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miércoles, 18 de noviembre de 2020

OBAMA “Trump ha hecho mucho daño en EE UU y en el resto del mundo”

En una conversación con el director de EL PAÍS, el expresidente reflexiona sobre el momento actual y la pandemia, los cuatro años de Trump en el poder, la polarización en su país y también el futuro con Biden al frente de Estados Unidos. Su conclusión es optimista, un optimismo “cauto”



Fotografía: ©Greg Kahn


Estados Unidos vive días extraños. Los protocolos para el traspaso ordenado del poder, tan venerados como la propia República americana, se ven ahora en peligro por la negativa del actual ocupante de la Casa Blanca a reconocer su derrota. Se trata de un rito laico, una liturgia democrática por la que el perdedor no sólo admite su derrota, sino que, al aceptar el triunfo de su rival, le entrega la legitimidad para que prosiga, como en una carrera de relevos, la búsqueda de esa “unión más perfecta” que prescribe la Constitución. Es también un mensaje a todos los ciudadanos, especialmente a los que estuvieron en el bando perdedor, de que llegó el tiempo de sanar heridas. En el libro que acaba de publicar, Una tierra prometida (Editorial Debate), el expresidente Barack Obama recuerda la impresión que le causó la elegancia con la que Bush y su familia oficiaron ese deber. “Me prometí a mí mismo”, escribe, “que cuando llegara el momento trataría a mi sucesor de la misma forma”. Su sucesor fue Donald Trump. Así que, en una conversación que mantuvimos el domingo pasado en Washington, le pregunté si, efectivamente, así lo hizo, con elegancia.


Un momento de la conversación entre Barack Obama y el director de EL PAÍS en Washington el pasado domingo.GREG KAHN

—Sí, lo hice.

—¿Fue duro?

—Un poco… sí. [Obama no puede evitar una sonrisa de admisión cómplice en este momento]. Pero aun así llamé a Donald Trump la noche de su elección para felicitarle, cuando el margen de su victoria con respecto a Hillary Clinton era el mismo que el margen que tiene Joe Biden en estas elecciones. No retrasé la llamada durante semanas ni fingí que no había pasado lo que había pasado. Unos días después, invité a Trump y a Melania a la Casa Blanca. Pedí a todos mis equipos y departamentos que prepararan los manuales de transición. Pero parece que no se los leyeron. Uno de ellos versaba sobre cómo abordar una posible pandemia. Ese traspaso pacífico de poder entre partidos es parte de lo que hace funcionar a una democracia.

—Lo que nos lleva a lo que está pasando ahora. No es que Trump no haya invitado a Joe Biden a la Casa Blanca, es que ni siquiera ha reconocido su derrota. ¿Se hubiera imaginado que algo así pudiera ocurrir? ¿En su país?

—Ni me lo hubiera imaginado hace cuatro años. Me entristece reconocerlo, pero no me sorprende que Donald Trump se esté comportando así al final de su presidencia. Michelle y yo hemos hablado mucho al respecto, especialmente durante las últimas cuatro semanas. Ella es más pesimista sobre la naturaleza humana. Pero yo tiendo a ser más optimista. E intento recordarle que, cuando nací, en gran parte de Estados Unidos, en este hotel, por ejemplo, no había clientes afroamericanos. Si usted y yo hubiéramos estado juntos, lo más probable es que yo hubiera cargado con sus maletas. Eso lo he visto yo. Y, sin embargo, aquí está usted sentado con un expresidente de Estados Unidos. Por muy frustrantes y descorazonadoras que puedan resultar a veces las noticias, 59 años en la historia de la humanidad es un parpadeo. Y eso es progreso. También en otras partes del mundo. Cuando nací, España no era una democracia y Europa aún se estaba reconstruyendo tras una guerra en la que habían muerto más de 60 millones de personas.

1. Un país dividido

El hotel en el que estamos sentados, el Fairmont, se encuentra en Georgetown, un barrio de la capital federal que acoge a la universidad del mismo nombre. El sábado por la mañana lució soleado y cálido, un tiempo excepcionalmente acogedor para mediados de noviembre. Los estudiantes abarrotaban las terrazas de cafés y restaurantes, en calles alineadas con casitas de ladrillo visto, en un ambiente de serena tranquilidad. A pocos kilómetros, sin embargo, todo era vocerío. Miles de partidarios de Trump, venidos de todo el país (en Washington, el 90% votó por Biden), ocuparon el enorme espacio público entre la Casa Blanca y el Capitolio, con pancartas que denunciaban un fraude que no existe más que en sus cabezas y que anticipaban, ya de paso, el apocalipsis. Derrotado por el sol, un señor mayor sentado en la acera sostenía un cartelón que rezaba: “Si Biden llega a la Casa Blanca será el final de EE UU”.


FOTO: GREG KAHN

Sobre la polarización: “La sociedad norteamericana está profundamente dividida”

Toda esa crispación empezó hace cuatro años; o quizá antes aún. Tras dejar la Casa Blanca, Obama embarcó, junto con su esposa, para su último viaje en el Air Force One. “Rumbo al oeste”, sin precisar más, escribe en su libro, casi 1.000 páginas, el primero de dos, en el que recorre su improbable ascenso de oscuro legislador en Illinois al Senado de Estados Unidos; y de ahí, casi sin solución de continuidad, a candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, esperanza de millones de estadounidenses en un cambio largamente demorado y, finalmente, tras una explosión de júbilo como no se había visto en décadas, al Despacho Oval. Aquel día, a bordo del avión presidencial, sin embargo, su estado de ánimo era agridulce “por los inesperados resultados de unas elecciones”, escribe, que llevaron al poder a “un sucesor con unas ideas diametralmente opuestas a las nuestras”. Lo que vino después no mejoró las cosas. Así que le pregunto por su estado de ánimo esos cuatro años.

