Cuba y la Economía

"La edificación de la nueva sociedad en el orden económico es también un trayecto hacia lo ignoto". RCR

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martes, 7 de diciembre de 2021

Empresa Cuba-Café asegura que la distribución de este producto de la canasta familiar se realizará dentro del mes

 7 diciembre 2021



Foto: José Raúl Rodríguez Robleda/Trabajadores

La empresa Cuba-Café informó que la distribución minorista del café mezclado de la canasta familiar correspondiente a diciembre se realizará dentro del mes.

A través de la red social Facebook, la entidad explicó que la elaboración del café mezclado se afectó por atrasos en los arribos de las importaciones, y en las entregas de las empresas procesadoras del grano.

La información agrega que ya se aprecia buen ritmo en la producción, y se prevé culminar este proceso antes del próximo día 25.

Perteneciente al Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria, esta empresa de Torrefacción y Comercialización produce también cuatro marcas para el mercado interno en divisas: Turquino, Serrano, El Arriero y Regil.

(Con información de ACN)

Comentario HHC: Es tremendo tener que publicar esta noticia de parte de nuestras autoridades, pero es hermoso garantizar el café para todos aunque no sea mucho. Hay que luchar por tener lo necesario TODOS,

Humberto Herrera Carlés at 23:13 1 comentario:
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Inflación y discusiones en teoría monetaria (1)

Por Rolando Astarita

En octubre el nivel de precios en EEUU subió 0,9% con respecto al mes anterior; 6,2% en los últimos 12 meses. Cifras que contrastan con el 1,8% promedio de inflación anual posterior a 2010. Si se quitan los volátiles precios de alimentos y energía (lo que se llama el índice de la inflación núcleo), el aumento fue 4,6%. En los años posteriores a 2010 la tasa de inflación anual promedio en EEUU fue 1,8% (1,96% la inflación núcleo). En la zona del euro la inflación anual en octubre llegó al 4,1% (la inflación núcleo 2%); el promedio anual posterior a 2010 fue 2%. Se plantea entonces la pregunta sobre las causas de esta aceleración de la inflación, y las perspectivas. Lo cual también da la oportunidad para pasar revista a algunos debates que se han desarrollado en los últimos años sobre el tema, con particular atención a la teoría cuantitativa del dinero (TCD).  

Dada la extensión de la nota, la he dividido en partes

La tendencia de las últimas décadas

La tendencia en los países capitalistas desde inicios de los 1980 ha sido desinflacionaria. La inflación global cayó fuertemente desde su pico de 16,9% en 1974 al punto más bajo de 1,9% en 2015, para subir a 2,5% en 2020 (Ha, Kose, Ohnsorge, 2011). En las economías atrasadas (mercados emergentes) bajó desde un pico de 17,5% en 1974 al 3% en 2020. En los países adelantados la inflación pasó de un pico de 15% en 1974 a 3% en 1980 (ibid.). En EEUU la inflación promedio entre 1973 y 1981 fue 8,6%. Bajó a menos del 4% anual entre 1983 y 1990; al 2% en los 1990; y menos del 2% luego de la recesión de 2009. La tendencia de la inflación en EEUU puede verse en el siguiente gráfico:

También en la eurozona:

 El marco social y político de la desinflación 1980-2020

El aumento de la inflación en 2021 plantea la pregunta de si estamos ante una reversión de largo plazo de la desinflación. Nuestra respuesta es que por ahora no hay elementos para sostener tal cosa. Para realizar esta afirmación partimos del hecho que la caída de la inflación en las últimas décadas tuvo como telón de fondo una fuerte ofensiva del capital sobre la clase obrera y movimientos populares. Apuntó, entre otros objetivos, a restablecer el poder del dinero –encarnación del valor, según el enfoque marxista. Esto es, incrementar el disciplinamiento del trabajo a la lógica del mercado y el capital, en respuesta a la crisis de sobreproducción y rentabilidad de los 1970. La reacción monetarista fue su expresión. De ahí el programa de abrir los mercados nacionales al mercado mundial y a los flujos de capital; eliminar las unidades del capital menos productivas; y atacar en toda la línea conquistas históricas, salariales, laborales y gremiales de la clase obrera. Para lo cual era necesario estabilizar el valor de la moneda. Es que en escenarios de elevado y continuo deterioro del signo monetario se dificulta la comparación de productividades y tiempos de trabajo, así como el grado de valorización del capital, y se pone en cuestión funciones claves del dinero como la de medio de pago y medio de atesoramiento, además de medida del valor. 

El ascenso del monetarismo fue de la mano, desde fines de los 1970, de una fuerte restricción del crédito internacional. Entre 1976 y 1981, en EEUU, las tasas de interés de corto plazo se multiplicaron casi por cuatro. El argumento esgrimido era “bajar y anclar las expectativas inflacionarias”. El producto se contrajo en 1980 y luego en 1981-82; la tasa de desempleo llegó, en 1982, al 11%. Se infligieron derrotas importantes al movimiento obrero. El hito fue la huelga de controladores aéreos que fue respondida, en agosto de 1981, por el gobierno de Reagan con 10.000 despidos y la intervención militar. La economía de EEUU se recuperó en 1983, pero las tasas de interés, en términos reales (o sea, descontada la inflación) se mantuvieron positivas hasta el final de la década. Se crearon pues las condiciones para el crecimiento de los mercados de capitales y la financiación de los déficits fiscales y de cuenta corriente vía endeudamiento. La deuda federal de EEUU pasó de 800.000 millones de dólares en 1980 a 5 billones en 1995. Los fondos de inversión y de pensión volcaron enormes sumas de dinero a la compra de títulos públicos y privados. Con lo que se reforzó la presión del capital financiero por la valorización incesante del capital.

