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viernes, 13 de agosto de 2021

Fidel Castro: La vigencia de su pensamiento sobre la economía en el socialismo

 Por: José Luis Rodríguez

 



En este 95 aniversario del natalicio de nuestro Comandante en Jefe, el mejor homenaje a su memoria que podemos ofrecerle es reflexionar sobre las múltiples aristas de su pensamiento y su vigencia actual.

Una de las esferas menos conocidas de ese pensamiento se encuentra en los conceptos, tácticas y estrategias para el desarrollo económico de nuestro país, que expuso en numerosos discursos y entrevistas a lo largo de su vida.

Una particularidad de los aportes de Fidel Castro al análisis de los problemas económicos y sociales presentes en su quehacer revolucionario consistió en que los mismos no se derivaron de un estudio puramente académico de las complejas realidades del mundo contemporáneo. Realmente fue la asimilación de conceptos funcionales a la política, derivados de un profundo estudio de la historia y la experiencia práctica de la construcción del socialismo en Cuba, lo que condujo a la formulación de conceptos que constituyen un singular aporte teórico y práctico en el ámbito de la economía. Su comprensión del vínculo dialéctico entre las decisiones económicas y las políticas, las dejó plasmadas sintéticamente cuando afirmó: “…no hay economía sin política, ni política sin economía.”[1]

Las bases para esos análisis encontraron una matriz original en la combinación del marxismo con el pensamiento martiano y lograron una expresión concreta en múltiples aspectos, tanto en la estrategia de desarrollo, como en la política económica aplicada en Cuba, así como en torno a una política integradora del desarrollo económico y social en las condiciones de un país subdesarrollado.[2]

De este modo, ya incluso desde antes del triunfo de la Revolución puede encontrarse una visión sintetizadora del desarrollo económico y social en La Historia me Absolverá, donde se plantea: “El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo, he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política.”[3] Sobre esta formulación se plantearía posteriormente: “En el Programa del Moncada, que con toda claridad expusimos ante el tribunal que nos juzgó, estaba el germen de todo el desarrollo ulterior de la Revolución. Su lectura cuidadosa evidencia que nos apartábamos ya por completo de la concepción capitalista del desarrollo económico y social.”[4]

Una vez cumplido el Programa del Moncada en octubre de 1960 y proclamado el carácter socialista de la Revolución en abril de 1961, se planteó el programa de industrialización acelerada en Cuba como la base del proceso de desarrollo, tesis que se avenía con la industrialización sustitutiva de importaciones que proclamaba la CEPAL en esos años, así como con la experiencia de los países socialistas europeos. La introducción de estas valoraciones se concretaría en el Plan Cuatrienal de Desarrollo 1962-1965.

De no menor importancia en la aplicación de la estrategia de desarrollo basada en la industrialización, sería el inicio de la planificación como elemento central del incipiente sistema de dirección económico socialista del país.

Sin embargo, como un aspecto a destacar, la concepción del plan supondría, como política permanente, contemplar también los aspectos sociales junto al desarrollo industrial.

“Este plan tiende a la solución de una serie de problemas. Está, por ejemplo, primero que nada, el aumento de los bienes de consumo necesarios para el pueblo. Una de las metas. La creación de todos los empleos posibles, del máximo de empleo posible para el pueblo; los planes de educación, es decir, crear las condiciones que permitan estudiar a toda la población escolar de nuestro país; las construcciones de viviendas necesarias a satisfacer las necesidades de nuestro pueblo; los servicios, por ejemplo, del transporte, que son tan importantes. Y, fundamentalmente, crear las bases de una industria capaz de construir maquinarias y de asegurar el desarrollo de nuestra economía.”[5]

En este punto es preciso apuntar algunas características del pensamiento económico de Fidel ya presente desde esos años.  Se trata de su visión analítica y su valoración crítica de las experiencias de la construcción socialista en otros países y su enfoque táctico flexible ante los resultados de la experiencia práctica concreta en la aplicación de la estrategia y la política económica previamente acordadas en nuestro país.

La visión crítica de otras experiencias se materializó a inicios de los años 60 en la constatación –presente ya en 1963- de que el país no se encontraba preparado para un proceso de industrialización acelerada, por carecer de la infraestructura y el nivel de calificación de la fuerza de trabajo indispensable para ello. A esto se añadía que, debido a una implementación inadecuada del desarrollo industrial, se produjo una reducción notable de la producción azucarera visible ya en 1963, lo que había provocado un desbalance comercial externo de 578 millones de dólares, situación que creaba una tensión muy fuerte en nuestras finanzas internacionales.

Una rectificación necesaria y creativa no se hizo esperar por parte de Fidel. En efecto, se produjo una reformulación de la estrategia de industrialización a partir de los recursos que realmente se disponían en esos momentos  Así en el discurso del 2 de enero de 1965 se señalaría: “La agricultura será, pues, la base de nuestro desarrollo económico y la agricultura será la base de nuestro desarrollo industrial.”[6] Más adelante se precisaría: “No se ha desechado la industrialización, sino que se ha puesto el énfasis principal en el desarrollo económico del país, dando a la agricultura el máximo de impulso durante estos años.”[7] Se ganaría así el tiempo indispensable con vistas a preparar las condiciones para una industrialización gradual, mientras que se desarrollaba la base alimentaria nacional para el consumo y la exportación, centrando este último en el crecimiento de la producción azucarera.[8]

Otro elemento que ratifica la visión crítica más allá de la experiencia de otros modelos socialistas lo fue el debate promovido por el Che en esos años y la crítica que formularía al modelo del cálculo económico vigente en los países socialistas de entonces.[9]

Al respecto la evidencia histórica nos muestra que -aunque Fidel no participó directamente en los debates-, en aquellos momentos se puso de manifiesto que las ideas del líder de la Revolución coincidían con los conceptos esenciales y las críticas planteadas por el Guerrillero Heroico. Así el 1º de mayo de 1966 subrayaría: “Nosotros vamos desarrollando nuestras ideas. Entendemos que las ideas marxistas-leninistas requieren de un incesante desarrollo; entendemos que un cierto estancamiento se ha producido en ese campo y vemos incluso que a veces se aceptan universalmente, fórmulas que nuestra opinión se pueden apartar de la esencia del marxismo leninismo.”[10] También en 1987 destacaría “Pero hay muchas ideas del Che que son de una vigencia absoluta y total, ideas sin las cuales estoy absolutamente convencido de que no se puede construir el comunismo…”[11]

Todas estas ideas se iban conformando paralelamente con el desarrollo de la ciencia y la técnica, para ser capaces de multiplicar el valor de nuestros productos y servicios, en un país que no poseía cuantiosos recursos naturales.

De tal forma, ya el 15 de enero de 1960 el Comandante en Jefe afirmaría, con una visión estratégica de largo alcance, que: “El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento…”[12]

Esa idea se materializaría en el acelerado impulso que recibe la educación del pueblo desde la masiva campaña de alfabetización de 1961. Pero –al mismo tiempo-  ya en 1965, se crea el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), dedicado fundamentalmente al desarrollo de las ciencias médicas y las ciencias agropecuarias, lo que impulsaría el desarrollo de la salud pública y la agricultura.