—No cabe duda de que Trump ha hecho mucho daño en Estados Unidos y en el resto del mundo. Si se ignora a la ciencia, si se ignoran los datos, entonces la pandemia se agravará. Si se alienta o se muestra cierta tolerancia hacia comportamientos racistas, entonces quienes albergan esos impulsos se sentirán más motivados para desplegarlos. Si se recibe a dictadores con los brazos abiertos, entonces el compromiso con la democracia se verá disminuido. Durante los últimos cuatro años, ha habido momentos en los que he sentido frustración, en parte porque mi primer mandato comenzó en 2008 [tomó posesión en enero de 2009], cuando Estados Unidos comenzaba a sufrir los efectos de una crisis financiera global. Luego estaba la guerra de Irak [que empezó con Bush, su antecesor], que dividió a la sociedad estadounidense y aisló a muchos de nuestros aliados. Durante ocho años, trabajamos muy duro para recuperar la posición de Estados Unidos en el mundo y para reconstruir la economía. Cuando finalizó mi segundo mandato, el país ocupaba una posición fuerte. Y luego ves cómo todo ese progreso se disipa sin que haya necesidad de ello. Sí, a veces es muy frustrante, sin duda.


FOTO: GREG KAHN

Sobre Trump: “Si se ignora a la ciencia, si se ignoran los datos, entonces la pandemia se agravará”

—¿Y ahora con la elección de Biden?

—Lo que han demostrado estas elecciones es que la sociedad estadounidense está profundamente dividida. Algunas de esas divisiones ya estaban presentes antes de la llegada de Donald Trump, y seguirán ahí cuando se vaya. Pero lo que sí está claro es que Trump ha avivado el fuego de la división. Sé que Joe Biden, por instinto y por carácter, buscará reconectar al país porque es un unificador. Una de las cosas que aprendí siendo presidente es que lo que el presidente dice y cómo lo dice, importa, y mucho. Y aunque un presidente no pueda resolver todos los problemas, algo que la gente casi siempre espera que haga, sí que puede cultivar una manera de interactuar, de promover el civismo y de incentivar la comprensión hacia los demás. En la esfera internacional, puede marcar la pauta a la hora de relacionarse con los países aliados y decidir cómo abordar la diplomacia. Creo que con Biden asistiremos al regreso de algunas de las tradiciones que defendí como presidente.

En su libro hay una alusión a que los ciudadanos supieron ver lo mejor de usted, “una voz que insistía en que, pese a las diferencias, permaneceríamos unidos como un solo pueblo y que, juntos, hombres y mujeres encontraríamos un camino hacia un futuro mejor”. Luego vinieron los ataques que sufrió en sus ocho años en la Casa Blanca, la presidencia de Trump y ahora, aunque Joe Biden sea ya el presidente electo, el país sigue dividido, y una parte, francamente enfadada. Lo vimos ayer mismo [por el pasado sábado] aquí, en las calles de Washington. ¿Aún mantiene esa visión tan optimista?

—Sí. Siempre he cultivado un optimismo cauto. La historia no siempre avanza. A veces retrocede o se mueve en otras direcciones. No cabe duda de que la humanidad ha progresado en los últimos dos milenios; hay menos violencia, más educación y disfrutamos de mejores niveles de salud, pero al mismo tiempo persisten la guerra y la crueldad. Hay lugares en el mundo donde las personas carecen de derechos. Lo vemos cada día. Y lo mismo ocurre en Estados Unidos, un país que es mejor que hace doscientos años, pero donde sigue habiendo racismo y desigualdad. Cuando ocupaba la presidencia, solía reunirme con jóvenes y siempre me sorprendía su convicción –mayor que la de sus padres y sus abuelos– de que todos somos iguales, de que las personas deberían ser juzgadas por su carácter y no por el color de su piel, por sus creencias religiosas, por su sexo o por su orientación sexual. Creen en una humanidad común, en que somos los custodios de este planeta y en que se deberían abordar problemas como el cambio climático. Pero quedan aún muchos votantes mayores que se resisten a estos cambios. Por otro lado, está el legado de unas instituciones que, si no rotas, sí están deterioradas, razón por la cual el Gobierno y la democracia de Estados Unidos no pueden proporcionar una respuesta rápida a los problemas. Y cuando los partidos están tan polarizados, se llega a un punto muerto, a una situación de obstruccionismo que alimenta el cinismo y desalienta a la gente, por eso creo que nos espera un camino bastante arduo. No podemos dar la democracia por sentada porque es, precisamente, la forma de gobierno más difícil, ya que requiere la atención constante de todos los ciudadanos, la exigencia de responsabilidades a los líderes y el análisis crítico de lo que se dice, de lo que es verdad y de lo que es mentira. Y eso es más difícil ahora que antes.


FOTO: GREG KAHN

Sobre el futuro: “Las nuevas generaciones me hacen sentir optimista”

2. Alertas tempranas

Eso es, efectivamente, más difícil ahora que antes. La división en la sociedad estadounidense de la que habla Obama viene de antiguo, pero en los últimos años, sin duda, se ha exacerbado hasta niveles inquietantes. Para cuando llegó Trump, los focos estaban listos, la maquinaria, engrasada. Resulta interesante la forma en la que Obama describe el fenómeno de Sarah Palin, la compañera de John McCain en las elecciones de 2008. Palin se convirtió en el hazmerreír de las élites liberales de ambas costas por su ignorancia, su desparpajo en manejar esa ignorancia y su desprecio por una forma de hacer política hasta entonces impensable. Obama intuyó –y temió– otra cosa.

Sea porque lo percibió con claridad en ese momento o porque, en retrospectiva, haya tenido una iluminación, Obama escribe: “A Palin no le importaba si el consejo editorial de The New York Times o los oyentes de la radio pública nacional cuestionaban sus capacidades. Ella ofrecía esas críticas como prueba de su autenticidad, porque había comprendido (mucho antes que sus detractores) que los intermediadores estaban perdiendo relevancia; que se habían abierto las compuertas de lo que se consideraba aceptable en un candidato para un cargo nacional; y que Fox News, la radio y el incipiente poder de las redes sociales le podían proveer de todas las plataformas que necesitaba para llegar al público al que se dirigía”. Está describiendo, le digo al presidente, al heraldo de Trump, ocho años antes de su entrada en escena. Pero parece que nadie prestó atención. ¿Cuándo percibió usted este riesgo?, le pregunto. ¿Y qué cree que podría haberse hecho de manera diferente?

