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domingo, 20 de marzo de 2022

Cuba vs Covid 19.03.2022. Alertas.

Por Humberto Herrera Carlés

El Presidente Diaz Canel alertó ayer sobre el ligero repunte de la Covid en Cuba y oriento “ revisar las medidas en cada provincia, arreciar el control y apurar el paso con la vacuna de refuerzo que, según lo informado, había llegado ya a 6 millones 143 mil 537 personas". (1)

En realidad, desde hace días se viene comportando una tendencia hacia a la alta. La positividad de las pruebas lo reflejan, así de 19 días informados del mes de marzo, en 14 días la misma ha estado por encima del 5.00 % (máximo admitido por la OMS), y los últimos 4 días están por encima del límite. 

Todos los gráficos son de elaboración propia con datos del MINSAP.

Lo anterior, trae un comportamiento proporcional en el número de activos e ingresados (activos y sospechosos). El 1 de marzo habían 7 164 hospitalizados y hasta ayer existían 8 531 (+19.1%) ; en activos en esas mismas fechas , alcanzaban la cifra de 2 275 y 3 202 (+40.7 %).

Los siguientes gráficos son ilustrativos y confirman lo del " leve repunte" que es inferior aún a febrero y enero 2022, no así a noviembre y diciembre del 2021, en cuanto a confirmados. 



Se observa, que la tasa promedio diario de fallecidos en marzo 2022 no presenta ningún deterioro, solo es superior a la registrada en el 2020, donde existía menos contagio.


La tasa de letalidad (% de fallecidos confirmados con covid) como se observa, en 0.10 % es la más baja de los últimos 18 meses. Es decir, las vacunas hacen su " labor", mitigan, pero no son la solución para el 100 % de la pandemia. El reto, es disminuir los confirmados y llegar hasta cero, para que no se produzcan los lamentables fallecimientos por covid, y esa labor no la hacen  las " vacunas", sino la disciplina individual de cada quien.

¿ Cuáles son las provincias con incremento de los confirmados?

Según lo mencionado por el diario Granma las provincias con más problemas son Santi Spiritus, Ciego de Avila, Holguin y Santiago de Cuba, y se dispuso que fueran equipos del MINSAP a estos territorios. Y efectivamente,  son los lugares que se encuentran entre los mayores  confirmados diarios. Sin embargo, me temo que no se está teniendo en cuenta del todo, los indicadores relativos, de confirmados por números de habitantes en cada territorio, incluso por municipio, de lo contrario tendrian que incluir además a Matanzas, Mayabeque y Las Tunas entre las provincias con problemas.


Por ejemplo, en la tabla anterior,  con este indicador de tasa de confirmados por millón de habitantes ( TCXMMH) de todas las provincias, se observa por ejemplo que Matanzas presenta en todo el mes de marzo peores indicadores que Santiago de Cuba.

Me sigue llamando la atención, que al parecer los gobiernos municipales y provinciales no llevan diariamente  sus indicadores claves, que sirven de alertas para tomar las medidas correctivas tan pronto sea tendencia el deterioro de la situación epidemiologica, en un umbral que se puede determinar como limite por anticipado. Así por ejemplo, Santi Spiritus lleva todo el mes de marzo con una TCxMMH por encima de 110.0 %. ¿ Hay que esperar a que lo diga el Presidente del pais para actuar?, y Mayabeque que ayer tuvo la 2da TCXMMH mas alta del pais, no está ni considerada entre las provincias seleccionadas como se mencionó.  Los especialistas de la covid tendrán otras razones, pero las tercas cifras "hablan".

Les comparto el gráfico a nivel de país, para que se vea en perspectiva el repunte, y no sobredimensionar la situación. 


Por países seleccionados, la TCxMMH en el promedio de los últimos 7 días según OurData


Como se ilustra, a pesar del leve repunte de confirmados, Cuba se encuentra entre los países mejor posicionados entre los seleccionados, por encima de los EEUU. Observen ademas, a Nueva Zelandia  que hace un año fue elogiada por el control de la pandemia, al punto que llegó a tener cero casos. 

Ucrania-Rusia: como un terremoto

 Por Michael Roberts

“La guerra en Ucrania es como un poderoso terremoto que tendrá un efecto dominó en toda la economía mundial, especialmente en los países pobres”.  Así describió la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, el impacto de la guerra en la economía mundial.   Nadie puede estar seguro de la magnitud de este terremoto, pero incluso desde el punto de vista más optimista, dañará significativamente las economías y los medios de subsistencia no solo de la gente de Ucrania y Rusia, sino también del resto de los 7 mil millones de personas en todo el mundo. Y está sucediendo justo cuando la economía mundial supuestamente se estaba recuperando de la caída en la producción, los ingresos y los niveles de vida que sufrió la pandemia de COVID en 2020, que fue la contracción global más amplia y profunda (aunque relativamente corta) en más de 100 años.

