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domingo, 29 de marzo de 2020

Coronavirus en el mundo y Cuba 29.03.2020. Comentario HHC







Comentario HHC: El por ciento promedio diario de crecimiento de los casos confirmados hasta el presente es del +26.03 % . Así, no es lineal el comportamiento , mas bien irregular , ejemplo el 27/03 el crec. fue +19.40 %, el 28/03  fue de +48.75 %  el día que mayor creció,  y el 29/03 fue del + 16.81 %. Las causales  de este comportamiento debería explicarlas el MINSAP.

¿Que precio pagará Occidente por no aprender de China en su lucha contra el coronavirus?

29 marzo, 2020 Por obsadmin 

Martin Jacques, profesor de historia económica en el King’s College de Cambridge. Inglaterra

Durante el mes de enero, la embestida de los medios de comunicación occidentales, contra el manejo de la epidemia de Covid-19 por parte del gobierno chino fue despiadada (en particular de los EE.UU. y del Reino Unido). El gobierno chino fue acusado de una actitud inhumana, de secretismo, de encubrimiento y de estar preocupado por su propia supervivencia por encima de cualquier otra consideración. Las pruebas reales eran escasas y la mayoría de las veces sólo era un insidioso rumor. Hubo veneno y mucha bilis en este asalto mediático.

Es cierto que al comienzo el gobierno Chino no reaccionó oportunamente en Wuhan y en Hubei. Pero mirando en retrospectiva el tiempo perdido ha resultado ser relativamente marginal comparado con el tiempo perdido en Occidente. Por nuestros lares se creía, hasta hace poco, que el virus no nos afectaría y que los chinos tenían la culpa. Ambas creencias nos han impedido aprender de la experiencia China.

Haber utilizado la tragedia de la epidemia de coronavirus (con todas las muertes, enfermedades y sufrimientos) como un garrote para golpear al gobierno chino -y a su pueblo- ha sido, como poco, una verdadera vergüenza. Cuando los chinos necesitaban compasión, apoyo y solidaridad, recibieron burlas, calumnias y un racismo apenas disimulado. A estas alturas deberíamos preguntarnos por qué occidente actúa de esa manera.

En realidad el prejuicio occidental contra China está históricamente muy arraigado y sigue pesando en nuestras conductas contemporáneas. En los últimos años, en los Estados Unidos, y en otros países, los prejuicios y ataques contra China se han intensificado. Sobretodo ha aumentado la sensación de resentimiento ante el continuado progreso de China. Las potencias occidentales se resisten a perder sus ventajas, quieren restaurar las viejas jerarquías económicas, políticas y étnicas.

El principal argumento de la agresión mediática contra China ha sido su sistema de gobierno. La epidemia de coronavirus ofrecía, al menos en apariencia, una oportunidad ideal para atacar al gigante asiático. Sin embargo, estaban equivocados. Estos prejuicios están resultando fatales para muchos.

Una vez que las autoridades chinas comprendieron la naturaleza y el peligro que supone el virus, manejaron la crisis de manera impecable. No debemos olvidar que para China, el virus era completamente desconocido. Ahora todos los países a los que devasta la pandemia pueden aprender de la experiencia de China.

Cuando apareció el virus en ningún lugar del planeta se conocía qué era exactamente este nuevo «tipo de gripe» mortal. China no sólo enfrentó un virus completamente nuevo, también descubrió los elementos que conforman su genoma e inmediatamente lo compartió con todo el mundo.

El gobierno Chino comprendió con notable celeridad que la epidemia requería de medidas drásticas. Fue necesario establecer una rígida cuarentena no sólo de Wuhan sino en todas las grandes ciudades.

A diferencia de las potencias occidentales el gobierno Chino entendió que la vida estaba antes que la economía. Su decisivo liderazgo tuvo una respuesta igualmente extraordinaria y proactiva del pueblo: fue un caso clásico de gobierno y pueblo actuando como uno solo. 

Los resultados están ahí para que todos los vean. Los nuevos casos se han reducido a un goteo. Poco a poco, paso a paso, la economía se está reavivando. Poco a poco China está volviendo a la normalidad. Para aquellos que quieren evitar el coronavirus, China se está convirtiendo rápidamente en el lugar más seguro de la tierra. De hecho, China se ha visto obligada a cerrar las fronteras porque viajeros extranjeros han reintroducido el virus.