—En EE UU siempre se ha librado una guerra de relatos entre los documentos fundacionales, que declaran que todos los hombres hemos sido creados iguales y que defienden el imperio de la ley y la libertad de expresión –todos esos maravillosos principios– y la realidad de la esclavitud, la aniquilación de las tribus nativas norteamericanas y la discriminación de distintos grupos sociales. Así, uno de los relatos aboga por defender esas ideas y por hacer a más gente partícipe de ellas, por reducir la influencia de la raza, por sacar a más gente de la pobreza y por dar más oportunidades a los trabajadores y a la gente sin propiedades. Y luego está el relato de los que se niegan a todo esto con el fin de preservar los privilegios y el estatus de ciertos grupos de estadounidenses. Ha habido momentos en nuestra historia, y creo que el hecho de que yo fuera elegido presidente es un ejemplo, en los que el relato de la inclusión ha prevalecido, y luego otros en los que ha habido un retroceso. Creo que Sarah Palin fue un síntoma temprano del resurgir de un contrarrelato que buscaba retroceder y cargarse todo lo que mi reelección y la alianza de votantes que me habían dado la victoria representábamos. Tuve que enfrentarme al grado en que los medios de comunicación estaban dispuestos a creer a Sarah Palin o al Partido Republicano; y al hecho de que las críticas y su resistencia hacia mis políticas estaban alimentadas por el deseo de volver a los tiempos en los que no había gente como yo en el Despacho Oval. Ya antes he comentado que ahora hay una multitud de medios de comunicación que impiden que muchos votantes republicanos escuchen algo que pueda contradecir a Donald Trump. Para ellos, hay una realidad como la que supuestamente estamos viviendo ahora, en la que Trump aún no ha perdido las elecciones porque ha habido fraude y se han emitido votos ilegales, y todo pese a la ausencia de pruebas. Como periodista, verá que no se trata de un fenómeno exclusivamente estadounidense, sino que es global. Uno de los mayores retos de nuestras democracias pasa por volver a los tiempos en los que los hechos eran los mismos para todos. Es crucial que podamos debatir ideas y encontrar soluciones para los problemas. Deberíamos poder estar de acuerdo en que el cambio climático es real y en la validez de las estadísticas económicas. Deberíamos estar de acuerdo en que después de unas elecciones se acuñan los votos y en quién ha ganado y quién ha perdido. Todo esto ya se veía venir con Sarah Palin, cogió cierto impulso durante mi presidencia y durante los últimos cuatro años ha empeorado aún más.

En el libro abunda en esa reflexión. En un pasaje, afirma: “No pude ver lo maleable que esa tecnología demostraría ser y cómo un día las mismas herramientas que me condujeron a la Casa Blanca serían utilizadas en contra de todo lo que había defendido”. ¿Cuándo se dio cuenta de esos riesgos? ¿Hay algo que desearía haber dicho o hecho durante su mandato para evitar que las redes sociales acabaran desgarrando el tejido de las sociedades modernas como lo están haciendo?

—La tecnología es un ejemplo de lo rápido que cambian las cosas. El iPhone no llegó al mercado hasta 2007, hace poco más de diez años. Al principio pensamos que [las redes sociales] solo iban a traer cosas buenas, pero luego empezamos a ver su lado oscuro. Durante la Primavera Árabe, la gente se convocaba en la plaza de la Liberación a través de Facebook y Twitter para protestar contra la represión del régimen de Mubarak y pedir más democracia, pero tan solo unos años después, el ISIS comenzó a usar la misma tecnología para reclutar terroristas. De repente, te das cuenta de que la herramienta que pueden usar los niños en una remota aldea de África para acceder a bibliotecas de todo el mundo es la misma que se usa en Myanmar para promover la limpieza étnica y la opresión contra los rohingyas. Debemos encontrar un equilibrio, aprovechar lo bueno que tienen las redes sociales y reducir sus efectos adversos. Hacerlo en democracias liberales es más difícil porque defendemos la libertad de expresión. Creo que la respuesta se encuentra en una combinación de legislación y prácticas corporativas que ayuden a minimizar los daños. Pero también hay que tener en cuenta otras cosas. Una de las cosas que hemos aprendido con Trump es que muchos de los valores que mantienen unida a una sociedad no están codificados, no están sujetos a sanciones penales; se trata de expectativas, de valores que se van transmitiendo de una generación a otra y de tradiciones que ahora debemos reconstruir y enseñar a nuestros hijos. Michelle y yo hablamos mucho sobre cómo crear un sistema educativo que promueva el pensamiento crítico de los niños y que enseñe que existen las verdades objetivas, y que ciertos valores de la Ilustración, como la lógica, la razón, los hechos, la objetividad y la confirmación de hipótesis, contribuyen a formar la vida moderna. Creo que tanto usted como yo crecimos creyendo que estas ideas eran incuestionables. Pero, visto lo visto, vamos a tener que defenderlas todo el tiempo porque, de lo contrario, regresarán los viejos espíritus de las edades oscuras para imponerse de nuevo.


FOTO: GREG KAHN

Sobre la tecnología: “Hay que aprovechar lo bueno de las redes sociales”

3. La herencia

En su reseña de Una tierra prometida para The New York Times, la prominente escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie acuña una expresión cuyo origen está en la tendencia de Obama –que él mismo reconoce en su libro– a darle incontables vueltas a las cosas, ponderar lo ponderable, lo imponderable y acabar por no tomar una posición firme: “Hacer un Obama”. Tanto en la escritura como en la presidencia. Para muchos progresistas, que Obama hiciera un Obama en cuestiones en las que deseaban y esperaban pronunciamientos rotundos como el racismo, las desigualdades, la inmigración o la política exterior o militar (el presidente mantuvo en el cargo a Robert Gates, el secretario de Defensa de George Bush), supuso una enorme decepción.

Usted se presentó a la presidencia, le digo a Obama, con la idea de cambio. De un cambio sustancial. Pero una y otra vez, en su libro, justifica por qué ese cambio no podía ir más allá de lo que usted propuso, aceptó o legisló, tanto en la reforma sanitaria como en otros asuntos. ¿Sigue creyendo que lo intentó hasta el límite?, le pregunto, ¿que Estados Unidos no hubiera podido digerir más cambio? ¿Nunca reconsideró el asunto?