Pero comencemos con la propia Ucrania. Ya 3 millones de personas han huido del país por las bombas y la destrucción de sus hogares y otros 6 millones han sido desplazados dentro del país. Como en todas las guerras, se han perdido vidas y medios de subsistencia. Económicamente, un informe del personal del FMI, completado el 7 de marzo , concluyó que el país estaba paralizado.  “Con millones de ucranianos huyendo de sus hogares y muchas ciudades bajo bombardeos, la actividad económica ordinaria debe suspenderse en gran medida”. Luego está el daño físico. Hace una semana, el asesor económico del presidente ucraniano calculó los daños en 100.000 millones de dólares. La mitad de las exportaciones del país dependen del puerto de Mariupol, que ahora sufre el asedio más salvaje.

La proyección tentativa del FMI es que la producción caiga un 10 por ciento en 2022, si la guerra no dura mucho. Y eso empieza a parecer optimista, como comenta el FMI: “Los riesgos a la baja son extremadamente altos”.  Este 10 % se compara con una disminución de la producción del 6,6 % en 2014, a la que siguió una disminución de poco menos del 10 % en 2015, durante el anterior conflicto entre Rusia y Ucrania en el este de Ucrania. Sin embargo, el FMI advirtió que “los datos sobre la contracción del PIB real en tiempos de guerra (Iraq, Líbano, Siria, Yemen) sugieren que la contracción de la producción anual podría llegar a ser mucho mayor, en el rango del 25-35 %”.

Luego está Rusia. La invasión de Putin ha provocado una respuesta sin precedentes en forma de sanciones económicas y de otro tipo contra los amigos y simpatizantes de Putin y contra sus bancos e instituciones, lo que ha llevado incluso a la incautación de las reservas de divisas del país y a un aumento de los intentos de bloquear o boicotear las exportaciones rusas (incluidas petróleo y gas). Impedir que el banco central ruso despliegue sus reservas internacionales y hacer que sea imposible que liquide sus activos es parte de una guerra económica diseñada para socavar la economía y el esfuerzo bélico de Rusia. El ministro de finanzas francés dijo que “estamos librando una guerra económica y financiera total contra Rusia, Putin y su gobierno”

La economía rusa no es grande en comparación con las economías del G7. En total, las fuerzas económicas contra Rusia ascienden a un PIB anual de 50 billones de dólares en comparación con los insignificantes 4 billones de dólares de Rusia y Bielorrusia.

Y cuando se trata de potencia de fuego militar, los países de la OTAN gastan mucho más que Rusia.

Entonces, una combinación de perturbaciones económicas, sanciones a los países de la OTAN y una inflación en espiral llevará a la economía rusa a un precipicio. Los pronósticos de la contracción de la producción varían. El consenso lo sitúa en alrededor de un 8% de caída este año.

Pero el Instituto Internacional de Finanzas (IIF), que analiza de cerca los flujos de exportación e importación rusos, así como los flujos de capital, es mucho más pesimista y espera una caída del 15%, algo que no se experimenta en Rusia desde el colapso de la Unión Soviética en la década de 1990, llevando la economía rusa de vuelta a los niveles de hace más de 20 años.

El uso de sanciones económicas contra un país del G20 como Rusia no tiene precedentes. Muestra el papel que pueden jugar las 'sanciones' como alternativa a la acción militar contra los gobiernos que no siguen los deseos y dictados del imperialismo en el siglo XXI. 

De actualidad, el historiador económico Nicholas Mulder acababa de publicar un libro titulado El arma económica: el aumento de las sanciones como herramienta de la guerra moderna. Mulder señala que las sanciones económicas comenzaron a ser utilizadas por las potencias imperialistas cuando se creó la Sociedad de Naciones después de la Primera Guerra Mundial. Los principales poderes de la Liga “creyeron que habían equipado a la organización con un nuevo y poderoso tipo de instrumento coercitivo para el mundo moderno”. El entonces presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, describió las sanciones económicas como “algo más tremendo que la guerra” que podría traer “una nación a sus sentidos tal como la asfixia elimina del individuo todas las inclinaciones a luchar”. No habría necesidad de fuerza.“Es un remedio terrible. No cuesta una vida fuera de la nación boicoteada, pero genera una presión sobre esa nación que, a mi juicio, ninguna nación moderna podría resistir”.  En ese sentido, las sanciones me recuerdan a los asedios medievales, donde las ciudades se sometían por hambre, sin acción militar. Las sanciones económicas fueron una nueva arma del siglo XX junto con las armas químicas y las bombas nucleares.

Mulder argumenta que las sanciones económicas fueron utilizadas primero por los imperialistas europeos contra los pueblos que vivían fuera del 'mundo civilizado'. Luego, el ascenso de EE. UU. al poder global en el siglo XX vio tanto sanciones negativas (embargos de petróleo) como sanciones positivas (préstamo y arrendamiento).  “El sancionismo de Estados Unidos ha sido moldeado por tres factores: su dominio militar único, la inflexión ideológica de la política de la Guerra Fría y el papel de los mercados financieros de Estados Unidos en la economía mundial”.

