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sábado, 10 de abril de 2021

Biden, Yellen y la guerra contra los duendes

La evasión de impuestos es un problema global: el FMI cree que el 40% de toda la inversión extranjera directa es ficticia



Joe Biden, durante un discurso sobre cómo estimular el empleo el pasado 7 de abril en la Casa Blanca.KEVIN LAMARQUE / REUTERS

El verano de 2016, la Oficina Estadística Central de Irlanda publicó un informe asombroso: el PIB del pequeño país había aumentado un 26% en un año (una cifra que más tarde se revisaría al alza). Habría sido un logro impresionante si el crecimiento se hubiera producido realmente.

Pero no era así, como las autoridades gubernativas reconocieron desde el principio. Era, por el contrario, un espejismo creado por los juegos con el impuesto sobre sociedades. En aquel momento, yo lo denominé “economía de duendes”; por suerte, los irlandeses se toman las cosas con sentido del humor.

¿Qué ocurrió realmente? Irlanda es un paraíso fiscal, con un impuesto sobre sociedades muy bajo. Esto da a las grandes multinacionales incentivos para crear filiales irlandesas, y después utilizar la contabilidad creativa para lograr que gran parte de los beneficios obtenidos en todo el mundo se acumule en esas filiales.

Al parecer, en 2015, varias empresas grandes se volvieron incluso más audaces en su traslación de beneficios, lo que produjo un aumento en el valor de producción que declararon haber obtenido en Irlanda, un aumento que no se correspondía con ninguna realidad.

Una forma de interpretar la enorme rebaja del impuesto sobre sociedades aprobada por los republicanos en 2017 es que se basaba en la premisa oculta de que los duendes eran reales. Es decir, que los arquitectos de la rebaja tributaria insistieron en que las grandes empresas habían estado trasladando sus operaciones al extranjero para evitar los impuestos estadounidenses, y que la reducción de esos impuestos permitiría recuperar millones de puestos de trabajo.

No fue así. De hecho, la rebaja tributaria no tuvo ningún efecto visible en la inversión empresarial, probablemente porque abordaba un problema falso. Las multinacionales estadounidenses no habían trasladado puestos de trabajo al extranjero para evadir impuestos; habían evadido impuestos sin más.

El verdadero impacto —o de hecho la falta de impacto— del impuesto sobre sociedades en las decisiones empresariales se vuelve evidente si nos fijamos en los países extranjeros en los que las multinacionales declaran grandes beneficios.

Si verdaderamente estuvieran respondiendo a los impuestos al efectuar grandes inversiones en el extranjero que eliminasen puestos de trabajo en Estados Unidos, sería de esperar que buena parte de sus beneficios procedieran de grandes centros de producción como Alemania o China. Sin embargo, más de la mitad de los beneficios que las grandes empresas estadounidenses declaran haber obtenido de inversiones en el extranjero proceden de paraísos fiscales diminutos, como Bermudas o las islas Caimán, donde no tienen ninguna actividad real.

Este, por cierto, no es solo un problema estadounidense. El FMI calcula que aproximadamente el 40% de la inversión extranjera directa —básicamente inversión empresarial transfronteriza— es inversión “fantasma”, o sea, ficciones contables creadas para evadir impuestos. Por eso sobre el papel Luxemburgo, con solo 600.000 habitantes, recibe más inversión extranjera que Estados Unidos. Por consiguiente, el verdadero problema de la política fiscal estadounidense en materia de impuesto sobre sociedades no es la pérdida de puestos de trabajo, sino la pérdida de ingresos. En su mayor parte, el “Plan Fiscal Made in America” presentado por el gobierno de Biden es una iniciativa para recuperarlos.

Como el nombre del plan indica, los expertos de la Administración sí creen que hay aspectos del código tributario estadounidense que han creado un incentivo para trasladar puestos de trabajo al extranjero. Pero consideran que el problema es consecuencia de los detalles del código tributario, y no de la carga total de impuestos. Y si bien creen que la reforma tributaria puede mejorar los incentivos para invertir en Estados Unidos, el principal objetivo del plan —incluso cosas como la propuesta de establecer un tipo impositivo mínimo del 21% sobre los beneficios obtenidos en el extranjero, en la que ha hecho hincapié Janet Yellen, la secretaria del Tesoro— no está tanto en estos incentivos como en aumentar los ingresos derivados del impuesto sobre sociedades, que recae principalmente sobre ricos y extranjeros, y que en la actualidad se sitúa en un mínimo histórico.

