En La semana en 12 lecturas, un boletín en español publicado por The New York Times, leí un excelente artículo titulado: Los capitalistas se convierten en un salvavidas económico en Cuba, escrito por David C. Adams el cual, a mi juicio contiene dos enfoques discutibles.
(1) No Todos los empresarios privados en Cuba son capitalistas, no añoran el capitalismo para su país, ni desean un cambio de régimen. Aunque su intención sea hacer negocios y lucrar, como ocurre en otras latitudes, entre ellos los hay socialistas que quieren para Cuba el socialismo. El quid radica en que aspiran a otro socialismo. ¿Acaso existe lo que buscan?
La respuesta es: Sí, existe y se puede alcanzar. El obstáculo radica en que hacerlo requiere un cambio de mentalidad que aún no se ha alcanzado y no se ha interiorizado esa posibilidad, no se comprende cómo hacerlo o no hay la audacia para asumir los riesgos que la realización implica. Precisamente, según comentan ellos, es lo que algunos emprendedores, desde la humildad de sus pequeños negocios, tratan de demostrar.
Otra dificultad es el bloqueo total (económico, financiero, comercial, cultural y extraterritorial ) de los Estados Unidos que, prolongado por sesenta años, no permite respirar a la economía cubana y prácticamente no deja márgenes de maniobra a su dirección. La breve y limitada tregua del presidente Barack Obama fue un botón de muestra de lo que pudiera resultar de la normalización de las relaciones con Estados Unidos y lo que sería la economía cubana, incluyendo el sector privado, sin el dogal del embargo.
Me permito insistir en que el capitalismo no es la invención de unos “pillos” que descubrieron como explotar a los trabajadores, sino una etapa necesaria del proceso civilizatorio. No se trata de una forma de gobierno, sino un modo de producir que, al asociarse con la democracia, las libertades (entre ellas las libertades económicas), da lugar a un ecosistema social en el cual las fuerzas productivas se desarrollan más que en todas las formaciones sociales anteriores juntas…
No obstante, la eficacia económica y productiva del capitalismo no borra sus carencias en materia de desigualdades e injusticias sociales.
Los emprendedores cubanos, procuran desplegar formas racionales y eficaces de producir y comerciar, menos rígidas, más flexibles y ajenas al burocratismo. Para estos hombres y mujeres, lucrar con su trabajo y su talento no es un baldón sino el modo de seguir una rima que ha conducido a la humanidad a donde se encuentra. La gran paradoja aportada por la economía política es que para que el socialismo se instale es preciso el desarrollo capitalista.
El segundo error del autor está contenido en la afirmación de que: “…Fidel Castro subió al poder liderando una revolución comunista decidida a eliminar nociones capitalistas como la propiedad privada…” La afirmación es históricamente errónea.
En La Historia me absolverá, el documento político más importante de la historia de Cuba posterior la independencia, escrito de puño y letra por Fidel Castro y que recoge su alegato ante el tribunal que en 1953 lo juzgó por el asalto al Cuartel Moncada, es donde de modo más cabal se explica la génesis y la naturaleza de la Revolución Cubana. La esencia de aquel documento es la exposición de los problemas del país y las leyes que se hubieran dictado de llegar al poder:
“…El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política.
El perfil de ese texto se revela, además por los documentos que cita, entre ellos, La Edad de Oro de José Martí, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la Declaración de los Derechos del Hombre de la Revolución Francesa y el Contrato Social de Jean-Jacques Rousseau. En cuanto a nombres figuran, entre otros, los de Thomas Paine, John Locke, John Milton, José Ingenieros, Juan de Salisbury, Santo Tomás de Aquino, Martín Lutero, Juan Calvino, Francisco Hotman, Juan Knox, Juan Poynet, Jorge Buchnam y Juan Altusio (SIC).
Ninguna de las 25 136 palabras del texto alude al socialismo ni menciona al capitalismo, no expone un compromiso ideológico, excepto con el pensamiento de José Martí. Hace años escribí que los adversarios de Fidel hurgaban infructuosamente su breve biografía política (tenía 32 años en 1959) para encontrar algún antecedente que lo vinculara al comunismo, sin hallar nada. Tampoco lo encontraron sus partidarios.
Un dato, muchas veces omitido es que, en el proceso de la revolución cubana, el partido comunista, constituido en la isla desde 1925, no tuvo participación. Por añadidura en los momentos iniciales, aquel partido, afiliado a las tesis de Moscú, fue crítico de Fidel Castro.
Un hecho relevante es que, en los días iniciales, Aníbal Escalante, uno de los líderes de aquel partido, encabezó la primera y, hasta ahora la única conspiración política contra Fidel Castro, gestada desde dentro del proceso revolucionario y que años después fue reciclada por otra facción de elementos del mismo origen, conocida como “micro fracción”.
Tal vez sea útil recordar que el 15 de abril de 1959, apenas 100 días del triunfo de la revolución, Fidel Castro arribó a Estados Unidos. Si bien no era un huésped oficial, tampoco era un turista, sino un líder político que fue allí por propósitos políticos y que no ahorró palabras para enfatizar que ni él ni la revolución que encabezó eran comunistas: “…Vine únicamente a tratar de llegar a un mejor entendimiento con el pueblo norteamericano. Necesitamos mejores relaciones entre Cuba y los Estados Unidos…”. A la pregunta de una joven estadounidense de si podía considerarse capitalista o comunista, respondió: “Ni comunismo, ni capitalismo, sino cubanismo...”
Con la convicción que emanan de mis estudios y meditaciones, además de mi militancia, afirmo que el más importante documento de la Revolución cubana, obra personal de su líder que lo pronunció ante un tribunal y lo recreó en la soledad de su celda en el presidio político de Cuba, prueba que el comunismo y las posiciones anticapitalista no estaban en el horizonte de la Revolución que encabezó Fidel Castro y que en 1959 lo llevó al poder.
La conversión del proceso revolucionario al socialismo y la alianza con la Unión Soviética, así como la copia de su sistema político y modelo económico, está ligada, entre otros procesos a la temprana hostilidad de los Estados Unidos, expresada en campañas de descréditos, maniobras para aislar a la revolución cubana, manipulación de los procesos migratorios, acciones terroristas y agresiones militares, entre ellas la invasión por bahía de Cochinos.
Otro elemento fundamental fue la solidaridad de la Unión Soviética y su disposición a prestar a la Isla una vasta asistencia en prácticamente todas las esferas, incluida la militar, circunstancia que le permitió, de la mano de Cuba, debutar en espacios políticos que le estaban vedados.
Me disculpo por emplear más palabras para comentar un artículo que las del artículo. Por demás algunas afirmaciones pueden no ser compartidas. En cualquier caso, se trata de mis opiniones que sólo a mí me comprometen .
Allá nos vemos.
Mayo 2024
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