Por Tirso.W.Saenz
EL
DESARROLLO DE LOS RECURSOS HUMANOS
- La capacitación.
Criterios básicos
Para
encarar el proceso de industrialización trazado se requerían ingentes esfuerzos
dirigidos a la calificación acelerada de toda la fuerza laboral, pues de su
capacidad y experiencia dependía decisivamente la realización del desarrollo
industrial sobre bases científicas y tecnológicas. El Che resumía su concepción
de la siguiente forma:
Cada día la industria moderna
exige un adiestramiento mayor, una cultura técnica superior, los instrumentos y
procesos productivos se tornan más complejos, más automatizados. La
capacitación es necesaria, desde luego, para obtener un mayor rendimiento de
las actuales instalaciones y recursos industriales, pero también es decisiva
para planear la construcción de las nuevas fábricas. Muchas veces se dispone de
las maquinarias y equipos para instalar una fábrica, pero se carece del
conocimiento, de la experiencia para incorporarlos rápidamente a la producción.
No es exagerado afirmar que la clave para poner en marcha un rápido proceso de
industrialización y asegurar su éxito sostenido, está en la formación de una
numerosa fuerza de trabajo altamente calificada: desde científicos a obreros
especializados
Además,
indicaba los caminos en los primeros años de la Revolución para desarrollar los
recursos humanos en la industria:
La capacitación de los
trabajadores activos se inicia en los centros de trabajo al primer nivel
educacional: la eliminación de algunos restos de analfabetismo que quedan en
los lugares más apartados, los cursos de seguimiento, después, los de
superación obrera para aquellos que hayan alcanzado el tercer grado, los cursos
de Mínimo Técnico para los obreros de mayor nivel, los de extensión para hacer
subingenieros[2]
a los obreros calificados, los cursos universitarios para todo tipo de
profesional y, también los administrativos. La intención de Gobierno
revolucionario es convertir nuestro país en una gran escuela, donde el estudio
y el éxito de los estudios sean uno de los factores fundamentales para el
mejoramiento de la condición del individuo, tanto económicamente como en su
ubicación dentro de la sociedad, de acuerdo con sus cualidades..
El Che
consideraba que se estaban viviendo unos momentos de cambios tecnológicos tan
fantásticos, que realmente era una obligación de todos los directores de
empresas estudiar al máximo los avances tecnológicos y las novedades que iban
surgiendo.
Así,
sobre la capacitación expresaba:
El complemento indispensable
sin el cual todo el plan queda convertido en un sueño [es] la capacitación
científica, tecnológica, técnica, de los cuadros de todos los niveles, con una
dedicación especial al descubrimiento y desarrollo de futuros cuadros
dirigentes.
- Orientaciones y
acciones consecuentes
La
capacitación fue una actividad altamente priorizada. El Che la visualizaba como
una acción general, en todas las fábricas, empresas y en el propio Ministerio,
siendo una responsabilidad de cada cuadro dirigente en su ámbito respectivo de
actuación.
En
sus orientaciones para 1963, volvió a enfatizar que la capacitación era vital
para el desarrollo de nuestra economía y, más aún, en esa etapa inicial de
construcción del socialismo. Subrayó la necesidad de que todos los dirigentes
estuvieran incorporados a círculos de estudio, los que no tenían que ser
necesariamente de tipo político; podían ser de tipo técnico o cultural.
Consideraba imprescindible identificar y destacar la capacitación requerida
para los planes perspectivos que estaban siendo elaborados por el Ministerio.
Para
1964 señaló que se habían obtenido avances sustanciales en esta tarea, aunque
todavía no se había obtenido un éxito completo, ni en la capacitación masiva,
ni en las específicas para las fábricas que serían construidas en los años siguientes,
ni en la calificación de diferentes oficios comunes a muchas industrias.
Criticó la poca atención que las empresas prestaban a la capacitación. Volvió a
insistir en la necesidad del ejemplo de los dirigentes y técnicos en participar
en círculos de estudios para aumentar su capacidad en materias afines a su
trabajo, sin permitir que el trabajo cotidiano los hiciera olvidar la necesidad
de capacitarse. Además, el Che insistía y volvía a insistir en el ejemplo de
los dirigentes y en su visión perspectiva en cuanto a la capacitación.
Para
1965, señaló que se habían realizado avances notables respecto a la
capacitación masiva y primaria de nuestros obreros, pero se presentaban
debilidades en la capacitación de los niveles superiores, técnicos y administrativos.
El ejemplo que los dirigentes a todos los niveles deberían dar, como él había
orientado, no se había cumplido a plenitud. Los directores de empresas y los
administradores de fábricas no constituían el ejemplo deseado. Era necesario
reflexionar y preparar cuidadosamente planes para formar los técnicos
necesarios para un futuro más o menos inmediato.
El
Ministerio se convirtió en una gran escuela. En cada fábrica se organizaron
cursos de nivel primario y de Mínimo Técnico[5].
Se abrieron escuelas como la de Administradores, la de Automatización y la de
Dibujantes Mecánicos, entre otras. Además, se organizaron cursos especiales
para la preparación del personal para las nuevas inversiones.
Alcanzar
el 6to grado se convirtió en una obligación para todos los
administradores de fábricas[6].
