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domingo, 17 de octubre de 2021

Reflexiones sobre la nueva estrategia económica cubana (III)

Por JUAN TRIANA CORDOVÍ Y HUMBERTO BLANCO ROSALES

Introduccción

Una tasa de crecimiento del PIB en 2020 de -11%, ilustra, sin dudas, la magnitud del impacto que factores internos y externos, coyunturales y estructurales han provocado en la economía cubana. Encontrar la senda del crecimiento sostenido en la magnitud que el esfuerzo de desarrollo exige no ha sido posible desde hace ya varias décadas.

La complejidad de la situación enfrentada por la economía cubana desde 2019, es en nuestra perspec- tiva, incluso mayor que la enfrentada a inicios de la década de los noventa. En aquel momento la pérdida de su principal socio externo profundizó las deformaciones estructurales no resueltas en las estrategias de desarrollo anteriores. Hoy, a aquellas sin resolver se suman otras, creadas en estos últimos treinta años; el deterioro tecnológico acumulado por la insuficiencia de los niveles de inversión; la segmentación de mercados generada por la dualidad cambiaria y monetaria y la debilidad incrementada de un aparato productivo que nunca pudo satisfacer de manera adecuada la demanda efectiva.

A ello habría que sumar el surgimiento de nuevos problemas sociales y la profundización de otros que de alguna manera cuestionan las claves fundamentales a través de las cuales se logró décadas atrás, los niveles de equidad que han caracterizado a nuestro país.

La demora, segmentación, cautela y la débil coherencia que ha caracterizado la reforma desde sus inicios es decisiva en la «dinámica» de los procesos de transformación puestos en marcha.1 Mientras, las más de 240 medidas impuestas por la administración del presidente estadounidense Donald Trump (2017-2021); la pandemia de la covid-19 y sus efectos directos sobre la economía nacional y sobre la economía mundial (World Bank, 2020) han contribuido a hacer más evidente la necesidad de alinear las políticas, en el afán de implementar lo anunciado desde el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC, en lo adelante), e incluso, ir más allá.

Una respuesta a las urgencias que la coyuntura ha provocado, consistente con las metas estratégicas definidas y en especial con la visión de país es un ejercicio de extrema dificultad, con márgenes muy estrechos debido a la restricción de la balanza de pagos y a la vez la debilidad fiscal, que genera un efecto de «pinza de presión» el cual reduce el abanico de soluciones de corto plazo y puede comprometer aquellas de largo plazo, por sus efectos sociales y sus consecuencias políticas.

El presente capítulo analiza el comportamiento de algunos de los principales indicadores macroeconómicos entre 2015 y 2020, valora los resultados de la estrategia anunciada en 2016, y expone las ideas principales de la estrategia anunciada en julio de 2020, para con ello generar reflexiones sobre el balance de las reformas implementadas. Para finalizar, se esbozan algunas variables relevantes a futuro y desafíos derivados de todo lo anterior. 

2015-2020: un período en extremo difícil

Aunque resulta hoy discutible sostener que la tasa de crecimiento necesaria debe oscilar entre 5.5 % y 6.5 %, en lo fundamental por el débil comportamiento del PIB en los últimos cinco años, lo cual genera la necesidad de obtener tasas más altas, resulta evidente que al menos en los próximos dos años será imposible aproximarse siquiera a esa meta. Tal como muestra la tabla 1, el comportamiento de los principales indicadores ha tenido una tendencia a empeorar en el período analizado.


Son múltiples las razones que explican este comportamiento, algunas de ellas asociadas a deficientes diseños institucionales (incentivos y reglas del juego) (Hidalgo, 2016) que generan altos costos de transacción; otras, más de tipo estructural y otras asociadas a problemas de asignación de factores (Torres, 2019).

Al considerar los diferentes intentos de transformar la economía nacional desde 2011, se puede constatar que persisten algunos de los principales obstáculos para lograr dicha transformación:

• Baja capacidad de los «sectores líderes» de generar ecosistemas que permitan aprovechar a plenitud sus potencialidades y generen derrames hacia otros sectores.2

• Elevada obsolescencia tecnológica de una parte sustancial del sistema productivo (agrícola e industrial).

• Incentivos inadecuados a la innovación, al incremento de la productividad y al cambio tecnológico.

• Formación bruta de capital (FBC) insuficiente y baja tasa de inversión y problemas en su asignación sectorial.3

• Persistencia de un círculo vicioso entre la dependencia de la dinámica del PIB de las importaciones, débil desempeño de las exportaciones y reducida capacidad de importación.

• dos los actores económicos —familias, empresas, gobierno— a utilizar los ingresos en el consumo más que en el ahorro.

• Débil flujo de financiamiento externo (créditos e Inversión Extranjera Directa).

• Tejido empresarial con baja competitividad y baja integración interna.

Lo que de alguna forma resulta paradójico es que durante estos últimos treinta años se han operado cambios significativos tanto en la estructura del PIB como en el sector exportador.4 El peso de los servicios ha sido preponderante en la composición del producto, prácticamente desde los años sesenta. En efecto, el sector de los servicios generó el 69.3 % del PIB en 2019, de ellos 25 puntos porcentuales correspondieron al comercio y la hotelería, mientras que 24.4 correspondieron a la salud pública y la educación (ONEI, 2020, cap.5).

Destaca también que a pesar del débil crecimiento del PIB la participación de la Formación Bruta de Capital (FBC) en el mismo no ha experimentado reducciones drásticas calculada a precios constantes. Ello contrasta con la tasa de inversión calculada a precios corrientes la cual permanece por debajo de los diez puntos porcen- tuales, una de las principales razones de la escasa capa- cidad de crecimiento de la economía nacional.

También debe considerarse la posibilidad de deficien- te captación de datos sobre la inversión, dado que una parte de la misma, aquella correspondiente a la inver- sión privada, no es incluida como tal en la contabilidad nacional. Estimados no confirmados situaban esa inver- sión privada entre los 450 y 600 millones de dólares.5

Sector externo

Tal cual se muestra en la tabla 2, el sector externo descansa en el comportamiento de la exportación de servicios cuyo saldo favorable compensa en cierta medida el débil desempeño del sector de las exportaciones de bienes.

Lo que ha caracterizado al sector externo de la economía cubana ha sido una secular debilidad de su sector exportador de bienes, una alta dependencia de bienes de industrialización primaria (azúcar y níquel, tabaco y ron) y una alta sensibilidad a las importaciones debido a la debilidad y falta de complementariedad del sistema productivo nacional, junto a ello, una elevada concentración de las exportaciones tanto en bienes y destinos geográficos completan ese panorama.6

Sin embargo, en las últimas tres décadas se han producido cambios en la estructura total de las exportaciones; en primer lugar, los servicios devinieron en la principal fuente de ingresos externos; segundo, en las exportaciones de bienes, la exportación de productos farmacéuti- cos se ha convertido en un rubro decisivo, mientras otros como el ron y el tabaco han consolidado su posición, al tiempo que el azúcar y el níquel han retrocedido o se mantienen estables a la baja.7

Las exportaciones de servicios quintuplicaron las exportaciones de bienes en 2018 y cuatro rubros acaparaban el 71 % de los ingresos por exportación de servicios en igual año (tabla 2). En 2019 la estructura no debe haber cambiado de manera significativa. 

El sector de los servicios ha estado sobrerepresentado en el PIB, dado el significativo papel de los servicios de salud, educación y cultura, lo cual, como ya se dijo, es congruente con el modelo de desarrollo adoptado desde inicios de los años sesenta y sostenido incluso después del Período Especial en los noventa.

En realidad, resulta nuevo, el creciente papel de los servicios financieros, los asociados al turismo y los correspondientes a telecomunicaciones en el PIB. A diferencia de lo ocurrido décadas atrás donde en lo fundamental eran considerados generadores de gastos, hoy el sector de los servicios constituye la principal fuente de ingresos por exportaciones.

