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sábado, 28 de noviembre de 2020

El "testamento" político de Friedrich Engels. 200 aniversario de su natalicio

Por Humberto Herrera Carlés 

Hoy se cumplen 200 años del natalicio de Federico Engels, el 2do violín según se autocalifico después de Marx. 

 Un hombre proveniente de familia rica, con gran pragmatismo en su actuar, tanto en la vida privada como pública, poseedor de una amplia cultura y gran poder de análisis para desentrañar las esencias de la sociedad y la naturaleza, con esto le bastaba para ser una figura de primer nivel independientemente de Marx.

Sus obras en solitario , como Dialéctica de la Naturaleza, Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, el conocido como el Anti-Dühring El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, por solo mencionar cuatro de las más importantes, según mi criterio, lamentablemente no han sido suficientemente estudiadas "concienzudamente" como les gustaba decir a ambos clásicos. 

  Es seguro que, con tal análisis, nos hubiéramos ahorrado errores y experimentos fallidos en la construcción socialista. Teníamos todo el conocimiento antes que todos para lograrlo, y no lo hemos aprovechado. Profundizar en el proceso que explica Engels en el Socialismo Utópico...de cómo se hace y lo más importante, qué condiciones deben existir para transformar y construir el socialismo, nos hubiera ahorrado con ello, por decirlo suave, las marchas y contramarchas realizadas como si se tratara de un "experimento" de laboratorio,  en el cual además caminábamos a tientas, y no teniendo en cuenta que se trataba y trata de una evolución compleja y multisistémica que constituye la sociedad y su desarrollo.

Aceptar hoy en día como válidas, muchas cosas que se negaban y se consideraban inadmisibles hasta apenas 30 años, es prueba de esa falta de rigor apuntada.

Engels como hombre de su tiempo y de todos los tiempos, nos invita a releerlo, estudiarlo y atemperarlo a nuestros días., y complementarlo con la experiencia de los intentos de la puesta en prácticas de los socialismos, incluyendo sobre todo el nuestro y lo que podamos aprovechar del capitalismo como pedía necesariamente Lenin. 

Hagámoslo, en ello las ciencias sociales pueden ayudar a nuestro gobierno a trazar la mejor de las estrategias. No es crear teorías para complacer a nadie, es señalar el camino correcto y viable de la construcción socialista en nuestro país desde el conocimiento cientifico, es “montarnos en el tren” pensando en el presente y las futuras generaciones.

P.D He publicado hoy cuatro artículos para acercarnos al gigante del pensamiento que fue Engels.

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Michael R. Krätke , Sin Permiso

17/11/2020

Cualquiera que haya sido puesto a prueba por su lealtad a la constitución en los años 70 y siguientes en la antigua República Federal y haya sido sospechoso de ser un "enemigo de la constitución" probablemente se acordará del "último Engels". Desear un orden económico y social diferente está permitido en la constitución; el derrocamiento violento del orden político no. Como joven de izquierda uno podía remitirse al "último Engels" para pasar como amigo de la constitución, aunque con opiniones radicales.

Con el "último Engels" se hace referencia, ante todo, a un texto que Friedrich Engels escribió a principios de 1895, pocos meses antes de su muerte: una introducción a la nueva edición de "Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850" de Karl Marx. Casualmente, este fue el último gran texto que escribió y publicó antes de su muerte. No pretendía ser su "testamento político". Recibió este dudoso estatus por una serie de coincidencias.

Engels nunca había estado tan cerca del SPD y sus partidos hermanos europeos como en los últimos cinco años de su vida. Sin Engels, difícilmente hubiera sido posible -contrariamente a lo esperado- la exitosa refundación de una Internacional de partidos socialistas y socialdemócratas en el verano de 1889. En los primeros años de la llamada "segunda" Internacional, antes de que existiera una organización formal y un buró conjunto en Bruselas, muchos de los contactos entre los partidos socialistas de Europa y América del Norte pasaban por Engels. Mantenía correspondencia con todos los que tenían rango y nombre en el movimiento socialista, con Kautsky, con Bernstein, con August Bebel y otros miembros del ejecutivo del SPD, con Viktor Adler, con Domela Nieuwenhuis, con Filippo Turati, con Pablo Iglesias, con Paul Lafargue y muchos otros.

En 1890 cayó la Ley Socialista (Sozialistengesetz), y el SPD pudo operar legalmente de nuevo en el Reich alemán. Engels estaba entusiasmado. Vio el comienzo de una nueva época política en Alemania, que requería un lenguaje político diferente y una estrategia y táctica políticas diferente. Con el congreso del partido de Erfurt de 1891, logró una obra maestra: por primera vez, un partido de masas europeo con cientos de miles de miembros y votantes, el SPD, había adoptado un programa decididamente socialista que estaba claramente determinado por el "socialismo científico" de Marx y Engels. Engels consideraba al SPD como el centro, el núcleo central más importante del movimiento obrero europeo e internacional; por lo tanto, le dedicó toda su atención. Para atraer a socialistas y marxistas, era necesario no sólo completar el tan esperado tercer volumen de El Capital, sino también reeditar muchos de los escritos marxistas que estaban agotados y eran apenas conocidos.

Las luchas de clases en Francia de Marx

Por eso estuvo encantado cuando Richard Fischer, el director de la editorial del Vorwärts, le preguntó si estaba dispuesto a publicar una edición separada de la serie de artículos de Marx, originalmente titulada "1848 a 1849" en la Neue Rheinische Zeitung. Politisch ökonomische Revue y escribir un prólogo. Engels estuvo de acuerdo y escribió el texto, una introducción extensa en lugar de un breve prefacio, entre el 14 de febrero y el 8 de marzo de 1895. Para la reedición de los tres artículos originales en la Revue. Mai bis Oktober 1850, que había escrito junto con Marx, elaboró una cuarta parte y la incluyó al final. El resultado fue, como escribió a Richard Fischer, un "capítulo correcto y decente" y una "conclusión objetiva del conjunto, sin la cual permanecería como un fragmento"(1). Propuso para este texto el título que se usa hoy en día, "Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850" (2). Bajo este título también se publicó en abril de 1895 como un folleto con la introducción de Engels, en una edición de 3.000 ejemplares.

A principios de diciembre de 1894, el Canciller del Reich, el Príncipe von Hohenlohe-Schillingfürst, introdujo un nuevo proyecto de ley contra la subversión (Umsturzvorlage) en el Reichstag, dirigido contra la agitación socialdemócrata. En consecuencia, la dirección del SPD reaccionó nerviosamente a todo lo que pudiera aumentar el peligro de una nueva edición de la Ley Socialista. Engels estaba dispuesto a ceder a las propuestas de cambio del ejecutivo del partido. Consideró que algunas de ellas eran exageradas, y advirtió que no se debían subordinar por puro miedo a una línea de "legalidad absoluta, legalidad a cualquier precio", incluso frente a violaciones claras de la constitución y a actos de golpe de estado; nadie creía en tales declaraciones. Se quejó a Kautsky de que su texto había "sufrido bastante por las temibles reservas de nuestros amigos de Berlín sobre el golpe, que tuve que tener en cuenta dadas las circunstancias" (3). Wilhelm Liebknecht, sin embargo, cogió el texto de Engels, lo adaptó por su cuenta y lo publicó en Vorwärts. Engels protestó firmemente contra esta versión no autorizada y abreviada de su texto: el texto fue "tan recortado que parezco un pacífico adorador de la ley quand même" (4). Kautsky se aseguró de que la introducción de Engels, en la versión que autorizó, también se publicara en la Neue Zeit. Así, en muy poco tiempo, se distribuyó ampliamente entre la opinión pública socialista internacional (5).

Así pues, había tres versiones del texto de Engels: la versión original, la versión editada, en la que se habían suprimido algunos pasajes con el conocimiento y el consentimiento de Engels, y la versión no autorizada, recortada, de Wilhelm Liebknecht. El asunto se volvió explosivo cuando, después de la muerte de Engels, su introducción fue citada por algunos partidarios del revisionismo como prueba de que incluso Engels, en sus días de vejez, se había despedido de las fantasías revolucionarias de su juventud. Kautsky y otros estaban en desacuerdo con esta osada interpretación, que sólo podía basarse en el recorte de Liebknecht, pero no en el texto publicado con el consentimiento de Engels. La disputa volvió a estallar cuando David Riazanov, el director del Instituto Marx-Engels de Moscú, encontró el manuscrito original en el legado de Engels y lo publicó en 1925. Esto permitió reconstruir las partes suprimidas que el mismo Engels había hecho o, en parte, aceptado a regañadientes (6). Sin embargo, las críticas que los revisionistas del SPD habían falseado deliberadamente de las palabras de Engels, pudieron ser fácilmente refutadas por Kautsky (7).

Engels después de Marx

¿Cómo pudo un texto relativamente corto de Engels convertirse en la manzana de la discordia? En 1895 el viejo Engels era una leyenda, el puente viviente hacia Marx, el único que, a pesar de su "impertinente modestia", podía hablar con plena autoridad en nombre de Marx, la instancia suprema en asuntos de "marxismo", que sin él no hubieran existido (8). Desde el verano de 1844 había sido el más estrecho amigo y colaborador de Marx, ambos habían perseguido muchos proyectos juntos hasta el final. El gestor y capitalista, el erudito privado sin título académico se había formado un gran nombre como escritor y periodista. El "General", como lo llamaban sus amigos, era considerado una autoridad destacada en todo lo militar (9). Pero se veía sobre todo como albacea de su amigo fallecido, y la publicación de los volúmenes segundo y tercero de El Capital (1885 y 1894) como su trabajo más importante. Dado que no había un texto comparablemente extenso de los escritos de Marx sobre política y estado, fue Engels quien, en su extensa correspondencia y en muchos pequeños textos, a menudo introducciones a nuevas ediciones de viejos escritos de Marx y de él mismo, contribuyó decisivamente para aclarar cuestiones centrales del movimiento socialista en Europa.

La introducción de Engels de 1895

Inicialmente este texto no trataba en absoluto de política, sino de ciencia: la serie de artículos de Marx fue la prueba de fuego, el primer intento "de explicar, a partir de una situación económica determinada, una parte de la historia contemporánea mediante su [es decir, marxista] modo materialista". Aquí se trataba de “demostrar la relación causa-efecto interna de un proceso de varios años, tanto crítico como típico para toda Europa… es decir, atribuir los acontecimientos políticos a los efectos de causas, en última instancia, económicas (10). Esto no era fácil, porque "una visión clara de la historia económica de un período determinado nunca se consigue de forma simultánea, sólo puede obtenerse retrospectivamente, después de que el material se haya recogido y examinado". En consecuencia, para Engels, el "método materialista" debía limitarse a los análisis históricos contemporáneos. Difícilmente se puede superar la evidencia de que los "conflictos políticos" están relacionados con "conflictos de interés de las clases sociales y fracciones de clase determinadas por el desarrollo económico" y los actores políticos (como los partidos) son la "expresión más o menos adecuada de estas... clases y fracciones de clase". Gracias a su conocimiento preciso de la historia económica y política de Francia, Marx había logrado dar "una descripción de los acontecimientos que revela su coherencia interna de una manera que nunca antes se había logrado" (11). Engels se refería a la posterior obra de Marx, el 18º Brumario de Luis Bonaparte de 1852, en el que continuó este análisis del curso de los acontecimientos hasta el golpe de Estado de Napoleón III y la caída de la Segunda República francesa (12).

El análisis de la historia contemporánea no es una teoría general, sólo tiene una validez histórica limitada. Engels expuso, de forma totalmente autocrítica, la perspectiva histórica que Marx y él compartían en 1850. Como los demócratas radicales y comunistas que eran, tenían la historia de la Revolución Francesa en sus mentes. Estaban completamente hechizados por este gran modelo y esperaban que la revolución europea, que comenzó con la Revolución de febrero de 1848 en París, siguiera un curso muy similar. Estaban completamente equivocados. Engels quiso explicar a los lectores de 1895 por qué "en aquella época estábamos autorizados a contar con una victoria inminente y definitiva del proletariado, por qué no se produjo y en qué medida los acontecimientos contribuyeron a que hoy viéramos las cosas de manera diferente a como las veíamos entonces" (13). En el otoño de 1850 habían comprendido que el período revolucionario había terminado; pero esperaban una continuación, una nueva ola de revolución en la línea de la anterior, desencadenada por una nueva "crisis económica mundial" (14).

Pero, continuó Engels, "la historia no nos ha dado la razón, a nosotros y a todos los que pensaban de manera similar" (15). En 1848, el estado de desarrollo económico en Europa, especialmente industrial, estaba lejos de estar tan avanzado en ese momento como ellos pensaban. El rápido desarrollo del capitalismo industrial que tuvo lugar después de 1848, la revolución económica y sobre todo industrial que se extendió por todo el continente europeo, demostró que el capitalismo moderno estaba lejos de estar al final de su desarrollo, más bien se encontraba al principio. El desarrollo hacia las formas políticas modernas, hacia el estado nacional y la república, también estaba lejos de ser completo. El breve episodio de la Comuna de París de 1871 demostró una vez más como de imposible era el dominio de la clase obrera en Europa por entonces (16).

Por consiguiente, estaba claro para Engels que "el modo de lucha de 1848 está hoy anticuado en todos los aspectos", especialmente la "rebelión a la vieja usanza, las luchas callejeras (Straβenkampf) con barricadas, que se producían por todas partes hasta 1848"; las condiciones completamente cambiadas permitían y requerían hoy un "modo de lucha del proletariado totalmente nuevo" (17). Los modelos de 1789, 1830 y 1848 ya no servían como orientación (18).

La nueva estrategia y táctica. ¿Cómo vencerá la socialdemocracia?