Sería imposible, después de determinado momento, desarrollar exitosamente un
proceso de industrialización con dirigentes de fábrica de baja escolaridad y
calificación. Con tal motivo, en 1963, el Che dictó una resolución fijando el
plazo de un año para que todos los administradores de fábricas alcanzaran el
sexto grado. Los que no lo lograran serían
sustituidos de sus cargos, ya que era imposible después de determinado
momento que pudieran desarrollarse satisfactoriamente en un proceso de
industrialización con dirigentes de base de muy baja calificación. Nótese que
meta tan modesta estaba propuesta: ¡poseer la enseñanza primaria! Tal era la
realidad de la época.
Recuerdo
una reunión en una provincia con los administradores de las fábricas allí
radicadas, en la que varios se quejaron al Che, de que les era muy difícil
estudiar para alcanzar el 6to grado, con los problemas de
todo tipo que diariamente tenían que enfrentar, El Che reconoció que el trabajo
que ellos realizaban era duro, pero que tenían que, de cualquier forma,
alcanzar el nivel señalado, pues no estarían calificados para el cargo.
Inclusive dijo en tono de broma:
-
Si tienen que dejar de dormir
para estudiar, pues... no duerman.
A lo
que un administrador le respondió con una cara lacrimosa, que causó la
carcajada general:
-
Comandante, si con los
problemas que yo tengo, no duermo.
El Che
se dio cuenta de que la meta de un año era imposible de alcanzar para una gran
mayoría de administradores, quienes, al mismo tiempo, estaban haciendo un
esfuerzo extraordinario para dirigir sus fábricas. Otra realidad de la época.
Por tanto, amplió el plazo a un año más. Esta vez, los que no consiguieron
alcanzar la meta en el nuevo plazo, fueron sustituidos. Sin embargo, en los
casos de administradores sustituidos que habían demostrado un desempeño
aceptable y perspectivas de desarrollo, se les envió a la Escuela de
Administradores o a otros cursos de capacitación.
Debe
insistirse una vez más en el carácter de desarrollar los recursos humanos a
todos los niveles como necesidad imperiosa. También, como norma del Ministerio,
hacer que determinadas tareas se cumplieran siguiendo el ejemplo de sus
dirigentes.
Se
trató desde la creación del Ministerio, estructurar sistemas que permitieran
que los distintos técnicos y dirigentes de la producción aumentasen su
capacidad en materias que le fueran afines, en la forma y con los métodos que
resultaren más adecuados, pero sin permitir que el trabajo cotidiano hiciera olvidar totalmente la necesidad de su
capacitación. Por otra parte, la capacitación debía adquirir características
perspectivas para todo el aparato industrial.
El
Che dispuso que los dirigentes del Ministerio debían ser ejemplos en el
estudio. Una de las características del Che era ser un ejemplo en aquellas
cuestiones que él orientaba.
Primero,
comenzó a tomar un curso de Matemática, cada jueves a las 7 de la mañana con su
gran amigo, el Prof. Salvador Vilaseca[7].
Esto representaba un esfuerzo grande, pues normalmente el Che se quedaba en el
Ministerio hasta altas horas de la madrugada. Después organizó un curso de
Matemática Superior (Teoría de Conjuntos), cada lunes a las 9 de la noche, en
la que participamos varios dirigentes del Ministerio.
Para mí la materia era nueva. Yo no la había estudiado en la carrera de
ingeniería. El profesor de la materia fue el Dr. Hugo Pérez Rojas[8].
Cada
miércoles a las 9 de la noche, tomaba, junto con otros dirigentes del
Ministerio, un curso sobre El Capital,
impartido por un profesor hispano-soviético, Mancilla, profundo conocedor de la
obra marxista. Los que participaban en ese curso comentaban que las discusiones
que se entablaban entre el Che y Mancilla eran muy profundas e
interesantísimas, las que muchas veces se prolongaban hasta altas horas de la
madrugada. A pesar de eso, a la mañana siguiente, a las 8 am se encontraría con
el Profesor Vilaseca para sus clases de Matemática.
Unas
de las tareas fundamentales permanentes del Ministerio, era la disciplina
financiera, para lo cual se requería que los dirigentes tuvieran una noción
adecuada de Contabilidad. A esos fines, el Che le solicitó a Harold Anders[9],
un calificado contador cubano, integrante de su grupo de asesores, para que le
impartiera un curso sobre esta materia.
Además
de estos cursos organizados con cierta regularidad, el Che estudiaba
personalmente y se asesoraba con diversos especialistas sobre los procesos
tecnológicos más importantes de las empresas, sobre los caminos por los que
avanzaba la tecnología en el mundo, así como las técnicas modernas de
dirección. Por otra parte, leía asiduamente literatura, incluyendo poesía, de
la cual gustaba particularmente.
Un
domingo en la tarde, al llegar a una de las reuniones que se celebraban para
discutir los problemas de la producción, el Che se apareció con un libro de
Alejo Carpentier, El Siglo de las Luces. El
comentó:
-
Esta es una de las mejores
novelas que he leído en mi vida.
Le
pedí, entonces, que me prestara el libro. Así, leí por primera vez, una obra
del insigne escritor cubano.
Un
lunes, a finales de 1964, al llegar al salón de reuniones para participar en el
Consejo de Dirección, nos encontramos en la mesa, frente al asiento de cada
uno, un libro pequeño: Programación
Lineal de Berriel, un autor mexicano. Le preguntamos al Che que para qué
era ese libro. Respondió que la computación ya era una realidad en el mundo,
que nosotros no teníamos la menor noción de eso y que era necesario y urgente
aprender algunas de las herramientas relacionadas con esa disciplina. Por eso,
a partir del siguiente lunes, a las 7 a.m., antes de las sesiones del Consejo
de Dirección, comenzaríamos a recibir este curso. Cuando le preguntamos quién
sería el profesor, respondió:
-
Yo.
