No puede haber tarea más importante en la conducción económica del País, en la coyuntura actual, que estabilizar la macroeconomía, y esta no se podrá cumplir sin que el Banco Central ejerciendo un papel protagónico y en coordinación con el Ministerio de economía, logre establecer una tasa de cambio oficial para las empresas estatales, privadas, cooperativas y para la población. Una vez establecida y respaldada, es que pudiera considerarse legal para todos los actores económicos y la población. Y a partir de ello es que debiera considerarse ilegal la tasa informal. El concepto de intervención, que surgió en la última reunión de la Asamblea Nacional no se entiende bien, ni se ha explicado su alcance. Una tasa oficial no respaldada no convierte en ilegal la tasa informal. Una tasa respaldada en todo momento, si convertiría en ilegal la tasa informal.
Está claro que para establecerla, y sobre todo para respaldarla, es necesario que el Banco Central cuente en sus activos líquidos las divisas suficientes con las reservas imprescindibles. Es el Banco Central y su Tesorería quien debe gestionarlas y administrarlas y no el órgano de Planificación. Aunque por supuesto, a la hora de determinarla y fijarla, hay que tener en cuenta el criterio y el acuerdo de este, y en caso de discrepancia debería ser el Presidente del Gobierno quien decida. Ese es el precio más importante de la economía, con influencia en todos los actores de ella, en la población, y por ello con repercusiones en toda la sociedad.
Pero una vez establecida y fijada oficialmente y diariamente por el Banco Central, con efectos legales para toda la economía y actores nacionales y extranjeros, la tasa de cambio debiera ser influida solo por el mercado, regulado por supuesto por el Banco. El mercado financiero, del cual la tasa de cambio oficial es su principal precio, tendría que ser regulado por el Banco Central. Esa regulación no debería ser nunca una intervención administrativa y burocrática. Tendría que ser utilizando el propio objeto de ese mercado, que es el dinero.
Se podría afirmar que sin solucionar el problema de la tasa de cambio oficial, a las empresas estatales no les sería posible actuar empresarialmente como un ente económico cuya función principal es producir y desarrollarse. Ni siquiera competir con las Mipymes y encadenarse productivamente con ellas. En resumen no les sería posible acceder al mercado financiero de divisas, que en las condiciones de nuestro País y su economía, significa como acceder a una transfusión salvadora. Con ese instrumento creado, seria responsabilidad de las empresas propiedad del estado socialista, gestionar sus recursos financieros en divisas, con el fin de producir para el mercado, sea nacional o de exportación. Así fue en el Periodo especial a partir del año 1994. No había casi petróleo, los apagones eran hasta de 12 horas, y la producción no se detenía. 3 años después la economía había logrado salir adelante. Pero las empresas estatales tenían autonomía para gestionar recursos en cualquier país, para producir y desarrollarse. No requerían autorización previa para gestionarlos, solo aprobación para concretarlos. Importaban y exportaban directamente y pagaban a los proveedores, cobraban a los compradores, y quedaban cubiertos por pagares y letras de cambio que podían presentar ante los tribunales. No había actuado Trump, es verdad, pero si Clinton con la Torricelli y la Helms Burton y el bloqueo financiero funcionaba. Y el País se blindo, el Banco Central desarrollo el sistema financiero en divisas para apoyar a las empresas y los negocios y las empresas buscaron las formas de encontrar soluciones.
Soy de la opinión, que uno de los principales factores que tienen trabada la inversión en Cuba de empresas extranjeras, es precisamente que carecemos de una tasa de cambio oficial, que le permita a estas, no solo calcular realmente sus costos internacionales, sino sobre todo tener garantías de que pueden extraer sus utilidades con una tasa de cambio que sea comparable internacionalmente.
Considero además, que solo si existiera una tasa de cambio oficial fundamentada y respaldada por el Banco Central, sería posible que los capitales financieros privados de origen cubano y también de otros orígenes, se arriesguen a financiar proyectos productivos estatales y privados. Ello podría estimular probablemente a que la banca internacional, no norteamericana, comiencen a solicitar licencias para establecer sucursales o instituciones financieras no bancarias con fines de intermediación y negocios financieros.
Solo con una tasa de cambio oficial del Peso cubano, respaldada por el Banco Central, se podría aspirar en el futuro a intercambiar en el mercado internacional, por ejemplo níquel o azúcar, por petróleo sin utilizar divisas, tal como comienzan a hacer países asociados a los BRICS.
Asimismo, el mercado de las remesas se podría aspirar a recuperar de manos de operadores extranjeros, que se han apropiado de una parte significativa de ellas, operando desde el exterior, con relativa eficiencia, el mercado cambiario informal generado en Cuba y alimentado por el déficit presupuestario y la consecuente inflación.
El argumento utilizado públicamente hasta ahora, por funcionarios, sobre todo del Ministerio de economía, es que no hay dinero para establecer una tasa de cambio oficial. Que no hay dinero en divisas para todo lo que necesita la economía del País, es verdad. Pero si de verdad se quiere salir de la crisis económica y comenzar a producir se debería poner en la primera prioridad el dinero en divisas para ese objetivo. En las condiciones actuales de la economía, o se resuelve el asunto de la tasa de cambio, o no se puede salir de la crisis económica y también social.
Si quien dirige la economía se equivoca en las prioridades, no saldremos de la crisis. Si se resuelve lo prioritario, que debería ser la tasa oficial de cambio respaldada por el Banco Central, para las empresas estatales, privadas, cooperativas y para la población, se crea la condición principal para salir de la crisis económica y de producción, que hará posible que las empresas estatales y del sector privado y campesino se incorporen plenamente a la producción.
Importar alimentos, como hacemos hasta ahora no debe ser lo prioritario. Lo prioritario debe ser producirlos. Con tasa de cambio oficial, las empresas estatales agrícolas y azucareras, los agricultores privados y cooperativas, comprarían las divisas en el banco con la moneda nacional e importarían lo que requieran para producir los alimentos para la población y la exportación. Es lo que han venido haciendo las MIPYMES, tan criticadas por algunos, para adquirir los productos que venden a la población, o le sirven de insumos para sus producciones o para encadenarse con empresas estatales y también para exportar como ya lo están haciendo. Lo han venido llevando a cabo, utilizando el mercado informal, que se alimenta del déficit presupuestario y de la inflación que provoca. Esa no puede ser la solución.
La única solución para sacar a flote la economía cubana y estabilizarla es establecer la Tasa de cambio oficial respaldada por el Banco Central y publicada diariamente, según se comporte ese mercado, para ser utilizada por todos los actores económicos y la población.
08/02/2024
*Joaquín Benavides Rodríguez. Ocupó el cargo de Jefe del Departamento económico del Comité Central (1977- 1980). El de Ministro- Presidente del Comité Estatal de Trabajo y Seguridad Social de Cuba (1980-1986). Fue Ministro de Gobierno y Presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Dirección de la Economía (1986-1991). Entre 1991 y 2003 ocupó el cargo de Viceministro de Economía del Ministerio de Transporte.