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viernes, 15 de mayo de 2015

Pánico en la élite financiera: la economía se hunde como el Titanic, pero sin botes salvavidas


No solo Warren Buffett ha declarado que los activos bursátiles están sobrevalorados. Bill Gross, el principal gestor de bonos del planeta también llegó a esa conclusión, advirtiendo que "el mercado alcista de los bonos, que ha durado 35 años, llegará pronto a su fin". En esa misma línea Robert Shiller, el ganador del Nobel, señaló que el mercado de los bonos se encuentra en niveles "irracionalmente altos". La burbuja de la deuda mundial se ha hinchado a mas de 76 billones de dolares (U$7600000000000), mientras que las tasas de interés no han sido nunca tan bajas por un período tan prolongado de tiempo. Esto genera una enorme tensión que está sacudiendo los mercados de bonos en Alemania y Estados Unidos cuyo impacto comienza a elevar el costo de la deuda. Toda la burbuja del mercado de bonos amenaza con desplomarse y arrastrar a la baja a todo el mercado.

Ahora ha sido el economista jefe de HSBC, Stephen King, quien advierte que la economía mundial es como un funambulista que intenta mantener el equilibrio sobre una cuerda pero debajo no tiene una red para detener su caída. Para Stephen King, los bancos centrales y los gobiernos se han quedado sin munición para combatir la próxima crisis financiera que está a la vuelta de la esquina. Las declaraciones de Stephen King fueron recogidas en Business Insider y el Economista. King explica que "la economía mundial es como un transatlántico sin botes salvavidas. Si se produce otra recesión podría ser un golpe realmente duro para políticos y economistas".

Esta declaración hace referencia a que en anteriores recuperaciones post crisis, las políticas fiscal y monetaria contaban con un gran margen de maniobra para reponer la munición. Pero la recuperación de la crisis iniciada en 2008 "se está caracterizando por la persistente escasez de municiones". Ni la política fiscal ni la política monetaria tienen hoy margen de maniobra para contrarrestar los efectos del nuevo tsunami financiero que puede erupcionar en cualquier momento.

Este es el problema que ha comenzado a inquietar a la élite financiera. Hasta el FMI reconoció en abril que un pequeño accidente podría dar lugar a la mayor crisis financiera de la historia. Esto obligó a una reunión urgente de banqueros en Washington, en medio de la crisis de la deuda griega. Aunque la salida de Grecia del euro parece inevitable y hasta el ministro Wolfgang Schauble se ha encargado de minimizarla, lo cierto es que puede amplificar por diez veces los efectos de la quiebra de Lehman Brothers de hace siete años.

En todas las recesiones desde 1970, la Reserva Federal ha tenido margen para recortar los tipos de interés en un mínimo de cinco puntos porcentuales. Esta vez ese estímulo. que se ha usado en forma tradicional, está totalmente descartado. Las tasas de interés del cero por ciento solo pueden descender a tasas negativas y esto implicaría el control total del dinero por parte de los bancos centrales. Y la crisis de liquidez que se vive a raíz de las tensiones en el mercado de los bonos, es lo que está presionando por el fin del dinero en efectivo. Se busca que gobiernos y bancos centrales puedan seguir el curso de cada euro o dólar y así evitar las fugas de capital y la evasión de impuestos.
Posibles orígenes de la primera chispa

La fragilidad de la economía real, el alto desempleo, la baja productividad, la débil demanda y la deprimida inversión indican que estamos lejos de la recuperación. Estos elementos se retroalimentan entre sí y generan una reacción en cadena por el efecto endeudamiento, de los cuales el mercado de bonos presenta todas las características para ser atacado por los especuladores, como está ocurriendo con Alemania.

El debilitamiento de la economía China es otra de las aristas que hunden a la economía mundial. Hasta el momento, China había sido el gran motor de la economía, pero a siete años su ritmo se ha fatigado y el gigante asiático está atrapado en sus propias burbujas. Muestra de su ritmo declinante lo da el hecho de que el banco central de China ha reducido las tasas de interés por tercera vez en seis meses, en un intento por contrarrestar la desaceleración económica y aliviar las presiones de la deuda a las empresas.

Pero a medida que China se contrae, lo hacen también las importaciones y exportaciones y todo el comercio mundial. Esto ha hundido los precios de las materias primas y puede provocar el colapso de varios países emergentes. Por otra parte, si la Reserva Federal sube los tipos de interés, puede provocar de inmediato una nueva recesión en Estados Unidos. Es decir, la Reserva Federal está condenada a mantener las tasas de interés en niveles mínimos por al menos un par de años. Y esta es una medida contraproducente dado que genera altas tensiones por el aumento de las burbujas y el nivel de ganancias de los dueños del dinero.

Asimismo, la crisis y el prolongado desempleo ha asfixiado a las agencias de seguros y los fondos de pensiones que en el futuro próximo no podrán cumplir con sus obligaciones. Esto podría desatar una histeria colectiva por intentar hacer líquidos todos los activos que tienen los agentes, que se verán obligados a vender a cualquier precio.

Como indicamos en La economía mundial vuelve a tambalearse en la cuerda floja, pese a los cientos de miles de millones de euros inyectados al sistema financiero la economía sigue al borde del precipicio. Por eso que las palabras de Stephen King resultan contundentes y aterradoras. Quizá más terroríficas que su homónimo escritor, el autor de El Resplandor. Decir que "la economía mundial es como el Titanic, sin ningún bote salvavidas", le quita el sueño a cualquiera. Es el pánico que comienza a sentir la élite financiera ante la inminente próxima crisis.

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