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viernes, 5 de agosto de 2022

El mercado de divisas y la reforma, no hay jardín sin flores. (A propósito de una decisión reciente)

Por Julio Carranza
      Luis Gutiérrez

No es el propósito del presente texto, ni de ningún otro que hemos escrito, hacer críticas constantes, molestas e incisivas a las decisiones que se toman para enfrentar los complejos problemas de la economía cubana, afectada por difíciles coyunturas internacionales y por una política de agresión y bloqueo que no cesa. Mal se hacen a sí mismos y a la discusión comprometida los que en todo análisis ignoran o no reconocen explícitamente estas circunstancias. Sin embargo, como hemos expresado muchas veces, ni los problemas ni las posibilidades de avance de la economía cubana se reducen a estas difíciles condiciones en medio de las que se encuentra.

Hay un amplio espacio para avanzar a pesar y sin ignorar estas complejas realidades. La economía cubana tiene por un lado serios problemas estructurales, acompañados por un modelo económico a todas luces obsoleto y a la vez sufre una crisis macroeconómica agudizada por acontecimientos recientes (el arreciamiento del bloqueo, la pandemia, la inflación internacional, más la falta del avance adecuado de la reforma económica). La política económica del país, no obstante las restricciones exógenas, debe enfrentar todas las dimensiones de esta situación sin que unas medidas se contrapongan o neutralicen otras que son esenciales para la solución estratégica de esta muy delicada situación.

Hace muchos años, más de 25, que hemos estado reiterando la necesidad de una reforma fundamental e integral de la economía. Esta es condición necesaria, imprescindible, para el avance del país, incluida la preservación de su soberanía y de su proyecto de nación socialista, de justicia e inclusión social. Sin una reforma clara y profunda del sistema todo lo demás se convierte en una quimera no sostenible, fuerzas externas e internas que lo adversan no faltan.

Es la percepción de este riesgo real y latente el que nos hace mirar con una perspectiva integral lo que en el país se decide, sin economicismos, pero con un sentido sistémico de la economía. De más está decir que cualquier análisis se basa en la humildad que emana de comprender la complejidad de la situación, en la cual nadie es portador de la verdad absoluta, no es aceptable ni la infalibilidad de las decisiones oficiales, ni “la tiranía de los expertos”.

Lo anterior viene al caso porque recientemente se han aprobado diversas medidas que parecen apuntar a mantener el curso de transformaciones que en diferentes instancias políticas se han aprobado. Vistas por separado todas ellas son portadoras de razones y argumentos, sin embargo, su calificación sólo es acertada si se miran en el contexto de la reforma integral que debe ser, es ahí donde inevitablemente aparecen problemas que deben ser apuntados, considerados, evaluados y corregidos.

Como parte de los diversos análisis que hemos expuesto, destacamos el hecho de que la inflación es uno de los mayores problemas que tiene hoy la coyuntura nacional, con fuertes impactos no sólo económicos, sino también sociales y políticos. Hay más de un factor en la coyuntura internacional que dan lugar a presiones inflacionarias en todas partes, pero también hay más de un factor en la economía interna y en las medidas que se vienen aprobando que alimentan fuertemente la inflación.

La llamada tarea de ordenamiento monetario, iniciada en enero del 2021, de problemático cuestionamiento en sus inicios, como sucede con toda política oficial, pero ya hoy de hecho cuestionada por la propia política oficial, tuvo consecuencias negativas para el país y la sociedad, no porque sus objetivos generales fueran incorrectos (establecer la circulación de una moneda única y unificar las tasas de cambio) sino porque el momento, la secuencia, los detalles y la falta de mecanismos para enfrentar desviaciones y shocks que la acompañaron dieron lugar a una respuesta altamente inflacionaria y no propiamente a una recuperación de la economía como se anunció con insistencia. Esto era previsible y hasta cierto punto evitable, así se señaló entonces en análisis serios de varios economistas cubanos.