Energía y transporte, sectores de la infraestructura y soporte de estos servicios han recibido crecientes recursos de inversión en los últimos años, en especial proveniente de la Inversión Extranjera Directa.8

Inflación

La segmentación de los mercados en diferentes monedas impide una correcta apreciación de la variable inflación. La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI, en lo adelante) utiliza el Índice de Precios al Consumidor (IPC, en lo adelante) y su variación como un indicador del comportamiento de esta variable. De otra parte, la existencia de precios administrados, de manera central, tanto para el mercado de consumo de la población como de las empresas, constituye otro elemento distorsionador de las funciones de los precios en el mercado cubano.

En 2018, el IPC reflejó un modesto incremento de 2.4 %. Sin embargo, su utilidad como indicador de inflación es limitada si atendemos a que deja fuera los precios en pesos convertibles (ONEI, 2019).

El gobierno decretó a partir de agosto de 2019 una expansión salarial que representó un incremento del 68 % del salario nominal promedio para la mitad de los empleados del sector estatal. Al unísono, decidió topar los precios de los productos alimenticios.9

En los últimos tres años, las presiones al alza de los precios ya habían aumentado debido a una menor disponibilidad de productos en los mercados (inflación reprimida). La influencia conjunta de la crisis venezolana, las sanciones de la administración Trump, la caída de las exportaciones y del turismo, más el congelamiento de las reformas estructurales determinan un estancamiento que ha obligado al recorte de importaciones, lo cual impacta de manera negativa en la oferta de productos, aun cuando este efecto no se contemple con fidelidad ni en las cifras oficiales de consumo, ni en el IPC.

Empleo

Al cierre de 2019 se estimaba en 4 515 200 ocupados en la economía, de los cuales 3 079500 pertenecen al sector estatal y 1 435 700 al sector no estatal, con una tasa de desocupación,10 (desempleo abierto) del 1.2 %.11 Desde 2013 a la fecha se ha manifestado una tendencia decreciente en la tasa oficial de desempleo.

Sin embargo, dicha tasa debe tomarse con especial cuidado si se tiene en cuenta que, para el año 2018, la población en edad laboral era de 7 146 900 personas;12 mientras la población activa solo alcanzaba los 4 559 100 personas para una tasa de actividad económica de 63.8 %.

La tendencia del empleo en los últimos cinco años confirma:

• El empleo total disminuyó desde 4 713 700 emplea- dos en 2015 hasta 4 515 200 en 2019 (unos 198 500 empleados menos) aunque se logró crecimiento del empleo total entre 2018 y 2019. El sector estatal resulta el principal responsable de dicho decreci- miento, con una pérdida de 380 600 empleados.

• Los ocupados en el sector no estatal crecen en 182 100 personas, siendo el sector privado donde se experimenta el mayor crecimiento con 223 500, mientras los ocupados en cooperativas agrope- cuarias decrecieron entre 2015 y 2018 en 71 800 personas en contraste con las cooperativas no agro- pecuarias, las cuales, en igual período exhiben un crecimiento de 10 400 empleados (ONEI, 2019).

Otro elemento a destacar es el peso del empleo no estatal en la estructura del empleo total que alcanza un 31.7 %, aún más significativo si se le compara con el peso del empleo del sector empresarial estatal que es de 35.4 %. El crecimiento del empleo en el sector estatal y la mejora de su calidad en el sector no estatal parecieran ser las prioridades en cuanto a política de empleo para los años venideros.

La estrategia, cinco años después

La combinación de una serie de problemas estructurales de larga data aún no resueltos, unidos con factores externos de particulares signos adversos, conforman hoy un panorama que en términos de la clásica matriz DAFO apunta al predominio de estrategias de supervivencia para enfrentar de forma inmediata el impacto conjunto de debilidades y amenazas. Sin embargo, los esfuerzos y políticas para el desarrollo en su multidimensionalidad no pueden, a pesar de la urgencia, quedar atrás. Ese es, con probabilidad, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el gobierno cubano: el manejo efectivo del dilema perenne entre lo urgente y lo importante.

Conviene aquí esbozar un acercamiento al concepto de estrategia de desarrollo, como un conjunto integrado y multivariable de decisiones cuya puesta en práctica permite alcanzar transformaciones en los ámbitos técnico, productivo, económico, social y ambiental de un país que tributan a su desarrollo sostenible.

Al mirar esta definición desde la perspectiva de la teoría de la dirección, una estrategia de desarrollo incluiría tanto el proceso de formulación como la implementación y control de las decisiones correspondientes. Además, se corresponde con las características de las decisiones que conforman el contenido de una estrategia, cualquiera sea su objeto: comprometen importantes recursos, resultan pocas, abarcan a todo el sistema dirigido, se adoptan bajo incertidumbre con un alto riesgo y sus efectos más significativos no se aprecian de inmediato.

Su selección depende de la factibilidad, impacto en los objetivos propuestos y aceptabilidad de las opciones posibles, y demandan de un complejo soporte de apoyo, determinante para una exitosa puesta en práctica.

En julio de 2020, el Ministerio de Economía y Planificación publicaba el documento titulado Cuba y su desafío económico y social. Síntesis de la Estrategia Económico-Social para el impulso de la economía y el enfrentamiento a la crisis mundial provocada por la covid-19; en el mismo se afirma: «Resulta imprescindible, para la recuperación económica y el enfrentamien- to organizado de una situación prolongada de crisis mundial, disponer de una Estrategia económico-social que contenga las líneas fundamentales en las que debe concentrarse el trabajo» (Ministerio de Economía y Planificación, 2020, pág. 3).

Meses más tarde, en octubre del mismo año, publicaba otro documento titulado Actualización de la implementación de la Estrategia Económico-Social; en el cual se utiliza esta cita de la intervención del presidente de la República en el Consejo de Ministros del 29 de abril de 2020: «No podemos conformarnos con el ajuste al Plan y la planificación para 2021 porque estamos enfrentando una crisis mundial. En ese difícil contexto, nosotros tenemos que salir con cosas distintas, y preparar una Estrategia de Desarrollo Económico y Social, donde se ratifique que no podemos seguir haciendo las cosas de la misma manera. Hay que evaluar cómo, de una manera más rápida, más decidida, más organizada, implemen- tamos un grupo de cuestiones que están pendientes en la Conceptualización del Modelo Económico y Social». (Ministerio de Economía y Planificación, 2020, pág. 1)

Sin dudas, una mirada retrospectiva a todos estos años desde la aprobación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución constata un significativo esfuerzo de interpretación de la realidad económica y social del país y a la vez, repetidos intentos por estructurar una «estrategia» que le permitiera al país encontrar el camino del desarrollo sostenido, a la par de transformar el modelo económico.

En la lógica de los documentos programáticos,13 la definición de una visión de país, conseguida a través de accionar sobre ejes transversales cuyo alcance e impacto permitirían difundir los cambios propuestos a toda la economía y la sociedad, debía ser sustentada por políticas que permitieran mayor autonomía para las empresas estatales y los territorios, una disminución de la presencia del Estado en la economía, el cual conservaría su participación en ciertas actividades, sobre la base de la definición de medios de producción fundamentales que aparecía en la Conceptualización..., la expansión de la participación de los agentes «no estatales» existentes y de nuevas figuras —micro, pequeñas y medianas empresas, así como diferentes combinaciones de formas de propiedad— y la definición de un grupo de sectores estratégicos que harían la función de motores del crecimiento y propiciadores de la modernización necesaria.

También es cierto que desde un inicio la identificación de once sectores estratégicos aparecía como un reto ante la necesidad de lograr no solo una más eficiente asignación de recursos, sino también, un mayor efecto multiplicador de los mismos en el resto de la economía. Distribuir recursos muy escasos entre una elevada cantidad de destinos tiene costos de oportunidad indiscutibles.

