Hoy se cumplen 200 años del natalicio
de Federico Engels, el 2do violín según se autocalifico después de Marx.
Un hombre proveniente de familia rica, con gran pragmatismo en su actuar, tanto en la vida privada como pública, poseedor de una amplia cultura y gran poder de análisis para desentrañar las esencias de la sociedad y la naturaleza, con esto le bastaba para ser una figura de primer nivel independientemente de Marx.
Sus obras en solitario , como Dialéctica de la Naturaleza, Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, el conocido como el Anti-Dühring y El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, por solo mencionar cuatro de las más importantes, según mi criterio, lamentablemente no han sido suficientemente estudiadas "concienzudamente" como les gustaba decir a ambos clásicos.
Es seguro que, con tal análisis, nos hubiéramos ahorrado errores y experimentos fallidos en la construcción socialista. Teníamos todo el conocimiento antes que todos para lograrlo, y no lo hemos aprovechado. Profundizar en el proceso que explica Engels en el Socialismo Utópico...de cómo se hace y lo más importante, qué condiciones deben existir para transformar y construir el socialismo, nos hubiera ahorrado con ello, por decirlo suave, las marchas y contramarchas realizadas como si se tratara de un "experimento" de laboratorio, en el cual además caminábamos a tientas, y no teniendo en cuenta que se trataba y trata de una evolución compleja y multisistémica que constituye la sociedad y su desarrollo.
Aceptar hoy en día como válidas, muchas cosas que se negaban y se consideraban inadmisibles hasta apenas 30 años, es prueba de esa falta de rigor apuntada.
Engels como hombre de su tiempo y de todos los tiempos, nos invita a releerlo, estudiarlo y atemperarlo a nuestros días., y complementarlo con la experiencia de los intentos de la puesta en prácticas de los socialismos, incluyendo sobre todo el nuestro y lo que podamos aprovechar del capitalismo como pedía necesariamente Lenin.
Hagámoslo, en ello las ciencias
sociales pueden ayudar a nuestro gobierno a trazar la mejor de las estrategias.
No es crear teorías para complacer a nadie, es señalar el camino correcto y
viable de la construcción socialista en nuestro país desde el conocimiento cientifico, es “montarnos en el tren”
pensando en el presente y las futuras generaciones.
P.D He publicado hoy cuatro artículos para acercarnos al gigante del pensamiento que fue Engels.
Michael R. Krätke , Sin Permiso
17/11/2020
Cualquiera que haya sido puesto a prueba por su lealtad a la constitución en los años 70 y siguientes en la antigua República Federal y haya sido sospechoso de ser un "enemigo de la constitución" probablemente se acordará del "último Engels". Desear un orden económico y social diferente está permitido en la constitución; el derrocamiento violento del orden político no. Como joven de izquierda uno podía remitirse al "último Engels" para pasar como amigo de la constitución, aunque con opiniones radicales.
Con el "último Engels"
se hace referencia, ante todo, a un texto que Friedrich Engels escribió a
principios de 1895, pocos meses antes de su muerte: una introducción a la nueva
edición de "Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850" de Karl
Marx. Casualmente, este fue el último gran texto que escribió y publicó antes
de su muerte. No pretendía ser su "testamento político". Recibió este
dudoso estatus por una serie de coincidencias.
Engels nunca había estado tan
cerca del SPD y sus partidos hermanos europeos como en los últimos cinco años
de su vida. Sin Engels, difícilmente hubiera sido posible -contrariamente a lo
esperado- la exitosa refundación de una Internacional de partidos socialistas y
socialdemócratas en el verano de 1889. En los primeros años de la llamada
"segunda" Internacional, antes de que existiera una organización
formal y un buró conjunto en Bruselas, muchos de los contactos entre los
partidos socialistas de Europa y América del Norte pasaban por Engels. Mantenía
correspondencia con todos los que tenían rango y nombre en el movimiento
socialista, con Kautsky, con Bernstein, con August Bebel y otros miembros del
ejecutivo del SPD, con Viktor Adler, con Domela Nieuwenhuis, con Filippo
Turati, con Pablo Iglesias, con Paul Lafargue y muchos otros.