No obstante, la creación temprana y original del desarrollo acelerado de la ciencia en nuestro país no encajaba en la concepción del desarrollo vigente en otros países donde se pensaba que era primariamente el avance en la producción material lo que produciría un “derrame” para hacer avanzar la educación y la ciencia. En esta institución y en otras que se crearon entonces, como el Instituto de Ciencia Animal (ICA) y el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA), ambos fundados en 1965, se fueron obteniendo resultados que permitirían importantes avances en ramas como la ganadería vacuna, donde se lograría en 1967 contar con un rebaño de más de 7 millones de cabezas, frente a unos 5 millones en 1959 a lo que se añade una producción superior a los 900 millones de litros de leche anuales en el decenio de los 80.[13]

La experiencia de los años 60 llevó también a una importante formulación por parte de Fidel Castro en 1969. En el discurso del 20 de diciembre de ese año, se expuso: “Marx concibió el socialismo como resultado del desarrollo. Hoy para el mundo subdesarrollado el socialismo ya es incluso condición del desarrollo.”[14]

La valoración del socialismo como sistema y la necesidad de recursos financieros externos para el desarrollo llevaba a la conclusión de que –en la experiencia de la Revolución cubana- solo con la colaboración del socialismo como sistema sería factible avanzar rápidamente hacia el desarrollo. Así había quedado formulada expresamente esa idea en el discurso del 1º de mayo de 1971, cuando se afirmaba: “…nosotros hemos podido avanzar no solo porque hemos hecho cambios sociales y los hemos sabido defender, sino porque hemos establecido el nuevo orden económico internacional en nuestras relaciones con los países socialistas.”[15]

Más adelante esta tesis se complementaría con una visión más integral acerca del significado del sistema socialista para el desarrollo, cuando el 2 de diciembre de 1976 Fidel planteó: “…debemos decir que la primera y genial concepción del socialismo fue la del socialismo como consecuencia del desarrollo. Mas, cuando una parte del mundo se desarrolló extraordinariamente y otra se quedó increíblemente subdesarrollada, el socialismo como sistema se ha convertido ya, incluso, en una condición del desarrollo.”[16]

Esta idea tendría que enfrentar el desafío histórico que representó, años después, la desaparición del socialismo en Europa y de la URSS en 1991, cuando fue preciso generar otras fuentes alternativas de recursos externos sin renunciar al socialismo.

Una expresión concreta del papel del sistema socialista para emprender el camino al desarrollo se materializaría con el ingreso de Cuba al CAME en julio de 1972 y los acuerdos económicos alcanzados con la URSS en diciembre de ese año, los que sentaron las bases institucionales para comenzar el proceso de industrialización de la economía cubana en los marcos el sistema de división internacional socialista del trabajo.

Este proceso tendría particularidades propias en el caso cubano, cuando –bajo la dirección del Comandante en Jefe- y al margen de las restricciones que en CAME suponían presentes en Cuba, se construyó la primera computadora cubana –la CID-201- en 1971 y se avanzó aceleradamente en la creación de nuestra propia base de desarrollo biotecnológico en 1981, que brindó la posibilidad de crear el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología en 1986, bajo la dirección de muchos de los especialistas formados inicialmente en el CNIC desde 1965.

Paralelamente  lo largo de los años 80 se incrementaría por parte de Fidel Castro la elaboración de tesis que en la arena internacional permitieran no solo denunciar los problemas generados por el capitalismo en el mundo subdesarrollado, sino también ofrecer alternativas para enfrentarlos generando un consenso de aceptación en todas partes, incluyendo el engarce del financiamiento para el desarrollo con la paz en el mundo, mediante la reducción del gasto militar y el peligro de la guerra.

En los años 2000 Fidel promovería nuevamente el debate internacional sobre estos temas mediante los eventos anuales de Globalización y Problemas del Desarrollo, reuniones donde estuvieron presentes líderes políticos, académicos y profesionales de primer nivel y de los principales países del mundo.

***

Al comenzar la crisis del Período especial se pondría a prueba la fortaleza del socialismo en Cuba, no ya para continuar el proceso de desarrollo, sino para preservar lo logrado y no sucumbir al enorme impacto de la crisis que representaba el derrumbe del socialismo en Europa y la desaparición de la URSS, proceso en el cual las ideas de Fidel mostrarían nuevamente su valor.

La visión previsora de la crisis que se avecinaba se puso de manifiesto en el discurso del 26 de julio de 1989, unos meses antes de que se produjera la caída del muro de Berlín en diciembre de ese año. En el mencionado discurso, Fidel asumió con valentía y audacia lo que ningún dirigente se atrevía a plantear en esos momentos, al señalar: “Tenemos que ser más realistas que nunca. Pero tenemos que hablar, tenemos que advertir al imperialismo que no se haga tantas ilusiones con relación a nuestra Revolución y con relación a la idea de que nuestra Revolución no pudiera resistir si hay una debacle en la comunidad socialista; porque si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!”[17]

En los años 90 se pasó así del desarrollo a la resistencia, adoptándose una estrategia centrada en conjurar el impacto de la crisis al menor costo social posible, al tiempo que se reinsertaba la economía cubana en las nuevas condiciones de la economía mundial.

Como elementos de esa estrategia en el contexto de las relaciones económicas internacionales, Cuba adoptaría un conjunto de medidas de emergencia para enfrentar la crisis que supuso la desaparición abrupta y sin compensaciones del socialismo en Europa. Entre esas medidas destacan: la reorientación del comercio exterior, primero hacia Europa y Asia y después hacia América Latina; la apertura a la inversión extranjera directa (IED) y la renegociación de la deuda externa.

En la economía cubana se adoptaron un conjunto de decisiones igualmente complejas al convertirse el turismo en un sector fundamental para la recuperación económica del país; al transformarse el uso de buena parte la tierra de propiedad estatal para ser gestionada como cooperativas a través de la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC); se abrió la posibilidad del trabajo privado urbano, con una nueva autorización al llamado trabajo por cuenta propia, que funcionó como una alternativa de empleo y de producciones y servicios para la población; se implementó la dualidad monetaria para no llevar a cabo una insostenible devaluación del peso cubano (CUP) en aquellos momentos, segmentándose para ello el mercado interno en empresas que operarían en moneda libremente convertible y en pesos cubanos convertibles (CUC), mientras que otro segmento lo haría únicamente en moneda nacional; en el caso de las personas naturales, se aprobó la entrada de remesas al país, que podrían emplearse para la compra de una serie de productos –a precios más elevados- en las llamadas Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD) creadas a esos efectos; finalmente, con el propósito de estimular la producción de alimentos, se crearon mercados agropecuarios que operarían con precios fijados a través de la oferta y la demanda, entre las medidas de mayor importancia.