John Maynard Keynes vio las sanciones 'positivas' como beneficiosas, es decir, a través de la ayuda y el subsidio a los buenos, mientras se aplicaban prohibiciones, bloqueos y castigos a los malos. Y consideró que la sanción al sistema financiero fue la más poderosa, y eso ahora se está poniendo en práctica contra Rusia. Por supuesto, cuanto más grande y más poderoso sea un país, y cuanto más débil y menos firme sea aplicado por una alianza de países, menor será su impacto.

Pero, ¿qué pasa con el impacto global del conflicto? Aunque Rusia y Ucrania son relativamente pequeños en términos de producción, son grandes productores y exportadores de alimentos, minerales y energía clave. Juntos, Ucrania y Rusia representan más de una cuarta parte del comercio mundial de trigo y una quinta parte de las ventas de maíz. Cuanto más tiempo permanezcan las fuerzas rusas en Ucrania, cuanto más tiempo permanezcan inactivos los tractores y cosechadoras para cosechar las cosechas de la nación, amenazará la seguridad alimentaria más allá de la región, advirtió el FMI.

Por ejemplo, Egipto importa el 80 por ciento de su trigo de Rusia y Ucrania . Con muchos países en África y Medio Oriente expuestos de manera similar, Europa pronto podría tener otra crisis migratoria en sus manos, además de millones de refugiados ucranianos. Luego está el papel de Ucrania en el suministro de muchos de los gases raros que se necesitan en los procesos industriales, como el neón, el criptón y el xenón, incluida la producción de semiconductores ya asediada.

La energía es el principal canal de derrame para Europa, ya que Rusia es una fuente crítica de importaciones de gas natural.

Esto va a afectar la producción en toda Europa.

El FMI calculó que “la prolongación de la agresión de Rusia hacia Ucrania, además de las pérdidas humanitarias y económicas, también dará lugar a importantes efectos indirectos en todo el mundo: deterioro de la seguridad alimentaria, aumento del proceso energético y de materias primas, aumento de las presiones inflacionarias, interrupción de las cadenas de suministro, aumentando el gasto social para los refugiados y aumentando la pobreza. El daño económico global de esta guerra será devastador”.

En su informe, la OCDE también presentó un panorama sombrío si la guerra continúa por mucho más tiempo: “el crecimiento global podría reducirse en más de 1 punto porcentual, y la inflación global aumentaría en cerca de 2½ puntos porcentuales en el primer año completo después del comienzo de el conflicto. Estas estimaciones se basan en el supuesto de que los shocks de los mercados financieros y de materias primas vistos en las dos primeras semanas del conflicto persisten durante al menos un año e incluyen una profunda recesión en Rusia, con una caída de la producción de más del 10 % y un aumento de la inflación de casi a 15 puntos porcentuales”.

Y si las importaciones de energía de Rusia caen un 20 %, ya sea mediante sanciones o contrasanciones, la producción bruta de las economías europeas se reduciría en más de 1 punto porcentual, con diferencias significativas entre países.

Los consultores de gestión McKinsey también predijeron resultados desagradables para las economías europeas en particular. En el escenario esperado por McKinsey, donde el fin de las hostilidades está a la vista para la segunda mitad de 2022 y las sanciones no se extienden al sector energético (para que las exportaciones de energía de Rusia a Europa sigan fluyendo), McKinsey estima que el crecimiento del PIB en el la eurozona y Alemania se estancarían en 2022, pero luego se recuperarían al 2,1 por ciento en 2023 y al 4,8 por ciento en 2024. Eso es suficientemente malo, pero si hay un conflicto prolongado que intensifica la crisis de refugiados en Europa Central y donde los países occidentales y Rusia extienden aún más las sanciones , lo que provocó el cierre de las exportaciones de petróleo y gas de Rusia a Europa; luego, la eurozona entraría en recesión en 2022 y 2023, liderada por Alemania.

Y así como hubo 'cicatrices' a largo plazo en las economías capitalistas de la Gran Recesión de 2008 y la crisis de la pandemia de COVID de 2020, el conflicto Ucrania-Rusia está agregando más daño. La 'globalización' (la extensión del comercio mundial y los flujos de capital) fue una importante contratendencia de las economías imperialistas a la caída de la rentabilidad del capital productivo a nivel nacional en las últimas dos décadas del siglo XX. Pero la globalización, la expansión de los flujos de capital y el comercio imperialistas sin trabas, vacilante en el siglo XXI y bajo el impacto de la Gran Recesión, dio marcha atrás. La rentabilidad mundial cayó casi a mínimos históricos. Esta es la causa subyacente de la intensificación de las crisis económicas y los conflictos geopolíticos en las últimas dos décadas.

Y ahora que esta guerra aparentemente 'regional' que se ha convertido en un problema mundial, podría alterar fundamentalmente el orden económico y geopolítico mundial a medida que cambia el comercio de energía, se reconfiguran las cadenas de suministro, se fragmentan las redes de pago y los países reconsideran las tenencias de divisas de reserva. Después del período Trump de aranceles proteccionistas de EE. UU. contra China, México y Europa, ahora existe esta mayor tensión geopolítica, lo que aumenta aún más los riesgos de fragmentación económica, especialmente para el comercio y la tecnología.