En 1890 cayó la Ley Socialista
(Sozialistengesetz), y el SPD pudo operar legalmente de nuevo en el Reich
alemán. Engels estaba entusiasmado. Vio el comienzo de una nueva época política
en Alemania, que requería un lenguaje político diferente y una estrategia y
táctica políticas diferente. Con el congreso del partido de Erfurt de 1891,
logró una obra maestra: por primera vez, un partido de masas europeo con
cientos de miles de miembros y votantes, el SPD, había adoptado un programa
decididamente socialista que estaba claramente determinado por el
"socialismo científico" de Marx y Engels. Engels consideraba al SPD
como el centro, el núcleo central más importante del movimiento obrero europeo
e internacional; por lo tanto, le dedicó toda su atención. Para atraer a
socialistas y marxistas, era necesario no sólo completar el tan esperado tercer
volumen de El Capital, sino también reeditar muchos de los escritos
marxistas que estaban agotados y eran apenas conocidos.
Las luchas de clases en Francia
de Marx
Por eso estuvo encantado cuando
Richard Fischer, el director de la editorial del Vorwärts, le
preguntó si estaba dispuesto a publicar una edición separada de la serie de
artículos de Marx, originalmente titulada "1848 a 1849" en la Neue
Rheinische Zeitung. Politisch ökonomische Revue y escribir un prólogo.
Engels estuvo de acuerdo y escribió el texto, una introducción extensa en lugar
de un breve prefacio, entre el 14 de febrero y el 8 de marzo de 1895. Para la
reedición de los tres artículos originales en la Revue. Mai bis Oktober
1850, que había escrito junto con Marx, elaboró una cuarta parte y la
incluyó al final. El resultado fue, como escribió a Richard Fischer, un
"capítulo correcto y decente" y una "conclusión objetiva del
conjunto, sin la cual permanecería como un fragmento"(1). Propuso para
este texto el título que se usa hoy en día, "Las luchas de clases en
Francia de 1848 a 1850" (2). Bajo este título también se publicó en abril
de 1895 como un folleto con la introducción de Engels, en una edición de 3.000 ejemplares.
A principios de diciembre de
1894, el Canciller del Reich, el Príncipe von Hohenlohe-Schillingfürst,
introdujo un nuevo proyecto de ley contra la subversión (Umsturzvorlage) en el
Reichstag, dirigido contra la agitación socialdemócrata. En consecuencia, la
dirección del SPD reaccionó nerviosamente a todo lo que pudiera aumentar el
peligro de una nueva edición de la Ley Socialista. Engels estaba dispuesto a
ceder a las propuestas de cambio del ejecutivo del partido. Consideró que
algunas de ellas eran exageradas, y advirtió que no se debían subordinar por
puro miedo a una línea de "legalidad absoluta, legalidad a cualquier
precio", incluso frente a violaciones claras de la constitución y a actos
de golpe de estado; nadie creía en tales declaraciones. Se quejó a Kautsky de
que su texto había "sufrido bastante por las temibles reservas de nuestros
amigos de Berlín sobre el golpe, que tuve que tener en cuenta dadas las
circunstancias" (3). Wilhelm Liebknecht, sin embargo, cogió el texto de
Engels, lo adaptó por su cuenta y lo publicó en Vorwärts. Engels
protestó firmemente contra esta versión no autorizada y abreviada de su texto:
el texto fue "tan recortado que parezco un pacífico adorador de la
ley quand même" (4). Kautsky se aseguró de que la introducción
de Engels, en la versión que autorizó, también se publicara en la Neue
Zeit. Así, en muy poco tiempo, se distribuyó ampliamente entre la opinión
pública socialista internacional (5).
Así pues, había tres versiones
del texto de Engels: la versión original, la versión editada, en la que se
habían suprimido algunos pasajes con el conocimiento y el consentimiento de
Engels, y la versión no autorizada, recortada, de Wilhelm Liebknecht. El asunto
se volvió explosivo cuando, después de la muerte de Engels, su introducción fue
citada por algunos partidarios del revisionismo como prueba de que incluso
Engels, en sus días de vejez, se había despedido de las fantasías
revolucionarias de su juventud. Kautsky y otros estaban en desacuerdo con esta
osada interpretación, que sólo podía basarse en el recorte de Liebknecht, pero
no en el texto publicado con el consentimiento de Engels. La disputa volvió a
estallar cuando David Riazanov, el director del Instituto Marx-Engels de Moscú,
encontró el manuscrito original en el legado de Engels y lo publicó en 1925.