En Gran Bretaña la ofensiva fue encabezada por el gobierno de Thatcher, vía privatizaciones y políticas monetarias también duras. Y por un ataque en toda la línea a la clase obrera, donde la derrota de la huelga minera marcó un hito. El retroceso del gremialismo fue notable: en los 1970 13 millones de personas (el 25% de la población) estaban afiliadas a sindicatos. En 2008 había 7,4 millones, el 12% de la población. Bajo el gobierno de Thatcher el índice Gini de desigualdad del ingreso aumentó 34%. Y la inflación pasó del 23% anual en 1976 a aproximadamente 2,5% en los 1990. En el resto de Europa se avanzó en la misma dirección. La reducción de la inflación –entre 1973 y 1980 los precios en España e Italia subieron más del 230%, en Francia 125%- fue de la mano de la ofensiva política y social contra el trabajo.

Más en general, en tanto la respuesta keynesiana a la crisis de los 1970 fue del tipo soft money –pérdida del valor de la moneda; baja de salarios reales vía inflación; subsidios y protección a empresas de baja productividad. Sin embargo, en las crisis posteriores los ajustes fueron por medio de moneda dura y políticas no inflacionarias, o incluso con sesgos deflacionarios. Un ejemplo relativamente reciente es la respuesta del capital, del gobierno griego (Syriza incluido), el FMI, la UE y el BCE a la depresión griega iniciada en 2009: presión a la baja de los salarios nominales, ajuste fiscal y permanencia en el euro.   

Las aperturas comerciales y los flujos de capitales se inscribieron en esta tendencia de largo plazo. En los países adelantados aumentó la presión de las importaciones provenientes de países con salarios más bajos. Así como el “chantaje” de la huelga de inversiones. Por ejemplo, en la industria del automóvil, en EEUU, a principios de los 1980, las patronales amenazaron con desplazar más y más producción al exterior, e importar automóviles si los sindicatos no se avenían a sus exigencias, entre ellas la desindexación de los salarios. En este respecto, el capital desplegaba una estrategia internacional frente al trabajo. Pero el trabajo respondía con demandas nacional-reformistas que finalmente no pudieron detener la ofensiva. En los 1990 se combinó el derrumbe de los “socialismos reales”, y la propaganda neoliberal-monetarista de “no hay alternativa al capitalismo”.

 En los países atrasados, pero de desarrollo medio –tipo Argentina, Chile, Brasil, Turquía, Corea- el ajuste deflacionario se impuso vía crisis de deuda (defaults de Polonia, Argentina y México en 1981-82); crisis cambiarias y bancarias; fugas de capitales; y retrocesos económicos de largo plazo –en primer lugar la “década perdida” de América Latina en los 1980. El fracaso de las políticas keynesiano-nacionalistas de los 1970 y 1980, y sus recetas más bien inflacionarias, abrió el camino a los programas neoliberales y monetaristas, apoyados por capitales criollos, e importantes sectores de la población, incluidos muchos patriotas de la “liberación nacional”. Achicamiento de los déficits fiscales; financiamiento vía deuda y freno a la monetización de los déficits; aperturas comerciales y devaluaciones seguidas siempre de “programas de estabilización”. Las privatizaciones de empresas estatales y la introducción de criterios de rentabilidad en las que continuaban en manos del Estado extendieron la subordinación a la ley del valor.

La desinflación, por lo tanto, no fue el resultado de una supuesta habilidad de los monetaristas, sino de medidas tomadas en un contexto de ofensiva capitalista. Su trasfondo fue la pérdida de posiciones del trabajo. A título de ilustración, en una nota del New York Times (reproducida en La Nación, 28/12/2017), titulada “El trabajo alcanza, pero los sueldos no”, Peter Goodman y Jonathan Soble señalaban, en referencia a EEUU, el estancamiento de los salarios, a pesar de la baja del desempleo, y agregaban que “se trata de un nuevo orden económico en el que los trabajadores están a merced de los patrones”. Luego: “Los sindicatos han perdido influencia. Las empresas utilizan empleados temporales y de medio tiempo, además de introducir robots y otros sistemas de automatización que les permiten producir más sin tener que pagar más a los seres humanos. La globalización ha intensificado las presiones competitivas…”. Volveremos más abajo sobre estas cuestiones, cuando discutamos la explicación de la inflación por la curva Phillips. Por ahora, lo importante es que nada indica que estas políticas estén por revertirse. Todo apunta a que la presión anti-inflacionaria seguirá por los mismos carriles. Aunque esta constatación no implica negar la posibilidad de que en un futuro mediato aumente la inflación en EEUU, o en otros países adelantados, impulsada por déficits crecientes e insostenibles, y la consiguiente depreciación del dólar, del euro u otras monedas.   

Teoría cuantitativa y evidencias empíricas

A lo largo de todos estos años de desinflación, una y otra vez se proclamó el triunfo definitivo del monetarismo y su TCD. El aumento de la oferta monetaria era la causa, no solo principal, sino única de la alta inflación de los 1960 y 1970. Más precisamente, Friedman y los monetaristas sostuvieron que el aumento de la oferta monetaria provoca, en el corto plazo, un aumento de igual magnitud en el ingreso nominal (aumento en parte del ingreso real y en parte del nivel de precios); y en el largo plazo el aumento del nivel de precios de igual magnitud que el aumento de la oferta monetaria. Otra manera de decir que en el largo plazo el dinero es neutro, no afecta las variables reales como el ingreso, consumo, salarios.