Así
fue. No sólo se preparó para ser un buen profesor – y lo hizo bien -, sino que
nos exigía que estudiásemos la materia previamente e hiciésemos, como
estudiantes aplicados, las tareas que él nos señalaba. Cuando él salió a un
prolongado viaje – el último que hizo oficialmente -, me designó como su
sustituto.
Siguiendo
este ejemplo, los Viceministros y otros directores del Ministerio, comenzamos a
tomar un curso de Economía Política con Miguel Figueras como profesor. Para el
curso utilizamos un texto indicado por Figueras, no el Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS,
fuertemente criticado por el Che
Cuando
Miguel Urrutia fue designado Director del ICIDCA, él no tenía la menor noción
de lo que era el proceso de producción de azúcar, cuestión básica para poder
abordar el desarrollo de los derivados de la caña. A mí también el tema me era
necesario. Los dos comenzamos, los sábados por la mañana, a tomar clases sobre
tecnología azucarera. El Ing. Orlando Argudín[10],
técnico de elevada calificación en la industria azucarera, fue el profesor.
·
La Dirección de Capacitación.
La
Dirección de Capacitación fue creada tempranamente: desde la época del
Departamento de Industrialización del INRA, a los inicios del triunfo de la
Revolución. Al crearse el Ministerio de Industrias fue adscrita al
Viceministerio para el Desarrollo Técnico. Su misión estaba dada en asegurar
metodológicamente, en coordinación con otros organismos, o con recursos propios
la calificación necesaria para todos los trabajadores del Ministerio. Era una
tarea gigantesca por su magnitud y diversidad.
Es
significativo y demuestra la visión perspectiva del Che el hecho de que la
Dirección de Capacitación, al estructurarse el Ministerio de Industrias, no
fuera ubicada, como es frecuente, dentro del área de Personal, de carácter más
administrativo, sino dentro del Viceministerio para el Desarrollo Técnico.
La
capacitación fue una herramienta fundamental para apoyar las tareas del
desarrollo industrial y creó condiciones, al mismo tiempo, para tareas de mayor
envergadura.
Para
1964, el Che priorizó tres tareas: impulsar la capacitación masiva de los
trabajadores en coordinación con las empresas y otros organismos, en particular
con el Ministerio de Educación; asegurar la capacitación técnica para las
nuevas unidades y confeccionar un plan perspectivo de capacitación. Estas
mismas tareas se repitieron para 1965, añadiéndose otras de mayor alcance: la
coordinación con las universidades, con el objetivo de conseguir una adecuada
formación de personal técnico universitario conforme las necesidades del
organismo; así como la organización de cursos por correspondencia para
administradores y funcionarios administrativos. Las nuevas tareas indicaban la
confianza del Che en las posibilidades de la Dirección para enfrentarlas.
Para
poder valorar el esfuerzo realizado, baste mencionar que entre 1963 y 1964 se
graduaron, en los diferentes cursos de capacitación masiva, alrededor de 16 mil
trabajadores en todo el país, y, entre 1964 y 1965, cerca de 2 mil para las
diferentes plantas en construcción.
La
Dirección tuvo la responsabilidad de organizar y dirigir varias escuelas. Una
de las primeras y de las que recibió una atención muy directa del Che, fue la
Escuela de Administradores[12].
Su misión era dotar al personal seleccionado de un nivel básico de enseñanza
primaria - no se podía esperar más en aquellos momentos - y elementos de
planificación, de contabilidad y otras materias necesarias para dirigir una
fábrica. Fueron matriculados alrededor de 200 alumnos. La escuela se nutrió,
entre otros, de muchos de aquellos administradores “improvisados”, quienes
tuvieron que asumir funciones gerenciales en los momentos difíciles de la
nacionalización de industrias. De esa escuela salieron formados muchos compañeros
quienes asumieron posteriormente, con éxito, cargos de mayor responsabilidad
La
Escuela de Dibujantes Mecánicos, que recibió inicialmente una colaboración
soviética, daba soporte a la naciente industria de esa rama. En diciembre de
1963 se graduaron los primeros 150 alumnos.
La
Escuela de Superación Administrativa preparaba personal para ejercer funciones
tales como jefes de personal, de compras, de almacenes, etc. en fábricas y
empresas. Recuerdo que, en la graduación del primer grupo, fui convidado a
pronunciar un discurso. El grupo era relativamente pequeño: unos 30 o 40 y yo
consideré que sería mejor sostener una conversación, que un discurso formal.
Antes del encuentro pregunté si habría algún periodista, para hablar con mayor
libertad, usando un lenguaje más coloquial. Me informaron que no. Entonces me
sentí más cómodo. Vi, poco después, a alguien tomando fotos. Pensé que sería
alguien de la propia escuela. En realidad, había un periodista y un fotógrafo
del entonces periódico “El Mundo”. Al día siguiente, para mi sorpresa y
disgusto, se publicó un reportaje sobre la graduación, con una foto mía,
hablando y un titular que decía: “El Viceministro Tirso Sáenz expresó…” y a
continuación, una tontería que no recuerdo bien y un texto con fragmentos, tomados
fuera de contexto y muy distante de lo que yo realmente había hablado. Ese
mismo día, me encontré con el Che, con el periódico en la mano. Irónicamente me
preguntó:
-
¿Tú hablaste toda esa bobería?
Cuando
le quise explicar, se echó a reír y me dijo:
-
Cuídate de los periodistas.