Esto permitió reconstruir las partes suprimidas que el mismo Engels había hecho
o, en parte, aceptado a regañadientes (6). Sin embargo, las críticas que los
revisionistas del SPD habían falseado deliberadamente de las palabras de
Engels, pudieron ser fácilmente refutadas por Kautsky (7).
Engels después de Marx
¿Cómo pudo un texto relativamente
corto de Engels convertirse en la manzana de la discordia? En 1895 el viejo
Engels era una leyenda, el puente viviente hacia Marx, el único que, a pesar de
su "impertinente modestia", podía hablar con plena autoridad en
nombre de Marx, la instancia suprema en asuntos de "marxismo", que
sin él no hubieran existido (8). Desde el verano de 1844 había sido el más
estrecho amigo y colaborador de Marx, ambos habían perseguido muchos proyectos
juntos hasta el final. El gestor y capitalista, el erudito privado sin título
académico se había formado un gran nombre como escritor y periodista. El
"General", como lo llamaban sus amigos, era considerado una autoridad
destacada en todo lo militar (9). Pero se veía sobre todo como albacea de su
amigo fallecido, y la publicación de los volúmenes segundo y tercero de El
Capital (1885 y 1894) como su trabajo más importante. Dado que no
había un texto comparablemente extenso de los escritos de Marx sobre política y
estado, fue Engels quien, en su extensa correspondencia y en muchos pequeños
textos, a menudo introducciones a nuevas ediciones de viejos escritos de Marx y
de él mismo, contribuyó decisivamente para aclarar cuestiones centrales del
movimiento socialista en Europa.
La introducción de Engels de 1895
Inicialmente este texto no
trataba en absoluto de política, sino de ciencia: la serie de artículos de Marx
fue la prueba de fuego, el primer intento "de explicar, a partir de una
situación económica determinada, una parte de la historia contemporánea
mediante su [es decir, marxista] modo materialista". Aquí se trataba de
“demostrar la relación causa-efecto interna de un proceso de varios años, tanto
crítico como típico para toda Europa… es decir, atribuir los acontecimientos
políticos a los efectos de causas, en última instancia, económicas (10). Esto
no era fácil, porque "una visión clara de la historia económica de un
período determinado nunca se consigue de forma simultánea, sólo puede obtenerse
retrospectivamente, después de que el material se haya recogido y
examinado". En consecuencia, para Engels, el "método
materialista" debía limitarse a los análisis históricos contemporáneos.
Difícilmente se puede superar la evidencia de que los "conflictos
políticos" están relacionados con "conflictos de interés de las
clases sociales y fracciones de clase determinadas por el desarrollo
económico" y los actores políticos (como los partidos) son la
"expresión más o menos adecuada de estas... clases y fracciones de
clase". Gracias a su conocimiento preciso de la historia económica y
política de Francia, Marx había logrado dar "una descripción de los
acontecimientos que revela su coherencia interna de una manera que nunca antes
se había logrado" (11). Engels se refería a la posterior obra de Marx,
el 18º Brumario de Luis Bonaparte de 1852, en el que continuó
este análisis del curso de los acontecimientos hasta el golpe de Estado de
Napoleón III y la caída de la Segunda República francesa (12).
El análisis de la historia
contemporánea no es una teoría general, sólo tiene una validez histórica
limitada. Engels expuso, de forma totalmente autocrítica, la perspectiva
histórica que Marx y él compartían en 1850. Como los demócratas radicales y
comunistas que eran, tenían la historia de la Revolución Francesa en sus
mentes. Estaban completamente hechizados por este gran modelo y esperaban que
la revolución europea, que comenzó con la Revolución de febrero de 1848 en París,
siguiera un curso muy similar. Estaban completamente equivocados. Engels quiso
explicar a los lectores de 1895 por qué "en aquella época estábamos
autorizados a contar con una victoria inminente y definitiva del proletariado,
por qué no se produjo y en qué medida los acontecimientos contribuyeron a que
hoy viéramos las cosas de manera diferente a como las veíamos entonces"
(13). En el otoño de 1850 habían comprendido que el período revolucionario
había terminado; pero esperaban una continuación, una nueva ola de revolución
en la línea de la anterior, desencadenada por una nueva "crisis económica
mundial" (14).