Plantearon también que la TCD habilitaba a realizar predicciones correctas acerca de las consecuencias de los cambios en la cantidad de dinero. Incluso Friedman (1953) sugirió que la TCD debía ser juzgada, por encima de las consideraciones teóricas, “por su poder predictivo para la clase de fenómenos que intenta explicar” (p. 8). Y la evidencia empírica, agregaba, mostraba que la TCD era correcta. Este discurso se vio reforzado con un renombrado trabajo de Lucas (uno de los “padres fundadores” del enfoque de expectativas racionales, y premio Nobel 1995), publicado en 1980. En este demostraba que con los datos de la economía de EEUU entre 1953 y 1977 había co-movimiento uno a uno de los precios al consumidor y la masa monetaria. Anunciando su logro, escribía: “Este paper presenta ilustraciones empíricas de dos implicaciones centrales de la teoría cuantitativa del dinero: que un cambio dado en la tasa de cambio de la cantidad de dinero induce (i) un cambio igual en la tasa de inflación de precios; y (ii) un cambio igual en las tasas nominales de interés” (p. 1005; énfasis nuestro). La implicación (ii) se refiere al efecto Fisher: el aumento de la inflación provoca un aumento igual de la tasa nominal de interés, quedando inalterada la tasa “real” (que expresa las preferencias inter-temporales de consumo; y en equilibrio el rendimiento marginal del capital). Lucas plantea que las proposiciones poseían una “combinación de coherencia teórica y verificación empírica no compartida por ninguna otra proposición en economía monetaria”. Una “coherencia” necesaria para, como dice Lucas, eliminar efectos de cartera tipo Tobin, provocados por la inflación. Recordemos que en el enfoque de Tobin, como observa Lucas, un aumento de la inflación genera una caída de la tasa de interés real (la tasa de interés nominal no aumenta en la misma proporción que aumenta la inflación)). Por lo tanto, aumenta la demanda de bienes de inversión, y parte del ahorro gira hacia la acumulación del capital.

Examinaremos más adelante esta cuestión en relación a la pretendida validez de la TCD, pero ahora enfatizamos que la relación unitaria entre el aumento de la masa de dinero (por encima del crecimiento del producto real) y el aumento de la inflación fue establecida por la ortodoxia monetarista como una de sus proposiciones centrales. Lo cual exigía la estabilidad de la velocidad del dinero (o su inversa, la demanda de dinero). Por lo cual, y con la vista en las defensas-justificaciones que hoy circulan para mantener a toda costa la TCD, subrayamos que esa estabilidad de la demanda del dinero fue parte orgánica del enfoque monetarista. Puntualizamos también que en el trabajo de Lucas dinero quiere decir M1 (circulante en manos del público + depósitos de los bancos en el banco central), pero señala que muy probablemente se obtuvieran resultados similares con otras elecciones.

Al de Lucas le siguieron otros estudios que también pretendían demostrar, para otros países, el co-movimiento uno a uno de precios y masa monetaria, utilizando en varios casos otros agregados monetarios, como M2. Por supuesto, se podía objetar que un co-movimiento no informa sobre la relación de causalidad precios – masa monetaria. Una objeción no menor para teóricos que dicen adherir a enfoques de equilibrio general, en los cuales “todo depende de todo”. Pero este pequeño inconveniente fue barrido debajo de la alfombra. El discurso en la ortodoxia era algo así como “se acabaron las abstractas disquisiciones de los críticos, la prueba del budín”, etcétera.

Sin embargo, desde hace tres décadas, por lo menos, la relación uno a uno postulada dejó de verificarse. Véase el siguiente gráfico, referido a EEUU:

Fte https://www.longtermtrends.net/m2-money-supply-vs-inflation/

Aclaración: M2 en EEUU comprende M1 (dinero en manos del público + depósitos a la vista) + depósitos de ahorro, depósitos a plazo por debajo de 100.000 dólares y cuentas de hogares en depósitos de mercado monetario.

Muchos partidarios de la TCD tuvieron por lo tanto que admitir que había problemas en la nave monetarista. Por ejemplo Wang (2016) cita varios papers que documentan la ruptura de la relación masa monetaria – precios postulada por la TCD, y escribe. “Nuestra búsqueda empírica confirma esta ruptura reciente de la TCD en EEUU. Encontramos que el período 1953-1977 que estuvo bajo la investigación de Lucas (1980) es un período especial, más allá del cual la TCM difícilmente es una ley ajustada que gobierne la relación uno a uno entre dinero e inflación. Por ejemplo, en el período 1945-1954 la inflación (de largo plazo) estuvo por fuera del sendero de la tasa de crecimiento (de largo plazo) del stock monetario, no importa que usemos M1 o M2. De todas maneras, EEUU no está solo. Esta fragilidad de la TCM es robusta a través de los países. … encontramos que la TCD no es una ley global (universal)… . Aunque diferentes países tienen diferentes fechas de ruptura y grados, el colapso de la TCD es cualitativamente robusto. Por ejemplo, la TCD nunca rige en Alemania y Francia. La TCD acostumbraba regir en Australia, pero no después de 2000. Regía en Italia, pero no después de 1988. Los países se desvían de la TCD en sus propias formas” (pp. 5-6).

