentido de la palabra- entonces esa tragedia/comedia y sus consecuencias serían inevitables, creo yo. De ahí que en estos textos nuestros hay también un sentido de urgencia, por mi parte lo he repetido muchas veces, el tiempo es ya una variable crítica.

Para repetir lo que desde entonces hemos planteado y creemos: el mercado es una relación social de producción que acompaña a la humanidad en un periodo muy largo de su historia, el socialismo incluido, corresponde a este también la existencia de un mercado y la presencia de cierto nivel de propiedad privada sobre medios de producción, lo nuevo es que no es el mercado el que define todas las relaciones sociales ni la privada la forma de propiedad más importante y que la planificación estratégica del desarrollo económico y social (no necesariamente la conocida como planificación centralizada) tiene un lugar fundamental. 

Para decirlo de una manera más sintética, lo que define al socialismo no es la supresión del mercado ni la supresión total de la propiedad privada sobre medios de producción, lo que define al socialismo es la supresión de la hegemonía del capital, el interés privado subordinado al interés público, el mercado subordinado a la democracia y la economía subordinada a la política, cuando esta es sensata y responde además de a intereses mayoritarios a las condicionantes objetivas de la realidad, ya decíamos desde entonces que el socialismo no es ni puede ser la primera sociedad no mercantil, sería, quizás, la última de las sociedades mercantiles, a pesar de sus diferencias esenciales con la sociedad y la economía capitalista y neoliberal.

Me alegra que en la última respuesta de Michael a Pedro haya retomado algunas cosas y la necesidad de repensar siempre todo, por ejemplo habla de la necesidad de evitar al máximo posible la salida de divisas del país, lo cual no es posible con prohibiciones administrativas, si no con medidas económicas como las propuestas por varios compañeros y que por mi parte expresé en el artículo “Los emprendedores cubanos y el post panamax”-,que escribí después de una visita a la Zona Libre de Colón.

Hay al menos dos cosas que deben ser discutidas y  superadas del viejo socialismo histórico (y que explican en gran medida su fracaso en Europa) el problema del mercado y el problema de la democracia, sin una mayor discusión sobre esos aspectos y su superación no veo que pueda asegurarse el futuro del socialismo en cualquier lugar, Cuba incluida. Sobre eso debemos seguir pensando y debatiendo, ahí estaremos.

19 de Mayo 2019


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Amigos/
La verdad es la verdad dígala Agamenon o su porquero!
Abrazo a todos
Julio C.


Mesa Lago: "Si Cuba no emprende reformas urgentes, la escasez será peor"
Publicado el Viernes, 17 Mayo, 2019 - 06:05 (GMT-5)

Si Cuba no emprende reformas económicas urgentes, la escasez de productos básicos se agravará y la magnitud de la crisis será impredecible, consideró el profesor Carmelo Mesa Lago, el más prominente analista de la economía cubana en Estados Unidos.

"La única salida que tiene el gobierno de [Miguel] Díaz-Canel para enfrentar esta crisis dentro de los parámetros de la economía socialista, es adoptar el modelo de reformas de China o Vietnam, pero realmente no veo una voluntad de avanzar en esa dirección, sino de aferrarse al continuismo", manifestó Mesa Lago en entrevista con CiberCuba.

El académico cubanoamericano lamentó que en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el pasado abril, la dirigencia política reafirmara el modelo de planificación centralizada y la empresa estatal socialista, solo con atisbos muy ligeros a flexibilizar el trabajo por cuenta propia, y la gestión de las cooperativas de producción y servicio.

"Hablan de planes a largo plazo para producir viandas en 2030, cuando el problema está ahí y las necesitan ahora... Me temo que la escasez va a ser mucho peor", dijo Mesa Lago, catedrático de Economía y Estudios Latinoamericanos, y Profesor Emérito de la Universidad de Pittsburgh.

Mesa Lago es autor de una veintena de libros y monografías sobre el tema cubano, entre los que figuran Breve historia económica de Cuba socialista (1994), Economía y Bienestar Social en Cuba a comienzos del siglo XXI (2003), La economía cubana hoy (2006) y Cuba en la era de Raúl Castro (2012). Ha sido consultor de importantes organismos internacionales como Naciones Unidas, Asociación Internacional de la Seguridad Social, Oficina Internacional del Trabajo y Banco Mundial.

En su opinión, el gobierno debería permitir a los inversionistas extranjeros contratar y pagar directamente a sus empleados, así como prolongar los contratos de usufructo de la tierra por tiempo indefinido.

"Una medida necesaria para salir del agujero sería autorizar a los campesinos privados, los campesinos usufructuarios y los cooperativistas, a producir lo que ellos quieran producir, y a vender a quienes quieran vender", explicó. "Es lo que hacen China y Vietnam, que en cuestión de siete años se convirtieron en autosuficientes en la producción de alimentos". 

Los comentarios de Mesa Lago se producen en momentos en que el gobierno cubano ha anunciado medidas para regular la distribución de alimentos y productos de higiene como parte de un plan de recortes que incluye la reducción del consumo eléctrico y la circulación del transporte. Para la población cubana y algunos analistas son señales inequívocas de un nuevo "período especial", similar al que azotó a la isla en la década de los 90, tras el desplome del bloque soviético.

Sobre la actual encrucijada económica en Cuba, Mesa Lago y el economista Pavel Vidal, residente en Colombia, han elaborado una monografía que publicará este mes el Instituto Elcano de Estudios Internacionales, en Madrid.