Pueden distinguirse varios momentos en este proceso de construcción e implementación de la estrategia:

• Desde el inicio de la presidencia de Raúl Castro hasta la aprobación de los Lineamientos Económicos y Sociales del Partido y la Revolución (2008-2011).

• A partir de la aprobación de los Lineamientos… hasta el inicio de la presidencia de Miguel Díaz- Canel Bermúdez (2011-2018).

• El que se inicia con el nuevo gobierno hasta la apari- ción de la pandemia de la covid-19 (2018-2020).

• A partir de marzo 2020, con la aparición de la pandemia hasta el presente.

Vistos los tres primeros momentos en conjunto, se puede afirmar que el denominador común y la continuidad con la reforma iniciada en la década de los noventa del siglo pasado es la cautela, la débil coherencia entre propósitos, políticas e instrumentos utilizados para concretarlas y las marchas y contramarchas en cuanto a temas decisivos como, autonomía del sistema empresa- rial estatal, apertura real a nuevos actores económicos, descentralización del proceso de toma de decisiones y la sobrevivencia de prejuicios políticos e intereses sec- toriales los cuales han operado como alimentadores de la «resistencia al cambio» que la actualización/reforma/ transformación propone.14

Existen, sin embargo, diferencias entre cada una de estas etapas, la cuales pueden ser examinadas desde varios ángulos; la mayor o menor agresividad del entorno internacional; la existencia o no de una base documental que sustentara el cambio —diagnóstico, la reforma de la economía;15 el segundo por una ralentización de ese mismo proceso de reformas; el tercero por un esfuerzo por reimpulsar, de nuevo, la reforma y materializar lo plasmado en los documentos programáticos y este último período, a partir de marzo de 2020, donde condicionado por una coyuntura adversa y por varios años de resultados poco satisfactorios de la economía, se han puesto en práctica, con mayor intensidad, medidas ya contenidas en los documentos rectores de la reforma, aprobados cinco años atrás, que sin abandonar la cautela que ha tipificado todo el proceso, responden a las premuras de una economía que no alcanzó a despegar y que hoy se encuentra bajo presiones de difícil manejo.16

Puede también intentarse una evaluación de los resultados de la estrategia: i) sobre los propósitos definidos en los ejes estratégicos, según la conceptualización original y ii) también sobre el desempeño de los sectores definidos como estratégicos.

Un breve repaso a lo que ha ocurrido con los ejes estratégicos arroja lo siguiente:

• Gobierno eficaz socialista e integración social. El resultado es mixto, de una parte, el gobierno ha sido capaz de garantizar la sobrevivencia del país en condiciones en extremo difíciles, incluso ha rever- tido el descenso del país en el ranking del Índice de Desarrollo Humano, luego del descenso operado en relación al año 2010, tal como muestra la tabla 3.

Si bien es cierto que los problemas asociados a las nuevas manifestaciones de la pobreza y la desigualdad trascienden el período analizado y que desde hace más de veinticinco años se publica el Índice de Gini, también lo es que el deterioro continuado de la situación económica ha provocado la aparición y profundización de formas de desigualdad de relevancia tales como los temas asociados al cuidado (Lazcano y Colina, 2019) al acceso a los alimentos (Anaya y García, 2019) y otros, programas, entre otros—; el balance de fortalezas y debilidades de cada etapa.

El primero de estos períodos se distinguió por la adopción de una serie de medidas que dinamizaron que de alguna manera demuestran que el acceso a bienes y servicios básicos como la educación, la salud, la educación y la seguridad y asistencia social deben ser profundamente repensada y exigen nuevas diseños de políticas más ajustados a estas nuevas condiciones de la economía nacional.17

 


• Transformación productiva e inserción internacional. Si se atiende a lo que se definió al respecto; «desplazar el esfuerzo fundamental de la actividad económica hacia nuevas actividades con mayor conocimiento y tecnología; realizar las transformaciones y ajustes necesarios al interior de cada sector, en especial de aquellos considerados como estratégicos, y modificar el modelo de especialización y participación en la economía internacional» (Partido Comunista de Cuba, 2017, pág. 20) y se compara con los resultados de estos últimos cuatro años, tenemos que nuestro patrón de especialización industrial sigue basado en lo fundamental en produc- tos de industrialización primaria, buena parte de ellos en ventajas naturales, con excepción del sector biofarmacéutico.

Mientras, los cambios que venían ocurriendo en la inserción internacional, en lo fundamental el peso de los servicios en los ingresos por exportaciones, no han mutado hacia productos y servicios más complejos, ni han generado «ecosistemas» al interior de la economía nacional que promuevan cambios tecnológicos relevantes en otros sectores. Tampoco se ha conseguido propiciar una mayor movilidad, siempre ordenada, de la fuerza de trabajo hacia sectores y ramas de mayor productividad, más bien todo lo contrario (Torres, 2019).

• Infraestructura. Aquí se han verificado fuertes inversiones en diferentes sectores, agua, electricidad, telecomunicaciones, transporte ferroviario, puertos, muestran avances en relación a cinco años atrás, no obstante, no se ha logrado reducir la brecha en infraestructura (Galeano, 2019).

• Potencial humano, ciencia, tecnología e innovación. Contrario a los objetivos generales planteados, no se ha podido, «desarrollar el potencial humano de alta calificación y garantizar condiciones para su protección y estabilidad» (González, 2019) lo cual se constata en la débil recuperación de la matrícula universitaria en carreras decisivas para insertarse en las tendencias internacionales de la ciencia y la tec- nología; tampoco en estos cinco años transcurridos es posible verificar haber «elevado el impacto de la ciencia, la tecnología y la innovación en el desarrollo económico y social», algo comprobable si atendemos a la estructura de nuestras exportaciones según su complejidad tecnológica.

De igual manera, la innovación sigue siendo una asignatura pendiente. La excepción está muy concentrada en el sector de la farmacéutica biotecnológica. Lo anterior junto a déficit institucionales también ha impedido «la captación y asimilación de tecnologías de avanzada y propiciar, al mismo tiempo, la soberanía tecnológica», lo cual se constata en el crecimiento de la dependencia tecnológica en estos años recientes y en la falta de complementariedad de nuestro sistema productivo que provoca crecientes necesidades de importación, en especial de bienes de capital y bienes intermedios.

• Recursos naturales y medioambiente. El modelo de crecimiento económico asumido por Cuba en las décadas de los años setenta y ochenta tuvo un fuerte sustrato productivista, y si bien es cierto las preocupaciones por los recursos naturales y el medioambiente estuvieron presentes, «su peso era menor frente a la idea convencional del desarrollo como crecimiento económico» (Funes y Marrero, 2020, pág. 187). Si se toma como proxy los gastos en inversión para la producción del medioambiente por actividad económica tenemos que desde 2016 los mismos muestran una tendencia al estancamiento, pasó de 623 334.8 millones a 587 142.9 millones (ONEI, 2020, cap. 2) con una significativa disminución en el sector de la agricultura.18 Si bien es cierto que existe un notable avance normativo asociado al diseño, aprobación y ejecución del plan del Estado cubano para el enfrentamiento al cambio climático, conocido como Tarea Vida, no lo es menos que ha existido y existe un difícil debate entre la urgencia de crecer y la necesidad de hacerlo de forma tal que no se hipoteque el futuro, algo al parecer no resuelto en estos últimos cinco años.

• Desarrollo humano, equidad y justicia. De los cuatro objetivos generales definidos para este eje, en estos últimos cinco años es posible comprobar cierta dis- tancia entre el propósito de promover el desarrollo integral y pleno de los seres humanos y los resultados obtenidos. De igual manera, la consolidación de las conquistas de la Revolución en Política Social y garantizar el crecimiento progresivo y sostenible del nivel y calidad de vida de la población contrasta con el crecimiento de la emigración, el aumento de las familias en riesgo y el deterioro del salario real (Zabala y Echevarría, 2019).

