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lunes, 7 de diciembre de 2015

“LA ECONOMIA POLITICA Y LA CULTURA ECONOMIA EN LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS ACTUALES

Por José Luis Rodríguez
Asesor del CIEM

Uno de los problemas más complejos a resolver en la implementac

ión del nuevo modelo económico cubano, consiste en alcanzar un adecuado nivel de cultura económica para acompañar debidamente las transformaciones indispensables.

El tema muchas veces se reduce a la necesidad de un cambio de mentalidad, sin tomar en cuenta que este se deriva de una interacción diferente del individuo con la sociedad y –por tanto- es el resultado de la acción de una serie de factores y no una acción volitiva individual. Precisamente para tener éxito en la consolidación de una nueva forma de gestión de la economía cubana, debe partirse de un nivel de cultura económica indispensable para ello.

La cultura económica puede definirse como el conjunto de conocimientos que permiten interpretar adecuadamente la evolución de la economía y debe –por tanto- permitir la comprensión del sentido y los objetivos de la política económica y social a todos los miembros de la sociedad, tomando en cuenta la diferente posición que ocupan en la misma y su correspondencia con las relaciones sociales de producción que están presentes en la construcción del socialismo. Adicionalmente, la cultura económica que requerimos debe lograrse en un momento de profundos cambios, que abarcan desde las relaciones de propiedad hasta modificaciones en la distribución y consumo de los valores creados, lo que incorpora una complejidad mayor al logro de la misma.

Examinando el tema en su secuencia lógica se deduce que el punto de partida para conocer las políticas en curso es contar con la información en cantidad y calidad necesarias para ello. Sin embargo, cuando se observa lo que se publica en los medios de comunicación, puede concluirse que muy poco se informa sobre los temas que pueden dar respuesta a la orientación y objetivos de los cambios en curso. En tal sentido recién se ha publicado un trabajo en Cubadebate que aborda uno de los ángulos del problema cuando se plantea en relación a los avisos a la población por parte de empresas y organismos: “El saber comunicar a tiempo y bien, constituye una de las claves por excelencia para tener buenos resultados. Sin embargo, no siempre es tenido en cuenta por las instituciones en nuestro país, que relegan muchas veces la comunicación al acto final irremediable.”[1]

No obstante, se trata aquí de informaciones elementales que son indispensables para brindar un servicio público, o para realizar una gestión. Pero para comprender las decisiones más complejas en el ámbito de la política económica, como pueden ser de qué forma se divide el Producto Interno Bruto en fondo para inversiones o fondo de consumo; por qué a nivel social un aumento salarial tiene que venir acompañado de un incremento superior de la productividad del trabajo; o cuáles son las soluciones a corto plazo a las que se dirigen los Lineamientos aprobados en abril de 2011, es indispensable ir más allá de la información.

En efecto, en relación al último aspecto la mayor cantidad de información disponible se refiere a diversos asuntos relativos a los 313 lineamientos aprobados, pero poco se ha dicho acerca de hacia qué tipo de soluciones se encamina la política aprobada cuando se señala: “Soluciones a corto plazo, encaminadas a eliminar el déficit de la balanza de pagos, que potencien la generación de ingresos externos y la sustitución de importaciones y, a su vez, den respuesta a los problemas de mayor impacto inmediato en la eficiencia económica, la motivación por el trabajo y la distribución del ingreso, y creen las necesarias condiciones infraestructurales y productivas que permitan el tránsito a una etapa superior de desarrollo.”[2]

Se destaca aquí la necesidad de atender el desequilibrio financiero externo para dar respuesta a problemas de mayor impacto en la eficiencia económica, en lo que resulta decisiva la motivación por el trabajo, la distribución del ingreso y la creación de condiciones infraestructurales y productivas para avanzar. En síntesis, el país debe a corto plazo –en primer término- eliminar el desequilibrio que existe entre los ingresos en moneda libremente convertible proveniente de nuestras exportaciones y las erogaciones que se requieren para importar, lo que a su vez resulta indispensable para incrementar los factores que elevan la eficiencia económica, especialmente el aumento del nivel de las inversiones como la vía más importante para elevar la productividad del trabajo y lograr así incrementar la motivación por el trabajo y la distribución del ingreso, al tiempo que se crean las condiciones infraestructurales y productivas necesarias para hacer sostenible esa trayectoria de crecimiento.

Si el análisis de estos aspectos no precede cualquier explicación más detallada de los lineamientos aprobados, se corre el peligro de que las expectativas de la población no se correspondan con lo que es posible y necesario hacer previamente para satisfacerlas. 

A pesar de la importancia que tiene contar con la información indispensable para comprender los problemas de nuestra economía, puede decirse que la misma es condición necesaria pero no suficiente para ese objetivo. 

En efecto, una misma información puede ser interpretada de muy diversa manera según el enfoque conceptual conque la misma se evalúe. De ahí la importancia que tiene la formación teórica para que los miembros de la sociedad socialista participen conscientemente en la misma. 