Todas estas decisiones conllevaban determinadas concesiones, asumían riesgos e introducían elementos de desigualdad en la sociedad, pero resultaban inevitables para lograr la sobrevivencia del país en medio del Período especial, siempre partiendo del principio de que las mismas podrían revertirse más adelante en cuanto la economía saliera de la situación más crítica e iniciara su recuperación.

El Comandante en Jefe razonaría en múltiples ocasiones por qué nos veíamos obligados a tomar estas decisiones, e informaba sistemáticamente al pueblo sobre las mismas. Así en el discurso del 6 de agosto de 1995 explicaría que:

“…si nosotros fuéramos un país de grandes riquezas petroleras u otros recursos semejantes, tal vez no hubiéramos ido al desarrollo del turismo en gran escala.  De memoria nos sabemos todas las consecuencias del desarrollo del turismo en gran escala; sin embargo, en las condiciones de nuestro país no podíamos prescindir de esto, como en las condiciones actuales de nuestro país no podíamos prescindir de la inversión extranjera (…) estamos bien conscientes de que durante muchos años combatimos la inversión extranjera, estamos bien conscientes de que durante muchos años nos sentíamos orgullosos de que el pueblo fuera dueño de todos sus recursos, de todas sus industrias y de todos los bienes del país; sin embargo, en las condiciones actuales no podíamos prescindir de la inversión extranjera en un grado mayor porque necesitábamos capital, tecnología y mercados.  Son los factores determinantes, lo contrario sería la parálisis, el estancamiento durante mucho tiempo. (…) Teníamos que crear empresas mixtas en tiempo relativamente breve, teníamos que aceptar la inversión extranjera, teníamos que hacer lo que hicimos con la despenalización de la moneda convertible, y tengan la seguridad de que nos dolió mucho, muchísimo, hacer esto último.  Y estábamos conscientes de las desigualdades que creaba, de los privilegios que creaba; pero tuvimos que hacerlo y lo hicimos.”

Más adelante en ese medular discurso concluiría:

“Hemos dicho que estamos introduciendo elementos de capitalismo en nuestro sistema, en nuestra economía, eso es real; hemos hablado, incluso, de consecuencias que observamos del empleo de esos mecanismos. Sí, lo estamos haciendo. (…) ¿Quién tiene el poder? Esa es la clave, porque si lo tiene el pueblo, si lo tienen los trabajadores, no los ricos, no los millonarios, entonces se puede hacer una política en favor del pueblo, respetando los compromisos que se hayan acordado con determinadas empresas extranjeras…”[18]

A pesar de todos los esfuerzos realizados y los resultados económicos gradualmente alcanzados, el desarrollo social del país se vio seriamente afectado durante el Período especial. El conocimiento de esta realidad motivó que a partir de un profundo análisis de las condiciones políticas y sociales que enfrentaba el país, así como de la importancia del factor subjetivo en la construcción del socialismo, fuera madurando un conjunto de programas sociales y productivos que se enmarcaron en la Batalla de Ideas a partir de las conclusiones del VII Congreso de la UJC celebrado en diciembre de 1998 y que cobraría un impulso masivo –mediante tribunas abiertas- tras el secuestro del niño Elián González en diciembre de 1999.

Fidel Castro comprendió el enorme potencial de los jóvenes para movilizarse a favor de una causa justa, que culminó con el regreso de Elián a Cuba el 28 de junio del año 2000.

Las tribunas abiertas se convirtieron en un medio de movilización y comunicación esencial para el Comandante en Jefe que las utilizaría sistemáticamente para el desarrollo de la Batalla de Ideas. De este modo, en un editorial del periódico Granma del 3 de julio del 2000 se señalaría: “Cada sábado habrá Tribuna Abierta en un municipio del país; ninguno será olvidado. No puede renunciarse a esa extraordinaria trinchera de combate y rica mina de talentos, donde se expresarán las ideas, la cultura y los sentimientos patrióticos y revolucionarios de la localidad y del país. La magnitud de la movilización dependerá fundamentalmente de la propia población del municipio y de la trascendencia de la actividad. Serán transmitidas en directo y, de estimarse conveniente, se utilizará igualmente el espacio del atardecer para su retransmisión.”[19]

La Batalla de Ideas cubriría así inicialmente cinco direcciones principales:

-Por la libertad de los Cinco Héroes cubanos prisioneros en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo.

-Por los objetivos del Juramento de Baraguá, que reclamaba el fin del bloqueo y de las agresiones de EEUU a Cuba.[20]

-Por la lucha contra las consecuencias de las crisis económicas que afectaban a toda la humanidad.

-Por la paz.

-Por la educación y la cultura.

En esta estrategia los Programas Sociales Priorizados –que producirían los impactos más notables en las condiciones de vida de la  población- se diseñaron para obtener el máximo efecto con el menor gasto posible, tomando en cuenta una mínima disponibilidad de recursos.

Bajo la orientación de nuestro Comandante en Jefe, los nuevos programas representaron también un cambio cualitativo en la formulación e implementación de las políticas sociales, pues en ellos se combinaban enfoques estratégicos decisivos para nuestro desarrollo, con la aplicación de métodos y estilos de trabajo que permitieron concentrar esfuerzos y materializar resultados en los plazos más cortos posibles.

En general puede decirse que la implementación práctica de las ideas para el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo atravesó por diferentes momentos, básicamente entre los años 2000 y  2009 y los programas más importantes de la Batalla de Ideas se centraron en la asistencia social primero, la educación después y en la salud pública finalmente, aunque se expresaron también en el terreno cultural y en el deporte. En la Batalla de Ideas se terminaron 2 649 obras, el 40% en la educación, el 30,5% en la salud y el 29,5% en las esferas de la cultura y el deporte.  El valor total invertido alcanzó 4 887 MMP, un 14,1% de la inversión total de la nación en estos años.

Por otro lado, en la medida en que iba enfrentándose la solución de problemas clave, la formulación de los programas priorizados fue extendiéndose a la esfera de la energía, dando lugar –por su amplitud- al concepto de Revolución Energética en el 2005. Simultáneamente se prestó atención priorizada a la alimentación de la población; a las obras hidráulicas, al transporte y a la construcción de vivienda.

La política social llevada a cabo por Fidel en el marco de la Batalla de Ideas no solo permitió recuperar indicadores que resultaron muy afectados en el Período especial, sino que se logró un avance notable en la atención a la población en las esferas esenciales para la satisfacción de sus necesidades, mostrando nuevamente, la combinación adecuada de elementos tácticos y estratégicos para asegurar el desarrollo integral del país.

En medio del desarrollo de estos programas, fue necesario renegociar la deuda externa. Teniendo en cuenta esta situación, el Comandante en Jefe orientó una revisión a fondo del uso de la divisa en la producción y los servicios, reclamando una mayor eficiencia en el mismo, proceso que se desarrollaría en todas las ramas de la economía entre los años 2003 y 2004.

En efecto, en su discurso del 6 de marzo del 2003, Fidel señalaba: “En el terreno de la economía aplicaremos nuevas experiencias que hemos adquirido en los últimos tiempos. La producción y el ahorro de petróleo continuarán aumentando.