Un análisis de la evolución de los sectores estratégicos en estos cinco años rebasa las posibilidades de espacio de este texto. Medir el desempeño de dichos sectores resulta también difícil en tanto no existe una correspondencia exacta entre los sectores estratégicos y la estructura sectorial del PIB. Se puede adelantar, no obstante, algunas valoraciones cualitativas al respecto:

• Construcciones. Con introducción de nuevas tecnologías; si se atiende al desempeño del sector, el 4.8 % como promedio (ONEI, 2020, cap. 5) entre 2016 y 2019, ambos inclusive, resulta un crecimiento modesto en términos cuantitativos. Debe considerarse además que una parte decisiva del valor ejecutado en construcción, más del 50 % desde 2015 hasta 2019, se ha concentrado en el sector inmobiliario (ONEI, 2020, cap. 12). Es posible que dado los requisitos de la inversión en el sector hotelero haya ocurrido cierto grado de moderniza- ción tecnológica.

• Electroenergético, enfocado al uso de las fuentes renovables de energía. El peso de los combustibles fósiles en la matriz energética es todavía decisivo entre 2015 y 2019, si bien es cierto que se han incrementado los campos de energía fotovoltaica, para 2019, la energía producida por fuentes renovables alcanzaba solo el 1.8 % del total (ONEI, 2020).

• Telecomunicaciones, tecnología de la información y conectividad. Es este un sector que muestra avances sustanciales, tanto en términos de conecti- vidad, de acceso a Internet, de velocidad de trasmisión de datos y de cobertura a nivel nacional. Entre 2015 y 2019 el número de abonados al sistema de telefonía celular casi se ha duplicado y alcanzó 6.1 millones de personas (ONEI, 2020). Sin embargo, la integración de estas tecnologías a la vida cotidiana de la población aún necesita de mejoras sustanciales.

• Logística integrada de transporte, almacenamiento y comercio. En el transporte de pasajeros se enfren- ta una fuerte descapitalización (Galeano, 2019), tanto en el transporte terrestre, como marítimo y aéreo. Una excepción lo constituye el transporte ferroviario donde se ha acometido un proceso de modernización basado en proyectos de inversión extranjera con empresas rusas y chinas, lo cual junto a la inversión nacional alcanzan los 2200 millones de dólares (Galeano, 2019). El puerto de Mariel y la modernización del puerto de Santiago de Cuba significaron mejoras sustantivas en la logística y el almacenamiento, sin embargo, resulta difícil medir su impacto real en el resto de la economía nacional. Mientras, el sector del comercio sigue siendo una de los más grandes «agujeros negros» de la economía nacional, tanto el comercio mayorista como el comercio minorista, gestionado en la práctica en un porciento muy elevado por el sector estatal. La actual pandemia provocada por la covid-19 ha puesto de manifiesto las profundas deficiencias de todo el sistema de comercio (Figueredo, 2020).

• Logística integrada de redes e instalaciones hidráulicas. Si bien es cierto que el acceso al agua potable tiene una situación bastante favorable en el país desde años anteriores al período analizado, persisten problemas e ineficiencias en aspectos como diferencias en el acceso entre el campo y la ciudad, la calidad y estabilidad del servicio, el insuficiente mantenimiento y la sobreexplotación de redes (Galeano, 2019). Es positivo notar que «entre 2015 y 2018 se invirtieron más de 1300 millones de pesos en […] recursos hidráulicos que tienen un impacto directo en el mejoramiento del abasto y saneamiento en cada una de las provincias del país» (Cubadebate, 2020).

• Turismo y su diversificación. identificado como sector «locomotora» de la economía nacional, este sector alcanzó mayores cifras de arribos en los años 2017 y 2018 pero de manera contradictoria, la tasa de ocupación no rebasó el 60 % y para 2019 esa tasa estuvo por debajo del 50 % (ONEI, 2020, cap.15). La diversificación según los «productos turísticos» no ha sido alcanzada, sol y playa es el destino del 75 % de todos los turistas. La capaci- dad multiplicadora del sector se ha visto limitada por factores institucionales y por la debilidad del sistema productivo cubano.19

• Los servicios profesionales, en especial los médicos, que constituyeron el 54 % del total de las exportaciones de servicios ha sido decisivo en los ingresos por exportaciones (ONEI, 2020, cap. 8), no ha ope- rado, sin embargo, una transformación sustancial del modo en que se ofrecen estos (modo 4), ni tampoco de su alta concentración en términos de mercado y de tipo de servicios. El peso de otros servicios, como las telecomunicaciones y los servicios de soporte, en las exportaciones, también ha sido relevante. Sin embargo, no ocurre lo mismo con otros servicios profesionales, científicos y técnicos que apenas significaron el 0.09 % del total en 2019.

• Agroindustria no azucarera e industria y alimen- taria. Según su dinámica entre 2015 y 2019 es posible constatar su estancamiento en torno a los 6000 millones de pesos (ONEI, 2020, cap. 5). Tampoco ha variado de manera sustancialsu par- ticipación en el producto. En el caso de la rama alimentaria, los resultados productivos del período analizado (2015-2020) confirman su estancamiento (ONEI, 2020, cap.11) incluso en aquellos productos que pueden considerarse como los «estrellas» de la rama; la alta dependencia de la oferta de estos productos de sus importaciones, la cual se expresa además en el desabastecimiento sostenido de los mismos demuestra su debilidad y poca contribución a la estrategia definida con anterioridad.20

• Farmacéutico, biotecnológico y producciones biomédicas. Es, de todos los sectores de la indus- tria cubana, el mejor estructurado, con un fuerte sistema de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), con capacidades autóctonas para cubrir una parte de la demanda nacional de medicamentos, productos exportables de calidad internacional y una cultura productiva y organización empresarial adecuadas. Si bien su impacto multiplicador sobre el resto de la economía es limitado, ello se debe en buena parte, más a la debilidad del sector productivo cubano, al tipo de insumos tecnológicos que el sector biotecnológico requiere y a la necesaria economía de escala que deben tener en cuenta para desarrollar encadenamiento con este sector. Su rol en el enfrentamiento a la pandemia de la covid-19 ha confirmado el carácter estratégico del mismo.

• Agroindustria azucarera y de sus derivados, con énfasis en la reconversión energética; su peso en la estructura del producto ha seguido una tendencia a la disminución (ONEI, 2020, cap. 5), al igual que en las exportaciones (ONEI, 2020, cap. 8). Su rol en la reconversión energética del país se ha circunscrito a la construcción de una única central bioeléctrica. Si se atiende a la parte agrícola del sector, tanto en términos de superficie cosechada, producción y rendimientos sus indicadores no han rebasado sus promedios históricos, ya de por si deficientes, y están lejos de la media internacional (ONEI, 2020, cap. 9).

• Industria ligera, dirigida al mercado interno. Si se atiende a los indicadores productivos en las industrias asociadas al sector (ONEI, 2020, cap. 5) se puede constatar la disminución y/o el estancamiento en casi todas las producciones. La información disponible no permite comprobar si se ha produ- cido algún tipo de salto tecnológico significativo en estas ramas capaz de acortar la distancia que separan a estas industrias de las tendencias internacionales en términos tecnológicos o de I+D+i. Según los volúmenes de inversión recibidos por la industria en estos años, con crecimiento significativo desde los 427.4 millones de pesos en 2014 hasta los 1015.8 en 2019 (ONEI, 2020, cap. 12) sería posible esperar mejoras tecnológicas o de modernización de la industria. Sin embargo, los datos no permiten conocer cuánto de esas inversiones se ha dedicado a construcción y montaje y cuánto a tecnologías y equipos.