Luego está la deuda. La pandemia de COVID-19 coincidió con un nuevo aumento rápido del endeudamiento empresarial. La deuda corporativa ya había estado aumentando a nivel mundial desde 2007, pero la crisis de la pandemia ha llevado a un fuerte aumento adicional. El endeudamiento de las empresas estadounidenses aumentó un 12,5 % entre 2018 y 2020, mucho más que el aumento de toda la década anterior a la COVID-19.

Ahora, la caída del crecimiento de la producción, incluso la recesión, la inversión más débil y la menor rentabilidad empresarial, junto con el aumento de la inflación, amenazan con provocar quiebras generalizadas entre los 'zombis' y los 'ángeles caídos' corporativos. Esto hace que los planes de los bancos centrales de aumentar las tasas de interés para controlar la aceleración de la inflación sean al menos difíciles e imposibles a lo sumo.  Un análisis empírico reciente reconoce que “cuando el nivel de deuda empresarial es suficientemente alto, una política monetaria contractiva incluso aumenta la inflación”, recordando el episodio de estanflación de los años setenta tras los 'shocks' petroleros de entonces. El documento concluye que“Nuestro trabajo sugiere que la política monetaria no será efectiva para reducir la inflación suavemente hacia un aterrizaje suave. Esto significa que, en última instancia, los bancos centrales tienen que elegir entre generar una recesión, con quiebras significativas, o aceptar una estanflación continua ”.

El economista 'liberal' Wolf, está profundamente preocupado. “Un nuevo mundo está naciendo. La esperanza de relaciones pacíficas se está desvaneciendo…. Nadie sabe lo que pasará. Pero sabemos que esto parece ser un desastre….. .. La combinación de guerra, choques de suministro y alta inflación es desestabilizadora, como aprendió el mundo en la década de 1970. La inestabilidad financiera ahora también parece muy probable. Parece seguro un episodio prolongado de estanflación, con grandes efectos potenciales en los mercados financieros”. A largo plazo, es probable el surgimiento de dos bloques con profundas divisiones entre ellos, al igual que una reversión acelerada de la globalización y el sacrificio de los intereses comerciales a la geopolítica. Incluso la guerra nuclear es, por desgracia, concebible”.  

Wolf afirma que esta guerra es una batalla entre las fuerzas de la 'democracia' (representadas por la OTAN) y las fuerzas de la 'autocracia' (representadas por Rusia y China). Esto no tiene sentido: ¿dónde encaja Arabia Saudita, aliado de la OTAN, o la dictadura militar en Egipto, o la autocracia del miembro de la OTAN, Turquía, en esta categorización?  En cambio, el conflicto Rusia-Ucrania ha expuesto las crecientes contradicciones en la economía capitalista mundial entre las potencias imperialistas, por un lado, y aquellos países que intentan resistir las políticas y la voluntad del imperialismo. 

La jefa del FMI, Georgieva, pronunció que “Vivimos en un mundo más propenso a las conmociones”.  Sí, las conmociones han estado viniendo fuertes y rápidos en el siglo XXI. Georgieva continuó:   “Y necesitamos la fuerza del colectivo para hacer frente a los golpes que se avecinan”.   ¡Por supuesto! Pero no es la voluntad colectiva de las potencias capitalistas la que puede hacer frente a estos choques: han fracasado en el cambio climático; sobre prevenir y detener la pandemia de COVID; y acabar con la pobreza y mantener la paz mundial. En cambio, todo dependerá de la voluntad colectiva de los trabajadores organizados.

Bioeléctrica del central Ciro Redondo: Sueños de matrimonio divorciado

 Por: Ortelio González Martínez

 



La bioeléctrica parece ser dueña de cierto misticismo. Foto: Alejandro García Sánchez.

Vista desde abajo, donde comienza a nacer, uno imagina que la primera bioeléctrica (BE) construida en Cuba tiene pretensiones de eternidad, y hasta parece ser dueña de cierto misticismo: montículos almacenados de biomasa de marabú que asoman y se ocultan, unos aleros muy altos donde alguna vez trabajaron como hormigas hombres atados a cintas de seguridad; unas tuberías conductoras de vapor, insuladas y gruesas, un generador que vibró cuando las primeras pruebas; dos calderas encerradas en un edificio metálico de 42 metros de alto por 14 de ancho… un zumbido persistente.

¡Gr, grr, grrr, grrrrrrrrrr! El sonido del turbogenerador te agujerea los oídos mientras te acercas. Ojalá sea crónico y solo deje de escucharse a causa de algún mantenimiento programado en la BE o el central Ciro Redondo, un matrimonio obligado a llevarse bien, sin otra alternativa, aunque hasta ahora hayan sobrado disquisiciones.

Entre profecías, augurios y conjeturas, cuatro años atrás comenzó a nacer el proyecto; a veces, a marcha forzada; otras, con lentitud de espasmo.