Teles y Uhlig (2013) también exploran la validez empírica de la TCD tomando una muestra de países de la OCDE, durante el período 1970-2005. Encuentran que para países con baja inflación la relación entre la inflación promedio y la tasa de crecimiento del dinero es, en el mejor de los casos, tenue, y muchas veces inexistente. Incluso con las correcciones que introducen al planteo básico de la TCD (estabilidad de la demanda de dinero), encuentran que después de 1990 los países incluidos en la muestra se agrupan en torno a similares tasas de inflación con considerable dispersión de las tasas de crecimiento de la oferta monetaria.

Cline (2015) también señala que en EEUU, entre mediados de los 1960 y comienzos de los 1980 una regresión lineal simple para ese período muestra un coeficiente de 0,54 para la inflación contra el exceso de crecimiento monetario sobre el crecimiento del producto real. Como observa Cline, si bien 0,54 es estadísticamente significativo, es aproximadamente la mitad de la unidad que requiere la TCD. Y entre 1985 y 2013 hubo una relación negativa entre la inflación y el promedio del exceso de crecimiento del dinero. De nuevo Cline explica este resultado por variaciones en la demanda de dinero: menores tasas de inflación se asociarían a mayores aumentos en el stock de dinero. Por otra parte señala que en el período posterior a 1985 el coeficiente que relaciona la inflación con el exceso de crecimiento monetario en Australia, Francia y Japón oscila entre 0,4 y 0,5. Para Gran Bretaña y Canadá los coeficientes son aún más bajos, aproximadamente 0,2. Y en la eurozona después de la crisis financiera de 2008-09 el coeficiente colapsa a cerca de cero.

Los pronósticos monetaristas y las inyecciones monetarias en 2008-09 y 2020

El cuestionamiento a la validez de la TCD se agudiza con lo ocurrido a partir de la crisis financiera, cuando los bancos centrales de EEUU, Gran Bretaña, Eurozona y Japón realizaron inyecciones de dinero en una escala no vista durante décadas.  En septiembre de 2008 los activos de la Reserva Federal eran 0,905 billones de dólares. En noviembre de 2021 alcanzan los 8,66 billones, de los cuales 5,57 billones de dólares son títulos del Tesoro y 2,61 billones son títulos respaldados por hipotecas (antes de la crisis 2008-09 la FED tenía títulos por 0,79 billones). En el eurosistema (Banco Central de Europa y bancos centrales nacionales de la zona del euro) el activo era 1,5 billones de euros en diciembre de 2007. En 2020 sumaba 7 billones de euros (2,3 billones más que en 2019). Estos incrementos de la oferta de dinero llevaron a muchos a pronosticar un aumento de la inflación.

Pero no ocurrió. Al contrario, puede observarse, en el gráfico anterior, cómo divergen marcadamente, en 2020, las curvas de inflación y crecimiento de la masa monetaria. Lo cual no impide a buena parte de la ortodoxia sostener que, mediante algunas correcciones, la TCD “todavía está viva”. ¿Qué correcciones? Pues admitir que, una vez introducidos efectos por cambios de carteras, o tasa de interés, o algún otro efecto ad hoc, la velocidad (o demanda del dinero) puede no ser estable. ¿Pero no era lo que Lucas decía que no debía ocurrir para sostener las implicaciones centrales de la TCD? Sí, pero eso era antes, cuando parecía que los números encajaban; ahora hay que disimular el colapso de las “implicaciones centrales”. Aunque esto no salva a la TCD, como veremos en lo que sigue.

Textos citados:

Cline, W. R. (2015): “Quantity Theory of Money Redux? Will Inflation Be the Legacy of Quantitative Easing?” Peterson Institute of International Economics, May.

Ha, J.; M. A. Kose; F. Ohnsorge (2021): “One-Stop Source. A Global Data Base of Inflation”, Policy Research Working Paper 9337, World Bank Group, July.

Friedman, M. (1966): “The Methodology of Positive Economics”, Essays in Positive Economics, University of Chicago Press, pp. 3-43.

Lucas, R. E. (1980): “Two illustrations of the quantity theory of money”, The American Economic Review, vol. 70, pp. 1005-1014.

Teles, P. y H. Uhlig (2013): “Is Quantity Theory Still Alive?”, European Central Bank, Working Paper Series, November.

Wang, X. (2016): “The Quantity Theory of Money: An Empirical and Quantitative Reassessment”, Washington University in St Louis.  

Para bajar el documento: https://docs.google.com/document/d/1bv9xSBoo0xTLnVpJBydEyoKKZB3l3a-Ja4N-KtQXZeY/edit?usp=sharing.

Humberto Herrera Carlés at 20:05 No hay comentarios:
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Cuba con importante yacimiento de oro, Comentarios



La Habana, 7 dic (Prensa Latina) Cuba cuenta con un depósito de oro de unas ocho toneladas, y de ellas 7,6 están listas para ser sometidas a un proceso de estudio de factibilidad técnico-económico, explicaron hoy expertos.

Ubicado en Loma Jacinto -provincia de Camagüey- se trata de la segunda mayor concentración aurífera del país, y resulta ser de importancia industrial, uno de los resultados de una investigación a cargo de la Empresa de Geominera de Camagüey, explicó el jefe del proyecto, Enrique Piñero.

De acuerdo con Piñeiro en el sistema vetítico Jacinto, se identificaron 10 vetas, pero tres poseen investigaciones más a fondo, con exploraciones, estudios geológicos, hidrogeológicos, ingeniero-geológicos y tecnológicos.

Tras las evaluaciones, explicó el experto, se concluyó que se obtendrá un doré -mezcla impura y sin refinar de oro metálico- con pocas impurezas, ello significa mayor valor al producto y mejores pagos de los compradores.