Las
valoraciones realizadas del trabajo de la Dirección de Capacitación, por lo
general fueron positivas. En las conclusiones del informe presentado por ella
al Consejo de Dirección del Ministerio, en diciembre de 1963, el Che expresó
que se hacían proposiciones y se ofrecían soluciones que demostraban capacidad
por resolver problemas; además, se detectaba un salto de calidad notable. Para
1964, volvió a observar, nuevamente, el salto de calidad que se alcanzaba.
Por
esa época, el Che acogió positivamente una idea sobre la cual la Dirección
insistía durante algún tiempo: que el Ministerio no controlase tareas
consideradas como problemas nacionales de la educación, como por ejemplo los
cursos de enseñanza primaria.
Desde
los primeros años de la Revolución, el esfuerzo por elevar el nivel cultural y
educacional de todo el pueblo fue – y continúa siendo – una tarea titánica.
Ejemplo cimero fue la Campaña de Alfabetización, cumplida en un año con la
participación masiva de millares de alfabetizadores, en su mayoría jóvenes
brigadistas[13].
Los momentos eran extremadamente difíciles: los alzados contrarrevolucionarios
principalmente en la Sierra del Escambray[14],
el ataque mercenario por Playa Girón, otros actos de sabotaje y los viles asesinatos
de alfabetizadores y campesinos siendo alfabetizados[15].
El
Ministerio de Educación, que en aquella época también asumía las actividades de
la educación superior, tenía grandes tareas que cumplir. Aún a pasos de
gigante, era imposible que ese Ministerio tratara de marchar sólo para alcanzar
sus metas. La educación se convirtió en tarea de todos, de todo el pueblo, de
todas las instituciones y, por supuesto, del Ministerio de Industrias.
Inclusive, en la actualidad, cada Ministerio, de forma coordinada con los
Ministerios de Educación y de Educación Superior, tiene responsabilidades
propias importantes en el desarrollo de la capacitación de sus trabajadores,
funcionarios, técnicos y cuadros dirigentes. Esto es lógico y racional.
Por
ese motivo, fue necesario que el Ministerio de Industrias abordara muchas de
las tareas de capacitación anteriormente explicadas. Hubiera sido imposible
delegar esa responsabilidad al Ministerio de Educación: la Escuela de
Administradores, la capacitación de los trabajadores para las nuevas fábricas y
las Escuelas Populares, entre otras.
El Che
siguió un criterio muy utilizado por él: lo que él llamaba el método de la
“tracción paralela”, o sea, impulsar tareas que, aunque estrictamente no le
correspondieran, eran importantes para el país. Como él le daba una gran
importancia a la capacitación, comenzó a fomentar y controlar tareas que, en
buena medida eran funciones del Ministerio de Educación, pero que éste, con
tantas tareas por realizar, no estaba en condiciones de asumir. Entre estas
tareas, por ejemplo, las tareas del seguimiento[16]
y algunas escuelas de nivel técnico, como la de Dibujantes Mecánicos, entre
otras.
Desde
los inicios del Departamento de Industrialización del INRA, Ángel Gutiérrez fue
designado para ocupar el cargo de Director de Capacitación Era de extracción
obrera, trabajó en el sector gráfico. Provenía de las filas de la Juventud
Socialista. No tenía formación universitaria, aunque se había preocupado por
ganar una determinada preparación en la esfera de la capacitación. Mostraba un
gran dinamismo y una visión clara de sus tareas y de las perspectivas de la
Dirección, a pesar de manifestarse en él cierta tendencia hacia la
autosuficiencia y poco sentido autocrítico. Desarrolló un buen equipo de
trabajo.
Esta
fue una de las dependencias a la que traté de prestar la mayor atención. El
trabajo con Ángel fue muy estrecho; desarrollamos buenas relaciones de trabajo
y personal. Fue seleccionado, en 1964, como el Mejor Director del organismo
central y la Dirección de Capacitación, como la Mejor Dirección.
·
La experiencia de la Escuela
“Vladimir Ilich Lenin”.
Al
terminar la Campaña de Alfabetización, el Che recibió una carta de un joven
recién alfabetizado, la que, independientemente de inevitables faltas de ortografía
y gramaticales, mostraba una gran inteligencia. Esa carta la leyó en un Consejo
de Dirección, preguntándose:
-
¿Cuántas personas jóvenes
estarán por distintos lugares, con un alto nivel de inteligencia, que hasta
ahora no tuvieron la posibilidad de estudiar? ¿Qué tienen espíritu
revolucionario y están dispuestas a realizar sacrificios para poder superarse?
Si les creásemos determinadas condiciones, estos jóvenes podrían “quemar
etapas” – idea
siempre presente en el pensamiento y acción del Che – y llegar a ser, en tiempo breve, graduados universitarios.
Él
estuvo madurando esta idea durante algún tiempo. Un día, se reunió conmigo y el
personal dirigente de la Dirección de Capacitación para presentar la siguiente
idea, un embrión de programa que se podría sintetizar en los siguientes
aspectos:
Ø Realizar
un trabajo de búsqueda por todo el país, apoyándonos en nuestras empresas y
delegaciones provinciales, para localizar jóvenes brillantes, con baja
escolaridad, dispuestos, en un período de dos o tres años, a terminar la enseñanza
media para ingresar en la universidad.
Ø Seleccionar
una escuela donde estos jóvenes pudieran internarse durante todo ese tiempo.
Ø Elaborar
un programa de estudio para en ese breve período de tiempo, logren culminar la
enseñanza media.
Ø Seleccionar
un cuerpo adecuado de profesores.