—Uno siempre reconsidera las cosas. Es normal que cuando terminas algo pienses que podrías haber hecho más. Por ejemplo, gracias a la ley sanitaria que aprobamos, 23 millones de personas pudieron permitirse un seguro médico del que antes carecían. Aún hay varios millones de personas que carecen de él. Hubiera preferido llegar a todos, claramente, pero me vi limitado por el número de votos de los que disponía. Es lo que pasa en política, al menos en una democracia: no importa cuáles sean tus aspiraciones o lo valientes que sean tus propuestas, tarde o temprano tienes que enfrentarte con las matemáticas y con el número de votos necesarios para aprobar una ley. Mientras escribía el libro, me di cuenta de que mis propuestas eran todo lo audaces que yo quería, y seguí presionando hasta que llegó un momento en el que debía tomar una decisión: ¿me conformo con la mitad de lo que quería o con nada? A la hora de debatir las decisiones con mi equipo, la pregunta clave era: ¿esto va a mejorar lo que ya tenemos? Si es así, adelante. Lo mejor no puede ser enemigo de lo bueno. Si tuviera que repetir, evitaría alguno de los errores que cometí al transmitir mis mensajes, al describir mis objetivos y al vender nuestras ideas. Probablemente puliría esos mensajes, sería más consciente de los peligros que acechaban y habría tenido más cuidado…

—Nunca esperó la violenta reacción que vino después…

—Siempre conté con que habría una reacción fuerte a mi mandato. En el libro explico que nuestra llegada a la Casa Blanca no tuvo nada que ver con la de Franklin Delano Roosevelt tras el mandato de Herbert Hoover. La Gran Depresión llevaba tres años causando estragos y todo el mundo sabía quién era el culpable. Nosotros tuvimos la mala suerte de que, nada más entrar, las cosas se pusieron muy feas. La gente no tenía tan claro quién era el culpable de que todo se hubiera ido al traste. Pero también fuimos capaces de parar la hemorragia y evitar que se llegara a niveles de la Gran Depresión. Aun así, la gente se preguntaba con razón por qué habíamos gastado todo este dinero en programas de estímulo o por qué habíamos rescatado a los bancos. Y gracias a que las cosas no se pusieron tan mal, entendieron por qué dimos algunos de los pasos que dimos. Por eso tenía claro que toda la alegría que había provocado mi elección no iba a durar siempre. No me esperaba que Trump saliera elegido. Pero sí que, de ser elegido, lo sería por un solo mandato. En eso sí que acerté.


Barack Obama, tras la entrevista.GREG KAHN

“SIEMPRE CONTÉ CON QUE HABRÍA UNA REACCIÓN FUERTE A MI MANDATO”

En ese espíritu de examinar y reexaminar todo, incluyendo sus motivos y sus impulsos, ocultos a veces también para él mismo, Obama describe en su libro una escena reveladora con su esposa, Michelle, quien se había estado resistiendo a la participación cada vez más intensa de su marido en política. Para ella, la candidatura a la presidencia era una línea roja. Ambos estaban en una habitación con los colaboradores más cercanos. Y ella le espetó a bocajarro: “Mi pregunta es: ¿y por qué tú, Barack? ¿Por qué necesitas tú ser el presidente?” Él se perdió en sus pensamientos. Ella insistió: “¿Barack?”. Obama esbozó un par de líneas de defensa, lo pensó de nuevo y dijo: “Hay una cosa de la que no tengo dudas. Sé que el día que levante la mano derecha y jure ser presidente de Estados Unidos, el mundo empezará a mirar a este país de forma diferente. Y sé que todos los niños de América (niños negros, hispanos, niños que no encajan) se verán a sí mismos también de una forma diferente, se expandirán sus horizontes, se ampliarán sus posibilidades. Sólo por eso… merece la pena”.

La sala se quedó en silencio. Michelle se quedó mirando un rato que a él le pareció eterno. Y finalmente dijo: “Esa respuesta no ha estado nada mal”. Obama pudo ver cómo los miembros del equipo “conjuraban en su interior la toma de juramento del primer presidente afroamericano de Estados Unidos”.

—¿Se cumplió ese objetivo?

—Nunca pensé que sólo por haber sido elegido presidente iba a eliminar la discriminación en Estados Unidos, y que los niños afroamericanos y los latinos ya no tendrían que superar más obstáculos que los blancos para alcanzar el éxito. Pero lo que sí creía es que ver a alguien como yo ejerciendo el trabajo más importante del país, el líder del mundo libre, enviaría un mensaje sutil, o no tan sutil, a los niños sobre a qué podían aspirar en su vida. Y también creo que mi presidencia fue muy exitosa para mucha gente porque cambió cómo los niños afroamericanos y los latinos, pero también los blancos, y las niñas, y cualquiera que sintiera que no encajaba, se percibían a sí mismos.

Aunque sale sólo de refilón en el libro, el domingo en Washington Obama explicó la siguiente historia al detalle. Trata de un niño que visitó el Despacho Oval con sus padres, quienes trabajaban para el presidente. Cuando llegó el momento de la foto, el niño dijo que tenía una pregunta. ¿Qué pregunta?, se interesó el presidente. Y el niño, afroamericano, de unos cuatro o cinco años, le preguntó, señalando los cabellos ensortijados del presidente, si su pelo era como el de él.

—Y le respondí: “Claro, ¿por qué no lo compruebas tú mismo?” Me agaché, me tocó la cabeza y Pete Souza, nuestro fotógrafo, sacó una foto, una de mis favoritas de todas cuantas se tomaron en el Despacho Oval. Porque ese niño pensó: vale, este hombre tan importante es como yo. Anécdotas como esta tienen un impacto positivo en la vida de niños como él. Y en la vida del país.


El niño Jacob Philadelphia quería saber si el pelo de Obama era como el suyo. Pinche sobre la foto para ver más fotos de su mandato.PETE SOUZA



FOTO: GREG KAHN
Washington DC, 15 de noviembre de 2020

El momento no podía ser más interesante para entrevistar a Barack Obama, expresidente de Estados Unidos, premio Nobel de la paz 2009, jefe de quien será el próximo presidente y una de las figuras políticas más importantes en lo que llevamos de siglo. El encuentro tuvo lugar el domingo 15 de noviembre en el Fairmont Hotel de Washington DC, con las medidas de seguridad requeridas en la situación actual. Allí acudió el director de EL PAÍS, Javier Moreno, y un equipo de vídeo que viajó desde Madrid y México para poder ofrecer las imágenes completas de la única entrevista que Obama ha concedido a un periódico en español desde la victoria de Joe Biden el pasado 4 de noviembre.