¿Y qué pasa con las advertencias lanzadas por los grupos empresariales de que aumentar los impuestos a las multinacionales tendría consecuencias económicas terribles? Bueno, es normal que lo digan, ¿no? Y si subir impuestos tendría un efecto tan negativo, ¿por qué bajarlos no produce ningún resultado positivo visible?

Por lo tanto, el plan para el impuesto sobre sociedades parece una idea realmente buena. En parte porque el presidente Biden, a diferencia de su predecesor, ha contratado a gente que sabe de lo que habla. Y también supone una ruptura digna de agradecer con la ideología que afirma que la única forma de ayudar a los trabajadores estadounidenses es la acción indirecta: reducir impuestos a las multinacionales y a los ricos con la esperanza de que, de algún modo, aparezca una olla llena de oro al otro extremo del arcoíris.

La conclusión a la que parece haber llegado el equipo de Biden es, en cambio, que la forma de crear puestos de trabajo es crear puestos de trabajo, principalmente mediante la inversión pública, y no persiguiendo unicornios y duendes. En la medida (parcial) en que la creación directa de puestos de trabajo deba pagarse con nuevos tributos, estos deberían imponerse a quienes pueden permitirse pagarlos.

Alentador, ¿no?

Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2021. Traducción de News Clips.

La Democracia No Causa Mayor Crecimiento Económico. Comentario HHC

 By Autor invitado - Guillermo Vuletin . BID


¿Causa la democracia mayor prosperidad y crecimiento económico? Esta pregunta se remonta al debate de Platón y Aristóteles respecto a qué forma de gobierno rinde mayores ganancias políticas y económicas a la sociedad. Sin embargo, después de más de dos milenios, no parece haber un consenso claro sobre si la democracia por sí misma genera mayor crecimiento económico en comparación con formas autocráticas de gobierno.

Para responder esta importante pregunta, debemos observar los datos. Por un lado, investigaciones que dependen de comparaciones entre países (corte transversal) han cuestionado la existencia de una relación significativa entre democracia y crecimiento económico (Sirowy e Inkeles, 1990Przeworski y Limongi, 1993Helliwell, 1994Barro, 1996Tavares y Wacziarg, 2001). En contraposición, estudios más recientes que explotan tanto series de tiempo como la variabilidad entre países (datos de panel) tienden a respaldar la postura de que la democracia tiene un efecto relevante en la prosperidad de las naciones (Rodrik y Wacziarg, 2005Papaioannuo y Siourounis, 2008Persson y Tabellini, 2009Acemoglu, Naidu, Restrepo, y Robinson, 2014).

La Figura 1 explora la evidencia empírica para 38 transiciones democráticas ocurridas durante la denominada “Tercera Ola de Democratización”, incluyendo la caída del comunismo a inicios de la década de 1990 [1]. El promedio de la tasa de crecimiento anual per cápita aumenta en aproximadamente medio punto porcentual después de la democratización. Representado por las líneas rojas, el crecimiento es estadísticamente mayor tras la transición (-0.01% frente al -0.44% previo). Pese a ser aparentemente pequeño, el efecto acumulado de esta diferencia implica una reducción en un tercio del tiempo necesario para que los países emergentes converjan a los niveles de ingreso de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esta evidencia parece indicar que, tomada a simple vista, la democracia tiene un impacto considerable sobre el crecimiento económico.

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Sin embargo, a pesar de esta evidencia, diversos estudios de ciencias políticas indican que en realidad son los períodos de crisis económica los responsables de causar o facilitar muchas transiciones democráticas (O’Donnell, 1973Linz, 1978Cavarozzi, 1992Remmer, 1993Gasiorowski, 1995Haggard y Kaufmann, 1995). Bajo este argumento, la tasa de crecimiento más baja (y negativa!) que se observa en la Figura 1 antes de la democratización puede indicar que el mal desempeño económico fue el que impulsó el fin de los regímenes autocráticos. Por ejemplo, muchos investigadores identifican al shock petrolero de la década del 70, la expansión asociada de la deuda, y las subsecuentes crisis de deuda como el origen de la ola de democratización de la década del 80 acontecida en América Latina y el Caribe.