En nuestra opinión, ante esta situación, en parte impuesta por las circunstancias internacionales y en parte provocada por decisiones internas (no sólo el ordenamiento, también lo que vino después como el reparto amplio de utilidades empresariales sin respaldo en resultados productivos reales, la descentralización de precios, el incompleto ajuste de la política tributaria, los aumentos de salarios y pensiones en ciertos sectores, etc.), se necesita una respuesta urgente e integral, por el lado de la oferta, por el lado de la demanda y con una política monetaria, cambiaria y fiscal bien fundamentadas.

Hasta ahora eso no ha sucedido de manera suficiente, y tampoco sucede con la reciente decisión de establecer una nueva tasa de cambio oficial con una fuerte devaluación del peso cubano, al nivel que esta se mueve en el mercado ilegal (1 USD : 120 CUP), acompañada por el sostenimiento de la tasa fijada desde principios de 2021 (1 USD : 24 CUP), ahora aceptando su flotación, todo lo cual en la práctica y en esencia significa un regreso a la situación de cambios múltiples existente antes del ordenamiento, con el avance de un mercado de divisas incompleto, que sólo permite hasta ahora, la venta de divisas pero no su compra, o sea, el mal que había sido atacado y anunciado en su superación, en realidad ha renacido con todas sus consecuencias y esto sucede porque su solución no está única ni exclusivamente en la esfera de la circulación monetaria, sino en toda la economía nacional, de manera esencial en su esfera productiva.

Hay factores positivos en esta decisión, tanto para fomentar el turismo internacional, ahora con acceso legal y rápido a la moneda nacional con una tasa más favorable para ellos, también es una vía para la mayor capitalización de las remesas, lo cual impacta positivamente sobre todo en partes del sector privado y cooperativo. Sin embargo, esta decisión no está acompañada aún por un avance significativo en la mayor descentralización y racionalización de las empresas estatales cuyo nivel, en general, de baja eficiencia y costos excesivos, continua siendo un fuerte arrastre para la economía nacional, ni se amplían suficientemente las condiciones operacionales de los emergentes actores no estatales (acceso directo al comercio exterior, mercados mayoristas abastecidos, etc.), y muy importante, tampoco se les permite a estos completar el ciclo económico puesto que no pueden comprar divisas para asistir a los mercados en MLC, que son imprescindibles para su reproducción, igualmente no se articula un mayor despliegue de proactividad de otras instituciones públicas como el correo, los bancos, los seguros, etc., imprescindibles para el funcionamiento eficiente de una economía moderna. Todo lo anterior son factores fundamentales para una mayor respuesta productiva en los diferentes sectores de la economía nacional.

La reforma de las empresas estatales requiere un acápite aparte, sobre este tema volveremos en textos futuros. Para el proyecto socialista cubano, en el cual la propiedad estatal es, no única, pero si preeminente, es esencial la discusión del dilema principal-agente y sus implicaciones para el llamado “buen gobierno” de sus empresas públicas esto incluye, entre otros aspectos: la revaluación de los ministerios y otras entidades y sus funciones; el reanálisis, mayor acotamiento, reducción y reorganización de las OSDEs y empresas existentes; los mecanismos de creación de nuevas empresas estatales o su cierre cuando sean insostenibles; la ciencia, la innovación y su introducción productiva; el papel y composición de las juntas de gobierno y su relación con las Asambleas del Poder Popular a sus diferentes niveles, tanto nacional como local y con las administración de las empresas del estado, la mayor descentralización; son todos temas centrales y su solución es determinante en el curso de la reforma integral de la economía. De esa solución también dependerá la inserción exitosa de las empresas públicas en el futuro mercado cambiario.

Desafortunadamente, y debido a una evaluación muchas veces “bucólica” de las contradicciones sociales, la existencia de este dilema, descrito tempranamente por Marx, no se atendió suficientemente en las economías socialistas europeas del Siglo XX, de manera que, como indican algunos autores: “… fue en lo que se conoce como el problema principal-agente, que la economía de mando registró sus mayores problemas” (Samuelson & Nordhaus, 2010).