Estamos en mejores condiciones que nunca para incrementar la eficiencia y establecer mucha más disciplina en nuestras empresas, que priorizando el autofinanciamiento en divisas cometen a veces errores que en definitiva gravitan sobre los recursos centrales del país.

Mucho hemos aprendido y mucho más seguiremos aprendiendo. Nuevas fuentes de ingreso surgen y el rigor en la administración de los recursos deberá incrementarse. Viejos y nuevos malos hábitos deberán ser erradicados. La eterna vigilancia es el precio de la honradez y la eficiencia.”[21]

La situación crítica con el uso no eficiente de la divisa no se superaría a corto plazo, a lo que se sumó una grave crisis en la generación de electricidad por una serie de roturas en el segundo semestre del 2004, lo que obligó a diversas erogaciones con carácter emergente. Ante esa coyuntura, el líder de la Revolución adoptó la decisión de centralizar todos los pagos en moneda convertible del país en diciembre de ese año, lo que permitiría su uso priorizado para cubrir los pagos de mayor importancia ante la necesidad de asegurar la energía eléctrica del país como un problema de seguridad nacional.

La experiencia acumulada por Fidel a lo largo de muchos años de enfrentamiento a las dificultades que afectaban a la sociedad cubana, -sometida a un férreo bloqueo por parte de EE.UU.- motivó en él profundas reflexiones en un discurso pronunciado en la Universidad de La Habana el 17 de noviembre del 2005. En esa ocasión extraería una serie de conclusiones de vigencia permanente para el proceso revolucionario cubano, al subrayar:

“Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo.” Más adelante volvería a referirse a un tema medular y de total vigencia en la actualidad: “ Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen:  ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario?  Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo?  Si nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos.” Finalmente el Comandante en Jefe nos alertaba: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.”[22]

***

No es posible en un breve espacio que pueda siquiera resumirse el caudal de ideas del líder de la Revolución a lo largo de su existencia.

Sin embargo, si es posible apreciar que enorme importancia tiene para todos los cubanos –pero especialmente para los jóvenes- conocer lo que logró Fidel para que Cuba siga siendo hoy ejemplo de dignidad, firmeza y espíritu revolucionario, aun en medio de las mayores dificultades.

El fue capaz de avizorar el desarrollo de los acontecimientos políticos, sociales y económicos en cada momento y preparar a nuestro pueblo para enfrentarlos. Y en ese camino recorrido nunca dio cabida al pesimismo, jugando un papel muy importante como pedagogo y educador social, aun en las circunstancias más difíciles, para demostrar que no hay tarea imposible si se lucha sin descanso por convertir los sueños en realidad.

Su honestidad y ética revolucionaria formaron parte esencial de su papel como líder. Su espíritu autocrítico al valorar la obra revolucionaria –con su inevitable cuota de errores propios de toda Revolución- siempre estuvo presente al mostrar los resultados del trabajo de nuestro pueblo.

Hoy cuando se cumplen 95 años de su natalicio, la vida nos demuestra el enorme valor de las enseñanzas de Fidel para aprender cómo –en las circunstancias más adversas- es posible la victoria.

Notas y bibliografía:

[1] Ver Fidel Castro “Discurso del 14 de febrero del 2003” httpwww.cuba.cu/gobierno/discursos/2003/esp/140203e.html

[2] Este último aspecto fue examinado por un colectivo de autores del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) en el libro “El pensamiento económico de Fidel Castro en las relaciones económica internacionales” Editorial Academia, La Habana, 2018.

[3] Ver Fidel Castro “La Historia me absolverá” Ediciones Políticas, La Habana, 1973, p. 43.

[4] Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 26 de julio de 1973” http//www.cuba.cu/gobierno/discursos.

[5] Ver Fidel Castro “Informe en la Reunión sobre los Planes para el Desarrollo Económico de la Nación para 1962 el 20 de octubre de 1961” enhttp://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f201061e.html

[6] Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 2 de enero de 1965” http//www.cuba.cu/gobierno/discursos.

[7] Ver Fidel Castro entrevista concedida a la revista Sucesos de México, 10 de septiembre de 1966.

[8] Paralelamente se logró acordar con la URSS un programa que permitiría incrementar las exportaciones en 400 millones de dólares mediante la producción de 10 millones de toneladas de azúcar en 1970.

[9] Ver Ernesto Guevara “El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2004.

[10] Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 1º de mayo de 1966” http://www.cuba.cu/gobierno/discursos.  Durante los años 60 en varios discursos del Comandante en Jefe se manifestaron diferencias de principios con los países socialistas de entonces, pero siempre planteadas con la mayor firmeza, espíritu unitario y respeto posible

[11] Ver Fidel Castro “Discurso en el Acto Central por el Vigésimo Aniversario de la Muerte de Ernesto Che Guevara” Ernesto Guevara Op. Cit., p. 359.

[12] Ver Fidel Castro “El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia” periódico Granma, 11 de marzo de 2014  www.granma.cu

[13]  Ver Colectivo de autores “La ganadería en Cuba: Desempeño y desafíos” Montevideo, 2004 http://www.colibri.udelar.edu.uy

[14] Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 20 de diciembre de 1969” http://www.cuba.cu/gobierno/discursos

[15] Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 1º de mayo de 1971” enhttp://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1971/esp/f010571e.html

[16] Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 2 de diciembre de 1976”http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1976/esp/f021276e.html

[17] Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 26 de julio de 1989” http://cuba.cu/gobierno/discursos/1989/esp/f260789e./html

[18] Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 6 de agosto de 1995” http://http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1995/esp/f060895e.html

[19] Ver “Granma de años anteriores, julio 3 del 2000”  http://www.granma.cu

[20] Se refiere al juramento del pueblo cubano –realizado el 19 de febrero del 2000- en el acto de recordación de la histórica Protesta de Baraguá protagonizada por Antonio Maceo el 15 de marzo de 1878, como respuesta al Pacto del Zanjón que fue firmado por fuerzas cubanas el 10 de febrero de 1878 y que puso fin a las hostilidades de la Guerra de los Diez Años y restableció el dominio español sobre la isla.

[21] Ver Fidel Castro “Discurso del 6 de marzo del 2003” http://http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2003/esp/f060303e.html

[22] Ver Fidel Castro “Discurso del 17 de noviembre del 2005”  http://http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html

La economía tiene otro problema de diversidad

 Por DANI RODRIK

Aunque los economistas finalmente están abordando los desequilibrios raciales y de género de su profesión, otra fuente clave de conocimiento y percepción permanece ausente de la discusión. Hasta que haya una mayor representación de voces de fuera de América del Norte y Europa Occidental, la economía no será una disciplina verdaderamente global.

CAMBRIDGE - Al principio de su carrera, el economista Joseph E. Stiglitz tuvo una estadía prolongada en Kenia, donde le sorprendieron varias rarezas en el funcionamiento de la economía local. La aparcería fue una de esas anomalías. Stiglitz se preguntaba si los agricultores debieran entregar la mitad de su cosecha a los terratenientes, ¿no gravarían eso en gran medida los incentivos y, por lo tanto, reducirían la eficiencia? ¿Por qué persistió tal sistema?