En sólo unas pocas páginas, Engels desarrolló la estrategia que hoy, con Gramsci, llamaríamos "guerra de posiciones" (Stellungskrieg), la estrategia de una lenta conquista del poder, parte por parte, posición a posición, con tiempo por delante (19). Esta estrategia se hizo posible y necesaria porque se juntaron algunos elementos nuevos: el ascenso de los partidos socialistas de masas, la introducción del sufragio universal (masculino) en diferentes países europeos y los cambios en la tecnología militar. Para Engels era crucial el hecho de que los partidos obreros habían aprendido a utilizar el sufragio universal, a participar en las elecciones a todos los niveles, en los parlamentos nacionales, en los "parlamentos estatales, consejos locales, tribunales laborales", a dirigir campañas electorales, a "disputar cualquier puesto" a la burguesía, a hacerse oír en la opinión pública política con sus propios órganos de prensa, también a utilizar el parlamento para trabajar en la opinión pública política, en resumen, a llevar a cabo luchas políticas legalmente, dentro del marco de las leyes y la constitución. Engels confió en que los grandes partidos obreros desarrollarían esta estrategia cada vez más, todos los socialistas aprenderían que el "trabajo largo y perseverante", el "trabajo lento de la propaganda", la continua "actividad parlamentaria" serían necesarios para alcanzar el objetivo. Esta prolongada labor era necesaria porque la revolución socialista no podía ser una sorpresa, una toma del poder por una pequeña minoría "a la cabeza de masas inconscientes", sino una gran revolución, el “completo cambio radical de la organización social". Aquí "las masas" (es decir, en primera línea, la clase obrera) debían participar activamente, y por lo tanto habrían comprendido por sí mismas de qué tipo de revolución se trata; finalmente debían llevarla a cabo (20).

Engels se opuso claramente a las tácticas dirigidas a la toma del poder mediante insurrección o golpe de estado, y de ninguna manera sólo por razones militares. También le preocupaba el argumento ético y moral contra una táctica que tomara la masa de trabajadores sólo como infantería y carne de cañón de la revolución. De todos modos, en el estado actual de la tecnología militar, los intentos de insurrección tendrían pocas posibilidades de éxito, en tanto el ejército estuviera intacto y los soldados obedecieran a sus oficiales. Advirtió a todos los partidos socialistas que no se dejaran convencer para provocar actos violentos o lo que sólo podría terminar en derrotas sangrientas, en derramamiento de sangre como en París en 1871, que haría retroceder décadas el movimiento obrero. Las organizaciones de masas socialistas, el movimiento obrero, como mejor se conducen es cuando se mueven dentro del marco legal, usan sus derechos sabiamente y construyen sus posiciones en el estado y la sociedad paso a paso. La "tarea principal" del SPD en particular es mantenerse intacto, que el movimiento y sus organizaciones de masas se cuenten por millones, no dejar que se desgaste en escaramuzas, continuar el crecimiento de su propio poder político con medios legales y pacíficos hasta que haya crecido "el poder decisivo del país", un poder que "crece por encima del sistema político existente" (21). Engels dejó aquí abierto lo que sucedería si el movimiento socialista de la clase trabajadora se convirtiera un día en el poder más grande en el estado. Terminó su introducción con una analogía histórica y se refirió al ascenso de los cristianos en el Imperio Romano, de ser una secta a ser la religión del estado (22). Hay que destacar esta analogía, porque muestra muy claramente que Engels imaginó la lucha política de la socialdemocracia como una lucha prolongada por la hegemonía en el estado y la sociedad. Al final, el movimiento obrero ganaría porque sus pensamientos, sus valores, sus objetivos serían los pensamientos, valores y objetivos dominantes.

En los pasajes borrados de su manuscrito, también habló de un posible futuro de Straβenkämpfen: todavía podrían ocurrir, pero las condiciones serían mucho menos favorables que antes. Algo muy diferente a eso era crucial: si el movimiento socialista continuaba creciendo como lo había hecho hasta ahora, entonces, en un futuro previsible, la mayoría de los soldados de leva consistirían, en gran mayoría, en jóvenes socialistas, y por lo tanto ya no serían utilizables contra su propio pueblo. Por supuesto, Engels, como buen demócrata, no renunciaba al derecho a resistir en situaciones que consideraba probables: violaciones abiertas de la constitución, golpes de estado por parte de los poderes dominantes, que no veían otra manera de controlar el exitoso movimiento legal de masas de los socialistas. Pero mejor no hablar hoy de lo que uno habría hecho entonces (23).

El "revisionismo" de Engels: ¿Cambió Engels su concepción política?

Esta era la opinión de muchos que consideraban a Engels y especialmente a Marx como revolucionarios peligrosos. Los partidarios en el SPD de la táctica de quedarse quieto y esperar se sintieron confirmados. Sin embargo, Engels subrayó que consideraba que las tácticas pacíficas y legales de las campañas electorales y la labor parlamentaria sólo eran útiles para ciertos países y en ciertas condiciones (24). Por supuesto, sólo entonces y únicamente allí donde había sufragio universal y donde las reglas democráticas del juego fueran respetadas por los poderes dominantes. Pero eso no lo harían siempre, Engels estaba convencido de ello. La estrategia de Stellungskriegs y las tácticas de acción legal y pacífica, según las reglas de juego democráticas, llegarían a su fin porque los gobernantes recurrirían a la violencia mucho antes de que el partido socialista pudiera lograr una mayoría y llegar legalmente al poder. Y esto los conduciría "del terreno de la mayoría de los votos al terreno de la revolución" (25).

Esta posición no era nueva. Las revoluciones pacíficas, de forma legal y democrática, eran probablemente concebibles en algunos países (Francia, EE.UU., Gran Bretaña), había escrito Engels en 1891. En los países "donde la representación del pueblo concentra todo el poder en sí mismo, donde se puede hacer lo que se quiera de forma constitucional tan pronto como se tenga a la mayoría del pueblo detrás de sí" (26). Marx había dicho públicamente exactamente lo mismo en Ámsterdam en 1872: en algunos países como los EE.UU., Gran Bretaña, tal vez también Holanda, es posible que "los trabajadores puedan alcanzar su objetivo por medios pacíficos"; esto depende de las "instituciones... costumbres y tradiciones de los diferentes países" (27). Y veinte años antes, en 1852, Marx había escrito que la implantación del sufragio universal en Inglaterra sería un "logro de contenido socialista" porque conduciría inevitablemente a un "gobierno político de la clase obrera" (28).

Tanto Marx como Engels estaban convencidos de que la república democrática era la más alta y última forma política de la sociedad burguesa, a la que se podía combatir definitivamente en la moderna lucha de clases. Está claro, dijo Engels en 1891, "que nuestro partido y la clase obrera sólo pueden llegar al poder bajo la forma de la república democrática" (29). En su texto de 1895, Engels elogió el enorme progreso que tanto el partido como el mismo movimiento socialdemócrata habían sido capaces de llevar a cabo bajo las restrictivas condiciones del aún entonces Imperio Alemán. ¡Qué avances no habrían logrado en las condiciones de una república democrática! Tanto Engels como Marx se habían opuesto repetida y firmemente a las frases y jugueteos revolucionarios; este fue el núcleo de sus discusiones con los anarquistas.

No hay ruptura entre el viejo Engels, asesor de un movimiento internacional de masas que ya era una potencia en Europa, y el joven revolucionario que participó en el levantamiento de Baden de 1848/49. Ambos, tanto el viejo como el joven, insisten en el histórico "derecho a la revolución", ya que todos los estados del presente (así como del pasado) han surgido de revoluciones. Bismarck fue, como Robespierre, un revolucionario; nuevas formas políticas pueden surgir de "revoluciones desde abajo" así como de "revoluciones desde arriba". Todo pueblo tiene derecho a cambiar la forma de estado y de gobierno, de dotarse de una nueva constitución o de otra república, e incluso pretender e instaurar una nueva forma de democracia política. Tanto el viejo como el joven Engels insisten en el primordial "derecho a la resistencia" democrática contra los actos violentos de los respectivos gobernantes. Y tanto el joven como el viejo se vuelven decididamente contra los "alquimistas de la revolución" que juegan con el levantamiento y con las vidas de decenas de miles. Incluso la huelga general, una de las ideas favoritas de los anarquistas, fue considerada un disparate por el viejo Engels.

Notas

1. Friedrich Engels, Carta a Richard Fischer del 13 de febrero de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 410.

2. En 1850, mientras estaban en el exilio británico, Marx y Engels habían iniciado inmediatamente un nuevo proyecto de revista, la continuación de la Neue Rheinische Zeitung, esta vez como una revista político-económica. En cada número analizaban y comentaban los principales acontecimientos económicos y políticos de los meses anteriores.

3. Friedrich Engels, Carta a Richard Fischer del 8 de marzo de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 424; Friedrich Engels, Carta a Karl Kautsky del 25 de marzo de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 446.

4. Friedrich Engels, Carta a Karl Kautsky del 1 de abril de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 452.

5.La introducción de Engels tuvo un efecto directo en los debates durante la segunda discusión del proyecto de ley de subversión en el Reichstag. Los parlamentarios liberales como Theodor Barth lo citaron como prueba de que la socialdemocracia de hoy no sigue ninguna "política de violencia". En los discursos del Reichstag, Ignaz Auer y August Bebel también se refirieron con aprobación al texto de Engels y lo citaron (véase Informes taquigráficos sobre las negociaciones del Reichstag. novena legislatura, tercer período de sesiones, 1894/1895, volumen 1, Berlín 1895, págs. 2143, 2149/2150, 2227). El proyecto de ley fue rechazado.

6. En la edición de MEW, los pasajes eliminados se indican en el texto mediante corchetes angulares.

7.Karl Kautsky, El testamento político de Engels, en: Der Kampf, vol. 18, 1925, no. 12, pp. 472 - 478.

8. Sin embargo, Engels no estaba en absoluto contento con el término "marxismo" inventado por los bakuninistas y otros oponentes de Marx. Sabía muy bien que Marx se había resistido fuertemente a ser visto como un "marxista".

9.Cf. por ejemplo su folleto de 1893 "¿Puede Europa desarmarse?" (en: MEW Vol. 22, pp. 371 - 399).

10. Friedrich Engels, Introducción [a "Klassenkämpfe in Frankreich 1848 bis 1850" de Karl Marx], en: MEW Vol. 22, p. 509.

11.Friedrich Engels, ibíd., págs. 509, 510. Se puede ver que Engels, a diferencia de los filósofos marxistas, vio la prueba de la utilidad de la nueva teoría no en las reflexiones generales sobre el concepto de práctica o historia, sino en las investigaciones empíricas e históricas (contemporáneas) de las luchas políticas y sociales reales en los países capitalistas. La falta total de tales investigaciones históricas contemporáneas, combinada con la simultánea abundancia de reflexiones puramente filosóficas sobre la teoría marxista como tal, es la carencia básica de todos los "marxismos" actuales.

12.Friedrich Engels, ibíd., pág. 511.

13.Friedrich Engels, Carta a Paul Lafargue del 26 de febrero de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 412.

14.cf. Friedrich Engels, Introducción ..., p. 513. Desde la crisis económica mundial de 1857/58, Marx y Engels vieron la conexión entre crisis económica y revolución con creciente escepticismo.

15. Friedrich Engels, Introducción [a Karl Marx "Luchas de clases en Francia 1848 a 1850"], en: MEW Vol. 22, S. 515.

16. Cf. Engels, ibid., pp. 516, 517.

17.Engels, ibíd., págs. 513, 519.

18. "La era de las barricadas y las peleas callejeras se ha acabado para siempre... Así que uno está obligado a encontrar una nueva táctica revolucionaria. He estado pensando en esto durante algún tiempo, pero aún no he llegado a ninguna conclusión", escribió Engels a Paul Lafargue en 1892 (Friedrich Engels, Carta a Paul Lafargue del 3 de noviembre de 1892, en: MEW Vol. 38, p. 505).

19. La distinción entre "guerra de posiciones" y "guerra de movimiento", que hoy en día se asocia con el nombre de Gramsci, había sido décadas antes desarrollada por Engels y otros. Gramsci es muy poco original en este sentido (como en muchos otros).

20. Friedrich Engels, Introducción [a Karl Marx "Klassenkämpfe in Frankreich 1848 bis 1850"], en: MEW Vol. 22, p. 519, 523.

21.Engels, ibíd., págs. 523, 524, 525 y ss.

22. Engels, ibíd., págs. 526, 527. En una carta privada, sin embargo, habló del momento "en que seríamos lo suficientemente fuertes para dar el paso a la legislación positiva", por lo que no descartó en absoluto una labor parlamentaria y legislativa (véase Friedrich Engels, Carta a Edouard Vaillaint de 5 de marzo de 1895, en: MEW Vol. 39, pág. 420).

23. Cf. Engels, ibíd., págs. 522, 525, 526.

24." Predico esta táctica solo para la Alemania actual, y con no pocas considerables reservas. Para Francia, Bélgica, Italia, Austria, esta táctica no sirve en su totalidad, y para Alemania puede llegar a ser inaplicable mañana mismo" (Friedrich Engels, Carta a Paul Lafargue del 3 de abril de 1895, en: MEW Vol. 39, p. 458).

25. Friedrich Engels, Respuesta al Honorable Giovanni Bovio, en: MEW Vol. 22, p. 580. En su artículo "Der Sozialismus in Deutschland" (El socialismo en Alemania), que apareció en 1892 en la Neue Zeit, había expresado esta expectativa de manera inequívoca: Los "burgueses y su gobierno" serán los primeros en violar la ley y el derecho en el Reich alemán para detener el ascenso de la socialdemocracia: "Sin duda, dispararán primero" (Friedrich Engels, Der Sozialismus in Deutschland, en: MEW Vol. 22, p. 251).