Volviendo a la reciente medida que motiva este texto, es cierto que no se disponen de divisas suficientes para completar el mercado monetario debido a los déficits existentes, sin embargo, caben las preguntas de si no sería conveniente dedicar a ello una parte de las reservas (por exiguas que estas sean) o conseguir préstamos internacionales a tal propósito (habría que hacer los cálculos necesarios), lo cual permitiría por un lado incentivar el ciclo económico, aumentar la respuesta productiva y poner bajo control el mercado interno de divisas, o de por qué no se previó su articulación anteriormente, con menos presiones inflacionarias si el objetivo fuera la acumulación temporal de divisas para su posterior venta y establecer este mecanismo como un factor esencial en el funcionamiento dinámico de la economía nacional. Aún en el caso de que hubiera sido inevitable en un inicio breve abrir sin venta de divisas, se debían al menos prever acciones monetarias y fiscales temporales para controlar el potencial nuevo impacto inflacionario de esta decisión, que nuevamente afectará más a los sectores de menores ingresos relativos.

En cualquier caso, debe completarse de manera rápida el mercado de divisas que se anuncia, en su oferta, su demanda, de ida y vuelta, con las adecuadas y dinámicas regulaciones que le deben corresponder en una economía como la cubana, pero ésta tiene que ser parte de las transformaciones más profundas que necesita la economía nacional. Ninguna medida aislada, ni “grupo de medidas”, que no respondan en concepto, secuencia e integralidad a la reforma económica necesaria, podría o podrían superar estratégicamente los problemas que hoy golpean al país.

Se debería continuar avanzando y ganar mucho más en integralidad y coherencia. Sin ese proceso no hay futuro próspero posible y sí muchas dificultades repetidas y con frecuencia agravadas. Esto lo mencionamos no porque el pasado pueda modificarse, sino porque debe ser una fuente de aprendizaje con vistas al futuro. Insistimos en que el tiempo es una variable crítica.

5 de agosto 2022

Notas:

Samuelson, P., & Nordhaus, W. (2010). Economía con aplicaciones a Latinoamérica. México: McGraw-HIll Interamericana Editores, S.A. de C.V.

La compra de divisas del Estado: un camino sobre un callejón de piedras

¿El país cuenta con los recursos para mantener estas medidas en el tiempo, sin retrocesos? ¿Qué podría suceder con ellas?

Por Omar Everleny, OnCuba



El pasado 21 de julio del 2022, en el marco del Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil Fernández anunciaba una serie de medidas —algunas de ellas como deseos—, encaminadas a recuperar la economía cubana.

Pero la “medida” más debatida a nivel popular por su posible impacto fue la relacionada con la creación de un nuevo mercado cambiario para la compraventa de divisas a la población con un tipo de cambio “económicamente fundamentado y donde se trabaje con todas las divisas, incluyendo los dólares en efectivo”.

El pasado miércoles 3 de agosto el propio ministro anunció el inicio del mercado cambiario en el país a partir del 4 de agosto, pero aclarando que solo se comprarían divisas y que en otro momento, no anunciado, se venderían.

Se reconoció que la existencia de un mercado formal de compraventa de divisas era, efectivamente, una pieza que faltaba en el “Ordenamiento Monetario” —que más bien ha desordenado la vida de la sociedad en su conjunto. Dicha inexistencia estaba provocando una tasa elevada en el mercado informal de divisas, lo que a su vez impactaba los precios de los bienes.

Una contradicción es que la medida se aleja del interés inicial de una unificación cambiaria, es decir, ese camino no es por ahora. Según se desprende de las palabras del ministro, será en el escenario B, pero no se aclara si B será más allá de lo que se pueda suponer. Ahora habrá tres tasas de cambio: la oficial, la de compra de divisas y la informal, que seguirá existiendo.

El país necesita recuperar las divisas que circulan sin que el Estado pueda utilizarlas en bien de la sociedad, dijeron los planificadores.

Lo primero que resalta de lo anunciado es que se aceptó una nueva devaluación del peso cubano, toda vez que la tasa oficial no reconocía el valor real del mercado.

