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viernes, 31 de julio de 2015

China deja de ser “la gran fábrica del mundo”




La imagen de China como “la gran fábrica del mundo”, una “fábrica” basada en bajos costes de producción (sobre todo laborales), se desvanece rápidamente. La economía china está ascendiendo posiciones en la cadena global de valor, dando muestras de que mantiene su dinamismo y capacidad de adaptación –contradiciendo así las teorías que señalan que el autoritarismo y las restricciones a las libertades suponen un freno a la modernización económica. Para las empresas extranjeras, para las que esta madurez económica supone tanto desafíos como oportunidades, China sigue siendo de todas formas un referente fundamental en su estrategia.

La evolución reciente de la economía china, y en particular de su marco de negocios, están analizados en una interesante publicación (aparecida hace algunas semanas), el “Business Confidence Survey” que elabora la consultora Roland Berger para la Cámara de Comercio Europea en China, en su edición 2015.

El estudio pone de relieve la transformación que está registrando la economía china y los cambios que ello supone para las empresas extranjeras –en particular las europeas. La primera conclusión es que las empresas europeas perciben a corto plazo un deterioro de sus perspectivas de negocio, tanto por el frenazo que está registrando la economía como por el aumento de sus costes y otros obstáculos, entre los que sobresale la creciente discriminación a la que se enfrentan en general las empresas extranjeras.

Así, un 28% de las empresas europeas encuestadas señalan que sus márgenes en China son superiores a su media mundial, un porcentaje que lleva varios años cayendo (desde el 42% en 2012), mientras aumenta el porcentaje de las empresas que declara tener menores o similares márgenes que su media mundial.

La transformación estructural de la economía china se refleja en el hecho de que, según las empresas, el principal factor que afecta a sus márgenes de beneficio es el aumento de los costes laborales. La competencia de otras empresas extranjeras y el menor crecimiento económico son los siguientes factores mencionados.

La desaceleración de la economía china, el aumento de los costes laborales y la desaceleración de la economía global son los tres principales retos que las empresas europeas mencionan cara al futuro. Es significativo señalar que en esta cuestión, entre los diez principales retos citados cara al futuro no hay ninguno que haga referencia al riesgo político.

Aún así, un 58% de las empresas se muestra optimista respecto a sus perspectivas de negocio en los próximos dos años, un porcentaje alto pero significativamente inferior al 79% de 2011.


(Fuente: “European Business in China. Business Confidence Survey 2015”. European Union Chamber of Commerce in China, Roland Berger Strategic Consultants)

La economía china y su marco de negocios para las empresas extranjeras está evolucionando por tanto hacia una nueva situación, que podríamos calificar de “madurez”, caracterizada por un menor crecimiento económico y un aumento de los costes laborales, en el contexto del tantas veces mencionado cambio del modelo económico, desde un modelo basado en la exportación, la inversión, la industria, hacia otro modelo en el que los motores clave son el consumo y los servicios. Es una nueva situación que para las empresas extranjeras es sin duda más compleja, y en la que los márgenes de beneficio no serán tan elevados como antes.

El ascenso en la cadena mundial de valor se refleja en la creciente importancia que tiene China para las empresas extranjeras para localización de actividades de innovación y desarrollo. Como ponen de relieve tres profesores de la China Europe International Business School (CEIBS) de Shanghai en un reciente artículo, hace 15 años había en China sólo 200 centros de I&D de empresas extranjeras. Hoy en día, las multinacionales operan más de 1.500 centros de innovación, y se estima que esta cifra aumentará un 20% para 2018.

China está dejando de ser “la gran fábrica del mundo” para convertirse en “el gran mercado del mundo”. A pesar del deterioro de las expectativas de negocios de estos últimos años, un 61% de las empresas europeas caracteriza su presencia en China dentro su estrategia global como de “importancia creciente” (frente al 59% de 2014). Esta aparente contradicción entre deterioro de expectativas de negocio y creciente importancia se explica porque, a medio y largo plazo, para las empresas extranjeras la relevancia de China ya no está en sus costes de producción, sino en su mercado: un 71% de las empresas señala que la razón principal para operar en China es suministrar productos al mercado chino.

La economía china continúa dando muestras de dinamismo y capacidad de adaptación. De esta forma pone en cuestión la teoría de los que vienen indicando desde hace tiempo que el autoritarismo político y las restricciones a las libertades suponen una limitación a la capacidad de crecimiento e innovación. China, y sus dirigentes, están demostrando que, a pesar del sistema político, son capaces de mantener la economía en una senda de adaptación e innovación.

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