Sin embargo, una de las más nefastas consecuencias el derrumbe del socialismo en Europa fue el rechazo abierto o la subestimación al análisis conceptual de los fenómenos económicos contemporáneos con un enfoque marxista. Al producirse la desaparición de los países socialistas en Europa, la tesis del fin de la historia de Francis Fukuyama proclamada en 1989,[3] pareció colocar para muchos una lápida sobre el socialismo y toda la teoría marxista que sustentaba su desarrollo. 

Ciertamente muchas elaboraciones teóricas del llamado socialismo real adolecieron de una alta dosis de esquematismo y enfoques alejados del verdadero pensamiento revolucionario, que se manifestaron en las políticas erróneas aplicadas por los países europeos, pero sobre todo en los manuales de Economía Política empleados para la enseñanza superior entre los años 60 y 80 del pasado siglo. La crítica de estos enfoques se hizo ya entre nosotros desde muy temprano partiendo de posiciones marxistas y un ejemplo de ellas se encuentra en el libro de Ernesto Che Guevara “Apuntes críticos a la Economía Política” publicado en Cuba en el 2006. 

De este modo, en los últimos 25 años se mezclaron las críticas válidas a la Economía Política del socialismo, hechas desde posiciones revolucionarias, con la ofensiva ideológica que encontró su punto de apoyo en la desaparición del socialismo en Europa Oriental y la antigua URSS para descalificarlo como alternativa válida frente al capitalismo neoliberal. 

La resultante ha sido que el enfrentamiento a los múltiples desafíos de la construcción socialista en la época más reciente no ha encontrado el soporte conceptual y teórico indispensable, dando pie a enfoques supuestamente más adecuados que se apoyan en un pragmatismo que tiende a rechazar la elaboración teórica marxista al considerarla superada en las nuevas condiciones. 

Como manifestación colateral de esta tendencia negativa, en nuestro país a lo largo del período post soviético se produjo el cierre de la especialidad de Economía Política en las universidades, con lo que se eliminó la formación más completa de profesores de esta importante disciplina; se produjo la reducción de las horas lectivas dedicadas al estudio de la asignatura; se evidenció el estancamiento de las investigaciones teóricas sobre Economía Política del socialismo y se generaron algunas estructuras de la organización docente en las universidades, donde en la mayoría de los casos los departamentos de Economía Política desaparecieron, junto a departamentos de planificación y otras asignaturas afines, perdiéndose la identidad de las mismas. 

Desde ya hace 10 años el Comandante en Jefe advertía el 17 de noviembre de 2005 en la Universidad de La Habana sobre la urgencia de atender muchos de los problemas conceptuales de la construcción socialista, cuando afirmaba: “Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo.” 

El rechazo a conceptos e ideas que partieron de premisas falsas y que condujeron a los errores referidos por Fidel tiene que servir de acicate para la revalorización de la teoría económica marxista. No se trata de que el conocimiento de nuestra historia económica, así como la de los restantes países que emprendieron el camino al socialismo, junto a los principios básicos de la Economía Política marxista, sirva únicamente para saciar una curiosidad intelectual, sin un vínculo esencial con la práctica social, pues esa teoría –como refleja nuestra propia historia- debe ser sometida permanentemente a un escrutinio, para validar sus postulados. 

No debemos pasar por alto que la transición al socialismo requiere una transformación raigal en las relaciones sociales de producción, donde la construcción consciente de la nueva sociedad demanda un conocimiento superior para comprender las regularidades del desarrollo económico y social y sus complejidades, con el objetivo de actuar en consecuencia. De la competencia más feroz y el individualismo que durante siglos han caracterizado el desarrollo del capitalismo, debe pasarse a la conciliación de los intereses entre todos los miembros de la sociedad y al desarrollo de la solidaridad humana, mediante una gestión consensuada, participativa y planificada que no descanse en los avatares del mercado, para la cual el conocimiento de la Economía Política como base de la cultura económica resulta indispensable. 

Ese conocimiento es la única base posible para lograr la participación consciente de los trabajadores en la gestión económica y enfrentar a aquellos que pretenden demostrar el fracaso histórico del socialismo como alternativa al capitalismo y la vigencia universal de este. 

No es ciertamente, tarea fácil. Se requiere hacer un análisis objetivo del complejo entramado de relaciones socioeconómicas que están presentes en la Cuba de hoy y generar las formulaciones conceptuales correspondientes acordes con los principios generales del pensamiento revolucionario, en una coyuntura en la que abordar la estrategia apropiada para lograr un desarrollo autosostenible a corto plazo es una tarea vital. 

Todo ello debe enfrentar –al mismo tiempo- el desafío que supone el proceso de normalización de relaciones con Estados Unidos, que ha cambiado el método, pero no el objetivo de provocar un cambio en el sistema político de nuestro país. 


Diciembre 6 2015. 



[1] Ver de Randy Alonso “Cuando la comunicación falla” en Cubadebate, noviembre 27 de 2015 www.cubadebate.cu

[2] Ver Partido Comunista de Cuba “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución” Abril 18 de 2011, p. 10.



[3] Francis Fukuyama planteó por primera vez sus ideas en el artículo “El fin de la historia”, publicado en 1989 en la revista norteamericana The National Interest.

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