El segmento de los visitantes internacionales a Cuba se beneficiará de las nuevas tasas anunciadas al cambiar en las casas de cambio (CADECA). Obviamente, no es lo mismo la tasa de cambio que estaban recibiendo los turistas de 1 por 24 que la nueva (1 dólar por 110 pesos). Es decir, la gastronomía y los bares, entre otras actividades, estaban funcionando hace mucho tiempo con precios relacionados con las tasas de cambio del mercado informal, siempre superiores a 1 dólar por 110 pesos cubanos, por lo tanto, para ellos los precios eran superexcesivos.

También se estimularán las transacciones internacionales mediante envíos por transferencias, ya que no tendrán aranceles bancarios, como las operaciones en moneda física.

No todos los analistas pudieron avizorar que hace mucho tiempo atrás las cadenas hoteleras presentes en Cuba estaban ofreciendo sus paquetes turísticos a los nacionales a precios multiplicados por 100 o más —es decir, 1 dólar igual a 100 pesos cubanos. Esa ya era la señal de que se estaba aceptando la tasa de cambio informal en sus análisis de precios.

El punto era que el Estado comentaba que las tasas de cambio que se publicaban en distintos medios no eran reales, sino subjetivas. Tenían el propósito de incidir en la elevación de las mismas, se influían desde el exterior, etc., es decir, se les restaba importancia a las tasas informales vigentes. Ahora resulta que se trata de las mismas tasas que sirvieron de referencia para las tasas anunciadas —por ejemplo, de 1 dólar por 120 pesos cubanos desde el Banco Central y de 1 a 110 por los bancos comerciales, CADECA, etc.

Hay una primera pregunta al aprobar las nuevas medidas: ¿se estudiaron sus ventajas y desventajas, es decir, se calcularon los pros y los contras y sus riesgos? Dicho de otra manera: ¿el país cuenta con los recursos para mantener estas medidas en el tiempo, sin retrocesos? ¿Qué podría suceder con ellas?

Si la demora entre la compra de divisas por el Estado y la venta de divisas a la población se alarga mucho en el tiempo, se producirían nuevas tasas informales de cambios más altas que la que hoy ofrece el sistema bancario.

Si un comerciante que necesita salir a comprar insumos al exterior para sus negocios, paga por la divisa una mayor cantidad de pesos cubanos (por haberse incrementado la tasa de cambio), automáticamente se lo carga a las mercancías que vende. Son reglas muy básicas.

No se puede olvidar tampoco que una parte de las divisas que se compran en el país tienen como objetivo la emigración, y que por consiguiente se comprarían a la tasa informal existente. Y que, además, una de las causas de esa emigración tiene perfil económico y de esperanza, y esta última se relaciona con el bienestar de la familia cubana. Aún no se ve en el mediano plazo la solución de los problemas acumulados por la nación.

Por otra parte, se aclaró que cuando se empiecen a vender divisas, las cantidades serán limitadas.

La entrada de pesos cubanos a la circulación por parte del Estado aumentará la masa monetaria. Esto fertiliza la inflación en medio de la escasez de alimentos y bienes, y la alta especulación existente, junto al mercado negro de acaparadores o “coleros”.

Hay que recordar aquí que Cuba es el país de las medidas y los planes, y que las metas y resultados no van casi nunca en línea con las aspiraciones de la población. El tiempo de espera está agotado. La población que aún no ve la luz al final del túnel busca otras alternativas.

En las mentes y manos de los asesores, esos a los que se refería el ministro en su alocución, y de los decisores de política económica, están los destinos de la nación. Hay que analizar bien todos los factores y acabar de entender que la economía es una ciencia. Si no se utilizan correctamente las variables del caso, los resultados pueden ser adversos.

Y hay otra pregunta: en este nuevo tema cambiario: ¿dónde quedan los asalariados, los jubilados, la población en situación de pobreza de ingresos, es decir, los que no estén conectados al circuito de las divisas?

El Estado cubano debería reconocer que debido al carácter objetivo de las leyes económicas, cualquier ejercicio que se quiera realizaren esta área, al margen de sus buenas intenciones, no puede hacerse intentando convencer al mismo Estado de que no puede guiarse por el mercado. En la práctica, eso es lo que ha venido sucediendo, pero con incoherencia y lagunas.

