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miércoles, 2 de octubre de 2024

Un huracán sobre Cuba: la economía en lo que queda de 2024

A solo tres meses de que termine, ya sabemos que en este año tampoco se conseguirá el despegue imprescindible de la economía cubana.




En breve, apenas tres meses, terminará 2024. De comportarse la economía de forma parecida a como se comportó en el primer semestre del año, será muy difícil que la meta de crecimiento anunciada —(2 %) rectificada luego a la baja por la CEPAL (1,3 %)— pueda alcanzarse.

Es bueno subrayar que una tasa de crecimiento promedio para este período (2019-2024) como la que posiblemente tengamos (-2 %) condena a los ciudadanos de Cuba a no ver duplicado su ingreso en los próximos 150 años. Claro está, serán otros esos ciudadanos, nuestros tataranietos probablemente.




Fuente: ONEI y MEP.

En 2023 el comportamiento del PIB en el cuarto trimestre fue de -4,7 % comparado con 2022. Los rubros que conforman el sector productivo —agricultura, pesca, minas y canteras, industria azucarera y manufacturas— todos tuvieron comportamientos negativos comparados con el año anterior. De mantenerse estos indicadores negativos en 2024, el cuarto trimestre del año reforzará la tendencia al decrecimiento de la economía nacional.

El otro componente de la oferta agregada, las importaciones, quedaron a un 58 % del plan y decrecieron en un 22 % respecto a igual período de 2023. De repetir el comportamiento en el segundo semestre, algo previsible dada las nuevas normativas para el sector privado —que ha contribuido significativamente con la oferta de alimentos—, podría esperarse un repunte de la dinámica inflacionaria debido a la reducción de la oferta; en especial de productos alimentarios en el país.

Los datos correspondientes a la inversión en el primer semestre confirman las dificultades para encontrar una senda de crecimiento robusta.



Fuente: ONEI.


La inversión ejecutada en el primer semestre del año sigue concentrándose en el sector inmobiliario y en hoteles y restaurantes, los cuales en conjunto concentran el 38 % de la inversión total.

Un aspecto positivo es la participación del sector manufacturero no azucarero, que alcanzó casi el 20 %.

De igual forma la participación del sector de infraestructura (energía, gas, agua) habla del esfuerzo realizado para reducir las afectaciones en ambos, electricidad y recursos hidráulicos, aun cuando los hechos demuestran que esos volúmenes de inversión resultan insuficientes.

Sin embargo, el sector agropecuario y la pesca, de importancia estratégica para enfrentar el déficit de alimentos, siguen teniendo una baja participación. Asimismo, la participación del sector azucarero en la inversión ejecutada indica que no será posible esperar la recuperación del mismo en el mediano plazo.

Sectores estratégicos para el desarrollo del país —ciencia y tecnología, educación y salud— siguen teniendo escasa participación en la inversión ejecutada, lo que explica, en cierta medida, el deterioro de la calidad de esos servicios en el caso de educación y salud.

La otra lectura importante de la inversión ejecutada está en su distribución por provincias:



Fuente: ONEI.

Como puede apreciarse, La Habana concentra el 60,9 % de toda la inversión; Artemisa, Camagüey y Santiago de Cuba el 18,5 %. Mientras, diez provincias y el municipio especial Isla de la Juventud se comparten el 20,6 % restante.

Ello es especialmente significativo visto desde la perspectiva de la intención de empoderar a los territorios del país como parte de la estrategia de desarrollo. Sin inversión, resulta muy difícil crecer, reducir desigualdades territoriales y mejorar aspectos decisivos para el bienestar de la población de esos territorios, como el empleo y los salarios.
El contexto negativo

El contexto internacional sigue generando una alta incertidumbre. El conflicto ruso-ucraniano no parece tener una solución pacífica expedita. La “guerra total” en Medio Oriente, es cada vez más probable. En América Latina han aparecido grietas entre los gobiernos progresistas, y en Estados Unidos la carrera por la presidencia no parece estar definida y, como en otras ocasiones, no parece que Cuba tenga relevancia para ninguno de los contendientes.