Sobre
esta base, la Dirección de Capacitación dio los pasos necesarios para iniciar
las labores de esta escuela, con alumnos seleccionados de diferentes provincias[17].
Varios
especialistas del Ministerio de Educación expresaron que el método seguido era
antipedagógico. El Che insistió en que no se trataba de una escuela del Sistema
Nacional de Educación; con normas y parámetros establecidos para cursos
regulares. Esta era una escuela especial para alumnos también especiales. El
programa, por tanto, estaba diseñado para personas que mostraran un alto nivel
de inteligencia y disposición para sacrificarse y “quemar etapas”.
En la
asamblea inicial celebrada con los alumnos seleccionados, el Che les explicó
con toda claridad, el esfuerzo que de ellos se iba a requerir. Además de
estudiar mucho, estarían separados de la familia – aunque periódicamente
tendrían salidas para visitarlas - y estarían fuera de su medio ambiente
habitual. En aquel momento, varios alumnos no parecieron convencidos; algunos
causaron baja después.
Después
de la salida definitiva del Che, yo me trasladé para la Academia de Ciencias y
perdí el contacto con esta Escuela. Más de veinte años después, fui convidado a
dar una conferencia sobre el Che en el entonces Ministerio de la Industria
Básica y, entre varias cuestiones, mencioné la creación de esta escuela,
indicando que yo no conocía cuales habían sido los resultados de ese
experimento. Dos manos se levantaron de entre el público. Eran dos ingenieros
eléctricos que se habían preparado dentro de los plazos establecidos para
ingresar a la Universidad.
- El Departamento de
Psicología Aplicada.
El
Departamento de Psicología Aplicada, aunque subordinado formalmente a la
Dirección de Capacitación, funcionaba con gran autonomía. Su misión principal
en los primeros años fue la de someter a pruebas psicométricas a candidatos a
ocupar cargos de responsabilidad en empresas, a los candidatos a becarios en el
extranjero y a los que saldrían en misiones al exterior por varios meses.
La
Jefa del Departamento era la Dra. Graciela del Cueto, una psicóloga bien
formada, con un carácter amable, aunque firme. El Che le guardaba un especial
aprecio y respetaba mucho sus criterios, sus métodos de análisis y sus diagnósticos
y recomendaciones.
El Che
consideraba que el personal que viajaba al extranjero, particularmente los
becarios, deberían presentar los requisitos necesarios, tanto desde el punto de
su capacidad de aprendizaje como de su estabilidad emocional y de conducta. El
partía del criterio de que un becario debía ser una muestra de la nueva
sociedad que se estaba forjando por la Revolución. Por ese motivo, dio
instrucciones precisas para que no viajaran aquellas personas quienes, como
resultado de las pruebas psicológicas, fueran declarados no aptos por el
Departamento. Esta decisión no tenía apelaciones y eran confidenciales; tampoco
se le podían decir al interesado las razones por las cuales no había pasado las
pruebas psicológicas.
En
1961, los países socialistas ofrecieron miles de becas que debían ser
instrumentadas en ese mismo año. Yo estaba entonces en el ICP y recuerdo como
tuve que movilizar a administradores, sindicatos y a las ORI para hacer una
selección, en pocos días, de un número elevado de posibles candidatos. Como es
de imaginar, aquello fue una locura. Los centenares de propuestas no tuvieron
posibilidades de ser analizadas con calma y objetividad. Tal y como llegaban se
enviaban al Ministerio, pues el plazo de cumplimiento era perentorio. Si no se
cumplía, se corría el riesgo de perder la beca.
Cuando
las de propuestas de todas las empresas, en todo el país, llegaron al
Ministerio, el problema se multiplicó. Por tanto, el número de
casos examinados por el Departamento de Psicología aumentó extraordinariamente
aunque se mantuvo la rigurosidad en el análisis individua. Entonces surgieron
problemas: muchas personas eran rechazadas la cuales lógicamente, protestaban.
Dirigentes – en varias ocasiones, de un altísimo nivel - que los habían
propuesto, también protestaban. Muchos eran o combatientes revolucionarios o
trabajadores con buen desempeño; otros no eran, evidentemente, el resultado de
una buena selección; como efecto de la premura, muchos de los propuestos no
merecían serlo. Estuvieron presentes factores tales, como la superficialidad y
la irresponsabilidad por parte de varios proponentes.
Para
dar una idea del problema de los desaprobados en las pruebas que realizaba el
Departamento. En 1964, se presentó a examen un grupo de 607 personas de diferentes
niveles, universitarios, técnicos medios y obreros calificados, sólo 158 fueron
aprobados; o sea solo un 26%.
El Che
se mantuvo firme todo el tiempo: “No pasó
las pruebas psicológicas, no sale al extranjero”. No hubo excepciones, a
pesar de las numerosas presiones ejercidas.
Yo
conversé varias veces con Graciela. Ella, sin violar el secreto profesional, me
mostró algunos resultados, de forma anónima que eran muy demostrativos. En un
buen número de casos, las pruebas indicaban una baja capacidad intelectual que
no le permitiría al candidato aprovechar sus estudios en un país extranjero,
con otro idioma, costumbres y cultura.
Otros
casos eran más dramáticos. Personas que parecían muy equilibradas, en la
intimidad de una prueba psicológica, le salían a relucir características
insospechadas que le resultarían problemáticas durante su estancia en el
extranjero. Ella me mostró varios casos que indicaban claramente una fuerte
sexualidad reprimida. Otras mostraban rasgos de temperamentos violentos o de
fácil depresión. En fin, pude comprobar que, en infinidad de casos, era
evidente que su salida al extranjero podía ocasionar muchos problemas.