Mientras tanto, Occidente se enfrentan al tsunami provocado por el coronavirus. En Europa, Italia y España tienen el mayor número de afectados, pero Francia, Alemania y el Reino Unido están rápidamente siguiendo el mismo camino. Pronto toda Europa estará aquejada por la epidemia. Y en los Estados Unidos, la enfermedad está batiendo todos los record de infectados ( a pesar de ello Presidente Trump se resiste a declarar la cuarentena , al parecer, para el primero son los negocios ) .

Occidente -y, sobre todo, sus pueblos- están destinados a pagar un alto precio por su arrogancia y por su creencia que el coronavirus era solo un problema chino.

Demasiado tarde.

Después de haber perdido demasiado tiempo. Después de haber despreciado el conocimiento que China adquirió frente al virus, los gobiernos occidentales se enfrentan ahora a un temible desafío para la salud de sus poblaciones.

En enero la prensa oficial acusó al gobierno chino de haber desperdiciado una quincena; ahora se revela que los gobiernos occidentales han desperdiciado como mínimo dos meses y medio.

Pues bien , la marea ha cambiado. En la mayor crisis sanitaria de los últimos cien años, el gobierno chino ha estado a la altura del momento y ha asestado un golpe mortal al coronavirus. En cambio, la gobernanza occidental cegada por su suficiencia, ha sido incapaz de aprender de China, los países del “primer mundo” están demostrando estar mal equipados para emprender una acción radical de salud pública que se requiere con urgencia en estas circunstancias.

El gobierno del Reino Unido es una caso patético de majadería . No se me ocurre ningún otro ejemplo que exprese tan claramente la gran capacidad del gobierno chino por un lado y la total incompetencia de un gobierno occidental por el otro. En una hora de necesidad, el gobierno del otrora gran imperio ha defraudado a su pueblo.

Mientras tanto, la crítica occidental a China a cambiado. Ahora la mayoría de los grandes medios han adoptado la política de la desinformación . Pero, como lo demuestra Italia, Occidente no tienen otra alternativa, debe aprender de las medidas draconianas aplicadas en China.

¿Qué más pueden hacer? China ha tenido éxito. Nosotros no tenemos, en verdad, ningún otro lugar al que acudir para saber como derrotar la pandemia . Debemos aprender de China. Para muchos será un trago amargo. Pero, las ruedas de la historia están girando, irresistiblemente, hacia China. Y China está respondiendo con humildad ofreciendo toda la ayuda y experiencia que puede dar a Occidente.

Fotos-Los aeropuertos se convierten en grandes aparcamientos para aviones

El número de aviones aparcados se ha duplicado a más de 5.000 desde el comienzos del año
Las aerolíneas han tenido que dejar miles de aviones en tierra por la falta de operaciones aéreas por el coronavirus y en estas nuevas circunstancias afrontan un nuevo problema: deben encontrar un lugar para aparcarlos.
El número de aviones aparcados se ha duplicado a más de 5.000 desde el comienzos del año, según los datos del Cirium, y se prevé que haya más en las próximas semanas, sobre todo cuando compañías como la australiana Qantas Airways Ltd y Singapore Airlines Ltd realicen nuevos recortes en sus planes de vuelos, según informa Infobae.
Muchos aviones están estacionados en otros grandes aeropuertos, incluyendo Hong Kong, Seúl, Berlín y Viena. También se han convertido en grandes aparcamientos los desiertos de Victorville, California, y Marana, Arizona.
Aeropuertos como Melbourne y Brisbane han decidido proporcionar aparcamientos gratuitos a los aviones que actualmente no pueden volar.

