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domingo, 13 de diciembre de 2015

El camino hacia el desarrollo se complica para los países que llegan tarde


Laljibhai Gajjar, con lo que queda de su fábrica de máquinas de estampado de metales en Rajkot, India. PHOTO: ATUL LOKE PARA THE WALL STREET JOURNAL

Por RAYMOND ZHONG

Domingo, 13 de Diciembre de 2015 13:28 EDT

RAJKOT, India—Durante casi medio siglo, Laljibhai Gajjar dirigió plantas que fabricaban motores diésel y partes en esta tranquila ciudad industrial. No obstante, después de que los productos chinos comenzaron a tragarse el mercado, despidió a un centenar de empleados y empezó a vender Hyundais.

Detrás de su trajinado concesionario está lo único que queda de sus operaciones manufactureras: un taller derruido en el que más de dos decenas de trabajadores ensamblan máquinas para la industria metalúrgica. Los pedidos están disminuyendo y Gajjar cree que en algún momento tendrá que cerrar sus puertas.

Su experiencia es parte de un fenómeno que afecta tanto a India como a otras economías en desarrollo y que alarma a los economistas.

Estados Unidos, Europa y, en los últimos años, el Asia Oriental se enriquecieron gracias a la industrialización. Con el transcurso del tiempo, conforme sus ingresos aumentaban y sus economías se volvían más sofisticadas, pasaron a depender menos de las fábricas y más de servicios como la salud y las finanzas.

Hoy, sin embargo, parte del sur de Asia, África y América Latina no han podido crear pujantes sectores industriales a pesar de que los salarios siguen siendo bajos. El empleo y la producción fabril alcanzan su apogeo y empiezan a declinar a niveles de ingresos y desarrollo mucho más bajos que en Occidente.


A los economistas les preocupa que el modelo de desarrollo industrial, que durante más de un siglo ha ofrecido el camino más rápido para salir de la pobreza, ya no esté disponible para los países más pobres.

Eso representa un enorme desafío para países como India. Se prevé que India, cuya población ronda los 1.300 millones de personas, supere a China como el país más poblado del mundo en 2022 y tenga 1.700 millones de habitantes para 2050. Su población en edad de trabajar crece en un millón de personas al mes.

Dani Rodrik, economista de la Universidad de Harvard, dice que observa evidencia creciente de una “desindustrialización prematura”, es decir el estancamiento o reducción de los sectores manufactureros como porcentaje de economías emergentes como India, que nunca se industrializaron.

Cuando Gajjar inauguró su primera fábrica de motores a inicios de los años 60, las manufacturas representaban cerca de 12% de la economía de India. Tal proporción alcanzó un máximo de 19% en los 90 y ha caído a alrededor de 17%.

El sector manufacturero de Corea del Sur, en cambio, pasó de constituir 3% de la economía a comienzos de los 60 a 36% en 2010. China, donde la industria representa cerca de un tercio del producto, siguió una trayectoria similar.

El caso de África es más parecido al de India. Las manufacturas llegaron a representar un máximo de 25% de la economía sudafricana en 1981, frente a 15% en 1962. En 2011, la cifra era de casi 18%. En Etiopía jamás ha excedido 6%, en tanto que en Tanzania llegó a 13% en 1976 y ha caído desde entonces a cerca de 10%.

La situación es parecida en América Latina. Las manufacturas representaron un máximo de 23% de la economía brasileña en 1973, pero la cifra cayó a 17,6% en 2011. En México, la industrialización llegó a 22,4% del producto en 2000 y descendió a 19% en 2011. En Venezuela, alcanzó un máximo de 21,5% en 1986, pero para 2012 la industria representaba 15,3% del PIB. En Colombia, el máximo fue de 20,7% en 1979, lo que bajó a 15,7% en 2011. Todas las cifras son del Centro de Crecimiento y Desarrollo de Groninga, ligado a la Universidad de Groninga, en Holanda.

Las razones de la caída abundan y van desde la mala calidad de las carreteras y los sistemas de electricidad hasta la corrupción y un exceso de burocracia.