En un contexto global así, tenemos una economía bloqueada por la mayor potencia mundial, con una tasa de crecimiento promedio negativa, altamente endeudada, con un déficit fiscal que rozará el 15 % del PIB, una inflación del 32 % en los primeros seis meses del año; con un sector externo debilitado que exhibe valores negativos en su cuenta corriente… Es muy difícil acceder a créditos internacionales o esperar flujos significativos de inversión extranjera.

La “ayuda” proveniente de algunos países amigos podrá ser un paliativo puntual pero no puede garantizar la sostenibilidad de ningún esfuerzo en pos del desarrollo.

En una situación tal, sería de esperar un programa que combinara la reducción de los desequilibrios, específicamente la reducción de los gastos y de las transferencias al sector empresarial estatal, y el redimensionamiento del aparato estatal, tanto de las entidades no empresariales como de las empresariales.

Cabría considerar además el crecimiento y diversificación del tejido productivo por la vía de una política de fomento productivo, la ampliación de la base fiscal y mayores facilidades a la inversión privada nacional y extranjera.

Pero es cierto que un programa que contenga medidas como las descritas entraña riesgos políticos elevados, por sus posibles costos en el orden social, fuertes cuestionamientos ideológicos y exigiría otros arreglos que permitieran mantener la esencia y el propósito socialistas.

Las estrategias y la realidad


Foto: Kaloian.

Fueron enunciadas en la sesión de la Asamblea Nacional de julio pasado un grupo de ideas, denominadas estrategias, en las cuales se concentraría el esfuerzo principal:

Avanzar en las proyecciones de gobierno con prioridad en el programa de estabilización macroeconómica

Aún está por conocerse públicamente el programa. Hoy es posible comprobar un indiscutible énfasis en actuar más sobre las distorsiones y las ilegalidades, algo necesario, pero con un impacto discutible sobre la aspiración/necesidad de crecimiento del país.

Impulsar la actividad productiva, la producción de alimentos y el aprovechamiento de las capacidades productivas

Los datos hechos públicos en el informe del Ministerio de Economía del desempeño del sector agropecuario durante el primer semestre parecen confirmar que esta idea/estrategia no logrará alcanzarse. De hecho, los déficits acumulados y la débil asignación de inversiones al sector hablan en sentido contrario.

Los centenares de medidas aprobadas para el sector agropecuario hace ya tres años no han conducido a resultados diferentes. Comparados con 2023, el sector primario sólo alcanza el 57 % del 2019, el sector secundario el 79 % y el sector terciario el 95 %.

¿Y cómo impulsar la actividad productiva y la producción de alimentos si las inversiones son dirigidas a otros sectores?

Contener el gasto corriente y posponer inversiones prescindibles

Sin duda esto es imprescindible si se necesita alcanzar equilibrios manejables y sostenibles en el tiempo. Deberá ser un esfuerzo que encuentre palancas compensatorias. Para el presente año, el déficit fiscal ha sido ajustado a la baja y se planea sea un 15 % del PIB; sin embargo, será 16 % mayor que en 2023, mientras el gasto fiscal será un 38 % mayor que el de ese mismo año.

La buena noticia es que se ha logrado incrementar los ingresos fiscales gracias a la elevación de la disciplina financiera; a la vez, el gasto ha sido menor, en lo fundamental por la no ejecución actividades planeadas. Todo ello ha permitido que el déficit se de 32 125 millones de pesos, inferior al planificado en 23 249 millones de pesos.


Mipyme habanera. Foto: Kaloian.

Sostenibilidad del Sistema Electro Energético Nacional y potenciar la participación de las fuentes renovables

Sin energía no hay ni sostenibilidad, ni crecimiento, ni desarrollo. El deterioro de las plantas térmicas y de los que en su momento fueron sistemas de apoyo —generación distribuida— y la falta de combustible, han conducido a déficit de generación que impactan negativamente en la dinámica de la economía.

La modernización de esas fuentes requiere volúmenes de inversión imposibles de lograr en el corto plazo. La alternativa del uso cada vez mayor de las Fuentes Renovables de Energía (FRE) es sin duda lo más razonable, aunque no es una solución de corto plazo.

Si se observa la estructura de la generación por FRE se constatan avances muy lentos en este último propósito que ponen en duda alcanzar la meta de al menos un 24 % en 2030.