La búsqueda de Stiglitz para resolver esta paradoja lo llevó a desarrollar sus teorías seminales sobre la información asimétrica, por lo que luego sería galardonado con el Premio Nobel de Ciencias Económicas. "El tiempo que pasé en Kenia", recordó , "fue fundamental en el desarrollo de mis ideas sobre la economía de la información".

De manera similar, el economista Albert O. Hirschman se encontraba en Nigeria cuando observó un comportamiento que le pareció desconcertante. La empresa ferroviaria, que durante mucho tiempo fue un monopolio público, había comenzado a enfrentarse a la competencia de los camioneros privados. Pero en lugar de responder a esta presión abordando sus muchas ineficiencias evidentes, la empresa simplemente se deterioró aún más. La pérdida de consumidores, razonó Hirschman, había negado a la firma estatal una valiosa retroalimentación. Esta observación sobre el transporte ferroviario en Nigeria fue la semilla que se convirtió en su libro , de gran influencia , Exit, Voice, and Loyalty . (Hirschman también mereció un premio Nobel, pero nunca lo recibió).

Estas historias dan fe del valor de poder ver el mundo en toda su variedad. Las ciencias sociales se enriquecen cuando la sabiduría recibida se enfrenta a comportamientos o resultados "anómalos" en entornos desconocidos, y cuando se considera plenamente la diversidad de circunstancias locales.

Esta observación no debería ser controvertida. Sin embargo, uno no lo sabría por la forma en que está organizada la disciplina económica. Las principales revistas de economía están pobladas predominantemente por autores con sede en un puñado de países ricos. Los guardianes de la profesión proceden igualmente de instituciones académicas y de investigación de esos mismos países. La ausencia de voces basadas en el resto del mundo no es meramente una inequidad; empobrece la disciplina.

Cuando asumí recientemente como presidente de la Asociación Económica Internacional , busqué datos sobre la diversidad geográfica de los contribuyentes a las publicaciones económicas, pero encontré que la evidencia completa y sistemática era sorprendentemente escasa. Afortunadamente, los datos recopilados recientemente por Magda Fontana y Paolo Racca de la Universidad de Turín y Fabio Montobbio de la Università Cattolica del Sacro Cuore en Milán proporcionan algunos hallazgos iniciales sorprendentes.

Como sospechaba, sus datos muestran una concentración geográfica extrema de autoría en las principales revistas económicas. Casi el 90% de los autores de las ocho principales revistas tienen su sede en los Estados Unidos y Europa Occidental. Además, la situación parece similar con la pertenencia al consejo editorial de estas publicaciones.

Dado que estos países ricos representan solo alrededor de un tercio del PIB mundial, la concentración extrema no puede explicarse completamente por recursos inadecuados o una menor inversión en educación y capacitación en el resto del mundo, aunque esos factores seguramente deben desempeñar algún papel.

De hecho, algunos países que han logrado grandes avances económicos en los últimos años, sin embargo, siguen estando muy infrarrepresentados en las principales revistas. El este de Asia produce casi un tercio de la producción económica mundial, sin embargo, los economistas de la región contribuyen con menos del 5% de los artículos de las principales revistas. Del mismo modo, la proporción de publicaciones de Asia meridional y África subsahariana es mínima y significativamente inferior al ya reducido peso de estas regiones en la economía mundial.

Más allá de los recursos y la formación, el acceso a las redes es clave en la generación y difusión de conocimiento. El que una investigación se tome en serio depende fundamentalmente de si los autores han ido a las escuelas adecuadas, conocen a las personas adecuadas y viajan por el circuito de conferencias adecuado. En economía, las redes relevantes se basan principalmente en América del Norte y Europa Occidental.

La objeción predecible aquí es que muchos de los principales economistas de la actualidad proceden de los propios países en desarrollo. Es cierto que, de alguna manera, la economía se ha vuelto más internacional. Ha aumentado el número de investigadores nacidos en el extranjero en los principales departamentos de economía y redes de investigación de América del Norte y Europa Occidental. Como estudiante de Turquía que llegó por primera vez a los Estados Unidos a la edad de 18 años, ciertamente me beneficié de estas redes.

Los investigadores de las economías avanzadas también han prestado más atención a los países en desarrollo, lo que refleja el hecho de que la economía del desarrollo se ha convertido en un campo mucho más destacado dentro de la disciplina. En el programa de maestría en economía del desarrollo que dirijo en la Universidad de Harvard, por ejemplo, solo una minoría de los miembros de la facultad es de los Estados Unidos. El resto son de Perú, Venezuela, Pakistán, India, Turquía, Sudáfrica y Camerún.

Pero ninguno de estos desarrollos positivos puede sustituir por completo el conocimiento y la percepción locales. Los economistas occidentales nacidos en el extranjero suelen estar absorbidos en un entorno intelectual dominado por los problemas y preocupaciones de los países ricos. La exposición del economista visitante a diversas realidades locales permanece limitada a la casualidad y la coincidencia, como en las historias sobre Stiglitz y Hirschman. Basta pensar en todas las ideas importantes que quedan sin descubrir porque los investigadores de la periferia académica carecen de una audiencia receptiva.

La economía atraviesa actualmente un período de examen de conciencia con respecto a sus desequilibrios raciales y de género. Se están llevando a cabo muchas iniciativas nuevas en América del Norte y Europa Occidental para abordar estos problemas. Pero la diversidad geográfica permanece en gran parte ausente de la discusión. La economía no será una disciplina verdaderamente global hasta que también hayamos abordado este déficit.



Dani Rodrik, profesor de economía política internacional en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, es presidente de la Asociación Económica Internacional y autor de Straight Talk on Trade: Ideas for a Sane World Economy .

«Chocar diferente con la misma piedra». Propuestas para la crisis


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«…Se trata de accionar en lo inmediato sobre aquello que está a nuestro alcance como país. Las medidas gubernamentales serán insuficientes si no se acompañan de la contradicción como herramienta para el cambio, y esta solo puede venir del crecimiento del poder popular…»


Defender la Revolución es defendernos como pueblo del dominio imperialista y de la gestión ineficaz, las malas decisiones y las arbitrariedades que tienen presencia en la institucionalidad cubana. Transformar esto último se vuelve una cuestión de sobrevivencia frente al estrecho margen de maniobra que deja el bloqueo y frente a la actual crisis, que es expresiva de procesos económicos, políticos y culturales como los que detonaron el 11 de julio.

Se trata de accionar en lo inmediato sobre aquello que está a nuestro alcance como país. Las medidas gubernamentales serán insuficientes si no se acompañan de la contradicción como herramienta para el cambio, y esta solo puede venir del crecimiento del poder popular.

Las siguientes reflexiones y propuestas apuntan en tal dirección, y tienen antecedentes en artículos, editoriales y espacios de discusión, así como en vivencias y prácticas en las que nos hemos involucrado como sujetos activos de nuestra sociedad.