Los 75 anuncios de las aspiraciones del Estado deberán venir acompañados de medidas más audaces. Las autoridades saben cuáles son, entre ellas las importaciones privadas comerciales, nuevos oficios para ser Mipymes, mercado minorista extranjero… Pero aún hay reticencia.

Massa y las primeras medidas. Hay equipo y anuncios de subordinación al FMI

Por Julio C. Gambina

Asumió Sergio Massa y su equipo en el nuevo ministerio de economía en el que resume tres anteriores (economía, producción y agricultura). La primera acción consistió en esperados anuncios, sin demasiadas precisiones, pero definiendo un rumbo de subordinación al ajuste acordado con el FMI.

En principio, no satisfacen ni al poder concentrado de la economía, ni a la población trabajadora desfavorecida por la lógica del ajuste recurrente en la dinámica del capitalismo actual.

Lo más importante a señalar es que se sostienen los acuerdos con el FMI, gran condicionante de la política en el país, especialmente en lo relativo a metas de ajuste fiscal, monetario y el privilegio a las obligaciones derivadas de la deuda pública.

Es una lógica en curso, de arrastre de la gestión de los funcionarios que previamente asumieron el cargo, y ratificado en el gesto de subordinación explícito al organismo internacional. Es que antes de anunciar estas medidas, y antes de jurar como ministro, Massa anticipó a las autoridades del Fondo la política a implementar.

La auditoría del FMI es más que controles trimestrales de lo hecho. Es un verdadero cogobierno.

En el rumbo de la gestión está la disminución del déficit fiscal, con la meta de arribar al -2.5% del PIB para el 2022, lo cual augura un profundo ajuste de las cuentas públicas. No se percibe aun el recorte, aunque se insiste en el congelamiento de la planta de personal y la continuidad que podemos imaginar en la sub ejecución presupuestaria.

Un tema central pasará por la disminución de los subsidios a la energía, informando que más allá de aquellos que no solicitan el subsidio, para los que sí lo demandaron habrá límites al consumo y por lo consumido por encima tendrán incrementos tarifarios. Se trata de continuar la política de transferencia del costo de la energía a los consumidores, situación expresamente acordada con el FMI.

Destacó Massa que no habrá una importante devaluación, en el mismo sentido que lo sostenían sus predecesores y el gobierno en cabeza del presidente. Eso no excluye rumbo persistente de adecuación del tipo de cambio oficial, incluso por encima de la inflación. Se trata de una devaluación persistente, cotidiana, que afecta a quienes perciben ingresos fijos, especialmente de menor monto. La devaluación continuará, de manera progresiva y en función de que avancen las otras medidas destinadas a frenar la “corrida cambiaria” y a fortalecer la posición de las reservas internacionales. En ese sentido, se comunicaron medidas que apuntan a estabilizar el mercado cambiario.

Se anticipan diálogos para el consenso, con el sector empresario, grandes productores y exportadores, no solo del agro, sino también de la minería, de la industria y de servicios, especialmente de la llamada “economía del conocimiento”, con la intención de inducir la liquidación de exportaciones.

Resulta entonces imaginable la extensión del “dólar soja” a otras áreas que también demandan tratamiento diferenciado con mejoras en el ingreso por exportaciones. Son medidas con efecto devaluatorio y de diversificación del tipo de cambio.

Se anunció una convocatoria a conversaciones con trabajadores y empresarios, para plantear el tema de la actualización de los salarios, pero obviamente ahí estará la contrapartida empresaria por los precios.

Informó Massa la convocatoria al diálogo a la Mesa de Enlace, con respuestas críticas de algunos de sus integrantes, que sostuvieron no estar dispuestos para una foto, sino para soluciones efectivas.

Más allá de diálogos futuros anticipó acuerdos con exportadores del complejo agroindustrial para una liquidación anticipada por exportaciones por 5.000 millones de dólares en los próximos 60 días. Se trata de contradicciones hacia el interior del sector agropecuario, de productores que no exportan directamente y están en la base del reclamo devaluatorio. Es algo que puede inducir la continuidad de las presiones para una devaluación.

Un monto similar de 5.000 millones de dólares se espera por préstamos internacionales, de organismos internacionales y la banca privada transnacional.