Se estima, continuó, que en esos cuerpos estudiados existen ocho toneladas de oro que una vez explotados pudieran representar unos 200 millones de dólares –a precio de mil 500 la onza-, ello sin sumar los costos de factibilidad y extracción.

Sobre la tecnología propuesta para su explotación, Piñero resaltó que es factible y amigable con el medio ambiente, y en su disolución prácticamente no salen elementos contaminantes y tóxicos.

La explotación de esta mena tendría no solo un impacto económico para el país, sino que en el municipio serviría como una fuente generadora de empleo, y pudiera contribuir al desarrollo de viales, comunicaciones y otras bondades.

jha/tdd

Comentarios: Rolando Batista: #Cuba, se aprueba en el Consejo Científico Técnico (7/12/21) del Instituto de Geologia y Paleontologia - Servicio Geológico el informe del yacimiento de oro "Loma Jacinto", con recursos reconocidos de 8 toneladas. Este depósito mineral se localiza en la provincia Camagüey. Como explica el colega Ramón, el yacimiento está conformado por varias vetas como "Beatriz", "Limón Nuevo", "Sur de Elena" y otras aún por prospectar al detalle. En buen cubano, Pincha pa' rato...que llegar aquí ha costado como 30 años rompiendo botas...

Ramon Perez Aragon, Son como 5 vetas, limón nuevo, sur de Elena, y otras. Todas con grandes contenidos y alta ley. Realmente es un gran objetivo minero

Humberto Herrera Carlés at 19:22 No hay comentarios:
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UN ACUERDO PARA GENERAR DESORDEN

Diciembre 5, 2021 · de amarcodelpont · en Economía Nacional. ·

 
 
 
 
 
 
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Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont


La economía moderna es dirigida. O la dirige el Estado o la dirigen los poderes económicos (Arturo Jaureche)

El 12 de marzo de 2020, un día después de que la Organización Mundial de la Salud declarara el brote del nuevo coronavirus como pandemia, el Estado argentino dictó el Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 260/20 por el cual se amplió la emergencia pública sanitaria establecida por la ley en diciembre de 2019. Con el Decreto N° 297/20 se dispuso el “aislamiento social, preventivo y obligatorio” durante el 20 y el 31 de marzo para los y las habitantes del país y hasta el 2 de agosto de ese año inclusive.

Para sorpresa del mundo, el 20 de abril del mismo año el gobierno realizó la primera propuesta a los bonistas privados por la reestructuración de U$S 68.000 millones sin que nadie en el planeta supiera la duración, dimensión o profundidad del daño económico que la pandemia le haría a la estructura productiva y financiera internacional. Una economía desvencijada donde los teóricos conjeturaban acerca del impacto y complicaciones que podría acarrear la eminente crisis en puerta en 2019. Cuando se puso el último clavo en el ataúd de la economía mundial con la pandemia, el Gobierno comenzó a desandar el camino del acuerdo con los bonistas privados.

El compromiso forjado con urgencia se terminó de pulir el 4 de agosto, y quedó reflejado a través de un comunicado del Ministerio de Economía donde se detallaba el arreglo entre el Gobierno y los tres principales grupos de acreedores que negociaron con el Ministro de Economía: el Grupo Ad Hoc integrado, por BlackRock, Fidelity y Ashmore, Autonomy, T. Rowe, AllianceBernstein y Wellington, entre otro fondos; el Exchange Bondholders Group, comandado por Monarch y el Comité de Acreedores de la Argentina.

Sin grandes soluciones, solo con una baja de interés del 7% al 3.07% y, fundamentalmente, una postergación de plazos de pago hasta el 2024. Cuando el Estado nacional arregló en agosto, tenía una deuda, según el Ministerio de Economía, de U$S 328.480 millones, de los cuales el 41% era deuda sector público, unos U$S 160.000 millones en manos privadas, y U$S 75.000 millones en organismos internacionales.

El caso es que el gobierno termine de arreglar con el FMI, dado que el acuerdo es impostergable tanto para el oficialismo como para la oposición, los progresistas, los fascistas y demás yerbas. “Nadie está hablando de desconocer deudas”, dijo la vicepresidenta en su carta y reiteró –para los que siempre rendimos examen antes los endeudadores seriales–, “el peronismo a lo largo de su historia ha pagado las deudas que generaron otros gobiernos”. Bien, al parecer entonces, aunque de manera solapada, el arreglo con bonistas privados y con el FMI ya tenía un final anunciado; lo que tenemos que descubrir es en qué capítulos de esta telenovela está el relato del cuento con tan presagiado final.

La idea central o fundamental que desarrollaremos es que algunos teóricos creen que Argentina tiene una probada falencia de generación de divisas. Cerca de U$S 200 mil millones de superávit comercial desde el año 2.000 a la fecha y unos U$S 450 mil millones de fuga de capitales la desmienten.

El estructuralismo latinoamericano tiene una larga tradición que vincula la restricción externa con los problemas que presentan las economías de la región para encontrar senderos de crecimiento y desarrollo sostenibles en el tiempo. Sin dólares, el crecimiento se estanca; en el caso argentino se entiende que las interrupciones ocurrieron por problemas de balanza de pagos. Ante ciclos de crecimiento, el ritmo de incremento de las exportaciones tiende a ser bajas, más en Argentina, que se come lo que exporta, en relación al de las importaciones y, en consecuencia, el flujo neto de divisas es insuficiente. El periodo de mejora se interrumpe porque faltan dólares.

