Mucho hemos estudiado los cubanos de Filosofía y Economía Política,
marxista por demás. En todas las universidades y carreras son asignaturas
básicas desde el primer año y para todos los planes de estudio. La finalidad de
estos estudios es que los profesionales tengan una visión objetiva de la
realidad y que sus actividades postgraduados se realicen de forma consciente
del entorno cambiante (dialéctico) donde se desarrollan.
En el caso de los economistas esta base filosófica es aún más necesaria,
pues dicho sea de paso la Economía Política es el fundamento esencial de todo
el sistema de relaciones de producción, distribución, cambio y consumo.
No obstante esta cultura adquirida no somos capaces de distinguir cuando
estamos en el campo de las ideas subjetivas (utópicas) o cuando son objetivas y
realizables.
Para ilustrar la diferencia entre objetivo y subjetivo señalaré que cuando uno
toma una pelota en la mano y la suelta esta cae al suelo, queramos o no, cae al
suelo, aunque pensemos que no nos conviene que caiga al suelo, aunque creamos
que las pelotas deben subir al cielo, que cuando la soltemos debe ascender,
ella cae al suelo, independientemente de lo que pensamos, independientemente de
lo que digamos, independientemente de lo que gritemos, independientemente de
que hagamos una consigna aclamando porque las pelotas deben ir al cielo, cuando
la soltamos caen al suelo. Y cuando caen al suelo su destino es un cúmulo de
probabilidades que dependen de otras condiciones que tampoco están al alcance
de nuestras ideas. Todo pasa como nos enseñaron porque estamos en presencia de
una realidad objetiva que responde a leyes objetivas.
Las leyes objetivas más generales que controlan el sistema de relaciones de
la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, se demuestran a través de la
experiencia de grandes pensadores en la historia de la humanidad y organizadas
entre otros por Carlos Marx en un sistema filosófico que presenta dos
vertientes: el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. Y este
sistema sirve de método para el estudio de la Economía Política, que por su
parte estableces Leyes objetivas y esenciales para la ciencia económica.
Si hasta aquí estamos de acuerdo, nos surgen preguntas al azar, qué pasa
con nuestra economía que no logra resolver sus problemas fundamentales. Porqué
con tanto conocimiento no se dan pasos irreversibles. Después de más de 60 años o quitemos los 20
primeros de la Revolución no se avanza sosteniblemente.
Hoy se nos convoca a la innovación y al uso de la ciencia como herramienta
de dirección para dar solución a nuestros problemas. El enfoque está muy
bien planteado, pero en la práctica el
actuar presenta contradicción entre el deseo y la realidad, es decir las
medidas no son objetivas, no se sabe a dónde va la pelota si es que se conoce
que caerá al suelo.
Convocar la necesidad de incrementar la producción, de ser eficientes, no
pasa de ser una idea si no va acompañada del conocimiento objetivo de lo
necesario para que esto ocurra. La simple exhortación a lo que hay que hacer y
que en muchas ocasiones todos conocemos no se cumplirá, no es garantía para su
cumplimiento. Tampoco basta con que sean tareas de un pleno, que se chequean
con relativa periodicidad, pues siempre tendrán justificaciones para lo que no
se cumplió, y las justificaciones generalmente si son objetivas porque son la
causa de que la ineficiencia perdure y sobre las que no se ha trabajado.
Entonces se debe trabajar sobre los fundamentos de nuestra sociedad, esos
que nos hacen ser una sociedad diferente y pensar diferente, pero sin dejar de
ser humanos, los humanos que independientemente de lo que nos digan somos el
resultado del entorno en que vivimos y tendremos las mismas necesidades que
cualquier otro en cualquier parte del mundo y actuaremos como tal, humanamente.
Necesidades que pueden ser propias de nuestra naturaleza y otras asimiladas por
la experiencia y el entorno en que vivimos.
Si tenemos en cuenta todas esas cosas para resolver los problemas de
nuestra economía, deberíamos pensar en primera instancia que cuando al hombre
se le dice que la propiedad de los medios de producción (fábricas, empresas) es
social, que todos somos dueños, que esto está fundamentado institucionalmente,
y lo convierte en una realidad objetiva, el hombre tiene que auto demostrarse con
acciones que él puede actuar como dueño, que él tiene poder de decisión, que él
puede influir y determinar en su radio de acción más estrecho. De no ser así la
realidad objetiva deja de serlo, quedando en letra muerta y convirtiéndose en
otra cosa, el dueño es El Estado no soy yo.