Así, entre liquidaciones anticipadas y prestamos se promueve el dudoso ingreso de unos 10 mil millones de dólares para los próximos dos meses, favoreciendo el stock de reservas internacionales y los compromisos en divisas del] Estado nacional.

Se anunció la refinanciación de la deuda pública a vencer en el próximo periodo, parte importante de la misma en poder de ámbitos gestionados por el propio Estado, caso de la ANSES y el Fondo de Gestión de Sustentabilidad.

Anticipa una mecánica esperable de renegociación recurrente de la deuda pública en poder de organismos de gestión estatal. La intención es que el sector privado acompañe ese accionar en materia de renovación de la deuda pública.

Los anuncios, como con Guzmán o con Batakis, están orientadas al mercado, es decir, a quienes dominan la relación mercantil, el poder económico. Apuntan a contener la presión cambiaria, que se aceleró en la previa a la designación del ministro.

Para los sectores sociales más empobrecidos, los mensajes fueron escasos: un bono para los jubilados, sin mucha precisión. Si se informó la auditoria para los planes sociales, tarea asignada a las universidades públicas.

Una medida criticada por los movimientos sociales y que no se condice con otros reclamos de auditoría, especialmente en lo atinente al endeudamiento público.

Ese es el reclamo de la auto convocatoria por la suspensión de los pagos de la deuda y una auditoría con participación popular.

Así como pretenden auditar planes sociales, debería auditarse la deuda antes de pagar y sustentar el acuerdo con el FMI. Una cuestión que bajaría rápidamente el gasto y contribuiría al saneamiento del déficit fiscal.

Son pocas las precisiones planteadas en los anuncios y el gran interrogante es si alcanza a los sectores del poder económico con los guiños que se presentaron hoy por Sergio Massa.

En el mismo sentido, si al sector social popular, sindical, movimientos territoriales, le alcanza con estos anuncios de un bono para jubilados y muy pocas otras precisiones favorables para los sectores de menores ingresos.

Por eso, el gran interrogante es si las medidas informadas tendrán impacto en la contención inflacionaria, importante para el mes de julio y agosto y una proyección en torno al 90% para el año, y más específicamente si contribuirán a modificar el humor de la presión del poder y en sentido inverso, las demandas y reclamos de los sectores sociales desfavorecidos por sus reducidos y deteriorados ingresos.

Se trata de interrogantes sobre la evolución de la política en tiempos de cercanía de renovación de la gestión presidencial para el 2023 y de estabilización del orden capitalista en tiempos turbulentos de la situación mundial.

Buenos Aires, 4 de agosto de 2022


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Julio C. Gambina
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
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El Estado cubano interviene en la compra de divisas: Dos economistas opinan

 En este artículo: Banco, Cuba, Economía, Estado, Moneda, Precios

 



En la práctica el estado ha salido como un competidor al mercado cambiario informal (Rafael Montejo Véliz)

En la práctica, el Estado ha salido como un competidor al mercado cambiario informal. Pero que poco a poco pondrá las reglas del juego, hasta tener una tasa de cambio única resbalante. Mientras en un momento inicial está aplicando la técnica del desnatado, pues la necesidad básica inicial es captar divisas. Redirigir la mayor cantidad de divisas hacia el sistema bancario. Incluso desde la comodidad de tu casa. Cien dólares en tarjeta lo cambias a través de Transfermovil por 12 000 CUP sin margen comercial.

Es cierto también que mucha gente tiene el dólar físico y si hay cola en Cadeca y el merolico lo vende a 125, muchas personas van a morir en el merolico. Pero si yo necesito dólares, ¿a cuánto los vende el merolico? ¿A 130? Y eso va durar así hasta que se autorice la venta de dólares. Aunque imagino que será una venta con restricciones. Y esa compraventa conducirá poco a un precio del CUP más bajo. Pero esto último va depender del desempeño general de la economía y algunos sectores claves exportadores, y de ampliar las ventas de bienes y servicios en CUP, sobre todo de primera necesidad y de uso cotidiano, sobre todo en la gama económica.