En otras palabras, la asociación positiva entre democracia y crecimiento económico mostrada en la Figura 1 podría reflejar que la democracia causa mayor prosperidad (la postura defendida por estudios económicos recientes), que el mal desempeño económico causa las transiciones democráticas (en línea con la extensa investigación en ciencias políticas) o, en cierta medida, ambos. Aunque establecer los pesos relativos de estas causas no es una tarea fácil, comprender el verdadero impacto de la democracia sobre el crecimiento económico continúa siendo una pregunta de gran importancia.

Asumimos este reto en nuestro reciente estudio “La Democracia No Genera Crecimiento: La Importancia de los Argumentos de Endógeneidad” (disponible en inglés). Para resolver este rompecabezas, proponemos una estrategia novedosa basada en una nueva encuesta global realizada a 165 expertos en democratización. De manera concisa, el estudio usa las respuestas de los expertos a una serie de preguntas destinadas a identificar las fuerzas que dieron origen a la transición democrática de cada país. En base a este enfoque, las transiciones democráticas fueron clasificadas entre aquellas originadas por inestabilidad económica—que llamamos endógenas—y aquellas ocasionadas por factores no relacionados al crecimiento económico—que llamamos exógenas—entre los que encontramos, la muerte del líder autocrático y desarrollos políticos/institucionales, entre otros [2].

La Figura 2 recrea la Figura 1, dividiendo las democratizaciones de los países entre exógenas (panel A) y endógenas (panel B).

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La evidencia de la Figura 2 muestra que la democracia no causa mayor crecimiento económico. El panel A refleja que las democratizaciones originadas por factores distintos al crecimiento económico no afectan la prosperidad. Representadas por líneas rojas, las tasas de crecimiento antes y después de la transición democrática son estadísticamente iguales.

Como corolario, el panel B indica que los efectos de la democracia en el desempeño económico son explicados por las “democratizaciones endógenas”. En otras palabras, el típico impacto positivo de la democracia sobre el bienestar económico (caracterizado en la Figura 1) se origina por la inclusión errónea de transiciones democráticas endógenas en las muestras empleadas para estimar el impacto del sistema político en el desempeño económico (lo cual, a su vez, da la impresión falsa de que la democracia causa mayor crecimiento).

En resumen, mostramos que un análisis más detallado de las relaciones de causalidad señala, de manera contraria a hallazgos recientes, que desafortunadamente la democracia no parece ser un elemento clave para promover el crecimiento económico.

Por supuesto, esta verdad también aplica a la inversa. Si bien la democracia no parece ser un factor crucial para generar crecimiento económico, sería erróneo concluir que un régimen autocrático o dictatorial tendría un mejor resultado. En otras palabras, la forma de gobierno tiene poco impacto sobre el crecimiento económico.

Citas

[1] La lista de los 38 procesos de democratización incluye a Argentina, Benín, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Cabo Verde, Chile, Croacia, República Checa, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Estonia, Ghana, Grecia, Granada, Guyana, Honduras, Hungría, Corea del Sur, Letonia, Lituania, Mali, México, Mongolia, Panamá, Perú, Filipinas, Polonia, Portugal, Rumania, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Eslovaquia, Eslovenia, Sudáfrica, España, y Uruguay.

[2] Para mayores detalles sobre la metodología, ver artículo en esta página web.

Autores invitados: Julia Ruiz Pozuelo (Institución Brookings) y Amy Slipowitz (Universidad de Columbia)

Comentario HHC: Interesante aporte de profesores de Columbia e Institución Brookings, y mas que sea el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con sede en EEUU el que lo publique.

De esto se infiere para el caso de Cuba, que entonces la manera de gestionar la economía y el bloqueo de EEUU , son los problemas de mayor impacto en el crecimiento de la misma. Por otra parte, desde 1994 al 2018 hubo un crecimiento sostenido de la economía a pesar del impacto del bloqueo de EEUU, mismo que fue arreciado y continua, con la nueva administración estadunidense.

Esto además tiene implicaciones políticas, las exigencias de parte de EEUU para quitar el genocida bloqueo, como cambio de la manera de elegir nuestros dirigentes, entre otros, y un supuesto pluripartidismo, no conducen según la evidencia, a un crecimiento de la economía directamente. ¿Entonces de qué estamos hablando? ¿Nos bloquean y además nos recomiendan lo que no funciona?