1) Redistribución de riquezas mediante el combate a la corrupción

El recrudecimiento del bloqueo, la crisis económica internacional provocada por la pandemia, y los acumulados de ineficiencia interna impiden incrementar significativamente la cantidad de recursos disponibles en el corto y mediano plazo. En tal escenario, una vía para mejorar la situación de las mayorías es recuperar riquezas de quienes están lucrando con los bienes públicos. Para ello no basta con el control desde arriba, pues existen redes clientelares, complicidad burocrática y ocultamiento de información que restan eficacia a este mecanismo si no viene acompañado de un control desde abajo.

Desarrollar la fiscalización obrera y popular mediante auditorías sorpresas, con un poder vinculante sobre los implicados y amplia divulgación de los resultados finales — incluidos los casos que involucren a dirigentes estatales. Las riquezas recuperadas cuya ausencia no impida la vitalidad de las entidades perjudicadas deben redistribuirse bajo escrutinio público, de modo que el pueblo palpe el resultado de su accionar y se eviten nuevos desvíos. Crear tiendas especiales para la venta a precios módicos de los bienes incautados y un fondo de asistencia a personas vulnerables con los activos financieros rescatados.

Dado el estrecho vínculo de la corrupción administrativa con el mercado negro, y de este con el abastecimiento familiar y la producción privada, hay que prever impactos en otras esferas y procurar alternativas. La disminución del desvío de recursos influiría positivamente sobre los costos y utilidades empresariales y sobre el gasto presupuestal; por tanto, debe reflejarse en incremento de salarios y mejores servicios públicos. Muchos trabajadores se encuentran involucrados en el fenómeno de la corrupción aunque les toque la menor parte, así que esta estrategia necesita mostrar beneficios tangibles para incrementar la participación popular.

2) Reorientar recursos mal empleados

Son escasas las riquezas disponibles en el país y dramática la gestión cotidiana de las necesidades básicas para muchas personas. En ese contexto hay que optimizar la asignación de recursos y evitar gastos que pueden ser postergados, o de dudosos resultados. El ejemplo más visible es el de la inversión en el turismo. Se han seguido destinando grandes sumas a la construcción inmobiliaria, partiendo de una tasa de ocupación hotelera que ya de por sí era baja, en momentos de una drástica reducción del turismo internacional que tardará en recuperarse.[1] Esa actividad consume divisas — el factor crítico de la economía cubana — que son necesarias para la inversión en la producción de alimentos y la importación de artículos de primera necesidad.

Dondequiera que haya divisas no utilizadas en prioridades reales estas deben ser reorientadas, pues ni la autonomía empresarial ni la organización sectorial son principios absolutos, menos aún en el marco de una crisis tan aguda, que amenaza incluso la seguridad nacional por su impacto sobre la población. Cada incremento de las sumas disponibles para necesidades perentorias, por muy pequeño que sea, puede hacerle un poco más llevadera la vida a miles de personas: no son cifras frías.

Las recientes medidas, que incluyeron la incorporación de residentes urbanos en situación irregular a la Libreta de Abastecimientos, el aumento de la cuota de algunos productos de primera necesidad y el aseguramiento de insumos para las fábricas de medicamentos — todas ellas decisiones que requieren importaciones para ser respaldadas — mostraron que existen reservas de recursos. La cuestión clave es que no tengan que ocurrir dolorosos acontecimientos como los del 11 de julio para emplearlas donde corresponde.

3) Transparencia y organización popular en el comercio minorista

En diálogo con personas que han organizado colas en tiendas de Moneda Nacional, hemos identificado factores que, en distintos escenarios, han ayudado a disminuir el malestar, la incertidumbre y la injusticia que el desabastecimiento provoca:

- Que los suministros mantengan una periodicidad estable. Cuando se logra cumplir con una periodicidad en los suministros — una vez por semana, por ejemplo, como ciclo de entrega de un determinado producto, en cantidad suficiente — mejora la planificación familiar y se puede estabilizar el uso de la Libreta de Abastecimientos, o del orden de compra por el escaneo de la aplicación Portero. La irregularidad resta eficacia a estos instrumentos organizativos porque se pierde la confianza en lograr resolver algún día según la secuencia establecida. Sabemos que la periodicidad sufre los males del bloqueo, las oscilaciones de los precios internacionales, el endeudamiento y el incumplimiento de planes, pero las reservas económicas antes mencionadas pueden movilizarse para contrarrestar esas afectaciones.

- Menos pobladores por cada tienda. Crear puntos comerciales en comunidades donde no existan, reabastecer aquellos que han quedado sin suministros y modificar o ampliar el objeto de aquellos que no vendan artículos de primera necesidad. Aunque los plazos sean largos respecto a tiendas más grandes, este tejido capilar de pequeños comercios permite gestionar mucho mejor las colas y la situación sanitaria.

- Informar las cantidades suministradas. Hay lugares donde la dirección de la tienda informa la cantidad disponible cada mañana, y otros donde incluso muestran las facturas de lo recibido. Esto reduce la incertidumbre y la pérdida de tiempo de los consumidores. Sin embargo, no es una práctica sistemática pues los directivos no están obligados a hacerlo, propiciándose así la reventa informal y paralela de bienes de consumo por la propia tienda. Debe establecerse el mandato general de transparentar las cantidades. Incluso se puede crear una aplicación informática que permita a la población dar seguimiento a la entrega de los suministros en las diferentes localidades. Así saldrán a relucir las zonas desatendidas, pues en condiciones de escasez la distribución comercial reproduce todavía más las desigualdades históricas. Visitas sorpresa por comisiones populares a los depósitos a los distintos niveles verificarían la correspondencia entre la información aportada y las existencias.

- Perfeccionar y ampliar la organización por listados. Si la venta se ordena cada día con las personas que llegan, quienes no alcanzaron tienen que volver en otro momento a hacer la cola desde cero. Con un listado, en cambio, la venta comienza con quienes no pudieron comprar en la ocasión anterior. Para ello se ha utilizado la numeración de la Libreta de Abastecimiento, la aplicación Portero, o incluso la mera anotación en un cuaderno por los organizadores de la tienda. Consideramos que este mecanismo debe ser perfeccionado donde no funciona adecuadamente, e implementado donde tiene escasa presencia, como la capital del país. Es importante señalar la necesidad de lograr mejores resultados en los factores anteriores para incrementar su viabilidad.

4) Hacia un control popular efectivo

En nuestra práctica institucional existe un gran desbalance a favor de la representación en la toma de decisiones y la designación vertical de los cargos estatales y empresariales, por sobre la democracia directa y el control popular de la gestión pública. La confianza absoluta en la gestión gubernamental ha sido promovida como un valor positivo, asociado a la condición revolucionaria. En la realidad, sin embargo, junto a logros extraordinarios tienen una fuerte presencia las decisiones erradas o implementadas con pobre eficacia y los directivos insensibles, corruptos y autoritarios. Esto se articula con los impactos del bloqueo y se traduce en tribulaciones cotidianas: recursos que no llegan, servicios de pésima calidad, soluciones obstaculizadas, comunidades desfavorecidas, etcétera. Los mecanismos de control existentes son insuficientes o se han burocratizado y los colectivos laborales y territorios involucrados quedan vulnerables. Frente a esos fenómenos los afectados carecen de poder, porque este lo detentan precisamente aquellos que han ocasionado el problema y los canales de participación no cumplen su papel.