Confinados

Michael Roberts 28/03/2020


Según las estimaciones de la AFP, unos 1.700 millones de personas en todo el mundo están bajo algún tipo de confinamiento como resultado del coronavirus. Eso es casi una cuarta parte de la población mundial. La economía mundial no ha visto nunca nada parecido.
Casi todas las previsiones económicas para el PIB mundial en 2020 son de una contracción del 1-3%, tan malas, si no peores, que en la Gran Recesión de 2008-9. ¡Y las previsiones para las principales economías para este trimestre que finalizan esta semana y el próximo trimestre están llegando a una caída anualizada de entre 20-50%! Los indicadores de actividad económica (llamados PMI), que son encuestas de opiniones a las empresas sobre lo que están haciendo, están registrando mínimos de contracción históricos para marzo.
PMI compuesto de EE. UU. Hasta marzo de 2020
Todo esto se debe al cierre de empresas a nivel mundial y al confinamiento de los trabajadores en sus hogares. ¿Se podrían haber evitado los confinamientos para que este drástico 'shock de oferta' no hubiera sido necesario para hacer frente a la pandemia? Creo que probablemente si. Si los gobiernos hubieran actuado de inmediato con las medidas correctas cuando apareció el COVID-19 por primera vez, los confinamientos podrían quizás haberse evitado.
¿Cuáles eran estas medidas correctas? Lo que sabemos ahora es que todas las personas mayores de 70 años y / o con afecciones médicas deberían haberse autoaislado. Deberían haber hecho pruebas masivas a todos regularmente y puesto en cuarentena a cualquier persona infectada durante dos semanas. Si esto se hubiera hecho desde el principio, habría habido menos muertes, hospitalizaciones y un control más rápido del virus. Por lo tanto, los confinamientos probablemente podrían haberse evitado.
Pero no se hicieron pruebas si se aisló al principio en China. Se negó y se encubrió el riesgo del virus. Para cuando las autoridades chinas actuaron adecuadamente con las pruebas y el aislamiento, Wuhan estaba contaminado por completo y se tuvo que aplicar el confinamiento.
los chinos al menos tenían la excusa de que se trataba de un nuevo virus desconocido para los humanos y su nivel de infección, propagación y mortalidad no se conocía antes. Pero no hay excusas para los gobiernos en las principales economías capitalistas. Tubieron tiempo para prepararse y actuar. Italia tardó demasiado en aplicar las pruebas y el aislamiento, de modo que el confinamiento allí tuvo lugar después de que el virus se hubiera disparado. Su sistema de salud ahora está desbordado y apenas puede hacer frente.
Hubo algunos países que aplicaron pruebas masivas y un aislamiento efectivo. Corea del Sur hizo ambas cosas; y Japón, donde el 90% de la población usaba máscaras y guantes y se lavaba, parece haber frenado el impacto de la pandemia a través del auto-aislamiento efectivo sin llegar al confinamiento.
Del mismo modo, en un pequeño pueblo italiano en medio de la pandemia, Vo Euganeo, que en realidad tuvo la primera muerte por virus de Italia, hicieron pruebas a los 3000 residentes y pusieron en cuarentena al 3% afectado, aunque la mayoría no tenía síntomas. A través del aislamiento y la cuarentena, el encierro allí duró solo dos semanas.
En el otro extremo, el Reino Unido y los EEUU han tardado demasiado tiempo en aumentar el numero de pruebas (que todavía es inadecuado) y hacer que las personas vulnerables se autoaislen. En los EEUU, el gobierno federal todavía se resiste a un confinamiento general estatal.
¿Por qué los gobiernos del G7 y otros no actuaron? Como explica Mike Davis, la razón principal ha sido que los sistemas de salud de las principales economías no estaban preparados para actuar. En los últimos 30 años, los sistemas de salud pública en Europa han sido diezmados y privatizados. En los EEUU, el sector privado dominante ha reducido los servicios para aumentar las ganancias. Según la Asociación Estadounidense de Hospitales, el número de camas de hospitales disminuyó un extraordinario 39% entre 1981 y 1999. El objetivo era aumentar las ganancias al aumentar el 'censo' (el número de camas ocupadas). Pero el objetivo de la gerencia de una ocupación del 90% significaba que los hospitales ya no tenían la capacidad de absorber la afluencia de pacientes durante epidemias y emergencias médicas.
Como resultado, solo hay 45,000 camas de UCI disponibles para lidiar con la inundación proyectada de casos graves y críticos de coronavirus. (En comparación, los surcoreanos tienen más de tres veces más camas disponibles por cada mil personas que los estadounidenses). Según una investigación de USA Today, “solo ocho estados tendrían suficientes camas de hospital para tratar a 1 millón de estadounidenses de 60 años o más que podrían enfermar con COVID-19”.