El experto opina que la crisis no llegará a los niveles de desabastecimiento y deterioro de hace dos décadas, cuando Cuba vivió la peor crisis desde la Gran Depresión de 1929. Los motivos que le hacen pensar en un impacto menos profundo en la sociedad son la diversificación de los socios comerciales de Cuba, el flujo de las remesas del exterior, el crecimiento del turismo y el alza de la producción petrolera nacional.

Pero Mesa Lago precisa que es un No condicionado al desenlace de la situación de Venezuela, el principal socio comercial de Cuba y puntal de los suministros petroleros a la isla.

"Hay demasiadas incógnitas y nadie puede predecir lo que va a pasar en Venezuela, aunque es obvio que la economía venezolana va a continuar deteriorándose y, a medida que avance el deterioro, más difícil le será enviar bienes y petróleo a Cuba", opinó. "Pero lo que el gobierno cubano debe tener claro es que ni Rusia ni China van a remplazar el papel de Venezuela.... No lo pueden hacer y no lo van a hacer".

Un punto álgido de la crisis cubana radica en los pagos de la deuda externa, según el académico. En 2015, Cuba logró que los 14 países acreedores del Club de París le condonaran unos $8,484 millones de dólares de los más de $11,000 que debía, con el compromiso de pagar los $2,600 millones restantes en un plazo de 18 años. 

"En la situación actual, cada vez se le hará más difícil amortizar esa deuda y es posible que en algún momento dejen de pagarla", expresó Mesa Lago. "Lo que sucede es que cada año el interés va escalando, y cumplir los pagos tiene un costo muy alto, porque se han visto obligados a reducir importaciones, entre ellas de alimentos".

Cuba paga unos $2,000 millones de dólares anuales a sus acreedores del Club de París. En una reciente sesión parlamentaria, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, admitió que el país no tendrá la capacidad para cumplir con todos sus compromisos de deuda en 2019, debido a complicaciones económicas internas, lo que obligará a establecer prioridades de pago.

Mesa Lago considera además que las arcas cubanas pudieran verse sensiblemente afectadas si la administración Trump decide limitar los viajes de cruceros, fuente del 48 por ciento de los visitantes estadounidenses que llegan a la isla. El pasado abril, la Casa Blanca anunció que recortaría las categorías autorizadas por el Departamento del Tesoro para las visitas de estadounidenses a Cuba.

"Eso tendría un impacto demoledor en medio de la caída del turismo europeo y la reducción de los visitantes de Canadá", dijo el analista.

Fragmentos de la monografía El impacto en la economía cubana de la crisis en Venezuela y las políticas de Trump, de Carmelo Mesa Lago y Pavel Vidal, que se presenta este mes en España:

En nuestra opinión, el impacto no sería tan fuerte como en el Periodo Especial por las razones siguientes: 

1) Cuba ha diversificado substancialmente sus socios comerciales, su intercambio comercial con la URSS alcanzó 72% en 1987, mientras que con Venezuela fue de 44% en su cúspide (19% en 2017).

2) en 1990 no había remesas enviadas por cubanos en el exterior, pero las mismas aportaron $3.515 millones en 2017 (la segunda entrada en divisas de Cuba).

3) el turismo internacional era exiguo y también el ingreso correspondiente: en 1989 hubo 270.000 turistas que dejaron $168 millones mientras que en 2018 hubo 4,7 millones de turistas que aportaron $3.325 millones (el tercer ingreso en divisas)

4) la producción de petróleo ha aumentado tres veces, de 718.000 toneladas en 1989 a 2.500.000 toneladas en 2018, reduciendo la dependencia en la importación de 98% a 50%--aunque la producción menguó desde 2010.

5) el sector privado era muy pequeño y hoy equivale a 20% de la fuerza laboral y aporta alrededor de 12% del PIB, aunque sería afectado por la falta de insumos ; 

6) en 1990, las relaciones económicas con la URSS representaban el 28,2% del PIB mientras que actualmente con Venezuela representan el 12,4%, es decir, alrededor de 16 puntos menos. 

Por otra parte,Cuba perdería su principal fuente de divisas que es la compra de servicios profesionales por Venezuela, así como el suministro de 47.000 barriles de petróleo diarios (que cubren la mitad de sus necesidades y costaría $1.800 millones anuales), así como cargamentos rusos que ha financiado Venezuela.

Además, en 1989 la economía cubana estaba muchísimo mejor que en 2019 (hoy sufre un agudo desabastecimiento), de ahí que ha habido un deterioro considerable antes del shock que provoque la crisis, por lo que habría un efecto nocivo en el consumo, los servicios sociales, la electricidad, etc. También sería políticamente más difícil de manejar la crisis porque Fidel Castro ya no está y las grandes expectativas de que las reformas estructurales de Raúl Castro mejorasen la economía y el nivel de vida no se materializaron, creando descontento en la población. 
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Por Michael Vazquez Monte de oca.

Julio

Es verdad, lo hemos dicho muchas veces y por eso hay que actualizar algunas cosas. Gracias al gobierno de Trump la guerra económica contra nosotros se ha arreciado y no podemos contar con todo el apoyo de Venezuela lo que nos obliga a un mayor control de los recursos por lo que, me parece, que el momento de los cambios más drásticos se ha aplazado. Por otra parte, las ideas de libre mercado envueltas en papel de celofán por estos dos señores aqui no proceden. Por ejemplo la libre contratación del personal por el empresario extranjero y el libre mercado para los productos agropecuarios. Creo que todos sabemos que la libre contratación hará más dependientes a los trabajadores cubanos de los intereses de sus empleadores extranjeros que no siempre coinciden con los nuestros y el libre mercado de productos agropecuarios dejara a la población sin protección frente a la oferta y la demanda afectando a los que tienen menos recursos como ya esta pasando en los mercados controlados por los intermediarios privados como el famoso de 19 y B. afectando también el consumo social en hospitales, comedores populares. etc. Las experiencias de China y Vietnam han agudizado las diferencias sociales y el crecimiento económico ha significado la concentración de la riqueza y la sobre explotación para la mayoría;todos lo que han pasado por allí lo han visto y lo saben aunque no lo quieran ver o reconocer fascinados por la vitrina de las luces y el consumismo.