De forma sintética es posible concluir: resulta cuestionable el rol estratégico que la mayoría de los sectores elegidos ha desempeñado en la economía nacional si con el resultado de su desempeño se pretendía impactar de forma decisiva en los ejes estratégicos y conducir a la visión de país.

Acelerar la reforma

La pandemia de la covid-19 ha funcionado como un detonante en el sentido de considerar la necesidad de acelerar las reformas. ¿Qué es lo nuevo de este último período en términos de diseño/actualización de la estrategia?

1. Consenso a nivel de quienes toman decisiones en acelerar las reformas.

2. Acciones directas para echar a andar un modelo de «triple hélice»: gobierno–ciencia e innova- ción–empresa estatal y sector no estatal, basado en la experiencia de la lucha contra la pandemia de la covid-19.

3. Acciones de política para promover la relación entre los diferentes actores económicos.

4. Insistencia y acciones para empoderar a los municipios.

5. Percepción del riesgo de la inercia.

Se explicitan además tres ejes transversales y seis «motores» (Ministerio de Economía y Planificación, 2020, pág. 4). Esos nuevos ejes transversales son: la regulación del mercado, la competitividad y la innovación y la com- plementariedad entre los actores económicos.

No es posible encontrar en los dos últimos documentos —los publicados en julio y octubre de 2020— alguna fundamentación acerca de estos nuevos «ejes» o resortes o instrumentos; ni sobre las razones de su inclusión, ni tampoco sobre su rol en dicho proceso. Sin embargo, su inclusión constata, al menos, la convicción de que ignorar su rol en los esfuerzos de crecimiento y desarrollo no es posible.

También se definen seis «motores» del proceso; la empresa estatal socialista, las cooperativas agropecuarias, las cooperativas no agropecuarias, los trabajadores por cuenta propia (TCP), la micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) y la inversión extranjera directa (IED).

Lo que resulta nuevo es el reconocimiento explícito de que no es posible pensar en la economía del futuro sin el sector no estatal, incluidas las pequeñas y medianas empresas.

Los hechos de los últimos meses demuestran que la llamada regulación del mercado se ha convertido en el manejo administrado de los precios; la apertura y ampliación de un circuito dolarizado de la economía, el cual, aun cuando pareciera necesario en el corto plazo, no puede afirmarse que produzca efectos positivos más que negativos sobre los propósitos de la estrategia, mientras que, la creación de un entorno adecuado para la competitividad y la innovación está todavía lejos de concretarse de manera adecuada.

La complementariedad entre los actores económicos es donde más se ha avanzado a partir de las 43 medidas promulgadas para el sector empresarial estatal, parte de las cuales abren ese sector a la relación con otros actores. De igual manera, las medidas que «facilitan» la exportación e importación y aquellas otras que permiten a las empresas mixtas contratar servicios y productos al sector no estatal, facilitan esa relación, aun cuando es posible afirmar que la persistencia de prejuicios, el desconocimiento de las nuevas medidas por parte de empresarios y la propia incertidumbre que han generado los aprendizajes anteriores, con una cultura proclive a la espera de orientaciones y baja asunción de riesgos; lo cual no ha permitido aprovechar las potencialidades reales y a la vez ha reducido el impacto de las posibles sinergias.

Una lectura desde los «motores» permite afirmar que la empresa socialista y las cooperativas agropecuarias parecen ser las que menos han podido aprovechar los espacios abiertos, mientras, las cooperativas no agrope- cuarias, los TCP y los negocios con inversión extranjera directa, parecen estar en mejores condiciones.

En el caso de las mipymes, debe esperarse por la regu- lación —mediante ley o decreto-ley— la cual legalizará su existencia, algo anunciado para producirse antes del próximo congreso del Partido Comunista de Cuba con- vocado para abril de 2021.21

Mantener la planificación centralizada; defender la producción nacional; desterrar la mentalidad exportadora; regular el mercado con métodos indirectos; impulsar la complementariedad entre los actores económicos; reconocer el papel dinamizador de la demanda interna; otorgar mayor autonomía a la gestión empresarial; saldar las deudas pendientes con la implementación de medidas anunciadas con mucha anterioridad; incentivar la competitividad; cuidar el medioambiente (Ministerio de Economía y Planificación, 2020),22 han sido definidos como «principios» de esta última etapa, aunque resulta difícil entenderlos como tal.23

De igual manera, en los más recientes documentos se ratificaron los sectores estratégicos definidos en los documentos originales, ahora convertidos en áreas claves y se agregaron cinco nuevos: salud, comercio interior, comercio exterior, sistema financiero, política de empleo y salario, seguridad y atención social.

Algunos elementos a destacar:

• Los que antes fueron llamados «sectores estra- tégicos» ahora se convierten en «áreas claves», y no aparece en ninguno de los dos últimos docu- mentos alguna explicación relativa al cambio de denominación.

• Aparecen cinco nuevas áreas claves; no se explican los criterios utilizados para seleccionarlas. A diferencias de los sectores, en su mayor parte «verticales», estas nuevas cinco áreas son transversales a la economía. Esto pudiera complicar aún más la implementación de la estrategia en cuanto a los muy escasos recursos disponibles para ponerla en práctica —habida cuenta del decrecimiento de un 11 % en 2020— así como al riesgo de dispersión de esfuerzos y control del proceso en la conducción simultánea de tantos frentes.24

Mirando el futuro

De corto plazo, la reforma cambiaria y monetaria parece ser el mayor de todos los retos y tendrá efectos de largo plazo sobre la economía, e inciden de manera decisiva en la capacidad de recuperación. Su anuncio ha provocado ya el corrimiento hacia arriba de los precios, la apreciación del dólar ante el peso cubano y el peso convertible y con lógicos efectos importantes sobre los mercados en general. Debe entenderse que las distorsiones acumuladas se suman a presiones generadas en los últimos años sobre la inflación, cuyo control parece ser la variable clave del éxito de la unificación. Ese incremento estáprovocado tanto por presión de demanda, como por poca elasticidad de la oferta y por la débil respuesta productiva de la economía interna. Existen otros factores, como los inadecuados arreglos institucionales y perma- nencia de incentivos distorsionados y distorsionantes.

Se ha sostenido que la reforma del sistema empresarial estatal es decisiva en los propósitos de la estrategia, en tanto su peso en la economía y en el empleo es decisivo.

La reforma de la empresa estatal

La empresa estatal cubana ha sido desde hace bastante tiempo objeto de transformaciones en su marco legal, estructuras organizativas y sistemas de gestión, acompañada de reflexiones y propuestas para mejorar su desempeño.

Un recorrido por la historia de las empresas estatales en Cuba desde la instauración del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE) aprobado en 1975 en el I Congreso del Partido Comunista de Cuba hasta hoy arroja que su contribución al crecimiento y el de- sarrollo dista de alcanzar las expectativas depositadas en el actor económico fundamental de la economía cubana (Blanco, 2020).

Sus transformaciones en esos más de cuarenta años muestran una especie de péndulo en la autonomía empresarial —cuya falta se señala de manera repetida como causa principal de la situación descrita arriba— con avances y retrocesos, implementación incompleta y regresos a etapas anteriores, y una alternancia entre centralización y descentralización en su dirección, con prevalencia de la primera. Las rigideces del enfoque vigente de planificación central a corto plazo, con su alta centralización y discrecionalidad en el manejo de las divisas, otros recursos claves, las inversiones y el comercio exterior, frenan la iniciativa y el ambiente innovador, autonomía y desarrollo empresarial.