26. Friedrich Engels, Zur Kritik des sozialdemokratischen Programmentwurfs, en: MEW Vol. 22, p. 234.

27.Karl Marx, Discurso sobre el Congreso de La Haya, en: MEW Vol. 18, p. 160.

28.Karl Marx, Los Cartistas, en: MEW vol. 8, p. 344.

29. Friedrich Engels, Zur Kritik des sozialdemokratischen Programmentwurfs, en: MEW Bd. 22, S. 235.

Michael R. Krätke es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, profesor de economía política en la Universidad de Lancaster y colaborador asiduo de Der Freitag. Meses atrás publicó el libro "Friedrich Engels oder: Wie ein Cotton-Lord" den Marxismus erfand (Friedrich Engels o cómo un "señor del algodón" inventó el marxismo) en la editorial Karl Dietz de Berlin.

Fuente:

www.researchgate.net/publication/331498100_Friedrich_Engels'_politisches_Testament

Traducción:

Jaume Raventós

 

FEDERICO ENGELS, “EL GENERAL”. 200 aniversario de su natalicio .


Por Gustavo Placer Cervera

Presentación, Estudio introductorio, Traducción, Notas y Selección de Imágenes

UNA APROXIMACIÓN A SU OBRA COMO HISTORIADOR Y TEÓRICO MILITAR

PRESENTACIÓN

 La importancia del papel desempeñado por Federico Engels como fundador, en colaboración con Carlos Marx, de la teoría marxista, es bien conocida. Inmensos fueron los aportes que hizo en la elaboración de la filosofía del materialismo dialéctico e histórico y como dirigente de la clase obrera.

Engels fue un hombre de múltiples facetas. Durante más de veinte años se ganó la vida como comerciante en Inglaterra y contribuía significativamente al sostenimiento de la familia de su entrañable amigo Marx. Al mismo tiempo, escribía con regularidad artículos para el New York Daily Tribune y otros periódicos de los Estados Unidos y de Europa sobre los más diversos tópicos y mantenía una correspondencia asidua con Marx en la que discutían, hasta el detalle, asuntos de política, economía y filosofía. Escribió numerosos libros y folletos

Engels se mantenía en permanente contacto con revolucionarios de muchos países. Poseía una vasta cultura y podía leer y comunicarse en varios idiomas.

Entre los temas a los cuales Federico Engels dedicó una especial atención están el Arte Militar y la Historia Militar. Sus contribuciones en estos campos forman una notable página de su producción literaria. De sus cartas, notas y materiales de preparación de sus ensayos y artículos queda  claro que tomó muy en serio el trabajo para esa producción. Sus conocimientos y escritos en sobre asuntos militares le ganaron entre sus amigos y compañeros el sobrenombre de “El General”.

Estas líneas están dedicadas a estudiar esta significativa faceta del genial pensador y dirigente revolucionario la cual, aunque conocida, es quizás de las menos divulgadas.

Este trabajo está estructurado en tres partes. La primera de ellas, titulada La obra de Federico Engels en la Historia y Teoría Militar es un ensayo histórico en el que, siguiendo un orden cronológico, nos acercaremos a la formación y desarrollo de Federico Engels como historiador, cronista, analista y teórico militar, a partir de sus primeras experiencias en el servicio militar, continuando como combatiente de línea en la insurrección de 1848-1849 en Alemania, sus estudios de la historia y teoría militares y sus escritos en estas esferas a través de casi cinco décadas.

En la segunda parte de aparecen, traducidos al español, cinco de los más de 60 artículos de contenido militar escritos por Engels en inglés para la The New American Cyclopaedia (La Nueva Enciclopedia Americana) entre 1857 y 1861. Dada su importancia y representatividad se han seleccionado los ensayos Ejército, Artillería, Fortificaciones, Infantería y Marina de Guerra, expuestos en el mismo orden en que fueron publicados siguiendo el alfabeto inglés (Army, Artillery, Fortification, Infantry, Navy). A los textos originales se le han añadido notas aclaratorias e imágenes.

En la tercera parte se exponen, como anexos:

  • La carta de Federico Engels a Jenny Marx de fecha 25 de julio de 1849 en la cual se refiere a sus experiencias combativas
  • La carta de Federico Engels a Joseph Weydemayer de fecha 19 de Junio de 1851 en la cual expone su propósito de estudiar a fondo la historia y ciencia militar, sus objetivos y metodología.
  • Una relación de los escritos de contenido militar escritos por Engels a través de vida y que han sido ubicados por el autor de estas líneas en la colección de obras publicadas en inglés por la Editorial Progreso de Moscú (URSS) bajo el título de MARX, Karl y ENGELS, Friedrich:  COLLECTED WORKS, Progress Publishers, Moscow, 50 Vol., 1975-1986. 

Sirvan estas líneas como modesto homenaje a Federico Engels en el año en que se cumplen 200 años de su nacimiento, ocurrido el 28 de noviembre de 1820 en Barmen, Alemania y 125 de su fallecimiento, el 5 de agosto de 1895,  en Londres, Inglaterra.  

   Gustavo Placer Cervera

La Habana, Noviembre de 2020

 I PARTE

LA OBRA DE FEDERICO ENGELS EN LA HISTORIA Y TEORÍA MILITAR

 Federico Engels nació el 28 de noviembre de 1820 en Barmen[i], ciudad industrial de Alemania, situada a orillas del río Wupper. Su padre, que llevaba el mismo nombre, era fabricante de tejidos y su madre se nombraba Elisabeth. La familia tenía una  posición económica acomodada. En 1834, ingresó en el Gimnasio[ii] de Elberfeld para cursar el bachillerato. Allí, según su expediente académico, “dedicó a la historia de la literatura alemana y a la lectura de los clásicos alemanes…….un meritorio interés”. Su deseo era el de emprender el estudio de una carrera universitaria una vez terminado el bachillerato pero un año antes de que esto ocurriera, su padre determinó sacarlo del Gimnasio y lo obligó a trabajar como dependiente del comercio. No obstante esa contrariedad, el joven Engels continuó estudiando de forma autodidacta, forjándose una sólida y vasta cultura.

 En el servicio militar

A fines de 1841, próximo a cumplir 21 años de edad, marchó Engels a Berlín para cumplir, por un año, su servicio militar. Fue asignado, como voluntario, a la 12ª Compañía de Guardia de artillería de sitio la cual tenía su cuartel en la Kupfergraben.

Engels no estaba de ninguna manera feliz con el hecho de tener que servir en el ejército de la monarquía prusiana, a la cual detestaba. Así, de la misma manera que esquivaba la asistencia mensual a misa evadía, en todo lo que podía,  la rígida instrucción militar prusiana, para lo cual no vaciló inclusive en fingir en una ocasión un fuerte dolor de muelas para no participar en una marcha nocturna, según le confesó en una carta a su hermana María[iii]. No obstante, asimiló  conocimientos militares y fue ascendido a bombardier[iv].

Engels aprovechó su estancia en Berlín para asistir, en calidad de oyente, a clases  en la Universidad. En el alto centro de estudios se puso en contacto con la joven intelectualidad revolucionaria alemana y cada vez que le fue posible, asistió a los cursos de teólogos y filósofos y a conferencias sobre literatura. Al escribirle a su hermana María sobre su estancia en las aulas universitarias, el joven Engels decía, en tono de broma,  que producía un “efecto pomposo”[v] al asistir a las aulas con su vistoso uniforme azul con cuello negro y charreteras rojas con ribetes blancos.

A comienzos de Octubre de 1842, terminado su servicio militar, Engels regresó a su ciudad natal y con posterioridad viajó a Inglaterra para perfeccionar su formación como empresario en la fábrica de hilados de la cual su padre era copropietario. Comenzó, casi de inmediato, a realizar una intensa actividad política y llevó a cabo estudios sobre las relaciones sociales y política.  En esta época, inicia sus relaciones de amistad y colaboración con Karl Marx.

Entre 1843 y 1849, Engels publicó artículos en varios periódicos de Francia, Alemania e Inglaterra. En 1845, publica su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra y en colaboración con Marx, La Sagrada Familia, también en ese año. Producto de esa misma colaboración, sale  a la luz en 1846, la parte principal de la obra La ideología alemana.

En 1847, Engels ingresa en la Liga de los Justicieros y en 1848 escribe y publica Los Principios del Comunismo. En ese mismo año escribe, junto a Marx, el Manifiesto Comunista.

 Primeras experiencias combativas

En 1849, Engels participó en las insurrecciones revolucionarias que tuvieron lugar en las regiones alemanas del Palatinado y Baden para defender la Constitución del Reich frente a la contrarrevolución. Del 12 al 16 de mayo se dirige a Elberfeld, ciudad que se había levantado en armas, llevando consigo dos cajones de municiones que habían sido ocupados por los trabajadores de Solingen[vi] en el asalto a un arsenal. La comisión militar de los insurrectos encomendó a Engels la dirección de los trabajos de fortificación y le dio el mando de la escasa artillería  que los insurrectos tenían en Elberfield.

El mismo día de su llegada, Engels organizó una compañía de zapadores y la terminación de barricadas en las diferentes entradas de la ciudad. Asimismo, dirigió personalmente el emplazamiento de varias piezas de artillería. Asistió además a todas las sesiones de la comisión militar y a propuesta suya se designó a  un antiguo oficial del ejército como jefe de la plaza. Esta incansable actividad de Engels le granjeó la simpatía y confianza de los trabajadores armados y de los cuerpos de voluntarios. Pero la burguesía de Elberfeld estaba muy alarmada con la presencia allí de un comunista tan notorio y presionó a los dirigentes de la insurrección para que lo sacaran de su puesto.

Antes de marcharse de Elberfeld, Engels, al frente de un destacamento de unos 30 hombres llevó a cabo un asalto al arsenal de Gräfrath[vii]. Gracias a la sorpresa, la operación se realizó exitosamente sin disparar un tiro y los asaltantes se apoderaron de armas y vestuario. Con posterioridad, Engels partió de Elberfeld y se dirigió a la ciudad de Colonia donde se reunió con Marx, saliendo ambos hacia el suroeste de Alemania vía Francfort del Meno. Allí, ambos amigos se separaron. Marx se trasladó a París mientras Engels permaneció en la región del Palatinado.

Tal y como Engels lo había pronosticado, la indecisión de los dirigentes pequeñoburgueses de la insurrección permitió a la contrarrevolución prepararse para extinguir el último foco revolucionario en Alemania. Una vez más el papel de verdugos correspondió a los militaristas prusianos. Movilizaron contra los revolucionarios del sur de Alemania una impresionante fuerza militar. Tres cuerpos de ejército fueron destinados a cercar a los insurrectos en el Palatinado y las llanuras de Baden. El mando de las operaciones fue asumido por el príncipe Guillermo de Prusia, el tristemente célebre “Príncipe de la metralla”.

Cuando el 13 de junio llegó a la ciudad de Kaiserlautern[viii], donde se encontraba Engels, la noticia de que los prusianos estaban penetrando en el Palatinado por la zona de Saarbrücken[ix], este tomó la decisión de ingresar en las filas del cuerpo de voluntarios al mando de August Willich[x], quien había sido teniente prusiano y era miembro de la Liga de los Comunistas. A Engels se le otorgó la condición de oficial adjunto.

De manera análoga a Engels se habían incorporado al ejército insurgente numerosos revolucionarios procedentes de las filas del proletariado. La mayoría de los seis mil combatientes de los destacamentos voluntarios eran obreros y artesanos. El cuerpo mandado por Willich, formado por 800 hombres, en su inmensa mayoría trabajadores fue el más distinguido de esos destacamentos.

El oficial adjunto Federico Engels dio pruebas de su capacidad como organizador y su valentía como combatiente. En todo momento hizo frente a la situación  y durante los combates en que tuvo participación se le vio siempre en primera línea. 

Bautizo de fuego

A los pocos días de haberse incorporado a las filas, tuvo Engels su bautizo de fuego. El comandante supremo del ejército revolucionario, el general polaco Ludwick Mierolawski[xi], planeó efectuar una operación defensiva desde el ángulo que forman los ríos Rhin y Neckar y para ello dio órdenes de trasladar las tropas del Palatinado hacia Baden. Le correspondió al cuerpo de voluntarios mandado por Willich, junto a otros destacamentos, cubrir ese movimiento enfrentándose a los prusianos. El 17 de junio de 1849, cerca de Rhintal, el cuerpo de Willich chocó con la vanguardia de una división enemiga. En el combate, que se prolongó durante varias horas, Engels actuó como jefe de una pequeña unidad ubicada en el flanco izquierdo y que se mantuvo durante gran parte del tiempo en lo más denso del fuego. “Su diligencia y valentía fueron elogiadas por sus compañeros de combate” escribiría más tarde una de las participantes en la revolución quien poco después se encontró con la pequeña unidad.

Al día siguiente, 18 de junio, el cuerpo de Willich, una vez que hubo asegurado el paso de las fuerzas procedentes del Palatinado a través del Rhin, se trasladó al territorio de Baden y se dirigió a Karlsruhe[xii].

Cuando los prusianos cruzaron el Rhin, el cuerpo de Willich se colocó a la vanguardia de las tropas palatinas con el fin de impedir que el enemigo aislara a las tropas badenses que luchaban a orillas del río Neckar. El 21 de junio, los voluntarios entraron en combate, sorpresivamente, frente a Karlsdorf[xiii], con un batallón de fuerzas prusianas. Engels, también esta vez en primera  línea, se destacó notablemente en la acción. Muchos de sus compañeros lo elogiaban, pero para él la valentía frente al enemigo resultaba algo muy natural. “He descubierto”, -escribió más tarde- “que la alabada valentía bajo el fuego es una de las cualidades más triviales que puede uno poseer. El silbido de las balas es cosa de muy poca importancia, y durante toda la campaña, pese a la mucha cobardía que presencié, no he visto ni a una docena de hombres que en pleno combate se hubiesen mostrado cobardes, aunque sí, con demasiada frecuencia me encontré con la “valentía estúpida” de los que se exponen innecesariamente”[xiv].