Los departamentos de salud locales y estatales tienen un 25% menos de personal hoy que antes del Lunes Negro hace 12 años. Durante la última década, además, el presupuesto de los CDC ha caído un 10% en términos reales. Bajo Trump, los déficits fiscales solo se han exacerbado. El New York Times informó recientemente que "el 21 por ciento de los departamentos de salud locales informaron reducciones presupuestarias para el año fiscal 2017". Trump también cerró la Oficina de Pandemias de la Casa Blanca, un departamento creado por Obama después del brote de ébola de 2014 para garantizar una respuesta nacional rápida y bien coordinada a las nuevas epidemias.
La industria de residencias de ancianos con fines de lucro, que almacena 1.5 millones de estadounidenses de edad avanzada, es altamente competitiva y se basa en salarios bajos, falta de personal y reducción ilegal de costes. Decenas de miles de personas mueren cada año por la negligencia de los centros de atención a largo plazo de los procedimientos básicos de control de infecciones y por el fracaso de los gobiernos en hacer responsable a la administración de los centros por lo que solo puede describirse como homicidio deliberado. Muchas de estas residencias encuentran más barato pagar las multas por violaciones sanitarias que contratar personal adicional y formarlo adecuadamente.
El Life Care Center, un hogar de ancianos en el suburbio de Kirkland en Seattle, es "uno de los peor atendidos en el estado" y todo el sistema de residencias de ancianos del estado de Washington “ es el quecuenta con menos presupuesto del país: un absurdo oasis de sufrimiento y austeridad en un mar de dinero tecnológico" (Organizador sindical dixit). Los funcionarios de salud pública pasaron por alto el factor crucial que explica la rápida transmisión de la enfermedad desde el Life Care Center a otras nueve residencias de ancianos cercanas: "Los trabajadores de residencias de ancianos en el mercado de alquiler más caro de Estados Unidos tienen que tener por lo general varios trabajos, en distintas residencias de ancianos". Las autoridades no pudieron encontrar los nombres ni ubicar estos segundos trabajos y, por lo tanto, perdieron todo el control sobre la propagación de COVID-19.
Además está la gran industria farmacéutica, que realiza poca investigación y desarrollo de nuevos antibióticos y antivirales. De las 18 compañías farmacéuticas más grandes de EEUU, 15 han abandonado totalmente el campo. Los medicamentos cardiológicos, los tranquilizantes adictivos y los tratamientos para la impotencia masculina son los que generan mayores beneficios, no los tratamientos contra las infecciones hospitalarias, las enfermedades emergentes y los asesinos tropicales tradicionales. Una vacuna universal contra la gripe, es decir, una vacuna que se dirige contra las partes inmutables de las proteínas de la superficie del virus, ha sido posible décadas, pero nunca se consideró lo suficientemente rentable como para ser una prioridad.
He argumentado en artículos anteriores que el COVID-19 no ha aparcido de la nada. Dichas pandemias han sido pronosticadas con anticipación por los epidemiólogos, pero no se hizo nada porque cuesta dinero. Ahora va a costar mucho más.
La crisis mundial ya está aquí. Pero, ¿cuánto tiempo durará y cómo será de intensa? La mayoría de los pronósticos hablan de una caída corta y aguda seguida de una recuperación rápida. ¿Será así? Depende de la rapidez con la que se pueda controlar y derrotar la pandemia, al menos este año. El 8 de abril se levantará el confinamiento en Wuhan ya que no hay nuevos casos. Desde la aparición del virus en enero, serán unos tres meses, con un confinamiento de más de dos meses. También parece que puede haberse alcanzado el pico de la pandemia en Italia, que ha estado en pleno confinamiento durante solo dos semanas. Quizás se pueda levantar en otro mes o dos. Pero otros países como el Reino Unido acaban de iniciar la fase de confinamiento, y otros países aún enfrentan un crecimiento exponencial de casos que pueden requerir confinamientos.
Por lo tanto, parece poco probable que el shock de oferta global termine antes de junio, probablemente mucho más tarde. Por supuesto, el colapso de la producción podría revertirse antes si los gobiernos deciden aplicar confinamientos o levantarlos antes. La administración Trump ya está insinuando levantar los confinamientos en los próximos 15 días "para poner en marcha la economía" (a expensas de más muertes, etc.); pero muchos gobernadores estatales pueden no estar de acuerdo con eso.
Incluso si las economías se recuperan en la segunda mitad de 2020 a medida que finalizan los confinamientos, seguirá habiendo una depresión mundial. Y es una vana esperanza que la recuperación sea rápida y fuerte en la segunda mitad de este año. Hay dos razones para dudar de eso. Primero, la economía global ya estaba entrando en recesión antes de la pandemia. Japón estaba en recesión; La zona euro estaba cerca e incluso el crecimiento de Estados Unidos se había desacelerado a menos del 2% anual.