El uso de bioeléctricas adosadas a los centrales parece que encuentra un obstáculo importante en la disponibilidad de materia prima dado los bajos niveles de molienda de la zafra, además de aquellos otros asociados a los procesos de facilitación de negocios con inversión extranjera.

Incrementar los ingresos en divisas del país

Existe un problema estructural de larga data nunca resuelto: la dependencia de las exportaciones respecto de las importaciones. Un tejido industrial poco complementario y regulaciones que impiden aprovechar el llamado “potencial exportador” están entre algunas de sus causas.

A ello habría que agregar los recortes en las importaciones, la elevación de los precios de los insumos por la devaluación del peso cubano que encarecen esas importaciones y los obstáculos que el propio bloqueo añade.

Una mayor apertura y libertad de acción del sistema empresarial nacional (estatal, privado, mixto) no debería seguir demorándose si queremos competir en los mercados internacionales con las reglas que esos mercados imponen.

Desestimada la posibilidad de recibir créditos de las organizaciones internacionales por los efectos del bloqueo, menguadas las posibilidades de acceder a líneas de créditos de fuentes no gubernamentales por los impagos a acreedores, solo quedaría facilitar la entrada de mayores flujos de inversión extranjera, flujos que hasta el momento han sido insuficientes.

Conciliación y ajuste del Plan y el Presupuesto del Estado

Lograr el ajuste adecuado del plan y el presupuesto ha sido siempre una aspiración de los esfuerzos de conducción del país. Para una economía con alto nivel de centralización lograr adecuar recursos y plan es imprescindible.

Perfeccionar la atención a personas y sectores vulnerables

Es decisivo lograr avances palpables en este aspecto. A 4 648 pesos cubanos ascendió el salario medio en 2023. Ocho sectores quedaron por debajo de ese promedio, entre ellos, Educación, Salud Pública, Servicios Comunales, Cultura, Agricultura. Si bien es cierto que respecto a 2019, el salario medio en 2023 se incrementó en un 529 %, entre el 2020 y el 2024 la devaluación del CUP alcanzó 1 339 %, convirtiendo en sal y agua aquellos incrementos.

Habría que sumar la reducción significativa de los alimentos entregados por la cartilla de racionamiento y la inflación, que, si bien es menor que en el mismo período del año pasado, sigue siendo muy elevada comparada con el salario medio del país.

Las bajas pensiones constituyen el otro factor que genera grandes desigualdades e influye en el incremento de la pobreza.

Avanzar en el proceso de descentralización de competencias

Esta idea/estrategia al parecer ocupa un lugar decisivo en la implementación del programa de gobierno. Que los municipios tengan las competencias imprescindibles para asumir eficientemente semejante proceso depende de múltiples factores. El primero de ellos es disponer de personas con las competencias debidas, disminuir la emigración hacia otros sectores, algo difícil si atendemos a las diferencias salariales entre el sector público y el empresarial, ya sea estatal o privado.

Otro factor es la insuficiente dotación de recursos/medios para ejercer la actividad y el volumen de necesidades acumuladas en estos últimos cinco años, acrecentadas por los efectos de la pandemia.

Elaborar estrategias de desarrollo que respondan verdaderamente a las necesidades de los municipios y que sean construidas participativamente, la rendición de cuentas sobre la utilización del presupuesto municipal y en especial sobre los por cientos correspondientes al desarrollo local, son asuntos complejos y todos están sometidos a la presión de un contexto para nada propicio.

Combatir las indisciplinas, las ilegalidades y las manifestaciones de corrupción

No es posible —y menos aún deseable— que la dinámica de una economía se sostenga en la existencia de indisciplinas, ilegalidades y corrupción. Habría que llenar muchos folios para tratar estos temas. Aunque se relacionan, cada una de estas lacras tienen sus propias características y su propia historia.

La disciplina es una planta que hace mucho tiempo dejamos de cultivar y cuyos principales cuidadores, la familia y las escuelas, el barrio y los vecinos han visto, impotentes, como crece y se ramifica su contrario, la indisciplina. Son tantas y tan variadas las causas que abonan a esa mala hierba, que “se agolpan unas con otras”. Las cometemos todos y las asumimos como un comportamiento normal. Desde el borracho semidesnudo que bebe delante de los niños en un parque sucio y lleno de basura ante la pasividad de la policía, hasta los que burlan el orden en una cola. La civilidad parece un medicamento en falta perpetua.

Las ilegalidades se han multiplicado, también de todo tipo; entre otras razones, porque tenemos una sobreabundancia de leyes y decretos leyes y porque todavía permanece la cultura de que todo lo que no está explícitamente permitido es ilegal y también porque nuestro conocimiento de nuestras propias leyes y de nuestros derechos constitucionales es escaso.

De la corrupción se podría escribir hasta después del cansancio. Parece existir una correlación alta y estable entre la generación de más sistemas y entidades de “control” y la corrupción. Se ha expandido más rápido que la COVID-19. No es que no existiera antes de las mipymes y de la expansión del sector privado, pero sin duda ha ganado en profundidad y extensión. Al parecer existía y existe un caldo de cultivo que permite una reproducción rápida del virus. Mi profesor y colega Esteban Morales, en su momento, lo alertó y pagó caro haberse anticipado.

No hay duda de que combatir las manifestaciones de indisciplina, las ilegalidades y la corrupción es impostergable, pero lo que resulta decisivo es reducir al mínimo las causas que las generan. Ese es otro debate, que abarca todos los ámbitos de nuestra sociedad y todas sus entidades y organizaciones están esperando.


Foto: Kaloian.

Mipymes: un fenómeno disruptivo para Cuba

Son disruptivas porque es un hecho que “rompen con el orden establecido y la forma tradicional de manejar la economía y las empresas”; porque no están adosadas a ninguna de las ramas del arbolito de Navidad al que están soldadas nuestras empresas; porque cuestionan el método de ordeno y mando.

Porque no tienen que pedir permiso para hacer; porque corren/empujan los límites del diseño institucional constantemente; porque son la constatación de que nuestros empresarios pueden ser creativos y tomar riesgos “si los dejan” y si las reglas del juego se enfocaran más en las oportunidades y el crecimiento antes que en el control excesivo y generalmente ineficaz; porque hablan entre ellas, negocian entre ellas sin que algún ministerio supervise/impida/obstaculice un nuevo negocio; porque han sido capaces de hablar de igual a igual con proveedores nacionales e internacionales y han podido echar a andar empresas nacionales y recuperar productos y marcas que parecían extinguidas.

Quizá por todo ello es que tenemos hoy un nuevo paquete normativo que hasta el momento ha generado más incertidumbre y confusión que claridad y confianza.

Basta fijarse en la cantidad de horas dedicadas en la televisión a aclarar “qué quieren decir las nuevas normas”; en la cantidad de horas dedicadas por funcionarios de las entidades a cargo a explicar lo que aún parece que no está suficientemente claro: a repetir una y otra vez que “no es una guerra contra las mipymes”, aun cuando la percepción de los “mipymeros” sea diferente y en varias reuniones ellos mismos hayan puesto ejemplos suficientes de lo contrario.

Las mipymes son lo más disruptivo que ha ocurrido en Cuba en el último decenio porque impactan también en el ámbito social y político, cuestionan “lo establecido” con hechos probados en la práctica, y demuestran la necesidad de un cambio profundo en nuestro modelo de gestión económica y de enfoque y manejo de nuestros problemas sociales. Cambio esbozado en la primera versión de la Conceptualización, discutido por el pueblo y lamentablemente mutilado y dejado a su suerte.

Habría que preguntarse si ese nuevo paquete normativo:

¿Es coherente con la necesidad de crecimiento?

¿Es consistente con el propósito de reducir la inflación?

¿Contribuye al crecimiento del tejido empresarial?

¿Facilita la creación de “encadenamientos productivos” reales?

¿Colabora con la transformación productiva del país?

¿Ayuda al fomento de las exportaciones?

¿Aporta a la elevación del ingreso real?

¿Propicia la reducción de las desigualdades y la pobreza?

Responder con argumentos cada una de esas preguntas llevaría muchas más cuartillas. Mi mayor satisfacción sería que la realidad de los próximos meses nos dieran suficientes argumentos para responder afirmativamente cada una de ellas.

No hemos tenido que enfrentar ningún huracán este año, al menos hasta ahora; pero todos los días enfrentamos los embates de uno muy potente.