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domingo, 21 de junio de 2015

El sueño de un buzo: los prístinos arrecifes coralinos protegidos de Cuba

Chris Gillette • 21 de junio, 2015


MARÍA LA GORDA, Cuba — Los arrecifes coralinos y las aguas claras como ginebra frente a la costa de Cuba ofrecen algo del mejor buceo en el Caribe y algunos de los arrecifes mejor preservados del mundo.

Y si las restricciones de viajes al turismo norteamericano son eliminadas algún día, la remota península de Guanahacabibes bien pudiera convertirse en un destino popular entre los buzos norteamericanos.

La reserva terrestre y marina incluye unos 518 kilómetros cuadrados en el extremo más occidental de Cuba, a unos 217 kilómetros de La Habana. Penetra en el Caribe con bosques protegidos en tierra, un mar color aguamarina que lamen playas de arenas blancas, y prístinos lechos coralinos hirvientes de una colorida variedad de peces cerca de la costa.

De alguna forma, la península está tan congelada en el tiempo como otros aspectos de la vida en Cuba, donde autos de 50 años son comunes y la Wi-Fi es escasa.

Pero la ausencia de cambio ha tenido aquí un aspecto positivo resguardando a los arrecifes de Cuba de la degradación evidente en lechos coralinos de otras partes. La ausencia de residuos agrícolas, poco desarrollo costero y estrictas leyes en defensa del medio ambiente han ayudado a mantener saludables los arrecifes de Cuba.

Dicho esto, varios factores impiden que Guanahacabibes se convierta en una importante atracción turística a corto plazo.

Por una parte, aunque el presidente Barack Obama ha relajado los límites de los viajes a Cuba, ir a Cuba desde EE.UU. por razones puramente turísticas sigue estando prohibido por la ley norteamericana. La administración Obama ha dicho que cree que más visitas de norteamericanos a Cuba acelerarán las reformas en la Isla. Pero los críticos de Obama dicen que el turismo de EE.UU. sencillamente alimenta con efectivo los cofres de agencias gubernamentales, como la compañía de turismo dirigida por militares que organiza el buceo en María La Gorda, el destino dentro de la reserve de Guanahacabibes.

Sin embargo, a pesar de la prohibición de viajar, miles de norteamericanos visitan a Cuba, algunos volando desde terceros países como México y Bahamas, otros certificando que sus viajes cumplen las normas para categorías permitidas como los viajes educacionales o culturales.

Otro impedimento al turismo aquí en Guanahacabibes está el viaje por carretera de cinco horas desde La Habana por caminos tortuosos para llegar a María La Gorda.

Por último, aunque viajeros internacionales y cubanos adinerados se recrean en la zona, disfrutando con entusiasmo de las vistas submarinas, no ofrece el tipo de confort al que están acostumbrados los norteamericanos.

“No, no hay manera de que vayan a estar preparados para ellos”, dijo el buzo norteamericano Tony Dorland, de 51 años, un contratista de Chicago que ha visitado la Isla numerosas veces para bucear. Dorland dijo que a los norteamericanos les gusta tener toda la parafernalia cuando viajan, pero va a ser para la gente que sabe que esta es la forma en que los europeos viajan, no la manera en que viajan los norteamericanos”.

El centro de buceo tiene la atmósfera de un campamento de verano: escasas habitaciones hoteleras (aunque al menos tienen aire acondicionado) y un buffet que sirve comida nada imaginativa de arroz, frijoles y pollo, carne de res o el ubicuo cerdo por el que Cuba es famosa. Y como está situado en el borde de una reserva protegida, no hay otras opciones para los visitantes en kilómetros a la redonda.

A pesar de la ausencia de lujos, las atracciones del mar satisfacen hasta a los buzos más exigentes: aguas claras, espectaculares cabezas coralinas de 18 metros de alto y abundancia de vida marina.

Manuel Mons, de 55 años, un gerente de marketing de una agencia de turismo operada por el gobierno cubano, dice que Cuba es singularmente apropiada para el ecoturismo debido a su ausencia de desarrollo y estrictas leyes de protección al medio ambiente.

“Se bucea en un área protegida, así que no hay áreas bajo presión de actividades humanas”, dijo Mons. “Por el contrario, la política es de conservación, así que se supone que bajo esta política de conservación se mantendrá de esta manera durante mucho tiempo”.

Pero reconoció que si la zona quiere atraer y satisfacer a los turistas norteamericanos en el futuro, “necesitamos mejorar nuestra infraestructura”.

(Tomado de The Washington Post)

Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.

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