Y muchas grandes economías emergentes, como México, Argentina y Sudáfrica, ya se estaban contrayendo. De hecho, el capital huía del sur global hacia el norte, un proceso que ahora se ha acelerado con la pandemia a niveles récord. Con el colapso de los precios de la energía y los metales industriales, muchas economías emergentes basadas en productos básicos (Brasil, Rusia, Arabia Saudí, Indonesia, Ecuador, etc.) enfrentan una gran caída en los ingresos por exportaciones. Y esta vez, a diferencia de 2008, China no volverá rápidamente a sus viejos niveles de inversión, producción y comercio (especialmente en la medida que los aranceles de la guerra comercial con los Estados Unidos permanecen vigentes). Para todo el año, el crecimiento del PIB real de China podría ser tan bajo como el 2%, en comparación con más del 6% del año pasado.
Con el colapso de los precios de la energía y los metales industriales, muchas economías emergentes basadas en productos básicos (Brasil, Rusia, Arabia Saudí, Indonesia, Ecuador, etc.) enfrentan una gran caída en los ingresos por exportaciones. Y esta vez, a diferencia de 2008, China no volverá rápidamente a sus viejos niveles de inversión, producción y comercio (especialmente a medida que los aranceles de la guerra comercial con los Estados Unidos permanecen vigentes). Para todo el año, el crecimiento del PIB real de China podría ser tan bajo como el 2%, en comparación con más del 6% del año pasado.
En segundo lugar, los mercados bursátiles están recuperándose debido a las recientes inyecciones de crédito de la Fed y las enormes medidas fiscales del Congreso de los Estados Unidos. Pero esta depresión no será evitada por la generosidad del banco central o los paquetes fiscales que se planifican. Una vez que comienza una depresión, los ingresos colapsan y el desempleo aumenta rápidamente. Eso tiene un efecto en cascada o de multiplicador a través de la economía, particularmente para las compañías no financieras en el sector capitalista. Esto conducirá a una secuencia de quiebras y cierres.
Y los balances corporativos son peligrosamente frágiles. En las principales economías, ha aumentado la preocupación sobre el aumento de la deuda corporativa. En los Estados Unidos, en el contexto de acceso durante décadas al dinero barato, las corporaciones no financieras han visto su deuda aumentar más del doble, de $ 3.2 billones en 2007 a $ 6.6 billones en 2019.
Un artículo reciente de Joseph Baines y Sandy Brian Hager lo revela todo. Durante décadas, el sector capitalista ha pasado de invertir en activos productivos a invertir en activos financieros, o "capital ficticio", como lo llamó Marx. La recompra de acciones y el pago de dividendos a los accionistas han estado al orden del día, en lugar de reinvertir las ganancias en nuevas tecnologías para impulsar la productividad laboral. Esto se aplica particularmente a las grandes empresas estadounidenses.
Por ejemplo, las grandes empresas han reducido los gastos de capital como parte de los ingresos desde la década de 1980. Curiosamente, las empresas más pequeñas se dedicaron menos a la "ingeniería financiera" y continuaron aumentando su inversión. Pero recuerde que la mayor parte de la inversión proviene de las grandes empresas.
La gran franja de pequeñas empresas estadounidenses está con problemas. Sus márgenes de beneficio han estado cayendo. Como resultado, la rentabilidad general del capital en EEUU ha disminuido, especialmente desde finales de los años noventa. Baines y Hager argumentan que "la dinámica del capitalismo de accionistas ha llevado a las empresas en los niveles más bajos de la jerarquía corporativa de los Estados Unidos a una situación de dificultades financieras". Como resultado, la deuda corporativa ha aumentado, no solo en términos absolutos en dólares, sino también en relación con los ingresos, en particular para las empresas más pequeñas.
Hasta ahora ha sido posible porque el interés de la deuda corporativa ha disminuido significativamente, manteniendo bajos los costes de servicio de la deuda. Aun así, las empresas más pequeñas están pagando intereses a un nivel mucho más alto que las grandes empresas. Desde la década de 1990, sus costes de servicio de la deuda han sido más o menos estables, pero son casi el doble que las de las empresas del diez por ciento más alto.
Pero los días del crédito barato podrían haber terminado, a pesar del intento desesperado de la Fed de mantener bajos los costes de los préstamos. Los rendimientos de la deuda corporativa se han disparado durante esta crisis pandémica. Una ola de impagos de deuda está ahora en la agenda. Eso podría "provocar ondas de choque a través de los mercados financieros que ya están nerviosos, proporcionando un catalizador para un colapso más amplio".
Incluso si los confinamientos duran solo pocos meses hasta el verano, esa contracción podría provocar la quiebra de cientos de pequeñas empresas e incluso de algunos peces grandes. La idea de que las principales economías pueden tener una recuperación en forma de V parece mucho menos probable que una en forma de L.