Claro que no todo es blanco y negro y hay sus matices.

Para finalizar, para los que no lo oyeron o no tienen la posibilidad de leerlo les ofrezco extractos del importante discurso de Machado Ventura ayer relacionado con los problemas de nuestro campo.

Discurso pronunciado por José Ramón Machado Ventura, Segundo en el acto por el aniversario 60 de la firma de la Ley de Reforma Agraria, en Granma, el 17 de mayo de 2019, «Año 61 de la Revolución».

Con Fidel aprendimos también que la Reforma Agraria constituía un acto de justicia, era una deuda inaplazable y, además, un paso imprescindible en el camino del desarrollo económico y en la edificación de una sociedad justa, equitativa, libre y unida.

De inmediato, con la tenacidad y pasión que lo caracterizaban, puso todo su empeño en transformar la triste realidad del campo cubano, en fundar cooperativas, otorgar créditos, suministrar los insumos necesarios, asegurar mercado y precios justos a los frutos de la tierra; en construir comunidades, caminos, nuevas instalaciones productivas y de servicios, escuelas, instituciones de salud, salas de video, en fin, tantas que no es posible enumerarlas.

Una de las lacras a erradicar, y no exagero al decir que la principal, era la injusta y anticubana distribución de la tierra. Latifundistas nacionales y extranjeros se habían adueñado de más del 70 % del territorio agrícola del país. Ello era causa decisiva de la pobreza generalizada en el campo cubano. La inmensa mayoría de nuestros campesinos cultivaban la tierra como aparceros, tercedarios o, peor aún, muchos pobladores de las áreas rurales eran jornaleros temporales que trabajaban por unos pocos centavos y sin ningún derecho, precaria posibilidad que además solo existía durante unos pocos meses del año.

En el aspecto social, en Cuba los analfabetos representaban el 23,6 % de la población, algo terrible, pero en las zonas agrícolas dicha proporción se acercaba al 42 % y en la entonces provincia de Oriente la mitad no sabía leer ni escribir, y seguramente la situación era aún peor entre los serranos. Las cosas hubieran seguido así de no ser por la Revolución, pues si en el país solo asistían a las escuelas algo más del 52 % de los niños, en los campos lo hacía apenas el 35 %, por no existir realmente las escuelas.

El panorama en la salud era aún más desolador. La asistencia médica era casi inexistente en el campo y en las serranías sencillamente no existía. La presencia de un médico no era incluso un reclamo de quienes vivían alejados de los poblados, por parecerles algo inalcanzable. Según estadísticas de la época, las que casi siempre –para no ser absolutos– falseaban los indicadores y, aún así,
reflejaban que el 91 % de los habitantes de las zonas rurales estaba desnutrido, la gran mayoría padecía de parasitismo –por experiencia, digo que prácticamente todos, en especial los niños– y muchos campesinos estaban enfermos o sufrían las secuelas de la tuberculosis, el paludismo o la fiebre tifoidea, por solo mencionar algunas de las muchas enfermedades que sembraban la muerte en nuestros campos.

Con la electricidad ni siquiera se soñaba, casi el 90 % de los bohíos –la mayoría de pisos de tierra– se iluminaban con chismosas, y ni mencionar refrigeradores, televisores ni nada semejante.

Ese pasado jamás volverá a Cuba, pero es importante que cada compatriota lo conozca.



Cualquier valoración que parta de un mínimo de información objetiva y de al menos una pequeña cuota de decencia, concluirá que la situación actual es, de modo irrefutable, incomparablemente mejor en todos los sentidos a la existente seis décadas atrás, incluyendo las carencias que mayor insatisfacción hoy producen.

No es lo mismo una carretera con baches que un trillo que, si llovía, era intransitable para los caballos y hasta para los mulos; no resulta posible comparar los problemas de mantenimiento de las escuelas con la ausencia total de estas; no es igual que la atención al consultorio médico presente alguna dificultad en determinado momento, a ni siquiera soñar con su existencia.

Estos y otros muchos progresos, que por cotidianos llegan a verse como normales, los trajo solo el socialismo a nuestros campos (Aplausos). Son el fruto de una Revolución que situó en lo más alto la dignidad plena de cubanas y cubanos y dio al campesino el lugar que siempre mereció.

Ello no significa ignorar las dificultades que enfrenta la población de nuestros campos, sobre todo en las montañas. El país está consciente de ellas y se esfuerza por eliminarlas en la medida en que se disponga de los recursos necesarios. Lo hace cada día pese a los muchos y grandes obstáculos que impone el bloqueo y al resto de las medidas agresivas del imperio, que, como nuestro pueblo conoce, se han incrementado de una manera considerable y el actual Gobierno de Estados Unidos amenaza con seguirlo haciendo.

Solo 13 compañías azucareras de ese país poseían 1 200 000 hectáreas.
Entre todas eran dueñas del 55 % de nuestras tierras agrícolas, adquiridas a precios irrisorios, aprovechando de manera oportunista la ocupación militar yanqui en 1899.

La historia patria constituye un arma poderosa cuando hoy asumimos retos no menos difíciles, en circunstancias que imponen elevar los resultados económicos con una mayor eficiencia, en especial en la producción de alimentos, el aumento de las exportaciones y la sustitución de importaciones, y el aseguramiento de los servicios básicos a la población, sin descuidar en lo más mínimo ni por un
instante la defensa.