De las  variables que si inciden en nuestra economía, que tenemos en control, la mas importante es la gestión nuestra  de la economía,  en las difíciles condiciones en que operamos.  Por lo que es urgente realizar las transformaciones estructurales que están contempladas, previstas, consensuadas  para adecuar nuestro modelo económico a las nuevas condiciones que nos han impuesto la vida.

El perfeccionamiento del comercio minorista, en particular de la gastronomía, es hoy una prioridad

Por YANDRY FERNÁNDEZ PERDOMO | FOTO: MINCIN 09 ABRIL 2021


La Habana, 9 abr (ACN) Con la implementación de nuevas medidas financieras y jurídicas, el perfeccionamiento de las unidades minoristas de subordinación local, uno de los asuntos prioritarios del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) para este año, continúa su avance especialmente en la gastronomía, rama por la cual comenzó ese proceso en 2020.

En marzo último el Banco Central de Cuba aprobó el financiamiento monetario sólo para aquellas unidades gastronómicas estatales constituidas como Unidades Empresariales de Base (UEB), las cuales podrían ahora solicitar créditos directamente en la sucursal bancaria donde opera su cuenta corriente, con vistas a financiar inversiones y capital de trabajo.

También, en aras de fomentar el ordenamiento en el sector, el MINCIN emitió la Resolución 48/2021, en la que establece los procedimientos para la licitación del arrendamiento de algunos de sus establecimientos a las formas no estatales de gestión.

Estas medidas se suman a otras 53 aprobadas el 24 de diciembre de 2019 por el Consejo de Ministros, en aras de llevar adelante las transformaciones que buscan perfeccionar la empresa estatal socialista.

Consultado por la Agencia Cubana de Noticias, Yosvany Pupo Otero, director general de Servicios del organismo, explicó que el nuevo modelo de gestión estatal dará mayor autonomía comercial, económica y financiera a las unidades gastronómicas seleccionadas, y así­ elevar la calidad en los productos, la prestación de servicios y la competitividad.

Del mismo modo, estas pautas persiguen mejorar el control sobre los recursos y la posibilidad de realizar contratos directos con cuentapropistas y demás formas de gestión no estatal, para el abastecimiento con productos y mercancías, así­ como la distribución de mayores beneficios económicos entre los trabajadores.

A mediados del pasado año, de manera progresiva, recordó Pupo Otero, comenzó el perfeccionamiento por 73 unidades de todo el país, en las cuales se capacitó a su personal.

Desde entonces se ha laborado en la depuración de la situación económica y financiera, esencialmente a nivel de empresas minoristas y grupos empresariales, en lo cual se incluyen los adeudos al presupuesto del Estado, la informatización de las operaciones, el control de los recursos, el autorizo de las licencias sanitarias, la certificación y el proceso de idoneidad con directivos, administradores y obreros.

Incluso ya se categorizan esas unidades, se desagregan los planes económicos, se chequean los abastecimientos, entre otras acciones, porque tales establecimientos deben funcionar como empresa, y por ello tendrán su propia cuenta bancaria y personalidad jurí­dica.

Igualmente, se han desarrollado acciones en todos los ámbitos del comercio, que parten de cambios estructurales como la transformación en el área de los recursos humanos.

El saneamiento financiero fue el primer proceso desarrollado y su materialización es básicamente a nivel de empresas minoristas y grupos empresariales, por lo cual no está asociado a la creación de las UEB de la gastronomía, aclaró el directivo.

No obstante los avances, factores como el desabastecimiento de insumos y alimentos, la deteriorada situación epidemiológica y el incremento del bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, obstaculizan la marcha de las transformaciones destinadas a mejorar los servicios a la población.

Al decir de Betsy Díaz Velázquez, titular del MINCIN, se decidió empezar por la gastronomía al contar con una amplia red de unas ocho mil unidades, y a su vez ser la rama con mayor deterioro tanto de su infraestructura como en su funcionamiento, evidenciado, por ejemplo, en la imagen de esas cafeterías que sólo ofertan ron y cigarros.

Se tiene previsto que tres mil establecimientos pasen al nuevo sistema y cuatro mil 081 puedan ser gestionados por formas no estatales, según informó la ministra durante la última sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular.