El profesor titular de Economía, devenido empresario, aborda realidades del sector privado en la isla, que estrenó nuevas regulaciones días atrás.
Por Osvaldo Pupo, OnCuba
en Economía
“Pedirle a una pequeña empresa privada en Cuba que produzca, que sea solvente con esa producción y que exporte, es prácticamente pedirle que haga un imposible”, advierte el economista y empresario Oscar Fernández, en entrevista con OnCuba.
El exprofesor de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana y doctor en Ciencias Económicas apunta al marco regulatorio existente para el sector privado en la isla como una de las causas de esta realidad.
“Existen muy pocos incentivos para que aparezcan, florezcan, se mantengan y crezcan proyectos transformadores, que generen producción, que transformen materia prima y la conviertan en valor agregado”, dijo.
Desde su nacimiento, las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) enfrentan un escenario adverso, que se suma a la incertidumbre que usualmente acompaña la creación de un negocio en cualquier lugar del mundo.
“En Cuba, un empresa privada que acaba de nacer está viendo cómo sobrevive los primeros meses. Todavía no tiene sus procesos claros, ni sus canales de suministro y comercialización construidos. Comienza a hacer sus primeras pruebas exitosas o fallidas, no tiene acceso real a financiamientos legales para comprar su maquinaria, ni presupuesto para financiar la estructura administrativa que requiere para estar al día con la infinidad de normas que le atañen. Obviamente, no goza de protección del presupuesto del Estado para rescatarla de la quiebra, y además le eliminaron todas las exenciones fiscales que antes le permitían un año para madurar”, indicó Fernández.
Él lo sabe de primera mano, porque tras una trayectoria de casi veinte años como profesor universitario, decidió emprender un negocio familiar en medio de la pandemia: Deshidratados Habana es una mipyme radicada en el municipio habanero de Playa que fabrica 60 productos deshidratados (en su mayoría frutas), incluso, a partir de materias primas que usualmente se desechan.
El surgimiento del negocio no solo estuvo motivado por la necesidad de reaccionar ante la crisis, sino por los deseos de Oscar de mostrar que un negocio privado enfocado en la producción podría sobrevivir a pesar de un panorama tan adverso.
Sin embargo, tanto en el momento en que se aventuró como ahora, afirma que existe incertidumbre sobre lo que ocurrirá a largo plazo y que no hay fuentes de financiamiento para acometer un proyecto que se va a recuperar en un mayor periodo de tiempo.
Cerrar un ciclo productivo es prácticamente imposible para las mipymes cubanas, advierte Fernández. Foto: Osvaldo Pupo
Malabares con las divisas
El financiamiento en divisas es el talón de Aquiles para el surgimiento y supervivencia de los negocios privados en Cuba, en particular los productivos.
“Si necesito comprar equipos para arrancar mi producción, ¿de dónde sale el financiamiento? Con un crédito del banco en pesos cubanos no puedo importar los equipos”, cuestionó Oscar Fernández.
“Hace un tiempo, algunas instituciones estaban dando créditos en dólares a mipymes, pero eran de corto plazo, o sea, a devolver en seis o nueve meses. Como crédito comercial funciona, pero es muy difícil devolver un dinero que se ha utilizado para comprar equipamiento en ese tiempo”, apuntó.
El empresario reflexionó que, hipotéticamente hablando, tampoco sería posible devolver un crédito de ese tipo en la misma moneda en que se concedió porque no existe un mercado cambiario en la isla.
“En una economía abierta como la cubana, tan dependiente de la importación y que necesita tanto de la exportación, es irresponsable mantener clausuradas las opciones cambiarias legales. Garantizar un mercado cambiario mínimo es una función tan básica como la de hacer que las transferencias funcionen y que los cajeros dispensen efectivo. Ahí tenemos una de las principales distorsiones que nos afectan y continúa sin ser abordada siquiera en los discursos políticos”, afirmó.
Una solución para obtener divisas podría ser la exportación. “Sin embargo, si exportas tus bienes, ese dinero entra a una cuenta de la empresa en MLC. Con esa cuenta no se les puede pagar a los proveedores extranjeros, porque luego tampoco el banco les permite disponer de su liquidez en el momento que la necesitan”, explicó Fernández.
“Las cuentas en MLC están sin respaldo y, por lo tanto, todo nuevo ingreso que se genera a partir de una exportación va automáticamente a una cuenta de este tipo y te deja totalmente imposibilitado de importar los insumos”, apuntó.
Deshidratados Habana, su empresa, exporta desde 2023 algunos de sus productos a Europa. Sin embargo, para obtener los empaques necesarios tiene que pagarle al proveedor en el exterior. Este es una empresa extranjera radicada en Cuba, con negocios en la isla y con productos en consignación en una empresa estatal.
“Cuando la empresa estatal, que intermedia en esa operación, factura por los empaques me indica hacer tres pagos: uno en el exterior, otro en MLC, que es el margen de la importadora por su servicio comercial, y las tarifas aduanales en pesos cubanos”, relató.
En las sesiones del parlamento de julio, el Gobierno comunicó que no permitiría pagos en el exterior ni que las mipymes usen el dólar u otra moneda extranjera como método de pago. El anuncio se ratificó en la letra de las nuevas regulaciones al sector privado en la isla que entraron en vigor este 19 de septiembre.
“Si las autoridades cierran completamente la posibilidad de que las mipymes vendan en dólares, ni siquiera mayoristas; si además no permiten los pagos en el exterior y no se respetan como hasta ahora los ingresos de las exportaciones que entran a las cuentas, lo que están haciendo es cerrar la posibilidad de que estos negocios sobrevivan”, advirtió Oscar Fernández, quien comentó que esta situación tendrá un impacto devastador sobre la oferta.
Igualmente, defendió que los privados que importan y comercializan bienes de consumo final y obtienen ganancias por ello están realizando una contribución determinante al sostenimiento de la oferta, frente a una drástica reducción en el mercado estatal en los últimos años y los continuados problemas con la agricultura.
“Necesitamos que no se detenga la importación de alimentos”, afirmó el economista.
“Bajo las actuales circunstancias, cualquier acto que amenace con reducir la oferta, ya sea como parte de las restricciones que impone el gobierno norteamericano o consecuencia de una decisión del nuestro, debería considerarse un sabotaje a la economía nacional”, añadió.
Nuevas reglas, más restricciones
“Hay señales de alerta y se hacen propuestas, pero después las decisiones toman un rumbo diferente”, reaccionó preocupado Fernández frente a la realidad que enfrenta el sector privado en la isla, con el nuevo marco legal ya operativo.
“La política económica de este país debería hacer mucho más énfasis en cómo generar progreso que en cómo generar control. Existe una falsa creencia de que hay falta de control, pero, en realidad, lo que hay es un exceso de mecanismos que resultan totalmente ineficaces para la consecución de avances. Es una economía diseñada para el control”, dijo.
El economista compartió con OnCuba su parecer sobre algunas de las decisiones contenidas en la nueva legislación.
“Con la aprobación de las mipymes en los municipios, de acuerdo con la estrategia de desarrollo local, se estaría impidiendo que nazcan un montón de emprendimientos que no se restringen al territorio en el que está el domicilio legal de titular”, afirmó Oscar.
“Existe un fatalismo ahí. Por ejemplo, supongamos que un negocio como el nuestro para deshidratar frutas surge en el municipio Centro Habana. Es posible que la estrategia de desarrollo local de ese municipio no contemple esto entre sus prioridades. Es posible que alguien en el gobierno decida que no es de interés del territorio. Sin embargo, me atrevería a decir que una buena parte de los emprendimientos que surgen en forma de mipymes tienen el horizonte mucho más allá de los límites del municipio. Es absurdo que esto pueda convertirse en una restricción incluso antes de nacer”.
“Las políticas del territorio lo que tienen que hacer es fomentar ciertas actividades por sobre otras, pero no impedir el desarrollo ni el surgimiento de cualquier idea nueva que alguien quiera intentar por su cuenta y riesgo”, dijo.
También alertó que con esta decisión de aprobar mipymes y cooperativas no agropecuarias en los municipios puede haber mucha discrecionalidad y mayor espacio para la corrupción.
La aprobación de mipymes en los municipios podría impedir que nazcan nuevos negocios, considera Fernández. Foto: Osvaldo Pupo
Por otra parte, calificó como “disparate total” lo que ha venido ocurriendo al ponerle límites a los objetos sociales de las mipymes.
“Está mal que solo puedas tener hasta cinco o siete actividades, cuando cualquier empresa que empieza lo hace pensando que va a hacer una cosa y un año después está haciendo otra. Eso es lo más normal en el mundo”, dijo.
“Además, las empresas estatales no tienen acotado los objetos sociales, pueden hacer lo que quieran. Entonces, ¿por qué se va a restringir a la empresa privada? ¿Permitir solo unas pocas actividades y si no sale bien que quiebren?”
Fernández considera que el gobierno no está intentando clausurar el sector privado de la noche a la mañana con este nuevo marco regulatorio, pero sí afirma que muchos de los empresarios que tenían apuestas para desarrollar el país podrían desistir.
Comentó, además, que muchas de las medidas anunciadas en julio pasado en el parlamento aún no están formuladas formalmente, pero que, aunque no tiene un juicio completo, no puede esperarse un escenario halagüeño en el futuro.
El miedo a las mipymes
Otros expertos entrevistados por OnCuba y la vox populi identifican las causas de este mayor control sobre los privados en el auge del sector en los últimos tres años. Según datos del Ministerio de Economía y Planificación (MEP), hasta mayo último, cuando se detuvieron las aprobaciones, existían en Cuba 11 046 mipymes privadas, de estas casi el 60 % de nueva creación.
La gastronomía y alojamiento, la construcción, la manufactura y la producción de alimentos y bebidas, en ese orden, son los sectores más comunes entre los nuevos empresarios. El sector privado creó 213 mil puestos de trabajo en estos tres años.
Sin embargo, estos números han causado temor entre los más conservadores.
“Plantean una ecuación demasiado simple, lineal y reductible: ‘los empresarios privados solo piensan en beneficios individuales y van a ir aumentando su escala de expectativas hasta un punto donde no se satisfacen y aspiran al poder político’. O que la acumulación de riqueza te permite aspirar al poder político. Eso no es así”, afirmó Oscar Fernández.
“Pongo muy en duda que los dueños de las mipymes tengan la capacidad de tomar el poder político en Cuba, cuando lo que puede corromper cualquier sistema político no tiene que ver necesariamente con que existan o no empresas privadas”, subrayó.
En tanto, comentó que la economía cubana no puede estar a expensas todos los días de los vaivenes del consenso político respecto al papel del sector privado. “Necesitamos que el sector privado se consolide y se articule con el sector estatal, de verdad”, dijo.
Por otra parte, Fernández consideró que es errónea la expresión de que hay demasiadas mipymes en Cuba. Explicó que se necesitan más empresas de este tipo en medio del déficit fiscal del 18 % del PIB en el que está sumida la economía de la isla.
“El Estado tiene un déficit presupuestario enorme porque gasta más de lo que ingresa”, apuntó. “La única manera de lograr un incremento de ingresos real, sostenible, es multiplicando la base imponible. Si hoy hay 11 mil mipymes en Cuba, deberíamos tener más”, aseveró.
Sin embargo, criticó que no se estimule la actividad económica y, en cambio, se apueste por restricciones.
“Al eliminar la exoneración fiscal que tenían las mipymes por un año, aunque se aumenta la recaudación porque estas empresas desde el primer momento están pagando impuestos, van a estar tan complicadas en su comportamiento que existirá una tasa de mortalidad mayor, muchas no van a poder sobrevivir los primeros meses. Incluso, otras ni siquiera van a nacer porque no tienen el incentivo de antes”, comentó.
“Desde el punto de vista de la lógica, todo lo que tú aprietes hoy, implica una reducción mañana”, recalcó.
Deshidratados Habana, la empresa que lidera Oscar Fernández, se dedica a la fabricación de 60 productos. Foto: Osvaldo Pupo.
A la pregunta de por qué persistir en la idea de su negocio, a pesar del escenario adverso, Oscar Fernández cuestionó por qué tendrían que rendirse.
“¿Por qué nos vamos a dejar vencer por dogmas, por adversidades, por gente que no entiende? Estamos aquí tratando de echar para adelante, estamos aquí tratando de demostrar que sí es posible, que hay caminos para resolver los problemas de Cuba y que deberían resolverse con la inclusión de todo aquel dispuesto a contribuir. No hay nadie que sobre”, concluyó.