Jamás lograrán rendir por hambre a este pueblo. ¡Ahí están las mujeres y hombres de nuestros campos para impedirlo! Ya lo hacen hoy con redoblado esfuerzo, voluntad y, sobre todo, con inteligencia y mayor organización, para que no quede ni un palmo de tierra sin sembrar y producir cada vez más alimentos, buscando la mejor solución ante cada recurso que pueda faltar.

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Estimado Michel:

Gracias por compartir tus criterios sobre temas muy importantes.

Trataré de anotar críticamente, de manera sucinta y camaraderil, algunas cuestiones:
  1. En las condiciones actuales, enquistarse en el modelo actual -que se reconoce que no es funcional- no va a resolver el problema. La agresión va a funcionar en caso de que se mantenga el modelo, no porque este se transforme. Si no me equivoco esta es la posición oficial actual: seguir cambiando el modelo.
  2. Descentralización, mercado y diversidad de formas de propiedad son componentes importantes de la transformación. Si se refrena el avance en esos componentes no habrá transformación. Toma el caso de algo crucial como es la alimentación. Un altísimo porciento de renglones claves de la producción nacional de alimentos provienen del sector privado (aproximadamente 80% de las viandas y hortalizas). Un alto porciento de la eventual sustitución de importaciones de alimentos tendrá que venir del sector privado. No hay forma en que todo eso funcione con relaciones que no se apoyen en el mercado y con un marco muy favorable (no solamente adecuado) para el sector privado.
  3. El actual esquema de mercados agropecuarios está muy mal concebido. Entre otras cosas, fomenta la colusión de precios. La responsabilidad es estatal, pues allí es donde se han originado, hasta ahora, nociones equivocadas de regulación de ese mercado. Es difícil encontrar casos de mercados tan mal concebidos como el mercado agropecuario cubano. Lo digo con pesar.
  4. El asunto de una supuesta diferencia positiva de Cuba en materia de desigualdad, en comparación con China y Vietnam, necesita al menos dos aspectos que nunca he visto en la mayoría de las “conversaciones” (no son análisis) que a veces se hacen en Cuba sobre el tema. Se necesita tener en la mano indicadores de desigualdad (Gini, Palma, etc.) así como los indicadores que permitan evaluar la correlación entre desigualdad y pobreza. En el caso de China y Vietnam están disponibles esos indicadores. En el caso de Cuba no están disponibles. Lo que sabemos de China y de Vietnam es que se produjo un incremento de desigualdad, pero estuvo acompañada de una reducción impresionante del nivel de pobreza. Se sabe además que el índice de desigualdad ha registrado reducciones en años recientes, aunque se mantiene a niveles altos. El asunto es que es probable (pero no lo sabemos con certeza) que los índices de desigualdad en Cuba sean muy parecidos a los de China y Vietnam, (alrededor de un Gini de 0.50) con la diferencia de que los índices de pobreza en Cuba (que tampoco lo sabemos con certeza, pero que pueden ser estimados aproximadamente) no solamente son muy altos, sino que pudieran seguir creciendo (el cálculo que hice es de 50%). Se trata de un tema en el que Cuba difícilmente salga bien parada en una comparación con China y con Vietnam. Para nada estoy diciendo que todo funcione bien en esos dos países y mucho menos digo que haya que “copiar” de ellos. Me he limitado a comentar aquí el tema de la desigualdad.
  5. Acerca de las objeciones a la libre contratación de los trabajadores por parte del empleador extranjero, nunca he visto una fundamentación bien razonada. Es cierto que los intereses del capital extranjero no coindicen con el interés nacional en muchos aspectos, pero eso no puede ser válido solamente para algunas cosas y no para otras. ¿Es válido para justificar que se impida la contratación directa, pero no es válido para impedir que se le entreguen importantes activos estatales para que los gestionen? Desde el momento en que empezaron a contratarse obreros indios para la construcción de hoteles (a los que se les paga en divisas) todas esas objeciones a la contratación directa de cubanos son muy cuestionables. ¿Cuál la objeción fundamental a que se le pague 1000 CUC a un obrero cubano cuando se le paga 1000 USD a un obrero indio?
  6. Sobre los precios de 19 y B, ya he comentado antes la disfuncionalidad esencial de los mercados agropecuarios. El problema no son los intermediarios sino la regulación deficiente que permite que eso ocurra.
  7. Finalmente, y lo digo con todo respeto, no entiendo bien toda esta reciente atención que se le dedica a la metodología del plan 2020, cuando todavía quedan 8 meses dificilísimos de 2019 que hay que gestionar. A veces creo que no se entiende que el país atraviesa una crisis de seguridad alimentaria (no digo “hambruna” ni crisis humanitaria) y eso exige una atención especial y priorizada que requiere en plazos inmediatos no solamente acciones en la esfera del comercio sino también de la producción. La conmoción social ya existe en algo tan sensible como la alimentación. El área del modelo donde más urge, ahora mismo, una transformación es en la producción agropecuaria y sus actividades conexas. Se necesita un funcionamiento mucho mas descentralizado que hoy. Pero también incluye apoyo con inversión. Yo aquí siempre hago la pregunta siguiente: ¿Por qué se continúa invirtiendo millones dólares para aumentar el exceso de capacidad del turismo cuando existe una aguda penuria de activos para producir alimentos? ¿De qué manera debe pensarse que eso es un ejemplo de centralización racional?
Resumiendo, existe mucha evidencia que permite pensar que la cuestión hoy consiste en manejar sin mirar mucho para el retrovisor. 