Entonces la realidad objetiva es que el dueño es el Estado y por lo tanto
la explotación del hombre por hombre, tan bien estudiada y aprendida, es otra
realidad objetiva y todos somos sujetos de dicha explotación por el estado,
cuestión que nos aleja de la responsabilidad de actuar como preservadores de
los medios de producción y entusiastas emprendedores de la eficiencia en la
utilización de estos medios.
Esta es una de las cuestiones por las que las medidas no cumplen su
objetivo, porque no tienen en cuenta al hombre, ese que debe ejecutarlas, él no
tiene motivación para hacerlo, no existe la identificación del trabajador con
la propiedad y se limita a cumplir orientaciones hasta un límite dentro de lo
que él considera su aporte por el
salario recibido.
En cuanto a los beneficios sociales que todos recibimos, por la misma
cuestión de que el dueño es El Estado, se siente que más que un beneficio es el
pago por el excedente de trabajo no remunerado producto de la explotación. Esta
cuestión la abarque en un trabajo anterior “Los subsidios en Cuba”.
Hoy se han aprobado medidas para potencializar el trabajo de la empresa
estatal y habría que preguntase si alguna modifica la capacidad de acción de
los trabajadores sobre su propiedad. Si en alguna de ellas los trabajadores
pueden escoger a sus dirigentes, si en alguna de ellas los planes no necesitan
aprobación detallada del Ministerio de Economía y Planificación. Si en el
entramado estructural de las grandes empresas y sus unidades subordinadas el
trabajador directo puede influir en las decisiones. Solo un cambio en la
legislación que identifique al hombre con la propiedad hará que la propiedad
social sea una realidad objetiva. A partir de ese momento todas las
orientaciones, medidas y chequeos se deberán hacer en función de que los
trabajadores son los dueños y que solo ellos pueden decidir qué es lo mejor
para la empresa en función de obtener los resultados esperados por la sociedad. Las estructuras
superiores no irán a la base a exigir cumplimientos, irán a rendir cuenta de su
gestión a partir de los aportes de la empresa, irán a trazar políticas de
desarrollo para el bien común.
Si analizamos la realidad objetiva desde la base hay que preguntarse, quién
conoce mejor la máquina que produce, quién sabe las materias primas que
necesita, quién sabe cuán productivo puede ser. Solo el obrero en sentido
general conoce con exactitud que pasaran en cada momento según las operaciones
que realizará esa máquina, las condiciones necesarias para que esta aporte de
la forma esperada, y podemos generalizar
en la fábrica y en la empresa.
Pero el estado también existe de forma objetiva y le corresponde orientar
en función de que él es representante de la sociedad en general, y no de los
obreros y trabajadores en particular. Por lo tanto tendrá la tarea de
distribuir la riqueza obtenida a partir de los impuestos y contribuciones. Pero
conociendo objetivamente que cada
ciudadano debe sentirse representado, que mientras existan ciudadanos
inconformes la dirección de la sociedad
no es correcta.
Ser objetivo en la dirección de la sociedad es tener conciencia de lo que
pude hacer un hombre cuando sus necesidades son apremiantes y cuando sus
necesidades son abundantes. Tener conciencia de que la población seguirá una
tendencia creciente y por lo tanto la producción debe crecer para poder
satisfacer sus necesidades. De nada vale apelar a la conciencia si no se es
consecuente con el actuar esperado de la masa a concientizar.
Muchos ejemplos en la producción son muestras de que las medidas no
responden la realidad objetiva donde se desarrolla el proceso de creación de
valor y por lo tanto son letra muerta desde el mismo momento que se firman.
Muchas medidas tienen solo aspectos cumplibles sin llegar a la esencia y por lo
tanto el resultado final solo queda en la intención.
Ser objetivo es actuar conociendo que la producción es el resultado de la unión de los Medios de Trabajo (equipos y herramientas) con los Objetos de Trabajo (materias primas) a través de la Fuerza de trabajo (el hombre), es saber que solo el hombre los une y transforma en los bienes de consumo necesario, que por lo tanto él y solo él es quien debe estar estimulado para realizar la transformación necesaria de la sociedad.