Es el fiel reflejo en la mente de quien ha seguido a pie juntillas el viacrucis entre la planta y el central, que los ha visto empinarse sobre obstáculos internos y externos (bloqueo de los Estados Unidos incluido); que vio con ojos de progreso cuando en abril de 2017 los embajadores del Reino Unido y la República Popular China asistieron a la colocación simbólica de la roca que marcó la era del inicio en Cuba del empleo de la energía renovable, a base de biomasa cañera y el marabú, algo inédito en el mundo, según los especialistas.

Entre espinas y…

Desde lo alto del domo de la caldera, entre los sitios más elevados del municipio, el verdor de los campos de cañas y de otros cultivos se muestra con algo de esplendor; el visitante observa hasta las vías de acceso y las calles del poblado, no así las áreas de marabú que un día asfixiaron la zona por los cuatro costados.

Las reservas del espinoso están más lejos del enclave generador, incluso, los equipos cosechadores llegaron a cortarlo a más de 20 kilómetros de distancia, en el segundo de los cinco anillos de 10 kilómetros cada uno.

Cuando el recorrido exceda los 50 kilómetros, es decir, más allá del quinto anillo, el traslado de la biomasa no será conveniente, ni podrán hacerlo los tractores. Para entonces, habrá que buscar alternativas, otros medios de transporte y otra manera de acopiarla; habrá que hacer nuevas inversiones.

No han sido pocas las espinas. En la medida en que se retrasó la arrancada del central fue necesario moler marabú, más y más, tanto que han liberado de la malévola una cifra superior a las 6 000 hectáreas, de donde salieron 200 000 toneladas de biomasa; tierras que la agricultura y el propio Azcuba no les han dado valor de uso en su totalidad.

“Esa debilidad nos conviene, porque la aprovecha la espinosa para volver a crecer”, afirma Orlando Suárez Pino, gerente de operaciones y explotación del transporte de la empresa mixta Biopower S.A., cuyos accionistas son la británica Havana Energy y Zerus, esta última subordinada al Grupo Azucarero Azcuba.

En el campo una roedora, la única sobreviviente al paso del tiempo y al rigor del trabajo, lo tritura, lo desmenuza para que pueda ser engullido, quemado y convertido en electricidad.

En el rostro de Orlando se dibuja preocupación por el bajo coeficiente de aprovechamiento. Del parque de 11, solo cuatro permanecen activas, aunque hubo días de solo tener una en acción.

Contrario a la vox pópuli y al estado técnico que ahora exhiben, las cosechadoras son de excelente calidad y la entrada al país la certificó el Instituto de Investigaciones de la Maquinaria Agrícola. Lo que sucedió fue que el dinero de la inversión no fue suficiente para la compra de piezas, de nuevas cosechadoras, o para activar el taller de maquinaria, que nunca existió, razón por la que operadores y mecánicos deben reparar las averías en un medio tan hostil como el campo de marabú, a merced del sol, el sereno, el agua y hasta de raíles de punta, si cayeran.

“Cuando ellas entran en acción pueden tropezar con cualquier objeto porque lo mismo aparece un hidrante que una llanta de tractor, una pieza de cortadoras de caña, un block de motor… Nos hemos encontrado hasta muros de cemento sumergidos en el marabú y, si es de noche, cuando se dificulta la visibilidad, ya usted sabe. Las máquinas sufren tanto que hasta el color les cambió por los contantes “aruñazos” del marabú”, comenta el ingeniero Armando Urquiola Martín, gerente de logística de la empresa Biopower S.A.

Afirma que desde hace tres años no entran piezas, neumáticos, ni agregados —solo algunas correas llegaron hace tiempo— que aseguren la óptima disponibilidad técnica. “Antes que concluya el primer trimestre del 2022 se espera por alguna logística para reactivarlas. Han llegado algunos agregados, pero pocos. Mientras, buscamos alternativas propias que no siempre solucionan los problemas, porque son muy sofisticadas”, argumenta.

Entre los inconvenientes también se presenta el hecho de que están diseñadas para el trabajo en campos acondicionados para la cosecha de árboles, no para los nacidos en cualquier terreno, con irregularidades, huecos, elevaciones, objetos extraños y cuanto aparezca en el camino.

La ausencia de las cosechadoras ha paralizado la BE y el central en reiteradas ocasiones; la última, el pasado 19 de febrero; 13 días después de haber iniciado la zafra 2021-2022, el ingenio se vio obligado a salir del sistema por falta de la biomasa de marabú, en un momento en que molía al 60% de su capacidad y mostraba estabilidad en el funcionamiento.

A causa del nuevo tropiezo, le será imposible cumplir con las 62 041 toneladas de azúcar, si es que logra echar a andar su andamiaje hasta abril venidero, pondrá en riesgo la meta de la provincia y volverá a desatar la polémica nacional entre quienes aseguraban que “ahora, sí”.

“Entrará al ruedo cuando haya suficiente materia prima. Por lo pronto, se activó a principios de febrero pasado el Primero de Enero, que no estaba previsto incorporarlo a la contienda”, explica Eduardo Larrosa Vázquez, director de coordinación y supervisión técnica del Grupo Azucarero Azcuba en Ciego de Ávila.