Un abrazo,


Pedro
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Estimado Pedro

Te agradezco tus importantes comentarios que sobre todo porque son más importantes en la medida en que hacen pensar.

1- Es verdad que coincidimos en que los Lineamientos y la Conceptualización recogen lo que de manera racional es necesario hacer ahora y en los años venideros para seguir adelante con el proyecto de socialismo prospero y sostenible. El asunto esta en que el bloqueo de la administración Trump se ha agudizado, particularmente en el aspecto financiero y todo hace prever que se agudizara más por lo que yo pienso que la administración de las divisas de que dispongamos sera indispensable mantenerla de forma centralizada aunque no en términos absolutos sino quizás dejandole a los Gobiernos Provinciales, Municipales y las Empresas un margen para una reproducción del capital de manera limitada. Seguramente los recursos irán donde haya un margen de mayor eficiencia productiva, se exporte o se sustituyan importaciones, muchas veces con el esquema del ciclo cerrado.

2- Otro aspecto preocupante es el cambio de la moneda a las divisas convertibles. No creo que el país pueda permitirse que sigan saliendo millones de dolares en manos de la población hacia el exterior.

Lamentablemente creo que algo se hará al respecto, aunque lo mejor o lo menos malo sea que todo el que reciba divisas tenga un mercado interno preferencial, digamos como una Zona Libre de Impuestos.Eso quizás nos lleve más rápido a la eliminación del CUC y de las TRD o sea compra en CUP y cambio forzoso de divisas a CUP a una tasa igual a la actual.Las Empresas se mantendrán como hasta ahora, quizás con un trato preferencial para las exportadoras y las que sustituyen importaciones independientemente de su rentabilidad que sera subsidiada porque lo que interesa es el ingreso de divisas frescas sin importar el costo en CUP.

3- Aclaro que no son cosas que deseo sino que las veo venir o ya están en una situación de economia de guerra de carácter temporal pero que agudizara quien sabe porque tiempo.

3- Lo que para mi esta claro es que se aplicaran las medidas necesarias para que la revolución sobreviva tratando de que la población no sea afectada más de lo imprescindible. De ahí lo que decía que se evitaran conmociones drásticas como la modificación a la baja del tipo de cambio y disminución de ingresos de Empresas aunque sean irrentables para evitar desempleo ademas de controles de precios.

4- Sobre estos temas ahora nuevamente queda mucho por decir ya que la presión externa no es nueva sino más grave y se agravara más aún porque Trump tiene todavía tela por donde cortar, más aún si en Venezuela se produce una guerra civil aunque ahora parece estar distraído con Iran y su conflictos con China y Rusia. Como el Sr. es impredecible veremos que rumbo coge.

5- Estas son consideraciones generales y no coinciden siempre con mis deseos sino con inquietudes que expreso para que los que más conocimientos tienen, como en tu caso, puedan aportar posibles soluciones que, aunque quizás no se apliquen, sirvan para despejar dudas y ayudar a los demás a que se orienten.

Por ahora es todo lo que puedo decir. Sobre China y Vietnam solo agregar que los que conocen el tema por haberlo vivido me dicen que los logros macroeconomicos alcanzados se basan en enormes sacrificios, sobre todo de la población rural que emigra a algunas ciudades en busca de progreso y son sometidos a condiciones laborales de sobreexplotacion similares a las que observo Engels en Inglaterra en el siglo XIX. Igualmente los Indios que trabajaron aquí en la construcción que son mas eficientes que los trabajadores nuestros porque no roban y trabajan con más calidad y rapidez ya que no les queda otro remedio.Cuando aprendan con muchos de los nuestros a robar y trabajar a media capacidad quizás se queden en Cuba.

Afectuosamente

Michael Vázquez

Continuidad y ruptura


Por Fidel Vascós González, Segunda Cita 

SÁBADO, 18 DE MAYO DE 2019 

Son dos términos ligados indisolublemente entre sí de la dialéctica materialista. El uno no existe sin el otro. En el desarrollo de los procesos sociales, la continuidad garantiza el legado positivo de lo viejo que se mantiene en lo nuevo y la ruptura transforma lo que debe ser cambiado de lo viejo para dar paso a lo nuevo. En la transición cubana de hoy, ha hecho bien nuestro Presidente Miguel Diaz-Canel Bermúdez en subrayar la continuidad de la política revolucionaria que llevará a cabo en su mandato. Con esta declaración asegura que, por mucho que cambien las circunstancias, se mantendrán inalterables los principios de nuestro socialismo mantenidos por la dirección histórica de la Revolución, encabezada por Fidel y Raúl, en cuanto a la defensa intransigente de la independencia y soberanía nacionales, la justicia social, la solidaridad internacional, el antiimperialismo y la lucha por la paz, entre otros. Ello no niega la necesidad de romper determinados aspectos de lo viejo que ya no se ajustan al momento histórico que estamos viviendo, y sustituirlos por lo nuevo. 

No pocos temas se incluyen entre todo lo que debe ser cambiado. En esta ocasión me referiré al contenido y forma del sistema de planificación y gestión de la economía en las empresas estatales. Pero antes de entrar en materia, debo destacar una advertencia inicial. La organización de las entidades económicas no define si una sociedad es socialista o capitalista. Referirse solo a la economía para decidir la clasificación de un régimen social es, en cuanto al socialismo, una consideración reduccionista. El socialismo es mucho mas que eso. En su concepción debe valorarse, entre otras consideraciones, la intencionalidad humanista presente en sus políticas, la adecuada correlación entre lo individual y lo colectivo, la solidaridad internacional, la justicia social imperante, la participación activa del pueblo en los asuntos económicos, sociales y políticos, la seguridad ciudadana, el estricto cumplimiento de la ley, la lucha por la paz y la protección del medio ambiente. El socialismo se caracteriza mas por la distribución que por la producción. Por todo ello, es perfectamente posible promover la marcha hacia una sociedad socialista utilizando elementos de la organización económica que aplica el capitalismo. 