Los voluntarios avanzaron  valientemente para cumplir su objetivo. Mieroslawski logró, después de duros contraataques a orillas del Neckar, sacar al ejército revolucionario badense de las tenazas del enemigo, muy superior en fuerzas. En las nuevas condiciones, los hombres de Willich lo seguían como retaguardia acosados constantemente por el ejército prusiano.

Frente a la fortaleza de Rastatt[xv], situada en la ribera del río Murg, el ejército revolucionario, de cuyos 30 mil hombres sólo quedaban unos 13 mil, se aprestó a presentar combate contra un enemigo que lo superaba en proporción de 4 a 1. El cuerpo al cual pertenecía Engels fue incorporado a la división que ocupaba el flanco derecho a cuyo mando fue designado August Willich. Engels se encontraba cerca de él, en Rothenfelds. El 28 de junio, la vanguardia de la división se vio obligada a rechazar una avanzada de las fuerzas prusianas sobre Michelbach. Engels se lanzó al combate con los oficiales del estado mayor de Willich. El enemigo fue rechazado.

El 29 de junio, los prusianos se lanzaron a la ofensiva. El ejército revolucionario respondió con contraataques en todo el frente. La división a la que pertenecía Engels se enfrentó al 1er. Cuerpo del ejército prusiano cerca de Bischweir, a orillas del río Murg. Engels estaba al frente de la vanguardia de los voluntarios de Willich. El combate se prolongó varias horas, hasta que fuerzas enemigas, desde territorio neutral del vecino estado Württemberg, irrumpieron en la retaguardia revolucionaria. Las pérdidas fueron cuantiosas.

Las diezmadas fuerzas revolucionarias tuvieron que retirarse hacia la región montañosa de Baden. Tocó de nuevo a los hombres de Willich cubrir  la retirada de los restos del ejército revolucionario. En agotadoras marchas ascendieron las montañas de la Selva Negra y aún cuando la inmensa mayoría de los revolucionarios querían continuar la lucha, los dirigentes pequeñoburgueses de la insurrección, no quisieron hacerlo. No quedó entonces otro recurso que el de refugiarse en la vecina Suiza.

El cuerpo de voluntarios de Willich, al cual pertenecía Federico Engels, fue el último destacamento de las tropas palatinas que cruzó la frontera Suiza, haciéndolo el 12 de julio. Engels había cumplido honrosamente sus responsabilidades como oficial. Participó, como hemos visto en varios combates “y durante mucho tiempo los que le vieron combatiendo bajo el fuego, elogiaron su extraordinaria sangre fría y su absoluto desdén por el peligro”[xvi]

Con la represión de la insurrección de Baden y el Palatinado terminó la revolución democrática burguesa en Alemania. Triunfó la contrarrevolución. Cientos de combatientes fueron fusilados por los pelotones de ejecución prusianos o murieron de hambre o de tifus en las mazmorras de la fortaleza de Rastatt. Miles fueron detenidos y decenas de miles de revolucionarios se vieron obligados a tomar el camino del exilio.

A instancias de Marx, al poco tiempo de haber llegado a Suiza, Engels comenzó a escribir sobre sus experiencias en la insurrección de Baden y el Palatinado en lo que podemos considerar su primer trabajo de historia militar, que denominó La campaña por la Constitución del Reich alemán en el cual describió, de manera gráfica, la última etapa de la revolución alemana y analizó profundamente la posición de las diferentes clases sociales y las experiencias que ese movimiento podía aportar a la lucha ulterior del proletariado. En su trabajo, Engels resaltó los conocimientos y experiencias que, en el aspecto militar, podían obtenerse de las sublevaciones del verano de 1849 y las luchas del ejército revolucionario de Baden y el Palatinado.

En el verano de 1850, Engels redactó en Londres, su trabajo La Guerra Campesina en Alemania. Analizando de las causas que explicaran la derrota de la revolución de 1848-1849 y cual sería la política mediante la cual pudiera alcanzarse el triunfo en una nueva revolución, consideró que  podía ser resultar muy útil realizar el análisis comparativo con la guerra campesina de 1525, punto culminante de la revolución preburguesa alemana iniciada con la Reforma.

Una de las preocupaciones de Engels era comprobar la importancia decisiva de la alianza entre obreros y campesinos. Por ello, hizo énfasis en las enseñanzas que en este sentido podían obtenerse de las revoluciones de 1525 y 1848, respecto a que en esas luchas llevadas a cabo, respectivamente, contra el feudalismo y el capitalismo, obreros campesinos tenían que unirse para asegurar el triunfo del progreso histórico. Gracias a su concepción dialéctico materialista de la historia pudo Engels superar las interpretaciones de la historiografía burguesas sobre los acontecimientos de 1525 y revelar sus verdaderas causas y carácter.

A fines de 1850, tras largos debates con su familia, Federico Engels decidió trasladarse a Manchester, ciudad industrial situada a unos 400 km. al norte de Londres, centro de la industria textil británica, para trabajar en la firma textil “Ermen & Engels”.

 El “Ministerio de la Guerra” de Manchester

Desde su llegada a Manchester, Engels se dedicó de manera sistemática y tenaz al estudio de la ciencia militar. Estos estudios no eran un fin en sí mismo, su objetivo era el de elaborar científicamente una teoría militar que fuera útil a los futuros  movimientos revolucionarios de la clase obrera.

La polémica ideológica sostenida con una fracción surgida dentro de la Liga de los Comunistas en torno a August Willich, - su antiguo jefe durante la insurrección- y Karl Schapper[xvii], - antiguo amigo de Engels-, y, sobre todo, su experiencia en la lucha revolucionaria, habían convencido a Engels de que la clase obrera y su partido necesitaban una concepción y orientación propia en las cuestiones relacionadas con la ciencia militar. La fracción de Willich-Schapper, era apoyada por antiguos oficiales que aspiraban a la dirección militar de la revolución y querían imponerle sus puntos de vista pequeñoburgueses. Marx y Engels habían formulado importantes principios para el programa militar del proletariado en el documento “Reivindicaciones del Partido Comunista en Alemania” y en sus escritos en la Nueva Gaceta Renana. Su planteamiento esencial consistía en la supresión de los ejércitos permanentes y sustituirlos por la instrucción y equipamiento militar de todo el pueblo. La entrega de las armas al pueblo tenía por objeto suprimir el poder militar de la reacción feudal y capacitar a las masas para defender las conquistas revolucionarias mediante la violencia, en caso necesario. Ya en su trabajo, antes mencionado, La campaña por la Constitución del Reich en Alemania, Engels comenzó a desarrollar la teoría del levantamiento armado y de la guerra revolucionaria teniendo como base las enseñanzas militares  de la revolución. Partió de la idea de que el levantamiento armado y la guerra revolucionaria tienen sus propias leyes, las cuales hay que necesariamente conocer y observar si se quiere alcanzar el triunfo.

Engels consideró que, en primer lugar, era necesario investigar las condiciones concretas para el empleo de la lucha armada por el partido revolucionario. Esto le resultaba difícil hacerlo en Manchester pues allí no existían grandes bibliotecas donde pudiera encontrar el material que la hacía falta para realizar las investigaciones. En vista de ello, apremiaba a Marx y a otros amigos para que le enviaran desde Londres y otros lugares diferentes obras y publicaciones. En una carta a su amigo Joseph Weidemeyer, de fecha 16 de junio de 1851[xviii], le pide que le indique fuentes para la obtención de información, porque,

“…… Lo que necesito, ante todo, son libros por los cuales, de una parte, pueda formarme una idea de la situación general actual de ciertas ramas del arte militar, y de otra, conocer las diferencias entre los diversos ejércitos modernos; por ejemplo, desearía conocer  las diferentes construcciones de cañones de campaña y otras cosas semejantes; la organización y las diferentes unidades que componen una división, un cuerpo de ejército, etc. Desearía obtener, especialmente, toda la información posible sobre la organización de los ejércitos, el abastecimiento, la sanidad y todo lo necesario para el equipamiento de cualquier ejército….” 

         y más adelante le explica que todos esos detalles le eran necesarios  

“para comprender y apreciar exactamente los hechos militares históricos”

  pues para él era más importante “el conocimiento de las cosas prácticas existentes en la realidad y no los sistemas o las invenciones de genios ignorados”.

 Al comenzar a estudiar, de manera sistemática, la ciencia militar, Engels fijó su atención, ante todo, en la estrategia y la táctica de la guerra revolucionaria francesa y del imperio napoleónico que le sucedió a fines del siglo XVIII e inicios del XIX. En momentos en que parecía inminente una guerra entre la Francia revolucionaria y la tristemente célebre Santa Alianza, Engels resumió sus ideas en su ensayo Consideraciones y perspectivas de una guerra de la Santa Alianza contra la Francia revolucionaria en el año 1852, que entonces permaneció inédito. En ese trabajo, partió ya de la relación dialéctica entre revolución y guerra, entre política y conducción de la guerra, e investigó la función política y militar de las fuerzas armadas revolucionarias.

Histórica y lógicamente, Engels demostró que el arte de hacer la guerra y la organización del ejército moderno de la época tenían un carácter clasista y encarnaban los intereses de la burguesía. Consecuentemente, se planteaba la interrogante de si “una nueva revolución que eleve al poder a una clase totalmente nueva no producirá, como la anterior, nuevos medios de guerra y una nueva estrategia y táctica”[xix] frente a los cuales la forma actual de conducir la guerra aparecerá caduca e impotente. Como respuesta a esa interrogante, Engels formuló la tesis de que el proletariado tendría también “una expresión militar particular”[xx] y de ello resultará un nuevo modo de conducir la guerra que será “un producto necesario de las nuevas relaciones sociales”[xxi]. Pero ello –enfatizaba-, no significaría despreciar los métodos y reglas de la estrategia y la táctica creadas por la burguesía, del mismo modo –decía-, “que el proletariado triunfante no tiene por qué eliminar las máquinas de vapor si no que las multiplicará”. Por eso, -planteaba- que sería tarea de la clase obrera, en su modo de conducir la guerra, multiplicar  “el carácter masivo y la movilidad”[xxii] alcanzados por la burguesía y elaborar una nueva ciencia militar tanto en el curso como después de la revolución proletaria.

En sus estudios militares Engels se planteó a si mismo elevadas exigencias en cuanto a la exactitud de todos los detalles, esforzándose por investigar todas las fuentes disponibles y criticaba, de manera mordaz, la superficialidad de algunos analistas militares que estaban siempre prestos a hacer alabanzas a sus propios ejércitos y generales. “En nada es tan fácil hacer el ridículo como en la historia militar, cuando se quiere opinar sin tener un conocimiento completo de los datos relativos a los efectivos, avituallamiento, cantidad de municiones, etc., etc., de que se dispone[xxiii], escribía a Marx cuando este le sugirió, a fines de marzo de 1851 escribir la historia de la guerra de Hungría de 1848-1849. De esa manera, Engels vinculaba el partidismo revolucionario con la exactitud científica cuando analizaba los acontecimientos militares y generalizaba los resultados de su investigación.

En el verano de 1851, Engels confeccionó un programa de lecturas concernientes a la ciencia militar y comenzó a cumplirlo metódicamente. Su objetivo desde un principio no fue sólo el de conocer los elementos básicos de la ciencia militar, sino también estudiar, con profundidad y detalle, las fuentes más importantes de la teoría militar. Al respecto, decía a su amigo Joseph Weydemeyer: “El autodidactismo, practicado de un modo general es un disparate. Cuando el asunto no se lleva a cabo sistemáticamente, no se llega a nada que valga[xxiv]. Aproximadamente un año después comentaba, en una carta a Marx, que estaba muy contento por haber logrado adquirir la biblioteca militar de un antiguo oficial residente en Colonia. Aunque no disponía de mucho tiempo, gracias a su férrea autodisciplina, Engels comenzó a familiarizarse a fondo con los conocimientos relativos a la táctica de empleo de las diferentes armas, a la estrategia, a la organización del ejército y la estructura de los mandos, a las cuestiones de los aseguramientos, la técnica del armamento y otros asuntos especiales.

En 1852 Engels elaboró el último de sus trabajos en que analiza la s experiencias de la revolución de 1848-1849. Fue una relación histórica de los acontecimientos en Alemania y Austria desde las vísperas de la revolución hasta el final de la insurrección de Baden. Redactado como una serie de artículos para el periódico New York Daily Tribune y publicados bajo la firma de Marx, fue conocido posteriormente con el nombre de “Revolución y contrarrevolución en Alemania”. En este trabajo Engels demostró que las revoluciones forman parte objetiva del decursar histórico. Sobre la base de un análisis de los antecedentes de las fuerzas motrices y del curso de la revolución burguesa en Alemania explicó como en la historia se alternan fases de evolución y revolución y que durante estas últimas los acontecimientos y en especial, la polarización de las fuerzas de clase, se producen con gran rapidez, de manera que una revolución permite a una nación avanzar “…en cinco años más que en condiciones normales en todo un siglo”.

Los artículos de Engels sobre política militar e historia de las guerras escritos para el New York Daily Tribune, periódico que con una tirada diaria de más de 200 mil ejemplares era uno de los de mayor influencia en los Estados Unidos, hicieron que sus estudios militares ganaran en significación política. En 1852 una cuestión que despertaba mucho interés era la denominada crisis oriental y las tensiones que esta acarreó en Europa. En el otoño de 1853 estalló la guerra entre Rusia y Turquía, que es conocida a partir de 1854 como Guerra de Crimea, después de la intervención en ella de Inglaterra, Francia y Piamonte-Cerdeña. Era tal la expectación y el interés que para el gran público tenían los acontecimientos bélico que algunos órganos de prensa burgueses estaban dispuestos a publicar artículos sobre los aspectos político-militares, estratégicos y tácticos concernientes al desarrollo de la guerra en la región del Danubio, en Crimea y en el Mar Báltico, aún cuando las opiniones expresadas no correspondiesen siempre con las suyas.