Pero, continuó Engels, "la
historia no nos ha dado la razón, a nosotros y a todos los que pensaban de
manera similar" (15). En 1848, el estado de desarrollo económico en
Europa, especialmente industrial, estaba lejos de estar tan avanzado en ese
momento como ellos pensaban. El rápido desarrollo del capitalismo industrial
que tuvo lugar después de 1848, la revolución económica y sobre todo industrial
que se extendió por todo el continente europeo, demostró que el capitalismo
moderno estaba lejos de estar al final de su desarrollo, más bien se encontraba
al principio. El desarrollo hacia las formas políticas modernas, hacia el
estado nacional y la república, también estaba lejos de ser completo. El breve
episodio de la Comuna de París de 1871 demostró una vez más como de imposible
era el dominio de la clase obrera en Europa por entonces (16).
Por consiguiente, estaba claro
para Engels que "el modo de lucha de 1848 está hoy anticuado en todos los
aspectos", especialmente la "rebelión a la vieja usanza, las luchas
callejeras (Straβenkampf) con barricadas, que se producían por todas partes
hasta 1848"; las condiciones completamente cambiadas permitían y requerían
hoy un "modo de lucha del proletariado totalmente nuevo" (17). Los
modelos de 1789, 1830 y 1848 ya no servían como orientación (18).
La nueva estrategia y táctica.
¿Cómo vencerá la socialdemocracia?
En sólo unas pocas páginas,
Engels desarrolló la estrategia que hoy, con Gramsci, llamaríamos "guerra
de posiciones" (Stellungskrieg), la estrategia de una lenta conquista del
poder, parte por parte, posición a posición, con tiempo por delante (19). Esta
estrategia se hizo posible y necesaria porque se juntaron algunos elementos
nuevos: el ascenso de los partidos socialistas de masas, la introducción del
sufragio universal (masculino) en diferentes países europeos y los cambios en
la tecnología militar. Para Engels era crucial el hecho de que los partidos
obreros habían aprendido a utilizar el sufragio universal, a participar en las
elecciones a todos los niveles, en los parlamentos nacionales, en los
"parlamentos estatales, consejos locales, tribunales laborales", a
dirigir campañas electorales, a "disputar cualquier puesto" a la
burguesía, a hacerse oír en la opinión pública política con sus propios órganos
de prensa, también a utilizar el parlamento para trabajar en la opinión pública
política, en resumen, a llevar a cabo luchas políticas legalmente, dentro del
marco de las leyes y la constitución. Engels confió en que los grandes partidos
obreros desarrollarían esta estrategia cada vez más, todos los socialistas
aprenderían que el "trabajo largo y perseverante", el "trabajo
lento de la propaganda", la continua "actividad parlamentaria"
serían necesarios para alcanzar el objetivo. Esta prolongada labor era
necesaria porque la revolución socialista no podía ser una sorpresa, una toma
del poder por una pequeña minoría "a la cabeza de masas inconscientes",
sino una gran revolución, el “completo cambio radical de la organización
social". Aquí "las masas" (es decir, en primera línea, la clase
obrera) debían participar activamente, y por lo tanto habrían comprendido por
sí mismas de qué tipo de revolución se trata; finalmente debían llevarla a cabo
(20).