Por eso decimos que es necesario desarrollar un control popular efectivo. Nuestro diseño institucional contiene elementos que lo favorecen. Por ejemplo, según la Ley 132, de las Asambleas Municipales del Poder Popular, los delegados reunidos elaboran la política del municipio, controlan a los órganos administrativos y tienen la potestad para cesar cargos o revocar decisiones tomadas por el presidente de la Asamblea Municipal o alguna de sus entidades de gobierno. Cincuenta ciudadanos cubanos con sus firmas, así como las organizaciones de masas, pueden solicitar a este órgano la revocación o modificación de decisiones adoptadas por autoridades subordinadas que afecten los intereses de la comunidad (Artículo 160). Además de esto, las organizaciones de masas, los delegados, o cincuenta ciudadanos cubanos con sus firmas, pueden solicitar a la Asamblea Municipal que esta promueva frente al Consejo de Ministros o el Gobernador de la provincia la revocación de decisiones de órganos subordinados a estos (Artículo 171). Un tercio de los delegados puede proponer en la Asamblea la realización de una consulta popular, y obtener la mayoría simple de votos para llevarla a cabo, de modo que la población decida sobre un asunto de interés en el territorio. La consulta puede comprender todo el municipio o alguna de sus localidades específicas (Artículo 136).

¿Por qué se usan tan poco estas y otras facultades, cuando existen motivos suficientes en distintos escenarios? La respuesta es larga, pero pudiéramos mencionar algunos elementos clave: 1) predominan relaciones de “ordeno y mando” y se evita la discrepancia y el conflicto — prácticas que debilitan la iniciativa y articulación entre los delegados; 2) la población ha perdido la fe en resolver sus problemas a través de esos mecanismos; 3) existe poco conocimiento de las posibilidades que ofrece la ley; 4) el vínculo con los electores se reduce a la sumatoria de demandas; 5) se ha debilitado el movimiento comunitario y el papel de las organizaciones de masas en la defensa de los intereses populares.

En consecuencia, se debe trabajar para empoderar a los delegados con relación a la Presidencia de las Asambleas y los órganos ejecutivos, masificar el conocimiento de las posibilidades democráticas de la Ley, construir con los electores la política de la Asamblea, asumir la defensa de las reivindicaciones inmediatas en el marco de las organizaciones de masas y — para no perder la fe — garantizar resultados frente a la corrupción, la cobardía y la desidia.

Líneas de acción similares pueden impulsarse en las estructuras nacionales, cuyas problemáticas condicionan las soluciones locales.

Con suficiente presión social y voluntad política, pudieran incluso ampliarse los mecanismos existentes hacia nuevas formas de democracia directa, donde el voto de la población tenga poder revocatorio sobre decisiones y cargos en las situaciones que estime pertinentes, de modo que se reduzca su dependencia a las asambleas de representantes, a menudo pasivas.

En los campos administrativo y empresarial el funcionamiento es todavía más vertical, sin las ventajas que ofrece la legislación de las Asambleas del Poder Popular. Las potestades para revocar cargos, vetar decisiones que laceren intereses obreros o sociales, fiscalizar la gestión económica, etcétera, deben extenderse a los colectivos laborales, muchos de los cuales sufren los fenómenos antes mencionados. Que los trabajadores, ante la arbitrariedad demostrada, puedan votar para cesar a un directivo o frenar una medida, y que su decisión mayoritaria sea de obligatorio cumplimiento. Alguna que otra vez pudieran equivocarse, pero ¿acaso los directivos están libres de pecado? El control obrero constituiría un factor de presión para su mejor desempeño.

Todo lo anterior requiere transparencia. Sin información no hay poder popular. En la oscuridad crece la corrupción y el error. Deben adoptarse medidas concretas para masificar el acceso a la información de las cuentas públicas, de las empresas estatales y de las decisiones administrativas a los distintos niveles.

En conclusión, urge desarrollar los contrapesos de poder social que corresponden a un país donde el pueblo es el propietario de los medios fundamentales de producción. La democracia socialista debe servir para decir Sí, y también para decir No.

El caso de las Tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC)

Las Tiendas en MLC han generado descontento popular y no es para menos. En el marco de la presente crisis económica, hay artículos de consumo — muchos de ellos de primera necesidad — que no están disponibles en las tiendas en Pesos Cubanos — moneda con que se pagan los salarios — , por lo que la población que no recibe remesas debe comprar divisas en el mercado negro para acceder a ellos, o adquirirlos a través de revendedores. Esto disminuye el poder adquisitivo de los salarios y asesta un duro golpe a la moral socialista, debido a la profundización de la desigualdad.

La implementación de esta medida no se ha correspondido con el diseño inicial anunciado públicamente. Se afirmó que en las tiendas en MLC solo se venderían artículos de gama alta, se acotó a 70 la cantidad de establecimientos a lo largo del país, y hubo la promesa de que los ingresos obtenidos servirían para abastecer los mercados en moneda nacional. Luego se comenzaron a vender bienes de todas las calidades y se superó con creces la cifra inicial de locales convertidos a MLC, sin emitir nuevos anuncios o explicaciones de los cambios, mientras la oferta en CUP disminuía. Fue inevitable que en el pueblo surgiera la sensación de engaño y de injusticia.

Aún si partiéramos de que las Tiendas en MLC son una fatalidad en un contexto donde contamos con la mitad de las divisas disponibles en el 2019 y donde han sido relegadas las soluciones políticas a los problemas económicos, el control popular tendría un margen de acción. Veamos un ejemplo.

La conversión de tiendas a MLC en una localidad específica se determina en niveles territoriales superiores al municipio. Los pobladores quedan vulnerables frente a decisiones empresariales que dejen a una barriada con distantes o escasas opciones para abastecerse en Pesos Cubanos. En tal escenario, desde la nación habría que dotar de poder vinculante a la consulta popular al nivel de un municipio o de un Consejo Popular,[2] de modo que los pobladores puedan promover este mecanismo para impedirlo. Otra vía, menos expedita, sería que 50 personas junten sus firmas para solicitar a la Asamblea Municipal que esta promueva ante el Consejo de Ministros la revocación de las decisiones tomadas en la localidad en cuestión por las empresas TRD o CIMEX. También pueden solicitarle una gestión similar a los Comités de Defensa de la Revolución, organización de masas de carácter territorial.

Por otro lado, no puede haber silencio y falta de transparencia en un tema de tanta sensibilidad. A nivel gubernamental es necesario anunciar y argumentar cada modificación o situación imprevista y rendir cuentas periódicamente, con datos duros sobre la mesa. La prensa nacional debe poner atención en la evolución de la cantidad y locación de los establecimientos comerciales, procurar y contrastar la información, difundir las arbitrariedades que surjan y dar voz a las quejas y demandas de la población.