En el primer volumen de sus esperadas memorias presidenciales, publicado este martes, Barack Obama narra su evolución personal hasta convertirse en líder del mundo occidental, describiendo con detalle tanto su formación política como los momentos cumbre del primer periodo de su histórica presidencia, una época de una gran conmoción y de profunda transformación.

Editorial Debate. 928 páginas

Créditos

Coordinación y formato: Guiomar del Ser
Dirección de arte y diseño: Fernando Hernández
Maquetación: Nelly Natalí
Realización: Carlos Martínez
Imagen: Mónica González y Carlos Martínez
Grafismo: Eduardo Ortiz

El coloso se alista para remolcar a todo el mundo



Estas labores deben facilitar más la recepción de caña por ferrocarril.

Texto y fotos PASTOR BATISTA VALDÉS

Cuando los que saben –y hasta los que no dominan mucho el asunto- te ven como locomotora, no puedes ser un simple, y mucho menos último, vagón.

Tal imagen acudió a mi memoria mientras por el espejo retrovisor miraba el modo en que las chimeneas del central Uruguay parecían ponerse cada vez más pequeñas.

Ameno intercambio con el ingeniero termo energético Vladimir Gómez Morales, director de ese ingenio, y con trabajadores de allí me habían dejado la certeza de que el Uruguay no está dispuesto a ceder la condición de mayor productor de azúcar en Cuba y mucho menos dejar de ser la referencia que ha constituido durante años, para remolcar a otros centrales hacia lo que necesita el país: que todos cumplan sus respectivos planes de producción.


Pero ese resultado no cae por ley de gravedad. Hay que empezar a asegurarlo mucho antes de que despegue la zafra, sobre la base de preparativos que implican tocar con la mano hasta la última tuerca, desmontar, dar mantenimiento, reparar, sustituir, ajustar, invertir, probar, dejar listo el proceso tecnológico “de punta a cabo” y no retroceder ni un milímetro.

Sin atraso con respecto a lo planificado (pegándose al 90 por ciento) las labores de reparación mantienen en permanente actividad áreas que inciden de manera directa en la eficiencia industrial, energética y en la reducción del tiempo perdido, con el propósito de superar indicadores que por diversas razones no tuvieron el comportamiento deseado en la última contienda.

Tal y como explica el propio Vladimir, las acciones tienen lugar incluso fuera de la industria, en otras entidades, rastros y talleres que la autogestión pone en línea para enfrentar el déficit de recursos y dar al traste con distintas soluciones, así como en los centros de acopio y limpieza que en pleno campo deben quedar a punto de caramelo en busca de mayor calidad para la materia prima que llegue al basculador.

Por cierto, nada fácil se torna la pelea en esta área, con Fidel Rodríguez al frente de su brigada, “para reparar capitalmente la estera, llevarla de tres a cuatro cadenas y facilitar más la operación de descarga por ferrocarril”.

Cada quien “en su pedacito”, para integrarlos luego en un todo con fuerza de coloso, avanza también el trabajo encaminado a elevar la calidad en la preparación de la caña, por intermedio de los juegos de cuchillas, viejas tuberías son sustituidas por otras de mejor material (acero inoxidable) a fin de evitar salideros o fugas de materias azucaradas durante el proceso, mientras en el tercer molino son sustituidas las mazas.

EMPUJE CON ENERGÍA


Verdaderamente titánico el trabajo para poner a punto las calderas.

Los 50 años transcurridos desde el montaje inicial de siete calderas, cuatro de las cuales siguen ahí, estoicamente activas, con predominio de una tecnología envejecida, hacen que se eleven gastos en mantenimiento por la tendencia de los recursos necesarios a escasear cada vez más, según explica Vladimir.

Pero el Uruguay no se rinde, ni siquiera frente a la cantidad de material refractario que se requiere. Por ello, entre los milagros que asombrarían al visitante y que devienen “cosa normal” dentro de la gigantesca fábrica, emerge la sustitución de lozas W-811 por las WD-18, experiencia sin antecedente, fruto del otro ingenio: el que en forma de talento muele y remuele en el interior de hombres y mujeres que en la última zafra aportaron unas 170 soluciones científico-técnicas.

Pedro Pérez García, jefe del área de generación, sabe que ese espíritu de constante innovación “engrana lo mismo en función de mejorar el trabajo de filtros y clarificadores o en el cambio y reparación de cadenas bagaceras, que en evaporadores, tachos, cristalizadores y centrífugas, en pos no solo de calidad para el producto final, sino también de la inocuidad que demanda el azúcar del Uruguay, tanto para su consumo interno como para la exportación.

¿PRUEBAS DE INGRESO?


Vladimir, a la derecha, rara vez en la oficina, casi siempre por las áreas y recovecos del central.

Aunque no tengan las peculiaridades o el rigor de las que abren paso a los estudios universitarios, el coloso jatiboniquense también organiza sus pruebas para el ingreso… a la contienda.

“No basta con que cada área, departamento o equipo esté listo si en el personal hay alguna fisura. Por eso, un mes antes de la arrancada todo el mundo tiene que ajustar bien los detalles, dominar al dedillo sus funciones y responder a una prueba teórico-práctica que dice si de verdad cada trabajador está en condiciones de iniciar la zafra en su puesto” –explica Vladimir.
¿Nerviosismo, miedo en la gente?

“No lo creo. Nuestro central se caracteriza por mantener una estabilidad entre sus trabajadores, técnicos y cuadros. No por casualidad, hay una bolsa formada por alrededor de 150 personas esperando, interesadas en trabajar aquí”.
¿Y las otras pruebas… qué adelantan?

“Como te dije, los preparativos han avanzado bien y no debemos tener problemas para realizar el día 8 de diciembre el ejercicio de zafra, la prueba el 23, declarar listo el central para el 29 y comenzar a moler en los primeros días de eneroq”.

Traída de algún lugar donde no tenía uso, esta bomba de agua quedará “lista para la pelea” en unos días.

El reto que tiene por delante esa poderosa industria no es tan fácil como puede parecer. Si bien su aporte (con 8 600 toneladas de azúcar por encima del plan) fue determinante para que Sancti-Spíritus pudiera cumplir, junto a Cienfuegos, los trabajadores del central saben que determinadas fisuras, imputables directamente o no a la industria, impidieron mejores resultados.