Engels se opuso claramente a las
tácticas dirigidas a la toma del poder mediante insurrección o golpe de estado,
y de ninguna manera sólo por razones militares. También le preocupaba el
argumento ético y moral contra una táctica que tomara la masa de trabajadores
sólo como infantería y carne de cañón de la revolución. De todos modos, en el
estado actual de la tecnología militar, los intentos de insurrección tendrían
pocas posibilidades de éxito, en tanto el ejército estuviera intacto y los
soldados obedecieran a sus oficiales. Advirtió a todos los partidos socialistas
que no se dejaran convencer para provocar actos violentos o lo que sólo podría
terminar en derrotas sangrientas, en derramamiento de sangre como en París en
1871, que haría retroceder décadas el movimiento obrero. Las organizaciones de
masas socialistas, el movimiento obrero, como mejor se conducen es cuando se
mueven dentro del marco legal, usan sus derechos sabiamente y construyen sus
posiciones en el estado y la sociedad paso a paso. La "tarea
principal" del SPD en particular es mantenerse intacto, que el movimiento
y sus organizaciones de masas se cuenten por millones, no dejar que se desgaste
en escaramuzas, continuar el crecimiento de su propio poder político con medios
legales y pacíficos hasta que haya crecido "el poder decisivo del
país", un poder que "crece por encima del sistema político
existente" (21). Engels dejó aquí abierto lo que sucedería si el
movimiento socialista de la clase trabajadora se convirtiera un día en el poder
más grande en el estado. Terminó su introducción con una analogía histórica y
se refirió al ascenso de los cristianos en el Imperio Romano, de ser una secta
a ser la religión del estado (22). Hay que destacar esta analogía, porque
muestra muy claramente que Engels imaginó la lucha política de la
socialdemocracia como una lucha prolongada por la hegemonía en el estado y la
sociedad. Al final, el movimiento obrero ganaría porque sus pensamientos, sus
valores, sus objetivos serían los pensamientos, valores y objetivos dominantes.
En los pasajes borrados de su
manuscrito, también habló de un posible futuro de Straβenkämpfen:
todavía podrían ocurrir, pero las condiciones serían mucho menos favorables que
antes. Algo muy diferente a eso era crucial: si el movimiento socialista
continuaba creciendo como lo había hecho hasta ahora, entonces, en un futuro
previsible, la mayoría de los soldados de leva consistirían, en gran mayoría,
en jóvenes socialistas, y por lo tanto ya no serían utilizables contra su
propio pueblo. Por supuesto, Engels, como buen demócrata, no renunciaba al
derecho a resistir en situaciones que consideraba probables: violaciones
abiertas de la constitución, golpes de estado por parte de los poderes
dominantes, que no veían otra manera de controlar el exitoso movimiento legal
de masas de los socialistas. Pero mejor no hablar hoy de lo que uno habría
hecho entonces (23).
El "revisionismo" de
Engels: ¿Cambió Engels su concepción política?
Esta era la opinión de muchos que
consideraban a Engels y especialmente a Marx como revolucionarios peligrosos.
Los partidarios en el SPD de la táctica de quedarse quieto y esperar se
sintieron confirmados. Sin embargo, Engels subrayó que consideraba que las
tácticas pacíficas y legales de las campañas electorales y la labor
parlamentaria sólo eran útiles para ciertos países y en ciertas condiciones
(24). Por supuesto, sólo entonces y únicamente allí donde había sufragio
universal y donde las reglas democráticas del juego fueran respetadas por los
poderes dominantes. Pero eso no lo harían siempre, Engels estaba convencido de
ello. La estrategia de Stellungskriegs y las tácticas de
acción legal y pacífica, según las reglas de juego democráticas, llegarían a su
fin porque los gobernantes recurrirían a la violencia mucho antes de que el
partido socialista pudiera lograr una mayoría y llegar legalmente al poder. Y
esto los conduciría "del terreno de la mayoría de los votos al terreno de
la revolución" (25).
Esta posición no era nueva. Las revoluciones
pacíficas, de forma legal y democrática, eran probablemente concebibles en
algunos países (Francia, EE.UU., Gran Bretaña), había escrito Engels en 1891.
En los países "donde la representación del pueblo concentra todo el poder
en sí mismo, donde se puede hacer lo que se quiera de forma constitucional tan
pronto como se tenga a la mayoría del pueblo detrás de sí" (26). Marx
había dicho públicamente exactamente lo mismo en Ámsterdam en 1872: en algunos
países como los EE.UU., Gran Bretaña, tal vez también Holanda, es posible que
"los trabajadores puedan alcanzar su objetivo por medios pacíficos";
esto depende de las "instituciones... costumbres y tradiciones de los
diferentes países" (27). Y veinte años antes, en 1852, Marx había escrito
que la implantación del sufragio universal en Inglaterra sería un "logro
de contenido socialista" porque conduciría inevitablemente a un
"gobierno político de la clase obrera" (28).