Ella
inclusive me explicó que los casos que ella rechazaba eran los más evidentes,
pero que no eliminaba la posibilidad de que se produjeran casos de mala
conducta posterior imposibles de ser detectados previamente. Eso realmente
sucedió.
Para
estar completamente seguro de la confiabilidad de las pruebas y le pedí que me
sometiera a una. Ella me tendría que explicar los resultados, para, a mi
manera, yo mismo evaluar la prueba. Así lo hizo. Mi retrato fue tan certero,
aún en aquellas características que no resultaban evidentes externamente, que
yo quedé completamente convencido.
Una
vez, el Director de una empresa protestó del rechazo de uno de sus
recomendados. El argüía que el análisis de las pruebas no era objetivo. Le dije:
-
Estás equivocado. Las pruebas
se hacen con métodos científicos. ¿Quieres conocer cómo se hacen y analizan?
¿Quieres hacerte una prueba? Corres el riesgo de no pasarlo y, entonces – le dije medio en broma -, voy a pedir tu sustitución.
Se fue
y no protestó más.
Para
1965, el Che le asignó nuevas directivas al Departamento. Deberían iniciarse
trabajos preliminares de Psicología Industrial en el organismo para sentar las
bases de un trabajo más amplio y profundo en las fábricas. Esto resultaba, en
parte, de algunas conversaciones que sostuvimos con él sobre como las grandes
empresas capitalistas se ocupan, aunque con fines diferentes, de estudios de
tipo social, en particular, psicológicos.
- La
Dirección de Colaboración Científico-Técnica
Esta
Dirección, también adscrita al Viceministerio para el Desarrollo Técnico,
tenía, entre sus funciones, la obtención de asistencia técnica extranjera, y la
selección y envío de becarios para capacitarse en el exterior. Era, por tanto,
una importante fuente de obtención y preparación de recursos humanaos
calificados, así como la organización de la información científica y técnica.
Es
importante destacar que el ofrecimiento del gran número de becas que se
renovaba anualmente por parte de la URSS y demás países del campo socialista
mostraba un gran sentido solidario. Los becarios recibían para su manutención
personal, alimentación, vivienda y una modesta cantidad de dinero para sus
gastos personales. La parte cubana se responsabilizaba con mantener el salario
de cada uno para el sustento de su familia.
El Che
consideraba que la calificación técnica y cultural en los países amigos,
particularmente en las nuevas ramas científicas y tecnológicas, así como en los
sectores más tradicionales contribuiría a sentar las bases para un desarrollo
independiente.
En ese
sentido orientó para 1963, garantizar una atención eficiente a la asistencia
técnica extranjera que se recibía, así como ejercer un control sistemático y
efectivo sobre su trabajo, para garantizar una adecuada utilización de sus
servicios o detectar otros que realmente no estaban capacitados para el trabajo
solicitado. Esto se debía a que muchas empresas solicitaban asistencia técnica
a la que después no le prestaban atención o no la sabían utilizar, lo que
ocasionaba muchas quejas, hasta de las propias embajadas. En otros casos, se
habían enviado a Cuba técnicos completamente inadecuados o sin competencia para
las tareas solicitadas. El Che además determinó que se realizase un control
eficiente de los becarios que, en números cada vez creciente, salían a los
países socialistas. Estas directivas se repitieron para 1964 y se incluyó, por
primera vez, la atención priorizada a la información técnica.
Para
1965, el Che abrió considerablemente las perspectivas y una etapa superior de
calidad al trabajo de la Dirección. Le orientó trabajar activamente en la
confección de convenios de colaboración científico-técnica con distintos países
socialistas que garantizaran, a institutos y empresas, asistencia técnica adecuada,
especialistas, documentación y materiales especializados para la investigación
y el desarrollo, así como la capacitación de cuadros en el extranjero.
Comenzaba una etapa más organizada y formalizada en la colaboración, cuyos
primeros pasos se habían dado en 1963 y posteriormente durante mi estancia en diferentes países
socialistas, en los que había firmado amplios
convenios en esta esfera.
También,
para ese año, indicó mejorar e impulsar la colaboración con las universidades y
trabajar en estrecho contacto con los institutos y empresas, para actuar
dinámicamente en la solución de sus problemas a través de la colaboración.
Además, le reiteró a la Dirección las tareas indicadas para años anteriores.
El
volumen de trabajo de esta Dirección era considerable. En aquellos primeros
años no existía todavía una Comisión Nacional para la Colaboración
Científico-Técnica, inaugurada en 1964, con la misión de regular y controlar, a
nivel nacional, estos aspectos. Por otra parte, no existía capacidad suficiente
en el Sistema Nacional de Educación para preparar todos los obreros calificados
y técnicos medios necesarios para el país. Se estipuló que cada organismo, en
coordinación con las diferentes embajadas cubanas, se encargara de la
selección, atención y evaluación de sus becarios en el extranjero. Esto sería
posteriormente una función de los Ministerios de Educación y de Educación
Superior.
Así,
entre diciembre de 1963 y junio de 1964 trabajaban 635 especialistas
extranjeros en todo el Ministerio de Industrias, incluyendo sus empresas,
fábricas e institutos; 107 practicantes se especializaban en el extranjero para
las nuevas fábricas; 1 021 eran becarios de todo tipo, 774 de los cuales
estudiaban carreras universitarias, 109, técnicos medios y 318, obreros calificados.
