La de Grecia no es la única crisis de deuda que existe ahora mismo; también está la de Puerto Rico.
La Fortaleza, mansión del gobernador de Puerto Rico en San Juan / CHRISTOPHER GREGORY (BLOOMBERG)
La de Grecia no es la única crisis de deuda que existe ahora mismo; también está la de Puerto Rico.
Es obvio que los problemas de la isla van mucho más allá de la deuda pública, y se ha hablado mucho de su debilidad económica subyacente. Sin embargo, parece que no hay demasiados debates en los que se plantee una pregunta evidente: ¿en caso de encontrarse en la situación de Puerto Rico, qué exactamente debería hacer una economía?
Desde luego, la isla tiene playas e inviernos cálidos, pero hay muchos otros lugares que también los tienen. Y Puerto Rico tiene un tamaño y una población mucho mayores que los de sus vecinos, con una relación mucho menor entre línea de costa y superficie o población, por lo que no está en condiciones para tener una economía basada en el turismo. De hecho, desde un punto de vista histórico, el crecimiento de este Estado Libre Asociado se ha basado siempre en la fabricación, especialmente para el sector farmacéutico.
¿Pero por qué fabricar en Puerto Rico? Hay diversas formas de crear una ventaja competitiva en el sector de la fabricación: se puede poseer una mano de obra cualificada única, como en gran parte de Alemania; se pueden tener salarios muy bajos, como en muchas economías asiáticas emergentes; o se puede contar con una ventaja logística gracias a la proximidad de los principales mercados, como sucede un poco con lo que queda de fabricación en Estados Unidos o, actualmente, en el cinturón de exportación del norte de México.
Sin embargo, Puerto Rico no dispone de ninguna de estas opciones. No posee una mano de obra especialmente cualificada. Sus sueldos son bajos comparados con los de Estados Unidos, pero no demasiado (y, como explicaré a continuación, tampoco pueden bajar mucho). Y aunque Puerto Rico está cerca de Estados Unidos, es bastante lento y caro transportar las cosas en uno y otro sentido. Básicamente, no resulta fácil entender por qué tendría que existir una economía de tamaño considerable en esa isla, en esa ubicación.
Ahora bien, podrían decir que esto no es más que un argumento para reducir significativamente los salarios. Pero Puerto Rico forma parte de Estados Unidos y sus habitantes son ciudadanos estadounidenses. Esto tiende a evitar que los sueldos se reduzcan por debajo de determinado nivel, en varios sentidos. La Reserva Federal de Nueva York ha insistido en que el salario mínimo federal y los relativamente generosos programas sociales (dada la baja productividad) podrían estar haciendo que la población activa de Puerto Rico se redujese, debido a que los sueldos son bajos (pueden leer el informe, publicado el año pasado). Pero incluso sin este impulso, la relativa facilidad para emigrar tendería a mantener el nivel de los sueldos.
Digámoslo de este modo: si una región de Estados Unidos resultase tener una situación relativamente mala para la producción, no esperaríamos que la población se mantuviese compitiendo a base de salarios extremadamente bajos; esperaríamos que los habitantes en edad de trabajar se trasladasen a zonas más favorecidas. Eso es lo que sucede en zonas pobres de Estados Unidos como Virginia Occidental, que de hecho se parece un poco a Puerto Rico en cuanto a las bajas cifras de población activa. (Mississippi y Alabama también tienen unas tasas de población activa bajas).
Y la emigración no tiene por qué ser algo tan malo. Se ha debatido mucho acerca de los problemas de Puerto Rico, pero tal vez debamos, al menos en ocasiones, pensar en la isla como en otra región cualquiera de Estados Unidos. Es de esperar que, en algún momento, algunas regiones experimenten un declive relativo, y quizás incluso absoluto, a medida que cambian los vientos de la tecnología y el comercio mundial. En concreto, me pregunto si Puerto Rico sufre los efectos de las fuerzas que parecen estar conduciendo a un acortamiento general de las cadenas logísticas y a un "regreso" de la fabricación a las economías desarrolladas.
Ahora bien, todo esto puede generar problemas de gobierno. Puerto Rico se beneficia mucho de los programas federales, pero el Estado Libre Asociado también tiene que pagar muchas cosas de su bolsillo, y la emigración de los trabajadores reduce los ingresos, mientras que muchos de los costes de atención a la población que se queda en el país, en su mayoría de la tercera edad, siguen siendo los mismos.
Pero yo me inclinaría por prestar mucha atención a los factores no específicos que afectan a la isla y, en particular, a su geografía económica.
Puede que, en gran medida, Puerto Rico simplemente sufra las consecuencias de ser una isla a la que es un poco difícil acceder, en un momento en el que las empresas dan prioridad a la facilidad y la puntualidad del transporte.
Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía de 2008.
© 2015 The New York Times. Traducción de News Clips.
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