Tanto Marx como Engels estaban
convencidos de que la república democrática era la más alta y última forma
política de la sociedad burguesa, a la que se podía combatir definitivamente en
la moderna lucha de clases. Está claro, dijo Engels en 1891, "que nuestro
partido y la clase obrera sólo pueden llegar al poder bajo la forma de la república
democrática" (29). En su texto de 1895, Engels elogió el enorme progreso
que tanto el partido como el mismo movimiento socialdemócrata habían sido
capaces de llevar a cabo bajo las restrictivas condiciones del aún entonces
Imperio Alemán. ¡Qué avances no habrían logrado en las condiciones de una
república democrática! Tanto Engels como Marx se habían opuesto repetida y
firmemente a las frases y jugueteos revolucionarios; este fue el núcleo de sus
discusiones con los anarquistas.
No hay ruptura entre el viejo
Engels, asesor de un movimiento internacional de masas que ya era una potencia
en Europa, y el joven revolucionario que participó en el levantamiento de Baden
de 1848/49. Ambos, tanto el viejo como el joven, insisten en el histórico
"derecho a la revolución", ya que todos los estados del presente (así
como del pasado) han surgido de revoluciones. Bismarck fue, como Robespierre,
un revolucionario; nuevas formas políticas pueden surgir de "revoluciones
desde abajo" así como de "revoluciones desde arriba". Todo
pueblo tiene derecho a cambiar la forma de estado y de gobierno, de dotarse de
una nueva constitución o de otra república, e incluso pretender e instaurar una
nueva forma de democracia política. Tanto el viejo como el joven Engels
insisten en el primordial "derecho a la resistencia" democrática
contra los actos violentos de los respectivos gobernantes. Y tanto el joven
como el viejo se vuelven decididamente contra los "alquimistas de la
revolución" que juegan con el levantamiento y con las vidas de decenas de
miles. Incluso la huelga general, una de las ideas favoritas de los
anarquistas, fue considerada un disparate por el viejo Engels.
Notas
1. Friedrich Engels, Carta a
Richard Fischer del 13 de febrero de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 410.
2. En 1850, mientras estaban en
el exilio británico, Marx y Engels habían iniciado inmediatamente un nuevo
proyecto de revista, la continuación de la Neue Rheinische Zeitung, esta vez
como una revista político-económica. En cada número analizaban y comentaban los
principales acontecimientos económicos y políticos de los meses anteriores.
3. Friedrich Engels, Carta a
Richard Fischer del 8 de marzo de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 424; Friedrich
Engels, Carta a Karl Kautsky del 25 de marzo de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 446.
4. Friedrich Engels, Carta a Karl
Kautsky del 1 de abril de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 452.
5.La introducción de Engels tuvo
un efecto directo en los debates durante la segunda discusión del proyecto de
ley de subversión en el Reichstag. Los parlamentarios liberales como Theodor
Barth lo citaron como prueba de que la socialdemocracia de hoy no sigue ninguna
"política de violencia". En los discursos del Reichstag, Ignaz Auer y
August Bebel también se refirieron con aprobación al texto de Engels y lo
citaron (véase Informes taquigráficos sobre las negociaciones del Reichstag.
novena legislatura, tercer período de sesiones, 1894/1895, volumen 1, Berlín
1895, págs. 2143, 2149/2150, 2227). El proyecto de ley fue rechazado.
6. En la edición de MEW, los
pasajes eliminados se indican en el texto mediante corchetes angulares.
7.Karl Kautsky, El testamento
político de Engels, en: Der Kampf, vol. 18, 1925, no. 12, pp. 472 - 478.
8. Sin embargo, Engels no estaba
en absoluto contento con el término "marxismo" inventado por los
bakuninistas y otros oponentes de Marx. Sabía muy bien que Marx se había
resistido fuertemente a ser visto como un "marxista".
9.Cf. por ejemplo su folleto de
1893 "¿Puede Europa desarmarse?" (en: MEW Vol. 22, pp. 371 - 399).
10. Friedrich Engels, Introducción
[a "Klassenkämpfe in Frankreich 1848 bis 1850" de Karl Marx], en: MEW
Vol. 22, p. 509.
11.Friedrich Engels, ibíd., págs.
509, 510. Se puede ver que Engels, a diferencia de los filósofos marxistas, vio
la prueba de la utilidad de la nueva teoría no en las reflexiones generales
sobre el concepto de práctica o historia, sino en las investigaciones empíricas
e históricas (contemporáneas) de las luchas políticas y sociales reales en los
países capitalistas. La falta total de tales investigaciones históricas
contemporáneas, combinada con la simultánea abundancia de reflexiones puramente
filosóficas sobre la teoría marxista como tal, es la carencia básica de todos
los "marxismos" actuales.