El balance cambiario del BCRA demuestra varios puntos que saltan a la vista en el cuadro 1. En principio, las exportaciones superan a la importaciones y, por la tanto, las restricción externa tan mentada para afrontar la compra de los bienes intermedios que sostendrían el crecimiento –al menos en números– no se produciría. Hay suficientes fondos para poder comprar las importaciones necesarias. Por ejemplo, el crecimiento 2003-2015 tuvo una tasa media del 4.55%, más del doble del promedio de crecimiento 1960-2020, unos 2.07%, y solo tuvo déficit en 2015.

Para que la economía crezca al 3% y la balanza comercial se mantenga equilibrada, las exportaciones de bienes y servicios deberán sumar unos U$S 25.000 millones adicionales para 2023. Desde el Ministerio de Producción durante el gobierno anterior, así como el complejo agroexportador ponen este número en danza que, como veremos, queda como anillo al dedo si agregamos los demás componente del Informe de la Evolución del Mercado de Cambios y Balance Cambiario del BCRA, pero no para la Balanza Comercial.

Para exponerlo de una manera clara. La necesidad de dólares se produciría una vez adquiridas las importaciones de bienes y servicios necesarias para el crecimiento, y el inconveniente vendría para recaudar los dólares para pago de deuda externa e intereses, fuga de capitales, viajes al exterior y remesas de utilidades y dividendos, compra de dólares para atesoramiento. Veamos un poco más a profundidad el persistente y sugerente planteamiento.

La restricción externa es el combo de los números que están en rojo en el cuadro, omitiendo pago de capital de deuda. Se presenta como carencia de dólares para afrontar la compra de importaciones. Este año es posible que se exporten unos U$S 75.000 millones, y las importaciones alcanzaran los U$S 61.000 millones, lo que dejaría un superávit de unos 14.000 millones. Ahora, la consigna es llegar a los U$S 100.000 millones, y de ahí comenzarían a tener sentido los U$S 25.000 millones de incremento, los U$S 75.000 millones actuales más el incremento.

Como muestra el cuadro 1, desde 2011 a 2019, los superávit rondan unos U$S 4.000 millones, desde el 2019 aumentaron a niveles de principio de siglo, pero la media 2000-2021 daría unos U$S 10.000 millones. Teniendo este número en cuenta, veamos lo que está debajo de la línea o en rojo.

Los intereses de deuda rondan los U$S 3.000 millones anuales; en fuga de capitales, tomaremos la opción mínima conservadora de unos U$S 10.000 millones por año. Esto se debe a que el mandato macrista desvirtúa la media de Formación de Activos Externos, elevándola a más de U$S 21.000 millones anuales. Si se toma el Balance Monetario del BCRA desde el 2008 a 2019, habría unos 171 mil millones de fuga, es decir, un promedio de U$S 14.000 millones anuales. Nos restan unos U$S 1.700 de remisión de utilidades y U$S 6.500 por turismo, incluidos pagos con tarjeta, más U$S 5.000 de compra de dólares. Debajo de la línea la suma rondaría unos U$S 25.000 millones. Si le restamos el superávit comercial y le agregamos los pagos de capital de deuda regresaríamos nuevamente a los U$S 25.000 o los U$S 100.000 millones de exportación propuestos, numero fantástico del que todos hablan.  

Entonces, los arreglos con los bonistas privados más el FMI nos orientan a una economía exportadora que obligada a generar al menos U$S 20.000 millones más. Si no se elimina la fuga de capitales y se ponen a discusión las prioridades de la compra de dólares, turismo y remisión de utilidades, el faltante es cierto.

Aquí surge un dilema adicional: los generadores de dólares son quienes proponen, como veremos, el plan de expansión exportadora con ayuda estatal. Pero también son los evasores fiscales, quienes fugan las divisas y los que envían sus utilidades al exterior sin reinvertirlas en el país. Seis de los grandes exportadores son americanos, uno chino y otro suizo, los restantes los veremos más adelante. Aun logrando los niveles propuestos de exportaciones, los dólares no son propiedad del estado, sino de los exportadores. Es necesario, además, tener los pesos para comprar esos dólares, lo que llamaremos generación de ahorro, que pasará a ser exportación de ahorro, siempre y cuando ingresen al país los dólares de las exportaciones, o sea, que estén a disposición. Por eso es tan atractivo pactar con los enemigos, ellos tiene el seductor encanto de la generación de dólares.

En el marco de la crisis que desató el coronavirus, la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada, más conocida por sus siglas CONINAGRO, le presentó a mediados del 2020 al Gobierno Nacional un plan para la “reconstrucción económica y socioproductiva del país”. Tenía como meta llegar a U$S 100 mil millones de exportaciones y crear 700 mil puestos de trabajo. Obviamente que la propuesta venía aderezada con 1% de gasto del impuesto al cheque para el mantenimiento de caminos rurales, conectividad rural, más beneficios fiscales de continuidad que debía aportar el Estado a tan noble incremento externo. 

El 17 de julio se crea el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), el nombre que más de 40 entidades de la agroindustria resolvieron adoptar para llevar adelante el plan para lograr un proyecto de ley que genere un aumento a U$S 100 millones de las exportaciones de la actividad y genere 700.000 nuevos puestos de trabajo. Esta propuesta tenía un detalle de aumentos del empleo en orden de importancia: se prevén 110.380 empleos nuevos en cereales, oleaginosas y forrajeras, 15.164 más en carne vacuna, 10.570 en legumbres, entre otros rubros. Extrañamente, el sector Agricultura ganadería caza y selvicultura, desde 2009, lo único que ha logrados es reducir la cantidad de trabajadores de 333.000 a 319.000 en el 2021. Su mayor cantidad de empleo lo tuvo en abril del 2011 con 345 mil.