Duele, por ejemplo, cerrar con un rendimiento de 10,14 (0,24 superior a lo planificado) y haber molido apenas al 51 por ciento de la capacidad, por problemas con el abasto de caña. De hecho, hubo que trasladar caña desde áreas del central Ciro Redondo, en la vecina provincia de Ciego de Ávila.

Quienes conocen ese giro, están claros de que moler al 80 por ciento allí significa bajar un entero de rendimiento, del mismo modo que mover materia prima desde distantes lugares incrementa el monto de los gastos.

Esos inconvenientes entroncan con otro problema: el tiempo industrial perdido, que por razones de basculador y calderas, fundamentalmente, se elevó al 18 por ciento, cuatro puntos por encima del máximo recomendado por el país.

Alinear bien todo eso, no transigir con rendimientos industriales inferiores a los ya mencionados y defender el entero logrado por encima del promedio nacional en cuanto a Rendimiento Potencial Cañero, pueden ser pilares para que el Uruguay remarque el prestigio que ha mantenido dentro de la industria azucarera cubana, aunque diste mucho de inscribir volúmenes como los del año 1991, cuando con dos tándems implantó récord productivo de 235 000 toneladas de azúcar, en medio de una fraternal y reñida rivalidad con el coloso Antonio Guiteras, de Las Tunas, al final de la cual siempre había un ganador supremo: el país.


Desde fuera, aparente calma; dentro, ajetreo en cada área.

Sector no estatal cubano amplía su interés en las exportaciones

18 November 2020 ECONOMÍA


En la oriental provincia cubana de Holguín, asociados a 116 formas de producción del sector no estatal han mostrado interés en la exportación de sus bienes y servicios, en respuesta a las medidas implementadas para potenciar la economía nacional mediante el óptimo aprovechamiento de los recursos y medios disponibles en las bases productivas.

Así lo refiere una nota de Agencia Cubana de Noticias, en la que se explica, además, que la mayoría de ellos pertenecen a cooperativas agropecuarias, “cuyos asociados estarían en condiciones de extender con ese objetivo sus cosechas en frutas y vegetales fundamentalmente… en renglones como la guayaba, el mango, la fruta bomba, el pepino, el ají y el tomate”.

Según refiere la fuente, Leonardo Bruzón, jefe del departamento de Comercio Exterior en el Gobierno Provincial de Holguín, detalló que las comisiones encargadas hoy de viabilizar estos proyectos desarrollan seminarios con las diversas formas productivas, en los cuales se abordan temas importantes para el proceso, como los requisitos que deben cumplir los productos para ser incluidos en la cartera de negocios.

A decir de Bruzón, en dichos encuentros participan, junto a funcionarios del departamento de Comercio Exterior del Gobierno Provincial, especialistas en temas comerciales de varias entidades holguineras, especialmente de la Empresa de Frutas Selectas, quienes exponen sus experiencias en cuanto a la valoración del contenido, calidad y variedad de los productos posibles a incluir en la cartera de negocios para su venta directa al mercado extranjero o mediante las firmas empresariales que se determinen en el país.


Seminarios sobre cómo exportar, con representantes del sector no estatal en Holguín, Cuba

Igualmente, explicó a la agencia cubana que, no solo en el sector agropecuario holguinero se incrementa el interés por la exportación, sino también, aunque en menor medida, en el sector de las artes y la cultura, dada la presencia de especialistas del Fondo Cubano de Bienes Culturales, en los referidos seminarios.

Finalmente, el directivo calificó de alentador en dicho proceso la decisión de más de 100 asociados a estas formas productivas de abrir cuentas bancarias con tarjetas magnéticas con vistas a tener ese paso adelantado, una vez sean aprobadas sus propuestas. (Foto tomada de ACN)

Cuba le urge una cultura de innovación en el sistema empresarial

LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ | FOTO: ESTUDIOS REVOLUCIÓN 18 NOVIEMBRE 2020

 

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La Habana, 18 nov (ACN) El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, convocó al sistema empresarial cubano a potenciar de inmediato una cultura de la innovación para resolver los problemas más acuciantes del país, al encabezar una reunión en el Palacio de las Convenciones con las Juntas de Gobierno, definidas como el órgano representativo de los intereses del Estado en el control de la gestión empresarial estatal.

Tenemos las condiciones, aseveró el mandatario, para lograr un fuerte sistema de ciencia, tecnología e innovación, donde consigamos fertilizar las interconexiones necesarias entre el sector del conocimiento, el sector productivo y de los servicios, y la actividad del Gobierno.

En el encuentro — donde la ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Elba Rosa Pérez Montoya, presentó una ponencia sobre la financiación a la actividad de ciencia, tecnología e innovación — Díaz-Canel consideró que, a pesar de las 43 medidas aprobadas para el fortalecimiento de la empresa estatal, aún existe inercia en materia de propuestas, en estos complejos momentos que vive el país, atravesados por la epidemia de la COVID-19 y el recrudecimiento del bloqueo.

“Hacia ello tiene que estar la mirada de quienes dirigen las empresas y las Juntas de Gobierno, ver qué trabas nos quedan por eliminar, qué elementos nos pueden permitir otra motivación para que el sector empresarial empuje nuestra economía”, precisó.

En esto tiene mucha influencia, dijo, la manera en que gestionamos la innovación desde el sistema empresarial. Para nosotros como país, afirmó el Presidente de la República, esto es clave para cumplir con los Objetivos del Desarrollo Sostenible, con la Visión de la Nación y el Plan Nacional de Desarrollo Económico-Social hasta el 2030.

“No existe nada más retador para la ciencia y la innovación que esa Visión de la Nación: tener una nación socialista, soberana, próspera y sostenible, demanda innovación e investigación científica en la solución de los problemas de los país”, indicó el Jefe de Estado.

Al analizar estos asuntos, que están siendo atendidos directamente por el Gobierno, el mandatario se refirió a la contradicción que se plantea en Cuba: por un lado, dijo, somos un país subdesarrollado con un índice de desarrollo humano alto, reconocido en el último informe del PNUD, que nos permite ocupar el lugar 72 a nivel internacional, sobre todo por la obra social y las política públicas que ha desarrollado la Revolución.

Sin embargo, agregó, cuando vemos al ranking mundial de innovación, donde participan varias organizaciones internacionales, entre ellas la Organización Mundial para la Propiedad Intelectual, aparecen alrededor de 143 países, y Cuba no entra en el índice Global de Innovación.