Dos
estudiantes, en 1964, fueron seleccionados para ser enviados a la URSS a
estudiar Física Nuclear. Cuando yo vi esto en el Plan de Becas, me pareció que
era innecesario en aquellos momentos en que nuestra preocupación era construir
plantas termoeléctricas de sólo 100 MW. La energía nuclear me parecía algo de
ciencia-ficción. Pregunté y me informaron que eran orientaciones del Che.
Entonces le pregunté a él directamente. Me respondió:
-
El futuro de la energía parece ser nuclear.
El futuro puede que esté lejos, pero el futuro hay que comenzarlo a construir
desde ahora.
Al
frente de la Dirección de Colaboración Científico-Técnica fue nombrado Luis
Castells, Contador Público de formación. Su trabajo fue altamente positivo, lo que
permitió dar un salto cualitativo a las labores de su unidad. Era muy
organizado, disciplinado y contribuía con muchas ideas. Hicimos una magnífica
relación de trabajo y desarrollamos una buena amistad.
En
1964, recibí una invitación para realizar una visita de estudio a
Checoslovaquia. El Che consideró que era una buena idea, pues así podría
recorrer institutos de investigación y diferentes fábricas con el fin de actualizarme
y de ampliar mi visión de trabajo.
Estuve
dos meses en ese país, visité decenas de institutos de investigación y fábricas
de distinto tipo y firmé nuevos convenios de colaboración a los cuales el Che
se refirió positivamente cuando inauguró Planta Mecánica en Santa Clara.
Estando
en Praga, recibí un mensaje de Borrego, Viceministro Primero del Ministerio,
indicándome que fuese a París, por una semana, para discutir aspectos de
colaboración con Francia los cuales habían sido preparados por el representante
del Ministerio en ese país. Le pedí instrucciones y me respondió que actuara
según mi mejor criterio.
En
París visité varios institutos de investigación y, al final de mi visita firmé
un amplio protocolo de colaboración con varias instituciones, por lo que me
sentía muy satisfecho. Al regresar fui a ver al Che para informarle de mi
viaje. El, con una cara muy seria, me dijo:
-
¿Quién te autorizó para que
firmaras ese protocolo de colaboración con Francia?
Yo me
sentí sorprendido. Le informé del intercambio de mensajes con Borrego, y que
conforme las instrucciones recibidas, yo había actuado según mi mejor criterio.
Ahora, si esos documentos firmados habían ocasionado algún problema, yo lo
ignoraba. Él sonrió y dijo:
-
No, no hay ningún problema. El
protocolo firmado está muy bien, pero yo no conocía las instrucciones de
Borrego y creía que tú habías actuado “por la libre”[19]. Tú sabes que eso no lo admito.
El
Che estimulaba a todos los dirigentes a tomaran las decisiones que les
correspondía en sus respectivas áreas de actuación, pero nunca permitiría que
se tomaran decisiones o se realizaran acciones para las cuales se requería la
autorización de un nivel superior.
- La
atención a los becarios
El
número de becarios en diversos países socialistas, la heterogeneidad de sus
niveles educacionales; el hecho de que una gran mayoría nunca había viajado al
extranjero y, por otra parte, el choque de hallarse en países de diferentes
idiomas, diferentes culturas y tradiciones requería de una especial atención.
El
Che, en una reunión con ellos, les advirtió de estas circunstancias y enfatizó
la necesidad de que ellos aprovecharan al máximo la oportunidad de superación
técnica y cultural que les brindaba; que ellos eran una muestra de la calidad
humana y revolucionaria del pueblo cubano y que, si por negligencia o problemas
graves de conducta, perdían la beca, eso representaba una mancha para esa
imagen que ellos deberían portar; por otra parte, le habían quitado a otro
compañero la oportunidad de haber ganado esa beca; por tanto, ante esa
situación, deberían ser sancionados administrativamente.
A cada
empresa se le asignaba un número de becas, de acuerdo con sus propias
solicitudes y las características tecnológicas de su producción. El proceso de
selección se realizaba en el propio centro de trabajo con la participación
directa de la organización sindical. Las propuestas eran enviadas al Ministerio
para su análisis y el sometimiento inexcusable a las pruebas del Departamento
de Psicología Aplicada. En los países receptores, la Embajada cubana designaba
a un funcionario para la atención de todo el proceso de estudios, incluyendo
los aspectos de conducta personal, quien periódicamente informaba al Ministerio
del desarrollo y cumplimiento de esa tarea.
Con el
fin de atender los becarios que regresaron antes de terminar sus estudios a
Cuba por motivos docentes o de conducta, era necesario, por indicación del Che,
aplicar un régimen de sanciones que se respondiera a la gravedad de los casos.
Para ello, en cada caso, con los informes recibidos de la Embajada
correspondiente, se creaba una comisión, presidida por mí, integrada por
funcionarios del Ministerio, de la empresa y fábrica correspondientes para
analizar cada caso. Previamente se había elaborado una especie de código con
las sanciones a aplicar en los posibles casos a ser analizados.
Esas
sanciones iban, desde ir a Guanahacabibes por un año sin salario, en los casos
de mayor gravedad, hasta no aplicar
sanciones al becario por una mala selección, responsabilidad de la empresa.