Desesperados para que se exponga como un plan conjunto entre el gobierno y el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) los medios expusieron ante el Consejo Económico y Social (CES) en el marco de su 10ma. reunión plenaria, el proyecto de Régimen de Fomento para el Desarrollo Agroindustrial Federal donde elministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Julián Domínguez se sumó a la presentación de este proyecto de ley que aborda uno de los grandes desafíos del sector: generar U$S 100.000 millones de exportación, y que sería incluido también por Ministerio de Desarrollo Productivo en su trabajo “Desarrollo productivo de la Argentina pospandemia”.

Como muestra el cuadro siguiente, la participación del complejo oleaginoso cerealero más carnes bovinos tiene superávit y sobrepasa el 60% de las exportaciones, siendo el más importante sector de generación de divisas.

Existen muchos artículos del Lic. Horario Rovelli que detallan de manera puntillosa y diligente los pormenores de su estructura oligopólica, participación en evasión, fuga de capitales y extorsión constante en el mercado cambiario del Consejo Agroindustrial Argentino. Dejando claramente expuesto lo innecesario del apoyo estatal para su desarrollo y acumulación. Pero, ante este escenario, las demandas adicionales siempre son bienvenidas para sus beneficios.

Un rápido paneo a la los beneficios exigidos del sector ante la necesidad admitida de dólares por parte del Estado, avalando el proyecto exportador, incluyen: el congelamiento de las retenciones, la obligación de operar bajo un único tipo de cambio, un régimen de estabilidad fiscal que congelaría impuestos por cinco años, amortizaciones aceleradas de la inversión que se quieren hacer pasar como neutras, devolución de IVA anticipado, etc.; todos beneficios ligados a elevar en el corto plazo la tasa de rentabilidad a expensas del Estado.

Si bien los participantes en los proyectos de estimulación del desarrollo exportador, como vimos están ligado al falsa necesidades de compra de importaciones, dentro de los  integrantes de la mesa exportadora dijimos que quedan dos componentes, Vicentin el gran estafador de productores y bancos argentinos y quienes se quedaron con la parte de la empresa que marca como funciona el sector.

Con el quinto lugar mundial de exportador de soja, Paraguay bate record internacional al aumentar un 561% la producción de soja entre 1995 y 2018 y alcanzar el cuarto lugar en exportaciones; obviamente, Vicentin, una de las 10 mayores exportadoras de argentina, tiene gran responsabilidad en este juego. Los barcos cargados no pueden ser revisados en Argentina, por lo que en puertos privados cargan soja y se exporta como paraguaya o uruguaya sin pagar los impuestos correspondientes.

Si bien la maniobra de evasión es importante, para nuestros fines es más relevante que el Banco Central haya tomado la decisión de suspender las operaciones en el mercado de cambios de la empresa Díaz & Forti, la cual está operando y alquilando las instalaciones de Vicentín Argentina. Extrañamente, la empresa saltó de 4 millones de dólares de exportación en el 2019 a más de U$S 800 millones en el 2020. Lo interesante es que el BCRA la suspende porque nunca liquidó más de U$S 300 millones de exportaciones. Lo que dijimos más arriba es importante, no solo hay que generar dólares, se los tiene que poner a disposición para que se puedan pagar las deudas.

Los exportadores están constantemente jugando a la escasez de dólares; de hecho, se pueden ver las liquidaciones de la Cámara de industria aceitera, CIARA-CEC, que nunca coinciden con los registro del INDEC o del Banco Central. Liquidan de menos o se pagan de más importaciones. Lo que no estamos tomando en cuenta son las exportaciones de ahorro que Argentina, a través del pago de deuda y fuga de capitales, envía al exterior.

Cada año, esos casi U$S 20.000 o U$S 25.000 millones son enviados al exterior como pago de deuda. Esta exportación de ahorro se da con el esfuerzo de la clase media y baja argentina que se ajusta el cinturón consumiente y gastando menos, para que los acreedores puedan gastar más.

Una parte de esa carga queda exenta de colaborar, y es la que se denomina Formación de Activos Externos o fuga de capitales. Los mismos que se sentaron a la mesa presentando proyectos de incrementar los ingresos de dólares son los que evaden impuestos, falsifican exportaciones o importaciones y, con incrementos de deuda, se llevan al exterior los dólares evadidos.

Este cumulo de dólares, de U$S 14.000 millones entre intereses y principal de deuda, más los U$S10.000 que tomamos como piso de la fuga –estos últimos no son exportaciones de ahorro por políticas de ajuste– no colaboran con esas exportaciones. De no salir estos dólares, la carga del pago sería más repartida… o si les exigiera tributos mayores a quienes más ganan. De hecho, con esta simulación de los U$S 14.000, más del 71% podria ser aportado por los U$S 10.000 millones de fuga, lo que provocaría que las clases media y baja pudieran ajustarse menos el cinturón y con ello que las exportaciones de ahorro fueran menores. De esta manera los ahorro en gasto de consumo, carnes, alimentos de los argentinos no se irían al exterior.