Ante tantos traspiés, no admite más demora la búsqueda de alternativas para, en primera instancia, poner de alta las cosechadoras, máximas responsables, ahora, de que el Ciro Redondo haya detenido la molida. De igual manera, hay que agilizar la creación de centros de acopio de marabú en otros lugares de la provincia y buscar mecanismos para que terceros puedan vender la biomasa forestal en la propia BE, para lo que se requerirá de nuevas inversiones, entre ellas, una astilladora que convierta los árboles cortados en materia prima asequible a las calderas, como hacen en otras partes del mundo.

Y es que una zafra, en el caso del Ciro Redondo, también significa 106 días de vida para un municipio que depende casi en su totalidad de su central que, afortunadamente, no fue víctima del otrora redimensionamiento de la industria azucarera cubana; una zafra que no puede quedar patas arriba porque no haya biomasa forestal o por cualesquiera de las razones que sean, más si no se previeron.

Aunque la idea inicial fue sembrar en las áreas liberadas bosques, caña y otros cultivos, sería preferible dejar que vuelva a proliferar el marabú para continuar con el ciclo de cortarlo y hacerlo electricidad, necesidad de país.

Las palabras de la ingeniera en control automático Carmen Taboada Hernández, vicepresidenta de Biopower S.A., refuerzan esa tesis: “desde que iniciamos la generación, a principios del 2020, con resbalones incluidos, hemos ahorrados varios millones de dólares por la generación de electricidad con biomasa, sin el empleo de otro combustible”.

Según datos aportados por el Despacho de Carga de la Empresa Eléctrica de Ciego de Ávila, desde el 17 de enero de 2020 hasta el 19 de enero del presente año, los más de 138 000 megawatts/horas entregados por la BE al Sistema Electroenergético Nacional equivalen al consumo de aproximadamente 827 800 viviendas o al de los sectores estatal y residencial de la provincia de Ciego de Ávila durante dos meses, sin el empleo de unas 30 500 toneladas de combustibles en las termoeléctricas del país.

No sería una idea fantasmagórica, entonces, lograr armonía en la cadena, incluso, el fomento del marabú, si en la geografía avileña quedan unas 102 000 hectáreas ociosas y, según el último balance de uso y tenencia de la tierra, más de 22 300 permanecen libres de esa planta y pueden emplearse en los cultivos varios, la ganadería y la siembra de caña, sin tener que “tocar” las tierras donde existe la espinosa.

Bagazo, tropiezos y ¿bosques energéticos?



La falta de biomasa de marabú paralizó el central. Foto: Alejandro García Sánchez

Esta vez, el reportero concurrió con una parte de los cuestionamientos del reportaje “El tiempo de la bioeléctrica y la energía que necesitamos”, publicado en el diario Granma en abril de 2019, para casi los mismos protagonistas, con la diferencia de que esperaba respuestas más halagüeñas acerca del incremento de la producción y los rendimientos cañeros, muy deteriorados en los últimos años, mal que no es exclusivo del central avileño Ciro Redondo, ahora convertido en empresa agroindustrial.

¿Estarán los rendimientos agrícolas en condiciones de garantizar molidas altas y estables en el ingenio? ¿Habrá suficiente materia prima (marabú, bagazo) para la generación de energía una vez concluida la zafra? ¿Existirá un sistema de transporte que mantendrá estable el flujo de la biomasa? ¿Ayudarán los restantes dos ingenios del territorio y uno de Camagüey si su hermano, el Ciro Redondo, no es capaz de ponerle el bagazo que demanda la planta generadora? ¿Dispondrá la provincia de los bosques energéticos?

A esta sarta de preguntas, podría agregar otras: ¿Qué pasará cuando se acabe el marabú en el radio de los 50 kilómetros establecidos para la transportación con los equipos actuales? ¿Estará la agricultura cañera en condiciones de garantizar la materia prima para que el Ciro Redondo entregue la cantidad de bagazo pactada y con la calidad requerida durante los 180 días negociados en el contrato inicial?

A Raudel de la Torre Rodríguez, director de caña de la empresa agroindustrial azucarera Ciro Redondo; Yudiasqui Espinosa Era, jefe del grupo de caña, se les sumó el experto Víctor Diéguez Ogando, director de riego de la entidad, quienes no esquivaron preguntas, ni pusieron tapujos a la realidad, al sentido común.

Matices más, matices menos, concuerdan en que “aunque se quiera y lo intentemos, a corto plazo no habrá mejoría en la producción cañera de la empresa”. Fueron tan sinceros como francos, sin medias tintas ni respuestas complacientes.

A más de dos años del primer encuentro, las circunstancias debían ser otras, aunque se sabe, es imposible hacer caña por decretos y levantar la colonia en tan poco tiempo, con la falta de fertilizantes, herbicidas e insumos, a lo que se agregan los eventos meteorológicos y las chapucerías cotidianas en la siembra, resiembra, y la mala atención cultural a las plantaciones, el otro fenómeno que no acaba de desaparecer.