Aclarado esto, pasemos a la propuesta que intento formular. 

Cuando existía la URSS y Cuba era miembro del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), era correcto que el gobierno y los ministerios ejercieran un control administrativo casi absoluto sobre las empresas estatales, las cuales prácticamente no tenían autonomía alguna. El plan central les determinaba los proveedores, los clientes y los precios a los que podían comprar y vender. En realidad, quienes decidían en la gestión empresarial eran los funcionarios estatales de los organismos balancistas de cientos de los más importantes bienes materiales que circulaban en el país. Entre los organismos balancistas se destacaban la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN), el Comité Estatal de Abastecimiento Técnico Material (CEATM) y el Ministerio del Comercio Interior (MINCIN). 

El balance de los bienes consistía en establecer un equilibrio entre la fuente y el destino de cada producto en cuestión. Del lado de la fuente se incluía la producción, la importación y la reducción de sus inventarios en el país; mientras que del lado del destino se precisaba le exportación, el consumo y el aumento de inventarios. El organismo balancista elaboraba el balance nacional del producto que tenía asignado y lo desagregaba por cada ministerio y órganos locales del Poder Popular. Estos, a su vez, desagregaban el balance a cada empresa bajo su administración. 

El método funcionaba muy bien en las condiciones de Cuba cuando era miembro del CAME. Recordemos que en aquella época, el 85% del comercio exterior de la Isla se hacía con la Unión Soviética y los demás países socialistas. El monto y los precios de los bienes que se intercambiaban se fijaban para un quinquenio y se desagregaban por años. Lo mismo ocurría con las inversiones que se contrataban y su financiamiento. Este método de trabajo daba a Cuba una estabilidad económica muy ventajosa, lo que le permitió alcanzar logros de importancia para el país. 

En el período 1981 – 1985, cuando ya estaba madurando la aplicación de esta metodología de planificación, la economía creció a un ritmo promedio anual de 7,3%, muy por encima del 5% previsto. La industria aumentó a una tasa del 8,8%, las inversiones fueron 34,2% mayores que en el quinquenio anterior; la productividad del trabajo se incrementó a un ritmo anual del 5,2%. En el Informe Central al III Congreso del PCC, su Primer Secretario Fidel Castro Ruz expresó textualmente: “El año 1985 fue, sin duda, el de mayor ahorro y eficiencia y el de mejores resultados económicos de la Revolución…”. 

En el mencionado Informe Central también se criticaron deficiencias y fallas habidas en el período y se formularon indicaciones concretas para superarlas, lo que se comenzó a realizar en el quinquenio 1986 – 1990. Pero las graves contradicciones internas ya existentes en la URSS y el campo socialista se agudizaron, lo que unido también a la influencia de negativos factores externos, condujo a la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y a la desintegración de la Unión Soviética en diciembre de 1991. El sistema de planificación y gestión económicas que se venía aplicando en nuestro país entró en crisis, comenzando entonces el Período Especial en Tiempos de Paz. 

En la actualmente proclamada reforma de la empresa estatal, hay que tener en cuenta que ya no existe el campo socialista como lo conocimos y Cuba vive inmersa en un mundo globalizado con una mayoría de países capitalistas donde predominan las tendencias neoliberales. A consecuencia de ello, el sistema de planificación y gestión económicas aplicado en Cuba cuando existía la URSS ya no se corresponde con el momento actual y obstaculiza el aumento de la producción, de las exportaciones y de la sustitución de importaciones, así como de la eficiencia empresarial. El estilo y método de dirección de nuestra empresa estatal tienen que ser cambiados. 

Los ministerios no deberían seguir administrando las empresas estatales como lo hacen hoy, sino asumir otro tipo de funciones más estratégicas. La empresa debe tener plena autonomía en su gestión de manera que ella misma identifique sus clientes y suministradores, estableciendo con ellos contratos donde se estipulen, entre otras condiciones, los precios de los productos y servicios. También debería mantener autonomía en sus decisiones financieras y exportar e importar bienes y servicios directamente sin someterse al monopolio estatal del comercio exterior. En este último aspecto, la función del Estado consistiría en regular y controlar las relaciones económicas externas, pero no administrar la gestión empresarial de este sector. 

En general, el Estado asumiría otro tipo de funciones más estratégicas en la dirección global de la economía y en el desarrollo científico y tecnológico del país. Algunos pocos productos se mantendrían en los balances centralizados del Estado, principalmente los energéticos. También el Estado mantendría control directo de las grandes inversiones. 

En el intento para lograr las buenas maneras de actuación en las empresas, nos hemos acostumbrado a utilizar casi exclusivamente la motivación política y moral entre los trabajadores. La práctica indica que ello no es suficiente. Ahora se hace necesario que el colectivo laboral también se sienta comprometido materialmente en los resultados de la gestión de la empresa y asuma una mayor participación en su dirección ejecutiva. 

Lo que propongo es que las empresas estatales elaboren y aprueben ellas mismas su plan de negocios y no dependan de cifras directivas decididas centralmente “desde arriba”. El Estado puede tener prioridad como cliente de las empresas, pero por vía de los precios a los que compra y el cumplimiento de los contratos con las empresas, y no por decisiones administrativas solamente. En el perfeccionamiento de nuestra empresa estatal, habría que tener como referencia las experiencias exitosas de empresas públicas y privadas de otros países. 

