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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Ciego de Ávila: fortalezas y debilidades en la agroindustria cañero-azucarera

DetallesEscrito por Héctor E. Paz Alomar Foto: Nohema Díaz MuñozCategoría: Economía Publicado: 04 Noviembre 2015 

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Cuando en la central provincia de Ciego de Ávila se habla de la agroindustria cañero-azucarera, no puede obviarse que, aunque queda un gran potencial de reservas por explotar, el quinquenio que casi dice adiós evidencia el tránsito de ese vital sector por una paulatina recuperación, tanto en la producción de la gramínea como en la elaboración de crudo, refino y derivados.

En ese lustro se crece entre un 13 y un 15 por ciento en la obtención de materia prima y, por ende, en la fabricación de azúcar y otras producciones. Todo ello ha sido posible por la incorporación de los cuatro centrales; más las fábricas de miel-úrea-bagacillo, y la entrada en producción, en abril del año entrante, de la planta de tableros de bagazo aledaña al central Primero de Enero.
Como consecuencia de lo anterior, se palpa la solidez financiera que posibilita la economía necesaria para asumir el proceso inversionista actual que garantiza el enfrentamiento a nuevos y mayores retos.
Mucho tiene que ver, entre otros factores, una positiva alza en el sentido de pertenencia de los colectivos laborales, avalada por estimulantes sistemas de pago, y la marcha efectiva, a tono con los tiempos que corren, de la actualización del modelo económico cubano.
Así, han sumado áreas que por muchos años permanecieron vacías. Más de 20 000 hectáreas han sido liberadas de marabú y otras malezas, en las que han fomentado nuevas plantaciones, junto al comportamiento en ascenso, aunque ha podido hacerse más, de las atenciones culturales; y el incremento del riego, con la aspiración de cerrar el 2016 con más de 120 máquinas instaladas, las que junto a otras técnicas de irrigación deben propiciar un notable crecimiento de los rendimientos.
Los saldos actuales se extienden al aumento de equipos de tecnología avanzada, tanto para la mecanización del corte como para el cultivo y el transporte.
No escapa a este afán renovador la rehabilitación de los cuatro ingenios, mediante la ejecución de un grupo de inversiones, para mejorar el balance energético y otros puntos débiles en la operación de las plantas, con el fin de consolidar el aprovechamiento de la norma potencial, el recobrado y el rendimiento, entre otros parámetros que rigen la eficiencia fabril, para hacerlas más eficientes y competitivas.
Agregan acciones relacionadas con el cambio de imagen de las fábricas, y de las condiciones de vida y trabajo de los hombres y mujeres que en ellas laboran.
Pero no todo es color de rosa. La agricultura debe redoblar esfuerzos en la eliminación de las áreas vacías que restan; al igual que en el incremento de la siembra de caña y poner mayor empeño en las atenciones culturales, sobre todo con las cepas priorizadas, y en el logro de mayor efectividad en el riego de agua.
Todo ello obliga a eliminar chapucerías, incrementar la preparación de tierras y a ejercer un control más férreo de las técnicas que rigen el cultivo.
Aún no se alcanza el potencial productivo estimado en algo más de 300 000 toneladas. En la pasada zafra se llegó a las 200 000. Aunque halagüeña, porque se avanza, esta y otras cifras son discretas.
Es real que la industria ha ido ganando cada año en protagonismo. Hoy se tiene como paradigma en la nación al central Primero de Enero con sus saldos en rendimiento fabril y potencial de la caña que muele, y en el recobrado; pero el resto tiene que subir la parada, pues la provincia no rebasó el 11,00 en la pasada campaña, algo que no es una quimera, pues se sabe qué hacer para lograr mejores resultados.
Otro aspecto fundamental es el capital humano. Por cierto, este territorio tiene hoy un clima favorable. Se conoce dónde están los problemas, cómo solucionarlos, pues cuenta con la fuerza necesaria: hombres, técnicos y directivos dispuestos a llevar a planos superiores sus respectivas misiones. El rasero común se asienta en tres palabras clave: control, disciplina y exigencia.
Atrás quedó, como un mal recuerdo, aquella campaña en que solo se produjeron poco más de 80 toneladas métricas del dulce. Cinco años después esa cifra se quintuplicó, y se aporta electricidad al sistema nacional; la empresa provincial genera ganancias y utilidades millonarias, y los obreros y obreras promediaron un ingreso promedio de 1 700 pesos mensuales.
Continuar el avance, a pesar de afrontar un año de intensa sequía, con la lógica afectación de los estimados, es el propósito que los anima, conscientes de que los nuevos retos y su consecución representarán nuevas victorias.

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