Pese a no pocas modificaciones constantes de su marco regulatorio dentro del proceso de actualización del modelo, con el intento de mejorar el ya inoperante Sistema de Dirección y Gestión de la Empresa Estatal en sus varias versiones, la empresa estatal enfrenta dificultades señaladas desde los años ochenta del pasado siglo en cuanto a competitividad, gigantismo, calidad de sus productos y servicios, inserción internacional, innovación y eficiencia operacional. A esto se ha unido la reestructuración organizativa y agrupación del tejido empresarial estatal, con resultados cuestionables y no pocos señala- mientos en medios oficiales y académicos.

Durante mucho tiempo manejada con extrema cautela, la reforma de la empresa estatal ha experimentado de manera reciente una nueva dinámica, tras la instauración de 43 medidas —28 a fines de 2019 y otras 15 en julio de 2020— todas encaminadas a proveer de mayor autonomía a las empresas en asuntos decisivos como conformación de sus precios, determinación de salarios, utilización de las utilidades, incentivos a las exportaciones, acceso a las divisas para su reproducción, reducción de los indicadores directivos del plan a solo dos, facilitar y fomentar sus relaciones con el sector no estatal y también con las empresas mixtas, y el análisis de las Unidades Empresariales de Base (UEB, en lo adelante) y su reconversión a empresas filiales donde resulte conveniente, con lo cual se les restituye su personalidad jurídica.

De acuerdo con el carácter y enfoque de estas medidas, la reforma de la empresa estatal está siendo impulsada en lo inmediato en términos de una secuencia lineal entre trabas para su funcionamiento y qué hacer para atenuarlas o eliminarlas, en temas donde pueda avanzarse al menos de manera parcial.

Este enfoque, para no quedarse a medias, y en espera de que en realidad permita avances de corto plazo, deberá dar paso a una reforma más completa e integral. Un contexto influenciado por el impacto que debe producir la devaluación resultante de la unificación cambiaria actuará como catalizador de la reforma. Medidas aisladas o de alcance parcial no serán suficientes.

En la médula de estos cambios están asuntos como: las actividades donde debe prevalecer o estar representada la propiedad de todo el pueblo, la delimitación de fun- ciones empresariales y estatales, los mecanismos para la asignación de recursos, el objeto de la planificación, el control de los resultados, proporcionar autonomía empresarial a lo largo de las actividades básicas y de apoyo en su cadena de valor y el fomento de ambientes de competencia y colaboración entre actores económicos de igual o diverso tipo de propiedad.

Esa reforma debe abarcar también la formación y selección de directivos con competencias empresariales, el perfeccionamiento del sistema bancario para proporcionar el acompañamiento necesario a las empresas, y la reestructuración de las agrupaciones empresariales actuales.

No puede tampoco obviarse el papel del despliegue de sistemas y prácticas de gestión avanzadas para impulsar, desde las propias entidades, estrategias de desarrollo empresarial y su correspondencia con metas generales del país y los intereses de la organización y su colectivo, pero sin normativas que como hasta ahora, prescriban de forma obligatoria para todos, por igual, cómo debe gestionarse una empresa.

De manera paradójica, luego de declarar de forma oficial que es un aspecto decisivo de la transformación económica, una ley de empresas apenas será discutida en 2022. La polémica se ha concentrado sobre todo en la demora para su promulgación. Sin embargo, no solo se trata de esto. Un aspecto más crucial será su contenido, en lo relativo a los temas a incluir y grados de libertad otorgados a las empresas.

Un análisis pormenorizado del Plan 2030 merece acometer otro trabajo. Solo pudiera apuntarse ahora que refrenda la intención de acelerar la reforma bajo circunstancias muy desfavorables —y justo por eso, como ya se apuntó— y que su implementación, como suele ocurrir en términos de gestión estratégica, será más compleja y desafiante que su propia formulación.

Esto último se explica a partir de importantes diferencias que contiene dicha implementación respecto a su diseño, como son: el tiempo necesario para ejecutarla, la cantidad de personas que involucra y su implicación efectiva, la conformación y alineación de un soporte organizacional de apoyo —estructuras, asignación oportuna de recursos, sistemas de información, prácti- cas de gestión...— más los comportamientos reales de algunas variables que alteran los cursos de acción pla- neados, y el difícil manejo de los cambios inherentes a la estrategia.

Baste un ejemplo. En un informe a la Asamblea Nacional del Poder Popular de julio de 2019, relacionado con 100 políticas aprobadas desde el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, se expresaba que solo 43 de ellas habían cumplido sus objetivos y otras 39 de forma parcial. Entre las causas de esta situación se argumentó que en la implementación no se había logrado implicar de forma organizada a todas las entidades involucradas en el proceso (González, 2019).

Entre los retos de la implementación se encuentra la probable dispersión de esfuerzos y carencia de recursos para 16 áreas de resultados, con un enfoque sectorial del documento donde aparecen casi todos los sectores de la economía, en detrimento de la integración y concentración en temas más agregados y transversales como basamento de la estrategia. También deberá sortearse un cierto desequilibrio en cuanto al contenido de cada una de las secciones que la conforman, donde se aprecian omisiones y diferencias importantes.

Asimismo, no poca importancia tendrá para la puesta en práctica enfrentar asuntos como un cambio de la cultura empresarial prevaleciente, la reestructuración ya mencionada de las agrupaciones empresariales, el manejo de procesos transversales y su coordinación interinstitucional —como la innovación, la informatización, el fomento de la infraestructura— las cuales coexisten con la organización funcional de las entidades gubernamentales y las limitaciones propias de toda estructura basada en funciones, así como la resistencia al cambio, señalada en su momento como principal obstáculo para la puesta en práctica de los Lineamientos… aprobados por el VI Congreso (Partido Comunista de Cuba, 2017).

Mayor protagonismo de los gobiernos locales

Los territorios pueden convertirse en uno de los resortes que, a la vez que contribuyan al crecimiento económico necesario, faciliten la implementación de la estrategia. En ese sentido el esfuerzo se ha concretado en la Política para impulsar el desarrollo territorial (Ministerio de Economía y Planificación, 2020) definido como «desarro- llo local» y entendido como «un proceso esencialmente endógeno, participativo, innovador y de articulación de intereses entre actores, territorios y escalas (municipal, provincial y sectorial/nacional)» (Ministerio de Economía y Planificación, 2020, pág. 3) y reconoce que «resulta esencial fortalecer las capacidades de los actores locales para gestionar, en un contexto de descentralización, el conjunto de estrategias, políticas públicas, programas y proyectos que le dan contenido al desarrollo local» (Ministerio de Economía y Planificación, 2020, pág. 2).

No puede desconocerse, sin embargo, que ello requerirá de cambios profundos tanto en la cultura aprendida como en los modos de hacer y sobre todo será necesario romper con el «sectorialismo» que atomiza a los territorios. Requerirá también de un período no corto de «aprender haciendo» y que desde el gobierno central se empodere mucho más a los gobiernos locales. Lo que se quiere significar es que, si bien es cierto que la política para impulsar el desarrollo territorial constituye un gran paso de avance, no debe entenderse que podrá, de manera automática, generar resultados, distintos y positivos de modo significativo. No es solo la capacidad de los gobiernos territoriales, sino la de los territorios para responder a las exigencias de la economía nacional y del gobierno central.

Mayor protagonismo del sector no estatal

El haber enunciado la promulgación de un «listado ne- gativo» de actividades que no podrán ser ejercidas por cuenta propia en sustitución del «listado positivo» y también la futura promulgación de una norma legal para las mipymes son, sin dudas, señales importantes de la reforma en curso. Junto con la posibilidad de exportar e importar a través de empresas del Estado y al nuevo rol que el sector no estatal25 debe desmpeñar, tanto a escala macro como en los territorios, explicitado en los documentos que norman la estrategia de desarrollo territorial. Sin embargo, la demora en su implementación, puede ser interpretado como la permanencia de resistencias y prejuicios en relación con estos agentes, algo que, de alguna manera, resulta contradictorio si atendemos a lo planteado tanto en la Conceptualización… como en la Constitución del país.