Cuando el colectivo laboral de la empresa estatal cubana esté más comprometido en la gestión económica de su corporación, participe directamente en los éxitos de la empresa y los vean reflejados en sus bolsillos, así como sufran también en sus bolsillos los problemas que aquejan a la empresa, tengo el criterio de que velarían con mas ahínco y actuarían con mas rigor para elevar la eficiencia económica y por impedir los robos y otros males a los que hoy nos enfrentamos. En estas nuevas condiciones, habría que desarrollar la legislación que norma la actuación de las empresas, incluyendo, entre otras, la promulgación de una Ley de Bancarrota, también extendida al sector no estatal. 

Dentro de mi sugerencia se incluye que la denominada “empresa estatal socialista de propiedad de todo el pueblo” debería dar paso a la “empresa pública de propiedad por acciones” donde el Estado podría tener el 100 por ciento o una parte de ellas en combinación con accionistas, que pudieran ser personas naturales o jurídicas, estatales o no estatales, tanto nacionales como extranjeras. Desde luego que esta transición de la actual empresa estatal a empresa pública lleva tiempo, debe realizarse en forma paulatina y con el consenso de los trabajadores involucrados. 

Parece también conveniente tomar como referente el método de dirección de las cooperativas, tanto pequeñas y medianas, como grandes. En este caso, un ejemplo a investigar es la cooperativa Mondragón, con sede en el País Vasco. En esta cooperativa laboran más de cien mil trabajadores, 82 mil de ellos son socios cooperativistas y dos mil se dedican exclusivamente a Investigación y Desarrollo (I + D). En los centros de enseñanza incluidos en su estructura organizativa se preparan once mil alumnos, de ellos, cuatro mil estudian en la universidad de la cooperativa. Los ingresos anuales de la entidad se elevan a doce mil millones de Euros, de los que la mitad se captan en sus filiales en el extranjero, una de ellas en Cuba. En las cooperativas, la Asamblea General es el órgano máximo de dirección, que aprueba el plan en todas sus partes, incluyendo su comercio exterior; el monto de los ingresos del personal; elige al Presidente de la cooperativa y a otros cargos de responsabilidad, entre otras funciones. 

En las nuevas condiciones que propongo para las empresas estatales, se necesitaría elevar la eficiencia de los sistemas del Estado en sus funciones legislativa, ejecutiva y judicial, con vistas a lograr una mayor ampliación y profundidad en sus tareas de regulación y control de las actividades económicas y sociales. A su vez, se requeriría perfeccionar la labor política e ideológica del Partido, sobre todo en cuanto a la educación moral de todo el pueblo, en especial de los trabajadores, de manera que la aplicación de la estimulación material directa no se contraponga a su conciencia y actitud revolucionarias y se reafirme la función social de las entidades económicas. 

La Habana, 15 de mayo de 2019



El comercio mundial se derrumba a niveles de la crisis 2008/2009

Por Marco Antonio Moreno

La guerra comercial entre EEUU y China y la disminución del comercio mundial amenaza con dar una vuelta de campana al tan esperado repunte de la economía global. Justo cuando aparecían señales de una posible recuperación, las tensiones comerciales han resurgido como una amenaza creíble y significativa para el ciclo económico. Incluso antes de las últimas escaramuzas de la guerra comercial, el crecimiento global y el comercio estaban sufriendo, hecho confirmado por los sombríos datos económicos de China del mes de abril, que mostraron que la producción industrial, las ventas minoristas y la inversión disminuyeron más de lo que se había pronosticado.

Un deterioro similar se observó en Estados Unidos, donde las ventas minoristas disminuyeron inesperadamente, mientras que la producción industrial cayó por tercera vez en cuatro meses. Y si bien la economía alemana creció un 0,4% en el primer trimestre, las perspectivas siguen siendo frágiles para toda la economía europea. Un estudio de Bloomberg Economics calculó que aproximadamente el 1% de la actividad económica mundial está en riesgo por la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Casi el 4% de la producción china se exporta a EEUU y cualquier impacto a sus fabricantes repercutirá a través de las cadenas de suministro regionales con Taiwán y Corea del Sur. Los envíos estadounidenses a China son más limitados, pero representan el 5,1% de su producción agrícola y el 3,3% de sus producción industrial.

La mejor manera de visualizar cuan seria es la amenaza al flujo global del comercio, y a la economía mundial en general, se presenta en esta gráfica que muestra tres categorias de datos: í) Exportaciones globales: son las más débiles desde la crisis 2008/2009; Exportaciones a los países avanzados (son las más débiles desde 2009); y Exportaciones a la Unión Europea: se acercan a los mínimos de 2009. En resumen, incluso antes de la última escalada de aranceles anunciada por Donald Trump, ya el comercio mundial había caído a niveles que no se veían desde el año 2009. Lo que indica que con los nuevos aranceles el castigo será mucho mayor. A medida que la guerra comercial avanza el desplome económico se hace imparable y fuera de control.

La teoría económica de Donald J. Keynes

El desempleo es bajo porque los republicanos utilizan un gasto deficitario que afirmaban que destruiría EE UU

PAUL KRUGMAN
17 MAY 2019 - 17:07 CEST


El líder de la minoría demócrata del Senado, Chuck Schumer. Bill Clark BILL CLARK

En la noche de las elecciones de 2016 me equivoqué y predije que con Trump se produciría una recesión. Pero me di cuenta rápidamente de que la consternación política me había nublado la razón y retiré la predicción tres días más tarde. “Al menos es posible”, escribía el 11 de noviembre de 2016, “que unos déficits presupuestarios más grandes, en todo caso, refuercen brevemente la economía”.