En las
visitas que realizaba a los distintos países socialistas a los fines de
discutir y formalizar protocolos y convenios de colaboración
científico-técnica, así como de otros asuntos, yo reservaba algún tiempo para
reunirme con grupos de becarios para conocer de la marcha y progreso de sus
estudios, de su adaptación al nuevo ambiente, los problemas de conducta
colectiva e individual, darle orientaciones, así como cualquier otro asunto de
interés. Estas reuniones resultaban provechosas por tener la posibilidad de
obtener una visión de primera mano y una evaluación de la actividad de nuestros
becarios.
En
algunas oportunidades tuve que enfrentar situaciones desagradables relativas a
la conducta de algunos de nuestros becarios.
Una
vez, en una misión de trabajo a la entonces Checoslovaquia, me programaron una
visita a Bratislava, capital de Eslovaquia. Al salir del avión, había
esperándome un grupo de funcionarios de ese país que me habrían de atender en
mi recorrido y reuniones en esa ciudad. Además, estaba un cubano que se me
presentó como becario. Yo pensé que él había sido convidado para integrar la
pequeña comitiva de recepción. Este cubano se interesó en hablar conmigo y me
preguntó si él se podría encontrase conmigo en el restaurante del hotel donde
yo me hospedaba. Le respondí afirmativamente.
Cuando
bajé al restaurante, a la hora que combinamos, él me estaba esperando y lo
convidé a cenar conmigo. Él se rehusó y conversamos inicialmente algunas
cuestiones generales. En esos momentos, se presentó en el restaurante un grupo
de muchachas jóvenes. El me preguntó que me parecían y le dije que eran
bonitas. Entonces me dijo si yo quería estar con algunas de ellas esa noche.
Ahí me di cuenta de la clase de personaje que estaba conmigo. Lo mandé a la
mierda y enseguida pregunté sobre él. Resulta que él había sido reprobado y se
le había retirado la beca. Como un vulgar proxeneta me quiso chantajear
groseramente. Lo envié urgentemente para Cuba donde fue castigado con un año en
Guanahacabibes y después quedaría inhabilitado para ocupar cargos de
responsabilidad.
Hubo
un caso muy interesante que mantuvo el interés del Consejo de Dirección del
Ministerio durante 2 o 3 años. Enviamos a Checoslovaquia a un obrero de una de
nuestras minas para elevar su capacitación. Él fue enviado a capacitarse a una
mina de un pueblo pequeño. Desde que llegó, resultó una sensación por sus
características raciales, era negro. Las personas en las calles que nunca
habían visto a un negro, lo tocaban y manoseaban para ver si la negrura era
motivo de algún tinte. Además, debido a la fama que tiene las personas de ese
color de poseer miembros bien desarrollados, varias mujeres, inclusive algunas
esposas de mineros se interesaron en sostener relaciones con él. Algún alboroto
se despertó, pero no se podía demostrar por nadie que él había violado alguna
norma de conducta. Sin embargo, para evitar problemas, decidimos trasladarlo
para otra mina. Allá fue y se levantó el mismo avispero, sin señalamientos de
conducta negativos para nuestro personaje. Por tanto, decidimos su traslado
para otra mina en la que - ¡al fin! – se graduó con como técnico medio muy bien
calificado y con felicitaciones.
Yo
quería entrevistarme con él para conocer su odisea. Cuando le pregunté como él
había conseguido salir de tantas situaciones, él me respondió con una frase
típica cubana:
-
Compañero, hay que saber nadar
y guardar bien la ropa.
Hubo
casos muy graves. Unos becarios en la República Popular China, durante una
recepción oficial, a la que fueron gentilmente convidados, trataron bien
borrachos, de asediar sexualmente a una joven china presente. Fueron
sancionados con toda severidad a Guanahacabibes.
- El
Departamento de Información Científico-Técnica.
Este
Departamento estaba subordinado a la Dirección de Colaboración
Científico-Técnica. Puede resultar extraña esa subordinación. La razón
verdadera fue – que no encontramos una ubicación mejor. Las características de
organización del Director, así como su interés marcado por la actividad,
viabilizaron esa decisión.
Su
función principal era garantizar la información técnica para todo el
Ministerio. Debe resaltarse que este fue el primer centro de información
científico-técnica que se creó en Cuba con criterios modernos, diferentes de
los tradicionales de una biblioteca. Este fue un importante paso pionero en el
desarrollo de esta disciplina en Cuba. Después de organizarse con condiciones
mínimas de trabajo, el Centro comenzó a orientar a las diferentes empresas para
la creación de sus propios centros de información. Otro paso importante.
Para
1964, el Che orientó impulsar y mejorar el suministro de información técnica,
de manera que las distintas dependencias del organismo tuvieran un conocimiento
rápido de los últimos adelantos técnico-económicos que se producen en el mundo.
Dentro
de las dificultades existentes en aquellos momentos, este Departamento realizó
un buen trabajo. María Teresa Sánchez, su jefa, con pocos recursos, se dedicó a
la actividad con entusiasmo. Una de sus más importantes misiones fue la de
demostrar a muchos que no creían en eso, que esta era una actividad diferente de
las de una biblioteca.
Poco tiempo después
de la salida del Che, en una campaña contra el burocratismo. Los inspectores
del entonces Ministerio del Trabajo, al que se le encargó dirigir dicha
campaña, al revisar el trabajo del Departamento, ordenaron increíblemente su
cierre debido a que “trabajaba con demasiados papeles”. Más triste aún fue que
se aceptó esa indicación por el Ministro que sustituyó al Che
La escuela se ubicó en los locales de un antiguo colegio de religiosas en G y
13, en el Vedado, La Habana. Este centro llevó el nombre de Lenin y hoy radica
ahí la Empresa de Automatización del Grupo de Electrónica (CEDAI)