En el caso particular de las cooperativas se incluye la intención de fomentar su creación en otros sectores —en 2018 más de un 80 % de las Cooperativas no Agropecuarias se concentraban en restaurantes, construcción y comercio—, eliminar restricciones para su funcionamiento como el alcance territorial y número de socios, así como crear un marco legal para todo tipo de cooperativas.

Si atendemos a la situación económica del país, a la depresión de las fuentes de financiamientos de la economía nacional, a la evolución del empleo y al posible redimensionamiento de la empresa estatal, entonces, es posible entender como el sector no estatal, en especial la pequeña y mediana empresa ha ganado un espacio en el discurso de las autoridades cubanas. En ese sentido, el sector no estatal ha pasado de ser considerado marginal y un «mal necesario», a ser pensado como un complemento de la empresa estatal con un alto protagonismo a escala territorial.

La inversión extranjera

De enemigo del desarrollo a aliado estratégico para alcanzarlo, así puede resumirse la evolución en la percepción política sobre la Inversión Extranjera Directa en Cuba, en un largo proceso evolutivo. A pesar de ello, la captura de flujos de inversión extranjera por parte de Cuba está lejos de sus necesidades. La contradicción entre el esfuerzo de promoción y la facilitación de los negocios con inversión extranjera ha caracterizado su tratamiento en Cuba.

La reciente creación y puesta en funcionamiento de la Ventanilla Única para la Inversión Extranjera, puede contribuir de modo significativo con el proceso de facilita- ción de la inversión y ayudar al incremento de la captura de nuevos negocios.

A diferencia de años anteriores, de noviembre de 2019 a noviembre de 2020, se concretaron 35 nuevos negocios con un monto de capital comprometido de 1885 millones de dólares (Ministerio de Comercio Exterior, 2020).

Posibles escenarios

Diversos factores influyen en que algunos de los escenarios esbozados más adelante se hagan realidad. Entre ellos:

1. Recuperación de la economía mundial de los efectos de la pandemia de la covid-19.

2. La nueva administración estadounidense. El gobierno de Biden-Harris, su posición sobre el tema Cuba y su disposición a eliminar la política de Trump y recuperar los antecedentes establecidos por Obama. Esto y nuevos avances en la «normalización» deberán ponderarse a la luz de las prioridades de la complicada agenda doméstica e internacional que deberá enfrentar esta administración y los encargados directos de diseñar las políticas hacia Cuba, entre otros factores. Aunque en este sentido las ventajas que tendría una suerte de «efecto demostración» con cambios factibles a corto plazo y sin demasiadas complicaciones puede ser un factor favorable.

3. La «reizquierdización» de América Latina, su alcance y modalidades, pues es difícil esperar una repetición al calco de los gobiernos progresistas que le precedieron.

4. La reacción de la política europea, de Rusia y de China ante un escenario económico y político más complejo en un contexto de intentos de recuperar liderazgo internacional por parte de Estados Unidos.

5. Una nueva Asamblea Nacional en Venezuela con una participación activa de la oposición.

Pueden existir combinaciones múltiples, de difícil pronóstico, donde lo común es las pocas posibilidades de Cuba para provocar influencias de forma proactiva —quizás con excepción de los nuevos gobiernos de izquierda en América Latina—.

Desde la perspectiva interna, los factores relevantes pueden ser:26

• El mayor o menor éxito en el manejo y control de la pandemia de la covid-19.

• La capacidad del gobierno para manejar el «orde- namiento monetario» dentro de los límites previstos y lograr los efectos estructurales que este debe producir.27

• La posibilidad de lograr un comportamiento fiscal «manejable» en el corto plazo.

• La posibilidad de renegociar los compromisos de deuda, en especial con los países miembros del Club de París.

• Alcanzar la coherencia, consistencia y secuencia- lidad necesarias para la implementación de las reformas anunciadas.

De los sectores de la economía, para los resultados de corto plazo con influencia directa en cualquier escenario, resulta imprescindible obtener resultados significativos en el sector agropecuario, algo que en buena medida dependerá de la profundidad de las transformaciones en estudio y de vencer la resistencia desde la burocracia a las mismas.

Desafíos

Son múltiples los retos futuros, sin embargo, en cualquier diseño y actualización de la estrategia, la posibilidad de contar con fuentes de recursos que permitan su puesta en práctica es decisivo. Un examen rápido de esas fuentes indica:

• Los ingresos por exportaciones no deben crecer de manera sustancial.

• El turismo no parece pueda recuperar los niveles de ingresos de 2017 en los próximos tres años.

• La IED, luego de la crisis mundial provocada por la pandemia demorará en recuperarse y es probable se concentre en los grandes mercados más de lo acostumbrado.

• El acceso a nuevas fuentes de crédito externo parece difícil luego de los impagos con el Club de París y con Rusia.

¿Cuáles podrían ser las fuentes que permitan avanzar en la estrategia?

• El mercado interno.

• La inversión privada.

• Las remesas.

• Una mejor asignación del ahorro interno en manos del Estado —ingresos por exportaciones de servicios profesionales, por servicios de telefonía, y por otros servicios— hacia aquellos sectores los cuales, o generen exportaciones o permitan reducir las importaciones, en especial de alimentos.

• La capitalización de activos, mediante la emisión de acciones de empresas o actividades de cierto éxito.

Sin embargo, en un escenario de crecimiento económico con una mayor y más dinámica participación del sector no estatal, es de esperar se produzca una diferenciación importante de los ingresos, lo cual también ocurrirá en el sector de las empresas estatales en tanto la magnitud de los salarios dependerá de los resultados de la empresa y la decisión sobre salarios y repartición de utilidades estará también en manos de esas mismas empresas. Redefinir la equidad y reinventar la igualdad requerirán de mucha innovación institucional.

Reemprender el camino del desarrollo en una situación posepidémica resulta sin dudas un reto mayor para un país cuyo desempeño económico no ha encontrado la senda del crecimiento y que enfrenta distorsiones monetarias de magnitud poco frecuentes, hacerlo es inédito en la economía contemporánea bajo restricciones externas de difícil manejo.



Citas

1 La necesidad de acelerar el proceso de reformas ha sido reconocida de manera pública por el presidente del país y también por su ministro de Economía.

2 Ni la expansión del sector turístico, ni el surgimiento y consolidación del sector biotecnológico, ni tampoco la exportación de servicios médicos lo han logrado. Ello es notable a nivel de los territorios, pues no ha sido posible sustituir el rol desempeñado por la industria de la caña de azúcar antes de 1989.

3 La formación bruta de capital no ha rebasado el 15 % del PIB en los últimos diez años

4 En el período, el centro de gravedad de la economía se desplazó hacia los servicios. La dinámica de crecimiento fundamental se ha concentrado en este sector, mientras que el comportamiento de la producción material ha sido muy heterogéneo, con un balance global desfavorable (Torres, 2019, pág. 24).

5 Es el resultado de aceptar que las remesas alcanzan un monto anual de 3000 millones de dólares, de los cuales se estimaba en un 20 % lo dedicado a invertir en nuevos negocios.

6 El mercado soviético llegó a representar el destino de más del 75 % de todas las exportaciones cubanas y estas, a la vez, se concentraban en alrededor del 80 % en azúcar de caña. Más adelante, el mercado venezolano alcanzaba poco más del 40 % del total de comercio de bienes del país para mediados de la década.

7 En 2018 se exportaron poco más de 2000 millones de USD, cifra similar a la observada en 2004 y 2005. Los medicamentos, el níquel y cobalto, el tabaco y sus productos asociados, bebidas, azúcares y mieles concentraron el 83 % de las exportaciones.

8 Cuba ha firmado convenios importantes en la infraestructura ferroviaria, por un monto de 1880 millones de euros a invertir en diez años por la Empresa Estatal de Ferrocarriles de Rusia (Sputnik, 2019).