El Estado se compone de seres humanos que no están libres de errores ni desvíos. La Revolución se hizo dotando al pueblo de instrumentos para defenderse de todo lo que se interponga ante su bienestar. Reactivarlos y renovarlos impulsará la gestión institucional y funcionará como factor disuasivo.

El Partido tiene un papel central en todo esto por la naturaleza de su credo y de su misión. Ser comunista es, entre muchas otras cosas, ponerse al servicio de la construcción del poder popular.

5) Sobre las Brigadas de Trabajo Social

La Covid-19 llevó a la sociedad y el Estado a poner la mirada sobre las personas vulnerables. El trabajo como voluntarios, primero como mensajeros en el Sistema de Atención a la Familia, luego en la realización de encuestas — organizadas por la Universidad de La Habana — a todos los inscritos en este servicio, nos permitió entrar en contacto con una vulnerabilidad social aguda. Se hizo patente, además, el desempeño deficiente de las Direcciones de Trabajo y Seguridad Social, y de los gobiernos locales en general, que ocasiona muchas veces que los vulnerables no sean detectados y no reciban los apoyos establecidos, o la atención sea intermitente debido a la falta de sistematicidad.

Esto nos llevó a un grupo de voluntarios a entregar un informe a la Presidencia de la República en enero de 2021,[3] y a intercambiar con autoridades de la Universidad de La Habana en función de crear brigadas de control popular y trabajo social para la atención a personas vulnerables.

La deuda social del país se acumula y exige una participación popular de magnitud similar a aquella que se desató cuando el Programa de la Batalla de Ideas, cuyos instrumentos fueron significativamente desmontados en años posteriores a partir de criterios economicistas, debilitándose la capacidad del Estado y la sociedad para contrarrestar los procesos de marginación.

En estos momentos, gracias a la preocupación surgida en las organizaciones de masas por las vivencias de sus activistas y militantes durante el voluntariado, gracias a la alerta que significó el 11 de julio y la sensibilidad política de la dirección del país, se ha decidido crear brigadas de trabajo social en todos los territorios. Ello está en coherencia con la nueva política de atención a personas en situación de vulnerabilidad adoptada por el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, la cual promueve la participación popular para complementar los esfuerzos institucionales.

Son buenas noticias, y aunque ya no seamos estudiantes ahí estaremos, pues en esta iniciativa se unirán las organizaciones de masas y todas las personas «movidas por grandes sentimientos de amor» como dijera el Che.

Consideramos que las Brigadas pueden cumplir funciones de control popular. Es decir, además de participar en la detección y atención a personas vulnerables, a través de un protocolo de actuación pudieran verificar el trabajo de los gobiernos locales y canalizar las problemáticas identificadas para propiciar la toma de decisiones y la aplicación de medidas por las Asambleas Municipales y por niveles superiores a estas. En tal dirección, nos parece importante que en los puestos de mando territoriales de las Brigadas tengan presencia los voluntarios de más experiencia en la base durante la pandemia.

También resulta vital que en el diseño e implementación de las acciones se preste especial atención a los resultados de investigación alcanzados en el país sobre desigualdad, pobreza, trabajo comunitario, participación popular, entre otros.

Por último, consideramos que las Brigadas deben incorporar en su accionar la atención a las desigualdades de género y a la violencia machista en todas sus formas, que constituyen agudos factores de vulnerabilidad en nuestro país y en el mundo.

6) Debate popular para más soluciones

Un congreso popular necesita Cuba, que levante todos los diagnósticos, propuestas y sueños y reúna la energía suficiente para hacerlos realidad. Los problemas imprevistos de la Tarea Ordenamiento, los descontentos que alimentaron las protestas del 11 de julio, las respuestas que hubieran podido llegar hace mucho tiempo, las soluciones que no se conciben, etcétera, demuestran insuficiente retroalimentación para la toma de decisiones. Organizar debates en todo el país para pensar y crear desde el pueblo es una manera de pasar a la ofensiva. Ahí ganaremos en claridad sobre las causas de los problemas y los caminos de solución. Puede comenzarse a escala reducida e irlo ampliando en la medida que las condiciones sanitarias lo permitan. A los documentos del pasado Congreso del Partido se deben sumar otras propuestas surgidas de las organizaciones de masas y sociales como motivación inicial para los debates, cuyos resultados seguramente las superarán, pues pondrán sobre la mesa en mayor medida las diversas y complejas realidades que vivimos.

Partiendo de algunas carencias experimentadas en procesos de discusión anteriores, proponemos crear un repositorio público con las actas de todos los debates, elaborar un documento síntesis con las principales visiones y propuestas, llevar este documento a una segunda ronda de diálogo nacional y formar comisiones populares para controlar la implementación de las nuevas medidas que de ahí resulten.

Este «congreso de lo unido» debe incluir intercambios de experiencias con movimientos populares de otros países, cuyos paradigmas y estrategias frente al capitalismo y todas las formas de dominación tienen mucho que aportar a las creaciones cubanas. La solidaridad que recibimos y damos tiene que ser también de las ideas y las experiencias revolucionarias, y esto implica ir más allá de la táctica diplomática o el apoyo a gobiernos progresistas, porque involucra a los pueblos, sus formas organizativas y sus objetivos anti-sistémicos. Un internacionalismo desde abajo nos permitiría entrar en contacto con prácticas menos visibilizadas y desarrollar nuevas estrategias para contribuir a un mundo más justo, cuestión de sobrevivencia para Cuba.

Somos conscientes que no basta con lo dicho para hacer factibles estas propuestas, y que su implementación es de extraordinaria complejidad en una sociedad de once millones de personas que se desenvuelve en un ambiente hostil. Pero a nuestro juicio apuntan en la dirección correcta, que es aquella de la resistencia creativa y el horizonte comunista. La voluntad política, la inteligencia colectiva y la fuerza social tienen que hacer el resto.

Ponemos estas ideas a disposición de los espacios de discusión en núcleos del Partido, comités de la UJC, brigadas de la FEU, sindicatos, CDRs, FMC, ANAP y demás expresiones sociales organizadas.

Solo falta decir que asumiremos cualquier tarea concreta que de ellas se derive. Para incorporar otras visiones y propuestas pueden escribirnos al correo de La Tizza: latizadecuba@gmail.com.


Notas

[1] Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Cuba, el 46,9 por ciento del total de inversiones en 2020 del sector estatal civil se destinaron a las actividades de «hoteles y restaurantes» + «servicios empresariales, actividades inmobilarias y de alquiler», contra un 5,3 por ciento para «agricultura, ganadería y silvicultura» (http://www.onei.gob.cu/).

[2] Cada municipio está integrado por varias demarcaciones, llamadas Consejos Populares.

[3] Una versión de este informe fue publicada en nuestra revista: «SAF: más que un problema de cuchillo y tenedor».