Las personas que no tienen remesas ni actividades económicas que le den ingresos en divisas, los beneficios de estas medidas les quedan más lejos. No tienen divisas para vender y eventualmente no tendrían mucho incentivo para comprar dólares, pues no se pueden depositar en las cuentas en MLC, lo que sí podrían hacer si compran euros. Los beneficios le llegarán mediados por una mejoría general de la economía, una disminución de los precios y una oferta más estable en la gama económica de bienes y servicios. (Tomado de Telegram).

Hay que ver el asunto como un proceso que ahora está en su apertura (Antonio Rodríguez Salvador)

El Estado ha entrado a competir, como un actor más, en el mercado cambiario, con las reglas de juego que impone este. Eso entrañaría un sube y baja, una puja, en las que, a mi juicio, el Estado tiene las de ganar.

No es optimismo, el razonamiento es técnico. El Estado cuenta con una amplia red bancaria, incluyendo la transferencia electrónica. Desde que el posible cliente llega al aeropuerto, tiene a mano Cadeca. No es lo mismo ir a la seguridad del banco, donde todo es trasparente, que realizar una transacción de apreciable monto con personas desconocidas en una casa desconocida.

Naturalmente, siempre habrá quien busque al especulador, pero este también se arriesga a perder sus recursos, pues la actividad que realiza es ilegal. Está cometiendo un delito, y ya se dijo que esto persigue acabar con la ilegalidad.

En este momento, el proceso está en la fase de recaudar la mayor cantidad de divisa posible, de ahí la tasa más alta. Es necesario crear un fondo para sostener el negocio, por tanto la tasa tiene que ser atractiva.

Luego vendrá la segunda fase: la venta de divisas, también a precio de mercado. Los dólares no podrán ser bancarizados para comprar en tiendas MLC, pero otras divisas sí: euros, pesos mexicanos, libras esterlinas, etc.

A mediano plazo esto detiene cierta inflación inducida por el aumento de las tasas informales, que de enero a la fecha subieron de 80 a 120 sin que la lógica económica respalde esto.

Hay que ver el asunto como un proceso que ahora está en su apertura, y hay que verlo en las reglas de mercado que funcionan en todo el mundo. (Tomado de Facebook).

(Tomado de la Pupila Insomne)

Para empezar a hablar del asunto, argumente sus planteamientos...


Algunos puntos que podrían agregarse al orden del día de la mesa redonda de ayer, sobre el establecimiento del mercado cambiario en Cuba.

1- Ríndase cuentas del estado de los dólares que permanecen empantanados en las bóvedas cubanas debido a la imposibilidad de utilizarlos a raíz del bloqueo.

2- Arguméntese la posibilidad de restablecer la recepción de dólares en efectivo en este mercado cambiario, cuando, al menos públicamente, las circunstancias que originaron su no aceptación hace más de un año no han cambiado.

3- Justifíquese por qué se retrasó todo un año la toma de acciones para la estabilización monetaria.

4- Demuéstrense verazmente los efectos positivos de un mercado cambiario incompleto, y, por lo tanto "no mercado" cambiario en si mismo, dada la ausencia de mecanismos para efectuar la venta de divisas, además de la compra.

5- Refútese la hipótesis de que la medida, tal cual se está implantando, traerá aun más inflación.

6- Demuéstrense los efectos positivos de seguir manteniendo una estructura monopólica para el comercio exterior, con costos financieros y pérdidas de eficiencia notables que se manifiestan sobre todo en los precios y las cantidades de oferta a los que accede el consumidor.

7- Refútese la hipótesis de que la apertura de la importación comercial a formas privadas y cooperativas, además de las estatales, así como a empresas extranjeras, traerá beneficios netos al consumidor, e incluso al gobierno cubano que se vería liberado, al menos parcialmente, de una responsabilidad con la que hoy evidentemente no puede cumplir.

Por favor, evítese la improvisación en la política económica. Y evítense también los argumentos conectados a la idea de que "no es el momento adecuado", pues eso es, simplemente, un no argumento, y no se gana credibilidad con el uso de "no argumentos".

Tomado del muro de facebook de Betsy Anaya. Directora del CEEC.