En lo que no caí en aquel momento fue en lo grandes que llegarían a ser los déficits. Desde 2016, el Gobierno de Trump ha aplicado en la práctica esa clase de enorme estímulo fiscal por el que los seguidores de John Maynard Keynesabogaban cuando había un desempleo elevado, pero que los republicanos bloqueaban.

Al contrario de lo que Donald Trump y sus partidarios afirman, no se está produciendo una expansión sin precedentes. La economía estadounidense creció el año pasado un 3,2%, una tasa de crecimiento que no se había visto desde... 2015. El empleo ha aumentado de manera constante desde 2010, sin ninguna interrupción en la tendencia después de 2016. Así y todo, este largo periodo de crecimiento ha hecho que la tasa de desempleo disminuya hasta niveles que no se veían desde hace décadas. ¿Cómo ha sucedido eso y qué nos dice? La fortaleza de la economía no refleja un cambio radical en el déficit comercial estadounidense, que sigue siendo alto. Y tampoco refleja un enorme auge de la inversión empresarial, que prometieron los defensores de la bajada de impuestos de 2017, pero que no se produjo. Lo que está impulsando ahora a la economía es más bien el gasto deficitario.

Los economistas usan a menudo el déficit presupuestario ajustado cíclicamente —una estimación de cuál sería el déficit con pleno empleo — como un indicador aproximado de cuánto estímulo fiscal está proporcionando el Gobierno. Según ese indicador, el Gobierno federal está inyectando ahora el mismo dinero en la economía que hace siete años, cuando la tasa de desempleo era superior al 8%.

La explosión del déficit presupuestario no es solo consecuencia del recorte fiscal. Después de que los republicanos se hiciesen con el control de la Cámara de Representantes en 2010, obligaron al Gobierno federal a aplicar la austeridad, reduciendo el gasto a pesar del elevado desempleo y de los bajos costes de endeudamiento. Pero cuando Trump llegó a la Casa Blanca, de repente estaba bien otra vez gastar (siempre y cuando no fuese para ayudar a la gente pobre). Concretamente, el gasto discrecional real —los gastos que no corresponden a la Seguridad Social, Medicare y otros programas del colchón de seguridad— se ha disparado después de años de descenso.

Por tanto, la constante fortaleza de la economía no tiene ningún misterio: es algo keynesiano. ¿Pero qué hemos aprendido de la experiencia? Desde el punto de vista político, hemos aprendido que el Partido Republicano es extremadamente hipócrita. Después de despotricar durante la época de Obama sobre los peligros de la deuda y la inminente amenaza de la inflación, el partido abrió alegremente el grifo en cuanto tuvo a un hombre suyo en la Casa Blanca. Todavía se ven noticias en las que se describe a destacados republicanos como “halcones del déficit”, y que tratan de descifrar su actitud relajada ante el torrente actual de números rojos. Venga ya, todo el mundo sabe de qué iba todo aquello.

Más allá de eso, ahora sabemos que el largo periodo de desempleo elevado que siguió a la crisis financiera de 2008 se podría haber evitado fácilmente. Aquellos de nosotros que avisamos desde el principio de que el estímulo de Obama era demasiado pequeño y efímero, y de que la austeridad estaba entorpeciendo la recuperación, estábamos en lo cierto. Si hubiésemos estado dispuestos a proporcionar en 2013 el mismo tipo de ayuda fiscal que estamos proporcionando ahora, el desempleo ese año habría sido probablemente inferior al 6%, y no del 7,4%.

Pero en aquel momento, la que yo solía llamar Gente Muy Seria esgrimía muchas razones para no hacer lo que los manuales de economía decían que debíamos hacer. La GMS decía que había una crisis de deuda, aunque el Gobierno estadounidense podía endeudarse a unos tipos de interés increíblemente bajos. Decía que el desempleo elevado era “estructural” y que no se podía solucionar aumentando la demanda. En concreto, los trabajadores no tenían la cualificación necesaria para una economía moderna. Ninguna de estas afirmaciones era cierta, pero junto con el obstruccionismo republicano, contribuyeron a retrasar la vuelta al pleno empleo durante muchos años.

Entonces, ¿son buenos los déficits de Trump? Resulta que hace dos años, Estados Unidos estaba más lejos del pleno empleo de lo que la mayoría de la gente pensaba, de modo que el estímulo fiscal está justificado incluso ahora. Y los riesgos de endeudamiento son mucho menores de lo que afirmaba la Gente Muy Seria.

Sin embargo, si vamos a generar deuda, debería ser por un buen fin. Podríamos emplear los déficits para reconstruir nuestras decrépitas infraestructuras. Podríamos invertir en los niños asegurándonos de que reciben una atención sanitaria y una alimentación adecuadas y sacándolos de la pobreza.

Pero los republicanos siguen bloqueando cualquier gasto útil. Los republicanos del Senado se oponen no solo a las inversiones en infraestructuras, sino que el Gobierno de Trump propone recortes en las ayudas a los niños, especialmente en atención sanitaria y educación. Por lo visto, los déficits solo son buenos si se generan para conceder enormes exenciones tributarias a las empresas, que emplean el dinero para recomprar sus acciones. De modo que esa es la historia de la economía en 2019. El empleo es elevado y el desempleo bajo porque los republicanos han adoptado el tipo de gasto deficitario que afirmaban que destruiría Estados Unidos cuando los demócratas estaban en el poder. Pero ese gasto no se está empleando en ayudar a los necesitados o en hacernos más fuertes a la larga.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía.

© The New York Times, 2019.

Traducción de News Clips