Expongo esos elementos, acotó, porque nos falta cultura de esos temas, fundamentalmente en el sector empresarial. Hace dos años, recordó, planteamos que la gestión gubernamental se tenía que apoyar en tres pilares: ciencia-innovación, comunicación social e informatización.

Esta reunión, que forma parte habitual de la agenda del Presidente cubano, estuvo dirigida por Marino Murillo Jorge, jefe de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo. En ella participaron además, el segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista, José Ramón Machado Ventura; el vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa; el primer ministro, Manuel Marrero Cruz; viceprimeros ministros y titulares de varias carteras.

Allí el Presidente de la República explicó a los miembros de las Juntas de Gobierno que en estos momentos en Cuba la innovación la lideran el sistema del conocimiento y las universidades; en segundo lugar, los centros de investigación; mientras, las empresas tienen una muy baja representación, con excepción de determinados sistemas empresariales como BIOCUBAFARMA, que ha introducido la innovación como parte de su proceso productivo y ha cerrado el ciclo de la producción y la comercialización con el aporte de la ciencia.

Como país, señaló, tenemos ese modelo que funciona, que lo concibió y desarrolló el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, y que después el General de Ejército, Raúl Castro Ruz, le incluyó la particularidad de que pasara de un sistema presupuestario a uno empresarial. Eso se nos ha quedado como buen ejemplo y no lo hemos generalizado, valoró.

Pero ante esos problemas, “el país no está detenido”, agregó Díaz-Canel, quien en su disertación apuntó además que en los dos últimos años se han aprobado varias políticas públicas, normas, resoluciones, que favorecen al sistema de ciencia, tecnología e innovación.

Junto a Educación, estimó el Jefe de Estado, ese es uno de los sectores que tiene implementadas prácticamente todas las cuestiones que estaban planteadas en los Lineamientos. Hasta las famosas interfaces entre empresas y centros de investigación y universidades, que eran un reclamo de estas y una necesidad de las empresas.

A la pregunta de qué necesitamos para que la innovación se convierta en palanca importante del desarrollo del país, sobre todo en el sector empresarial, Díaz-Canel planteó el camino: precisamos de una gestión de Gobierno que estimule la innovación, y la estamos construyendo; un sistema empresarial innovador, y en eso todavía hay un largo trecho por recorrer; un marco regulatorio, que lo tenemos, y uno financiero, en el que se dan los pasos; y el potencial humano que ha creado el país.

Pero innovar, alertó el mandatario cubano a los empresarios, “no es solo buscar y aplicar conocimientos nuevos, es también combinar los que ya existen y aplicarlos a nuevos y viejos problemas”.

En ese sentido, el Presidente habló de la cantidad de investigaciones realizadas en este país que dan solución a problemas tremendos y están aún engavetadas. Sin hacer estudios nuevos, dijo, y si aplicáramos un porciento importante de lo que está investigado y tiene comprobación a determinada escala, nosotros estuviéramos más adelante en la solución a un grupo de dificultades que tenemos acumuladas.

El Jefe de Estado consideró que, en estos temas, la COVID-19 resultó una prueba de fuego. “¿Cuál fue el método de trabajo del Gobierno para enfrentar la epidemia? Convocar a los expertos del Ministerio de Salud Pública, a su Consejo Asesor, que es uno de los que sí sabe gestionar innovación, a la comunidad científica, a todas las disciplinas y saberes”.

¿Y qué ha pasado?, se preguntó. Tenemos de los protocolos más robustos para la atención de la enfermedad y los mejores indicadores en su manejo; no han colapsado nuestras salas de terapia intensiva; no ha muerto ningún personal de la Salud en el país atendiendo la COVID-19; no han fallecido embarazadas, ni niños; nuestros protocolos garantizan que el paciente supere más rápido la enfermedad; que lleguen menos casos a estados críticos y graves; y que menos personas fallezcan.

Todo eso se ha gestionado con ciencia e innovación, aseveró. Más de 700 investigaciones, muchas con publicaciones a nivel internacional en revistas prestigiosas de las ciencias médicas; más de 13 biofármacos, que se están produciendo; y cuatro candidatos vacunales. “Son candidatos vacunales en un país subdesarrollado, busquen cuántos países lo han podido hacer en medio de la COVID-19”, comentó.

Entonces, resumió, “a un problema complejo e intenso en poco tiempo le dimos respuesta aplicando una gestión de innovación”. Ahora ese sistema, reiteró el mandatario, lo trasladamos al Programa de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, y tenemos una gran cantidad de temas en los que existen aportes desde las instituciones científicas. Casi ninguna investigación es nueva, todas estaban ahí y se empiezan a aplicar. Todavía, por supuesto, no dan los resultados que queremos, pero estoy convencido, afirmó Díaz-Canel, de que llegarán.

En ese camino imprescindible, aseveró, “tenemos que ver la innovación como un proceso social, multiactoral, interactivo, sistémico y que sea capaz de favorecer la producción, la difusión y el uso del conocimiento”.

Tenemos todas las condiciones en el país para hacerlo, insistió, pero tiene que potenciarlo el sector empresarial. Desde el Gobierno lo vamos a hacer, en todas las dimensiones, a nivel nacional, territorial, sectorial y sobre todo a nivel local, tomando la gestión de Gobierno, basada en ciencia e innovación, como centro de todo, involucrando y poniendo en interacción como sistema al potencial humano que tenemos, al sector productivo y de los servicios, a la administración pública, y al rol fundamental del sector del conocimiento, liderado por las universidades.

Necesitamos un pensamiento del sector empresarial que actúe, que proponga, que implemente acciones de perfeccionamiento para lograr avanzar en el desarrollo económico y social del país, de una manera más sostenible, más intensa y más rápida, concluyó.

Causas y consecuencias de la inflación

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Definición de inflación

La inflación es la subida general de los precios de los bienes y servicios. Aunque la mayoría de los consumidores la ven como la encarnación del mal, la inflación a veces es beneficiosa. Pero antes de centrarnos en las causas de la inflación, estudiemos primero sus causas.

Causas de la inflación


La inflación monetaria: la inflación se debe al aumento de la oferta monetaria (billetes, monedas, depósitos a la vista, bonos del tesoro...) por el banco central que emite billetes de banco. Las razones de esta creación se explican en la ficha dedicada a la creación monetaria. El banco central (ECB, FED...) no es el único responsable de la inflación monetaria, los bancos comerciales también tienen un papel muy importante a causa de los créditos que conceden a los distintos agentes económicos (particulares y empresas).