Engels hizo uso de esa posibilidad. Comprendió que, para el partido, la utilidad de sus estudios militares sólo podía ser mediata pero consideró, coincidiendo en ello con Marx, en nombre de la democracia revolucionaria, la opinión de los comunistas respecto a los acontecimientos de la guerra, utilizando para ello toda oportunidad que se presentase. Desde su primer artículo sobre la Guerra de Crimea, Engels se ganó el elogio de Marx quien le escribió el siguiente comentario “un artículo tan bello, te asegurará ante Dana[xxv] la reputación de un ‘Mariscal de Campo’”[xxvi]. Sus artículos sobre esta guerra se publicaban no sólo en el periódico norteamericano si no también en el periódico alemán Neue Oder Zeitung durante todo el tiempo que duró el conflicto (1853-1856).

Pero Engels se ocupaba no sólo de las cuestiones militares que le eran contemporáneas. En el verano de 1855 comenzó a escribir para la revista norteamericana Putnam`s Monthly una serie de artículos sobre los ejércitos europeos y su potencia militar. Engels aprovechó esta oportunidad para explicar coherentemente las cuestiones metodológicas de una historiografía militar materialista y el condicionamiento social de la conducción de la guerra y del sistema militar.

Dado el hecho de que Marx y Engels habían escrito para el New York Daily Tribune durante varios años no es sorprendente que cuando, en 1857, Charles A. Dana y George Ripley decidieran publicar la The New American Cyclopaedia (La Nueva Enciclopedia Americana) invitaran a Marx a ser uno de sus colaboradores. Marx pidió entonces a Engels que escribiera algunos de los artículos sobre temas militares. Aprovechando la ocasión Engels escribió entre 1857 y 1861 toda una serie de más de 60 ensayos y artículos. Entre los primeros se encuentran: Ejército, Artillería, Fortificaciones, Infantería y Marina de Guerra, en lo cuales analiza diversos aspectos teóricos y ofrece originales definiciones tales como la que expone al encabezar su ensayo  Ejército”: “Ejército es una agrupación de hombres armados, mantenida por el Estado para hacer la guerra ofensiva o defensiva” y a continuación, Engels da una visión rápida pero profunda del desarrollo de los ejércitos desde el Antiguo Egipto de Ramsés II hasta el sistema de fuerzas armadas que poseían en 1857 los Estados Unidos y que, según datos oficiales, ascendía entonces a 18 mil hombres en el ejército regular. Estos ensayos son complementados en términos concretos con artículos de menor extensión. Algunos de ellos como “Actium”, “Albuera”, “Alma”, “Asperón”, “Borodinó” y “Bidasoa” analizan batallas específicas. Otros como “Cañón” “Metralla” y “Cabeza de Puente” explican términos militares y artículos como “Ataque”, “Batalla” “Batería”, “Blindaje”, y “Campaña” contienen importantes exposiciones teóricas acerca de la forma y métodos de conducción del combate, el empleo de varias formaciones combativas así como de las reservas.

En estos trabajos Engels analizó el desarrollo histórico de las fuerzas armadas corrigiendo en muchas cuestiones importantes la imagen tradicional de la historia militar vigente hasta entonces. Con gran fuerza de convicción explicó como la dialéctica de la lucha de clases y la aparición de nuevas armas había influido en la organización de las fuerzas armadas y en la conducción de la guerra.

Como las fuentes de información que le era accesible a Engels en Manchester no eran, por lo general, suficientes, a solicitud suya Marx reunía muchos de los datos necesarios en la biblioteca y archivo del Museo Británico de Londres o elaboraba resúmenes de la literatura allí existente. El intercambio epistolar que ambos mantuvieron con ese propósito movió a Marx, quien había hablado antes con orgullo de su “Ministerio de la Guerra en Manchester”[xxvii], e incluir en sus estudios económicos la historia militar.

El trabajo que realizaba Engels como historiador y teórico militar exigía mucho tiempo y energías. Cumplía estas tareas con una dedicación y tenacidad asombrosas, sin descuidar por ello sus otros intereses políticos y científicos ni sus obligaciones comerciales. Fue un rasgo característico suyo el ocuparse de la teoría militar con estricta objetividad, pero siempre en estrecha relación con las demás ramas de la ciencia de las que había adquirido un profundo conocimiento. En febrero de 1858 reconocía en una carta a Marx lo útil que había sido para él lo que denominaba “curso enciclopédico”[xxviii].

Cuando a fines de la década de los años cincuenta del siglo XIX maduraron nuevas crisis revolucionarias, Engels consideró que se acercaba el momento en que sus conocimientos militares pudieran ser útiles a la revolución que avizoraba. Y aunque esas esperanzas no se cumplieron, siguió atentamente el desarrollo militar. La penetración de la industria capitalista en el sistema militar y los nuevos elementos producidos por ello en la conducción de la guerra despertaron en él un vivo interés.

La tensión internacional que en 1859 hizo crisis en la guerra italiana motivó a Engels a concentrar su atención en los problemas militares de su actualidad, particularmente en la cuestión de cuan afectada estaba la seguridad de Alemania con la amenaza de hostilidades entre Francia y Austria. En ese momento parecía que las fuerzas reaccionarias perdían terreno en su país natal. Engels esperaba ganar de nuevo el oído de la opinión pública alemana. Y tuvo éxito en su empeño. Su folleto El Po y el Rhin fue publicado anónimamente en Berlín en 1859, pero el nombre del autor fue revelado poco tiempo después en el periódico Das Volk que Marx publicaba en Londres. En una carta de enero de 1860[xxix], Marx congratulaba a Engels por la aparición de una crítica muy favorable para su folleto en una importante revista militar alemana, la Allgemeine Militär Zeitung que se publicaba en Darmstadt y le añadía: “Tu folleto te ha asegurado tu posición en Alemania como crítico militar”. Entre otras muchas cuestiones interesantes de este trabajo de Engels resalta el análisis que hace de la repetida frase de Napoleón “no se debe atacar jamás un país montañoso”. Al respecto Engels comenta: “Este temor a las montañas surge en él indudablemente, cuando sus ejércitos habían llegado a alcanzar colosales dimensiones y les atraían a las llanuras los problemas de abastecimiento y las condiciones del despliegue táctico”; y agregaba: “pero en términos generales resulta claro que los ejércitos contemporáneos sólo pueden aprovechar sus fuerzas en un terreno variado con llanuras y pequeñas ondulaciones, y que es falsa la teoría que preceptúa dirigir un gran ejército a elevadas montañas, -no para atravesarlas, sino para ocupar en ellas posiciones durante largo tiempo-, especialmente si a derecha e izquierda se extienden amplias llanuras en las cuales puede decidirse la guerra….

Enfocando la guerra italiana desde el ángulo político, Engels destacaba la razón que asistía al movimiento nacional italiano que desde 1820 estaba luchando por alcanzar la unidad de su país, superando los numerosos reveses y fortaleciéndose cada vez más. Y mantenía que el Valle del Po era parte integrante de la Italia que se unificaba, y no de Francia ni de Austria, imperios que se la disputaban.

Otro folleto de Engels titulado Saboya, Niza y el Rhin, continuación del anterior, apareció en Berlín en 1860. En él, Engels pronosticaba la agudización de las contradicciones entre Austria y Prusia por el dominio del centro de Europa[xxx].

Los acontecimientos que se sucedían en el continente europeo durante 1858-1859 causaron alarma en Inglaterra. Era opinión generalizada que Napoleón III estaba proyectando la invasión de ese país. En mayo de 1859, el secretario de Estado para la Guerra, General Peel, convocó a los Lords Lieutenants[xxxi] y les comunicó que, de acuerdo al Acta de 1804, podían formarse Cuerpos de Voluntarios (Milicias Territoriales). El plan fue recibido con muestras de entusiasmo popular y a fines de 1860 estaban inscriptos cerca de 119 mil voluntarios. Estos formaban un “ejército” muy heterogéneo. En los distritos rurales y aldeas los terratenientes rivalizaban entre sí organizando unidades compuestas principalmente por sus campesinos arrendatarios. En los distritos industriales los propietarios de fábricas y comerciantes las formaban con sus empleados. En Liverpool en 1860 existía una “Guardia Municipal” (su jefe era un anticuario, y estaba compuesta principalmente por empleados de tiendas), también existían un “Cuerpo Hebreo”; un “Cuerpo Escocés”, que usaba faldas; una “Guardia de la Prensa”, formada por periodistas, que usaban camisas rojas; un “Cuerpo de Artesanos”, y los “Artilleros Voluntarios”. En Nottingham un industrial tuvo la iniciativa de formar un cuerpo local mientras en Bradford un político liberal organizó una compañía compuesta  por los obreros de su fábrica.

Además de los cuerpos organizados sobre la base territorial se organizó en 1865 el Cuerpo de Ingenieros y Ferrocarriles para movilizar el transporte ferroviario en tiempo de guerra[xxxii]. En noviembre de 1859, Marx escribió a Engels, recordándole la promesa que había hecho en un artículo para el New York Daily Tribune de hacer en una ocasión futura un balance del Movimiento Voluntario Inglés[xxxiii]. Un artículo de Engels reseñando una revista militar de voluntarios que había tenido lugar en Lancashire en agosto de 1860, apareció en Allgemeine Militär Zeitung de Darmstadt, en su edición de Septiembre. Este artículo, traducido al inglés, fue reimpreso por el semanario Volunteer Journal for Lancashire bajo el título de “A Review of English Volunteer Riflemen” (“Una revista de fusileros voluntarios ingleses”).

El artículo de Engels causó gran impacto en la opinión pública inglesa. El 2 de octubre de 1860, Marx le escribía: “Tu artículo sobre los fusileros ha sido comentada por toda la prensa de Londres y ha sido objeto de una crónica en el pro-gubernamental Observer. Fue sensacional[xxxiv]. Engels, satisfecho, le contestó que esto no había sido fortuito puesto que había enviado copias del Volunteer Journal a todos los periódicos de Londres con su artículo enmarcado en lápiz rojo y en una nota, dirigida a los diferentes editores, subrayaba que “esta es la primera opinión profesional de un periódico militar extranjero sobre el movimiento voluntario. Puede ser de interés[xxxv].

El artículo mencionado fue el primero de 29 artículos escritos para el Volunteer Journal entre septiembre de 1860 y marzo de 1862. Catorce de ellos –incluyendo ocho sobre la historia del fusil- fueron reimpresos en Manchester en 1861, en forma de folleto, bajo el título Ensayos para los Voluntarios. En el prólogo de dicho folleto, fechado el 9 de marzo de 1861, Engels señala que aunque los hechos que el expone “no son ni novedosos ni originales”, sus conclusiones y opiniones son propias. Estos artículos escritos para el Volunteer Journal no tratan sólo del movimiento voluntario en Inglaterra y de la historia del fusil sino que abordan otros tópicos de militares tales como el ejército francés y la Guerra Civil Norteamericana.

 Sobre la Guerra Civil Norteamericana

Marx y Engels siguieron con gran interés los acontecimientos que tuvieron lugar en los Estados Unidos desde 1860 a 1865. Sus apreciaciones  sobre la “primera gran guerra de la historia contemporánea”, contenida en artículos periodísticos escritos en colaboración y extractos de una voluminosa correspondencia demuestran el carácter que tuvo el conflicto estadounidense. Los artículos aparecieron, en un inicio, en el New York Daily Tribune y en Die Presse de Viena, en 1861 y 1862. En abril de 1862, el editor Charles Dana les informó que tendría que suspender la correspondencia inglesa para el periódico, pues la situación interna norteamericana absorbía todo el espacio. Los escritos de Marx y Engels sobre la Guerra Civil en los Estados Unidos continuaron publicándose en el vienés Die Presse hasta fines de 1862. No obstante, la correspondencia entre ambos amigos que trata el conflicto estadounidense fue más allá de esa fecha, y por consiguiente, abarca no sólo la fase constitucionalista sino también la revolucionaria de la lucha. Todos estos artículos escritos por Marx y Engels, junto con extractos de su correspondencia, fueron reunidos y reimpresos en 1938 bajo el título de La Guerra Civil en los Estados Unidos[xxxvi]. En uno de los primeros artículos mencionados[xxxvii] sobre el conflicto norteamericano, escrito en noviembre de 1861, Engels vierte interesantes opiniones acerca del conflicto. Con extraordinaria  perspicacia señalaba:

En realidad, el modo de conducir la guerra que se desarrolla en la actualidad en Norteamérica no tiene precedentes. Desde el Missouri hasta la bahía de Chesapeake un millón de soldados, divididos casi por igual en dos campos hostiles, están enfrentados hace ya casi seis meses sin tomar ninguna medida decisiva. 

Y al analizar esta situación, expresaba:

 De una parte como de la otra, los norteamericanos cuentan casi exclusivamente con voluntarios. El pequeño núcleo del anterior Ejército regular de los Estados Unidos se dispersó, o es demasiado débil para absorber la enorme masa de reclutas sin instrucción, reunidos en el proceso de las operaciones militares. Ni siquiera existe el número suficiente de suboficiales para imponer a estos hombres el aspecto de soldados. En consecuencia, la instrucción tendrá que ser muy lenta, y en realidad ni siquiera se puede predecir cuánto tiempo demorará hasta que el material humano de muy alta calidad reunido en ambas orillas del Potomac se convierta en material útil, para hacerlo avanzar en masas poderosas y desatar o encarar una batalla con las fuerzas unidas[xxxviii].