9 No existen datos fiables del incremento de los precios en el mercado informal, pero es posible apreciar un crecimiento significativo en algunos de los mismos, en especial, productos para la alimentación. En menos de dos años, por ejemplo, el precio de la carne de cerdo se ha elevado desde los 25 CUP por libra hasta los 60 CUP.

10 Los desocupados son las personas en edad laboral —los hombres de 17 a 64 años y mujeres de 17 a 59 años— que no trabajaron en el período de referencia de la Encuesta Nacional de Ocupación (ENO), por no tener vínculo laboral estable, porque lo habían perdido y han realizado gestiones en busca de otro empleo o porque lo buscaban por primera vez.

11 Cubadebate, 18 de enero de 2020.

12 Corresponde a la población masculina de 17 a 64 años y a la femenina de 17 a 59 años.

13 Refieren a los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, la Conceptualización del Modelo económico y social y al Plan de desarrollo hasta el 2030. Ejes y sectores estratégicos.

14 Desde nuestra perspectiva ha existido una sobrerrepresentación sectorial en el proceso de toma de decisiones que ha lastrado la amplitud y profundidad de la estrategia en cada una de las etapas identificadas. El retraso en producir una transformación radical del sector productor de alimentos —agropecuario e industrial— es una prueba irrefutable de esto.

15 Reconoció el carácter estratégico de la necesidad de emprender una reforma del sistema empresarial estatal, hizo explícito el apoyo del liderazgo político al trabajo por cuenta propia, introdujo y defendió las cooperativas no agropecuarias y elevó a necesidad estratégica la atracción y utilización de inversión extranjera directa: se aprobó una nueva ley y una política asociada a la misma y la Zona Especial de Desarrollo del Mariel. Introdujo transformaciones en la política y legislación migratorias.

16 Este largo proceso de reforma (2008-2020) ha intentado dar más espacio al mercado dentro de un modelo de planificación centralizada que no ha logrado desprenderse de emplear mecanismos de control directo sobre la economía.

17 Algunas claves para pensar la pobreza en Cuba desde la mirada de jóvenes investigadores (Torres Santana et al., 2014) en su prólogo afirma que el 25 % de la población cubana en aquellos momentos vivían en condiciones de pobreza.

18 «Tal vez debido a la pérdida relativa de importancia del sector agrícola en la economía nacional, son pocas las referencias directas a este dentro del eje estratégico “Recursos naturales y medioambiente”» (Funes y Marrero, 2020, pág. 188).

19 El llamado «efecto Obama» fue, sin dudas, decisivo.

20 Este es el caso de la producción de ron, cerveza, y tabaco torcido, con excepción del tabaco de exportación (ONEI, 2020).

21 Durante el VIII Congreso del PCC fue ratificada esa política [Nota de la Edición].

22 Cada uno de ellos ha sido discutido de manera reiterada en cuanto a sus pros y sus contras en el transcurso de estos últimos diez años e incluso desde antes.

23 Entre las definiciones de «principio» encontramos las siguientes: causa primera u origen de una cosa, «el big-bang puede ser considerado el principio del Universo»; primer indicio o fase inicial de una cosa que todavía no existe o se manifiesta, «un principio de acuerdo»; proposición o idea fundamental en que se basa un razonamiento, una teoría, una doctrina, una ciencia o una técnica, «principios de aritmética»; ley o idea fundamental que establece el funcionamiento de una cosa «el principio de Arquímedes»; criterio o norma moral que guía la conducta de una persona o una comunidad «es una persona sin principios».

24 Ver numerales 223 al 232 del Plan 2030 (Partido Comunista de Cuba, 2017).

25 Se entiende como sector no estatal al integrado por cooperativistas; cooperativistas no agropecuarios y privados en general: comprenden entre otros a los campesinos privados, a los trabajadores por cuenta propia, a los artistas de la plástica, escritores y otros trabajadores intelectuales.

26 Se asume como un dato la estabilidad política del país.

27 La existencia de un segmento dolarizado en el mercado de consumo y la extensión de la dolarización a la relación entre las empresas estatales —la posibilidad de pagar y cobrar en dólares operaciones y bienes admitida por la Resolución 115 del Ministerio de Finanzas y Precios— introduce un sesgo significativo en el propósito de la unificación monetaria y cambiaria.

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Antilles alcanza 69 m de oro cubano de alta ley




Perforación en el proyecto de oro y plata La Demajagua de Antilles Gold en Cuba. Crédito: Archivo

Antilles Gold, aspirante a productor de oro, continúa obteniendo sublimes éxitos de oro en una campaña de perforación de 15.000 metros recientemente finalizada en su proyecto de oro y plata La Demajagua en Isla de la Juventud, Cuba. Las últimas interceptaciones incluyen una impresionante  golpe de 69 m con 8 gramos por tonelada de oro, con leyes en la intersección que alcanzan un deslumbrante 109 g / t de oro y 1.730 g / t de plata.

El amplio golpe de 69m desde 81m de profundidad consta de múltiples zonas mineralizadas, incluido un intervalo de agrietamiento de 20m con 19,46 g / t de oro y 286,88 g / t de plata.

Otras zonas mineralizadas en la intersección incluyen 6m a 4,69 g / t de oro y 61,4 g / t de plata desde 104m y 10m a 4,81 g / t de oro desde 114m.

Por otra parte, los nuevos resultados de la campaña incluyen 10m a 4,32 g / t de oro y 86,69 g / t de plata desde 6m, con 2m a 5,01 g / t de oro de 79m cruzados en otro pozo.

Antilles ha obtenido una serie de importantes resultados de oro y plata de su primera campaña de 15.000 m en el proyecto. La perforación forma parte de su estudio de factibilidad definitivo, o trabajos “DFS” que evalúan el potencial de llevar La Demajagua a producción.

Los últimos resultados se suman a las intersecciones de alta ley informadas anteriormente, que incluyen 6m con 11,99 g / t de oro desde 10m, 6m con 13,25 g / t de oro desde 177m y 9m con 8,09 g / t de oro desde 131m.

La perforación DFS también arrojó recientemente amplios intervalos de ley, incluidos 26m con 4,75 g / t de oro desde 32,5m y 26m con 3,5 g / t de oro desde 44m.

La perforación en La Demajagua forma un componente importante del DFS. La compañía lanzó ahora otro programa de perforación de 10.000m en el proyecto, que se suma a los 15.000m ya completados y otros 50.000m de perforación histórica realizada por compañías mineras canadienses.

Antilles y su socio de empresa conjunta, la estatal GeoMinera, están buscando acelerar La Demajagua hacia la producción y esperan lanzar un recurso inaugural de JORC 2012 a principios de 2022.

Actualmente, el rango objetivo de exploración de la compañía sobre el depósito es de 16 a 20 millones de toneladas con leyes entre 2,3 y 2,7 ​​g / t de oro, con una práctica de 17 a 25 g / t de plata.

Antilles dice que se prevé que el DFS que evalúa la primera etapa de la minería a cielo abierto en La Demajagua esté finalizado a tiempo para una decisión final de inversión hacia fines del próximo año.

Con base en un extenso trabajo histórico de perforación y pruebas metalúrgicas hasta la fecha, Antilles cree que la mina a cielo abierto podría producir 60.000 toneladas de concentrado de sulfuro de oro y plata de alta ley anualmente durante una vida útil inicial de seis años.

Una vez finalizada la minería a cielo abierto, Antilles dice que evaluará el potencial de pasar a operaciones subterráneas para extender aún más la vida útil de la mina de alta ley.

Parece un gran fin de año para Antilles con las barras de perforación que siguen rompiendo los medidores en Cuba. Y si los resultados de oro de alta ley hasta ahora son válidos, la primera estimación de recursos de JORC para La Demajagua podría ser digna de mención.