Entre bonistas, FMI y modelo exportador, los ganadores cargan en las clases de menores ingresos los ahorros de consumo necesarios para poder pagar, exportándolos. El Estado, aliándose con ellos, pierde cualquier mecanismo de auditoría de las exportaciones, liquidaciones de granos, carnes o energía. No es que no existan mecanismos de trazabilidad para seguirlos, monitorio de rendimientos o caudalímetros para energía, lo que no hay es decisión política de hacerlo.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2021/12/05/un-acuerdo-para-generar-desorden/

Humberto Herrera Carlés at 16:14 No hay comentarios:
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Incrementar la producción alimentaria: una prioridad a responder desde el desarrollo local

Durante la presentación del resumen actualizado de la implementación del Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional en Cuba, se resaltó la necesidad de disminuir la dependencia de las importaciones de alimentos y consolidar los sistemas alimentarios locales

Autor: Redacción Nacional | internet@granma.cu

7 de diciembre de 2021 14:12:44

Campesino Pedro Valdés Pérez, en su finca de doble excelencia nacional.
Campesino Pedro Valdés Pérez, en su finca de doble excelencia nacional. Foto: Ricardo López Hevia

Lo que nos falta por hacer es mucho más que lo que hemos logrado, porque el Plan de Soberanía Alimentaria se ve en el plato de cada familia, destacó Jorge Luis Tapia Fonseca, vice primer ministro de Cuba, quien además, argumentó que todavía los niveles de importación de alimentos en el país son elevados y que es prioridad responder, desde el desarrollo local, a la necesidad de incrementar la producción alimentaria.

Según reseña el sitio web del Ministerio de Agricultura (Minag), durante la presentación del resumen actualizado de la implementación del Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional en Cuba (SAN), Tapia Fonseca señaló, además, la importancia de pasar a la acción inmediata y una dinámica más rápida en la ejecución, perfeccionando el trabajo a partir de la medición de indicadores específicos, con evaluaciones más sistemáticas que permitan hacer balances en tiempos más cortos.

Por su parte, Elizabeth Peña Turruellas, directora de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar del Minag, precisó que el Plan ha llegado a los 168 municipios del país y que han sido creadas comisiones provinciales y municipales integradas por los actores involucrados en los Sistemas Alimentarios Locales, las cuales han elaborado planes de acción municipales que deben ahora ser monitoreados.

De acuerdo con la directiva, uno de los pasos más importantes será la aprobación de la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional y su Reglamento, prevista para 2022 según el Cronograma Legislativo del país.

La necesidad de movilizar recursos, de lograr responder desde cada uno de los ministerios a la necesaria intersectorialidad, y fortalecer la comunicación y el protagonismo de los actores locales, en el desarrollo local y la descentralización, son grandes desafíos que actualmente tiene este Plan de Soberanía Alimentaria, acotó durante el encuentro, Marcelo Resende, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el país.

La reunión tuvo, además, el privilegio de contar con la presencia y las palabras del escritor y educador popular brasileño, Frei Betto, quien aprovechó la oportunidad para insistir en la educación nutricional desde edades tempranas.

Refirió, además, que se deben aprovechar mejor los recursos que tenemos a mano y que, por desconocimiento u olvido, no se utilizan, pues muchos de estos aspectos podrían mejorar considerablemente la alimentación.

El Plan SAN busca la disminución de la dependencia de las importaciones de alimentos e insumos; garantizar la calidad e inocuidad y disminución de las pérdidas y desperdicios de alimentos; consolidar los sistemas alimentarios locales; así como movilizar los sistemas educacionales, de la cultura y de la comunicación para fortalecer la educación alimentaria y nutricional en el país.

El encuentro estuvo presidido por Ydael Jesús Pérez Brito, ministro de la Agricultura; Juan Garay, ministro consejero y jefe de Cooperación de la Delegación de la Unión Europea en Cuba; así como miembros de la Comisión Nacional del Plan, y representantes del sistema de las Naciones Unidas, entre otros.

Humberto Herrera Carlés at 16:03 No hay comentarios:
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Se va consolidando polo platanero Fleitas, de Las Tunas (+Fotos)

 

ROGER AGUILERA MORALES | FOTO: YACIEL PEÑA DE LA PEÑA 
07 DICIEMBRE 2021
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Las Tunas, 7 dic (ACN) Fleitas, uno de los polos productivos de más reciente apertura y de los más prometedores de la provincia de Las Tunas, cosechó en noviembre último 15 toneladas de plátano, que significa su mayor aporte en un mes hasta la fecha y el comienzo de su consolidación.

A partir de ahora la producción irá creciendo con vistas a que se cumpla el propósito de la creación de este polo, que es suministrar de plátano a la capital provincial, una ciudad que supera los 170 mil habitantes.

Reydel Aveleira, delegado de la Agricultura en el municipio de Jesús Menéndez, donde está enclavada esta base productiva, significó a la Agencia Cubana de Noticias que en la medida en que se desarrollan las acciones de atención a los cultivos, en paralelo se aplican las medidas aprobadas por el Consejo de Ministros para incrementar la producción y beneficio de quienes trabajan la tierra.

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El polo es atendido por usufructuarios, varios de ellos han ganado hasta 40 mil pesos desde que se fundó en el 2020, precisó el directivo, quien aseguró que los proyectos son muy halagüeños en cuanto a la incorporación de nuevas áreas y la aplicación de la técnica en el sistema de riego.

Aveleira explicó que en Fleitas se cultivan en estos momentos 285 hectáreas de plátano burro, 10 de plátano vianda y 13 de frutales, pero la perspectiva es desmontar el marabú ligero, mediano y pesado para llegar a mil hectáreas.

Pensamos explotar con mayor eficiencia la presa Yariguá, que mediante canales ahora sus aguas benefician las plantaciones; pero ya está aprobado un proyecto para regar por el sistema de goteo, mucho más eficiente, añadió.

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Cuba Las Tunas polo platanero Fleitas
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