 Después de examinar los restantes factores tales como la escasez de armamento moderno, la falta de tradición militar y, la carencia, tanto en uno como otro bando, de una verdadera organización militar, y otros, pronosticaba Engels que esa guerra habría de prolongarse años antes de que se lograran resultados decisivos y afirmaba:

Ningún ejército recién organizado con civiles podrá jamás existir en estado activo hasta que sea instruido y apoyado por los enormes recursos intelectuales y materiales de un poderoso Ejército regular, y fundamentalmente, por la organización que constituye la fuerza esencial de ese Ejército[xxxix].

 Durante la primera etapa de la Guerra Civil, Engels abrigaba razonables dudas en cuanto a la victoria norteña. Descorazonado por los errores de los generales de la Unión, disgustado por la vacilación del Norte en librar una guerra revolucionaria, le preguntó a Marx, el 9 de septiembre de 1862[xl], si creía que los “caballeros del Norte aplastarían la rebelión”. Marx repuso afirmativamente, tomando en consideración las ventajas económicas y sociales de que gozaba el Norte, y le reprochó a su amigo el hecho de que se permitiera “influirse excesivamente por el aspecto militar de las cosas”[xli]. En tanto que la guerra progresaba, Engels se tornó menos pesimista y, por fin, estuvo de acuerdo con Marx respecto al resultado final de la contienda.

Son particularmente interesantes los artículos relacionados con la defensa confederada de Kentucky y el denominado “Plan Anaconda” de envolvimiento, propuesto por el general norteño McClellan:

De acuerdo con él, una inmensa línea de ejércitos rodeará a los rebeldes, apretará gradualmente su cerco y terminará por estrangularlos. Eso es puro infantilismo. Es la rehabilitación del llamado “sistema de cordón”, inventado en Austria hacia 1770 y empleado contra los franceses de 1792 a 1797 con tanta obstinación como ineficacia. En Jemmapes, Fleurus y más especialmente, en Montenotte, Milllesimo, Dego, Castiglione y Rivoli, se le puso fin a es sistema. Los franceses cortaban en dos la “anaconda”, mediante ataques en un punto donde habían concentrado fuerzas superiores. Entonces, los anillos de la “anaconda” eran cercenados en pedazos, uno por uno[xlii].

Resulta significativo que dos años antes de que el alto mando de la Unión decidiera lanzar una ofensiva dirigida a la conquista del estado de Georgia y de esa manera cortar en dos el territorio confederado al que denominaba Secessia, Engels, después de analizar la conformación geográfica de este, concluía:

….Georgia es la llave de la Secessia. Con su pérdida la Confederación quedaría cortada en dos partes, sin posibilidad alguna de contacto entre sí. Además, casi sería imposible pensar en una reconquista de Georgia por los secesionistas, pues las fuerzas combatientes de la Unión se concentrarían en una posición central, mientras que sus adversarios, divididos en dos campos, difícilmente tendrían fuerzas suficientes para reunirlas en una ofensiva común[xliii]

 Tanto Marx como Engels estaban esencialmente interesados en las consecuencias revolucionarias de la Guerra Civil. Desde el mismo comienzo de la contienda, percibieron claramente que el objetivo del conflicto armado era la destrucción de las fuerzas esclavistas y con ellas, la “peculiar institución” del Sur. Por consiguiente, urgieron a la república burguesa para que librara una guerra revolucionaria; para que armase a los negros y aboliera la esclavitud. Saludaron pues, con satisfacción, los esfuerzos del gobierno de la Unión, presidido por Abraham Lincoln, durante los dos últimos años de la guerra para aplastar a la contrarrevolución y liberar a los esclavos.

 La Guerra de Schleswig-Holstein

Engels continuó prestando una gran atención a las cuestiones militares. Durante la guerra que Austria y Prusia libraron contra Dinamarca en 1864, recuperando el territorio de Schleswig-Holstein, escribió una carta al periódico Manchester Guardian en la que analizaba la correlación de fuerzas entre ambos bandos contendientes. La carta fue publicada, el 16 de febrero de 1864, firmada sólo con las iniciales “F.E.”[xliv]. En septiembre de ese propio año Engels realizó un viaje por los territorios recién conquistados por Prusia para conocer por sí mismo la situación política y el estado de ánimo reinante entre las tropas de ocupación. Su apreciación sobre el ejército prusiano fue muy contradictoria. La susceptibilidad de algunos oficiales de artillería, de origen burgués y otros jóvenes oficiales no pudieron ocultarle los infames métodos de instrucción militar aún vigentes[xlv].

 El militarismo prusiano

En 1865 Engels escribió el folleto La cuestión militar prusiana y el Partido Obrero Alemán, uno de los documentos que preparó ideológicamente la formación de un partido obrero revolucionario independiente en Alemania. En el folleto explicaba al proletariado alemán la estrategia y la táctica a seguir para resolver por la vía democrática y revolucionaria la cuestión apremiante de la creación de un estado nacional burgués. Partió para ello, del análisis de la reorganización del ejército que el gobierno prusiano estaba tratando de imponer desde 1859 habiendo chocado en sus intentos con la enérgica resistencia de la oposición liberal burguesa. Con toda objetividad, Engels hizo un balance de la correlación de fuerzas entre las clases y no dejó dudas sobre el fin que se perseguía con la reorganización del ejército: con un ejército moderno, fuerte en efectivos y armamentos, el Primer Ministro prusiano, Bismarck, quería unificar por la fuerza todos los principados alemanes en una sola Alemania dominada por Prusia y, al mismo tiempo, reprimir al movimiento democrático.

Además, con pleno conocimiento de causa, Engels emitió su juicio sobre las exigencias que de hecho planteaba la organización de un ejército moderno y se expresó resueltamente contra el entusiasmo por las milicias que reinaba en vastos sectores de la democracia pequeñoburguesa. Haciendo énfasis en el aspecto político de la reorganización del ejército Engels analizó la relación de la clase obrera con las dos clases dominantes en Prusia: los junkers y su gobierno, y la burguesía liberal que pugnaba por obtener influencia política decisiva en el poder estatal y demostró que la contradicción principal en la Alemania de entonces se daba entre los junkers prusianos y las fuerzas interesadas en el progreso social, es decir, el proletariado, la pequeña burguesía democrática e inclusive, amplios sectores de la burguesía. En su trabajo, Engels no dejó lugar a dudas respecto a que para la aplicación de la estrategia y la táctica de la clase obrera era condición indispensable tener un partido revolucionario clasista independiente.

Pero la influencia del folleto de Engels no se limitó a los obreros con conciencia de clase. Los pasajes relativos a la teoría militar contenidos en el trabajo despertaron vivo interés en revistas especializadas, y el conocimiento riguroso de la materia que tenía el autor, así como sus sólidos argumentos, expuestos de manera clara y precisa, dieron a conocer su nombre entre los militares cultos de Alemania[xlvi]. 

La Guerra Austro-Prusiana (“Guerra de las Siete Semanas”) de 1866

Hasta que punto eran necesarios los esfuerzos de Marx y de Engels, instando a la clase obrera de los diferentes países para que organizasen partidos revolucionarios independientes, lo demuestran palpablemente los sucesos de Alemania. Allí Bismarck –tal como lo había pronosticado Engels en una carta a Marx el 2 de abril de 1866- preparaba una guerra contra Austria con el fin de asegurar y consolidar a “sangre y hierro” la hegemonía de Prusia en Alemania. Engels percibió la táctica política de Bismarck de anticiparse, mediante una rápida acción militar, al movimiento de unificación democrática de Alemania, paralizar la oposición de la burguesía liberal y tomar a su cargo “la dirección del Estado y la sociedad en interés de la burguesía, a cambio de un buen pago”.

La guerra austro-prusiana (también conocida como la “Guerra de las Siete Semanas”) estalló en el mes de junio y fue seguida de cerca por Engels quien escribió cinco artículos sobre el conflicto bajo el título de “Notas sobre la Guerra” en el periódico Manchester Guardian[xlvii]. Y si bien es cierto que analizó de manera certera las causas políticas del conflicto no fue igualmente acertado su pronóstico sobre su desarrollo y desenlace en el aspecto militar. Coincidiendo en esto, con muchos escritores y analistas militares de ese momento, Engels hizo una apreciación errónea de la eficiencia del ejército prusiano y de la maestría profesional del mariscal Helmut von Moltke[xlviii] para solucionar una situación que ese propio jefe militar calificó de “desfavorable pero inevitable”. Contrariamente a lo que había pronosticado Engels el ejército austriaco fue derrotado totalmente en el campo de batalla de Königratz el 3 de julio de 1866. Poco después, con el Tratado de Paz de Praga, Prusia excluyó definitivamente a Austria del conjunto de la nación alemana. Bismarck reunió a 22 estados y ciudades libres bajo la dirección de Prusia y con ello dio un paso decisivo para la unificación de Alemania bajo la hegemonía prusiana. La burguesía reaccionó ante este éxito pasándose al lado de Bismarck.

Engels no tardó en reconocer el error que había cometido y corregirlo. Aún cuando lo había sorprendido el rápido triunfo de los ejércitos prusianos, no tardó en formarse una apreciación realista de la nueva situación que se presentaba. “La historia de Alemania me parece ahora bastante sencilla”, escribió a Marx el 25 de julio, “Desde el momento en que Bismarck realizó con éxito tan colosal el plan burgués de una Pequeña Alemania con los ejércitos prusianos, el desarrollo de Alemania ha tenido esa dirección de modo tan decisivo que nosotros, como todos los demás, debemos reconocerlo como hecho consumado nos guste o no nos guste[xlix]. 

La Guerra Franco-Prusiana de 1870-1871

Hacia fines de la década de los años 70 del siglo XIX, los acontecimientos políticos se precipitaban en el continente europeo. Las tensiones crecían en Europa Central y tuvieron un desenlace cuando el 19 de julio de 1870, el emperador francés, Napoleón III, provocado por las intrigas diplomáticas de Bismarck,  declaró la guerra a Prusia.

Después de un profundo análisis, Marx y Engels llegaron a la conclusión de que, por parte de Francia se trataba de una guerra dinástica que tenía el fin de asegurar y, si fuera posible, engrandecer, el poder del emperador francés. Ante este hecho Alemania tenía que llevar a cabo una guerra defensiva, en interés de la defensa nacional. “Pero, ¿Quién colocó a Alemania en el trance de tener que defenderse? ¿Quién permitió a Luís Bonaparte guerrear contra ella? ¡Prusia! Fue Bismarck quien conspiró con el mismísimo Bonaparte con el propósito de aplastar la oposición popular de su país y poner a Alemania bajo la dinastía de los Hohenzollern”[l].

Por esa razón, Marx y Engels se dieron a la tarea de elaborar la alternativa de paz que la clase obrera alemana debía oponer a la política de guerra antinacional de las clases dominantes. Los obreros alemanes tenían que apoyar la guerra mientras fuera una guerra justa, una guerra contra Napoleón III. Sin embargo, debían combatirla con toda energía tan pronto Bismarck intentara continuarla como una guerra contra el pueblo francés.

Pocas semanas después Engels, a quien Marx  pidió opinión, resumió sus ideas en cinco breves tesis. Sus recomendaciones respecto a la táctica a seguir por los obreros alemanes conscientes de su clase fueron:

“1.- Unirse al movimiento nacional (…) en tanto y hasta donde este se limite a la defensa de Alemania (lo que en determinadas circunstancias no excluye la ofensiva  hasta lograr la paz);

2.- Subrayar la diferencia entre los intereses de la nación alemana y los de la dinastía prusiana;

3.- Oponerse a toda anexión de Alsacia y Lorena.

4.- Abogar por una paz honrosa tan pronto tome el poder en París un gobierno republicano, no chovinista;

5.- Destacar en todo momento la unidad de intereses entre los trabajadores alemanes y franceses que no aprobaron la guerra y no se combaten entre sí”[li].

Una circunstancia favorable le permitió a Engels expresar sus ideas respecto a la guerra no sólo en cartas a amigos y camaradas, sino también en la prensa. La redacción del Pall Mall Gazette que se publicaba en Londres había propuesto a Marx colaborar con el diario en calidad de corresponsal de guerra. Marx se vio imposibilitado de hacerlo. Pero inmediatamente trasladó la propuesta a Engels, quien aceptó escribir dos artículos semanales sobre el desarrollo de las operaciones militares.

Fue así, como a partir del 29 de julio Engels comenzó a enviar regularmente sus artículos al Pall Mall Gazette. Hasta el fin de la guerra escribió un total de 58 artículos, en la mayoría de los casos bajo el título de “Notas sobre la Guerra[lii]. Estas crónicas y análisis militares elaborados por Engels, por su sólida fundamentación y coherencia  pronto llamaron la atención en Londres. Dado el hecho de que se publicaban anónimamente, se hacían muchas conjeturas acerca de la identidad del autor. Incluso diarios de gran tirada como el Times copiaban de él sin más ceremonia o lo citaban como testigo de la verdad[liii].

A fines de julio de 1870, la opinión pública inglesa esperaba con impaciencia el inicio de una ofensiva francesa. Incluso círculos bien informados consideraban posible la victoria de Francia. Engels se mostraba escéptico al respecto. Subrayó el hecho de que Bonaparte, inesperadamente para él, no enfrentaba sólo a las tropas del rey Guillermo, sino al pueblo alemán y explicaba, con sólidos argumentos, que en vez de lanzar una audaz ofensiva a través del Rhin, se vería obligado a tomar medidas muy complicadas para sostener una campaña prolongada. Con ello, opinaba Engels, Francia había perdido casi completamente las reducidas posibilidades de alcanzar la victoria. Era de esperar, por tanto, que el mando militar prusiano avanzara hacia Francia con un ejército “que tendrá que derrumbar todo lo que Bonaparte le oponga, aunque a costa de reiterados y duros combates[liv].