 
es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente:
https://thenextrecession.wordpress.com/2020/03/24/lockdown/
Traducción:
G. Buster

Siete lecciones geopolíticas en tiempo de coronavirus

Por Alfredo Serrano Mancilla


La pandemia del coronavirus también ha traído lecciones en clave geopolítica para América Latina. Aquí, siete lecciones aprendidas.

29 MARZO, 2020

De todo se aprende, incluso en los tiempos del cólera. La pandemia del coronavirus también trae lecciones en clave geopolítica para América Latina.

La primera pregunta es obvia: ¿qué está haciendo el Grupo de Lima en esta contingencia? Esta alianza nació para un objetivo tan limitado que no está a la altura de los desafíos históricos que tienen que ver con las preocupaciones reales de la ciudadanía de América Latina. Y algo muy parecido le ocurre a la OEA.

Ausencia de instancias regionales efectivas que afronten esta problemática supranacional. Es ahora cuando se extraña a la Unasur y su capacidad de coordinación frente a situaciones como esta. La Celac tiene una oportunidad histórica para asumir esta tarea.

China, primero. Se pide ayuda prioritariamente al gigante asiático, y no a Estados Unidos. China fue el lugar de origen de este virus y, por tanto, el primer país en sufrir sus consecuencias. Pero luego de ese momento, superó la crisis de manera muy efectiva. El porcentaje de afectados y muertos en comparación con su población es más que mínimo, a diferencia de lo que pasa en otros lugares del mundo. Demostró capacidad para vencer con eficacia esta batalla. Sale reforzada a nivel global.

El neoliberalismo, como racionalidad, no sirve. El “sálvese quién pueda” no funciona; la supremacía de lo individual es un gran escollo ahora que pedimos esfuerzos colectivos; la cooperación se impone ante la competencia. Los mercados no saben como autorregularse; no existe mano invisible que los regule; y tampoco se cumple el mito de que los agentes privados logran sus beneficios por asumir más riesgos.

Europa ya no es un espejo al que imitar. Una vez más, y ya son muchas, vuelven a perder una oportunidad para mostrar al mundo que están a la vanguardia en temas importantes. No pudieron ser efectivos frente al coronavirus. El Estado de Bienestar es mucho más débil de lo que presumían. La soberbia eurocéntrica les hizo infravalorar todo lo que venía del Lejano Oriente. Italia y España llegaron tarde y están siendo los más afectados por la crisis y no es casualidad. La Unión Europea, además, muestra su incapacidad para coordinar y armonizar al menos una acción frente a esta pandemia. Se demuestra, así, que este espacio es de hecho un mercado único económico y monetario, pero está muy lejos de ser un proyecto social común.

Si se habla de salud, siempre hay que mirar hacia Cuba. Lo que nadie tiene, Cuba lo dispone. El Henry Reeve (Contingente Internacional de Médicos especializados en situaciones de desastres y graves epidemias) fue creado en 2005 por Fidel Castro; y ahora son imprescindbles: comienzan a aterrizar en muchas partes del mundo. Cuba se sitúa en el centro de gravedad geopolítico cuando hablamos de salud.

Nace un nuevo desorden económico global. El riesgo país no importa. El número de científicos o camas disponibles para cuidados intensivos, sí. La predilección por la financiarización queda desplazada por la importancia de la economía real. Se abre una nueva disputa hacia delante: entre el Consenso de Washington permanentemente actualizado y un nuevo Consenso Postcoronavirus que considera que la sanidad pública es vital, el Estado debe tener un rol protagónico con sus políticas expansivas contracíclicas (fiscales y monetarias), es necesario un mayor control de capitales de los países emergentes para evitar su fuga en tiempo de adversidad, la economía ha de girar en torno a la vida humana, y por supuesto, la deuda externa debería ser condonada por los organismos multilaterales así como reestructurada con quita por dos años (sin intereses) en el caso los de acreedores privados.

Indudablemente, estamos frente a un nuevo dilema civilizatorio con significativas consecuencias geopolíticas en el mundo y, por supuesto, para América Latina


Dr. en Economía Aplicada (UAB). Director de CELAG (España)

Alfredo Serrano Mancilla es doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), España. Realizó estancias predoctorales en Módena y Bolonia (Italia) y Québec (Canadá) y un postdoctorado en la Université Laval (Québec, Canadá). Es especialista en economía pública, desarrollo y economía mundial. Se desempeña como profesor de posgrado…