“Cuando uno suma elementos, afirma Víctor, el área bajo riego no llega ni al 50% de lo que debíamos tener para ponerle freno al deterioro de la producción cañera, que viene aparejado a muchas otras causas: los casi tres años de sequía, la tormenta subtropical Alberto, el ciclón Irma, la paralización del central durante dos años, la falta de nutrientes, el desfase de la época de corte, y la pérdida de las cepas”.

Si en un escenario ideal estuvieran los recursos disponibles, en unos dos o tres años las plantaciones podrían exhibir otra cara, pero asegurarlos en su totalidad sería más difícil que lograr el matrimonio perfecto entre la bioeléctrica y el central.

Para que haya bagazo, primero tiene que haber caña. La gran respuesta es que el Ciro Redondo, sin la ayuda de los coequiperos Enrique Varona, Primero de Enero y el camagüeyano Brasil, no podrá solventar la capacidad de su colindante. La caña no está “a tres trozos”, como dicen los guajiros, y no da para satisfacerla.

La nueva vecina es una troglodita que engulle, según el diseño original, 2 100 toneladas de bagazo en 24 horas en tiempo de zafra y de 1 200 a 1 500 de marabú en el período de inactividad del ingenio, aunque ahora lo mezclan a razón de un 40% del primero con un 60% del segundo, porque la relación fibra-meollo que envía el central no es la adecuada.

“Llega muy heterogénea, con diferentes tamaños y no como pide el proyecto. En ello también pudieran influir las variedades de caña, el estado que esté la materia prima cuando llega al central, si es vieja, si es nueva. Cualquier cambio genera un bagazo diferente”, especifica Taboada Hernández.

No obstante, el pacto es que el Ciro Redondo entregue bagazo y agua condensada, y ella, que generará 60 megawatt —incluidos los cinco de insumo y los ocho del central—, le concederá electricidad y energía térmica (vapor) para que pueda seguir el proceso, malogrado por uno y otro en más de una ocasión.

El divorcio se firmó desde el comienzo, porque mientras el financiamiento para construir la bioeléctrica y modernizar el central ascendía a más de 300 millones de dólares en su conjunto, la parte agrícola quedaba casi huérfana de dinero para las inversiones. No hubo una mirada integradora en el proyecto. Y si la hubo, no la materializaron.

Obviaron el requerimiento de que las obras inducidas de cualquier inversión deben adelantarse, incluso, algunos años, más si se sabe que no se trata de soplar y “hacer caña”, en un escenario agrícola deteriorado en extremo.

“De las 14 000 hectáreas del plan inicial para abastecer a la bioeléctrica, andamos por las 5 000, pero el agua sola y las buenas intenciones no dan caña; se necesita, además, el paquete tecnológico y el país no ha podido garantizarlo. Aun así, somos la empresa en Cuba que más áreas bajo riego tiene”, reconoce Raudel.

Cuanto se dejó de hacer, tiene su repercusión. El central y la bioeléctrica necesitan 1 184 000 toneladas de caña para los 180 días de actividad de la planta y realmente va a moler 671 000 toneladas, con el aporte de los tres ingenios antes mencionados.

Los cálculos, en papeles, revelan que la empresa tardaría cinco años en alcanzar las 800 000 toneladas, si la parte agrícola es sometida a un intenso proceso inversionista, con todos los insumos necesarios; si no ocurriera, el período podría extenderse. Imposible olvidar que el decrecimiento cañero se extiende por varios años y, al parecer, no se detendrá a corto plazo.

Víctor ejemplifica con otros datos: “Faltan poco más de 40 sistemas de riego por goteo, más de 10 máquinas de pivote central y unos 50 enrolladores. También es justo decir que no todos los productores cumplen con la actividad del riego como debieran hacerlo. Los tenemos buenos y malos. Las inversiones las dirigimos a los mejores, aunque los otros también se han beneficiado y sobre ellos redoblamos el chequeo para que todos estén al mismo nivel”.

Los desencuentros bioeléctrica-central azucarero han tocado a terceros. La UBPC Ilusión —una de las mejores del municipio en la producción cañera—, en las dos últimas zafras perdió 35 000 toneladas de caña, con una afectación económica de casi 2 000 000 de pesos, por­que retiraron el agua antes de la cosecha, como está establecido, pero no fueron corta­das. “Las cañas se secaron y las cepas murieron”, ejemplifica Alfredo Oropeza Díaz, presidente de esa organización, que no ha sido la única presa del deterioro.

Un recorrido confirmó que en el campo predominan las plantaciones debiluchas, enyerbadas, asfixiadas por bejucos y malezas que frenan el desarrollo. También las vio con otros rostros en las CPA Ignacio Agramonte, en un goteo de la CPA Triunfo de la Revolución y en la base productiva Ilusión, donde incluso, está vigente el récord en rendimiento cañero para Cuba y la América Latina, con 276 toneladas de caña por hectárea en un sistema de goteo, hace varios años. Unas pocas golondrinas no hacen verano.