El acuerdo de Engels con el Pall Mall Gazette se limitaba al tratamiento de los aspectos militares de la guerra. Instado por el jefe de redacción del periódico a escribir cuantos artículos fuera posible, pero al mismo tiempo visto con suspicacia, Engels se las ingeniaba para analizar los acontecimientos del conflicto con un sentido más amplio, dentro de sus nexos histórico-políticos e histórico-militares. Recurriendo a ejemplos históricos, le fue posible, en muchas ocasiones, llevar a un primer plano los intereses de las masas populares de los países beligerantes, tomando partido a favor de aquellos que luchaban en los campos de batalla por la independencia nacional y las libertades democráticas, y rechazaban el saqueo y la opresión. Engels sospechaba que tras la fraseología patriotera de Bismarck se ocultaban otras intenciones además del rechazo a la intervención francesa en los asuntos internos alemanes, pero no por ello dejó de reconocer la superior capacidad del mando prusiano encabezado por Moltke. Frente al proceder metódico que caracterizaba la estrategia y el ímpetu de ofensiva de las fuerzas alemanas, Engels criticó la incapacidad de los generales de Bonaparte, causa de la debilidad del ejército francés.

Engels pudo acreditar a su haber el descubrimiento con antelación del plan secreto de Moltke que consistía en envolver y derrotar los principales contingentes de tropas francesas ubicados a orillas del Mosela. Con igual seguridad pronosticó pocas semanas después, con gran exactitud, el objetivo de Moltke de encerrar y aniquilar el último ejército francés que aún operaba bajo el mando del mariscal MacMahon[lv]. Y efectivamente, el 1º de septiembre tuvo lugar la batalla de Sedán[lvi] que condujo a la rendición de las tropas de Mac-Mahon y a la captura de Napoleón III con lo que se consumó la derrota militar francesa.

Entre los amigos de Londres, hallaron pleno reconocimiento los artículos de Engels. El 3 de agosto, Marx había escrito que Engels “estaba a punto de ser reconocido como la primera autoridad militar en Londres” y la esposa de Marx le escribió a Engels sobre sus artículos: “Ud. no se imagina cuanto furor causan aquí. En verdad están escritos en forma maravillosamente clara e ilustrativa y no puedo menos que llamarle el joven Moltke[lvii].

Jenny, la hija mayor de Carlos Marx, expresó su entusiasmo por el amigo de la familia llamándolo en broma “general staff” (estado mayor general). El apodo de “general” lo llevó Engels hasta su muerte.

Cuando las fuerzas republicanas y democráticas de Francia, después de la derrota y captura de Napoleón III, proclamaron, el 4 de Septiembre, la República Francesa, no existía para el bando alemán motivos para continuar la guerra. Ese mismo día, Engels escribió a Marx que de hecho, la guerra había terminado. Pero el mando prusiano, que al estallar el conflicto había proclamado que haría la guerra sólo al emperador y no al pueblo francés, contrariando esas palabras, continuó las operaciones ofensivas con el objetivo de humillar aún más a Francia y dejarla completamente impotente. En ese momento, la guerra cambió de carácter; lo que había sido un acto de defensa nacional, se convirtió en una guerra de rapiña.

En sus artículos para el Pall Mall Gazette, Engels demostró que el pueblo alemán no necesitaba, para su seguridad exterior, de la posesión de territorios franceses, tales como Estrasburgo y Metz, ya que una Alemania unida sería capaz, en cualquier momento, de rechazar cualquier ofensiva a través del Rhin. “Si en la primera fase de la guerra Alemania se había defendido contra el chovinismo francés ahora la guerra se convertía lenta pero seguramente en una guerra por los intereses de un nuevo chovinismo alemán[lviii].

En sus “Notas sobre la Guerra”, con las que enriqueció la teoría militar del movimiento obrero revolucionario, Federico Engels defendió el pueblo francés a luchar con todos los medios por la integridad de su patria. A partir de septiembre se extendió en los territorios franceses ocupados la guerra de guerrillas. Engels consideró completamente justa la lucha popular irregular contra las tropas alemanas y condenó, con indignación, la brutalidad de las tropas de ocupación que lejos de aplastar la resistencia popular, sólo conseguían multiplicarla[lix].

Desde el punto de vista militar, Engels esperaba que los guerrilleros lograran un palpable debilitamiento material y moral del adversario. “La constante acción erosiva de las olas de la resistencia popular socava poco a poco al ejército más fuerte y lo desmorona pedazo a pedazo” escribió en diciembre de 1870[lx]. Pero también opinaba que un viraje definitivo de la guerra sólo sería posible si entraban en acción grandes agrupaciones de tropas regulares en los puntos decisivos de las operaciones militares. Pero esto fue impedido por las clases dominantes de Francia, que más temerosas del pueblo que del adversario extranjero, pactaron abiertamente con Bismarck.

El 12 de febrero de 1871, después del armisticio, Federico Engels escribió la última de sus colaboraciones sobre la guerra franco-prusiana, la mayoría de las cuales las había escrito en Londres, ciudad a la que se había trasladado desde el 20 de Septiembre de 1870. 

La Comuna de París

El 18 de marzo tuvieron lugar acontecimientos trascendentales en París. Ese día el pueblo de la capital francesa se alzó contra la traición de los burgueses y terratenientes dirigidos por Thiers y proclamó la Comuna. Las clases opresoras espantadas ante el hecho de ver a los trabajadores armados para defender sus intereses trataron de quitarle las armas con las que habían defendido París contra la invasión extranjera y que volvieron, con más gloria aún contra los mercenarios de Thiers. “Para doblegar al París insurrecto, los terratenientes y la burguesía imploraron la ayuda de los prusianos, que se la concedieron. Después de una lucha heroica, París fue aplastado por las fuerzas del enemigo y desarmado”[lxi]. La represión fue cruel.

Todos estos acontecimientos fueron seguidos de cerca por Engels quien prestó gran atención al análisis de la experiencia militar de la Comuna de París. El resultado de esa reflexiones se resume en los trabajos publicados por Engels en 1870-1877 entre los que figuran: Moltke, gritón reticente del Estado Mayor, y su reciente corresponsal en Leipzig[lxii], la introducción al folleto de Segismund Borkheim[lxiii] En recuerdo de los temerarios patriotas de 1806-1807[lxiv]. Entre todos los trabajos de contenido militar que Engels escribió en aquella época sobresale su clásico capítulo “Teoría de la violencia[lxv] de su obra cumbre Anti-Dühring. Son universalmente conocidos los conceptos expuestos en dicho capítulo:

La violencia es hoy día el ejército y la marina de guerra, y ambos cuestan, como sabemos por experiencia propia, “montones de dinero” (….) En última instancia, siempre será, pues, la producción económica la que suministre el dinero, volvemos a encontrarnos, pues,  con que la violencia está condicionada por la situación económica, que es la que tiene que dotarla de los medios necesarios para equiparse con instrumentos y conservarlos. Pero no termina aquí la cosa. Nada hay que tanto  dependa de las condiciones económicas previas como, precisamente, el ejército y la marina. El armamento, la composición del ejército, la organización, la táctica y la estrategia dependen, ante todo, del modo de producción imperante y del sistema de comunicaciones. No fue la “libre creación de la inteligencia de jefes militares geniales lo que provocó una revolución en este terreno sino la invención de armas más perfectas y los cambios experimentados por el material-soldado; la influencia de los jefe geniales se redujo, en el mejor de los casos, a la adaptación de los métodos de lucha a las nuevas armas y a los nuevos combatientes[lxvi]. 

Al proseguir en su análisis, Engels hizo un esbozo del desarrollo del armamento y cómo este ha influido en los cambios en la táctica y no se detiene en las tropas terrestres sino que pasa a analizar también el desarrollo de las marinas de guerra:

Si pasamos de los ejércitos de tierra a las marinas, sólo en los últimos veinte años podemos observar aquí una revolución mucho más radical (…) Los modernos buques de guerra no son sólo un producto, sino también una muestra de la gran industria; son todos ellos fábricas flotantes, destinadas preferentemente a la dilapidación de dinero[lxvii].

Engels concluye su análisis sobre la violencia con un concepto que ha devenido piedra angular de la doctrina marxista sobre la guerra:

…la violencia desempeña asimismo en la historia un papel muy distinto, un papel revolucionario, y, para decirlo con las palabras de Marx, el papel de comadrona de toda vieja sociedad que lleva en sus entrañas otra nueva, de instrumento por medio del cual el movimiento social se abre camino y hace saltar, hecha añicos, las formas políticas fosilizadas y muertas…[lxviii].3 

De aquí se deduce que en la historia hay, no solamente guerras reaccionarias,  injustas, que las clases dominantes llevan a cabo para consolidar su dominio, sino que hay también guerras justas, liberadoras, que los oprimidos libran contra los opresores para impulsar el progreso humano. Y consecuentemente con ello advertía Engels que, junto a las grandes potencias de su tiempo había también otra gran potencia: la Revolución.

Durante largo tiempo se mantuvo quieta, callada, pero ahora la crisis y el hambre la llaman de nuevo al campo de batalla. Veremos de nuevo las barricadas inexpugnables, victoriosas (…) Se hace posible una nueva era revolucionaria”…[lxix]

 Las guerras imperialistas, el militarismo

Federico Engels continuó ocupándose de cuestiones militares aún cuando después de la muerte de Carlos Marx, ocurrida en 1883, tuvo que asumir la tarea de darle continuidad a la obra de su genial amigo y compañero así como responsabilidades de carácter político que le ocupaban tiempo y energías.

En un artículo aparecido en Londres en 1887 pronosticaba Engels el carácter, los rasgos y las consecuencias de las guerras mundiales imperialistas que veía avecinarse:

….millones de soldados se matarán unos a otros y asolarán Europa entera hasta tal grado de voracidad como jamás alcanzó ninguna plaga de langosta. Las devastaciones causadas por la “Guerra de los Treinta Años” (1618-1648) condensadas en el curso de tres a cuatro años y extendidas a todo el continente, hambre, epidemias, el embrutecimiento de las tropas y de las masas populares provocado por la miseria, el caos de todo ese mecanismo artificial en el comercio, la industria y el crédito; todo esto terminará en una bancarrota general, el derrumbamiento de los viejos Estados con su rutinaria sapiencia estatal, un desmoronamiento tal que las coronas rodarán por las calles sin que nadie las quiera; la imposibilidad absoluta de prever en qué terminará todo eso y quien saldrá vencedor en semejante lucha….” 

 

Partiendo del análisis de los acontecimientos ocurridos en los años que siguieron a las guerras napoleónicas, advertía Engels el vertiginoso desarrollo del capital industrial primero y del capital financiero después, el crecimiento y la agudización de las contradicciones entre los países capitalistas, habían fomentado una expansión colosal del militarismo:

El ejército se convirtió en el fin principal del Estado [….] los pueblos existen sólo para proporcionar soldados y alimentarlos […] el militarismo domina a Europa y la devora

En los primeros meses de 1888 Engels escribe su proyectado folleto “El papel de la violencia en la historia” que queda inconcluso y en marzo de 1891, con motivo del vigésimo aniversario de la obra de Marx La Guerra Civil en Francia, aparece en Berlín una nueva edición con una introducción escrita por Engels. Con ese mismo motivo escribe Engels una carta al periódico Le Socialiste que es publicada el 25 de marzo[lxx]. 

Últimos trabajos sobre temas militares

En 1893, Engels publicó en el periódico Vorwärts de Berlín, una serie de ocho artículos bajo el título “¿Puede desarmarse Europa?” en los que planteaba una alternativa socialista a la política armamentista del militarismo alemán. Partiendo de la idea de que la clase obrera está profundamente interesada en el mantenimiento de la paz, pero también en la independencia nacional, Engels sugirió que por medio de un  acuerdo internacional entre las potencias militares se redujesen progresivamente los ejércitos regulares y que gradualmente se crease un sistema de milicias basado en el equipamiento y entrenamiento militar del pueblo. Puede considerarse que estas propuestas de Engels fueron las primeras en pro del desarme que hizo el movimiento socialista[lxxi].

A comienzos de 1895, apenas unos meses antes de su fallecimiento, ocurrido el 5 de agosto de 1895, Federico Engels escribió su último trabajo de contenido histórico-militar, una introducción[lxxii] a la obra de Marx La lucha de clases en Francia de 1840 a 1850. En ese trabajo, Engels mostró una vez más, su excelencia como estratega y táctico de la lucha de clases, exponiendo de modo convincente  por qué la elección de las formas y métodos de lucha dependen de situaciones históricas concretas.v   

Algunos estudiosos, críticos de la obra de Engels en la esfera de lo militar, han señalado que su cubrimiento de las experiencias militares de los países orientales y Rusia es incompleto y que ignora las de las guerras por la independencia de los países de América Latina. Esto puede ser atribuido a la inadecuada presentación de la historia militar de esos países en las fuentes publicisticas que estaban al alcance de Engels, las cuales además frecuentemente sufrían de nociones preconcebidas sobre el pasado militar de esos países y regiones. 

                                             v   

Desde los tiempos en que Engels escribió sus trabajos militares ha transcurrido más de un siglo. El mundo de hoy es muy distinto al que él conoció y sería irracional trasladar algunas de sus apreciaciones particulares a la actualidad aunque no por ello dejan de tener un importante valor historiográfico y metodológico. Por otra parte las tesis fundamentales que conforman su doctrina en la esfera militar, las conclusiones que expuso sobre las leyes objetivas del desarrollo de la ciencia militar, las causas de la guerra y el ejército y sobre el papel de los factores económicos, militares y morales así como sobre el que desempeñan las masas populares en las guerras tienen una importancia teórica, política y militar que conserva su vigencia.



[i] Desde 1930 el conjunto de las ciudades de Barmen y Elberfeld recibe el nombre de Wuppertal.

[ii] En Alemania y Suiza se conocía como Gimnasio a la escuela media superior (bachillerato).