Se considera que este tipo de inflación está vinculado a la mala gestión del Estado que suele recurrir a la técnica de la «impresión de billetes» con el fin de reducir el importe de la deuda pública a reembolsar.

La inflación por los costes o la inflación importada: la inflación se debe al aumento del precio de las materias primas importadas que se repercuten en el precio de venta del producto final. Tomemos el ejemplo de un neumático que está fabricado a base de petróleo. Si el precio del petróleo aumenta, entonces la empresa que fabrica los neumáticos se encontrará con unos costes de fabricación más elevados y deberá, por tanto, repercutir esta subida en el precio de venta de sus neumáticos. La empresa puede, evidentemente, absorber una parte de la subida de los precios de las materias primas, pero si la subida es demasiado importante le será muy difícil mantener sus precios de venta.

La inflación por la demanda: la inflación se debe a un desequilibrio entre la oferta y la demanda de un determinado producto. De hecho, si la demanda es superior a la oferta los precios aumentarán mecánicamente hasta encontrar un punto de equilibrio. Si la oferta es incapaz de responder a la demanda, entonces la escasez del producto hará que los precios sigan aumentando lo que, por consiguiente, creará inflación.

La inflación por la indización: la inflación se debe a la indización del precio de determinados productos con los precios de los productos intermedios necesarios para su fabricación. Volvamos a tomar el ejemplo de los neumáticos para mejor comprensión. Si el precio de venta de los neumáticos aumenta, elprecio de venta de un coche nuevo será susceptible de aumentar también, dado que los neumáticos son parte integrante del coste del coche.

La inflación por falta de confianza en la moneda: la moneda que utilizamos todos los días no tiene más valor que la confianza que le otorgamos. En los mercados financieros, la falta de confianza en una moneda se traduce por la caída de su tipo de cambio. Si, por ejemplo, los inversores desconfían del euro por X motivos, el euro se depreciará frente a las demás monedas. Esta devaluación favorecerá la inflación. De hecho, habrá que pagar precios más elevados en euros para importar productos de los Estados Unidos.

La inflación por la política monetaria : la bajada de los tipos directores por el banco central aumenta mecánicamente la inflación. En realidad, por una parte, la moneda se depreciará como consecuencia del carrytrade (divisa menos remuneradora) y, por otra, los bancos comerciales recurrirán a préstamos masivos del banco central (al ser el coste del dinero menos elevado). Además, los mismos bancos comerciales prestarán más a los actores económicos, lo que creará todavía más inflación.

Las causas inflacionistas son, por tanto, múltiples y es difícil reducir la inflación a un único factor.

Consecuencias de la inflación


Aumento de los salarios: en la mayoría de los países desarrollados, los salarios están indizados con el nivel de los precios. Así, si la inflación es del 3 %, los salarios aumentarán también, en teoría, el 3 %. Por tanto, no hay pérdida de poder adquisitivo. No obstante, se puede hacer una observación crítica a este respecto. En realidad, el cálculo del índice de los precios (con el que se indizan los salarios) está, con frecuencia, falseado. En el cálculo de este índice, los bienes de consumo, los llamados necesarios, tienen mucha más importancia que los demás gastos que podemos efectuar. Los alquileres representan, por ejemplo, una parte mínima de este índice cuando es uno de los principales presupuestos de los hogares. A la inversa, la evolución del precio de los productos alimentarios desempeña un papel esencial. Hay, por tanto, una diferencia entre la inflación real y la inflación percibida.

Si los salarios aumentan más rápidamente que los precios, las economías domésticas se enriquecen. A la inversa, si los salarios no aumentan con la misma rapidez, hay una pérdida de poder adquisitivo.

Alivio de la deuda para los deudores: un euro de hoy no vale un euro de mañana. En caso de inflación, un euro de mañana valdrá menos que un euro de hoy. De este modo, si tiene un préstamo bancario a un tipo fijo, el importe a reembolsar cada mes será idéntico pero representará una parte menor de su presupuesto. Esta es una de las razones que lleva a los Estados Unidos a recurrir con frecuencia a una creación importante de moneda. La inflación debida a esta creación reduce el peso de la deuda pública que debe pagar el Estado a sus acreedores.

A la inversa, se pierde una parte del valor de la deuda para los acreedores, a los que se reembolsará el importe de sus créditos con una moneda que tendrá menos valor que en el momento en que se realizó la operación de préstamo.

Del mismo modo, las economías domésticas que hayan suscrito un préstamo a tipos variables sufrirán los efectos de una subida del tipo por el banco central si este decide aumentar sus tipos directores. El prestatario a tipo variable tendrá entonces que devolver un porcentaje de interés más elevado que en el momento en que se le concedió el préstamo.

Favorece las exportaciones: la inflación favorece la exportación de nuestros productos. De hecho, la inflación hace que el valor de nuestra moneda se deprecie frente a las demás monedas y, por tanto, que a los importadores extranjeros les cueste más barato comprar nuestros productos. La inflación dinamiza, así, la actividad económica de nuestro país y crea, a la larga, nuevos empleos para responder a la demanda adicional.

A la inversa, la inflación es nefasta para los importadores que pagarán precios más elevados para importar los productos extranjeros debido a la depreciación de la moneda frente a las divisas extranjeras. Si un país tiene una fuerte dependencia energética del exterior, la inflación tendrá el efecto de aumentar su factura energética.

Signo de buena salud económica de un país: la inflación no es mala en sí misma, ya que es signo de crecimiento económico. No obstante, esta inflación debe ser moderada y no sobrepasar la tasa de crecimiento del PIB. La tasa de crecimiento real de un país se calcula de la manera siguiente: tasa de crecimiento del PIB – tasa de crecimiento de la inflación.

Si la tasa de inflación es superior a la tasa de crecimiento del PIB, entonces la economía real está en recesión.

Favorece a los titulares de activos: la inflación incrementa el valor de sus bienes inmuebles. De hecho, si hay una subida de los precios, esta se generaliza al conjunto de los bienes y servicios y el valor de sus bienes inmuebles será, por consiguiente, más elevado. Para los demás tipos de activos, el principio es el mismo.

Por el contrario, los inversores pagarán precios más elevados para adquirir un bien o un activo.