Expertos como Rodrik, no obstante, opinan que hay razones más de fondo. La automatización de las fábricas y el ascenso de la robótica han reducido la necesidad de mano de obra no calificada proveniente del campo para trabajar en las líneas de ensamblaje.

Las economías en desarrollo tienen que competir con China, cuya gigantesca e integrada máquina manufacturera ha convertido al país en el taller del mundo y erigido grandes barreras de entrada. Los aranceles están cayendo y el comercio se está liberalizando. Además, hay señales de que la demanda global de todo tipo de bienes, desde automóviles a muebles, se está estancando. Desde la crisis financiera de 2007-2008, las exportaciones e importaciones mundiales han crecido menos que la economía global por primera vez en décadas.

“El espacio para los países (que se quieren industrializar) se está estrechando”, dice Rodrik. “Dudo que la historia se repita”.

No todos comparten su pesimismo. Algunos sostienen que servicios como los bienes raíces y el turismo pueden generar tanto crecimiento y empleos en los países emergentes como en las economías desarrolladas.

Otros postulan que el modelo de crecimiento industrial sigue tan vigente como antes. Agregan que siempre y cuando haya países dispuestos a coser, soldar y ensamblar en forma más barata, llegará la industrialización, tarde o temprano. “El espacio para crecer mediante mano de obra barata y la captación de capital y tecnología no ha desaparecido”, asegura Arvind Subramanian, principal asesor económico del Ministerio de Finanzas de India.

Los datos de Rodrik, no obstante, sugieren que la situación ha cambiado desde que EE.UU., Europa y Japón aprovecharon, hace décadas, el poderío de sus fábricas para impulsar su prosperidad antes de que las manufacturas empezaran a trasladarse a los países con costos más baratos.

En 1953, cuando las manufacturas alcanzaron su nivel máximo como fuente de empleo en EE.UU., ofrecían trabajo a 26% de la fuerza laboral y el ingreso per cápita ascendía a US$17.700 en dólares de hoy. Para 2010, apenas absorbía 9% de los empleos estadounidenses.

El empleo manufacturero demoró más en alcanzar su máximo en el Reino Unido, Francia, Italia y Japón, pero a un nivel de ingresos igual o superior.

En los países que empezaron el proceso más tarde, como los de América Latina, la industrialización rindió menos.

La manufactura utilizó 15,4% de la fuerza laboral de Brasil en 1986, su nivel máximo, con un ingreso per cápita de US$8.700 tomando en cuenta las diferencias de poder adquisitivo. En 2011, el sector empleaba a sólo 11,5% de los trabajadores. En México, las empresas industriales emplearon a 20% de los trabajadores en 1990 y el ingreso por persona era de US$10.200. En 2012, la cifra cayó a 15,6%. En Argentina, la industria llegó a emplear a 27,7% de los trabajadores en 1958, cuando el ingreso per cápita llegaba a US$9.500, pero en 2011 sólo empleaba a 12,1% de la fuerza laboral.

En India, la participación del empleo fabril comenzó a declinar cuando el ingreso per cápita ascendía a US$3.300. En los casos de Nigeria, Kenia y Ghana, la cifra estuvo más cerca de US$2.000.

El primer ministro de India, Narendra Modi, espera revertir la tendencia. Ha prometido construir mejores carreteras y reducir la burocracia como parte de un plan para transformar el país en una potencia industrial y, de paso, generar 100 millones de empleos. Fabricantes globales de la envergadura de Ford Motor Co., Foxconn Technology Group y General Electric Co. han anunciado expansiones de sus operaciones en India, lo que podría crear miles de empleos.

La ofensiva para fabricar en India, no obstante, podría enfrentar escollos con los que otros países no se toparon. Cuando el sector manufacturero chino despegó, la demanda mundial era abundante y las multinacionales no habían trasladado una parte importante de su producción a otros países.

El empresario Baba Kalyani cuenta que su compañía, Bharat Forge Ltd., se transformó en una potencia exportadora gracias a la innovación tecnológica, no a la mano de obra barata. Es demasiado tarde para tratar de arrebatarle a China el título de taller del mundo. “Esa época ya pasó”, advierte. “Si tratamos de ir en esa dirección, simplemente vamos a fracasar”.

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