[iii]Carta de Federico Engels a su hermana María, Agosto 2- 8 de 1842.  (Marie Engels (1824-1901)).

[iv] Carta de Federico Engels a su hermana María, Abril 14-16 de 1842. “Bombardier”: Suboficial de Artillería en los ejércitos británico y alemán se de esa época.

[v] Carta de Federico Engels a su hermana María, Enero 5-6 de 1842.

[vi]Solingen, ciudad al oeste del centro de Alemania, a orillas del río Wupper, en el estado de Renania Septentrional-Westfalia. Es célebre por sus productos de hierro y acero; antiguamente estos productos se dedicaban a la fabricación de espadas. Solingen recibió los derechos de ciudad en 1374 y pasó a formar parte de Prusia en 1815.

[vii] Gräfrath.- Localidad situada entre Wuppertal y Solingen

[viii] Kaiserslautern.- Ciudad del suroeste de Alemania, en Renania-Palatinado, a orillas del río Lauter. Es un importante centro industrial metalúrgico (hierro y acero), textil, y de maquinaria. La ciudad, fundada en el siglo IX, fue residencia real de Carlomagno, y permaneció como ciudad imperial hasta 1357. La ciudad ha sido escenario de muchos enfrentamientos bélicos, entre ellos, la victoria de los prusianos sobre el ejército francés en 1793, durante las guerras que provocó la Revolución Francesa.  

[ix]Saarbrücken .- Ciudad situada al suroeste de Alemania, a orillas del río Saar, capital del estado del Sarre (en alemán, Saarland). La ciudad es un centro industrial y de transporte, ubicada en grandes cuencas carboníferas; sus manufacturas fabrican hierro y acero, azúcar, cerveza, cerámica, instrumentos ópticos, maquinaria y material de construcción. Entre sus monumentos históricos destacan un puente de piedra sobre el río Saar (1546), la iglesia gótica de San Arnual y un castillo del siglo XVIII. En 1815 Prusia controló Sarrebruck.

[x] WILLICH, August.- (1810-1878) Oficial prusiano, expulsado del ejército a consecuencia de su actividad política. Fue miembro de la Liga de los Comunistas y participante en el levantamiento de 1849 en Baden-Palatinado. Fue posteriormente líder de un grupo sectario que se separó de la Liga de los Comunistas en 1850.

[xi] MIEROLAWSKI, Ludwig.- (1814-1878) Figura prominente del movimiento de liberación nacional polaco; tomó parte en la insurrección polaca de 1830-31, y en la preparación y levantamiento revolucionario de 1848-49 en Alemania. Posteriormente encabezó el ala moderadas de la emigración democrática polaca simpatizante de los bonapartistas.

[xii] Karlsruhe (también llamada Carlsruhe).- Ciudad del suroeste de Alemania, en el estado Baden-Württemberg, comunicada mediante un canal con el río Rin. El antiguo palacio ducal —empezó a construirse a comienzos del XVIII alberga en la actualidad un museo. Carlos Guillermo, duque de Baden-Durlach, fundó la ciudad en 1715, de ahí que su nombre signifique, literalmente, el ‘retiro de Carlos’. El diseño de la ciudad data de mediados del siglo XVIII y presenta una estructura radial, con el palacio en el centro y las calles alrededor del mismo en forma de estrella. En 1806 se convirtió en la capital del Gran Ducado de Baden.

[xiii] Karlsdorf.- Localidad de Baden- Wurtember situada al noreste de Karlsruhe.

[xiv] Carta de Federico Engels a Jenny Marx, Vevey, cantón Vaud, Suiza, Julio 25 de 1849.

(puede verse, en el Anexo 1 traducida al español y en inglés en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 38, pp. 202-204).

[xv] Rastatt.- Localidad de Baden-Württemberg  situada al sur de Karslruhe

[xvi] Marx-Aveling, Eleanor: Friederich Engels en “Mohr und General”, citado en Friederich Engels (Biografía)

[xvii] SCHAPPER, Karl (c.1812-1870).- Figura prominente de la clase obrera alemana y del movimiento obrero internacional, uno de los líderes de la Liga de los Justos; miembro de la Autoridad Central de la Liga de los Comunistas; líder (1848-49) y presidente (Febrero-Mayo de 1849) de la Asociación Obrera de Colonia. Después de la Revolución de 1848-49 fue líder de un grupo sectario dentro de la Liga de los Comunistas. Tiempo después fue miembro del Consejo General de la I Internacional.

[xviii] Carta de Federico Engels a Joseph Weidemeyer, Manchester, Junio 16 de 1851. (puede verse, traducida al español en el Anexo II y en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 38, pp. 370-373)

[xix] Engels, F: “Condiciones y perspectivas de una guerra de la Santa Alanza contra la Francia revolucionaria en 1852” (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol.10, pp. 542-566).

[xx] Ibídem.

[xxi] Ibídem.

[xxii] Ibídem.

[xxiii] Carta de Federico Engels a Carlos Marx, Manchester, Abril 3, 1851(puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 38, p. 326).

[xxiv] OpCit (xviii).

[xxv] Dana, Charles Anderson (1819-1897): Periodista y editor norteamericano. Abolicionista. Adquirió fama al reportar desde Europa para el New York Daily Tribune los acontecimientos revolucionarios de 1848. A partir de 1849 y hasta 1862, fue el redactor  jefe de ese periódico. Entre 1857 y 1863 editó, junto a George Ripley, la The New American Cyclopaedia, para la cual Marx y Engels escribieron numerosos artículos. Fue redactor jefe del New York Sun entre 1868 y 1897.

[xxvi] Carta de Carlos Marx a Federico Engels, Londres, Diciembre 2, 1853 (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 39, pp. 400-401).

[xxvii] Carta de Carlos Marx a Federico Engels, Londres, 30 de Septiembre de 1853 (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 39, pp. 375-376).

[xxviii] Carta de Federico Engels a Carlos Marx, Manchester, 24 de Febrero de 1858 (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 40, pp. 274-275).

[xxix] Carta de Carlos Marx a Federico Engels, Londres, 11 de enero de 1860 (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 41, pp. 3-5).

[xxx] Estos pronósticos se cumplirían en 1866 con el estallido de la guerra austro-prusiana, conocida por “Guerra de las Siete Semanas”.

[xxxi] Lord Lieutenant.- Représentante de la Corona Británica en un condado.

 [xxxii] La cuestión del papel a desempeñar por los ferrocarriles en una movilización había sido debatida durante bastante tiempo y fue aclarada por las observaciones hechas por Engels en su artículo “Ingenieros Voluntarios”

[xxxiii] Carta de Carlos Marx a Federico Engels, Londres, 26 de Noviembre, 1859 (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 40, pp. 542-544).

[xxxiv] Carta de Carlos Marx a Federico Engels, Londres, 2 de Octubre de 1860 (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 41, pp. 201-203).

[xxxv] Carta de Federico Engels a Carlos Marx, Manchester, 5 de Octubre 5 de 1860 (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 41, pp. 204-206).

[xxxvi]Editada por Richard Enmale, fue traducida al español y publicada en 1964 por Editorial Lautaro, Buenos Aires.

[xxxvii] Engels, Federico: “Enseñanzas de la Guerra Norteamericana” en Temas Militares, San Sebastián, Equipo Editorial, 1968, p. 133. Este artículo fue escrito por Engels en inglés a fines de noviembre de 1861 y publicado por primera vez en Volunteer Journal for Lancashire and Ceshire el 6 de diciembre de 1861. (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 19, pp. 186-195). 

[xxxviii] Ibídem. , p. 134.

[xxxix] Ibídem., p. 137.

[xl] Carta de Federico Engels a Carlos Marx, Manchester,  9 de Septiembre de 1862, (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 41, pp. 414-415).

[xli] Carta de Carlos Marx a Federico Engels, Londres, 10 de Septiembre de 1862, (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 41, pp. 415-417).

[xlii] Op.Cit (xxxvi), p. 148.

[xliii] Op. Cit.(xxxvi), p. 149.

[xliv] CHALONER, W.H. y HENDERSON, W.O., (comp.): Engels as military critic, Manchester University Press, 1959, pp. 118-120.

[xlv] Colectivo de autores:  Friedrich Engels (Biografía), Dresden, Verlag Zeit im Bild, 1973, pp- 287-288.

 [xlvi] Ibídem., p. 303

[xlvii] Pueden verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol.20, pp. 164-179. 

[xlviii] Helmuth von Moltke (1800-1891), mariscal alemán cuya actividad fue decisiva para convertir a Prusia en el Estado principal de Alemania. Nació en Parchim (Mecklenburg) y estudió en la Real Academia Militar de Copenhague. Se alistó en la infantería danesa, pero en 1822 pasó al ejército prusiano con la graduación de teniente. Fue asignado al Estado Mayor prusiano en 1832 y fue enviado a Turquía en 1835, donde colaboró en la reorganización de su ejército. Regresó a Prusia en 1839 y sirvió en diversos destinos hasta que fue nombrado jefe del Estado Mayor del IV Cuerpo en 1858. Durante los treinta años que se mantuvo en este cargo, modernizó el ejército prusiano y dirigió con éxito las operaciones estratégicas de la guerra de los ducados contra Dinamarca (1863-1864), la Guerra Austro-prusiana (1866) y la Guerra Franco-prusiana (1870- 1871), tras la cual se creó el II Imperio (Reich) alemán. Recibió el título de conde en 1870 y fue ascendido a mariscal de campo en 1871. Falleció en Berlín. Moltke publicó varios libros sobre temas militares en los que explicó sus estrategias y su concepción de la guerra como algo necesario. 

[xlix] Op. Cit. (xliv) p. 303.

[l] Marx, Carlos: “Primer Comunicado al Consejo General de la Asociación  Internacional de Trabajadores sobre la Guerra Franco-Prusiana”, escrita por  Marx entre el 19 y el 23 de julio de 1870  (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 22,  p. 5.

[li] Carta de Federico Engels a Carlos Marx, Manchester, 15 de Agosto de 1870, (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 44, pp. 45-48).

[lii] Pueden verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 22, pp. 9-258.

[liii] Op. Cit. (xliv), p. 349.

[liv] Carta de Federico Engels a Carlos Marx, Manchester, 22 de Julio de 1870, (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 44, pp. 6-8).

[lv] Edme Patrice Maurice Mac-Mahon (1808-1893).- Militar y político francés. Nació en Sully y estudió en la academia militar de Saint-Cyr. Su desempeño en las campañas de Argelia le valió el ascenso a general de brigada en 1848. Estuvo al mando de una división durante la guerra de Crimea y la campaña argelina de 1857-1858. Después de vencer a los austriacos en la batalla de Magenta en 1859 fue nombrado mariscal de Francia y duque de Magenta. Pasó a ser gobernador general de Argelia en 1864, cargo que ocupó hasta 1870, año en que le fue asignado el mando del I Ejército del Rin durante la Guerra Franco-prusiana. Desempeñó un papel fundamental en la disolución de la Comuna de París en 1871. Fue elegido presidente de la III República en 1873 gracias al apoyo de los monárquicos, desarrollando una política clerical y reaccionaria. Disolvió la Cámara de Diputados por sus diferencias con los republicanos en 1877. Cuando éstos ganaron las elecciones en 1879, Mac-Mahon se vio obligado a dimitir y se retiró de la vida pública. 

[lvi] Batalla de Sedan.- Batalla que tuvo lugar el 1 de septiembre de 1870, cerca de la ciudad de Sedan, en el norte de Francia, y que decidió la Guerra Franco-prusiana. La batalla se libró entre un ejército francés a las órdenes del conde Patrice Maurice Mac-Mahon hasta que fue herido y sustituido por el general Manuel Félix de Wimpffen, y un ejército prusiano a las órdenes del conde Helmuth von Moltke. Acabó con la victoria aplastante de Prusia. El emperador francés Napoleón III, que se había unido a las fuerzas francesas por la tarde, fue hecho prisionero, por lo que en París se proclamó la III República. Las bajas francesas fueron unas 17.000 y unas 9.000 las prusianas. 

[lvii] Carta de Jenny Marx a Federico Engels, Londres, 10 de Agosto de 1870.

[lviii] ENGELS, Federico: “Notas sobre la guerra”

[lix] Engels, Federico: “Los combate en Francia” en Temas Militares, San Sebastián, Equipo Editorial, 1968, pp. 261-266. [Este artículo fue escrito por Engels en inglés el 10 de noviembre de 1870 y publicado por primera vez en el Pall Mall Gazette el 11 de noviembre de 1870].

[lx] ENGELS, Federico: “Notas sobre la Guerra XXXI” , diciembre de 1870 (puede verse, en inglés, en Karl Marx y Friederich Engels, Collected Works, Progress Publishers, Moscú, Vol. 21). 

[lxi] Op. Cit. (lviii), p. 288.

[lxii] Op. Cit. (lviii), p. 283-284.

[lxiii] Borkheim, Segismund Ludwig (1826-1886). Demócrata alemán, publicista, participante en la revolución de 1848-1849 en Alemania; más tarde emigró a Suiza y a Inglaterra.

[lxiv] Op. Cit. (lviii), pp. 284-287.

[lxv] Op. Cit. (lviii), pp. 7-41. Fue escrito por Engels en alemán. Publicado por primera vez como artículo en el diario Worwärts, Leipzig en 1878.

[lxvi] Op. Cit. (lviii), p. 18.

[lxvii] Op. Cit. (lviii), pp. 25-26.

[lxviii] Op. Cit. (lviii), p. 40.

[lxix] ENGELS, Federico: Anti-Dúhring, p. 203.

[lxx] Op. Cit. (lviii), pp.288-289.

[lxxi] Op. Cit. (lxiv), pp. 545-548.

[lxxii] Op.Cit. (lviii), pp. 290-295.