12.Friedrich Engels, ibíd., pág.
511.
13.Friedrich Engels, Carta a Paul
Lafargue del 26 de febrero de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 412.
14.cf. Friedrich Engels,
Introducción ..., p. 513. Desde la crisis económica mundial de 1857/58, Marx y
Engels vieron la conexión entre crisis económica y revolución con creciente
escepticismo.
15. Friedrich Engels,
Introducción [a Karl Marx "Luchas de clases en Francia 1848 a 1850"],
en: MEW Vol. 22, S. 515.
16. Cf. Engels, ibid., pp. 516,
517.
17.Engels, ibíd., págs. 513, 519.
18. "La era de las
barricadas y las peleas callejeras se ha acabado para siempre... Así que uno
está obligado a encontrar una nueva táctica revolucionaria. He estado pensando
en esto durante algún tiempo, pero aún no he llegado a ninguna
conclusión", escribió Engels a Paul Lafargue en 1892 (Friedrich Engels, Carta
a Paul Lafargue del 3 de noviembre de 1892, en: MEW Vol. 38, p. 505).
19. La distinción entre
"guerra de posiciones" y "guerra de movimiento", que hoy en
día se asocia con el nombre de Gramsci, había sido décadas antes desarrollada
por Engels y otros. Gramsci es muy poco original en este sentido (como en
muchos otros).
20. Friedrich Engels,
Introducción [a Karl Marx "Klassenkämpfe in Frankreich 1848 bis
1850"], en: MEW Vol. 22, p. 519, 523.
21.Engels, ibíd., págs. 523, 524,
525 y ss.
22. Engels, ibíd., págs. 526,
527. En una carta privada, sin embargo, habló del momento "en que seríamos
lo suficientemente fuertes para dar el paso a la legislación positiva",
por lo que no descartó en absoluto una labor parlamentaria y legislativa (véase
Friedrich Engels, Carta a Edouard Vaillaint de 5 de marzo de 1895, en: MEW Vol.
39, pág. 420).
23. Cf. Engels, ibíd., págs. 522,
525, 526.
24." Predico esta táctica
solo para la Alemania actual, y con no pocas considerables reservas. Para
Francia, Bélgica, Italia, Austria, esta táctica no sirve en su totalidad, y
para Alemania puede llegar a ser inaplicable mañana mismo" (Friedrich
Engels, Carta a Paul Lafargue del 3 de abril de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 458).
25. Friedrich Engels, Respuesta
al Honorable Giovanni Bovio, en: MEW Vol. 22, p. 580. En su artículo "Der
Sozialismus in Deutschland" (El socialismo en Alemania), que apareció en
1892 en la Neue Zeit, había expresado esta expectativa de manera inequívoca:
Los "burgueses y su gobierno" serán los primeros en violar la ley y
el derecho en el Reich alemán para detener el ascenso de la socialdemocracia:
"Sin duda, dispararán primero" (Friedrich Engels, Der Sozialismus in
Deutschland, en: MEW Vol. 22, p. 251).
26. Friedrich Engels, Zur Kritik
des sozialdemokratischen Programmentwurfs, en: MEW Vol. 22, p. 234.
27.Karl Marx, Discurso sobre el
Congreso de La Haya, en: MEW Vol. 18, p. 160.
28.Karl Marx, Los Cartistas, en:
MEW vol. 8, p. 344.
29. Friedrich Engels, Zur Kritik
des sozialdemokratischen Programmentwurfs, en: MEW Bd. 22, S. 235.
Michael R. Krätke es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, profesor de economía política en la Universidad de Lancaster y colaborador asiduo de Der Freitag. Meses atrás publicó el libro "Friedrich Engels oder: Wie ein Cotton-Lord" den Marxismus erfand (Friedrich Engels o cómo un "señor del algodón" inventó el marxismo) en la editorial Karl Dietz de Berlin.
Fuente:
www.researchgate.net/publication/331498100_Friedrich_Engels'_politisches_Testament
Traducción:
Jaume Raventós