Para que las exigencias vinculadas al aumento de la producción cañera no queden en meras pretensiones, se torna forzoso la creación de una infraestructura adecuada a los tiempos que corren: brigada de mantenimiento y atención al riego, con grúas, personal calificado, ingenieros, como parte de una logística que hoy no existe, a la que se suman los fertilizantes y nuevas formas de hacer para el fomento de campos vigorosos para que la materia prima llegue al basculador.

Yudiaski afirma que disponen de un programa agrotécnico bien concebido, de trabajo en composición de bloques, sin picotillos y tratan de hacerle todo lo que demandan, desde la preparación de tierra hasta el corte. “Tenemos que empinarnos por encima de las dificultades y hacer la caña que necesitamos”.

Si todo ese entramado se resuelve, habrá caña. Solo así el Ciro Redondo podrá igualar la pulseada con su vecina, por demás, si la naturaleza ayuda: sin el azote de ciclones tropicales, ni sequías, ni la aparición del niño o la niña o cualquier otro fenómeno que pudiera andar en el ambiente.

“La bioeléctrica, afirma Víctor, vino a complejizarnos la vida a los agrícolas, pero si ella no estuviera, hoy no tendríamos tanta preocupación por revivir la colonia y eso nos conviene. Algún día habrá caña. Sentimos presión, mucha presión, más, en los momentos actuales cuando no hay nada que echarle al plantón. La industria es un monstruo bueno y la agricultura no”.

Otros de los atajos obligado es el fomento de los bosques energéticos, no previstos en el inicio de la inversión y tan necesarios como la biomasa de bagazo y marabú.

En apenas dos párrafos, Yodelvis Rivera Pelegrín, director general de la empresa agroforestal de Ciego de Ávila, sintetiza la magnitud de un problema hecho astillas y sin solución hasta ahora.

“¿Imaginas que de las poco más de 3 000 hectáreas previstas en el programa vinculado con la bioeléctrica hasta finales del presente 2022 tengamos plantadas hasta ahora solo 307, y con esfuerzo propio? ¿Imaginas que para este 2022 no tenemos nada planificado para la siembra y si lo tuviéramos no podíamos acometerla porque no disponemos de los recursos?

“¿Imaginas que no existe en la empresa el aseguramiento necesario para enfrentar la preparación de tierra, el mantenimiento, la producción de posturas en cinco viveros tecnificados que aún no tenemos? ¿Imaginas que los bosques energéticos tardan de seis a ocho años en aportar la biomasa? ¿Imaginas? ¿Imaginas?”.

Más que de velocidad, la carrera es de resistencia y con obstáculos. Simples operaciones matemáticas revelan que en el tiempo en que no haya zafra, la bioeléctrica necesitará unas 250 000 toneladas de biomasa y ¡dos millones de toneladas! si hubiera que esperar a que los bosques energéticos entren en producción, mientras eso no suceda, habrá que seguir moliendo marabú, esté donde esté y a expensas de que las reservas se agoten.

Enseñanzas contra naufragios

Podrá haber otros secretos por revelar, impagos incluidos entre las partes involucradas en el megaproyecto, pero no fue necesario profundizar tanto en el asunto, que podría ser tema para otro trabajo periodístico.

El proceso inversionista de ambas obras, más que megawatts de corriente, ha generado no pocas incongruencias, dudas e insatisfacciones, acrecentadas por la tensa situación por la que ha atravesado el país en la producción de corriente, mientras se dilataba en el tiempo la construcción de la planta y la reparación del central.

También deja enseñanzas para evitar naufragios en futuros negocios similares, que no deben dar márgenes a equívocos por lo que significa para el país y para merecer la confianza de la inversión extranjera.

No es descabellada la idea, por ejemplo, que las nuevas bioeléctricas nazcan y convivan bajo contrato de administración, pero el financiamiento debe ser centralizado y empleado en todas las áreas: en la propia bioeléctrica, la agricultura, la industria, el central azucarero, el fomento de bosques, la infraestructura de almacenes, el taller para la maquinaria agrícola, la siembra de caña energética; que sea un proyecto integral, con unidad entre todas las partes, a diferencia de este, que se concibió a retazos, incluidos momentos de “tú por allá y yo por acá”. Eso atentó contra la armonía y el buen desarrollo de ambas inversiones.

Varios de los requisitos establecidos en el contrato de Ingeniería, Procura y Construcción por parte del contratista no pudieron cumplirse en tiempo a causa de la covid-19; entre los más perentorios, la capacitación del personal para cuando llegue el “Día Cero”, fecha en que la BE será operada netamente por el personal cubano.

Carmen, una ingeniera que ha estado vinculada con el proyecto desde antes de 2017, cuando pusieron la primera piedra, a cada rato sueña; sueña que algo pasa en las calderas, en el rotor, en las máquinas cosechadoras, en los transportadores del central, en la falta de biomasa; sueña en que la bioeléctrica y el central dejaron de funcionar. Ojalá toda incertidumbre y tropiezo sea solo eso: un sueño y no una pesadilla.