18 mayo 2024
Esta semana entablé una polémica con un economista y académico cubano. En su muro de Facebook el profesional había publicado una suerte de “tesis”, que rápidamente se hizo viral, en tanto sobrepasó los 500 likes, los 100 compartidos e igual cantidad de comentarios en apenas tres horas.
Decía el economista que la tasa de cambio de referencia en el mercado cambiario informal, que según El Toque está llegando a 400 cup, debía ser formalizada por el Banco Central de Cuba, sobre la base de transacciones reales. Según argumentaba, esto posibilitaría que las mipymes y otros emprendedores privados pudiesen acceder a la divisa sin la intervención de un ente externo, lo cual revertiría la situación actual.
Por último, afirmaba que llevar a cabo esa acción no era asunto técnicamente complejo, y no requiere recursos significativos. Se preguntaba por qué razón ello no se hace: ¿será acaso por falta de consenso, intereses en disputa, o falta de conocimientos de las autoridades en el manejo de la economía?
Yo le comenté algo que refutaba esa idea. Le dije que su “tesis” era sencillamente impracticable y crearía un caos mayor en la economía; entonces, tras cuestionar mi comprensión del asunto, me invitó a debatirlo con “seriedad”.
Le tomé la palabra, y argumenté con amplitud por qué consideraba ilógica su propuesta, en tanto su puesta en práctica acarrearía consecuencias demoledoras para la economía del país. Nunca respondió, pero como se trata de un asunto sensible: que puede confundir a muchas personas, y donde otros académicos también se mostraron partidarios de la “medida”, me ha parecido oportuno publicar este artículo.
En primer lugar, quiero decir que ojalá semejante idea pudiera lograrse: todos queremos que nuestra economía avance hasta finalmente salir de la crisis; pero la terea del economista no es transmitir deseos ni improvisar “soluciones” a la ligera, sino atenerse a hechos objetivos, y comprender adecuadamente el escenario al que se enfrenta antes de ofrecer propuestas que confundan a la gente o generen falsas esperanzas.
Es realidad conocida que el país no cuenta con suficiente reservas de divisas. Ni siquiera dispone de la necesaria para las medicinas y otros productos sensibles. Entonces, para aplicar lo propuesto por el académico, primero hay que crear una reserva. Es decir, una suerte de colchón que garantice la dinámica del sistema, pues una falla en el mismo puede derivar en incumplimientos de pagos o indeseables interrupciones en las cadenas de suministros de muchas entidades.
Señalemos que la medida no solo alcanzaría a las mipymes, también a trabajadores por cuenta propia, cooperativas, agricultores privados y en usufructo, y que el país cuenta con 168 municipios, cada uno con su sucursal bancaria.
Señalemos también que no se trataría de hacer un "Toque estatal", con la precariedad que eso conlleva, sino de una institución formal con adecuado alcance, operatividad y garantías legales. Muchas entidades privadas necesitarán acceder a la divisa no solo para sus operaciones corrientes, sino también para realizar inversiones, de modo que necesitarán del crédito. Por lo común las entidades de crédito están obligadas a mantener unas reservas mínimas, denominadas "reservas requeridas" o "reservas mínimas obligatorias".
Tomemos entonces un número posible de esa reserva. Digamos que sería de unos 300 millones de dólares o moneda equivalente. Esto aseguraría un trimestre de operaciones, teniendo en cuenta que las entidades privadas en 2023 importaron más de mil millones de dólares.
¿Cómo puede crearse tal reserva? Antes debo precisar un detalle que torna muy diferente la actual transacción del mercado cambiario informal, con la propuesta del señalado economista. Hoy tenemos un intercambio donde no se incrementa la liquidez monetaria en circulación, pero esto no es lo que ocurriría si se ejecutara la propuesta de referencia.
Al Banco Central no le quedaría de otra que realizar una fuerte emisión monetaria para comprar esa divisa que está en manos de la población y otros actores. Pero no sería una emisión cualquiera, sino una sencillamente brutal.
Atendamos al dato: 300 millones de dólares, multiplicados por una tasa de cambio atractiva, digamos 450 cup, arroja la extraordinaria cifra de 135 mil millones de pesos que entrarían en circulación, sin que aún haya respaldo material que la justifique. Recordemos que el actual déficit fiscal, según cifras de diciembre pasado, rondaba los 150 mil millones de pesos, 18 % del PIB.
Significa entonces que de repente el déficit fiscal se incrementaría hasta alcanzar más del 30 % del PIB: un caos económico extraordinario que elevaría la inflación a niveles impensados, y que terminaría por acabar con todos los beneficios sociales. No se pudieran enfrentar los gastos de la salud, la educación y la cultura, entre otros.
Esto parecería suficiente para rebatir la “propuesta”, pero aún hay más. Con ella se legaliza lo que tuvo origen en la especulación y claras manipulaciones de interés político, de modo que semejante distorsión de repente abarcaría a una circulación mercantil que ahora estaría casi 100 % anclada al dólar.
Gran parte de los precios no siguen hoy la “lógica” que pretende imponer El Toque, están muy por debajo de esa tasa; pero esto cambiará y los precios se “acomodarán” a ese nuevo escenario, con lo cual se generaría una inflación adicional, que significará el fin para muchas mipymes.
Es curioso, dicho académico es gerente general de una pequeña empresa de conservas vegetales, pero le será imposible sostener el negocio con un mercado donde de repente sus principales materias primas, los vegetales, alcanzarían precios desorbitantes. Significa esto que el doctor no solo ha hecho una propuesta contra la economía del país, sino especialmente contra la empresa propia.
Como consecuencia de lo anterior, las tasas de cambio no bajarán; se incrementarán extraordinariamente, pero aún tenemos otros elementos que influirán negativamente en ellas. Cómo la divisa seguirá siendo poca (el hecho de que el Estado la maneje, no significa que habrá más; sería la misma que hoy circula) la competencia por ella también funcionará como un motor para la inflación.
Hay sectores con mayores reservas financieras y apremiantes ciclos productivos dispuestos a pagar siempre un poco más para sostener sus negocios. Quiero decir, si se habla de libre flotación, es en las dos direcciones. No significa que el Banco se torne samaritano, sino que subiría las tasas de acuerdo con el que más pague por la divisa.
¿Se acabará la especulación? No. Siempre habrá quien prefiera acudir al mercado cambiario informal para no dejar registro de la transacción y evadir impuestos. Esto añade un factor de incertidumbre al sistema, pues si el ahorro en impuestos compensa significativamente, el comprador puede darse el lujo de pagar más caro en la “calle”.
En fin, el costo político de semejante medida sería impagable, con un extraordinario aumento de los niveles de pobreza. La crisis que sobrevendría sería incontrolable: recesión y espiral inflacionaria. Y, desde luego, ya no mencionaríamos a El Toque, en su lugar diríamos Banco central.